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10 preguntas sobre el matrimonio. San Josemaría Escrivá El mensaje 10 preguntas sobre el matrimonio Etiquetas: Hijos, Matrimonio, Familia, Noviazgo, Amor,Conversaciones con Mons. Escrivá de …Más
10 preguntas sobre el matrimonio.

San Josemaría Escrivá
El mensaje
10 preguntas sobre el matrimonio

Etiquetas: Hijos, Matrimonio, Familia, Noviazgo, Amor,Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer
San Josemaría responde
a diez preguntas sobre el matrimonio el amor, el noviazgo, la fidelidad, la educación de los hijos, los principales valores para conseguir la unidad familiar, qué pasa cuando no llegan los hijos...

1- ¿Nos podría decir cuáles son los valores más importantes del matrimonio cristiano?

2- Padre, ¿qué le aconseja usted a un matrimonio recién formado, que busca la santidad?

3- Hay actualmente quienes mantienen la teoría de que el amor lo justifica todo, y concluyen de ahí que el noviazgo es como un matrimonio a prueba. No seguir lo que consideran imperativos del amor piensan que es algo inauténtico, retrógrado. ¿Qué piensa usted de esa actitud?

4- ¿Qué consejos daría usted para que, con el pasar de los años, la vida matrimonial siga siendo feliz, sin ceder a la monotonía? Tal vez la cuestión parezca poco importante, pero se reciben muchas cartas interesadas por este tema.

5- También son corrientes las riñas entre marido y mujer, que a veces llegan a comprometer seriamente la paz familiar. ¿Qué consejos daría usted a los matrimonios?

6- Muchos matrimonios se ven desorientados, en relación con el tema del número de hijos, ¿Qué aconsejaría usted a los matrimonios?

7- Hay mujeres que no se atreven a comunicar a sus parientes y amigos la llegada de uno nuevo. Temen las críticas de quienes piensan que es un atraso la familia numerosa ¿Qué nos diría sobre esto?

8- La infecundidad matrimonial —por lo que puede suponer de frustración— es fuente, a veces, de desavenencias e incomprensiones. ¿Cuál es, a su juicio, el sentido que deben dar a su matrimonio los esposos cristianos que no tengan descendencia?

9- Hay matrimonios que por situaciones degradantes e insostenibles se han separado. En esos casos, les resulta difícil aceptar la indisolubilidad del vínculo matrimonial y se lamentan que se les niegue la posibilidad de construir un nuevo hogar. ¿Qué respuesta daría usted ante estas situaciones?

10- Usted hablarde la unidad familiar como de un gran valor, ¿cómo es que el Opus Dei no organiza actividades de formación espiritual donde participen conjuntamente marido y mujer?

Preguntas y respuestas
1. ¿Nos podría decir cuáles son los valores más importantes del matrimonio cristiano?

Hablaré de algo que conozco bien, y que es experiencia sacerdotal mía, ya de muchos años y en muchos países. La mayor parte de los socios del Opus Dei viven en el estado matrimonial y, para ellos, el amor humano y los deberes conyugales son parte de la vocación divina. El Opus Dei ha hecho del matrimonio un camino divino, una vocación, y esto tiene muchas consecuencias para la santificación personal y para el apostolado. Llevo casi cuarenta años predicando el sentido vocacional del matrimonio. ¡Qué ojos llenos de luz he visto más de una vez, cuando —creyendo, ellos y ellas, incompatibles en su vida la entrega a Dios y un amor humano noble y limpio— me oían decir que el matrimonio es un camino divino en la tierra!

El matrimonio está hecho para que los que lo contraen se santifiquen en él, y santifiquen a través de él: para eso los cónyuges tienen una gracia especial, que confiere el sacramento instituido por Jesucristo. Quien es llamado al estado matrimonial, encuentra en ese estado —con la gracia de Dios— todo lo necesario para ser santo, para identificarse cada día más con Jesucristo, y para llevar hacia el Señor a las personas con las que convive.

Por esto pienso siempre con esperanza y con cariño en los hogares cristianos, en todas las familias que han brotado del sacramento del matrimonio, que son testimonios luminosos de ese gran misterio divino —sacramentum magnum! (Eph 5, 32), sacramento grande— de la unión y del amor entre Cristo y su Iglesia. Debemos trabajar para que esas células cristianas de la sociedad nazcan y se desarrollen con afán de santidad, con la conciencia de que el sacramento inicial —el bautismo— ya confiere a todos los cristianos una misión divina, que cada uno debe cumplir en su propio camino.

Los esposos cristianos han de ser conscientes de que están llamados a santificarse santificando, de que están llamados a ser apóstoles, y de que su primer apostolado está en el hogar. Deben comprender la obra sobrenatural que implica la fundación de una familia, la educación de los hijos, la irradiación cristiana en la sociedad. De esta conciencia de la propia misión dependen en gran parte la eficacia y el éxito de su vida: su felicidad.

