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El pensamiento erróneo del mundo. El pensamiento del mundo, suele desarrollar ideas erróneas sobre muchas cosas… sobre todo; cuando se trata de cosas sobre las enseñanzas de la Iglesia, como por …Más
El pensamiento erróneo del mundo.

El pensamiento del mundo, suele desarrollar ideas erróneas sobre muchas cosas… sobre todo; cuando se trata de cosas sobre las enseñanzas de la Iglesia, como por ejemplo: el pecado original, al que muchos interpretan como una desobediencia a no tener sexo entre Adán y Eva, poniendo así elementos concretos sobre algo que es simbólico, que es solamente una forma de describir la actitud de rebeldía de los seres humanos con respecto a la Palabra de Dios.
Una actitud francamente adolescente de las personas para con todo lo establecido y es norma que ha traído desde los comienzos de la humanidad en el mundo grandes, serios y graves problemas que han hecho que la vida deonedrive.live.com las personas no sea una vida que se viva más allá de lo meramente natural… por encima de lo natural… lo sobre natural.
Así es como el hombre sobre la tierra ha construido su propio infierno… ha decidido por sí solo tener una vida ínfera… inferior. Una libertad que le es propia y que ni siquiera Dios, su creador le quitará jamás.
La desobediencia es innata en el ser humano. Basta ver en la calle un cartel que diga: «Prohibido arrojar basura» con un montón de basura amontonada debajo de él.

Innato, a (Del latín innatus, que ya estaba al nacer.)

