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Algunas reflexiones sobre el evolucionismo teísta

Algunas reflexiones sobre el evolucionismo teísta

Daniel Iglesias, el 7.02.16 a las 12:01 PM

El intento de combinar la teoría darwinista de la evolución con la fe cristiana ha dado lugar a lo que suele llamarse “evolucionismo teísta”. La corriente principal del evolucionismo teísta sostiene una visión que, esquemáticamente, podría describirse como “creación sin diseño inteligente”. Veámoslo con más detalle. La tesis principal de esa corriente es que, aunque Dios es el creador de todos los seres vivos, no es su diseñador en un sentido propio y auténtico, porque los ha creado a través de un proceso evolutivo en el que desempeñan un rol primordial los fenómenos aleatorios: sobre todo las mutaciones genéticas aleatorias (según el mecanismo evolutivo postulado por el neodarwinismo), pero también el indeterminismo cuántico (según la teoría cuántica, interpretando la relación de Heisenberg, no como un principio de incertidumbre gnoseológica, sino como un principio de indeterminación ontológica).

En general, los autores de esta corriente niegan que la evolución biológica sea guiada por Dios. Más bien, Dios se habría limitado a crear un universo con leyes naturales (físicas y químicas) finamente sintonizadas para producir un ambiente capaz de soportar la vida biológica y la vida humana. Después de crear el primer ser vivo, Dios habría dejado que el mecanismo darwinista (mutación-selección), actuando autónomamente, produjera de un modo aleatorio las distintas especies, con sus diversas características anatómicas y fisiológicas.

Esta visión de una “creación sin diseño inteligente” es llevada a un extremo por autores que intentan una justificación teológica del multiverso. La idea del multiverso ha sido propuesta y sostenida principalmente por motivos anti-teológicos. Dado que el diseño inteligente de nuestro universo y de sus seres vivos es casi una obviedad, para negarlo hoy se requiere un postulado audaz: hay un número infinito de universos, de modo que el nuestro (que parece tan bien diseñado) es un mero resultado del azar. Según los evolucionistas teístas que defienden el multiverso (por ejemplo, Francis Collins), el uso del azar por parte de Dios juega un rol estelar no sólo en la evolución biológica, sino también en la evolución cósmica. Dios habría creado muchísimos o infinitos universos y en cada uno de ellos las cosas evolucionan sin intervención de Dios de tal modo que en uno de ellos, por puro azar, se ha producido una evolución biológica darwinista que dio lugar a la existencia del ser humano. Esto es mala ciencia, porque no hay la menor evidencia científica del multiverso. Pero también es mala teología: Dios no necesita crear infinitos universos para ver si, de ese “juego de azar” resulta por casualidad algún universo que sirva a sus propósitos. Si Dios puede crear el universo de la nada, también puede diseñarlo inteligentemente según sus fines, empleando para ello (como medios o causas segundas) una combinación apropiada de fenómenos determinísticos o aleatorios. Para Dios no hay azar ni probabilidad. Dios conoce todas las cosas con certeza, en su eterno presente.

Como Einstein, tiendo a pensar que Dios no juega a los dados; pero, y esto es aún más importante, si Dios jugara a los dados, ningún resultado lo sorprendería, porque ninguno sería independiente de su inteligencia y su voluntad. Esto vale como argumento contra todos los evolucionismos teístas que defienden una creación sin diseño inteligente, tanto los más moderados (que niegan sólo el diseño inteligente de los seres vivos), como los más radicales (que niegan también el diseño inteligente del universo y de las leyes naturales).

Cabe mencionar también un argumento de teología dogmática. La Divina Revelación (transmitida en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia) enseña sin lugar a dudas que Dios, no sólo ha creado todas las cosas visibles e invisibles, sino que lo ha hecho según un designio sapientísimo; y también que la Providencia de Dios gobierna todos los acontecimientos de este mundo, grandes y pequeños. La fe cristiana es totalmente incompatible con cualquier limitación del diseño inteligente o el gobierno inteligente del mundo y de la vida por parte de Dios. Esto es tan evidente que no me tomaré el trabajo de documentarlo aquí.

En general, los cristianos que defienden el tipo de evolucionismo teísta que estamos considerando parecen estar indebidamente impresionados por los argumentos ateos basados en el problema del mal o en el problema de la “imperfección” de los organismos vivientes. En realidad, ambos argumentos ateos son falaces: se basan en la falsa premisa de que un Dios infinitamente sabio y bueno no puede crear un mundo en el que exista el mal físico o un ser vivo con una determinada y supuesta imperfección. Pero los cristianos en cuestión dan por buenos estos argumentos falaces y por eso, para “disculpar” a Dios de la existencia de los males físicos o de las imperfecciones de los seres vivos, defienden una idea (incompatible con la fe cristiana) de creación sin diseño inteligente, en la que dichos males e imperfecciones son el resultado de procesos aleatorios no diseñados ni guiados por Dios. En verdad, Dios no necesita de esas “disculpas” nuestras; pero si las necesitara, tampoco servirían, por dos razones: a) como dije antes, el azar no existe para Dios; b) incluso si (por el absurdo) el azar fuera algo incontrolable para Dios, Dios seguiría siendo responsable de las consecuencias del mecanismo aleatorio puesto en marcha por Él. Con perdón del ejemplo (pero no se me ocurre otro mejor): análogamente, es tan responsable de su muerte quien se suicida con un disparo a la cabeza que quien muere jugando a la ruleta rusa.

Daniel Iglesias Grèzes

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