Monseñor Viganò bendice las plazas de la Resistencia. L’Italia Mensile

19 Settembre 2022 Pubblicato da Lascia il tuo commento

viganò

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, me parece oportuno poner en su conocimiento este artículo y este vídeo publicados por L’talia Mensile, a quien agradecemos la cortesía. Que disfruten de la lectura y de la buena visión.

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A continuación, ofrecemos el discurso integro de monseñor Carlo Maria Viganò para la manifestación del 10 de setiembre en Roma:

MUY QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS, hoy la ciudad de Roma les recibe para que expresen su protesta contra la crisis económica y energética, luego de dos años de emergencia pandémica. Muchos de vosotros ya salisteis a las plazas, con manifestaciones similares, en la época de los confinamientos y toques de queda, con los que dos gobiernos esclavos del régimen globalista iniciaron una verdadera persecución contra sus propios ciudadanos, exactamente igual que ocurrió en todos los demás Estados, siguiendo un único guión bajo una única dirección.

Entre ustedes hay empresarios, titulares del IVA, comerciantes, restauradores, artesanos, agricultores, pescadores, estudiantes, familias. Todos ustedes están indiscriminadamente atrapados en una crisis que ninguno de ustedes quería, que no era en absoluto inevitable, pero de la que todos ustedes están pagando las consecuencias. Pienso con gran aprehensión en la angustia con la afrontan su vida cotidiana, en la dificultad de hacer frente a los gastos y a las facturas que han aumentado desproporcionadamente, en la perspectiva de tener que suspender la producción o cerrar sus empresas, dejando a sus empleados en casa, con sus familias, sus hijos, sus esperanzas y sus proyectos. Muchos de ustedes, a diferencia de las grandes multinacionales, no consideran a quienes trabajan en su empresa como empleados, sino casi como miembros de la familia. Imagino el corazón desgarrado de ustedes al tener que decirle a un padre de familia honesto y profesional: “Lo lamento, no puedo seguir pagándote el sueldo”.

Cada uno de ustedes se siente abrumado por acontecimientos de los que no es consciente, incrédulo ante la aparente ineptitud de los gobernantes para afrontar estas “crisis”, para remediar estas “emergencias”. “¿Cómo es posible”, nos preguntamos, “que después de dos años de paros forzosos completamente inútiles para contener la llamada pandemia, el Gobierno no se dé cuenta de que la economía y todo el tejido social de la nación no están en condiciones de soportar nuevas y devastadoras crisis energéticas? ¿En qué planeta viven estas personas, para quienes la realidad cotidiana con la que cada uno de nosotros lucha viene después del envío de armas a Ucrania y a la obediencia a los dictados de Davos? ¿Con qué insensibilidad pueden estos políticos, estos ministros, estos economistas asistir a la destrucción de Italia, pensando en el ius scholæ o en la igualdad de género, mientras las familias no tienen los medios para vivir, para pagar sus facturas y para alimentar a sus hijos? ¿Cómo pueden seguir elogiando los fracasos de la moneda única como si fueran éxitos, mientras la inflación es galopante en la propia Europa?”.

Hemos sido engañados. Y este engaño comenzó cuando se nos hizo creer que la privatización de las empresas estatales y de los servicios públicos conduciría a una mayor eficiencia y racionalización del gasto. Desde principios de los años 90 se decidió vender el país para enriquecer a los potentados financieros internacionales y empobrecer a los italianos. En aquella época, Italia era la cuarta potencia mundial y se consideraba a la lira una de las monedas más sólidas y fiables. Este engaño -que fue denunciado por el entonces presidente Cossiga y el primer ministro Craxi- marcó el inicio de un plan subversivo cuyo alcance ahora comprendemos, cuyos responsables y efectos vemos ahora. Desde entonces, la clase política aniquilada por la Tangentopoli -de la que emblemáticamente sólo se salvó el Partido Comunista- ha sido sustituida por partidos sin ideales, atentos sólo a conformar aparentemente sus programas a las urnas y a confirmar concretamente sus acciones en el terreno económico y fiscal a las órdenes de poderes supranacionales que nadie ha elegido.

Hemos sido engañados cuando nos prometieron prosperidad y paz en la Unión Europea, mientras se socavaban los cimientos de la soberanía nacional y monetaria; cuando pretendieron que adelantáramos dinero que luego nos devolverían a raudales, en forma de financiación comunitaria por la que tuvimos que pagar intereses, y condicionar la erogación a reformas, recortes del gasto público y cambios sociales forzados: igualdad de género, ideología LGBTQ, la teoría de género, la eutanasia y todos los demás horrores impuestos bajo chantaje por la Unión Europea. El ejemplo de Grecia -acosada por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI- fue sólo una anticipación de un plan subversivo más amplio que pronto se aplicaría también en Italia, como podemos constatar hoy.