Pero que no olviden que el secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en el trabajo de todos los días, en el que colabora la familia entera; en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento también de todos los adelantes que nos proporciona la civilización, para hacer la casa agradable, la vida más sencilla, la formación más eficaz.

Digo constantemente, a los que han sido llamados por Dios a formar un hogar, que se quieran siempre, que se quieran con el amor ilusionado que se tuvieron cuando eran novios. Pobre concepto tiene del matrimonio —que es un sacramento, un ideal y una vocación—, el que piensa que el amor se acaba cuando empiezan las penas y los contratiempos, que la vida lleva siempre consigo. Es entonces cuando el cariño se enrecia. Las torrenteras de las penas y de las contrariedades no son capaces de anegar el verdadero amor: une más el sacrificio generosamente compartido. Como dice la Escritura, aquae multae —las muchas dificultades, físicas y morales— non potuerunt extinguere caritatem (Cant 8, 7), no podrán apagar el cariño.
Conversaciones, 91

2. Padre, ¿qué le aconseja usted a un matrimonio recién formado, que busca la santidad?

Primero, que os queráis mucho, según la ley de Dios. Después, que no tengáis miedo a la vida, que améis todos los defectos mutuos que no son ofensa de Dios; y luego, que tú procures no descuidarte, porque no te perteneces. Ya te han dicho, y lo sabes muy bien, que perteneces a tu marido y él a ti. ¡No te lo dejes robar! Es un alma que debe ir contigo al Cielo y, además, que contigo ha de dar calidad chilena - o sea cristiana -, gracia humana también, a los hijos que el Señor os mande. Rezad un poquito juntos. No mucho, pero un poquito todos los días. Cuando te olvides tú, que te lo diga él; y cuando se olvide él, se lo recuerdas tú. No le eches nunca nada en cara, no le vayas con pequeñeces mortificándolo.Chile, julio 1974, en el Colegio Tabancura.

3. Hay actualmente quienes mantienen la teoría de que el amor lo justifica todo, y concluyen de ahí que el noviazgo es como un matrimonio a prueba. No seguir lo que consideran imperativos del amor piensan que es algo inauténtico, retrógrado. ¿Qué piensa usted de esa actitud?

El noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en el conocimiento mutuo. Y, como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza. Por eso quise, hace poco más de un año, regalar a la Universidad de Navarra una imagen de Santa María, Madre del Amor Hermoso: para que los chicos y las chicas, que frecuentan los cursos de aquellas Facultades, aprendieran de Ella la nobleza del amor, también del amor humano.

¿Matrimonio a prueba? ¡Qué poco sabe de amor quien habla así! El amor es una realidad más segura, más real, más humana. Algo que no se puede tratar como un producto comercial, que se experimenta y se acepta luego o se desecha, según el capricho, la comodidad o el interés.

Esa falta de criterio es tan lamentable, que ni siquiera parece preciso condenar a quienes piensan u obran así, porque ellos mismos se condenan a la infecundidad, a la tristeza, a un aislamiento desolador, que padecerán cuando pasen apenas unos años. No puedo dejar de rezar mucho por ellos, amarlos con toda mi alma, y tratar de hacerles comprender que siguen teniendo abierto el camino del regreso a Jesucristo: que podrán ser santos, cristianos íntegros, si se empeñan, porque no les faltará ni el perdón ni la gracia del Señor. Sólo entonces comprenderán bien lo que es el amor: el Amor divino, y también el amor humano noble; y sabrán lo que es la paz, la alegría, la fecundidad. Conversaciones, 105

4. ¿Qué consejos daría usted para que, con el pasar de los años, la vida matrimonial siga siendo feliz, sin ceder a la monotonía? Tal vez la cuestión parezca poco importante, pero se reciben muchas cartas interesadas por este tema.

A mí me parece que es, en efecto, una cuestión importante; y por eso lo son también las posibles soluciones, a pesar de su apariencia modesta.

Para que en el matrimonio se conserve la ilusión de los comienzos, la mujer debe tratar de conquistar a su marido cada día; y lo mismo habría que decir al marido con respecto a su mujer. El amor debe ser recuperado en cada nueva jornada, y el amor se gana con sacrificio, con sonrisas y con picardía también. Si el marido llega a casa cansado de trabajar, y la mujer comienza a hablar sin medida, contándole todo lo que a su juicio va mal, ¿puede sorprender que el marido acabe perdiendo la paciencia? Esas cosas menos agradables se pueden dejar para un momento más oportuno, cuando el marido esté menos cansado, mejor dispuesto.
www.es.josemariaescriva.info/articulo/el-fundador-del…
Otro detalle: el arreglo personal. Si otro sacerdote os dijera lo contrario, pienso que sería un mal consejero. Cuantos más años tenga una persona que ha de vivir en el mundo, más necesario es poner interés en mejorar no sólo la vida interior, sino —precisamente por eso— el cuidado para estar presentable: aunque, naturalmente, siempre en conformidad con la edad y con las …
jahfuentes
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