El Pastorcico de San Juan de la cruz. En la época de san Juan de la Cruz abundaba la literatura pastoril. De lo que era el canto de un pastorcillo despechado y melancólico por la ausencia y lejanía …Más
El Pastorcico de San Juan de la cruz.

En la época de san Juan de la Cruz abundaba la literatura pastoril. De lo que era el canto de un pastorcillo despechado y melancólico por la ausencia y lejanía de su bella pastora a quien ama, Juan de la Cruz, poeta místico modela el poema del “Pastorcico” que con su pluma ágil trueca a “lo divino”. Menos la ultima estrofa. Este himno está dedicado a cantar el AMOR de Cristo por la humanidad.

El poema está en clave de AMOR: un amor que se acerca, insiste, espera, grita y acaba en un gesto de locura. El Diminutivo de “pastorcico” recalca más la ternura y la delicadeza del pastor. Y la repetición del verso: “ El pecho del amor muy lastimado” imprime el sentimiento del “Pastorcico” enamorado.

El sentido religioso es éste: Interpreta la Encarnación, vida y muerte de Cristo por AMOR. Por amor viene a nuestra tierra, de amor sufre en ella por no ser correspondido, más que por penas físicas o malos tratos. El corazón de Cristo y pensamiento están fijos en su pastora- la humanidad- la Iglesia. El poema aporta un dato nuevo: El deseo y anhelo que Dios- Cristo- tiene de la respuesta del hombre.

Por amor a su pastora “ se deja maltratar en tierra ajena”. Así la figura de Dios centrada en Cristo adquiere la máxima cercanía. Los versos finales del poema inspiran ternura, delicadeza y ansias secretas de Cristo-Pastor. Para su comprensión no debiera separarse del cuadro de Cristo crucificado que un día pintara Juan de la Cruz y que son la más viva expresión. “Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado, sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos y muerto se ha quedado asido dellos, el pecho del amor muy lastimado”.

Sus brazos tensos y amorosos parecen quieren arrancarse del madero para abrazar al mundo que gira a sus pies. La sangre que corre por su cuerpo testimonia el precio del rescate de su pastora y la renovación de toda la tierra. Pero el “pastorcico”se encuentra solo “ajeno de pacer y de contento”. Parece como amante burlado, más, “No le pena verse así afligido...” “Llora por pensar que está olvidado”. Su pastora se obstina en rechazar el “gozo de su presencia...”

Su muerte en la cruz es la última llamada a la distraída pastora. Cristo levantado en alto está inclinado sobre el mundo casi arrojándose de la cruz donde se ha “encumbrado” para que su pastora lo pueda ver.“Verán al que traspasaron” (J.19,37) Muerto Cristo, la lanza le desgarra el corazón. El místico Juan de la Cruz descubre “el pecho del amor muy lastimado”. El “Pastorcico” está aniquilado, sin consuelo y alivio alguno.


La mirada enamorada de Juan de la Cruz ve en este desamparo de Cristo, la mayor obra que realizó en su vida “que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios”( S2.7,11). En definitiva: En la vida y muerte de Cristo lo que cuenta no son las espinas ni la sangre, sino el que vive y muere libremente por AMOR a Dios y a los hombres. No es el dolor lo que se ha de buscar, sino REPETIR SU EXISTENCIA POR AMOR.