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IGLESIA
Sacado del n. 04 - 2003

Entrevista al cardenal Ratzinger

El catecismo en un mundo postcristiano


El prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe explica por qué está trabajando en una síntesis breve, sencilla y clara del Catecismo de la Iglesia católica: «Para dialogar bien hace falta saber de qué tenemos que hablar. Hay que conocer la sustancia de nuestra fe. Por eso hoy más que nunca es necesario un Catecismo»


por Gianni Cardinale


Joseph Ratzinger

Joseph Ratzinger

El 7 de marzo la Oficina de prensa de la Santa Sede dio a conocer una carta con la que Juan Pablo II le pide al cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, que presida una Comisión especial encargada de preparar un Compendio del Catecismo de la Iglesia católica. En la práctica, la Comisión, coadyuvada por un ágil Comité de redacción, deberá escribir una síntesis esencial y completa del voluminoso Catecismo de la Iglesia católica publicado en 1992 y del que se han vendido en el mundo unos ocho millones de ejemplares.
Para saber algo más 30Días le ha solicitado una entrevista al cardenal Ratzinger, que nos ha recibido con su habitual amabilidad en sus oficinas del palacio del ex Santo Oficio.

Eminencia, ¿por qué un Compendio del Catecismo? ¿Era demasiado voluminoso el texto publicado en 1992?
JOSEPH RATZINGER: El deseo de un Catecismo breve surgió inmediatamente después de la publicación del grande. La edición de 1992 es un punto de referencia importante para saber qué enseña la Iglesia, y por eso es útil también para los no católicos. Por otra parte, sin embargo, resulta demasiado voluminoso sobre todo para el simple uso catequístico. De ahí la necesidad de una síntesis –con una forma breve, sencilla y clara– de lo que es esencial y fundamental de la fe y de la moral católica. En estos años se han publicado varios intentos en este sentido. Ninguno, creo yo, ha logrado realmente el objetivo. Por fin, en el Congreso internacional celebrado en el Vaticano el pasado mes de octubre para celebrar los diez años del Catecismo se le manifestó este deseo al Santo Padre. Y el Papa dio su aprobación.
Y, sin embargo, como afirma el cardenal de Viena, Christoph Schönborn, la idea misma de catecismo se rechaza con mucha frecuencia «por lo menos en los países germanohablantes y sobre todo en los ambientes oficiales de las catequesis»…
RATZINGER: Es verdad, hay cierta aversión contra cualquier intento de “cristalizar” en palabras una doctrina, en nombre de una flexibilidad, y en muchos corazones hay cierto antidogmatismo; y, sobre todo, el movimiento catequístico postconciliar ha acentuado el aspecto antropológico de la cuestión y ha creído que un catecismo, siendo demasiado doctrinal, sería un impedimento para el diálogo necesario con el hombre de hoy. Nosotros estamos convencidos de lo contrario. Para dialogar bien hay que saber de qué tenemos que hablar. Hay que conocer la substancia de nuestra fe. Por eso hoy más que nunca es necesario un catecismo.
¿También a la luz del «resultado catastrófico de la catequesis moderna» que denunció usted hace algunos años?
RATZINGER: Es un hecho. Sin condenar a nadie es evidente que hoy la ignorancia religiosa es tremenda, basta hablar con las nuevas generaciones… Evidentemente en el postconcilio no se ha logrado transmitir concretamente los contenidos de la fe cristiana.
En su intervención en el Congreso aludió usted a las “murmuraciones” de los críticos del Catecismo. ¿Las ha vuelto a oír ahora?
RATZINGER: Hasta ahora no, pero cuando el proyecto del Compendio tome cuerpo, estoy seguro de que se harán oír.
¿Cuáles serán los criterios generales con los que se redactará el Compendio? ¿Va a estar estructurado en preguntas y respuestas?
RATZINGER: Estamos aún reflexionando; según parece la orientación es usar el sistema de preguntas y respuestas, que se usa también fuera de la Iglesia católica, pero no me atrevo a hacer profecías porque el proyecto será enviado a todos los cardenales y a los presidentes de las Conferencias episcopales, y dependemos mucho de sus opiniones. El Compendio no será un Compendio de la fe católica, sino el Compendio del Catecismo de 1992, que deberá seguir fielmente. Al mismo tiempo, el Compendio ha de ser legible para que sea de verdad accesible a mucha gente.
