Sor Lucía y el rezo del Santo Rosario

el rezo del Santo Rosario es una de las constantes esenciales del Mensaje de Fátima dado por la Santísima Virgen

El P. Agustín Fuentes entrega al Papa Juan Pablo II un ejemplar del libro "Rafael Guízar, a sus órdenes", biografía publicada por el P. Joaquín Antonio Peñaloza en 1980 sobre el antiguo Obispo de Veracruz-Jalapa, San Rafael Guízar y Valencia, de cuya Causa de Beatificación fue también Postulador el P. Fuentes.

Teniendo en mente la visita prevista –si Dios quiere y se recupera pronto de su reciente operación quirúrgica– del Papa Francisco a Fátima el próximo Agosto, vamos a tocar en este trabajo la constante exhortación al rezo del Santo Rosario que tanto recordaba Sor Lucía como una de las constantes esenciales del Mensaje de Fátima dado por la Santísima Virgen.

Nos centraremos, en primer lugar, en la entrevista que la Vidente tuvo con el Padre Agustín Fuentes Anguiano (1918-2004), cuya conversación fue relatada por el Sacerdote novohispano en una serie de conferencias que impartió a lo largo y ancho de su patria, fijándola finalmente en un texto definitivo que apareció en la revista bimensual de Jalapa de la Inmaculada Hacia los Altares, que servía también como órgano de la Archidiócesis de Veracruz, en su número de Septiembre-Octubre de 1958, y cuya reproducción defectuosa en otros periódicos y revistas del resto del mundo generó una controversia en la que necesariamente habremos de detenernos a fin de restablecer la veracidad del contenido del relato de este Sacerdote partiendo de la base de su genuina correlación y concordancia con el Mensaje de Fátima tal como siempre fue difundido por la Hermana Lucía.

Desafortunadamente no hemos podido tener acceso a la publicación originaria antes citada donde primeramente apareció impreso el texto final de sus conferencias, y en la que se reproducía en concreto la que había impartido a las Religiosas de la Casa Madre de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y de Santa María de Guadalupe, en Ciudad de Méjico, el 22 de Mayo de 1958. El P. Joaquín M.ª Alonso, en su opúsculo La Verdad sobre el secreto de Fátima. Fátima sin mitos (1976), afirma que «poseemos dos textos “auténticos” de esa conferencia, uno en español y otro en inglés. El primero es bastante más largo que el segundo, ya que éste es una traducción abreviada, aunque esencialmente idéntica al primero». El texto en inglés «auténtico» al que se refiere el P. Alonso, es el que apareció publicado en el número de Junio de 1959 de la revista mensual Fatima Findings, órgano oficial de la asociación Reparation Society of the Immaculate Heart of Mary fundada por el P. John J. Ryan S. J. († 1992) en Baltimore en 1946. Esta versión, que contaba con el visto bueno del P. Fuentes, fue remitida al P. Ryan en carta de 8 de Abril de 1959 por el monje Gerald Columban Hawkins O.C.S.O. (1902-1982), por entonces Abad del Monasterio Our Lady of Guadalupe (en Lafayette, Oregón).

El P. Alonso copia en su opúsculo, a partir del texto original en castellano del P. Fuentes, únicamente «los párrafos que se refieren a las comunicaciones de Lucía». A falta de la revista originaria Hacia los Altares con la que poder cotejarla, no nos queda sino confiar en la exactitud de la transcripción que realiza el P. Alonso de esos párrafos, y que pasamos a reproducir a continuación tal como aparecen en su opúsculo:

«(…) Quiero contaros únicamente la última conversación que tuve con ella, que fue el 26 de Diciembre del año pasado. La encontré en su convento muy triste, pálida y demacrada; y me dijo: “Padre, la Santísima Virgen está muy triste, porque nadie hace caso a su Mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos, porque prosiguen su camino de bondad; pero sin hacer caso a este Mensaje. Los malos, porque no viendo el castigo de Dios actualmente sobre ellos, a causa de sus pecados, prosiguen también su camino de maldad, sin hacer caso a este Mensaje. Pero, créame, Padre, Dios va a castigar al mundo, y lo va a castigar de una manera tremenda. El castigo del Cielo es inminente. ¿Qué falta, Padre, para 1960; y qué sucederá entonces? Será una cosa muy triste para todos, y no una cosa alegre, si antes el mundo no hace oración y penitencia. No puedo detallar más, ya que es aún secreto que, por voluntad de la Santísima Virgen, solamente pudieran saberlo tanto el Santo Padre como el Señor Obispo de Fátima; pero que ambos no han querido saberlo para no influenciarse. Es la tercera parte del Mensaje de Nuestra Señora, que aún permanece secreto hasta esa fecha de 1960. Dígales, Padre, que la Santísima Viren, repetidas veces, tanto a mis primos Francisco y Jacinta, como a mí, nos dijo: Que muchas naciones de la Tierra desaparecerán sobre la faz de la misma, que Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo, si antes no alcanzábamos la conversión de esa pobrecita Nación”. (…)

Sor Lucía me decía también: “Padre, el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas desamparado, y más fácilmente se apoderará de ellas”.

“Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta, se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaba al alma; y no sabíamos qué idear para encontrar en nuestra imaginación infantil medios para hacer oración y sacrificio”. (…)

“Lo segundo que santificó a los niños fue la visión del Infierno” (…)

“Por esto, Padre, no es mi misión indicarle al mundo los castigos materiales que ciertamente vendrán sobre la Tierra si el mundo antes no hace oración y penitencia. No. Mi misión es indicarles a todos el inminente peligro en que estamos de perder para siempre nuestra alma si seguimos aferrados al pecado”.

“Padre –me decía Sor Lucía–, no esperemos que venga de Roma una llamada a la penitencia, de parte del Santo Padre, para todo el mundo; ni esperemos tampoco que venga de parte de los Señores Obispos para cada una de sus Diócesis; ni siquiera tampoco de parte de las Congregaciones Religiosas. No; ya Nuestro Señor usó muchas veces estos medios, y el mundo no le ha hecho caso. Por eso, ahora, ahora que cada uno de nosotros comience por sí mismo su reforma espiritual; que tiene que salvar no sólo su alma, sino salvar a todas las almas que Dios ha puesto en su camino”. (…)

“Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo dio a demostrar por tres motivos: el primero, porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final, en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del demonio; no hay término medio. Lo segundo, porque me dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María; y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros. Y tercero, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo, agota antes todos los demás medios; y cuando ha visto que el mundo no le ha hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos a nuestro modo imperfecto de hablar, nos presenta con cierto temor el último medio de salvación, su Santísima Madre. Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del Cielo; porque hemos cometido un pecado, que en el Evangelio suele llamarse pecado contra el Espíritu Santo; que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se presenta en las manos; y también porque Nuestro Señor es muy buen hijo, y no permite que ofendamos y despreciemos a su Santísima Madre, teniendo como testimonio patente la Historia de varios siglos de la Iglesia que, con ejemplos terribles, nos indica cómo Nuestro Señor siempre ha salido a la defensa del honor de su Santísima Madre”.

Dos son los medios para salvar al mundo, me decía Sor Lucía de Jesús: la oración y el sacrificio. (…)

Y luego, el Santo Rosario. “Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros; o a la vida de nuestras familias, sean familias del mundo o Comunidades Religiosas; o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas”.

Y luego, la devoción al Corazón Inmaculado de María, Santísima Madre, poniéndonosla como sede de la clemencia, de la bondad y el perdón; y como puerta segura para entrar al Cielo. (…)».

A continuación, comenta al respecto el P. Alonso:

«Éstos son los textos genuinos que de un modo impropio el P. Fuentes ha llamado “mensaje de Lucía”. Fueron publicados, en su original español y en traducción inglesa, con todas las garantías de autenticidad y con todas las seguridades jerárquicas, entre las cuales se contaba la del Señor Obispo de Fátima. Pero los sucesos posteriores pervirtieron absolutamente unos textos muy dignos de ser reflexionados por el pueblo cristiano. Al pasar a otras revistas de vulgarización piadosa, fueron horriblemente transformados, hasta ser deformados del todo. Vinieron a ser “un” texto espurio que ya no pertenecía no sólo, y desde luego, a Lucía, pero ni siquiera al P. Fuentes. En esos textos divulgados se anunciaban de la manera más grotesca todos los cataclismos de los últimos tiempos… Cuando esos textos, recorriendo el mundo estremecido, llegan a Portugal, la Curia Episcopal de Coímbra interviene con una nota oficial de fuerte condena».

El P. Alonso reproduce seguidamente una parte de dicha nota, la cual fue recogida por la Prensa mundial. Nosotros pasamos ahora a recogerla por completo, traducida al castellano, tomándola del número de 4 de Julio de 1959 de Novidades, diario oficioso del Episcopado portugués, en el cual apareció estampada dicha nota, sin firma, por primera vez. Dice así:

«Habiendo el Rdo. Padre Augustin [sic] Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de los Videntes de Fátima, Francisco y Jacinta, visitado, en el Carmelo de Coímbra, a la Hermana Lucía, y hablando con ella exclusivamente sobre cosas referentes al Proceso, llegado a Méjico, su patria (si damos crédito a lo que refirió A Voz de 22 de Junio y repitió en 1 de Julio en traducción de M. C. de Bragança), se permitió hacer afirmaciones estrafalarias [mirabolantes], de sentido apocalíptico, escatológico y profético, que declaró haber oído a la Hermana Lucía.

