jamacor
41

Muere a los 91 años el filósofo Robert Spaemann

ESTA MADRUGADA HA MUERTO A LOS 91 AÑOS EL FILÓSOFO CATÓLICO ROBERT SPAEMANN.

Por INFOVATICANA | 11 diciembre, 2018

Nacido en Berlín el 5 de mayo de 1927, Spaemann se formó en Colonia. Estudió en Münster, Múnich, París y en el Friburgo suizo. Es doctor honoris causa por, entre otras, las Universidades de Friburgo (Suiza), Navarra (España) y Pontificia Universidad Católica de Chile. Autor de numerosos libros y artículos, traducidos a varios idiomas. Entre los más destacados traducidos al español se pueden citar: Crítica de las utopías políticas; Lo natural y lo racional; Felicidad y benevolencia; Personas; y Meditaciones de un cristiano (Vol I: Sobre los Salmos 1-51; y Vol. II: Sobre los Salmos 52-150).

Ha sido Profesor de Filosofía en las Universidades de Stuttgart, Heidelberg —en cuya cátedra sucedió a Gadamer— y, finalmente, hasta su jubilación en 1992, en la Ludwig-Maximilians-Universität de München.

Era miembro vitalicio de la Pontificia Academia para la Vida hasta que resultó purgado por el Papa Francisco.

Hace poco más de un año InfoVaticana recogía una entrevista suya. La recordamos ahora:

Robert Spaemann: “Era más fácil ser un fiel cristiano durante el tiempo del nazismo que ahora”

La siguiente es una entrevista que el profesor Robert Spaemann concedió a Maike Hickson, de OnePeterFive, publicada el pasado 30 de septiembre. El profesor Spaemann es un importante filósofo católico alemán y antiguo miembro de la Pontificia Academia para la Vida.

Maike Hickson (MH): El profesor Josef Seifert fue uno de sus estudiantes y escribió su tesis de habilitación bajo su dirección. Esto significa que usted le conoce a él y a su trabajo personalmente. Ambos han levantado sus voces para hacer una crítica educada del documento papal Amoris Laetitia. ¿Cuál ha sido su reacción a la decisión del arzobispo de Granada, España, por haber retirado al profesor Seifert debido a su crítica a Amoris Laetitia?

Robert Spaemann (RS): Primero de todo, el profesor Seifert no fue mi estudiante, sino de Dietrich von Hildebrand. Recibió su licenciatura de habilitación en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Múnich. En lo que respecta al arzobispo de Granada y el hecho de haber retirado a Seifert, me quedé asombrado. No sabía nada sobre la intervención de Seifert. Nuestras reacciones a la decisión del arzobispo fueron totalmente independientes la una de la otra.

MH: ¿Cómo reaccionó usted al reproche del arzobispo Javier Martínez, según el cual el profesor Seifert, con su crítica a Amoris Laetitia, «daña la comunión de la Iglesia, confunde la fe de los fieles y siembra desconfianza en el sucesor de Pedro»?

RS: Como he dicho, me quedé asombrado. El arzobispo escribe que él tiene que asegurarse que los fieles no se confundan porque Seifert está socavando la unidad de la Iglesia.

La unidad de la Iglesia se basa en la verdad. Cuando la Iglesia Católica le confía a un profesor digno de confianza una misión de enseñanza, es porque confía en la enseñanza independiente de un pensador. Mientras su filosofía no esté en contradicción con la enseñanza de la Iglesia, existe una amplio terreno para su enseñanza.

En esto la Edad Media fue un modelo. Existían las más profundas y vivas diferencias de opinión. En esos debates, lo que contaba era la argumentación, no la decisión de una autoridad. A nadie se le habría pasado por la mente pensar si una idea filosófica estaba de acuerdo con la opinión del Papa reinante entonces.

MH: ¿Qué tipo de señales manda un veredicto episcopal como éste en relación a la libertad académica en general, pero también respecto a la libertad de una conciencia bien formada de un católico en particular? ¿Puede un académico católico seguir discutiendo las declaraciones papales de una manera crítica, podría ser posible?

RS: A la luz del veredicto del arzobispo, todo filósofo que trabaje en una institución eclesial tiene que preguntarse a partir de ahora si puede seguir prestando su servicio en ella.

