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La alegría superficial contenida en muchas canciones modernas de la Iglesia – por el Maestro Aurelio Porfiri

El libro de los Salmos puede ser leída en varias dimensiones. La exégesis histórica es la más comúnmente aplicada. Con frecuencia obtiene resultados muy aburridos. Hay también una poderosa exégesis simbólica que puede ser llamada alegórica o teológica. La exégesis sólo puede ser aplicada por mentes elevadas, como san Agustín.

En su comentario del Salmo 150, el gran san Agustín dice sobre el Libro de los Salmos:

“No es casual para mí que el Salmo 50 hable de penitencia, el Salmo 100 hable de misericordia y juicio y el 150 hable de la alabanza de Dios en sus santos. En efecto, éste es el orden según el cual nosotros tendemos hacia la vida eterna y bienaventurada: primero, detestamos nuestros pecados, después vivimos en forma justa, de tal modo que, desaprobando la mala vida y practicando la buena vida, merecemos la vida eterna”.

El comentario de san Agustín es muy poderoso, porque nos muestra que el Salmo 150 no puede ser considerado separadamente de los otros salmos. Los 150 salmos constituyen el movimiento de una gran sinfonía: no Podemos alabar (Sal 150) si no hemos sido capaces de derramar antes lágrimas por nuestros pecados.

Es por eso que la alegría expresada en el canto gregoriano es contenido y austero, una alegría con gravitas (con seriedad). No tiene nada que ver con la alegría superficial y tonta que encontramos en tantos cantos modernos de la Iglesia.

Imagen: Augustine, © Lawrence OP, CC BY-NC-ND, #newsTenngmhtvq