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Witold Lutoslawski, Libro para Orquesta. Compositor, pianista y director de orquesta, el polaco Witold Lutoslawski (Varsovia 25/01/1913 - 07/02/1994), está en la lista de autores que padecieron directa …Más
Witold Lutoslawski, Libro para Orquesta.

Compositor, pianista y director de orquesta, el polaco Witold Lutoslawski (Varsovia 25/01/1913 - 07/02/1994), está en la lista de autores que padecieron directa o indirectamente la crueldad de los regímenes autoritarios de uno y otro signo en Europa. Huérfano desde que su padre Josef fue asesinado por los comunistas -en compañía de su tía Marian-, estudió dos años de matemáticas en la Universidad de Varsovia, además de violín y piano, aunque pronto tomó la decisión de querer dedicarse a la composición. De este modo deja la carrera en 1933.
Estudió piano y composición en el Conservatorio de Varsovia, y entre 1932 y 1955 se dedicó principalmente a su carrera de concertista de piano. Con posterioridad cambió el piano por el podio, especialmente para dirigir sus propias obras, e impartió clases de composición en Tanglewood, Dartington, Academia de Estocolmo, Folkwang Hochscule für Musik de Essens, Conservatorio de Conpehague, Dartmouth College y Universidad de Texas.
Estilo
Con su estilo musical, recoge algunas importantes influencias de las vanguardias europeas y de la escuela de Viena, desechando la vena folclórica que inicialmente tiñe la mayor parte de sus composiciones. Acusado por una parte de la musicología de colaboracionista con el régimen comunista, Lutoslawski justifica sus composiciones más conservadoras en el hecho de su inicial incapacidad para dar el salto hacia delante y buscar un lenguaje más audaz, que le permitiera abandonar esa etapa folclórica. Por este aspecto suyo, ha sido frecuentemente comparado con Bartok -maestro entre los maestros a la hora de recrear el ambiente de su país-. Es a partir de Música fúnebre (1958) y Juegos venecianos (1961) cuando se hacen más patentes estos cambios.
Lutoslawski será recordado principalmente como uno de los mejor dotados compositores del renacimiento musical polaco -hueco que comparte con Penderecki, Gorecki y otros-. La capacidad del músico de recoger la influencia de la escuela de Viena y sintetizarla con algunas corrientes de música aleatoria es uno de sus rasgos esenciales. De John Cage y en especial de su Concierto para piano de 1960, recoge algunas ideas. Como queda claro en Juegos venecianos, Lutoslawski es capaz de partir del caos para llegar al orden, practicando una aleatoriedad en la forma que, está, por otra parte controlada.
Obra
Lutoslawski tiene la impagable cualidad de lograr colarse al interior del oyente con sus sonidos, apoderándose de cada parte del cuerpo, como lo hace la buena música. Pero, sus particulares juegos armónicos y rítmicos van más allá, tensionando y distendiendo a piacere músculos y todo a su paso, en un juego que pocas veces había tenido la posibilidad de apreciar antes.
Compuso cuatro sinfonías (1957, 1967, 1982 y 1992), en las que se aprecia la evolución del genio que alcanza con la última -por cierto, su última obra- un desarrollo impecable. Para orquesta compuso ademásVariaciones Sinfónicas (1938), Concierto para Orquesta (1954), Música fúnebre (1958), Libro para Orquesta (1968) y Concierto para chelo (1970), entre otras.
El Concierto para oboe y arpa requiere una pequeña orquesta de cuerdas, un par de percusionistas y los solistas para una partitura magnífica, llena de efectos y de una música muy magnética, que sorprende e hipnotiza al público.
Escribió una decena de obras para la voz, con textos basados en los poetas K. Illakowicz, Henri Michaux y Chabrun.
Para grupos de cámara destacan su Trío para oboe, clarinete y fagot (1045) y el Cuarteto para cuerdas(1964). La Partita para violín y piano, obra de encargo de Pinchas Zukerman, fue estrenada por éste a principio del año 1985. Se trata, básicamente, de tres movimientos: Rápido/Lento/Rápido, pero separados por sendos pasajes ad limitum, como si un organista imaginario tocando una partita clásica se entretuviera improvisando entre los movimientos (cosa que era de moda hace unos tres siglos). La obra es excitante, con muchísimos pasajes de alto virtuosismo para ambos instrumentos.
En la música instrumental, destacan las Variaciones sobre un tema de Paganini (1941), escritas para piano y las Variaciones Sacher para chelo (1975), una dedicatoria afectuosa para quien había sido fundador de la Schola Cantorum Basiliensis y notabilísimo director.