Dada la gravedad de tales afirmaciones, la Curia Diocesana de Coímbra entendió ser su deber mandar hacer un riguroso examen sobre la autenticidad de lo que personas, dadas a tales especulaciones de lo maravilloso, esparcieron en Méjico, en los Estados Unidos, en España, y finalmente en Portugal.

Para tranquilidad de tantos que, al leer la Documentación publicada en A Voz, se alarmaron, quedando despavoridos con los cataclismos que (según dice tal Documentación), caerán sobre el mundo en 1960, y sobre todo para ponerse término a tan tendenciosa campaña de “profecías”, cuyos autores, tal vez sin darse cuento de ello, están haciendo caer el ridículo sobre sí mismos y sobre cosas que a la Hermana Lucía se refieren, la Curia Diocesana de Coímbra hace públicas estas palabras de la Hermana Lucía, respuesta a preguntas que quien de derecho le hizo:

“El Padre Fuentes habló conmigo por ser el Postulador de la Causa de Beatificación de los Siervos de Dios, Jacinta y Francisco Marto; tratamos únicamente de cosas relacionadas con ese asunto, por lo que todo lo demás a que él se refiere no es exacto ni verdadero, lo que lamento, pues no comprendo qué bien se puede hacer a las almas con cosas que no tienen por base a Dios, que es la verdad. Nada sé, ni cosa alguna, por tanto, podía decir sobre tales castigos, como falsamente se me atribuye”.

La Curia Diocesana de Coímbra está habilitada para poder declarar que la Hermana Lucía, habiendo dicho hasta entonces todo lo que entendió que debía decir sobre Fátima y se encuentra en los varios libros publicados sobre Fátima, por lo menos desde Febrero de 1955 para acá nada dijo, y por eso a nadie autorizó a traer al público sea lo que fuere que le pueda ser atribuido acerca de Fátima.

Coímbra, 2 de Julio de 1959.

La Curia Diocesana de Coímbra».

La nota anónima publicada en nombre de la Curia de Coímbra, como dijimos, se distribuyó por toda la Prensa mundial, llegando también, por supuesto, a las publicaciones de las tierras de Nueva España. El. P. Fuentes tuvo noticia de esa nota a través del ejemplar del 6 de Julio del diario El Universal, de Ciudad de Méjico, lo que motivó la redacción por el Sacerdote de un escrito de defensa dirigido al Director del susodicho periódico, y cuyo contenido fue distribuido a su vez, con fecha de 7 de Julio, para su difusión internacional. Esta declaración apareció impresa también en la revista Hacia los Altares, en su número de Julio-Agosto de 1959, y rezaba así (Nota. Las palabras subrayadas aparecen así en el texto original):

«Estimado Señor Director:

Saludándolo atentamente, deseo suplicarle encarecidamente, se digne publicar en su prestigiado diario “El Universal”, esta carta que le escribo, sin ninguna intención de polémica ni ofensa, sino sólo de orientación para todos los lectores de “El Universal”, en especial para los católicos de México.

Deseo referirme, y en la misma página de su diario, con serenidad, y, vuelvo a repetir, sin tratar de ofender a nadie, al artículo escrito el Domingo 5 de Julio de 1959, en la Primera Sección, página 13, con este título: “Niega la Hermana Lucía que nos espere una etapa catastrófica”.

He pronunciado la conferencia con el título “El Mensaje de Fátima” en varias iglesias de la Ciudad de México, y en varias Diócesis de la República, como la de Veracruz, Sonora, Mazatlán, Toluca, Tulancingo, Puebla, etc., por expresa invitación de sus Excmos. Prelados, y en varias iglesias se ha grabado y sacado en taquigrafía dicha conferencia, que punto por punto estoy dispuesto a comprobar y aclarar a todos los que sinceramente me lo soliciten. Ahora bien, con frase evangélica, “si el árbol se conoce por sus frutos”, puede constatarse el inmenso fruto espiritual que dicho “Mensaje” ha hecho en las almas, por la voz autorizada de los Excmos. Señores Obispos. En esta conferencia, no he dicho, como lo podrá constatar toda persona sensata que atentamente la examine, sino repetir lo que desde 1917, a raíz de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima, se ha publicado en Portugal y en el mundo entero, principalmente en las famosas obras “Las Maravillas de Fátima” (del Padre Fonseca), y “As grandes maravilhas de Fátima” (del Canónigo Formigao, conocido con el seudónimo literario de “Visconde de Montelo”), siendo este último autor el Encargado por el Obispo de Lisboa [rectius, de Leiría], a la que pertenecía Cova da Iría, lugar de las Apariciones de Nuestra Señora, para interrogar y examinar a los tres Videntes, Francisco, Jacinta y Lucía. Todos los lectores podrán darse bien cuenta que, al leer dichas obras y otras más que se han publicado en español, portugués y otros idiomas, y al compararlas con dicha conferencia, no he caído en exageraciones, inexactitudes ni mentiras. He repetido, pues, lo tradicional en este Mensaje que diera Nuestra Señora a los tres afortunados Pastorcitos, Francisco, Jacinta y Lucía, que desgraciadamente es aún poco conocido, y lo he corroborado con las conversaciones tenidas en Leiría con el Excmo. Mons. D. José Alves Correia da Silva, primer Obispo de Fátima (muerto santamente el 4 de Diciembre de 1957), y con el nuevo Obispo, Mons. D. Juan Pereyra Venancio, entonces Auxiliar de Leiría y Postulador Diocesano, así como con otros Miembros Venerables del Tribunal de las Causas de Beatificación de los Siervos de Dios, Francisco y Jacinta Marto, como el Señor Cango. D. José Galamba de Oliveira, Juez Delegado de dicho V. Tribunal.

Es pues extraño que se tome esta conferencia como un descubrimiento del secreto de Fátima, de grandes calamidades materiales (“etapa catastrófica”) para 1960, pasando inadvertida la principal y más importante catástrofe, que es la pérdida eterna de las almas por el pecado mortal en todo tiempo y no sólo en 1960, como se ve en la relación de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima.

La exhortación que los Videntes, y en especial Sor Lucía, atribuyen a Nuestra Señora, no es algo extraño, novedoso y perjudicial a la Iglesia, sino la doctrina misma de Cristo: la oración, la penitencia y el ejercicio pleno de caridad cristiana para salvarse y ayudar a salvar a las almas; el evitar el pecado mortal que nos conduce al Infierno y a la pérdida eterna de Dios, nuestro último fin; el rezo constante del Santo Rosario, práctica tan bendecida y aprobada por los Santos Padres y Obispos, que, al ser una admirable síntesis de la Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, es por consiguiente un áncora de salvación eterna, puesta al alcance de todas las almas. En cuanto a los castigos materiales (1ª y 2ª Guerra Mundial y otra mayor y más terrible), pasan en segundo lugar en nuestra consideración ante lo principal que es la salvación de las almas. Respecto a lo que se me atribuye de anunciar una “etapa catastrófica”, no lo he dicho, y si así lo creen algunos, es que mis palabras las han interpretado en el sentido que no he querido darle, a saber: de que en 1960 se acabará el mundo o vendrán calamidades espantosas. Sin necesidad de estos anuncios que se me atribuyen para espantar a la gente, para el católico basta recordar que “nada sucede sin la voluntad de Dios” y que por el Dogma de la Providencia, que es “toda Sabiduría, Omnipotencia y Amor a los hombres”, no es al acaso o por casualidad la actual situación internacional tan tirante, y precursora con negros nubarrones de grandes tempestades; no es al acaso o por casualidad, los accidentes y desgracias personales, individuales y colectivas, acaecidas en estos últimos tiempos tanto en México como en el mundo, como, por ejemplo, en la primera semana de Julio, los lectores se han informado por las noticias de la Prensa nacional e internacional.

La entrevista que narro con Sor Lucía de Jesús, la sobreviviente de los tres Niños Videntes de Fátima, y actualmente Religiosa Carmelita Descalza en el Convento de Santa Teresa, en la ciudad de Coímbra, Portugal, no fue el año pasado (1958), sino el 26 de Diciembre de 1957, a las 9:30 a. m. en el locutorio de dicho Convento, solamente entre Sor Lucía y yo, y, no porque no tuve testigos de mi entrevista, traté de tergiversar las expresiones de Sor Lucía o inventarlas, pues, aparte de no tener ningún motivo e interés para hacerlo, sería una ofensa para los que me han elegido para este elevado y delicado cargo.

