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Quién comanda ahora “L’Osservatore Romano”. Y qué cambió

Por Sandro Magister

Estaba escrito que L’Osservatore Romano cambiaría rápidamente su rostro, después del brusco cambio de director que experimentó pocos días antes de Navidad.

Y de hecho ya hay muchas novedades, en los primeros números de este año.

Para comenzar, el diario oficial de la Santa Sede lanzó la que en el 2019 deberá ser en la Iglesia “la palabra del año”, la palabra “fraternidad”, retomada del último mensaje natalicio “urbi et orbi” del papa Francisco, donde en efecto aparece doce veces, tres veces más que la suma de las palabras “Dios” y “Jesús”.

Anticipó el lanzamiento el nuevo director Andrea Monda, con un editorial sobre el primer número del nuevo año, anunciando que finalmente Francisco ha despertado del sueño esa “fraternité” que la revolución francesa había exaltado pero que rápidamente había puesto a la sombra, sólo para beneficio de la “liberté” y de la “égalité” y de sus degeneraciones liberales e igualitaristas.

Y para mostrar que el nuevo L’Osservatore Romano ha llegado en serio, en el número del 16 de enero, el lanzamiento verdadero y propio, con gran pompa, de la “fraternidad” como “nueva frontera del cristianismo”, con doble título grande idéntico en la primera página y después en el interior, aplicado a la carta enviada por Francisco el día de la Epifanía a la Pontificia Academia para la Vida, pero sobre todo con un quilométrico artículo justificador del nombramiento de la fraternidad como palabra del año, como si fuese el otorgamiento de un Nobel.

El autor del artículo es Antonio Maria Baggio, focolar desde hace tiempo, en su juventud estudioso del marxismo con Toni Negri y Luciano Ferrari Bravo entre sus maestros, luego doctor en filosofía en el Angelicum, después director del mensuario Nuova Umanità, posteriormente docente en la Gregoriana y en la universidad Sophia del Movimiento de los Focolares, y por último especialista justamente de la “fraternidad” como “categoría fundadora del pensamiento político”, con una “Red universitaria para el estudio de la fraternidad” fundada en Argentina y hoy extendida en toda América latina.

Quien esperaba que L’Osservatore Romano retornara para dar la línea, es decir, para indicar autoritariamente a la Iglesia la senda que hay que recorrer en fidelidad al actual pontificado, puede entonces considerarse escuchado. Ahora sabe, por el diario del Papa, que la fraternidad es una de estas piedras miliares en la cual se debe alinear una Pontificia Academia, la de la Vida, creada hace veinticinco años por Juan Pablo II con una finalidad totalmente diferente, la defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.

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Pero eso no es todo. En los primeros números del año nuevo han cambiado también otras cosas en “L’Osservatore Romano”.

Ha desaparecido la firma de Lucetta Scaraffia, quien continúa dirigiendo el suplemento mensual “Donne Chiesa Mondo”, pero no figura más como editorialista principal del diario, como ocurría cuando era director Giovanni Maria Vian.
Y por el contrario, aparece junto y arriba a la del nuevo director Andrea Monda, la firma de Andrea Tornielli, en su calidad de nuevo director editorial de todos los medios de comunicación vaticanos y, en consecuencia, también de L’Osservatore Romano.

A cada uno lo suyo. En un análisis del nuevo L’Osservatore Romano publicado el 11 de enero en la revista on line “Formiche”, el ex director de la agencia de la Conferencia Episcopal Italiana, Domenico Delle Foglie, le otorgó a Monda el rol de la “reflexión sapiencial-espiritual” y a Tornielli el de la “línea político-eclesial”.

Inútil decir que entre los dos el peso es muy desigual. Monda, con su pluma fina, abarca en sus editoriales desde Shakespeare a Martin Buber, desde Chesterton a Péguy. Y ha inaugurado el 14 de enero una nueva rúbrica con el título “Cartas del director”, con un breve recuerdo autobiográfico despertado en él por la cita hecha por el Papa dos días antes de un profesor de historia en la universidad Gregoriana, el jesuita Giacomo Martina, a quien él aprecia mucho.

Pero es Tornielli quien tiene el manejo del timón. Ingresado al servicio el 1 de enero como director editorial, el 3 de enero firmó en Vatican News la exégesis autorizada de la carta enviada por Francisco a los obispos de Estados Unidos sobre la cuestión de los abusos sexuales. Y al día siguiente L’Osservatore Romano la volvió a publicar, anticipando que “el nudo central” de la carta del Papa es precisamente el “indicado” por Tornielli.

Sucedió lo mismo el 7 de enero a causa del discurso del Papa al cuerpo diplomático, con un comentario de Tornielli, quien termina justificando y magnificando el pasaje más criticable del discurso, el referido al acuerdo entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos.

