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Yunior García: "En Cuba hay cosas que ni siquiera te atreves a decirle a la almohada"

El dramaturgo, principal promotor de las protestas del 15N y fundador de Archipiélago, regresa al teatro con LD, tras un año de hostigamiento.

El dramaturgo, principal promotor de las protestas del 15N y fundador de Archipiélago, regresa al teatro con LD, tras un año de hostigamiento.

El dramaturgo Yunior García Aguilera se ha convertido en el altavoz del sentir de muchos cubanos, compatriotas que han sido silenciados durante décadas. Él ha sido un afortunado -reconoce- porque, bajo su condición de artista, ha gozado de un espacio donde expresarse con cierta libertad, aunque con muchas limitaciones. El teatro le ha permitido mostrar su disconformidad con la tiranía del régimen comunista, que oprime a su pueblo desde hace 60 años. Aun así, llegó un momento en que sintió que no era suficiente. Nació con la vocación de cambiar el mundo a través de su arte, y la vida le enseñó que para lograrlo de verdad había que "cruzar el límite".

Eso ha hecho. Él se considera "un ciudadano" más. Pero, hoy, es una de las cabezas más visibles de la disidencia cubana. Dicen que vuelve loco al Gobierno, que hace tambalear al régimen. Y es evidente que su discurso le es muy incómodo. Cuanto más lejos mejor, debe pensar. Posiblemente, ese es el motivo de que le permitiera marcharse de la isla el pasado 17 de noviembre, después de promover el 15N y encabezar el movimiento por la libertad que logró "la explosión cultural" del pasado 11 de julio. El día del "estallido social más grande de la historia de Cuba", exclama Yunior.

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Momento de tensión durante la gran protesta del 11 de julio en Cuba.

Como tal, fue duramente reprimido por los ‘boinas negras’, pero cree que supuso un gran paso en el camino hacia la liberación del pueblo cubano. El cambio ha de empezar "desde abajo". La gente debe conocer "la verdadera historia de Cuba", explica. No obstante, es muy consciente de que queda mucho por hacer. El Gobierno cubano hará todo lo posible por impedirlo y él por propiciarlo, según ha destacado durante la entrevista para LD.

Desactivaron el 15N

El día previo a la convocatoria, el domingo 14 de noviembre, Yunior se había propuesto recorrer el barrio habanero de Vedado, solo y en silencio, portando una rosa blanca. Una protesta pacífica, "casi una liturgia religiosa", añade. Pero no se lo permitieron. Este es el único día en el que reconoce haber pasado miedo.

"Mi casa estuvo rodeada por alrededor de 200 personas. Estaban delante de mi puerta, en el piso inferior, en la calle, en las esquinas... No dejaban pasar ni siquiera a los periodistas acreditados, a nadie. Se hacían pasar por mis vecinos, aunque yo no conocía a ninguno", exclama. "Ellos nos gritaban: vete de este barrio, este barrio no te quiere. Este barrio es de los comunistas. Traidor, mercenario". No pudo evitar temer por su familia. "Por mi esposa, por mi suegra, que estaban conmigo dentro de la casa". "Vi en los ojos de esas personas un odio que no había visto antes", comenta.

Pero lo cierto es que no le sorprendió que bloquearan su iniciativa. "En Cuba, lograr estas cosas es prácticamente una utopía", reconoce, "sabíamos que era un reto". "El régimen nos estaba amenazando con lo peor", explica. No querían que se celebrara la marcha bajo ningún concepto. Inicialmente se había organizado para el 20 de noviembre. Les dijeron que sacarían los tanques, porque se celebraba el Día Nacional de la Defensa y se iban a movilizar las tropas tres días antes. Entonces, cambiaron la fecha. Pero tampoco les valió.

"Usaron a los intendentes, a los gobernadores, a la Fiscalía, para amenazarnos. Usaron a sus simpatizantes, que colgaban en las redes sociales imágenes con palos, incluso con clavos en la punta, donde decían que iban a golpear a todo el que se atreviera a manifestarse". Como señala el promotor de la protesta, "es muy difícil en dictadura poder ejercer un derecho tan elemental como ese de reunirse con los que piensan igual y manifestarse pacíficamente".

"Ellos dicen que las calles son de los revolucionarios", espeta mientras esboza una media sonrisa, "sin embargo, nosotros sentimos que somos más revolucionarios que ellos, queremos cambiar las cosas cuando ellos lo que quieren es un estancamiento". "La palabra revolución ha perdido todo significado en Cuba", sentencia.

La dictadura del miedo

El régimen ha conseguido instaurar el miedo entre la población. De él se vale para perpetuarse en el poder. Según explica Yunior, en Cuba han conseguido que sea mayor que el que impera en países "donde hay más violencia y aparecen muertos en las calles". Aquí coincide con el científico cubano Eduardo López-Collazo, al que también entrevistamos hace unos días en LD. Los cubanos crecen con ese terror psicológico.

"Desde que naces te van implantando el miedo, y el miedo va creciendo dentro de tu cabeza", relata el dramaturgo. Tanto es así que no puedes hablar libremente ni con tu propia familia. "Muchas veces, cuando haces una crítica en voz alta, te piden que hables en voz baja", asegura. Les han hecho creer "que las paredes tienen oídos".

"Han logrado que todo el mundo desconfíe de todo el mundo", advierte. "Los padres no confían en los hijos... No se confía en los amigos más cercanos, tampoco en la pareja... Hay cosas que ni siquiera te atreves a decirle a la almohada. Y esa desconfianza, ese miedo, los ha mantenido ahí, en el poder, y ha logrado amordazar a una buena parte de la población". Pero Yunior tiene "fe", asegura. "No hay mal que dure 100 años", exclama, "el cuerpo de la nación ya no lo aguanta".

