Quiero llevar siempre conmigo tu santo escapulario como prenda de tu Maternal promesa: “¡No temas hijo mío! ¡No estás en mi regazo? ¡No corres por mi cuenta?” Dame fuerza, Madre Misericordiosa, para vencer en todos los peligros que me llevan a ofender a Dios.
Pido a Tu Corazón Inmaculado me alcance el perdón de Tu Hijo Jesús, y que su divino Corazón reine en mi vida, en mi hogar, en mi Patria y en el mundo entero. Amén.
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