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Irapuato
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Arabescos en la túnica de la Virgen de Guadalupe. Teltaminoru on Jun 9, 2010 Entre los misterios que encierra la tilma guadalupana, están los arabescos de su túnica, figuras en forma de plantas …Más
Arabescos en la túnica de la Virgen de Guadalupe.

Teltaminoru on Jun 9, 2010 Entre los misterios que encierra la tilma guadalupana, están los arabescos de su túnica, figuras en forma de plantas sobrepuestas de una manera extraña, sin seguir los pliegues de la tela.
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Arabescos en la túnica de la Virgen de Guadalupe.
Irapuato
Chus Bas Bas
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Del examen de la figura impresa en la Tilma, se desprende que se trata de una adolescente, de rostro ovalado y piel morena clara, que se cubre de un manto tachonado de estrellas y que, por los rayos de oro que la rodean, parece como si tuviera el sol a sus espaldas. Está de pie y su altura es, de un metro con cuarenta y tres centímetros. Descansa la figura sobre una media luna, de color obscuro y …Más
Del examen de la figura impresa en la Tilma, se desprende que se trata de una adolescente, de rostro ovalado y piel morena clara, que se cubre de un manto tachonado de estrellas y que, por los rayos de oro que la rodean, parece como si tuviera el sol a sus espaldas. Está de pie y su altura es, de un metro con cuarenta y tres centímetros. Descansa la figura sobre una media luna, de color obscuro y los cuernos hacia arriba, a la que se sirve de "atlante" un ángel, en cuyas alas se ha querido ver los colores de nuestra bandera.

Vístese la figura de una túnica, un cíngulo y un manto. La túnica es de color rosa pálido, y está recamada de arabescos que semejan flores tejidas con hilo de oro; el cíngulo, de color morado, es una faja de unos dos dedos de ancho que se anuda bajo las manos y cuyos extremos aparecen bajo las vueltas de las mangas; el manto, que cubre a la imagen de la cabeza a los pies, es de color verde azuloso en su parte externa y de un azul menos intenso en la interna. Bordea el manto una orla de oro y por toda su superficie exterior se distribuyen uniformemente cuarente y ses estrellas, también de oro: veintidós al lado derecho y veinticuatro del lado izquierdo.

Circundan la figura ciento veintinueve rayos dorados: sesenta y dos del lado derecho y sesenta y siete del izquierdo. Son equidistantes y están dispuestos en forma alternada: uno recto y otro ondulado. El oro de estos rayos es más vivo y brillante en la proximidad del manto, desvaneciéndose en un amarillo ceniciento que se pierde al llegar a las nubes que encierran el conjunto. Esta disposición explica la impresión de que el sol está a espaldas de la imagen.

La calidad del oro de los arabescos de la túnica, de las estrellas y orla del manto, así como la de los rayos, es tan especial que, a primera vista, da idea de ser oro en polvo que se desprendería al tacto; sin embargo, un examen cuidadoso hace ver que no es oro en polvo, ni que está sobrepuesto, sino incorporado en la tela del ayate, como si al tejerla se hubieran dorado previamente los hilos.

En algunas pinturas de la Virgen de Guadalupe, se aprecia una corona de oro, de diez rayos, tan mal puesta que, mientras la cabeza de la imagen está inclinada hacia la derecha, la tal corona está en posición vertical, como suspendida sobre el extremo superior del manto. Ciertos relatos de las Apariciones hablan de una corona ciñendo la cabeza de la Virgen, pero otros no dicen nada al respecto. Se considera que nunca tuvo corona, pero que es posible que se hubiera tomado como tal el haz de unos diez o doce rayos verticales que se aprecian sobre el extremo superior antes mencionado. Aquí cabría citar lo que el P. Francisco de Florencia dice en su libro Estrella del Norte de México (2a. Ed., 1741): "Pocos años después de la Aparición (y seguramente varios después de la muerte de Juan Diego) les pareció bien a los que cuidaban del culto de la Virgen, que estarían mejor si se la adornara de querubines que alrededor de los rayos del sol le hiciesen compañía". Tales querubines han desaparecido, por la acción del tiempo, o por órdenes de autoridad competente, pero aún se notan alredeodr de la imagen ciertos manchones descoloridos. Es posible que, así como algunos tuvieron la osadía de pntar los querubines, otros hayan tratado de ponerle una corona a la imagen.

Si vemos el ayate a una distancia superior a los tres metros, los colores se aprecian fuertes y marcados, distinguiéndose bien los claros de los más obscuros; pero conforme se acerca el observador se van desvaneciendo y casi se pierden al mirarlos con una lupa de gran aumento. Esto es un grave inconveniente para la toma de fotografías del rostro, pongamos por caso, ya que mientras más potente sea la lente, más resaltará la grosera trama del lienzo, en detrimento de los rasgos.

Fuente: mexico.udg.mx
estrellita compartió esto
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Mi morenita.
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Mi morenita.