El cambio fraude

No se trata de "un problema ideológico, si no de un problema cultural", asegura el dramaturgo. "Cuando se entienda que se trata de un lugar donde viven seres humanos que están sufriendo, que no cuentan con las libertades ni los derechos mínimos, entonces todo puede cambiar", asegura.

Pero ese cambio que añoran los cubanos "tiene que ser para bien". "No significa una vuelta al pasado, no significa llevar a Cuba al Estado que tenía antes de 1959, no puede significar mantenerlo todo igual", detalla. Eso es lo que él denomina "un cambio fraude". "Tampoco se trata de sustituir una dictadura por otra, o sustituir un pensamiento único por su negativo. Se trata de construir un país con todo el mundo".

"Lo que pasa en Cuba ahora es que la soberanía no está en manos del pueblo ni de los ciudadanos, la soberanía está secuestrada por una casta que lleva más de 60 años en el poder y que no está dispuesta a soltarlo porque goza de unos privilegios que el resto de la población no tiene", argumenta.

Para que se produzca el cambio, el pueblo debe conocer "la historia que le ha sido negada", afirma. "Cuando la gente decente, con dignidad, conozca la verdadera historia de lo que ha ocurrido en Cuba durante los últimos 60 años, se va a dar cuenta de que no se puede sostener un régimen que ha crecido sobre la injusticia, el abuso y -lamentablemente- el crimen contra los propios ciudadanos".

Los eufemismos del régimen

El Gobierno cubano ha escrito la historia a su antojo, lógicamente siempre a su favor. Nada se llama por su nombre. "Cuando yo tenía 10 años, comenzó el ‘Periodo especial’. Era la forma de llamar a la peor crisis que había tenido Cuba", explica Yunior, "no querían llamarla así... Pero íbamos a la escuela con los zapatos rotos... Y, muchas veces, sin desayunar, con un vaso con azúcar (en el estómago)".

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Uno de los eslóganes del régimen en una calle de La Habana (Cuba).

"Sufrimos realmente una miseria tremenda y, sin embargo, nos hacían creer que éramos afortunados de haber nacido en el mejor país del mundo·, asegura. "El régimen ha sido un perfecto ‘Tartufo’. Ha logrado convencer a una buena parte del mundo con máscaras". Los artistas han tenido que hacer un gran esfuerzo para mostrar la realidad y aprender a llevarla de la mejor manera. "Comenzamos haciendo humor, porque es lo que siempre nos ha salvado", señala.

"Creamos un grupo humorístico en medio del ‘Periodo especial’. Pasábamos tanta hambre que lo llamamos Arroz con pollo". Y así "empezamos a hacer un teatro sobre la realidad, sobre la discusión de ideas, y con una crítica frontal al régimen. Eso me trajo muchos problemas", reconoce. "Empecé a ser vigilado de cerca, a ser considerado un artista incómodo". Pero lo peor llegó después. "La gente me decía que mantuviera ahí, que no me saliera del teatro. Pero crucé la línea". Eso sí, sus únicas armas: "las palabras, las ideas, y la lucha por el pensamiento".

La necesidad manda

El pueblo cubano vive en la miseria y eso no le permite luchar por lo que le pertenece. "Es tanta la necesidad, que la gente no tiene tiempo de pensar en los derechos humanos", lamenta el dramaturgo. "Se pasan el día en largas filas, tratando de conseguir un producto básico". Es una de las fórmulas que el Gobierno comunista utiliza para someter a su gente. Pero no la única.

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La cara del Che Guevara en un mural de La Habana (Cuba).

"El régimen se ha mantenido en pie gracias a explotar a sus víctimas", asegura Yunior García. Lo hace, por ejemplo, a través de las llamadas "misiones de internacionalización" o las "brigadas médicas". "Todos sabemos que ese es el mercado de la solidaridad, que el régimen se lucra y, además, explota a sus trabajadores", explica. "El régimen les quita hasta el 80% de su salario". Parece incomprensible que accedan a "salir en esas condiciones, casi de esclavitud", pero "al menos les permite llevar a sus hijos un televisor, juguetes, o caramelos". "En Cuba a veces es imposible", espeta.

"El que se queda en Cuba depende del dinero del que se fue", esa es la situación que relata el artista, recién llegado de la isla. Describe un escenario paradójico, casi de chiste. "A los que se iban, hace un tiempo, les decían: traidores, traidores. Ahora les dicen: trae dólares, trae dólares", con esto bromean los cubanos pero deja de ser "tremendamente trágico". La realidad es que "a esos a los que llamaban traidores, ahora el régimen les pide dinero. Es como si tu propio violador te estuviera chantajeando".

Yunior García tiene claro que hará todo lo posible por cambiar la realidad de su país. "No me voy a rendir, a pesar de las críticas", asevera. Ante ellas, afirma: "no puedo pedir perdón por estar vivo". Pero no les da demasiada importancia. Sabe que posiblemente las hubiera recibido también si hubiese optado por quedarse. No le pueden alejar de lo importante, que es que "no le podemos pasar esa carga a las nuevas generaciones. "No puedo permitir que mi hijo tenga esa cruz", sentencia. Su mayor deseo: "acabar con los fundamentalismos y encontrar una vacuna contra la intolerancia".

Más detalles en el video de la entrevista.

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