LISTAS, LISTAS, LISTAS...

Faro de Shields de Joseph Mallord William Turner (1775-1851)



«Algunos libros son inmerecidamente olvidados; ninguno es inmerecidamente recordado»

W. H. Auden



Se, por experiencia propia, que las listas son atrayentes y secuestran nuestra atención, tanto en el momento de confeccionarlas como cuanto nos arrastran a su interior. Ya hemos dado espacio a tales relaciones en otras entradas (FASCINANTES LISTAS y DE NUEVO CON LAS LISTAS), y si bien aquellos eran listados de mayor confianza para mí, he descubierto, entre papeles, algunos otros que pudieran resultar útiles a las finalidades de este blog, o al menos despertar la curiosidad de algún lector. En todo caso, les anuncio que encontrarán entre las listas muchas coincidencias, lo que entiendo no es nada malo. Por ello me he decidido a publicarlas. Ustedes decidirán. Así que empiezo.

Un primer listado viene del mundo de la enseñanza, y es el elaborado por el profesor José Mª González-Serna, que se limita a enumerar 20 obras, advirtiéndonos que, si bien «son todos los que están, no están todos los que son, como sucede con cualquier listado selectivo» y que, en todo caso, «más que una propuesta para nuestros alumnos de hoy es memoria de aquellos libros que me hicieron amar las letras». Apunto que Gonzalez-Serna es profesor de bachillerato y por ello, probablemente está pensando en una horquilla de edad entre los 15 y los 18 años. Su listado es el siguiente:

1.  J. M. Barrie, Peter Pan
2.  Mark Twain, Las aventuras de Huckleberry Finn
3.  Herman Melville, Moby Dick
4.  RL Stevenson, La isla del tesoro. 
5.  A. Conan Doyle, El sabueso de los baskerville. 
6.  Julio Verne, Miguel Stroggoff. 
7.  Julio Verne, La vuelta al mundo en ochenta días. 
8.  Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino. 
9.  JD Salinger, El guardián entre el centeno. 
10.  Gabriel García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad
11.  Antonio Buero Vallejo, Historia de una escalera. 
12.  Miguel de Unamuno, San Manuel Bueno, mártir. 
13.  Henry R. Haggard, Las minas del rey Salomón. 
14.  Mary Shelley, Frankenstein. 
15.  Camilo J. Cela, La familia de Pascual Duarte. 
16.  Franz Kafka, La metamorfosis. 
17.  Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias. 
18.  Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros. 
19.  Ernest Hemingway, El viejo y el mar. 
20.  Fedor Dostoievski, Crimen y castigo. 

Mujer leyendo de Delphin Enjolras (1857-1945) y Villa Britannia de Christian Krohg (1852-1925)

Del mundo de la literatura viene la siguiente lista, elaborada por el escritor Vicenç Pagès Jordà, y contenida en su libro De Robinson Crusoe a Peter Pan. Un canon de literatura juvenil. Se trata de una relación de los libros por él considerados  indispensables para iniciarse en la lectura. Advierto que la relación es presentada como apta para edades que van de los 11 o 12 años hasta los 16 o 17. La lista contiene las siguientes 28 obras:

Rudyard Kipling: El libro de la selva.
E.T.A. Hoffmann: Cascanueces y el rey de los ratones.
Frances Hodgson Burnett: El jardín secreto.
Jack London: La llamada de la selva.
Mark Twain: Las aventuras de Tom Sawyer.
Lucy Maud Montgomery: Ana de las Tejas Verdes.
Alexander Pushkin: La hija del capitán.
Margaret Oliphant: La puerta abierta.
H.G. Wells: La máquina del tiempo.
Nikolai Gogol: Taras Bulba.
Henry R. Haggard: Las minas del rey Salomón.
Arthur Conan Doyle: El sabueso de los Baskerville.
Zane Grey: La herencia del desierto.
R.L. Stevenson: La isla del tesoro.
Anthony Hope: El prisionero de Zenda.
J.M. Barrie: Peter Pan.
Jules Verne: La vuelta al mundo en 80 días.
Howard Pyle: Historia del rey Arturo y sus caballeros.
Jules Verne: Viaje al centro de la tierra.
Charlotte Brönte: Jane Eyre.
Stephen Crane: La roja insignia del valor.
Mark Twain: Las aventuras de Huckelberry Finn.
Bram Stoker: Drácula.
Jane Austen: La abadía de Northanger.
Alexandre Dumas: Los tres mosqueteros.
Ivan S. Turguenev: Primer amor.
Daniel Defoe: Robinson Crusoe.
Herman Melville: Moby Dick.

Finalmente, y para acabar, no me resisto a presentar aquí una de las múltiples listas de un nombre de relevancia en el mundo de la literatura infantil y juvenil, tanto por su profusa obra de difusión y orientación, cuanto por el magnífico blog que mantiene abierto desde hace años (BIENVENIDOS A LA FIESTA), lugar de referencia y refugio confortable al que puede y debe acudir cualquier padre inquieto y preocupado. Me refiero a Luis Daniel Gonzalez.

Otra vez de Émile Munier (1840–1895) y  Niña leyendo de Franz Eybl (1806-1880)

Como digo, de las numerosas listas que nos refiere en sus obras, adjunto solo la que él califica como Las 40 obras escogidas en su libro Guía de clásicos de la literatura infantil y juvenil. Y comienzo: 

Lewis Carroll: Alicia en el país de las Maravillas
Kenneth Grahame: El viento en los sauces
Louise May Alcott: Mujercitas
Charles Dickens: Cuento de Navidad
Charles Dickens: David Copperfield
Edgar Allan Poe: Narraciones extraordinarias
Rudyard Kipling: El libro de la selva
Rudyard Kipling: Kim
L. Frank Baum: El maravilloso Mago de Oz
George MacDonald: La princesa y los trasgos
Antoine Saint-Exupéry: El principito
R. L. Stevenson: La flecha negra
Jack London: Colmillo blanco
James O. Curwood: Nómadas del Norte
Charles Dickens: Oliver Twist
Alexander Pushkin: La hija del capitán
Henry R. Haggard: Las minas del rey Salomón
R.L. Stevenson: La isla del tesoro
Sánchez Mazas: La vida nueva de Pedrito de Andía
Benito Pérez Galdós: Los Episodios Nacionales (primera seria)
Anthony Hope: El prisionero de Zenda
A. E. W. Mason: Las cuatro plumas
Ernest Hemingway: El viejo y el mar
J.M. Barrie: Peter Pan
Henry Sienkiewicz: A través del desierto y de la selva
Felix Salten: Bambi
Wenceslao Fernández-Flórez: El bosque animado
P.C. Wren: Beau Geste
Miguel Delibes: El camino
José María Sánchez Silva: Marcelino pan y vino
C. S. Lewis: Las Crónicas de Narnia
J. R. R. Tolkien: El Hobbit
J. R. R. Tolkien: El Señor de los anillos
James Fenimore Cooper: El último Mohicano
Walter Scott: El Talismán
Jules Verne: La Isla misteriosa.
Stephen Crane: La roja insignia del valor.
Mark Twain: Las aventuras de Huckelberry Finn.
Herman Melville: Moby Dick.
Herman Melville: Benito Cereno
Joseph Conrad: Juventud
  
Y con esto termino. Espero y deseo que sea de su provecho e interés.


Comentarios

  1. Las dos últimas listas me parecen muy buenas, con alguna excepción puntual. De hecho, recuerdo haber leído la mayor parte de los libros que incluyen cuando tenía precisamente esas edades. Y muchos los he releído numerosas veces y siguen presentes en mi imaginación desde entonces.

    La primera lista, en cambio, no me gusta nada. Varios de los libros no los recomendaría nunca a un muchacho y otros solo en casos excepcionales: Cien años de soledad, La familia de Pascual Duarte, El coronel no tiene quién le escriba, El guardián entre el centeno, La ciudad y los perros, San Manuel Bueno, mártir, etc.

    Hay una enorme disparidad entre la primera lista y las otras dos. Quizá solo sea una impresión irracional, pero me atrevería a decir que la primera se aparta bastante de la línea habitual del blog.

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    1. No es una impresión irracional, Bruno. Fue más bien un acto provocador. Mi intención era despertar alguna reacción por contraste. Precisamente por eso destaqué el origen de los «recolectores de libros» y subrayé, en la primera lista, el carácter de profesional académico, o más bien educacional, del autor, lo que demuestra, como ya he recalcado en alguna otra ocasión, lo poco que podemos fiarnos lo padres de la orientación literaria que se ofrece a nuestros hijos en los colegios o institutos; aunque lo cierto es que tampoco es un tema muy reciente, sino que viene arrastrándose de lejos.

      Un saludo cordial.

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  2. Por cierto, como elogiaste tanto La Isla del Tesoro el año pasado, aprovecho para contarte una anécdota.

    Estos días estoy leyendo por la noche La Isla del Tesoro a mis hijos. El más pequeño solo tiene tres años recién cumplidos, así que, mientras yo leo a los demás, lo que hace es pulular por el salón, sin enterarse de nada. O eso pensaba, hasta que ayer empecé a leer "Jo, jo, jo..." y él completó, sin levantar la cabeza del muñeco de plástico con el que jugaba: "...una botella de ron". Me dejó atónito.

    Claro que luego, mientras todos nos reíamos, le preguntó a mi mujer: "Mamá, ¿qué es una botella de ron?".

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    1. Una anécdota deliciosa, de esas que le encanta a uno oír. Su hijo pequeño apunta; no se como serán sus hermanos, pero si son por el estilo a este pequeño, tiene usted suerte.

      Un saludo de nuevo

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