Es un adjetivo que describe: Que no ha sido aprendido o adquirido después del nacimiento, sino que ha nacido con el ser. «Tiene una elegancia innata; sus dotes para la música son innatas».
Y justamente es innato en nosotros a consecuencia del pecado original.
Otro error del mundo es la interpretación de la palabra profeta o profecía, ya que interpreta esto como una videncia del futuro o como una persona que predice el futuro y eso no es así. Profeta es aquél que transmite la Palabra de Dios. Es el que la anuncia… el que lleva la buena noticia de Dios a los hombres… a sus hermanos…
Es aquél que anuncia al Verbo Encarnado. El que anuncia a Jesús y lo da a conocer.
Por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes.
El aceite, junto con el agua y la luz, es uno de los tres símbolos del bautismo.
El ministro, después de ungir con oleo al recién bautizado, le proclama “sacerdote, profeta y rey”.
¿Qué puede significar esto?
El sacerdocio que recibimos con el bautismo no es el ministerial, sino uno previo y más importante: el sacerdocio que nos hace partícipes del único sacerdocio de Cristo.
Todo cristiano es sacerdote, o sea, está llamado a hacer de su vida una continua alabanza al Padre.
Sacerdote es el que bendice (el cristiano siempre habla bien de Dios y de los hermanos), el que alaba al Señor, el que ora e intercede por los demás.
El cristiano es además profeta, o sea, alguien llamado a proclamar las maravillas de Dios, a dar testimonio público de Jesucristo, a ser promotor de paz y de verdad, a denunciar la injusticia y la mentira, a oponerse a todo lo que daña a sus hermanos.
Porque el profeta no es el que adivina el futuro, sino el que habiéndose encontrado con la Palabra de Dios, la anuncia, la ama la hace suya, la hace carne en él y así puede leer en los acontecimientos y a la luz del Evangelio las claves de la historia pasada, la presente y por lo tanto percibe también lo que vendrá, lo que será la historia futura.
Y el cristiano es rey: los reyes no están sometidos a nadie, son libres. El cristiano se pertenece a sí mismo en la vida. Eso le permite elegir su propio destino, aunque su predestinación sea el cielo… y si trabaja para eso, tanto mejor.
La salvación de Cristo ha arrancado de la vida del cristiano la raíz de toda esclavitud, que es sin dudas el pecado, y únicamente así es libre para hacer el bien. Si dejara de hacer el bien caería en el mal… dejaría el lugar para que crezca el mal… y comenzaría a ser su esclavo, porque la libertad se realiza sólo en el bien.
El mal NO nos hace libres, sino esclavos.
Pero ¿Cómo proclamar la Palabra de Dios si no la conocemos?… ¿Cómo amarla?
Si no conocemos y no amamos la Palabra de Dios, andamos enfermos. De todas las cosas que habitualmente ocurren en la vida a los seres humanos le surgirán problemas y es posible que lo ensombrezca una angustia nueva… no sabrá qué le está pasando porque no tendrá un diagnóstico acertado.
No encontrará respuestas dentro de sí, hasta que se dé cuenta de buscarlas afuera.
Y necesitará que alguien le hable… le dé un consejo… que lo oriente y le diga qué hacer… como quien va al médico ante un malestar… a un psicólogo para que lo ayude a resolver algún dilema…
Pero he aquí algo muy importante: Aunque el médico le recete medicamentos y le diga qué hacer ante su problema de salud o preocupación, si el paciente no es obediente y hace todo lo que la palabra autorizada del médico, del psicólogo le dice, todo seguirá igual que antes y no habrá cambios.
Con lo que conocer y amar la Palabra de Dios no basta entonces. Debe ponérsela en práctica. Debe procederse de acuerdo a la prescripción y tomar los remedios… seguir el tratamiento que nos indica esa Palabra… la Palabra que transmitimos a los demás debe buscar un beneficio para Dios… porque si no, todo será infructuoso… no habrá frutos buenos y por el contrario, como el obrero haragán que escondió su denario para devolvérselo al amo cuando regresara, alegando que sintió temor… y que se quedó sin ese don de conocer e incluso amar la Palabra de Dios, aunque lo conservara, le será inútil… estará desperdiciado… es lo mismo que si nunca lo hubiera tenido o que lo perdiera… le será quitado para dárselo al que recibió diez; dice la escritura.
¿Seguiremos arrojando basura aunque las palabras del cartel adviertan: «Prohibido arrojar basura - Fuertes multas»?
Lo que en definitiva significa que ni siquiera somos coherentes con nuestra propia palabra… ya que quienes escribieron y pusieron el cartel, lo hicieron por orden y cuenta nuestra… ¡fuimos nosotros!, la sociedad organizada políticamente… la que desea vivir en paz, en orden y en la limpieza… y que los lugares públicos sean realmente habitables… transitables… quienes pusimos esa responsabilidad en las autoridades que gobiernan.
Y aquí la reflexión cae ineludiblemente en el tema de las ideologías. Esas ideologías que dictan nuestros actos y hasta nuestros pensamientos a los que nos someten como si fuéramos parte de una colmena sin derecho a disentir y con una tarea fija que nos somete.
Y que cualquier otro que piense o actúe distinto es; o un oligarca, o un carnero, o un vende patria, un cipayo* o el peor enemigo…
Aunque convendría recordar el significado de "cipayo":
*cipayo
Es un adjetivo de género masculino que se le daba a un soldado indio que en los siglos XVII y XIX servía en los ejércitos de Inglaterra, Francia o Portugal, con lo que mucho no se entiende llamar de la misma manera a algún vecino del barrio o cualquier otro compatriota con quien compartimos nuestra condición de contribuyente.
Y quizás allí radique la incomprensible conducta de quienes tiran basura en los lugares donde está estrictamente prohibido e incluso penado con fuertes multas o rompen costosos espacios públicos… ¡que incluso son históricos!… para manifestar su protesta o desacuerdo, como ha ocurrido con la Plaza de los Congresos no hace mucho.
Quizás el color político del partido gobernante sea contrario al que esa persona votó… y por eso en una estúpida represalia contra el triunfo de una fuerza política que no pertenece a la ideología que profesa y que es contraria a la suya; rompe todo.
En el caso de la protesta a la que aludo, supuestamente fue para que no se perjudicara al pueblo… pero; muchachos: si esa era la intención, salió todo mal…
Al pueblo esa travesura de los muchachos con ideología le saldrá más de dos cientos millones de pesos, sin contar con que el mármol de Carrara de los escalones que ustedes rompieron a mazazos para hacer cascotes para tirárselos a las fuerzas de seguridad, ya no podrán reponerse nunca más, con lo que además terminaron con un patrimonio histórico, ¡que era de ustedes también!… con lo que me parece que muy inteligentes no son… ya que se «dejaron llevar de las narices», como alguien dijo alguna vez: –Como idiotas útiles.–
¿No será hora ya de recuperar la libertad y comenzar a pensar un poco mejor las cosas?
Todos necesitamos de todos… o si no; ¿Quién corta el cabello al peluquero?… o: ¿Quién enterrará al enterrador cuando éste muera?… pero si seguimos siendo todos enemigos por pensar distinto, aunque nos parezca todo lo contrario, estaremos solos y a merced de nuestros verdaderos enemigos, quienes se acercan a nosotros con piel de cordero, pero que en realidad, son verdaderos lobos.
¿O no son una jauría esos supuestos mapuches que roban, incendian y matan en el sur de nuestro país?… ¡Nuestro país!… ¡No el de ellos!… y así y todo hay quienes justifican que quieran apoderarse de parte de nuestro territorio nacional diciendo que tienen razón por un derecho ancestral…
Y han atacado a personas que estaban haciendo patria, como se dice, en lugares remotos de nuestra República Argentina, quemándoles producciones y maquinarias… saqueándolo todo y hasta asesinando… «En legítima defensa»… según ellos…
Unos verdaderos tarados que están siendo manipulados por unos tipos sin escrúpulos de ninguna clase y que sacarán grandes ganancias de toda esa revuelta, ya que como dicen: a río revuelto…
Todas aquellas personas que daban la vida por sus dirigentes sindicales e iban a marchas para hacerles el juego y dándoles el poder de las masas… ¿No se sentirán como una manga de tarados cuando descubren que esos sindicalistas tienen estancias, zoológicos privados, aviones particulares, colecciones de autos de altísima gama y millones de dólares en efectivo en valijas y bolsos, negocios y propiedades?
¿No se sienten usados?… porque esa es la palabra: usados… los han usado…
Claro que no se puede hablar de estas cosas despegado de la condición humana…
¿Y cuál es esa condición humana?
R: La de una naturaleza caída por el pecado… ni más ni menos. Lo crea usted o no, que corrompe todo, incluyendo, por supuesto, la inteligencia y voluntad del hombre.…