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Los griegos no eran sodomitas. Las vasijas homo-eróticas (7-8)

Los griegos no eran sodomitas. Las vasijas homo-eróticas (7-8)

Javier Olivera Ravasi, el 4.07.17 a las 11:38 AM
9. Las vasijas homo-eróticas (30 entre 80.000 encontradas)

Detalle de un ánfora ateniense pintada (siglo V a. C)

La imagen de dos hombres manteniendo tratos homo-eróticos entre sí es una de las favoritas de los autores que defienden la “civilización homosexual” griega. Indudablemente, hay vasijas procedentes de la antigüedad griega que representan escenas claramente homosexuales. Esto es indiscutible; sin embargo nunca se dice qué porcentaje de las vasijas o de las representaciones artísticas en general, muestran estas actitudes en el mundo antiguo.

Vale tener en cuenta entonces que de docenas de miles de vasijas que se han encontrado (sólo en la provincia de Ática, tenemos ¡más de 80.000!) hasta el momento¡sólo 30poseen contenido claramente homosexual! Estamos hablando de en torno a un 0.03% del total. La pregunta es obligada: si la sodomía era bien aceptada en la Grecia antigua, ¿acaso no deberían haber decenas de miles de representaciones?

Pues no; 3 cada 10.000… De modo que hablar de “el estatus dominante de la pederastia en la vida social ateniense” (!) basándose en esta evidencia fraudulenta sería bastante más atrevido que tachar a nuestra propia cultura de homosexual sólo porque el 5% de los personajes de nuestras series televisivas sean homosexuales. Si estos ínfimos signos son muestra de una “civilización homosexual” (que nunca ha habido tal cosa), entonces la nuestra, con asociaciones pro-pedofilia, pro-zoofilia, matrimonio homosexual (cosa que no existía en Grecia), desfiles del día del “orgullo gay”, etc., cualificaría como una civilización 100% sodomita.

Pero hay más.

De este 0.03% de escenas homosexuales representadas, la mayor parte de tales actos son llevados a cabo por los sátiros, seres degenerados del imaginario colectivo griego, deformes y con medio cuerpo de cabra que, por una pulsión sexual descontrolada y desmedida, llevaban al cabo las mayores abominaciones concebibles por la mente humana (en algunas estatuillas se los ve copulando con cabras, por ejemplo). Otro ligero detalle que se deja de mencionar es que, en la mayoría de escenas que sí representan relaciones sodomíticas, el acto parece producir sorpresa y escándalo en quienes lo presencian.

Afrodita, Eros y Pan-sátiro, Museo arqueológico de Atenas

La mala fama de los sátiros (no por nada el adjetivo “sátiro” tiene un matiz peyorativo en español), viene bien ilustrada en el conjunto escultórico, en el que Pan, su jefe, importuna a Afrodita con su lascivia, espantándolo la diosa a golpes de sandalia. El “ángel” que revolotea alrededor de Afrodita es Eros, inevitablemente asociado a ella.

La verdad que uno se asombra al ver estos ejemplos, de la enorme imaginación que debieron tener algunos para intentar justificar lo injustificable. Este es el caso de Kenneth J. Dover cuyo libro “Homosexualidad griega” (aparecido por primera vez en 1978)[1], presenta como “pruebas” definitivas de la homosexualidad en Grecia unas 25 vasijas con contenido homosexual, de un total de ¡600! El resto (¡575!) son vasijas completamente inofensivas que obligan al autor a recurrir a vericuetos deductivos que permitan sonsacar de manera forzada y hasta cómica, señales de homosexualidad donde simplemente no las hay…

Pongamos un ejemplo del planteo (que podría multiplicarsead infinitum): en una imagen, la mismísima tapa del libro de Dover, aparece una vasija donde puede verse a un joven con un bastón y un aro… todo esto, claro indicio de homosexualidad… Para él un bastón significa “un falo”, el aro, un ano. En un representación, un pene pequeño y un escroto grande significan, según él, que hay pedofilia de por medio (?). Lo más gracioso es el giro que da en su obra, confesando estar forzando algunos textos diciendo que las posturas de las pinturas,

“a menudo están abiertas a interpretaciones divergentes; así, en r841 (una figura) un joven que está en una postura de embarazo e indecisión mientras su acompañante conversa con una mujer puede estar tanto celoso de los requerimientos del otro sexo a su amigo íntimo como deseando haber tomado él mismo la iniciativa, y el hombre de r344 (otra figura) que mira meditabundo a un joven y un niño que conversan puede ser tanto un rival del muchacho en el cortejo del niño como un pariente del niño inquieto por el cariz que estaba tomando la conversación (…). El hombre de r684 (otra figura), que se acaricia pensativamente la barba mientras conversa con un niño, puede ser un profesor al que el niño ha planteado una cuestión difícil”[2].

Nos parece suficiente… La verdad que leyendo su trabajo, resulta un verdadero insulto a la inteligencia que un homosexual como Dover sea considerado ni más ni menos que ¡un “experto en sexualidad de la Grecia antigua”!, y que sea citado por libros medianamente serios. Toda esta jerga imaginativa de relaciones pedófilas resulta incomprensible para el ciudadano normal pero para un militante sodomítico es lo más normal del mundo, de allí que no resulte extraño que tales autores, desesperados por legitimar su opción sexual, intenten adaptar el mundo a su mente. Es aquí donde se aplica el dicho de Chesterton: si el sombrero es muy chico, no hay que agrandar el sombrero, sino achicar la cabeza.

Finalicemos esta parte diciendo simplemente que más de un 99% de las esculturas, vasijas, mosaicos, figurillas, frescos, etc., de la antigua Grecia que representan el amor erótico, lo hacen siempre figurando relaciones entre hombres y mujeres y sólo una ínfima parte, relaciones homosexuales. ¿Dónde entonces la “aceptación pacífica” y hasta la promoción de la sodomía? Es como alguien tomase el infierno de El Bosco que se encuentra en “El jardín de las delicias” y dijese que, porque allí están algunos sodomitas, la homosexualidad era moneda corriente y hasta estaba bien aceptada en el primer renacimiento… Un disparate.

[1] Keneth Dover, Homosexualidad griega, El Cobre, Barcelona 2008, 379 pp.

[2] Ídem, 33.
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