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La Cuaresma en el Santo Sepulcro.

En Jerusalén, el inicio de la Cuaresma está simbolizado por la apertura del Santo Sepulcro y ritualizado por la entrada de los celebrantes de las diferentes Iglesias. Una organización precisa predispone los horarios de las entradas cuando, como este año, la fecha de la Pascua coincide para los católicos y los ortodoxos. Es la tarde del sábado 12 de marzo. Primero entran los aún llamados “latinos”, o la Iglesia católica romana, con los hermanos menores de la Custodia de Tierra Santa que acompañan e introducen en la Basílica al obispo auxiliar emérito Kamal Batish, junto al clero de Jerusalén y a los seminaristas. Después es el turno de los griegos ortodoxos, los coptos, los sirios y los armenios.

Todos llegan al Santo Sepulcro en procesión, después de haber atravesado los barrios de la Ciudad Vieja guiados por los Kawas, la guardia de honor que hace de escolta y marca el paso. Tras la entrada cada grupo celebra su rito introductorio en la Piedra de la Unción, que recuerda el lugar de la deposición del cuerpo de Cristo después de la Crucifixión. Hoy, esta entrada ha asumido el significado simbólico del inicio solemne de las celebraciones litúrgicas cuaresmales, pero el rito recalca la acogida a los grupos de peregrinos que, guiados por su obispo, llegan al Santo Sepulcro.
Mientras los armenios están completando su entrada, los latinos comienzan la procesión cotidiana, que es enriquecida para la ocasión con el canto y el sonido del órgano en todas las estaciones, con la particularidad de dar al final tres vueltas alrededor del templo del Sepulcro. También los coptos, los griegos ortodoxos y los sirios continúan sus celebraciones (o al mismo tiempo en lugares diversos de la Basílica o en el mismo sitio pero en momentos distintos). La sobreposición de las liturgias lleva con sí esa exultación de sonidos, de cantos, de colores y de perfumes que constituyen el ambiente específico de esta iglesia: un contrapunto religioso único, que si no imita perfectamente la sinfonía de los coros celestiales en la forma, sí la representa en la devoción.

“En el prefacio del primer domingo de Cuaresma leemos que esta es una estación de alegría. De hecho, nosotros recordamos estos acontecimientos de nuestra salvación con verdadera alegría, porque estamos redimidos del pecado por la Resurrección de Jesús y tenemos la promesa de la vida eterna”.

En la noche se celebra el Oficio solemne de la vigilia presidido por el Custodio de Tierra Santa, el sacerdote Pierbattista Pizzaballa. Lo específico de esta celebración es el rito de la Memoria de la Resurrección, con la cual se anuncia ya en la Cuaresma la victoria de Cristo sobre la muerte que “aquí” sucedió. Se canta también el Aleluya en la procesión que, al partir de la capilla de la Aparición, da una vuelta alrededor del templo del Santo Sepulcro. El sacerdote custodio lleva el Evangeliario con el que bendice a los fieles a la salida de la Tumba y lee él mismo el Evangelio de la Resurrección. Entrada la noche, las celebraciones nocturnas prevén una misa sencilla sobre el Calvario presidida por el sacerdote custodio, como para significar la unidad del misterio, recordando la muerte de Cristo después de haber anunciado la Resurrección.