Sacerdote bendiciendo a soldados rusos en la guerra de Ucrania (fuente)
Al
finalizar de leer un reciente artículo de la Neo-FSSPX en relación
a Rusia
(https://fsspx.news/es/news/rusia-la-guerra-santa-del-patriarca-cirilo-44806),
lo primero que nos viene a la mente es aquella escena donde N. S.
Jesucristo es abofeteado por un sicario del sanedrín, a lo cual
Cristo le responde: “Si he hablado mal, dime en qué. Si no, ¿por
qué me golpeas?”. Pensamos esto porque el artículo de marras,
políticamente correcto (íbamos a decir cobarde, pero, ¿acaso no
decimos eso al decir que es “políticamente correcto”?) se
contenta con ser desdeñoso, pero sin ir al análisis propio de
aquello que le molesta. No sabemos bien qué y por qué le molesta la
actitud de Rusia. O si el artículo se hizo para quedar bien con
alguien. Como fuere, la corrección política es una hábil concesión
en aras de la mera supervivencia de un statu quo, como diría Gómez
Dávila, no es más que un aggiornamento que pervierte
Pero
atención, que no salimos a escribir en defensa del cisma cristiano
ruso, sino en defensa de los fueros de la verdad, porque no somos de
los que piensan como pensaba el “descamisado” Juan Domingo Perón,
cuando decía: “Al enemigo, ni justicia”. Al fin y al cabo, ¿sabe
acaso la Neo-FSSPX de hoy quién es realmente su enemigo? Mucho lo
dudamos cuando la vemos tan tímida y hasta cortejante del papa
Francisco, mientras éste destruye lo que queda de la Iglesia…Y lo
dudamos cuando una y otra vez se permite ignorar lo que de bueno
ocurre hoy en Rusia, para alinearse con –otra vez lo decimos- la
corrección política: tanto en materia “pandémica” como en la
guerra que se desarrolla en Ucrania.
Sin
pretender ser exhaustivos sobre un tema, el de Rusia, muy complejo –y
al que ya le hemos dedicado dos libros y un blog- dejamos algunas
observaciones que a vuelapluma se nos ocurren. Vayamos primero al
“artículo” mencionado. Nos informa al comienzo de su contenido:
“Un
documento, respaldado por el Patriarca Cirilo, describe la operación
especial de Rusia contra Ucrania como una "guerra santa".
Este título ha provocado reacciones por doquier. ¿Pero cuál es el
texto que presenta de esta manera el conflicto que se desarrolla
dentro de los límites de Europa? ¿Y cuál es su origen?”
El
primer texto destacado es el siguiente, sin dudas llamativo,
extremadamente provocativo, diríamos, para un mundo que pretende
afirmarse en su secularización y mismo en una Iglesia romana que,
una y otra vez, insiste en que no puede haber guerras justas, ¡mucho
menos santas!:
“Desde
un punto de vista espiritual y moral, la operación militar especial
es una guerra santa, en la que Rusia y su pueblo, defendiendo el
espacio espiritual unificado de la Santa Rusia, cumplen la misión de
ser 'Aquel que detiene' [cf. 2 Tes. 2, 6-7.NDT], protegiendo al mundo
del embate del globalismo y de la victoria de Occidente que se ha
hundido en el satanismo".
La
declaración coincide, mutatis mutandis, con unas palabras dichas por
Mons. Viganò (alguien que no goza del aprecio de la Neo-FSSPX, por
cierto), hace ya bastante tiempo, y que destacáramos en un artículo
de nuestra autoría:
“La
providencia ha establecido quizás que es Moscú, la Tercera Roma, la
que hoy asume ante el mundo el papel de κατέχον [katejon] (2
Tes 2, 6-7), de obstáculo escatológico al Anticristo. Si los
errores del comunismo fueron difundidos por la Unión Soviética y
terminaron imponiéndose incluso dentro de la Iglesia, Rusia y
Ucrania hoy pueden jugar un papel histórico en la restauración de
la Civilización Cristiana”.
Mons.
Carlo-Maria Viganò, Carta del 6 de marzo de 2022.”
https://agendafatima.blogspot.com/2022/03/fatima-rusia-y-el-katejon.html
Remitimos
al lector al artículo de referencia, para apreciar mejor ese punto
de vista. Pero anticipamos que no hablamos de una “guerra santa”
ni de una “Santa Rusia”. Aunque nos parece entender muy bien el
sentido de usar esas expresiones en el caso de los rusos. Francamente
no nos hace erizar la piel ni nos motiva a exasperarnos para al fin
ponernos fatuamente irónicos, como el artículo de “FSSPX
Actualidad”. Más bien preferimos analizar un poco la cuestión,
porque quizás Dios esté “escribiendo derecho sobre líneas
torcidas”, mientras algunos se sulfuran estultamente.
Pero
continuemos con el artículo que criticamos:
“La
versión francesa, publicada por el sitio web Christianity.com,
ofrece una esclarecedora exégesis de este texto. Se explica que los
autores se hacen eco de las palabras de San Pablo (2 Tes. 2, 7),
quien escribe: “Porque el misterio de la iniquidad ya está en
acción; entretanto aquel que por ahora lo detiene, manténgase
firme, hasta que sea quitado el impedimento". En la exégesis
ortodoxa, la interpretación de “el que lo detiene” es triple.
"La
primera, de San Juan Crisóstomo, asimila 'el que lo detiene' al
Imperio romano. Este imperio es visto como una fuerza de contención
que, por su poder, impide que el mal se propague, frenando así las
acciones de Satanás. La segunda atribuye este papel a la gracia del
Espíritu Santo, mientras que la tercera asocia esta función a la
difusión universal del Evangelio".
El
comentarista continúa señalando que el Patriarca Cirilo “se basa
en la primera interpretación en algunas de sus declaraciones
públicas”. Aquí se produce “una reinterpretación de la
identidad de “el que lo detiene”: ya no se trata del Imperio,
sino de Rusia y su pueblo que, al llevar a cabo su “operación
militar especial”, avalan el papel de 'el que lo detiene'".
Veamos
la cuestión. Si –como se ha conjeturado- el Imperio Romano era el
“katejon”, y ese Imperio ya no existe, y dado que el Anticristo
aún no ha aparecido, por lo cual el “katejon” sigue existiendo,
¿por qué Dios no podría servirse de otro Imperio que, cambiando
todo lo que haya que cambiar, haga sus veces? Pongamos un ejemplo de
la soberana libertad con que actúa Dios, cosa que por lo demás
puede observarse en el Antiguo Testamento innúmeras veces, usando a
los paganos para ayudar al pueblo judío: cuando la Compañía de
Jesús, fundada entre otras cosas por San Ignacio para ser la “mano
derecha” del Papado, y por lo tanto de la Romanidad, fue
perseguida, expulsada, hasta ser anulada de Europa occidental y sus
territorios americanos por los gobiernos masones, que habían llegado
hasta torcerle el brazo al Sumo Pontífice, los jesuitas
sobrevivieron porque hubo un país en todo el mundo que los acogió y
protegió benévolamente, y ese país no era católico: ese país era
Rusia.
Ciertamente,
una característica arraigada del país más vasto del mundo, es que
Rusia nunca ha renegado de un exacerbado misticismo redentor, de un
impertérrito orgullo patriótico y de un afán de grandeza, que al
presente se erige notablemente puesto que no quiere verse reducida a
ser desguazada y convertida en una nación avasallada por un
globalismo unipolar anglosajón aplastante, homogeneizante y
anticristiano. O, para decirlo en dos palabras: liberal y sodomita.