Hemos sido engañados cuando nos hicieron creer que la pandemia diseñada por la OMS y otros organismos financiados por la industria farmacéutica exterminaría a la población, mientras que ahora descubrimos que la mayoría de las muertes atribuidas al Covid fueron provocadas en realidad por las terapias erróneas y los efectos adversos de un suero experimental que modifica irreversiblemente nuestro sistema inmunitario, lo que también provoca daños permanentes en niños y jóvenes, e incluso la muerte. Hemos sido discriminados, enviados al ostracismo, criminalizados, privados de trabajo y salario, tratados como apestados en el silencio del poder judicial y con la complicidad abyecta de los principales medios de comunicación. Nuestras iglesias fueron cerradas a la adoración; museos y gimnasios cerrados; cerrados los restaurantes y negocios; los estudiantes y los empleados fueron sometidos psicológicamente, obligados a usar una mascarilla totalmente ineficaz y dañina; los médicos y el personal hospitalario han sido chantajeados y todavía miles de ellos hoy, que como ustedes tienen familia e hijos, están todavía sin salario, mientras que el ministro de Salud hace contratar médicos y paramédicos extranjeros no vacunados.

Hemos sido engañados cuando nos dijeron que las sanciones fueron la respuesta necesaria a la invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia, mientras que es evidente lo contrario, a saber, que para obtener una crisis económica que barriera la pequeña y media empresa habría sido necesario estrangularlas con los aumentos de energía; aumentos que se deben a una operación especulativa escandalosa por parte del ENI, que continúa comprando gas a los precios previstos por los contratos de varios años estipulados con los productores. Y para tener esta emergencia energética, prevista por los escenarios del Gran Reinicio, era necesario provocar la reacción de Moscú a una ampliación de la OTAN hacia el este y la limpieza étnica hecha por Zelensky, el títere de Soros y Schwab en Kiev.

Les piden sacrificios causados por los efectos de decisiones que ustedes nunca ratificaron, tomadas por un gobierno no elegido. Y mientras recibimos nuestras facturas de gas o de electricidad incrementadas en un 500%; mientras les piden que devuelvan parte de las míseras “devoluciones” que te han pagado luego de los desafortunados confinamientos de los dos últimos años y anuncian el desbloqueo de las facturas de impuestos suspendidas por la emergencia de la pandemia; mientras dejan sin sueldo a miles de médicos y enfermeras porque no aceptan hacer de conejillos de indias, financian la guerra de Zelensky con miles de millones de euros, envían armas y pagan los sueldos de los profesores ucranianos, y acogen a miles de inmigrantes ilegales alojándolos a costa del erario, para regocijo de cooperativas y ONGs. ¿Cómo se entiende todo esto?

En primer lugar, entendemos el plan subversivo de una mafia internacional que ha infiltrado todos los gobiernos occidentales, e incluso se jacta de ello: casi todos sus primeros ministros y gobernantes son alumnos del Foro Económico Mundial, y demuestran que obedecen a un poder ilegítimo que persigue sus propios objetivos criminales, traicionando su juramento de servir a la Nación y perseguir el bien de sus ciudadanos.

En segundo lugar, entendemos el abismo que separa a la clase política actual de los italianos: un abismo que va mucho más allá de demostrar que no tienen ni idea de vuestros problemas, de las dificultades cotidianas con las que lucháis, de las verdaderas prioridades de cualquier familia, de cualquier empresario, de cualquier comerciante.

Este abismo entre los gobernantes y el gobernado es aún mayor en las cuestiones morales, en la conciencia de la propia identidad, en la visión del futuro. A ustedes no les interesa nada de la igualdad de género, ni la teoría de género; ustedes no quieren seudo matrimonios homosexuales ni adopciones con la maternidad sustituta; a ustedes no les importa la transición digital o el punto de inflexión verde. Ustedes no consideran fundamentales ni el jus scholæ ni el jus soli.

