La música es esencial para la liturgia y, por lo tanto, debe ser tratada con especial atención.
Las antiguas civilizaciones, especialmente los griegos, comprendió el poder de la música, y la neurociencia moderna lo confirma: la música tiene un impacto profundo en nuestro estado de ánimo y en la forma que vemos las cosas.
Pero lo que puede ser un poderoso medio de oración y evangelización puede convertirse en un arma terrible.
Desafortunadamente, demasiado a menudo nuestra música litúrgica actual es ejecutada para agradar al mundo, no al espíritu.
La decadencia de la música litúrgica es una tragedia de nuestro tiempo, no solo para la Iglesia Católica, sino para la cultura en su totalidad.
Si la música de la Iglesia agrada al mundo y no nos eleva por encima de lo que es mundano, es que ha fallado en su propósito.
O gobernamos al mundo o el mundo nos gobierna.
La música litúrgica es un arma ponderosa, contra el mundo o contra la Iglesia. Aurelio Porfiri es compositor, director, educador y …Más