Quizá el autor del artículo “Niega la Hermana Lucía, etc…”, no sepa que actualmente nadie puede interrogar o entrevistar a Sor Lucía, a excepción de los Señores Obispos, y éstos con permiso del Santo Oficio (Vaticano) y con prohibición expresa de hablarle del “Secreto”, que guarda para 1960, y que yo, en mi calidad de Postulador Romano, sólo pude hablarle en virtud de mi mismo delicado cargo al ser dicha Religiosa la principal, y en muchos casos la única testigo de la Virtud de sus primos, los Siervos de Dios, Francisco y Jacinta Marto. Aunque en dicha memorable entrevista, que duró cerca de dos horas, con Sor Lucía de Jesús, no toqué directamente las Apariciones de Nuestra Señora, ni la parte del Mensaje llamada “el secreto”, sino sólo la interrogué, contestándome ella en perfecto español, sobre la vida y fama de santidad de sus primos, y, aunque en dichas Causas de Beatificación se juzgue la virtud heroica de los Niños, como cosa diversa e independiente de las Apariciones de Nuestra Señora, no dudando nadie que el origen y fundamento de la santidad de Francisco y Jacinta son las Apariciones de Nuestra Señora, cuya tristeza por los pecados de los hombres y su ruina eterna son los motivos que impulsaron profundamente a dichos Niños encaminándolos rápidamente, movidos por este celestial Mensaje, hacia la santidad personal, y convirtiéndolos en víctimas voluntarias por la salvación de las almas, y en incansables apóstoles del urgente aviso maternal de la Santísima Virgen, como narran sus historiadores y los testigos de su santa vida, fueron precisamente estos conceptos y la relación con las Apariciones de Nuestra Señora, que Sor Lucía me trató con grande sencillez, tratando además por propia iniciativa y sin sugerírselo yo, del Secreto de 1960, diciéndome que “si el mundo no hacía oración ni penitencia, sería para todos sin excepción, dicha revelación, una cosa triste, no una cosa alegre, pero que aún era tiempo de detener esa cosa triste, y que no podía detallarme más porque era un secreto, que sólo podían saberlo, antes de tal fecha, el Santo Padre y el Señor Obispo de Fátima, pero que ellos no habían querido saberlo por prudencia”. Naturalmente, para los que entienden las leyes de la Iglesia (Derecho Canónico), referente a los Procesos de Beatificación, comprenderán cómo esa ciencia, utilizada o adquirida en el Proceso, por los Testigos y por los Jueces, (y en el caso que nos ocupa, ya que se hace expresa mención en el artículo aludido a Coímbra, por el Juez del Proceso Rogatorial, Excmo. Mons. Ernesto Sena de Oliveira, Obispo-Arzobispo de Coímbra, y por el Juez Delegado del mismo Proceso Rogatorial de Coímbra, Excmo. Mons. D. Manuel de Jesús Pereyra, Obispo titular de Preneto y Auxiliar de Coímbra), está sellada por solemne juramento de guardar secreto, so pena de graves penas, como la de Excomunión ipso facto (latae sententiae), especialmente reservada al Santo Padre, excluyendo al Cardenal Penitenciario Mayor. En este juramento se expresa que el Testigo a nadie comunicará lo que haya dicho en su declaración juramentada, exceptuando a los Jueces designados para el Proceso, y en el ejercicio de sus funciones.

Luego se ve lógico que, tantos los Jueces Eclesiásticos como los Testigos de un Proceso de Beatificación, no se van a prestar de ningún modo a dar declaraciones sobre lo que saben del Proceso a ninguna persona, y menos que den declaraciones al respecto desprestigiando como mentiroso al Procurador del Proceso de Roma, que es el Postulador Romano, que, sea quien sea, al ser designado a dicho cargo por el Obispo de Fátima, y confirmado por la Santa Sede (Sagrada Congregación de Ritos), merece respeto y crédito, pues se le considera digno de recibir dichas noticias de un Testigo valioso, y de utilizarlas, sin faltar a su cargo y discreción, recordándolas a todos los fieles, pues ya estas noticias se han conocido desde 1917, no quebrantando así, por consiguiente, ni sus propios secretos profesionales, ni los de Sor Lucía, testigo en esta Causa, ni los de los Jueces.

No es sistema de los Superiores Eclesiásticos desprestigiar a sus Sacerdotes, y más a los que tienen cargos delicados, sin que ellos sean amonestados antes y traten de evitar los males que se les atribuyen, perfectamente comprobados. El envío de un cable telegráfico desprestigiando ante el mundo al Postulador Romano de los Videntes de Fátima, no es factible por lo desusado y lo imprudente, además porque sería fuente de mayores males para los creyentes, o tema de ataque mayor por los incrédulos.

Lamento, por consiguiente, que este artículo esté escrito con desconocimiento de las leyes de la Iglesia, con encono y pasión contra este servidor, y con tan poca estima de la dignidad del Sacerdote Católico y del origen patrio de dicho Postulador Romano, ya que no es sólo una honra personal este delicado cargo sino una honra nacional, pues se tratan de Causas de interés mundial.

El llamado “Secreto de Fátima”, en efecto, se conserva en un sobre lacrado, que me fue mostrado por el mismo Primer Obispo de Leiría, D. José Alves Correia da Silva, y del mismo, como ya lo dije antes, no se sabe nada, ni el Excmo. Señor Obispo de Leiría, ni el Santo Padre, que pudieran saberlo.

La Curia de Coímbra, no sabiendo el texto exacto de mi entrevista con Sor Lucía, no pudo expresarse de modo tan incorrecto del Postulador Romano, citando palabras textuales (entre comillas), impropias de una persona educada, cuando más de una Religiosa, como lo es Sor Lucía, sobreviviente de los Videntes de Nuestra Señora.

Creo oportuno recomendar al autor del artículo aludido, la lectura del folleto E. V. C. 408, tomo XX (1954), en que se da una demostración científica de la realidad de las Apariciones de la Virgen de Fátima y de su Mensaje, que puede encontrar en cualquier Parroquia e iglesia católica, y recordarle a la vez lo que decía el Cardenal Patriarca de Lisboa en la Clausura del Año Jubilar de Fátima, el 30 de Octubre de 1954, refiriéndose a la aprobación episcopal de las Apariciones de Nuestra Señora al decir que: “Esa sentencia no era, en principio, irreformable, y que la Santa Sede podría no solamente confirmarla, sino hasta anularla, y que aun cuando fuera confirmada por la Santa Sede, no tendría el valor de una definición de Fe, ya que el hecho de las Apariciones de Fátima pertenece al patrimonio de las verdades históricamente demostradas, y no al depósito de la Revelación”. Además, un artículo escrito para su publicación, desmerece completamente, si no viene firmado por su autor, y si no prueba de modo satisfactorio todas sus aseveraciones, máxime si ataca todo un movimiento que se ha hecho con pruebas palpables de fruto y éxito. Además, es de dudarse cuando se nota en dicho escrito que no es la serenidad ni la inteligencia ni la prudencia las que guían dicho escrito, sino la pasión, encono y mala voluntad para el movimiento espiritual y la persona, instrumento de dicho movimiento, a quien calumnian con tanta saña, sin darle tiempo a defenderse.

Señor Director:

Agradeciendo su fina atención a mi justa petición para la publicación de este artículo, ya que mi silencio dañaría el inmenso bien espiritual que en muchas almas de nuestra patria y fuera de la misma ha hecho este movimiento en pro de la Devoción a la Madre de Dios, y no queriendo dañar ni ofender a ninguna persona, y no deseando más volver a tratar este enojoso tema, después de estas mis declaraciones, quedo de usted atento y seguro servidor.

Sac. Agustín Fuentes,

Postulador Romano de los Videntes de Fátima, Francisco y Jacinta Marto».

Por su parte, el Arzobispo Metropolitano de Veracruz, Excmo. Mons. D. Manuel Pío López (1891-1971), envió una carta pública al antes mencionado Abad Hawkins, fechada el 16 de Julio, en contestación a una serie de preguntas que éste le hacía, y en la cual salía en defensa de su Sacerdote diocesano. Esta carta, del mismo modo que las declaraciones del P. Fuentes, fue difundida igualmente en el ámbito internacional. Apareció impresa también en el antedicho número de Hacia los altares, y su texto es el siguiente:

«Jalapa de la Inmaculada, 16 de Julio de 1959.

Rev. M. Columban Hawkins, acso. Abad.

Our Lady of Guadalupe Trappist Abbey

Lafayette, Oregon.

Muy Reverendo Padre Abad:

Lo saludo atentamente enviándole mi Pastoral Bendición, para usted y toda su amada Abadía.

