01:01:39
malemp
533
7DONES: CONSEJO. Frank Morera. Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! Hemos escuchado hoy en la lectura de esa cita del libro de los Salmos: el Señor me aconseja, el Señor me habla interiormente.…Más
7DONES: CONSEJO. Frank Morera.

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Hemos escuchado hoy en la lectura de esa cita del libro de los Salmos: el Señor me aconseja, el Señor me habla interiormente. Esto es otro don del Espíritu Santo, el don del consejo. Sabemos lo importante que es, sobre todo en los momentos más delicados, poder contar con sugerencias de personas sabias que nos quieren mucho. Ahora, a través del don del consejo, es el mismo Dios, con su Espíritu, el que ilumina nuestro corazón, para que comprendamos el modo justo de hablar y de comportarnos en la vida. Debemos preguntarnos, sin embargo: ¿Cómo actúa este don concretamente, dentro de nosotros y en nuestra vida? ¿Y cómo podemos escucharlo y seguirlo?

En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza enseguida a sensibilizarnos a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, nos lleva cada vez más a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos. El consejo, entonces, es el don con el que el Espíritu Santo capacita nuestra conciencia para hacer una elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio. De este modo, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad… nos ayuda a no caer en el fallo del egoísmo y en el propio modo de ver las cosas, así el Espíritu nos ayuda a crecer y a vivir en comunidad. La condición esencial para conservar este don es la oración, siempre volvemos a lo mismo: la oración. Es muy importante la oración. Rezar. Rezar las oraciones que todos nosotros sabemos desde pequeños, pero también rezar con nuestras palabras, rezar al Señor: ‘¡Señor, ayúdame! ¡aconséjame! ¿Qué debo hacer ahora?’. Y con la oración hacemos espacio para que venga el Espíritu y nos ayude en ese momento, nos aconseje sobre lo que todos debemos hacer. La oración ¡nunca olvidéis la oración! ¡Nunca!

Nadie se da cuenta de si rezamos por la calle, en el autobús. Rezamos en silencio, con el corazón. Aprovechemos esos momentos para rezar. Rezar para que el Espíritu nos dé este don del consejo. En la intimidad con Dios, en la escucha de su Palabra, poco a poco ponemos a un lado nuestra lógica personal, que viene muchas veces de nuestra cerrazón, de nuestros prejuicios, de nuestras ambiciones y aprendemos, sin embargo, a preguntar al Señor: ¿Cuál es tu deseo? Pedir consejo al Señor y esto lo hacemos con la oración. De este modo madura en nosotros una sintonía profunda, casi connatural en el Espíritu y se experimenta qué ciertas son las palabras de Jesús recogidas en el Evangelio de Mateo: "No os preocupéis de como o de qué diréis, porque se os dirá en ese momento lo que tenéis que decir: de hecho no sois vosotros los que hablaréis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará en vosotros" (Mt 10,19-20).

Es el Espíritu que nos aconseja, pero nosotros debemos darle espacio, espacio al Espíritu para que nos aconseje. Dar espacio es rezar. Rezar para que él venga y nos ayude siempre.

Como todos los demás dones del Espíritu, además, también el consejo constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no nos habla sólo en la intimidad del corazón. Nos habla sí, pero no solo allí, sino también a través de la voz y del testimonio de los hermanos. ¡Es de verdad un don grande poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en las etapas más complicadas e importantes de nuestra vida, nos ayudan a hacer luz en nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor! FRANCISCO