En cualquier caso, la intervención del arzobispo es incompatible con el respeto a la libertad académica.
Lo que Seifert critica es la brecha que se ha creado con la enseñanza continua de la Iglesia y con la enseñanza explícita de los Papas Pablo VI y Juan Pablo II. San Juan Pablo II enfatizó una vez en la Veritatis Splendor, explícitamente, que no hay excepción al rechazo a los divorciados «que se han vuelto a casar» en lo que atañe a los Sacramentos. El Papa Francisco contradice la enseñanza de la Veritatis Splendor de manera muy explícita también.

MH: ¿Está usted de acuerdo con el argumento del profesor Seifert en relación con la declaración en Amoris Laetitia (303) -según la cual Dios, a veces, puede pedir a una persona en una situación matrimonial irregular permanecer por el momento en una situación objetiva de pecado (como es el caso de los divorciados «que se han vuelto a casar», que mantendrían relaciones sexuales para preservar su nueva relación por el bien de sus hijos)- que, según él, podría llevar en líneas generales a una anarquía moral y que, entonces, ninguna ley moral (por ejemplo, contra el aborto y la anticoncepción artificial) podría ser rescatada de las excepciones liberalizadoras?

RS: Estoy totalmente de acuerdo con el argumento del profesor Seifert. Lo que él condena es la teoría filosófica moral del consecuencialismo; es decir, la enseñanza que afirma que lo ético de una acción se basa en la totalidad de las consecuencias actuales y anticipadas y que, por lo tanto, no hay actos que sean siempre malos. Josef Seifert también pone algunos ejemplos: el aborto, la anticoncepción, etc., e incluye el adulterio.

Por cierto, tengo que mencionar un error en el ensayo de Seifert: él habla sobre actos que son, independientemente del contexto, siempre buenos. Santo Tomás ya contradijo este punto de vista. Todo el mundo puede nombrar actos que son siempre malos, pero ninguno que sea siempre bueno. En este contexto, vale la pena citar las siguientes palabras de Boecio a las que Tomás hace referencia a menudo: «Bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu». («Una acción es buena cuando es buena en todos los sentidos; es mala cuando es mala en alguno»).

MH: En abril de 2016, usted predijo que Amoris Laetitia dividiría a la Iglesia. ¿Cómo ve usted la situación de la Iglesia ahora, un año más tarde, y después de que distintas conferencias episcopales hayan publicado sus propias directrices pastorales relacionadas con Amoris Laetitia?

RS: La división dentro de la Iglesia causada por Amoris Laetitia ya ha tenido lugar. Las distintas conferencias episcopales han publicado directrices que contrastan entre ellas. Y los pobres sacerdotes están solos.

MH: Usted y el profesor Seifert han sido miembros durante muchos años de la Pontificia Academia para la Vida, en Roma. Ahora ambos han sido expulsados de ella. ¿Sabe usted por qué han sido expulsados, de esta manera tan inusual, de este importante organismo?

RS: Según los estatutos, yo dejé de pertenecer a la Pontificia Academia para la Vida cuando cumplí 80 años. Sin embargo, Seifert ha sido destituido de su cargo contrariamente a lo que dictan los estatutos. ¿Por qué? La respuesta es muy simple. Seifert crítica también la teoría del consecuencialismo, que el propio Papa enseña. Y en Roma ya no se toleran puntos de vista opuestos. No se necesita a un experto en el Vaticano para ver que el Cardenal Gerhard Müller, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tuvo que dejar su cargo en un corto periodo de tiempo.

MH: En el contexto de las nuevas enseñanzas que llegan de Roma y, sobre todo, en el contexto del Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia, ¿está usted de acuerdo, como filósofo, con el argumento antropológico y sociológico según el cual los nuevos cambios sociales implican un cambio de las leyes morales? En el contexto de las ideas científicas modernas, la gente a menudo reclama, hoy en día, por ejemplo, que en los tiempos bíblicos no se sabía que la homosexualidad es una inclinación biológica y que, por lo tanto, la enseñanza moral tiene que adaptarse y liberalizarse en consecuencia. ¿Está usted de acuerdo con este argumento «científico»?