Es mi deber, después de mi atento saludo, intervenir en defensa del injustificado ataque y falsas acusaciones contra el Sr. Pbro. Dr. D. Agustín Fuentes Anguiano, Postulador Romano de los Videntes de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, como Ordinario de dicho estimado Sacerdote. Deseo responder personalmente a las preguntas expresas que me hace su Reverencia, y a las que hacen las “Noticias Católicas” editadas por la N.C.W.C. News Service, Año XIX Nº 21, Julio 10 de 1959. Hago también mías, las declaraciones que el P. Fuentes ha hecho a la prensa mexicana e internacional, con fecha 7 de Julio de 1959, rechazando punto por punto las imputaciones que se le han dirigido. Después de un detenido examen que he hecho de todas las circunstancias y de toda la documentación respectiva, agrego y afirmo que es genuina y auténtica la aprobación (Imprimatur) que he dado, de mi puño y letra, para la publicación de la conferencia de dicho P. Fuentes, titulada “El Mensaje de Fátima”, con fecha 21 de Abril de 1959. Mi permiso para publicar el escrito del P. Agustín Fuentes en la prensa católica, tanto de México como de Estados Unidos, indica claramente que el Padre es Postulador Romano, dado que me consta el nombramiento que, con mi aprobación, han hecho, tanto el Excmo. Mons. D. José Alves Correia da Silva, Obispo de Leiría, y su actual dignísimo Sucesor, el Excmo. Mons. D. Juan Pereyra Venancio. Dichos referidos Prelados son los Jueces Ordinarios de las Causas de Beatificación de los Siervos de Dios, Francisco y Jacinta Marto, y, por consiguiente, son a los que pertenece dar el “Mandatum” o nombramiento tanto al Postulador Diocesano como al Postulador Romano. Tanto Mons. Alves Correia da Silva como Mons. D. Juan Pereyra Venancio, designaron al P. Fuentes (como próximamente lo demostraré con la publicación del nombramiento del P. Fuentes, y de sus cartas aclaratorias de estos Excmos. Prelados defendiendo al P. Fuentes) como Postulador Romano, por indicación del Rev. P. D. Carlo Miccinelli, anterior Postulado General de la Compañía de Jesús (Borgo Santo Spirito Nº 5, Roma, Italia). Estoy cierto que la actual confusión de la United International Press y de las Revistas Católicas Americanas, se deben, si se ha consultado a la Sagrada Congregación de Ritos, a que estos Procesos de los Niños Videntes de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, se encuentran aún en su período Diocesano, y que el actual Mandato de Procurador que tiene el R. P. Fuentes para activar estas Causas ante la Santa Sede, todavía no entra en vigor, ya que la Santa Sede empieza a saber oficialmente de un Proceso de Beatificación, y por consiguiente de su Procurador en Roma, en el momento en que se presenta dicho Proceso a la Sagrada Congregación de Ritos, y en que empieza también su tramitación, pues el Postulador es como el Defensor en Tribunal Civil. Es pues completamente ilógico que se presente antes el Procurador que el Proceso que va a defender. El Ilmo. Mons. Nicola Ferraro, Sub-Promotor General de la Fe, y el Ilmo. Mons. Orazio Cocchetti, Canciller, ambos de la Sagrada Congregación de los Ritos, conocen y estiman personalmente al P. Fuentes, y conocen oficiosamente de los Procesos Diocesanos de los Videntes de Fátima. Para todos los que deseen por sí mismo informarse sobre la genuidad y autenticidad del nombramiento de Postulador Romano que tiene el P. Agustín Fuentes Anguiano, yo le suplico dirigirse directamente al Excmo. Ordinario de Leiría Mons. D. Juan Pereyra Venancio, Palacio Episcopal, Leiría, Portugal, ya que, como Ordinario y Actor de estos Procesos de Beatificación, toca indicar con plena autoridad quién es su Procurador en la Diócesis y en Roma. Este Mandato o nombramiento de Postulador Romano, no indica que esté en función de su oficio en Roma ni que tenga una especial encomienda de la Santa Sede para predicar el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Este Mensaje de Nuestra Señora de Fátima, tal como aparece desde 1917, puede ser predicado por todos los Sacerdotes y no nomás por el referido P. Fuentes, pues él no ha predicado nada original o vituperable sino lo estrictamente tradicional de dichas Apariciones. En cuanto que el P. Fuentes haya predicado sin el debido permiso, tanto en la Ciudad de México como en las Diócesis a las que [fue] invitado oficialmente por sus Excmos. Prelados Ordinarios, como en Oaxaca, Puebla, Tulancingo, Mazatlán, Sonora y Toluca, debo negarlo rotundamente, ya que gozaba desde su llegada de Roma a México, como en la actualidad las goza, de todas sus licencias ministeriales, dadas primeramente de modo verbal por el Ilmo. Mons. Raymundo García Plaza, Vicario General de la Arquidiócesis de México, y después de modo escrito, con fecha 27 de Septiembre de 1958, por mandato del Excmo. Arzobispo Primado de México, en documento firmado por el Ilmo. Secretario del Arzobispado de México, Mons. D. Rosendo Rodríguez. En todos estos lugares, me consta que el P. Fuentes expuso su conferencia exactamente igual como la que se encuentra publicada con mi permiso en la Revista “Hacia los Altares”, del mes de Octubre de 1958, como puede comprobarse por las muchas grabaciones que se tomaron de dicha conferencia. Todos los sensatos lectores podrán comprobar conmigo que de ninguna manera el Padre Fuentes ha tratado de exponer en qué consistía el secreto llamado de Fátima para 1960, considerando que nadie absolutamente lo sabe, ni siquiera el Santo Padre y el Señor Obispo de Leiría, y también todos los lectores podrán comprobar que en esta conferencia se ha dicho únicamente la tradición de las Apariciones de Nuestra Señora, que data desde 1917 y que se encuentra en muchos autores como en las obras del P. Fonseca y de Mons. Formigao, tituladas “Las maravillas de Fátima”. La actualidad de este Mensaje proviene del delicado y elevado cargo de Postulador Romano que tiene el P. Fuentes, que debe ser tenido por todos como uno de los mejores informados de las Apariciones de Nuestra Señora. El P. Fuentes, aunque no haya preguntado directamente a Sor Lucía sobre las Apariciones de Nuestra Señora, Sor Lucía tuvo necesariamente que tratarle algo de ellas, ya que la santidad de los Niños Pastorcitos, Francisco y Jacinta, está fundamentada y tiene su origen en dichas Apariciones de Nuestra Señora. La Revista “Hacia los Altares”, está plenamente reconocida por mí y cuenta con toda mi autorización, pues es la revista oficial de la Causa de Beatificación de mi Venerado Antecesor, el Siervo de Dios, Excmo. Mons. D. Rafael Guízar y Valencia, siendo el P. Fuentes el encargado de su dirección y administración; y el Ilmo. Mons. Vicario General de mi Arquidiócesis, D. Anselmo Sánchez, el censor designado por mí para dicha revista. Actualmente esta revista se está publicando más o menos cada dos meses, y su suscripción está extendida no sólo en toda la Arquidiócesis Veracruzana y en la República Mexicana, sino en las Repúblicas hermanas de Cuba y Guatemala. El que el Postulador Romano, como lo indica el Derecho Canónico, reside en Roma, el P. Fuentes se encuentra actualmente en México con mi autorización y por la expresa petición del Episcopado Mexicano, para trabajar como Asesor Nacional en las Causas de Beatificación de los Mártires Mexicanos, pues nos hemos apoyado en el Derecho de la Comisión Pontificia de Interpretación del Derecho Canónico, de fecha 16 de Enero de 1936 (A.S.S. XXVIII, 178), en que el Postulador Romano sólo tiene obligación de residir fijamente en Roma durante los Procesos Apostólicos, no durante los Procesos Informativos u Ordinarios. En las declaraciones publicadas por el P. Fuentes como defensa a las impugnaciones contra él dirigidas, indica claramente el origen anónimo, y el desconocimiento del Derecho Canónico y de las costumbres de la Iglesia, de sus impugnadores, e indica además la imposibilidad de que estos ataques sean de la Hermana Lucía, Religiosa enclaustrada, y de la Dignísima Curia de Coímbra. Apelo a la caridad cristiana y al buen criterio de la opinión pública para no hacer caso de estas indignas impugnaciones no sólo a un digno Sacerdote, que ocupa un delicado y elevado cargo de interés mundial, sino a todo un movimiento en honor y devoción a la Madre de Dios que me consta ha dado positivos frutos espirituales en las almas. Al exponer la doctrina tradicional de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima, el P. Fuentes ha dado mayor interés para que las almas eviten el pecado mortal, que puede ocasionarles la condenación eterna si la muerte les sorprende, y ha indicado muchas veces que no deben fijarse más en los castigos materiales que en lo esencial de este Mensaje, que es la salvación de nuestras almas.

Querido P. Abad: sea usted mi portavoz de esta mi aclaración escrita, que hago con la intención de impedir una injusticia, y le doy mi plena autorización para que sea publicada no solamente en sus publicaciones sino en toda la prensa americana, en especial la católica, como en la N. C. editadas por el N.C.W.C. News Service, donde especialmente se encuentra una información impugnativa contra el P. Agustín Fuentes. Le envío mi Pastoral Bendición y quedo de usted Afmo. Padre en Cristo y Señor Nuestro.

Doy también la aprobación para que tanto usted, Padre Abad, como el Excmo. Mons. Alfonso Escalante, Obispo Titular de Sora y Superior General de las Misiones de Guadalupe, puedan hacer una síntesis adecuada para los lectores de Estados Unidos de América.

Manuel Pío López

Arzobispo de Veracruz».

En este mismo número de la revista Hacia los Altares, se publica una segunda carta del Arzobispo de Veracruz al Abad Hawkins, fechada al día siguiente 17 de Julio, en el que el Prelado novohispano le envía la síntesis de los puntos tratados en su anterior carta de 16 de Julio. Cabe mencionar también otro comunicado público emitido por el Cardenal Arzobispo de Guadalajara, D. José Garibi y Rivera (1889-1972), en defensa del P. Fuentes. Un extracto donde se recoge lo más relevante de dicho escrito se puede ver reproducido en el número de 4 de Octubre de 1960 del semanario Impacto, de Ciudad de Méjico, y dice así:

«(…) Me permito hace constar lo siguiente:

(…)

II.– Que el Padre Fuentes Anguiano, en su predicación, no ha anunciado cosas terríficas o que fomenten el pesimismo, sino únicamente se ha concretado a recomendar el rezo del Santo Rosario, la devoción al Purísimo Corazón de María, la oración, la penitencia y la práctica de las obras de caridad.

