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“La vida consagrada es para hombrecitos”

Un video que nos lo deja muy claro: “La vida consagrada es para hombrecitos”

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Catholic-link.com - El video de hoy es la filmación de una presentación que hicieron jóvenes miembros del programa de discernimiento vocacional de la Universidad de Steubenville (USA). El video – muy particular, es cierto – me llamó la atención porque en él se pueden ver muchas características interesantes sobre la vocación a la vida consagrada en nuestro tiempo. Veamos algunas:
1. Dejémonos de bobadas, la vida consagrada es para hombrecitos. Con esto, obviamente, no quiero hacer referencia a ningún tipo de exclusión femenina; quiero decir, más bien, que la Iglesia necesita personas valientes, generosas y sacrificadas. La renuncia a una familia, la dedicación total a una misión religioso/apostólica, los distintos compromisos o votos que se asumen y la responsabilidad que se adquiere delante de Dios y la Iglesia, son realidades muy serias que para hacerlas florecer en un proyecto de vida consagrada, se necesita, en primer lugar, de la Gracia de Dios, y en segundo, de un compromiso viril, que no ceda ante la primera dificultad sino que se mantenga aferrado a la mano del Señor con humilde terquedad. Antes de asumir un compromiso de este tipo, siguiendo el Evangelio, es mejor calcular los propios ejércitos.
2. Si no es a ser santo, ¿a qué has venido? La vida consagrada, como cualquier otra vocación, es un camino hacia la santidad y no hacia otra cosa. Cuando se pierde este horizonte la propia vida se vuelve insípida y pierde su alegría. Dejar que Dios nos haga santos no es otra cosa que ser dóciles y dejarnos moldear por el amor de Dios. Los propios planes y proyectos los podemos discutir y pelear con el Señor… pero al final la santidad y nuestra propia felicidad consiste en dejarnos ganar por Él. Si has llegado a la vida consagrada tercamente aferrado a tus planes, ¿para qué has venido?
3. La vida consagrada es una vida alegre. Nadie niega que habrá dificultades en el camino, como en cualquier vocación; pero tener la oportunidad – y el llamado – de dedicar la propia vida a conocer y servir a Dios no puede ser otra cosa que una gran fuente de alegría. Una alegría que trasciende las dificultades. Jesús vino para compartir su propia alegría y para que nuestra alegría fuese plena. Los jóvenes del video, con sus bromas y su presentación, me transmiten muchísimo la gozosa experiencia de empezar a descubrir una vida por Cristo y para Cristo. Es solo una aparente paradoja que muchas de las cosas que se cuentan en el video sean precisamente dificultades. La alegría y el dolor, tan claramente distinguidas y angustiosamente separadas en el mundo secular, en la vida cristiana no solo son compatibles, sino que muchas veces, rectamente entendido y vivido, el dolor puede potenciar la alegría.
Por otro lado, la alegría es un hermoso signo de autenticidad y de connaturalidad. Descubrirnos amados por Dios nos libera de las juicios demasiado negativos sobre nosotros mismos y de los atavismos con los que muchas veces hemos aprendido a mendigar el amor. En el video se respira esto. Un alegría cercana, connatural, fresca, auténtica, no rara ni desubicada y tampoco exagerada. La alegría de quienes se sienten verdaderamente hijos de Dios.
4. Si no necesitas amigos, este no es tu lugar. La «criptonita» de la vida consagrada es el individualismo, mientras las «espinacas» – a lo Popeye – son los buenos amigos. El sketch presentado en el video está lleno de amistad y de compañerismo; de ese sentido de pertenencia y de comunión que nos hace asumir los desafíos con una actitud positiva y disponible, sabiendo que la cruz que cargamos la cargamos juntos y que la misión evangelizadora a la que hemos sido llamados, la asumimos como hermanos. Los consagrados no son super-hombres, necesitan un lugar donde reposar el corazón, compartir las dificultades y recobrar fuerzas. La amistad y la comunidad son hoy en día, desde mi humilde punto de vista, uno de los tesoros más preciosos de la vida consagrada.
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