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En memoria de don Álvaro del Portillo, primer Prelado del Opus Dei. El 26 de junio de 1975 falleció en Roma san Josemaría Escrivá. El 15 de septiembre de ese año, fue elegido para sucederle en el …Más
En memoria de don Álvaro del Portillo, primer Prelado del Opus Dei.

El 26 de junio de 1975 falleció en Roma san Josemaría Escrivá. El 15 de septiembre de ese año, fue elegido para sucederle en el gobierno del Opus Dei don Álvaro del Portillo. Había trabajado durante casi cuarenta años junto al Fundador y era en ese momento Secretario General del Opus Dei. Monseñor Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Fue el tercero de ocho hermanos en una familia profundamente cristiana. En 1935 se incorporó al Opus Dei, que había sido fundado hacía siete años; y, gracias a sus excepcionales dotes de inteligencia y disponibilidad, muy pronto se convirtió en la ayuda más firme de san Josemaría . Vivió con fidelidad plena su vocación cristiana, mediante la santificación del trabajo profesional y el cumplimiento de sus deberes, y desarrolló una profunda actividad apostólica, caracterizada por una sincera y leal amistad, entre sus compañeros de estudio y sus colegas de trabajo
Era Doctor Ingeniero de Caminos, y Doctor en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico. EI 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote. Desde ese momento se dedicó enteramente al ministerio pastoral, en servicio de los fieles del Opus Dei y de todas las almas. En 1946 fijó su residencia en Roma, al igual que san Josemaría , y a partir de entonces su servicio a la Iglesia se manifestó también en la dedicación a los encargos que le confirieron los sucesivos pontífices como Consultor de varios Dicasterios de la Curia Romana y, especialmente, en la participación en los trabajos del Concilio Vaticano II.
Desde 1975 estuvo al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en prelatura personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal.
En 1985 —poniendo por obra un deseo de san Josemaría — fundó en Roma el Centro Académico Romano de la Santa Cruz, germen de la actual Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Durante sus diecinueve años al frente del Opus Dei, la actividad apostólica de la Prelatura se extendió a veinte nuevos países. La labor de gobierno de Mons. Álvaro del Portillo se caracterizó por la fidelidad al Fundador y a su mensaje, y por el afán de servir a la Iglesia. Solía afirmar que el fallecimiento del Fundador del Opus Dei había supuesto el fin de la etapa fundacional, pero también el comienzo de la “etapa de la continuidad”. En este sentido, promovió e impulso personalmente numerosas iniciativas apostólicas entre personas de todos los ambientes, especialmente en favor de los más necesitados, al servicio de la sociedad, tanto en el terreno educativo y asistencial, como en el familiar.
Su entrega plenamente sacerdotal al cumplimiento de la misión recibida, siguiendo las enseñanzas de san Josemaría , hundía sus raíces en un hondo sentido de la filiación divina, fruto de la acción del Espíritu Santo, que le llevaba a buscar la identificación con Cristo en un abandono confiado en la Voluntad de Dios, constantemente alimentado por la celebración de la Santa Misa, la oración, el amor a laEucaristía y una tierna devoción a la Virgen.
Su fidelidad a la Iglesia se manifestaba en una profunda comunión con el Papa y los obispos. Su caridad con todos, la solicitud infatigable por sus hijas e hijos en el Opus Dei, la humildad, la prudencia y la fortaleza, la alegría y la sencillez, el olvido de sí y el ardiente afán de ganar almas para Cristo, reflejado también en su lema episcopal —regnare Christum volumus!—, junto con la bondad, la serenidad y el buen humor que irradiaba su persona, son rasgos que componen el retrato de su alma.
En la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, donde había seguido con intensa piedad los pasos terrenos de Jesús, desde Nazaret al Santo Sepulcro, el Señor llamó a Sí a este siervo suyo bueno y fiel. La mañana del día anterior había celebrado su última Misa en la iglesia del Cenáculo en Jerusalén.
EI mismo día 23 de marzo, el Santo Padre Juan Pablo II acudió a rezar ante sus restos mortales, que ahora reposan en la cripta de la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz —viale Bruno Buozzi, 75, Roma—, continuamente acompañados por la oración y el cariño de los fieles delOpus Dei y de millares de personas que acuden a su intercesión.
donalvarodelportillo.wordpress.com