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Francisco: la Iglesia escucha la indignación de los jóvenes ante los escándalos

Francisco: la Iglesia escucha la indignación de los jóvenes ante los escándalos

El Papa en Estonia (Vatican News)

Por Carlos Esteban | 25 septiembre, 2018

En una misa celebrado en Tallin, Estonia, Su Santidad ha dicho que la Iglesia oye la indignación de los jóvenes ante los escándalos sexuales y que quiere crear “una comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, accesible, gozosa e interactiva”.

Los jóvenes, ha dicho el Papa el martes en el curso de una misa en Tallin, Estonia, durante su visita a los países bálticos, se sienten indignados “por los escándalos sexuales y económicos a los que no se responde con una clara condena”, y por “la inadecuación para apreciar realmente las vidas y sensibilidades de los jóvenes”, asignándoles papeles pasivos.

Expresó asimismo su esperanza de que la Iglesia sea “una comunidad transparente, acogedora, transparente, honesta, atractiva, comunicativa, accesible, gozoso a interactiva”.

Es curiosa esa yuxtaposición de una preocupación tan concreta y actual con un vago cliché que puede significar cualquier cosa. También sorprende ese “los jóvenes”, como si el resto de la humanidad que ya ha pasado esa edad dorada asistiera impasible a los escándalos que sacuden la Iglesia.

Tampoco parece demasiado coherente ese énfasis en la ‘transparencia’ y la ‘honestidad’ en quien, al final, tiene la potestad y la responsabilidad de aclarar a fondo toda esta cuestión, quién hizo qué y qué autoridad eclesiástica calló y encubrió.

De hecho, casan mal esas palabras con esas otras que pronunciara en el avión de vuelta de Irlanda, en el sentido de que no pensaba decir una sola palabra sobre el detallado Informe Viganò, en el que se acusaba al propio Francisco y a buena parte de su Curia de conocer las fechorías de McCarrick y no actuar contra el ya defenestrado arzobispo emérito. A esa declaración siguieron repetidas homilías en que parecía comparar su silencio con el de Jesús ante sus acusadores y a los que pedían transparencia de sus obispos con Satanás.

Solo unos días después, rompió su silencio para anunciar que rompería su silencio, que daría “adecuada respuesta” a las acusaciones contenidas en el famoso informe, pero ya han pasado semanas y se diría que se ha olvidado del asunto tan completamente como de la carta conteniendo las Dubia de cuatro cardenales.

De entonces a acá, mientras pronuncia estas palabras y estos buenos deseos, saltan nuevos escándalos a los que responder, algunos de los cuales -los de Argentina cuando era Arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal, o la investigación sobre su amigo y protector cardenal Cormac Murphy-O’Connor que ordenó bloquear- que le afectan más de cerca.

Si es sincero en su deseo de acabar con esta lacra y aportar transparencia en este asunto, pues, nadie lo tiene más fácil que él, que puede dar orden para que se abran todos los archivos con la información correspondiente. Pero tal vez se trate de uno de esos deseos, como el de una Iglesia pobre, para los que no corre demasiada prisa.

En cuanto a la retahíla verdaderamente apabullante de adjetivos que desea para la Iglesia, quizá el más sorprendente y novedoso sea el de “interactiva”, que recuerda a la crítica que hacía el Arzobispo Chaput sobre el Instrumentum laboris del próximo Sínodo de los Jóvenes. En efecto, ese “interactiva” parece sugerir que los jóvenes, más que encontrar una Iglesia Madre y Maestra que les enseñe, van también a dar lecciones a la Esposa de Cristo, depositaria del mensaje perenne de Cristo.