Y aconteció de nuevo el 11 de enero con todavía mayor evidencia, con un editorial de Tornielli en primera página, orientado a desactivar la “expectativa mediática excesiva” sobre la cumbre convocada para febrero por el papa Francisco sobre los abusos sexuales, como si estuviese “a mitad de camino entre un concilio y un cónclave” y tuviera que tratar solamente “de normas, leyes, códigos y procedimientos”, que “jamás podrán ser suficientes si no cambian la mentalidad y el corazón de los que están llamados a aplicarlos”.

En general, el diagrama de L’Osservatore Romano ha permanecido hasta ahora el mismo, con las noticias internacionales en las primeras tres páginas y con la cultura en las dos páginas posteriores. Pero son más frecuentes los “focus”, firmados, en áreas específicas de crisis. Y apareció por primera vez, el 11 de enero, también un “focus” de toda una página en un área particularmente crítica, en este caso Venezuela, con ulteriores actualizaciones en los días siguientes, incluida una declaración del nuevo director “ad interim” de la sala de prensa vaticana, Alessandro Gisotti, como justificación de la presencia del encargado de negocios de la nunciatura apostólica de Caracas en la asunción de la presidencia de Maduro, considerada ilegítima por la casi totalidad de los gobiernos, con la consiguiente dura crítica de la condescendencia vaticana por parte de una veintena de ex gobernantes, en gran parte católicos, de América latina.

Un segundo “focus” de toda una página ha sido dedicado, el 17 de enero, al precipitado del “caos Brexit” entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Sin embargo, se debe reconocer que en los primeros días del 2019 aparecieron en L’Osservatore Romano también artículos de indudable relieve, por ejemplo, estos tres:

- el 10 de enero, en primera página, un artículo de Fabrizio Contessa sobre la “histórica” declaración firmada por 500 imanes musulmanes de Pakistán en apoyo de la libertad religiosa y de los derechos de las minorías;

- el 11 de enero, un comentario de rara profundidad de la “Humanae vitae”, de la filósofa alemana Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz, ejemplar al poner a la luz los elementos contra la corriente, “inconvenientes” y “explosivos” de esa encíclica de Pablo VI, pero al mismo tiempo manteniendo firme la enseñanza;

- y también el 11 de enero, la noticia, ignorada por casi todos los medios de comunicación, de un atentado terrorista a una iglesia copta de El Cairo, impedido por un imán musulmán, quien al prender la alarma de una torre de una mezquita cercana permitió desactivar los artefactos y salvar la vida de los cristianos que abarrotaban esa iglesia.

Entre las curiosidades de esta nueva fase de L’Osservatore Romano se pueden señalar además:
- el 14 de enero, una entrevista exclusiva de la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, quien anunció la entrega, como beneficencia a Caritas, de las monedas – más de un millón de euros en un año – arrojadas por los turistas en todas las fuentes de Roma;

- y el 16 de enero un extracto del rico epistolario entre santa Teresa de Calcuta y Giulio Andreotti, publicado en el centenario del nacimiento del estadista, convertido en un signo vivo de las acusaciones más infames – desde asesino a cómplice de la mafia –, pero ferviente hombre de fe y director desde 1993 al 2012 del mensuario católico internacional “Il Sabato”.

Es un hecho, volviendo a la esencia de la cuestión, que el nuevo curso de L’Osservatore Romano parece confirmar el diagnóstico expresado el 9 de enero en “Formiche” por otro especialista de cuestiones vaticanas, Luigi Accattoli: “La dirección en la que el Papa quiere que se mueva es la de tener un responsable único de los medios de comunicación vaticanos, el jefe del dicasterio Paolo Ruffini, y una voz periodística coordinadora, Andrea Tornielli, que debe ser seguida por todos. En consecuencia, las decisiones organizativas e institucionales las toma el jefe del dicasterio, mientras que las decisiones periodísticas las toma Tornielli. Los otros deben poner en práctica estas directivas políticas y periodísticas. Creo que esto se hará sin problemas, porque no existe más la resistencia de los [viejos] directores de ‘L’Osservatore Romano’ y de la sala de prensa. Ahora hay personas disponibles y dispuestas a seguir las indicaciones de los responsables del nuevo organismo”.

Naturalmente con la advertencia de que por encima de todo está la revista de la Compañía de Jesús – “La Civiltà Cattolica”, dirigida por el padre Antonio Spadaro – quien es el más inspirado oráculo del pensamiento y de la voluntad del papa Francisco. Capaz de anticipar incluso hace ocho meses, en un artículo publicado el 19 de mayo de 2018, ese lanzamiento de la “fraternidad” como palabra clave de este pontificado, del cual “L’Osservatore Romano” se ha hecho ahora un dócil repetidor.

Publicado originalmente en italiano el 18 de enero de 2019, en magister.blogautore.espresso.repubblica.it/…/chi-ora-comanda…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino