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Así se escribe un 'paper' falso. La estafa intelectual más increíble de nuestro tiempo
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Así se escribe un 'paper' falso. La estafa intelectual más increíble de nuestro tiempo

Tres investigadores publican siete artículos sobre racismo, feminismo y teorías de género. Al final, como en el escándalo Sokal, todo era una broma

Foto: La Universidad de Duke, epicentro del caso. (iStock)
La Universidad de Duke, epicentro del caso. (iStock)

Si hay algo que define nuestra época es la proliferación de estudios científicos sobre asuntos tan candentes como el racismo, la sexualidad o el género. Debido al gran interés social que suscitan y a los largos debates que surgen en las redes, muchos intelectuales deciden subirse al carro y aprovechar el tirón de estos temas para relanzar su carrera, figurar o aprovecharse económicamente. Una realidad cada vez más evidente y que no debería hacer ninguna gracia a las personas que sufren la discriminación en sus propias carnes.

A continuación, tres ejemplos: “Reacciones humanas a la cultura de la violación y la performatividad queer en parques urbanos para perros en Portland, Oregon.” “¿Quiénes son ellos para juzgar? Superar la antropometría y avanzar hacia un marco para el culturismo gordo”. “Entrar por la puerta de atrás: un reto para los heterosexuales masculinos frente a la homohisteria y la transfobia a través del uso de juguetes sexuales penetrantes receptivos”. Estos pomposos y delirantes títulos, a pesar de parecer salidos de un episodio de 'Los Simpsons' o de una novela posmoderna, fueron publicados en revistas británicas tan prestigiosas como 'Gender, Place & Culture', 'Fat Studies', o 'Sexuality & Culture', respectivamente. ¿Sus autores? Helen Pluckrose, James A. Lidnsay y Peter Boghossian, tres investigadores del Reino Unido que decidieron repetir el escándalo Sokal a niveles macro. Su propósito, colar siete estudios falsos en las principales revistas académicas del país.

¿Por qué hicimos esto? Porque somos racistas, sexistas, misóginos, homófobos, transfóbicos, antropocéntricos y privilegiados

Pero, ¿qué es lo que contienen estos artículos? En el de los perros, calificado como “excelente” por el tribunal y alabado por sus revisores, su tesis se define tal que así: “Los parques para perros son espacios propicios para la violación y un lugar de cultura de la violación canina y opresión sistémica contra el perro a través del cual se pueden medir las actitudes humanas hacia estos problemas. Esto nos da una idea de cómo podemos entrenar a los hombres para que abandonen la violencia sexual y el machismo hacia los que están inclinados”. Desternillante.

placeholder Captura de pantalla de la ficha del artículo. ('Areo Magazine')
Captura de pantalla de la ficha del artículo. ('Areo Magazine')

“Las normas culturales opresivas hacen que la sociedad valore mucho más tener músculos, en vez de admirar la grasa. El culturismo podría salir beneficiado al incluir cuerpos obesos expuestos de una forma no competitiva”, según reza otra tesis. Pero el más divertido es el que va expresamente sobre dildos: “Es muy extraño que los hombres se autopenetren con juguetes sexuales. Esto puede deberse al miedo a ser considerados homosexuales ("homohisteria") o transexual ("transfobia"). En el estudio se combinan estas ideas en un nuevo concepto, 'transhisteria', sugerido por uno de los revisores del artículo. Si se les alienta a practicar la penetración anal receptiva disminuirá su transfobia y aumentarán sus creencias feministas”.

placeholder Homohisteria, transfobia, transhisteria. ('Areo Magazine')
Homohisteria, transfobia, transhisteria. ('Areo Magazine')

Pero eso no es todo. Pluckrose, Lindsey y Boghossian realizaron hasta siete artículos. Otro de los más sugerentes es el titulado 'Reuniones lunares y el sentido de una comunidad de hermanas: una representación poética de la espiritualidad feminista', el cual carece de tesis y consiste en “un monólogo poético de una feminista amargada y divorciada, con reflexiones autoetnográficas sobre la sexualidad y espiritualidad femenina”. Más sobre feminismo: 'Tu lucha es mi lucha: solidaridad feminista como una respuesta cruzada al feminismo neoliberal y selectivo', en el que se contienen fragmentos del 'Mein Kampf' de Hitler reescritos con neolengua feminista para así entroncar con la perspectiva de género. Pero, ¿a qué se debe todo esto? ¿Por qué dichos estudios?

Los "discursos de quejas" no son rigurosos, además victimizan, politizan y agitan el discurso social

Nueva York, 1996. Un profesor de física llamado Alan Sokal publica en la revista 'Social Text' un artículo sobre estudios culturales de la posmodernidad llamado 'Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica'. Dicho trabajo, especialmente denso a juzgar solo por su título, se convirtió en un gran éxito. El mismo día de su publicación Sokal pasaría a la historia por reconocer que no entendía nada de lo que había escrito y que se trataba de un engaño. Así, él mismo lo definió como “un pastiche de jerga posmoderna, referencias serviles, citas grandiosas fuera de contexto y un rotundo sinsentido que se apoyaba en las citas más estúpidas que se pueden encontrar sobre matemáticas y física”.