III.– Que el P. Fuentes no predica ni sostiene cosas terríficas, ni para 1960 ni para otras fechas, contentándose con la predicación de la Iglesia».

El P. Joaquín M.ª Alonso, en el comentario final acerca de todo este episodio, que realiza en su citado opúsculo La Verdad sobre el Secreto de Fátima, concluye diciendo (Nota. Las palabras subrayadas aparecen así en el texto original):

«¿Quién tenía la razón en este lastimoso asunto: el P. Fuentes, la Curia Diocesana de Coímbra, la Hermana Lucía? Quisiéramos explicarnos, dando nuestra modesta opinión:

1.º Lo que dice el P. Fuentes en el texto genuino de su conferencia a la comunidad religiosa mejicana en Diciembre de 1957 [rectius, 22 de Mayo de 1958], responde ciertamente en lo esencial a lo oído a la Hermana Lucía en la visita. Porque, aunque esté mezclado con consideraciones oratorias del predicador, aunque esté arreglado literariamente, esos textos no dicen nada que la Hermana Lucía no ha dicho en sus numerosos escritos hechos públicos. Tal vez el defecto principal consista en haber presentado esos textos en boca literalmente de Lucía, y expresa y formalmente como “un mensaje suyo” al mundo. La Hermana Lucía no tenía esa intención.

2.º El texto genuino, único atribuible al P. Fuentes en justicia, en mi opinión no contiene nada que dé ocasión a la nota condenatoria de Coímbra. Antes al contrario, contiene una doctrina muy apta para edificar piadosamente al pueblo cristiano.

3.º La Curia Diocesana de Coímbra –y, a través de ella, la Hermana Lucía– no han distinguido entre el texto genuino, único atribuible al P. Fuentes en justicia, y esa ingente «Documentación» aludida. Se ha cometido así un error de juicio, confundiéndolo todo en una única y global condena».

Resulta interesante esta conclusión venida de manos del P. Alonso, dado que, en un artículo suyo publicado en el número de 13 de Noviembre de 1967 estampado en la revista mensual Fátima·50 –es decir, poco después de haber recibido la misión del Obispo de Leiría de llevar a cabo una historia crítica de Fátima, encargo que poco después el propio Padre claretiano sustituyó, con la aprobación del Prelado, en el más ambicioso consabido proyecto de edición crítica de todos los documentos relativos a Fátima–, afirmaba lo siguiente (Nota. El texto original portugués lo traducimos al castellano):

«Terminamos nuestro anterior artículo con dos puntos de interrogación: “¿Qué fue hecho del texto manuscrito [del «tercer secreto»] de Lucía? ¿Cuál es su contenido?”

A estas preguntas fueron ya dadas las más extravagantes respuestas. Y se presentaron, como textos auténticos, algunos que no aguantan el más superficial examen de la crítica. Tales fueron, por ejemplo, la conferencia del Rdo. P. Fuentes, (…)».

Si tenemos en cuenta que, entre esta aseveración de 1967 y la opinión que vierte en su opúsculo de 1976, el P. Alonso ha estado examinando e indagando en multitud innumerable de documentos sobre Fátima y ha tenido ocasión de entrevistarse, en el marco de esta labor, con la propia Hermana Lucía, se puede llegar a inferir que, la causa de su cambio de juicio en relación a la conferencia del P. Fuentes, considerándola como una genuina expresión del Mensaje de Fátima (y, por ende, fiel reflejo en lo substancial de la previa conversación del P. Fuentes con la Hermana Lucía), hay que encontrarla justamente en ese ingente trabajo suyo de investigación realizado durante todos esos años intermedios.

De estos mismos años son precisamente una serie de cartas que la Hermana Lucía escribió a distintos correspondientes acerca de la capital importancia de la oración en general, y del rezo del Santo Rosario en particular, como uno de los pilares primordiales del Mensaje de Fátima, y cuyos textos cuadran perfectamente con el contenido de la susodicha conferencia del P. Fuentes. Cinco de esas cartas se presentaron impresas por primera vez (eran inéditas hasta entonces, según se afirma en la Enciclopédia de Fátima, VV. AA., 2007) en la obra Uma vida ao serviço de Fátima. Deus e o Diabo na Quinta do Inferno, una biografía de la Madre Maria José Martins Gomes Rodrigues, S. S. D. (1902-1972) –antigua compañera de Sor Lucía en el Instituto de Santa Dorotea, en Tuy, y con la que guardó amistad desde entonces–, publicada en 1974 por el Dr. Sebastião Martins dos Reis (1913-1984), Canónigo de la Archidiócesis de Évora y gran estudioso de las Apariciones de Fátima. Las cinco cartas se encuentran en el Apéndice V del libro, que lleva por título «Pequeño tratado de la vidente sobre la naturaleza y la recitación del Rosario». Está compuesto de dos cartas dirigidas a Maria Teresa Pereira da Cunha (1906-1988) –impulsora, junto a Maria Teresa Vilas Boas (1914-2014), de los viajes de la Imagen Peregrina de Fátima–, una carta a la referida Madre Martins, y dos extractos de sendas cartas de Lucía a dos de sus tres sobrinos Sacerdotes: José Pereira dos Santos Valinho S. D. B. (1926-2017), Manuel Pereira S. J., y Tomé Pereira dos Santos C. M. F.

La primera carta a Maria Teresa está fechada el 29 de Mayo de 1970. Traducido al castellano, dice así:

«J. M.

Coímbra, 29-5-1970

Querida Maria Teresa:

Pax Christi

Respondo a sus cartas en el día del aniversario de la Ordenación del Santo Padre. Hoy es todo por Su Santidad. Que Nuestra Señora sea la portadora de nuestras pobres y humildes oraciones.

Agradezco sus cartas y los recortes… Me gustó mucho ver cómo ya están reculando… ¡Bendito sea Dios! Y continuamos rezando para que todo se normalice. ¡La lista sobre el “cáncer” es horrible! ¡Cómo los partidarios del demonio trabajan para el mal, y no tienen miedo de nada! ¡Ni de quedar mal colocados, ni de perder! ¡Andan siempre para adelante, con osadía intrépida! ¡¿Y sólo nosotros hemos de acobardarnos?! ¡¿Acaso Dios puede menos que el demonio?! ¡¿O tenemos nosotros menos Fe en Dios y en Su poder?! – Es preciso andar para adelante sin miedo y sin recelo. Dios está con nosotros, y Él ha de vencer.

Dios quiera que la entrevista con el Sr. Arzobispo de Mitilene haya ido bien y que Su Exc.ª no sea uno de los miedosos. Pienso que lo mejor sería hacer las cosas con el conocimiento de Sus Exc.as, pero sin que tomen responsabilidad, (como si no supiesen), esto es, para evitarse el inconveniente de los miedos… Después, en viendo el éxito, entonces ya pueden declararse a tomar parte.

Claro que la parte secular y femenina puede iniciar muchas cosas que su dignidad, en principio, puede dudar. Pero nosotros sabemos que Dios y Nuestra Señora están con nosotros, y, por eso, no tenemos miedo. En caso de que encuentre [usted] dificultades, pienso que podía [usted] decir esto, o presentar el problema bajo este punto de vista: como si no supiesen y se tratase simplemente de iniciativa de mujeres. También fue así como se consiguió iniciar la Peregrinación Mundial de la Imagen Peregrina. Los principios son siempre muy difíciles, por causa de los miedos… Después, éstos se desvanecen. Todos ayudan y toman parte.

En cuanto a lo que me dice del Sacerdote que está en Fátima, pienso también que no debe tener miedo. Nosotros debemos poner nuestra confianza en Dios y en la protección de Nuestra Señora. Nosotros somos apenas instrumentos muy débiles en Sus Manos, y de que Ellos se sirven para Su Gloria; pero no debe el miedo impedirnos de servir para lo que Ellos quisieren.

Pienso que no ha de ser nada difícil conseguir que el Santo Padre, en Televisión, rece el Rosario con el Mundo. Después de todo bien organizado, ya se ve. ¡¿Y si fuese en Fátima?! – ¡Vamos a trabajar, y yo aquí, en mi convento, a rezar!

Un grande abrazo de siempre dedicado y en unión de oraciones.

Hermana Lucía, i.c.d.

P.S. – Tal vez ese Sr. Padre, de quien me habla [usted] en su carta, pudiese iniciar, en Rusia, el rezo del Rosario, escribiendo al Patriarca de Moscú».

La segunda carta de la Hermana Lucía a esta señora data de 4 de Diciembre del mismo año, y su texto trasladado al castellano es el siguiente:

«J. M.

Coímbra, 4 de Diciembre de 1970

Querida Maria Teresa,

Pax Christi,

Nuestra Madre recibió su carta y pide disculpas de no responder personalmente; pero no le es posible en este momento, en que está con tanto que hacer por causa de la próxima fundación del nuevo Carmelo de Braga. Por este motivo, me entregó la carta para que responda yo. Es lo que vengo a hacer.

Nuestra Madre no puede dar la licencia que Maria Teresa desea. Pero también no es necesaria. Yo no debo ni puedo ponerme en evidencia. Debo permanecer en silencio, en oración y en penitencia. Es la manera como mejor puedo y debo auxiliar. Es preciso que todo el apostolado tenga, como base, este fundamento; y ésta es la parte que el Señor escogió para mí; orar y sacrificarme por los que luchan y trabajan en la viña del Señor y por la extensión de su Reino.