RS: No. Los principios de la ley moral son siempre y en todas partes los mismos. Puede cambiar la aplicación. Cuando existe una ley del estado según la cual la gente anciana o con una enfermedad seria puede ser asesinada, se aplica siempre y en todas partes. La cuestión sobre cómo se lleva a cabo este asesinato depende de las costumbres de una época concreta pero, mientras el hombre siga siendo hombre, no influye sobre la ley moral.

Si existe un punto de vista dominante, y este punto de vista dominante contradice la ley moral, la esencia del hombre, entonces toda la sociedad está en un estado lamentable. Los cristianos de los primeros tiempos no se adaptaron al punto de vista moral dominante. Sus vecinos les admiraban por esto. Cuando se hablaba de los cristianos, la gente les alababa por no matar a sus hijos.

La frase de San Pedro: «Hay que obedecer a Dios más que a los hombres», sigue siendo válida. Una Iglesia que toma el camino de la adaptación no será capaz de llevar a cabo su misión. El Superior General de los Jesuitas ahora dice que hay que reinterpretar las palabras de Jesús según nuestro tiempo.
Sobre todo en lo que concierne al matrimonio, este tipo de «contextualización de las palabras de Jesús» ya no corresponde a la severidad de Jesús porque los discípulos consideraban que el Mandamiento que prohíbe el adulterio es muy estricto: «¿Quién, entonces, deseará casarse?».

MH: ¿Cuál es, entonces, la verdad en el contexto del actual debate sobre la ley moral?

RS: La pregunta: «¿Qué es la verdad?», es la respuesta de Pilato a la frase de Jesús: «Yo para esto he nacido y por esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad». «Yo soy la Verdad».

MH: ¿Qué doctrina de la Iglesia es la que se ignora más en la actualidad?

RS: Probablemente la prohibición del adulterio.

MH: ¿Qué les diría usted a los sacerdotes que se tienen que enfrentar a la petición de dar la Santa Comunión a los divorciados «que se han vuelto a casar», algo que no pueden hacer por conciencia? ¿Qué pasa si les suspenden de su oficio por ofrecer resistencia?

RS: Me gustaría dar la respuesta con las palabras del obispo auxiliar, Mons. Athanasius Schneider:
«Cuando los sacerdotes y los laicos permanecen fieles a la enseñanza y la praxis inmutable y perenne de toda la Iglesia, están en comunión con todos los Papas, con los obispos ortodoxos y los Santos de dos mil años, están en comunión especial con San Juan Bautista, Santo Tomás Moro, San Juan Fisher y los innumerables esposos abandonados que han permanecido fieles a sus votos matrimoniales, aceptando una vida de continencia para no ofender a Dios. La voz constante en este mismo sentido y significado (eodem sensu eademque sententia [Vaticanum I]) y la correspondiente práctica de dos mil años son más poderosos y seguros que la voz y práctica discordante de admitir a adúlteros no arrepentidos a la Santa Comunión, incluso si esta práctica está promovida por un único Papa o por los obispos diocesanos. […] Significa que toda la tradición católica juzga de manera segura y con certeza y es contraria a una práctica fabricada y de breve duración que, en un determinado momento, contradice todo el Magisterio de todos los tiempos. Aquellos sacerdotes que sean obligados por sus superiores a dar la Santa Comunión a adúlteros públicos y no arrepentidos, o a pecadores notorios y públicos, deben responder con santa convicción: ’Nuestro comportamiento es el comportamiento de todo el mundo católico a lo largo de dos mil años’».

Recientemente he recibido la visita de un sacerdote africano que me ha hecho, con lágrimas en los ojos, la misma pregunta. El Mandamiento: «Debes obedecer a Dios antes que a los hombres», se aplica a la enseñanza de la Iglesia. Si el sacerdote está convencido que no debe dar la Santa Comunión a «los divorciados que se han vuelto a casar», entonces tiene que seguir la palabra de Jesús y los dos mil años de enseñanza de la Iglesia. Si es suspendido por esto, se ha convertido en «testimonio de la Verdad».

MH: ¿Qué aconsejaría usted, con toda su sabiduría y experiencia de vida, y también como persona que ha crecido bajo el nazismo, a los católicos en esta difícil situación actual? ¿Cuál sería, por decirlo de algún modo, su testamento para toda la gente del mundo que escucha su voz con seriedad y anhelo?

RS: Era más fácil ser un fiel cristiano durante el tiempo del nazismo que ahora.

infovaticana.com/…/muere-a-los-91-…