Muy
bien lo decía el notable historiador Alberto Falcionelli:
“El
tema de la religión considerado según el ángulo de la fraternidad
universal, tal como lo entrega a los rusos su mesianismo originario,
nos hace penetrar en el corazón de la historia de esta enigmática
nación. Es el tema que canta sin cesar en el alma del pueblo eslavo
que, por considerarlo como la razón misma de su vida espiritual,
nunca ha sabido ni querido separarlo de sus preocupaciones más
cotidianas. Y no por otra razón el sentido religioso forma el telón
de fondo de toda la historia de Rusia”.
Concedido
esto, se nos puede argüir que de todos modos la religiosidad rusa
está desviada a raíz del cisma, y por lo tanto no puede esperarse
ya cosa buena proveniente de allí. Concedemos lo primero, desde ya.
Pero sería muy curioso –por no decir hilarante- escuchar que una
congregación religiosa que supo ser contrarrevolucionaria, para con
el paso del tiempo llegar a pensar y decir que podía esperarse cosas
favorables a la Tradición venidas de los ultramodernistas romanos,
ahora cierre los ojos a una realidad a todas luces auspiciosa, para
quien tenga ojos y sepa ver. ¿No viene más bien la podredumbre
moral, doctrinal, espiritual, del Occidente apóstata, más que del
Este que sobrevivió heroicamente al comunismo?
El
Padre Osvaldo Lira decía, en relación a España: “La
única convicción de tipo mesiánico que puede considerarse
aceptable para un pueblo no elegido de antemano por lo que es, es la
de hacerse elegir por lo que haga. Tal es, si bien se mira, el caso
del pueblo español. Porque su mesianismo puede verlo todo aquel que
sepa ver”. De igual modo y en lo que
hace, Rusia parece dejar la puerta abierta para la influencia
decisiva que esperamos: su conversión a raíz de la consagración
-pendiente- pedida por la Virgen el 13 de junio de 1929. Hay muchas
señales que así lo permiten conjeturar (nos hemos ocupado en
detalle en nuestro blog Agenda Fátima, al cual remitimos). Y el
mismo sacerdote chileno decía que “El
alma rusa alimenta en lo más entrañado de su ser una especie de
creencia instintiva de hallarse predestinado para cierta misión
trascendental por el mismo Dios”.
“Una
visión teológica de la historia
–explica el Padre Calderón- nos
obliga a reconocer que, así como los griegos fueron llamados por
Dios a pensar, los romanos tuvieron la vocación divina del imperio”.
¿Acaso no podemos pensar en Rusia –un “imperio natural”- y su
vocación divina, a partir de la predilección mostrada por la
Santísima Virgen, y la solemne solicitud de su consagración, en los
esplendores de una teofanía trinitaria manifestada? Cuando
intentamos descorrer el velo que oculta a Occidente el alma de la
nación rusa, y revisamos su papel en la historia contemporánea,
entrevemos esa designación de alcance universal. Diversos y
destacados autores son contestes en este pensamiento, y la actualidad
que vivimos nos lleva a coincidir con tales conclusiones.
En
1817, un renombrado profeta de Francia, el Padre Souffrand
(1755-1828), de la diócesis de Nantes, decía: “Los Rusos vendrán
a abrevar sus caballos al Rhin, pero no lo atravesarán. Rusia se
convertirá y ayudará a Francia a dar la paz y la tranquilidad al
mundo entero”.
La
Beata Ana María Taigi (1769-1837), que siempre apareció acertada en
sus profecías y que llevó una vida milagrosa, anunció que “los
Rusos se convertirán, así como Inglaterra y China”.
Y
el benedictino Dom
Prosper Guéranger afirmó:
“La Rusia Católica es el fin del Islam y
el triunfo final de la Cruz en el Bósforo sin ningún peligro para
Europa; es el Imperio cristiano de Oriente elevado con un brillo y un
poder que nunca tuvo; es Asia evangelizada, no sólo por unos pocos
sacerdotes pobres y aislados, sino con el concurso de una autoridad
más fuerte que la de Carlomagno. Es, en fin, la gran familia eslava
reconciliada en la unidad de fe y de las aspiraciones de su propia
grandeza. Esta transformación será el mayor acontecimiento del
siglo que la verá cumplir, y cambiará la faz del mundo”.