Es por este motivo que mi nombre no debe aparecer. En vez de él, es mucho más eficaz que se sirva del Nombre de Nuestra Señora, sugiriendo el movimiento como “Cumplimiento” del Mensaje, presentando como argumento la insistencia con que Nuestra Señora pidió y recomendó que se rece el Rosario todos los días, repitiendo lo mismo en todas las Apariciones, como que previniéndonos para que, en estos tiempos de desorientación diabólica, no nos dejemos engañar por falsas doctrinas, disminuyendo en la elevación de nuestra alma para Dios, por medio de la oración.

Por cierto, no es preciso rezar el Rosario durante la celebración del Santo Sacrificio de la Misa: tiempo debe haber para la Santa Misa y tiempo para rezar el Rosario: Podemos y debemos tomar parte en una cosa sin dejar la otra. El Rosario es, para la mayoría de las almas que viven en el mundo, como el pan espiritual de cada día; y privarlas o quitarles esta oración, esto es disminuir en los espíritus el aprecio y la buena fe con que la rezaban; es, en la parte espiritual, lo mismo o más todavía, tanto más cuanto la parte espiritual es superior a la material, digo, es como si en la parte material privasen a las personas del pan necesario a la vida física.

Infelizmente, el pueblo, en su mayoría, en materia religiosa, es ignorante y se deja arrastrar por donde lo llevan. De ahí, la grande responsabilidad de quien tiene a su cargo conducirlo; y todos nosotros somos conductores unos de otros, porque todos tenemos el deber de ayudarnos mutuamente, y andar por el buen camino.

Además de lo que tengo dicho, será bueno que la oración del Rosario se dé en un sentido más real que aquél que se le tiene dado, hasta aquí, de simple oración “mariana”. Todas las oraciones que rezamos en el Rosario son oraciones que hacen parte de la Sagrada Liturgia; y, más que una oración dirigida a María, es dirigida a Dios:

– El Padrenuestro nos fue enseñado por Jesucristo, diciendo: “Rezad, pues, así: Padre Nuestro, que estáis en los Cielos…”

– “Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo…”, es el himno que cantaron los Ángeles enviados por Dios para anunciar el nacimiento de Su Verbo, Dios hecho hombre.

– El Avemaría, bien comprendida, no es menos una oración dirigida a Dios: “Ave, Maria, gratia plena, Dominus tecum”: Yo te saludo, María, ¡porque contigo está el Señor! Estas palabras son, con certeza, dictadas por el Padre al Ángel, cuando lo envió a la Tierra, para que con ellas saludase a María. ¡Sí! El Ángel vino a decir a María que ella era llena de Gracia no por ella, ¡sino porque con ella estaba el Señor!

– “Bendita sois vos entre las mujeres y Bendito es el fruto de vuestro vientre, Jesús”: Estas palabras, con que Isabel saludó a María, le fueron dictadas por el Espíritu Santo, nos dice el Evangelista: “Al oír Isabel el saludo de María,… quedó llena del Espíritu Santo. Irguiendo la voz, exclamó: Bendita eres tú entre las mujeres y Bendito es el fruto de tu vientre”. ¡Sí! ¡Porque ese fruto es Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre!

Así, esta salutación es una loa a Dios: Es bendita entre las mujeres, porque es Bendito el fruto de tu vientre; es porque tú eres la Madre de Dios hecho hombre, en Ti adoramos a Dios como en el primer Sagrario, en el cual el Padre encerró a Su Verbo; como primer Altar, tu Regazo; primera Custodia, tus brazos, ¡delante de los cuales se arrodillaron los Ángeles, los pastores y los reyes, para adorar al Hijo de Dios hecho hombre! Y porque tú, oh María, eres el primer Templo vivo de la Santísima Trinidad, donde mora el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo extenderá sobre ti Su sombra. Por eso mismo es que el Santo, que va a nacer, ha de llamarse Hijo de Dios” (Lc. 1, 35). Y, ya que es un Sagrario, una Custodia, un Templo vivo, morada permanente de la Santísima Trinidad, Madre de Dios y Madre nuestra, “ruega por nosotros, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

¡¿Quién podrá negar que esto es una oración y un honor dirigido a Dios?! ¡¿Será más que, para dirigir a Dios nuestras loas, nuestras adoraciones, las súplicas, nos arrodillemos delante de altares de madera, piedra o metal, o de custodias doradas, insensibles, incapaces de rogar por nosotros?!

Cierto es que San Pablo dice que hay un solo Mediador junto al Padre. ¡Sí! Como Dios, hay uno solo, que es Jesucristo. Mas el mismo Apóstol pide que rueguen por él y recomienda que roguemos unos por los otros. ¡¿Podría, entonces, el Apóstol no creer que la oración de María no fuese tan agradable a Dios como la nuestra?! ¡Es la desorientación diabólica que invade el mundo y engaña a las almas! Es preciso hacerle frente; y para eso puede servirse de lo que aquí le digo. Pero como cosa suya, sin decir mi nombre; como cosa que le sale al correr de la pluma. Y, en verdad, suya es, porque, en calidad de miembros que somos del Cuerpo Místico de Cristo, todo es nuestro, porque todo es de la Cabeza, Cristo Jesús.

Y quedo en mi lugar, rezando por usted, por todos aquéllos que con usted van a trabajar, para que sea una campaña que dé mucha gloria a Dios, lleve mucha luz y gracia a las almas, paz a la Santa Iglesia y al mundo ensangrentado en guerras.

Tal vez también fuese bueno presentar la campaña, no sólo como cumplimiento del Mensaje, sino también como campaña de oración y penitencia por la paz del Mundo, de la Santa Iglesia y de Portugal en las Provincias Ultramarinas. Y que Portugal, que es tan devoto de la Eucaristía y de María, sea el primero en reconocer que la oración del Rosario no es solamente una oración Mariana, sino también Eucarística. Y, por eso, nada debe impedir que se pueda rezar delante del Santísimo Sacramento. En prueba de esto está que el Santo Padre Pío XI había concedido indulgencia plenaria a quien rezase el Rosario delante del Santísimo; y recientemente fue de nuevo concedida la misma indulgencia por Su Santidad Pablo VI.

¡Es, pues, preciso rezar el Rosario, en las Ciudades, en las Villas y en las Aldeas, por las calles, por los caminos, de viaje o en casa, en las iglesias y capillas! Es la oración accesible a todos, y que todos pueden y deben rezar. Hay muchos que diariamente no asisten a la oración litúrgica de la Santa Misa; si no rezan el Rosario, ¡¿qué oración hacen?! Y, sin oración, ¡¿quién se salvará?! “Vigilad y orad para que no entrareis en tentación”.

Es preciso, pues, orar, y orar siempre. Esto es, que todas nuestras actividades y trabajos sean acompañados de un grande espíritu de oración, porque es en la oración que el alma se encuentra con Dios; y es en ese encuentro que se recibe gracia y fuerza, aun incluso cuando ella es acompañada de distracciones. Ella lleva siempre a las almas un aumento de Fe, aunque no sea más que la recordación momentánea de los misterios de nuestra Redención, recordando el Nacimiento, Muerte y Resurrección de nuestro Salvador; y Dios sabrá descontar y perdonar lo que toca a la humana flaqueza, ignorancia y poquedad.

En cuanto a la repetición de las Avemarías, no es, como quieren hacer creer que sea, una cosa anticuada. Todas las cosas que existen y fueron creadas por Dios se mantienen y conservan por medio de la repetición, continuada siempre, de los mismos actos. ¡Y aun así a nadie se le ocurre llamar anticuado al Sol, Luna, estrellas, aves y plantas, etc., porque giran, viven y brotan siempre del mismo modo! ¡Y son mucho más antiguos que el rezo del Rosario! Para Dios, nada es antiguo. San Juan dice que los bienaventurados, en el Cielo, cantan un cántico nuevo, repitiendo siempre: ¡Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos! Es nuevo, porque, en la luz de Dios, ¡todo aparece con nuevo brillo!

Un grande abrazo de siempre en unión de oraciones.

Hermana Lucía

i.c.d.»

Por su parte, la carta a la Madre Maria José Martins es de fecha 16 de Septiembre de 1970, y vertida a la lengua castellana reza así:

«J. M. J. T.

Coímbra, 16-9-1970

Querida Madre Martins:

Pax Christi

Recibí su carta, que agradezco mucho. Hace mucho que no recibía sus noticias; y no sabía bien como se encontraba de salud, ni como había quedado después de la operación. Por lo que me dice, ¡veo que debió quedar sufriendo bastante! Es la penitencia que el Señor ahora le pide; y éstas, que Él nos envía, son las más costosas. Pero también son las que más nos unen con Él, que fue el Mártir de los Dolores.

Yo también no he pasado allá muy bien del corazón, de la vista, etc.; pero es preciso quien complete en sí lo que falta a la Pasión de Cristo. Es preciso que Sus miembros sean uno con Él, por el dolor físico y por la angustia moral… ¡Pobre Señor, que nos salvó con tanto amor, y tan poco comprendido es! ¡Tan poco amado! ¡Tan mal servido! ¡Es doloroso ver tanta desorientación, y en tantas personas que ocupan lugares de responsabilidad!…

Tenemos nosotros, tanto cuanto nos sea posible, que procurar reparar, por una unión cada más íntima con el Señor, identificarnos con Él, para que Él sea, en nosotros, la luz del mundo sumergido en las tinieblas del error, de la inmoralidad y del orgullo. ¡Me da pena ver lo que me dice, de lo que también ya por ahí se pasa!