Ustedes piden serenidad. Piden que los dejen en paz, libres para trabajar honestamente, para formar una familia, para poder criar y educar a tus hijos según los sanos principios de la moral cristiana, sin que sean adoctrinados y corrompidos desde pequeños. Ustedes piden al Estado que les permita ahorrar dinero para transmitir a tus hijos una herencia, una casa propia, un negocio iniciado. Le piden al Estado, que los exprime con deducciones, impuestos y tasas, que les garantice seguridad en las calles, una sanidad eficiente, servicios modernos e infraestructuras confiables. Ustedes no están pidiendo la luna: sólo están pidiendo lo que cualquier ciudadano, cualquier trabajador y cualquier padre de familia tiene derecho. Y eso es lo que exigen la doctrina social de la Iglesia y la ley natural.

Queridos hermanos y hermanas, hoy, si sólo somos intelectualmente honestos, no podemos no comprender que mucho de lo que hemos perdido es porque hemos permitido que nos lo quiten sin protestar, sin oponernos, sin expresar una disidencia civil. Nuestra sociedad no sólo está al borde del abismo económico: está al borde del precipicio moral, y ese es el verdadero motivo de esta crisis. Los gobernantes corruptos, sin moral ni ideales, se mueven por intereses personales, por el ansia de poder y de dinero. Los ciudadanos sin moral y sin ideales dejan que se imponga la destrucción de la familia, de la educación, de la sociedad y del trabajo con tal de que les dejen Netflix y los partidos de fútbol. Los padres sin moral y sin ideales crían a sus hijos sin esperanzas, sin juicio crítico, sin la capacidad de pensar autónomamente.

Es por eso que esta crisis es moral. Porque quizás hemos sido católicos en Navidad y en Pascua, pero ya no damos testimonio de la Fe, ya no somos públicamente coherentes con el Bautismo, ya no queremos que Cristo reine no sólo sobre nosotros, sino también sobre la Nación, de la que sin embargo Cristo es el único y verdadero Rey. Nos hemos dejado despojar de todo, sin darnos cuenta de que cada vez que hemos callado ante los abusos, hemos autorizado al Estado a dar un paso más: el divorcio, el aborto, la eutanasia, la experimentación masiva, el adoctrinamiento masivo, la inmoralidad, la perversión, la pornografía y la prostitución, la sustitución étnica.

Era inevitable que después de habernos quitado todo lo que habíamos considerado erróneamente insignificante, hoy nos encontremos privados de lo necesario. Y precisamente porque la matriz de este Gran Reinicio es intrínsecamente anticristiana e infernal, no puede no ser también antihumana. Si no lo hubiéramos dejado pasar, si hubiéramos ejercido nuestro derecho frente a quienes nos gobiernan y nos representan en el Parlamento, si no nos hubiéramos prestado con demasiada frecuencia a nuevos impuestos, a confinamientos, a protocolos y a reiterados abusos de autoridad, toda esta farsa ni siquiera habría comenzado.

Concluyo con una exhortación. En esta protesta unánime y coral, vuestras legítimas demandas de justicia social y protección de los intereses de la Nación por parte de nuestros gobernantes no deben perder de vista la verdadera amenaza que se cierne, que es una amenaza moral, una amenaza para vuestras almas. Las crisis, las emergencias, las falsas alarmas climáticas y todos los pretextos que se inventan para imponer por la fuerza lo que nunca hubiéramos aceptado en condiciones normales, tienen como objetivo último la destrucción de la Civilización cristiana, la eliminación de nuestra identidad y de nuestra historia, la eliminación de cualquier voz disidente respecto al pensamiento único.

Por eso, aunque ustedes entiendan que los aumentos desproporcionados de las facturas repercuten sobre ustedes con el único fin de obligarlos a cerrar vuestro negocio y acabar trabajando en un locutorio o como jinete, deben pensar también en sus familias y en sus hijos, cuyo futuro y esperanzas dependen de ustedes.

Resistan. Resistite fortes in fide, como dice San Pedro en su epístola. Guarden celosamente su fe, su identidad, sus tradiciones, su amor a la Patria, su deseo de honestidad y de rectitud, su esperanza de un futuro mejor para sus hijos. Y para que no haya dudas sobre lo que anima vuestra protesta, pongámonos bajo el manto de la Virgen, que es nuestra Madre, Auxilio de los cristianos y nuestra Reina. Que el Señor los bendiga a todos.

Carlo Maria Viganò, arzobispo

10 de setiembre de 2022

Publicado originalmente en italiano el 14 de setiembre de 2022, en https:// https://www.marcotosatti.com/2022/09/14/litalia-mensile-mons-vigano-benedice-le-piazze-della-resistenza/

Traduccion al español por: José Arturo Quarracino

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