El Sínodo de la Juventud – o el naufragio de los jóvenes

Mientras que la liturgia tradicional celebraba la fiesta de Cristo, Rey del Universo, Dueño y Señor de todas las cosas, que reina a través del madero de la Cruz y los méritos infinitos de su Pasión, el sitio web oficial del Vaticano publicaba como noticia principal de ese día: «El Sínodo de la Juventud Agradece al Papa Francisco con un Show en el Vaticano».

Las fotos publicadas no dejan lugar a dudas en cuanto al ambiente del evento: las caderas ondulantes de los jóvenes y príncipes de la Iglesia por igual, hablan más fuerte que las palabras. Jóvenes bailando e incluso invitando a varios prelados a bailar con ellos en un espectáculo grotesco y vergonzoso.

La tarde anterior, el jueves 5 de octubre, el Cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, publicó un video. Mientras chasqueaba los dedos, agradecía a los jóvenes por enseñar a los obispos «lecciones importantes sobre la humanidad y sobre seguir a Jesús. Espero que continúen enseñándonos y que nosotros, los mayores, tengamos también algo que enseñarles» para construir una nueva Iglesia y un mundo mejor. Una triste situación, donde la Iglesia docente – los obispos son los sucesores de los Apóstoles – está lista para escuchar al «pueblo de Dios». ¿En dónde caben aquí las verdades reveladas que conforman el depósito de la fe y que los obispos deben transmitir?

El viernes por la noche, el Sínodo de la Juventud ofreció un espectáculo para el Papa, donde le dijeron: «las nuevas ideas necesitan espacio, y usted nos lo ha dado. El mundo de hoy, que nos presenta a los jóvenes oportunidades sin precedentes, pero también muchos sufrimientos, necesita nuevas respuestas y un nuevo poder de amor. Es necesario redescubrir la esperanza y vivir la felicidad que se experimenta al dar más que al recibir.» – Parece que correr tras las novedades se ha convertido en un hábito en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, y es una carrera que continúa a una velocidad vertiginosa. Pero la Iglesia no puede reducirse a un «espacio para ideas nuevas» al servicio de este mundo.

El mensaje continuó diciendo: «Queremos reafirmar que compartimos su sueño de una Iglesia extrovertida, abierta a todos, especialmente a los más débiles, una Iglesia tipo hospital de campaña. Ya somos parte activa de esta Iglesia y queremos seguir haciendo un compromiso concreto para mejorar nuestras ciudades, nuestras escuelas, el mundo social y político y los entornos laborales, difundiendo una cultura de paz y solidaridad y poniendo a los pobres en el centro, en quienes se reconoce a Jesús mismo.» – Ni una sola palabra sobre la fe, la salvación de las almas o el combate espiritual. Sólo se habla sobre el sueño de una nueva Iglesia, a la cual el Papa está contribuyendo. Un sueño que se está convirtiendo en pesadillla.

Mientras esperamos el documento del Sínodo de la Juventud, en nuestra era tan amigable con los medios de comunicación, donde las imágenes juegan un papel sumamente importante, este espectáculo no es nada prometedor. La Santa Iglesia de Dios no gana nada si hace un espectáculo de sí misma.

¿Será que estos discursos bien preparados y convencionales, llenos de palabras elegantes y sentimientos hermosos, cultura y solidaridad, harán algo para promover el reino de Dios y vencer el barbarismo? El lamentable espectáculo del viernes por la noche indica que es muy poco probable.

(Fuente: fsspx.news)

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