… Es que el demonio ha conseguido infiltrar el mal, con capa de bien, y andan ciegos guiando a otros ciegos, como nos dice el Señor en su Evangelio; y las almas se van dejando iludir.

De buena voluntad me sacrifico, y ofrezco a Dios la vida; por la paz de Su Iglesia, por los Sacerdotes y por todas las almas consagradas, ¡sobre todo por aquéllas que andan tan iludidas y tan descarriadas! Por nuestros Hermanos separados: Que Dios a todos dé luz y los traiga al buen camino, – al camino de la Verdad, que es Jesucristo.

¡En cuanto a lo que me dice del rezo del Rosario es una grande pena! Porque la oración del Rosario o Tercio es, después de la Sagrada Liturgia Eucarística, la que más nos une con Dios, por la riqueza de las oraciones de que se compone, todas ellas venidas del Cielo, dictadas por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo.

El Gloria, que rezamos en todos los misterios, fue dictado por el Padre a los Ángeles, cuando los envió a cantarlo junto a Su Verbo recién nacido, y es un himno a la Trinidad.

El Padrenuestro nos fue dictado por el Hijo, y es una oración dirigida al Padre. El Avemaría está, toda ella, impregnada del sentido Trinitario y Eucarístico: las primeras [palabras] fueron dictadas por el Padre al Ángel, cuando Lo envió a anunciar el misterio de la Encarnación del Verbo.

“Ave María, llena de gracia, el Señor está contigo”: sois llena de gracia porque en Ti reside la fuente de la misma Gracia. Es por Tu unión con la Santísima Trinidad que Tú eres llena de gracia.

Movida por el Espíritu Santo, dice Santa Isabel: “Bendita sois Vos, entre las mujeres, y bendito es el fruto de vuestro vientre, Jesús”: Si sois bendita, es porque es bendito el fruto de vuestro vientre, Jesús.

La Iglesia, también movida por el Espíritu Santo, acrecentó: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”: Esto es también una oración dirigida a Dios a través de María: Porque sois Madre de Dios, ruega por nosotros.

Es oración trinitaria, sí, porque María fue el primer Templo vivo de la Santísima Trinidad: “El Espíritu Santo descenderá sobre Ti, – El Padre Te cubrirá con Su sombra, – Y el Hijo, que de Ti naciere, será llamado el Hijo del Altísimo”. María es el primer Sagrario vivo donde el Padre encerró a Su Verbo. Su Corazón Inmaculado es la primera custodia que Lo guardó. Su regazo y sus brazos fueron el primer altar y el primer trono sobre el cual el Hijo de Dios, hecho hombre, fue adorado. – Ahí lo adoraron los Ángeles, los Pastores y los sabios de la Tierra. María es la primera que tomó en Sus manos, puras e inmaculadas, al Hijo de Dios; lo condujo al Templo, para ofrecerLo al Padre, como víctima por la salvación del mundo.

Así, la oración del Rosario es, después de la Sagrada Liturgia Eucarística, la que más nos introduce en el misterio íntimo de la Santísima Trinidad y de la Eucaristía; la que más nos trae al espíritu los misterios de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad. Ella es el pan espiritual de las almas; quien no ora, languidece y muere. Es en la oración que nos encontramos con Dios, y es en ese encuentro que Él nos comunica la Fe, la Esperanza y la Caridad: virtudes éstas sin las cuales no nos salvaremos.

El Rosario es la oración de los pobres y de los ricos, de los sabios y de los ignorantes; quitar a las almas esta devoción, es quitarles el pan espiritual de cada día. El Rosario es lo que sustenta la pequeñita llama de la Fe que aún no se ha apagado del todo en muchas conciencias. Incluso para aquellas almas que rezan sin meditar, el simple acto de tomar el Rosario para rezar es ya un recordatorio de Dios, de lo sobrenatural. La simple recordación de los misterios, en cada decena, es más un rayo de luz para sustentar, en las almas, la mecha que aún humea.

¡Por eso el Demonio le tiene hecha tanta guerra! ¡Y lo peor es que ha conseguido iludir y engañar a las almas llenas de responsabilidad por el lugar que ocupan!… ¡Son ciegos guiando a otros ciegos!… ¡Y quieren apoyarse en el Concilio! Y no ven que el Sagrado Concilio ordenó que se conserven todas las prácticas que en el transcurrir de los años se vienen practicando en honra de la Inmaculada Virgen Madre de Dios; y que la oración del Santo Rosario o Tercio es una de las principales a que, de cara a lo ordenado por el Sagrado Concilio y por el Sumo Pontífice, estamos obligados; esto es, debemos conservar. Yo tengo una grande esperanza: que no vendrá lejos el día en que la oración del Santo Rosario y Tercio sean declaradas oración litúrgica. Sí, porque toda ella hace parte de la Sagrada Liturgia Eucarística. Oremos, trabajemos, sacrifiquémonos y confiemos en que – ¡“Por Fin, Mi Inmaculado Corazón Triunfará”!

Adiós, mi querida Hermana. Aún está acá la imagen del Niño Jesús que pertenece a la iglesia del Santo Nombre de Dios. Cuando quisiere, puede venir a buscarla.

Un grande abrazo para la querida Madre Cunha Matos y para usted, de siempre en unión de oraciones.

No conozco el libro de que me habla.

Hermana Lucía i.c.d.»

Finalmente, como dijimos, el Dr. Martins dos Reis trae a colación dos extractos de cartas dirigidas por separado a distintos sobrinos Sacerdotes de la Vidente de Fátima, sin especificar a cuáles de ellos van destinadas. En una, fechada el 29 de Diciembre de 1969, reproduce los siguientes pasajes que nosotros recogemos traducidos:

«… Lo que algunos desorientados han propalado contra el rezo del Rosario es falso. Más antiguo que el rezo del Rosario es la luz del Sol, y ellos no quieren dejar de beneficiarse de su brillo y calor; más antiguos son los Salmos, y ellos, así como las oraciones que constituyen el Rosario, hacen parte de la Sagrada Liturgia.

La repetición de los Avemaría, Padrenuestro y Gloria, es una cadena que nos eleva hasta Dios y a Él nos prende, dándonos la participación de Su Vida divina en nosotros, – como la repetición de los pedacitos de pan, de que nos alimentamos, nos sustenta la vida natural; ¡y no llamamos a eso cosa anticuada!

¡La desorientación es diabólica! No se deje engañar».

El extracto de la otra carta –quizá, por su contexto, dirigida, o bien al Sacerdote claretiano Tomé Pereira, quien fue destinado como Misionero a Santo Tomé y Príncipe, o bien al Sacerdote jesuita Manuel Pereira, destinado también como Misionero a Mozambique–, la cual lleva por fecha 4 de Abril de 1970, dice así traducido:

«… ¡Que ese su apostolado, así como el de todos nuestros hermanos y hermanas Misioneros, sea para las almas la luz de la Fe, que las guíe por el camino de la Verdad, de la Esperanza y del Amor! – Aquella luz de que nos habla el Señor en su Evangelio: “Vosotros sois la luz del mundo y la sal de la Tierra”.

Es preciso, para esto, no dejarse arrastrar por las doctrinas de los desorientados contestadores… La campaña es diabólica. Necesitamos hacerle frente, sin meternos en conflictos: – ¡Decir a las almas que ahora, más que nunca, necesitamos orar por nosotros y por los que están contra nosotros!

Necesitamos rezar el Rosario todos los días. Es la oración que Nuestra Señora más recomendó, ¡como previniéndonos para estos días de campaña diabólica en contra! Sabe el demonio que es por la oración que hemos de salvarnos; y ármale la campaña en contra, para perdernos. Ahora que va a comenzar el mes de Mayo, rece con el pueblo el Rosario todos los días. No tenga recelo de exponer el Santísimo y rezar en Su presencia el Rosario.

Es falso lo que dicen, de que no es litúrgico: las oraciones del Rosario, todas ellas hacen parte de la Santa Liturgia; y, si no desagradan a Dios cuando las rezamos celebrando el Santo Sacrificio, también no Le desagradan si las rezamos en Su presencia, cuando está expuesto a nuestra adoración. Al contrario, es la oración que más Le agrada, porque es aquélla con que mejor Lo loamos.

“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”, – es la oración dictada por el Padre a los Ángeles, para cantarla ellos junto al Pesebre del Verbo hecho hombre: “Gloria a Dios…”. “Padre Nuestro, que estáis en el Cielo…”: la oración enseñada por Jesucristo a la Humanidad; “Cuando quisiereis orar, decid: Padre Nuestro, que estáis en el Cielo…”. Y el Avemaría ¿qué es sino una loa y una prez dirigida a Dios? – “Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo”: como si dijésemos: Yo te saludo, María, no por Ti sino por el Señor que está contigo, por el Señor que en Ti habita y Te escoge para Santuario vivo donde encerró a Su Verbo, ¡Dios y Hombre verdadero! Me arrodillo en Tu presencia, ¡porque Tú eres el primer Templo vivo habitado por la Santísima Trinidad! Bendito el fruto de Tu vientre, porque ese Fruto es Jesús, Hijo de Dios. En Ti Lo adoro, como en el Sagrario; loo, como en la Hostia, ¡de la que Tú eres la Custodia! Y ya que Tú eres una custodia viva, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

¿Qué oración más Eucarística podremos rezar nosotros, si le damos el verdadero sentido? No es rezar para nada, ni repetir en vano las mismas palabras. El Evangelista nos dice que Jesucristo, en el Jardín de los Olivos, oró al Padre durante tres horas, repitiendo siempre las mismas palabras: “¡Padre! Si es posible, aparta de mí este cáliz; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya”.