Si se volviera a la fórmula de preguntas y respuestas se trataría de una recuperación de la metodología del Catecismo de san Pío X…
RATZINGER: En verdad, también los catecismos de la época de la Reforma, tanto los católicos como los de Martín Lutero, usan este método. En efecto, el hombre tiene sus preguntas y la fe se presenta como respuesta a estas preguntas. De modo que, en un periodo como el nuestro, en el que diálogo es considerado justamente esencial en la educación a la fe y en la relación entre los varios grupos humanos, me parece natural que el método pregunta-respuesta se aplique en un libro como el Compendio.
Respecto al Catecismo de san Pío X, que aún hoy sigue teniendo estimadores, ¿se ha de considerar como definitivamente superado con la publicación del Compendio?
RATZINGER: La fe en cuanto tal es siempre idéntica. Por tanto, el Catecismo de san Pío X conserva siempre su valor. Puede cambiar, sin embargo, el modo de transmitir los contenidos de la fe. Por eso podemos preguntarnos si el Catecismo de san Pío X puede seguir siendo considerado como válido. Creo que el Compendio que estamos preparando puede responder mejor a las exigencias de hoy. Pero esto no excluye que haya personas o grupos de personas que se sienten más a gusto con el Catecismo de san Pío X. No hay que olvidar que este Catecismo deriva de un texto que había sido preparado por el mismo Papa cuando era obispo de Mantua. Se trataba de un texto fruto de la experiencia catequística personal de Giuseppe Sarto y que tenía las características de sencillez de exposición y de profundidad de contenidos. Por ello el Catecismo de san Pío X podrá tener partidarios también en el futuro. Esto, sin embargo, no significa que nuestro trabajo sea superfluo.
Volvamos al Compendio. ¿Cuándo puede estar listo?
RATZINGER: Es difícil hacer previsiones. Porque debemos preparar un texto que luego hemos de someter al examen de todos los cardenales del Sagrado Colegio y de todos los presidentes de las Conferencias episcopales; una operación, esta última, que requiere por lo menos seis meses. En cualquier caso, si todo va bien, el Compendio estará listo en dos años.
Una vez publicado, ¿deberá ser normativo para todos los Catecismos de las Conferencias episcopales?
RATZINGER: El texto será normativo por lo que concierne a los contenidos doctrinales, que son los del Catecismo de 1992. Mientras que ofrecerá sugerencias respecto al método, visto que en este campo se debe dejar una gran libertad porque los contextos sociales y culturales en el orbe católico son muy distintos entre ellos. Salvo en los contenidos esenciales de la fe, cierta flexibilidad metodológica es siempre necesaria en la catequesis.
¿Se deberá utilizar también en los seminarios y en las facultades teológicas?
RATZINGER: El Compendio será útil para la catequesis parroquial, de grupos de oración, de movimientos eclesiales. Para los seminarios y las facultades teológicas es importante hacer referencia al “gran” Catecismo de 1992. En estos ambientes deberían haber asimilado ya lo que será publicado en el Compendio…
El Catecismo de 1992 ha vendido ocho millones de ejemplares. Pero ¿ha sido utilizado efectivamente para la composición de los catecismos nacionales?
RATZINGER: En los Estados Unidos ningún catecismo o libro de catequesis puede ser publicado si no se prueba su concordancia con el Catecismo de 1992. En algunos países asiáticos, como por ejemplo India, se usa en los colegios universitarios como libro de referencia para conocer la doctrina católica. En otros países no ha sido así. Quizá el Catecismo de 1992, como sucede con tantos libros, ha sido más vendido que leído… Quizá se podía haber utilizado más. Creo, de todos modos, que ha servido para concretar el camino doctrinal y pastoral de este último decenio.
¿Se dirigirá este Compendio a quienes han encontrado ya el hecho cristiano?
