Uno de los temas que más ha dado que hablar en relación con los hechos de Garabandal es la supuesta profecía de los «tres papas», unida el anuncio de un inminente «fin de los tiempos». El tema es tan delicado que puede llegar a ser muy mal comprendido e interpretado. Por eso, vamos a reflexionar con la información que tenemos, poniendo mucho cuidado de no jugar a hacer interpretaciones que no nos corresponden, y que solo competen a la Iglesia.

Fue el día 3 de junio de 1963. Acababa de llegar a Garabandal la noticia del fallecimiento del Papa Juan XXIII y Conchita —junto con su madre— salió en dirección a la Iglesia para rezar por el eterno descanso del pontífice. De camino, Conchita escucha en su interior la inconfundible voz de Nuestra Madre que le dice: «Después de este papa, ya solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos». Al poco, la Virgen especifica que, aunque dice que quedan solo tres papas, habría otro más, pero que este «gobernaría a la Iglesia por muy poco tiempo» y por eso Ella no le cuenta en esta lista. Hay testigos que afirman haber escuchado a Conchita esta precisión durante ese mismo mes de junio de 1963. Esto quiere decir que, en una sola frase, Nuestra Madre habría hecho dos profecías:

1.    Solo quedan tres papas y después será el «final de los tiempos».
2.    Como para asegurarnos que la primera afirmación es cierta, Nuestra Madre nos ofrece una señal: realmente habrá un papa más, pero su pontificado será tan breve que no cuento con él en este anuncio.

Todos sabemos quién es ese papa de pontificado tan efímero que no llega a influir en los destinos de la Iglesia: Juan Pablo I, que fue papa desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida el 28 de septiembre de 1978. Con sus 33 días de pontificado, el Papa Luciani responde exactamente a esta excepcional predicción, imposible de prever en el año 1963. Los tres papas del anuncio serían, por lo tanto, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y tras la llegada del Papa Francisco, habría comenzado el tiempo en el que debería llegar el «fin de los tiempos».

Pero, ¿qué significa realmente este anuncio? Insisto en que tenemos que ser muy prudentes y humildes cuando tratemos de explicarlo. Tanto como lo fue sor Lucía de Fátima al publicarse el tercer secreto de Fátima en el año 2000. Explica el P. José Luis Saavedra que la Santa Sede, antes de publicar una interpretación realizada por el Card. Angelo Sodano, «se la presentó a Sor Lucía, para conocer su parecer, para ver si ella compartía esa interpretación: sor Lucia —explica el Cardenal Ratzinger— respondió que a ella “se le dio la visión, no su interpretación. La interpretación, decía [ella], no es competencia del vidente, sino de la Iglesia”».

El vidente no puede arriesgarse a interpretar los mensajes que recibe. Su deber es transmitirlos a la Iglesia para su estudio y autorizada interpretación. Por eso, también en Garabandal, Conchita ha dejado el juicio de la cuestión totalmente en manos de la Iglesia. Y eso mismo debemos hacer nosotros. No arriesgarnos a una libre interpretación que pueda dañar nuestra fe o la fe de otros. La comprensión de un mensaje procedente de una revelación privada necesita, normalmente, de largos años de maduración. A veces precisa incluso esperar a ver cumplidos los acontecimientos predichos. Pero es que la profecía en la historia de la salvación no puede confundirse con la adivinación, no es un mero predecir eventos futuros, sino que es siempre una llamada a la conversión. La profecía revela la voluntad de Dios más para el presente que para el futuro: es una llamada a que nos convirtamos hoy, sin esperar a los hechos profetizados que tienen una misión únicamente de signo, de confirmación de la intervención de Dios en la historia.

Las palabras de Nuestra Madre son: «Después de este papa, ya solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos». El adverbio «después» —como acertadamente señala el P. José Luis Saavedra en su libro «Garabandal, mensaje de esperanza»— no significa «inmediatamente». Tampoco significan lo mismo «fin de los tiempos» y «fin del mundo», y esto lo ha repetido Conchita una y otra vez. «Solo quedan tres» no significa que ya no habrá más papas, ni que ya no habrá Iglesia, ni que desaparecerá la humanidad. Tenemos que sacar de nuestra cabeza y de nuestra imaginación todas esas pesadas nubes negras. «Solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos» significa sencillamente que solo quedan tres papas antes de que comience ese misterioso «fin de los tiempos». Después seguirá habiendo papas, seguirá existiendo la Iglesia y el mundo. Pero habremos entrado en un nuevo periodo de la historia de la Iglesia.

Nuestra Madre en Garabandal no dijo más que lo que dijo y nosotros no podemos aventurarnos a añadir una palabra más. Con todo, no podemos negar que estamos viviendo un momento de gran trascendencia para la historia de la Iglesia.

Ese fin de los tiempos va de la mano de un momento de gran prueba y purificación de la Iglesia. Y esto no es interpretar, sino que es una evidencia que constatamos a diario. Actualmente la Iglesia está siendo fuertemente probada, perseguida y purificada. Pero eso no significa que sea el final de la Iglesia, al contrario, si somos fieles y respondemos a las llamadas de Nuestra Madre, toda esta situación desembocará en un providencial momento de gracia.

De hecho, el P. José Luis Saavedra pone en relación el anuncio del «fin de los tiempos» con la luminosa profecía de Fátima: «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará». Ese «por fin», según la Real Academia Española, es una locución adverbial que expresa con cierto énfasis el término de una situación de espera. En el caso que nos ocupa, parece indicar la conclusión de un periodo de dificultad previo al triunfo del Inmaculado Corazón de María. Para Santiago Lanús —experto en apariciones marianas actuales—«el fin de los tiempos», que comenzaría con el aviso de Garabandal, «duraría hasta el triunfo del Inmaculado Corazón anunciado en Fátima». Ese final de los tiempos vendría marcado por un doloroso periodo de prueba interior y persecución exterior en el que la Iglesia, como las niñas de Garabandal anunciaron, daría la impresión de estar a punto de desaparecer. Algo de esta situación de prueba lo estamos padeciendo ya. Pero no cedamos a la tentación maligna de desesperarnos o de entrar por el camino de lo morboso porque todos estos acontecimientos de los que hablamos, proceden de lo más profundo del Corazón misericordioso del Señor. No debemos temer los futuros acontecimientos, sino ponernos con confianza en las manos de Nuestra Madre del Cielo, porque todo está pensado para nuestro bien, para conducirnos a una profunda conversión.

Con todo, insisto en que, anuncios como los que nos encontramos en Garabandal, deben ser interpretados por la autoridad de la Iglesia y reclaman, por su parte, de una particular prudencia y estudio. Mientras llegue el pronunciamiento público definitivo de la Iglesia para Garabandal, trabajemos por nuestra conversión con paz y con el corazón lleno de agradecimiento a Nuestra Madre, que tanto nos quiere y que busca con tanto ahínco nuestra salvación.


Fuente: SAAVEDRA, J.L., Garabandal, mensaje de esperanza. Santander, 2015.

José Luis Saavedra, Garabandal