Ahora bien, durante el rezo del Rosario, no estamos tres horas repitiendo las mismas palabras. Y, después de todo, Dios, Creador de todo cuanto existe, ordenó que todos los seres creados se conserven mediante una repetición continua de los mismos actos, movimientos y sones: los astros giran siempre del mismo modo; la Tierra en torno del mismo eje; el Sol incide su luz y sus rayos del mismo modo; las plantas brotan, dan flores y frutos, cada una según su especie, todos los años del mismo modo, etc.; y así todos los demás seres que existen. Nosotros mismos vivimos, respiramos y aspiramos, repitiendo siempre el mismo funcionamiento orgánico. Y así todo lo demás. ¡Y a ninguno se le ocurrió aún decir que es una manera de vivir anticuada! ¡¿Por qué entonces lo ha de ser la oración que Dios nos enseñó y tanto nos ha recomendado?!

Es fácil ver aquí el ardid del demonio y de sus secuaces, que quieren apartar a las almas de Dios, apartándolas de la oración. Es en la oración que las almas se encuentran con Dios, y es en ese encuentro que Dios se da a las almas, comunicándoles sus gracias, sus luces y sus dones. ¡Por eso le hacen tanta guerra! No se deje engañar. Elucide a las almas que le están confiadas, y rece con ellas el Rosario, todos los días; récelo en la iglesia, en las calles, en los caminos y en las plazas. Si le fuere posible, recorra las calles, rezando y cantando el Rosario con el pueblo; y termine, en la iglesia, dando la bendición con el Santísimo. Esto, en espíritu de oración y penitencia, pidiendo la paz para la Iglesia, para nuestras Provincias Ultramarinas y para el mundo.

Estoy segura de que, si hiciere [usted] un llamamiento así en este sentido, las almas lo siguen y van de buena voluntad, porque las ovejas siguen a su pastor cuando él las sabe guiar y conducir por el buen camino.

Supongo que tiene conocimiento de que, aún hace poco, el Santo Padre concedió indulgencia plenaria a todos los que rezaren el Rosario delante del Santísimo.

Hermana Lucía del Corazón Inmaculado».

En 1971 el Carmelo de Coímbra confeccionó y difundió una hoja impresa con unos pequeños comentarios que acompañaban a cada una de las apelaciones al rezo del Rosario que la Santísima Virgen formuló a los tres Pastorcitos en las seis Apariciones de Mayo a Octubre de 1917. Llevaba el imprimatur del Obispo de Fátima con fecha 13 de Mayo de 1971, y, aunque apareció anónima, sin duda fue redactada por Sor Lucía, recogiendo en ella las mismas recurrentes ideas que hemos ido viendo en sus cartas personales. El texto de esa hoja impresa también aparece transcrito en el susodicho Apéndice V del citado libro de Martins dos Reis, bajo el título «El Mensaje de Nuestra Señora de Fátima: el Rosario diario». A su vez, esta obra culmina con otro Apéndice VI que contiene una carta de Sor Lucía a la Madre Martins, de Diciembre de 1971, que aparecía copiada en medio de otra carta de Enero de 1972 que dicha Madre dirigió –poco antes de su muerte el 21 de Abril siguiente– al autor del libro. Por desgracia, no hemos podido tener acceso al texto original portugués del pequeño tratado de Sor Lucía sobre el Rosario ni al de la carta que envió a Maria José Martins.

En compensación traemos, sobre esta misma cuestión de la importancia del rezo del Rosario, otra misiva que Sor Lucía dirigió a su sobrino el Sacerdote salesiano José Valinho, y que es también de esa misma época pues está datada el 13 de Abril de 1971. Tomamos prestada la traducción que, con licencia eclesiástica, y el visto bueno del propio P. Valinho, ha sido realizada y distribuida desde Nueva España por el Sr. Carlos Ramos a partir de la copia del texto original que se viene difundiendo desde el Monasterio de Santa Clara (en Andover, Massachusetts), a una de cuyas Hermanas el propio P. Valinho le había mostrado el texto de la carta manuscrita. Dice así:

«Coímbra, Portugal, 13 de Abril de 1971

Pax Christi

Querido Padre Valinho:

Veo en su carta lo preocupado que se encuentra por la desorientación de los tiempos actuales. Es una verdadera lástima que tantos se dejen dominar por la ola diabólica que envuelve al mundo, y tan ciegos están que no ven el error.

Pues el principal error es que abandonaron la oración, apartándose de Dios, y sin Dios adolecen de todo, porque “sin mí nada podéis” (Juan 15, 5).

Así pues, lo que más le recomiendo es que se acerque al Sagrario a orar. Allí encontrará la luz, la fuerza y la gracia que necesita para mantenerse firme y comunicarlas a los demás. Guíe a aquéllos bajo su cuidado con humildad, con suavidad y, al mismo tiempo, con firmeza; porque, sobre todo los superiores, tienen el deber de mantener la verdad en su lugar, con serenidad, con justicia y con caridad.

Para esto es preciso orar cada vez más, acercarse a Dios, tratar con Dios todos los asuntos, antes de tratarlos con las criaturas.

Siga este camino y verá cómo ante el Sagrario encontrará más ciencia, más luz, más fuerza, más gracia y más virtud que nunca podrá encontrar en los libros, en los estudios ni junto a criatura alguna. No dé nunca por perdido el tiempo dedicado a la oración, y verá cómo Dios le comunica la luz, la fuerza y la gracia que necesita para hacer todo lo que Él quiere de usted.

Y esto es lo que importa: hacer la voluntad de Dios, estar donde Él quiere que estemos y hacer lo que nos pida. Pero siempre con espíritu de humildad, seguros de que por nosotros mismos nada somos, y que es el mismo Dios quien trabaja en nosotros y a través de nosotros para realizar Su obra.

Para eso, necesitamos todos intensificar nuestra vida íntima de unión con Dios, y esto sólo se consigue por medio de la oración. ¡Que nos falte tiempo para todo, menos para la oración, y verá cómo luego en menos tiempo hará más!

Todos nosotros, pero especialmente un Superior, sin oración, o que habitualmente sacrifica la oración por las cosas materiales, es como una caña hueca y resquebrajada que sólo sirve para batir claras de huevo, levantando castillos de espuma que, sin azúcar que los sostengan, enseguida se deshacen convirtiéndose en agua podrida. Por eso dijo Jesucristo: “Vosotros sois la sal de la Tierra, pero si la sal pierde su sabor ya no sirve sino para tirarla”. Y, como esta fuerza sólo de Dios podemos recibirla, necesitamos acercarnos a Él, para que Él nos la comunique; y este acercamiento sólo se realiza por medio de la oración, que es donde el alma se encuentra directamente con Dios.

Recomiende esto a todos sus hermanos y que experimenten. Después me dirá si estoy en la razón. Estoy convencida de que la falta de oración es el peor mal del mundo actual y la causa de la defección de tantas almas consagradas: se apartaron de Dios, y sin Dios resbalamos y caemos. Astuto es el demonio para saber cuál es el lado flaco y por dónde ha de atacarnos. Si no estamos atentos y no nos prevenimos con la fuerza de Dios, sucumbiremos; porque los tiempos están muy malos y nosotros somos muy débiles; sólo la fuerza de Dios puede mantenernos firmes.

Tómelo todo con calma, confiando siempre en Dios, y Él hará todo lo que nosotros no podemos y proveerá en nuestra insuficiencia.

Siempre en gran unión de oraciones y sacrificios junto al Señor.

Hermana Lucía dos Santos, I. C. D.»

Del mismo tenor que todas las anteriores, es otra carta de Sor Lucía, fechada el 26 de Noviembre de 1970, destinada al Sacerdote italiano Umberto M.ª Pasquale, S. D. B. (1906-1985), con el que la Vidente venía teniendo una fluida relación epistolar desde la década de los cuarenta. Conocemos su contenido por las versiones que de ella se han hecho en otras lenguas, pero no nos consta que haya sido publicada en su original portugués. Como apuntábamos en nuestro anterior primer artículo acerca de los Archivos concernientes a Fátima, grandes y prometedoras esperanzas están puestas en que, dentro del actual marco de promoción de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios Sor Lucía, puedan surgir del Carmelo de Coímbra en un futuro próximo nuevas publicaciones de la correspondencia de la Vidente de Fátima que arrojen una mayor luz sobre su pensamiento, y, por ende, de todo lo relacionado con el Mensaje de Fátima. Mientras tanto, deberemos contentarnos, como hemos hecho aquí, con las escasas muestras aisladas que, del rico epistolario de la Vidente, se encuentran impresas aquí y allá en distintas publicaciones, no pocas de las cuales, huelga decirlo, son de difícil disposición hoy día.

Félix M.ª Martín Antoniano      

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