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Consejos conyugales atemporales de los años 30 del siglo pasado

Consejos conyugales atemporales de los años 30 del siglo pasado

Por INFOVATICANA | 25 enero, 2020

(The Catholic Herald)- ¿Hay algún hombre por ahí cuyo propósito para el nuevo año 2020 incluya la promesa de ser un buen marido? Bien, pues seguramente le vendría bien un pequeño libro que fue publicado por primera vez en 1936, que se titula precisamente así: How to be a Good Husband [Cómo ser un buen marido].

Es, previsiblemente, divertido aunque anticuado. No crea -le dice a los hombres- que está guapísimo con unos pantalones bombacho y de colores, sobre todo si su esposa lo desaprueba. Nunca use una chaqueta, excepto con traje de franela blanca. Y si alquila una casa para las vacaciones, no despida a la sirvienta durante ese tiempo – sería más trabajo para su pobre esposa.

En el restaurante concédanse una botella de vino de vez en cuando. Pero “recuerde que las mujeres generalmente prefieren un vino dulce a uno seco, y que en lo que respecta a los licores, Crème de Menthe es siempre el favorito”.

Y no olvide que “la cortesía siempre está de moda”. ¡Oh, no, no lo está! Si un hombre le cede el asiento a una señora en 2020, o se levanta cuando esta entra a la habitación, puede ser acusado de practicar el “patriarcado”, o incluso de “masculinidad tóxica”.

Sin embargo, a pesar de todos sus elementos arcaicos, este pequeño libro parece seguir teniendo cierta relevancia hoy: ha sido reimpreso doce veces por la Biblioteca Bodleian, desde que fue rescatado por primera vez, en 2008, de los archivos de los años 30. Algunos de los consejos seguramente tocarían la fibra sensible de cualquier consejero matrimonial de hoy. “No pienses que no le estás haciendo caso a tu esposa”, aconseja. “Si una esposa tiene fallos, él [el esposo] debería tratar de cerrar los ojos ante ellos”.

Un marido debe interesarse por los intereses de su esposa. Y ser franco en tema de dinero. “Cuéntele a su esposa todo sobre sus finanzas y no le oculte cifras”. En una nota sorprendentemente progresista, se recomienda tener cuentas bancarias separadas, en lugar de una cuenta compartida.

No le “cuente a su esposa inexactitudes terminológicas que, en inglés llano, son mentiras. Una mujer posee una intuición increíble para detectar incluso pequeñas desviaciones de la verdad”.

No juzgue a los amigos de su esposa. Preste atención tanto a su amiga más aburrida, la señorita Prudence Dowdy, como a su amiga más seductora, la señorita Dolly Dimple (los llamaríamos estereotipos, pero aún así sigue siendo un buen punto).

No diga una cosa y haga otra. “No le diga a su esposa que la ama para tratarla después como basura”. Una esposa no es “un juguete”, sino “una compañera de vida”.

“No sea grosero con su esposa. La mayoría de las mujeres aprecian mucho más que los hombres los modales refinados”. El respeto y la estima son vitales en el matrimonio.

No sea demasiado exigente y nunca critique a su esposa delante de otros. Tenga sus hobbys y deje que su esposa tenga los suyos. Pero no continúe con actividades recreativas peligrosas una vez casado.

El consejero anónimo da por descontado que los hombres adoran los automóviles. Sin embargo, aconseja al buen marido que “si le preguntan si es mejor un coche en el garaje o un niño en la cuna, no dude en elegir lo segundo”.

Algunas buenas ideas siempre seguirán siendo válidas.

Publicado por Mary Kenny en The Catholic Herald.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.