Foto: Valencia cuenta con semáforos paritarios. (Efe/Juan Carlos Cárdenas) Opinión

Jaque al 'intelectualismo progre'

Evidentemente, no sentó nada bien a la Universidad de Duke, la entidad que editaba 'Social Text'. La tesis de Sokal, demostrar algo tan absurdo como que la física cuántica no es más que una construcción social. El propósito del profesor consistía en hacer palpable la dejadez editorial de las revistas de izquierda del momento y ponerlas en jaque. Con su peculiar 'performance académica' dio a entender que ni siquiera había una intención real de revisar los artículos, tan solo se necesitaba usar la jerga adecuada y citar a los más eminentes popes del momento. Un año más tarde, Sokal daría el golpe definitivo a los dinosaurios intelectuales de la época con la publicación de su obra 'Imposturas intelectuales' junto al físico Jean Bricmont. En ella, critican a destajo a autores intocables como Lacan, Baudrillard o Deleuze por su apropiación de la terminología físico-matemática en conceptos usados fuera de contexto para dar la apariencia de un mayor nivel intelectual a sus lectores sin preocuparse por el sentido intrínseco de los textos.

Los académicos presionan cada vez más a los estudiantes para que apoyen su cosmovisión

Volviendo al presente, Pluckrose y su equipo repitieron la hazaña de Sokal para denunciar “los estudios de quejas”, algo que “está corrompiendo la investigación científica”. Este tipo de trabajos, según ellos, son propuestos por encargo por áreas académicas organizadas alrededor de ciertos grupos de víctimas para politizar el discurso social. “Los estudios basados en la atención a quejas de grupos sociales se han normalizado en su falta a la verdad, y sus académicos cada vez presionan más a estudiantes para que apoyen su cosmovisión, declaran Pluckrose, Lindsey y Boghossian, a través de un artículo a modo de confesión publicado en la revista 'Aeron'. “Esta visión del mundo no es científica, y mucho menos rigurosa. Para muchos, este problema se ha vuelto cada vez más obvio, pero faltan pruebas sólidas”.

Foto: El periodista explica que la mayor parte de noticias estaban ilustradas con fotografías como esta. (iStock)

"Liberales concienciados"

Los investigadores llamaron a estos artículos “estudios sobre quejas”, en base a “su objetivo común de problematizar en detalle aspectos de la cultura para intentar diagnosticar desequilibrios de poder entre los individuos y la opresión de las identidades”. De esta forma, publicaron las siete investigaciones en las principales revistas sobre sociología del país que como en el caso de Sokal, “estaban influidas por ideología izquierdista”, todo lo contrario a sus autores, quienes se definen como “liberales concienciados con la justicia social”.

Estos estudios vierten soluciones sociales falsas a un público cada vez más enfermo

Lejos de criticar estas perspectivas emergentes de la izquierda, como el feminismo o el antirracismo, de una forma argumentada, ponen el enfoque en la metodología de la gran cantidad de estudios que se firman y publican en estas revistas. “¿Por qué hicimos esto? Porque somos racistas, sexistas, intolerantes, misóginos, homófobos, transfóbicos, transhistóricos, antropocéntricos, problemáticos, privilegiados, acosadores, de extrema derecha, cisheteronormativos y hombres blancos, además de una mujer blanca que estaba demostrando su misoginia abrumadora”. Evidentemente, todo esto entra en el terreno de la ironía, tal y como reconocen justo después: “No. Ninguna de esas cosas se puede aplicar a nosotros. Sin embargo, seremos acusados de todo eso y sabemos por qué”.

Un público cada vez más enfermo

En toda la diana. Pluckrose, Lindsey y Boghossian ven la falta de rigor como el claro enemigo a combatir para detener el constante flujo de discriminaciones a los grupos sociales oprimidos. “Estas investigaciones”, refiriéndose a las publicadas anteriormente por este tipo de revistas, “no persiguen el noble y esencial trabajo liberal de defensa de los derechos civiles; lo corrompen, mientras intercambian sus buenos nombres para seguir vertiendo soluciones sociales falsas a un público que sigue estando cada vez más enfermo. Para que todo el mundo sepa en qué consisten estas injusticias y no lo puedan negar de ninguna forma, es de vital importancia llevar a cabo investigaciones rigurosas. Actualmente, no lo son, y esto da pie a que estos problemas tan graves no sean tenidos en cuenta u observados con la atención que merecen. Este es un grave problema que nos tendría que preocupar muchísimo, y debemos resolverlo”.

Foto: Hoy en día es virtualmente imposible conocer en profundidad toda la bibliografía sobre un tema concreto. (iStock)

Se desconoce lo que pasará a continuación. Probablemente, Pluckrose, Lidsay y Boghossian serán denunciados por las universidades que publicaron estos artículos y les espere un futuro alejado de la academia. Otra posible consecuencia es que la institución afectada use la espiral del silencio como respuesta e intente por todos los medios que este suceso se olvide lo antes posible. "Tendremos problemas laborales y posiblemente acabemos siendo unos parias académicos", declaraban en 'The Washington Post'. A fin de cuentas, vivimos en un mundo extraño en el que el ruido informativo e intelectual es el soberano. Un mundo raro que parece estar lleno de afirmaciones y carente de pruebas.

Si hay algo que define nuestra época es la proliferación de estudios científicos sobre asuntos tan candentes como el racismo, la sexualidad o el género. Debido al gran interés social que suscitan y a los largos debates que surgen en las redes, muchos intelectuales deciden subirse al carro y aprovechar el tirón de estos temas para relanzar su carrera, figurar o aprovecharse económicamente. Una realidad cada vez más evidente y que no debería hacer ninguna gracia a las personas que sufren la discriminación en sus propias carnes.

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