RATZINGER: Este Compendio, como el Catecismo de 1992, se dirige sobre todo a los obispos, sacerdotes, catequistas, maestros y a los anunciadores de la fe. Hemos de tener siempre presente, sin embargo, lo que nos dice san Pablo, es decir, que la fe no viene de la lectura sino de escuchar. En el Catecismo de 1992 se explica además que el cristianismo no es una religión del libro. La fe se transmite personalmente, no mediante la lectura del Catecismo. La lectura puede ser útil también para los no cristianos que desean informarse sobre lo que cree y enseña la Iglesia católica.
¿Tratará también el Compendio de cuestiones discutidas, como la pena de muerte o la doctrina de la “guerra justa”, tristemente de actualidad?
RATZINGER: Todos los contenidos esenciales de la catequesis han de encontrar espacio en el Compendio. Incluidos los temas que cita usted, que fueron los más discutidos en la Comisión que preparó el Catecismo de 1992. Se trata de temas de moral cristiana de gran importancia. Y en el Compendio deben estar presentes no sólo temas de moral individual, sino también estos temas de moral pública.
Cuando afirmaba que la postura del Papa no es cuestión de doctrina de la fe sino fruto del juicio de una conciencia iluminada, y que posee una evidencia racional, quería decir precisamente esto. Se trata de una postura de realismo cristiano que, sin doctrinalismos, analiza los factores de la realidad teniendo presente la dignidad de la persona humana como valor altísimo que hay que respetar
En lo tocante a estos dos temas, pena de muerte y guerra justa, ¿es posible que haya novedades respecto a cómo fueron tratados en 1992?
RATZINGER: De hecho sobre la cuestión de la pena de muerte hay una evolución notable entre la primera edición del Catecismo de 1992 y su editio typica en latín que salió en 1997. La sustancia es idéntica, pero la estructura de los argumentos se ha desarrollado en sentido restrictivo. No excluyo que sobre estos temas puedan darse variaciones en el tipo de argumentaciones y que en las proporciones de los distintos aspectos de los problemas pueda haber variaciones. Excluyo, sin embargo, cambios radicales.
Eminencia, una pregunta de actualidad, de algún modo inherente al Catecismo. ¿Se ajusta la guerra angloamericana contra Irak a los cánones de la “guerra justa?
RATZINGER: El Papa ha manifestado claramente su pensamiento, no sólo como pensamiento individual, sino como pensamiento de un hombre de conciencia que desempeña las funciones más altas de la Iglesia católica. No ha impuesto esta postura como doctrina de la Iglesia, sino como llamamiento de una conciencia iluminada por la fe. Esta opinión del Santo Padre es convincente también desde un punto de vista racional: no existían motivos suficientes para desencadenar una guerra contra Irak. En primer lugar, se ha visto claramente desde el principio que no se garantizaba la proporcionalidad entre las posibles consecuencias positivas y los seguros efectos negativos del conflicto. Por el contrario, parece claro que las consecuencias negativas serán superiores a lo que de positivo se pueda obtener. Por no hablar, además, de que tendremos que empezar a preguntarnos si hoy, con la nuevas armas que permiten destrucciones que van más allá de los grupos combatientes, sigue siendo lícito admitir la existencia de una “guerra justa”.
La periodista Barbara Spinelli elogió, en el periódico La Stampa, la postura contra la guerra en Irak de Juan Pablo II, inspirada en el «realismo cristiano»…
RATZINGER: Cuando afirmaba que la postura del Papa no es cuestión de doctrina de la fe sino fruto del juicio de una conciencia iluminada, y que posee una evidencia racional, quería decir precisamente esto. Se trata de una postura de realismo cristiano que, sin doctrinalismos, analiza los factores de la realidad teniendo presente la dignidad de la persona humana como valor altísimo que hay que respetar.
Las partes en conflicto han invocado a Alá y a Dios…
RATZINGER: Es un lenguaje que me parece triste. Se trata de un abuso del nombre de Dios. Ninguna de las dos partes puede con razón afirmar que hace lo que está haciendo en nombre de Dios. El Santo Padre ha subrayado muchas veces que la violencia no puede ser utilizada nunca en nombre de Dios. Visto que hemos hablado de catecismo es oportuno recordar lo que nos manda el segundo mandamiento: «No pronunciarás el nombre de Dios en vano».





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