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jamacor
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V. S. Kalinnikov, sinfonía Nº 1 en sol menor. Estoy prácticamente seguro de que el nombre de Vasily Sergeievich Kalinnikov no os suena de nada, y, por tanto, suSinfonía número 1 en sol menor tampoco …Más
V. S. Kalinnikov, sinfonía Nº 1 en sol menor.

Estoy prácticamente seguro de que el nombre de Vasily Sergeievich Kalinnikov no os suena de nada, y, por tanto, suSinfonía número 1 en sol menor tampoco os sonará de nada…[1] Y sin embargo, estoy igualmente convencido de que muchos de vosotros reconoceréis la música cuando la oigáis. Ha sido bastante utilizada en documentales, sintonías y demás bandas sonoras, y ha sido interpretada con alguna frecuencia… bueno, tampoco mucha, pero lo suficiente. Porque es realmente bella esta primera sinfonía, como tendréis ocasión de comprobar en un momento. Tanto, que he decidido dedicarle este ignorante artículo de esta ignorante serie. Espero que aquellos de entre vosotros, lectores, que dediquéis un rato a escucharla no os sintáis defraudados…
Es evidente, por el nombre, que Vasily Kalinnikov es ruso. Nació en Oryol, trescientos sesenta kilómetros al sudoeste de Moscú, en 1866, y por tanto fue contemporáneo de muchos de los grandes compositores rusos: Tchaikowsky, Rimsky Korsakoff, Mussorgsky, Rachmaninoff, etc. Quizá por ello, y debido a que no compuso demasiada música para orquesta (primero, porque no le dio tiempo, y segundo, porque lo suyo eran, sobre todo, las canciones), no es muy conocido. Pero sus dos sinfonías son deliciosas, en particular ésta de hoy, la número 1 en sol menor.

Vasily Kalinnikov
Hijo de un policía, fue poco menos que autodidacta, porque no tenía dinero suficiente como para ingresar en el prestigioso Conservatorio de Moscú. Sobrevivió tocando el fagot, el timbal y lo que pudiera, copiando partituras y recibiendo clases cuando podía pagarlas, hasta que en 1892, con 26 años de edad, conoció a Tchaikowsky, que le recomendó al director del Teatro Maly y luego al del Teatro Italiano, ambos de Moscú. Parecía que por fin su vida estaba encarrilada… cuando entró en escena uno de los actores principales del ambiente artístico (y no sólo del artístico) del Siglo XIX y principios del XX: la tuberculosis. Nuestro buen Vasily, como tantos otros artistas de la época, se convirtió en tuberculoso, y como el clima de Moscú no debe ser muy apropiado para curarla, decidió emigrar a tierras más cálidas: Crimea. Y en Crimea, en Yalta, vivió sus últimos años, hasta que la tuberculosis ganó finalmente la partida en enero de 1901, cuando contaba con treinta y cinco años de edad. Fue allí, en el conocido balneario ucraniano, donde compuso la gran mayoría de su producción musical.
Gracias a la ayuda de Sergei Rachmaninoff consiguió vender algunas canciones y su Segunda (y última) Sinfonía, lo que le proporcionó el dinero suficiente para ir tirando. Su Primera Sinfonía, la protagonista del artículo de hoy, compuesta entre 1894 y 1895, no fue publicada hasta después de su muerte, pero sin embargo sí que fue representada en vida del autor, en Moscú, Berlín y Viena. Cuando por fin se publicó, años más tarde, fue su viuda quien recibió los honorarios correspondientes.
En fin, una vida más truncada por el azote de la tuberculosis, lo que le impidió tener una mayor producción, como les ocurrió a tantos y tantos escritores, poetas, pintores o músicos durante el Siglo XIX.[2]
Bueno, no hay mucho más que decir del desgraciado Vasily Kalinnikov, salvo que llama poderosamente la atención que sus obras sean tan positivas y tan francamente optimistas, teniendo en cuenta las circunstancias penosas en que fueron escritas… esta Primera Sinfonía es un estupendo ejemplo de ello.
Kalinnikov cayó en el olvido después de su muerte, como tantos otros, pero fue “redescubierto” en los años cincuenta del siglo pasado, debido a que el estilo “nacionalista” de su música cuadraba muy bien con el arquetipo socialista soviético de cómo debería ser la música rusa… así que comenzó a ser interpretado de nuevo en la Unión Soviética, para exaltar las características del socialismo y bla, bla, bla… A mí no me preguntéis, yo tampoco lo entiendo, pero gracias a la tontería al menos hoy podemos disfrutar de su música que, de otro modo, estaría guardada en algún cajón.
Esta Primera Sinfonía tiene una duración “normal”, algo menos de cuarenta minutos, con un esquema clásico (al menos desde Beethoven) de cuatro movimientos: Un Allegro, un Andante, un Scherzo y un nuevo Allegro final. Inspirada en temas folklóricos rusos, sin embargo lo hace de forma diferente a como lo harían otros compositores “nacionalistas rusos”, como Borodin o Mussorgsky. Las melodías son muy pegadizas, la orquestación es exuberante, con toques orientales muy evidentes en algunos pasajes, los temas son alegres y desenfadados… Un lujo de sinfonía.
Vamos a disfrutar de esta obra tan nacionalista rusa con un video de fotos fijas de sitios rusos (o bielorrusos, o ucranianos, vaya Vd. a saber), fotos que quizá originalmente fueran bellas, pero que no han quedado muy bien paradas, pero eso sí, con una buena música. La versión es la de la Orquesta Sinfónica Nacional de Ucrania, dirigida por Theodore Kuchar. Tampoco hay muchas versiones donde elegir, pero esta versión es buena, con un tempo muy adecuado, y una gran sonoridad. Cada movimiento está completo en un video, por lo que no hay problemas de partición esta vez.
Vamos, pues, a disfrutar de bellas vistas (bueno, más o menos) de sitios rusos en el primer video, donde está, naturalmente, el primer movimiento, Allegro Moderato.