Por
su parte Monseñor Cristiani escribía en 1959: “Por
su paciencia, por su fidelidad, por su apego a las viejas tradiciones
nacionales, Rusia no sólo resiste a los ataques del Demonio, sino
que se prepara, tal vez, por gracia de la Virgen María, la Panagia,
Toda-Santa, a una resurrección que asombrará al universo. En todo
caso, en un conflicto que abarcara al universo todo, no es seguro que
avanzara con los enemigos de Dios y de su Cristo, ¡que obedeciera a
la voz de orden de Satán!”.
Pero
sigamos un momento con el artículo que nos ocupa:
“El
Congreso se reunió en el Kremlin. Putin pronunció su discurso por
videoconferencia, con su rostro proyectado entre dos grandes íconos
sagrados: Cristo Salvador y la Madre de Dios, sobre un bosque de
cúpulas doradas. Antes del discurso presidencial, Cirilo entonó el
himno al Rey Celestial, con Putin ya colocado entre las imágenes
sagradas.
Además,
en los libros de oraciones distribuidos a los soldados, se compara a
Putin con el “Archiestratega”, el arcángel Miguel que dirige los
ejércitos celestiales en la guerra apocalíptica contra el Maligno,
identificado este último con Ucrania “nazificada” y esclavizada
a Occidente”.
Desde
luego, se exagera pomposamente en la comparación de Putin con San
Miguel Arcángel, pero es una manera que suelen hacer valer, en
tiempos de guerra, y para azuzar los ánimos combatientes, los países
que pretenden valerse de su fe para el duro combate que tienen
enfrente, en este caso contra prácticamente la mitad del mundo. No
obstante lo cual, valga destacar como detalle de interés, que Putin
fue bautizado en el día de la fiesta de San Miguel Arcángel, y que
su nombre de bautismo es Miguel. Y por si fuera poco nació el 7 de
octubre, es decir el día de Ntra. Sra. del Rosario. Por si alguien
quiere otro dato más: el día de la bandera rusa es el 22 de agosto,
o sea, el día del Corazón Inmaculado de María.
Otra
cita interesante del artículo, nos parece la siguiente:
“La
asimilación “de los valores espirituales y morales de la
civilización rusa” es el aspecto más importante "en la
educación de las futuras generaciones de los ciudadanos de Rusia".
Por eso es necesario “purificar los programas de instrucción y
educación de concepciones ideológicas, principalmente occidentales,
ajenas al pueblo ruso y destructivas para la sociedad rusa”.
¿Hará
falta mencionar que entre esas ideologías que llegaron a Rusia desde
Occidente se encuentran tanto el liberalismo como el comunismo, por
conducto de la masonería y diversas sectas esotéricas?
Y
el siguiente párrafo del documento ruso, sin dudas es verdaderamente
contrarrevolucionario, anti-igualitario y anti-globalista:
“A
nivel individual: "los suburbios deberían convertirse en el
principal tipo de vivienda en el país, el 80% de la población rusa
(o más de 30 millones de familias rusas) debería vivir en su propia
casa individual en su propio terreno".
Estímulo
de las familias y de la propiedad privada para las mismas,
¡distributismo! Muy lejos del comunismo alienante y del programa de
la Agenda 2030, donde “no tendrás nada y serás feliz”.
Después
de esto, ¡ay! in cauda venenum. Sentencia y cierra el “artículo”
el anónimo escriba de la Neo-FSSPX:
“Una
visión idílica, para un país actualmente en guerra… ¿santa?”
Cerramos
nosotros pensando que si la Neo-FSSPX está siendo arrastrada en su
deriva hacia la autodemolición, si se está hundiendo
irremisiblemente como el Titanic, no es sino porque dejó de ser una
“congregación actualmente en guerra”.
Acaso
su idilio con el papa Francisco, ¿es santo?
F.M.