😌
Irapuato
🙏 GRACIAS-SÍ, HAY QUE COMPARTIR ESTO CON NUESTRA JUVENTUD-EL MENSAJE-EL TESORO QUE TENEMOS 😇 😇 😇 😇 😇 😇 😇
estrellita
Mil gracias, tan valioso aporte... lo mostraré a mis niñitos. 👏
Irapuato
✍️ Subo todo esto en honor a nuestra Virgencita 😁 --después, no se va a poder ☕
Irapuato
👏 Alexander le canta a la Virgen de Guadalupe: Alexander sings to Our Lady of Guadalupe
Un comentario más de Irapuato
Irapuato
Del examen de la figura impresa en la Tilma, se desprende que se trata de una adolescente, de rostro ovalado y piel morena clara, que se cubre de un manto tachonado de estrellas y que, por los rayos de oro que la rodean, parece como si tuviera el sol a sus espaldas. Está de pie y su altura es, de un metro con cuarenta y tres centímetros. Descansa la figura sobre una media luna, de color obscuro y …Más
Del examen de la figura impresa en la Tilma, se desprende que se trata de una adolescente, de rostro ovalado y piel morena clara, que se cubre de un manto tachonado de estrellas y que, por los rayos de oro que la rodean, parece como si tuviera el sol a sus espaldas. Está de pie y su altura es, de un metro con cuarenta y tres centímetros. Descansa la figura sobre una media luna, de color obscuro y los cuernos hacia arriba, a la que se sirve de "atlante" un ángel, en cuyas alas se ha querido ver los colores de nuestra bandera.
Vístese la figura de una túnica, un cíngulo y un manto. La túnica es de color rosa pálido, y está recamada de arabescos que semejan flores tejidas con hilo de oro; el cíngulo, de color morado, es una faja de unos dos dedos de ancho que se anuda bajo las manos y cuyos extremos aparecen bajo las vueltas de las mangas; el manto, que cubre a la imagen de la cabeza a los pies, es de color verde azuloso en su parte externa y de un azul menos intenso en la interna. Bordea el manto una orla de oro y por toda su superficie exterior se distribuyen uniformemente cuarente y ses estrellas, también de oro: veintidós al lado derecho y veinticuatro del lado izquierdo.

Circundan la figura ciento veintinueve rayos dorados: sesenta y dos del lado derecho y sesenta y siete del izquierdo. Son equidistantes y están dispuestos en forma alternada: uno recto y otro ondulado. El oro de estos rayos es más vivo y brillante en la proximidad del manto, desvaneciéndose en un amarillo ceniciento que se pierde al llegar a las nubes que encierran el conjunto. Esta disposición explica la impresión de que el sol está a espaldas de la imagen.

La calidad del oro de los arabescos de la túnica, de las estrellas y orla del manto, así como la de los rayos, es tan especial que, a primera vista, da idea de ser oro en polvo que se desprendería al tacto; sin embargo, un examen cuidadoso hace ver que no es oro en polvo, ni que está sobrepuesto, sino incorporado en la tela del ayate, como si al tejerla se hubieran dorado previamente los hilos.

En algunas pinturas de la Virgen de Guadalupe, se aprecia una corona de oro, de diez rayos, tan mal puesta que, mientras la cabeza de la imagen está inclinada hacia la derecha, la tal corona está en posición vertical, como suspendida sobre el extremo superior del manto. Ciertos relatos de las Apariciones hablan de una corona ciñendo la cabeza de la Virgen, pero otros no dicen nada al respecto. Se considera que nunca tuvo corona, pero que es posible que se hubiera tomado como tal el haz de unos diez o doce rayos verticales que se aprecian sobre el extremo superior antes mencionado. Aquí cabría citar lo que el P. Francisco de Florencia dice en su libro Estrella del Norte de México (2a. Ed., 1741): "Pocos años después de la Aparición (y seguramente varios después de la muerte de Juan Diego) les pareció bien a los que cuidaban del culto de la Virgen, que estarían mejor si se la adornara de querubines que alrededor de los rayos del sol le hiciesen compañía". Tales querubines han desaparecido, por la acción del tiempo, o por órdenes de autoridad competente, pero aún se notan alredeodr de la imagen ciertos manchones descoloridos. Es posible que, así como algunos tuvieron la osadía de pntar los querubines, otros hayan tratado de ponerle una corona a la imagen.

Si vemos el ayate a una distancia superior a los tres metros, los colores se aprecian fuertes y marcados, distinguiéndose bien los claros de los más obscuros; pero conforme se acerca el observador se van desvaneciendo y casi se pierden al mirarlos con una lupa de gran aumento. Esto es un grave inconveniente para la toma de fotografías del rostro, pongamos por caso, ya que mientras más potente sea la lente, más resaltará la grosera trama del lienzo, en detrimento de los rasgos.

Fuente: mexico.udg.mx