Arranca potente el movimiento, atacando, de saque y sin introducción alguna, el tema principal del movimiento y de la sinfonía con una cuerda potentísima, un tema pegadizo que muchos de vosotros conoceréis… Se trata de un tema que se repetirá en varias ocasiones a lo largo de la sinfonía, y que pronto se os hará muy conocido. El desarrollo del tema se va desgranando, hasta el minuto 2:50 aproximadamente, donde, para que no se nos olvide lo que llevamos oído hasta ahora, Kalinnikov… nos lo repite. Comienza, efectivamente, una repetición prácticamente literal de todo lo que hasta aquí ha acontecido. El mismo tema, la misma cadencia, prácticamente las mismas variaciones que se han oído hasta ahora. Lo dicho: es una repetición casi literal.
La repetición termina en el minuto 5:30, donde ahora suena la misma melodía, pero en un tono más solemne y lento, hasta introducir un nuevo tema subordinado al principal, una variación del mismo donde ahora es el metal y la madera quienes llevan el peso de la música, en lugar de la hasta ahora preponderante cuerda. Continuamente se van oyendo los acordes del tema principal, una y otra vez, ora en las trompas, ora en los oboes, ora en las flautas, ora en la cuerda… siempre con el contrapunto del resto de la orquesta.
En el minuto 8:05 comienza una nueva fase, donde vuelve a sonar la melodía básica, para variar, pero esta vez en canon, es decir: es atacada por un grupo de instrumentos, seguida por otro distinto, luego otro… Las variaciones continúan, pero la melodía principal sigue ahí, perenne, reconocible, más lenta, más rápida, forte, piano… siempre están ahí las geniales notas.
Sobre el minuto 11:15 recomienza una vez más el tema principal (¡el único, casi!) llevado de nuevo por la cuerda en su conjunto, ahora punteado por flautas, luego las trompas, después el arpa… y se va preparando la coda final, que comienza hacia el minuto 13:00, suavemente, hasta que la flauta solista canta por última vez los ya tan conocidos acordes, dando entrada a un final muy clásico, con trompetas y timbales, del tipo Chan-Chan-Chaaaannnn!
Un movimiento precioso, para mi gusto, y un alarde de Kalinnikov: unos estupendos catorce minutos y pico de música exprimiendo casi en exclusiva un único tema. A eso llamo yo una orquestación extraordinaria…
Ahora toca el segundo movimiento, pero para oírle hay que cambiar de video: Andante Commodamente.

Rápidamente toma el protagonismo una cadencia machacona, marcada por arpa y xilófono, un din-dan-din-dan… que se mantendrá como fondo en prácticamente todo el movimiento, casi como si del continuo del barroco se tratase… La cuerda grave introduce el tema, que es atacado por la cuerda aguda (los violines, vaya), respondidos en canon por la cuerda grave, cellos y violas. En el minuto 1:30 las flautas toman el relevo, acompañados por un suave pizzicato de la cuerda, que toma el lugar de arpa y xilófono en el din-dan, hasta desvanecerse…
El tema se va desarrollando, todos los grupos instrumentales tienen su momento de gloria: flautas, oboes, metales, percusión, y la cuerda, claro, siempre la cuerda.
En el minuto 5:10 trompas y trombones dan la entrada de nuevo al din-dan de arpa y xilófono, sobre el que se va construyendo nuevamente el tema del movimiento, que va desvaneciéndose lentamente, hasta que el din-dan se vuelve más lento… y más… y desaparece. Un bello movimiento lento, sin duda.
El tercer movimiento es un clásico Scherzo, y para verlo debemos cambiar de video: Scherzo – Allegro non troppo – Moderato assai.

Un Scherzo que arranca con gran fuerza, con un mosaico de variaciones juguetonas con el tema principal del movimiento, que, por cierto, tiene un cierto parecido con el del primero. ¡Menuda novedad!
En el minuto 2:20 cambia la decoración. El oboe solista introduce el nuevo tema, respondido enseguida por las flautas, en un tema de decidido aire oriental, que a mí me recuerda mucho en algunas fases al famoso “En las estepas de Asia Central” deBorodin… Sigue este segundo tema hasta que en el minuto 5:10 una fanfarria trompetera retorna de nuevo al tema inicial del movimiento, que ya continuará variando y variando hasta el final del movimiento. Una estruendosa irrupción del metal en el minuto 6:10 cambia levemente la decoración, preparando la coda final del movimiento, donde de nuevo las fanfarrias tienen un gran protagonismo. Un gran final para un gran scherzo.
Y por fin, el cuarto y último movimiento, Finale – Allegro moderato, está en el cuarto y último video:

Que comienza exactamente igual que el primero (de hecho, su tempo es Allegro moderato, igual que el del primer movimiento), aunque rápidamente comienza una variación que lo hace distinto… …
Aura Contreras
EXCELENTE INTERPRETACION. GRACIAS!
ecoria
Bellisima sinfonía. Muchas gracias por ilustrarme con la descripción de las formas de desarrollo de la pieza y la simplicidad con que explican los movimientos y la interpretación de los pasajes. Para mí fué todo una catedra de apreciación musical. Dios los Bendice. Muchas Felicidades 🤗