McElroy y Fernández: hoy la herejía goza de impunidad. Por Luisella Scrosati
Según el derecho canónico, cualquiera que proclama doctrinas heterodoxas es automáticamente excomulgado. Actualmente tenemos en cambio un obispo y un cardenal -y quizás no sólo ellos- defensores de una teología eucarística que parece prescindir del arrepentimiento y la conversión. Y permanecen tranquilos en sus puestos.
El arzobispo de Springfield (Illinois), monseñor Thomas Paprocki, ya no acepta que haya cardenales que puedan sostener públicamente herejías y quedar impunes, como lo hizo su ilustre hermano en el episcopado, el cardenal Robert McElroy, obispo de la diócesis de San Diego. En un magistral artículo publicado el 28 de febrero en First Things, Paprocki, doctore en Jurisprudencia y en Derecho Canónico, explica que sucede cuando un obispo católico cae en la herejía, aunque sin hacer ninguna referencia explícita.
Ante los tiempos actuales, en los que parece que lo único vinculante para los católicos es “no juzgar”, remitiéndose al canon 750 § 1 del Código de Derecho Canónico, monseñor Paprocki recuerda que es deber de pastores y fieles creer firmemente, con “fe divina y católica, [...] todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, [...] y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria”. También se les exige “aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia” (canon 750 § 2).
Todo aquél que comete apostasía, herejía o cisma incurre, según la norma del canon 1364, en la excomunión latae sententiae; así como debe ser castigado con censura y la privación del cargo quien “enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por el Concilio Ecuménico o rechaza obstinadamente la doctrina” a lo que se refiere el canon 750, antes citado, y en el canon 752, relativo al asentimiento religioso del intelecto y de la voluntad al Magisterio auténtico.
Lo que interesa aquí es la excomunión del hereje, que no requiere un proceso canónico, ya que, explica monseñor Paprocki, con su acto “se ha separado ontológicamente de hecho -es decir, en realidad- de la comunión de la Iglesia”. En consecuencia, la excomunión es provocada por el hecho mismo de pronunciar una herejía, y debe ser simplemente notificada por la autoridad competente. Ahora bien el obispo de Springfield hace notar que McElroy pronunció efectivamente una herejía, cuando el 24 de enero pasado había exhortado, en la revista de los jesuitas America Magazine, a “aceptar una teología eucarística que invite concretamente a todos los bautizados a la mesa del Señor, más que una teología de la coherencia eucarística que multiplica los obstáculos a la gracia y al don de la Eucaristía”. Los nuevos invitados a la mesa eran sobre todo los LGBTQ “activos”, quienes, en contra de la enseñanza constante de la Iglesia, deberían ser admitidos a la Santa Comunión, independientemente del arrepentimiento y la absolución sacramental.
Si nos alejamos un poco más allá de Estados Unidos y cambiamos de hemisferio, encontramos que monseñor Víctor Fernández, arzobispo de la diócesis de La Plata y notoriamente gran amigo del papa Francisco, afirma lo mismo. En una homilía pronunciada el 5 de marzo de 2023, Fernández se distancia de la Iglesia que, “durante muchos siglos, ha tomado otro rumbo”, diferente al de acoger a las personas tal como son. «Sin darse cuenta ha tejido toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, de clasificar a las personas, de ponerles etiquetas: esto es así y aquello es así, éste puede comulgar y este otro no, éste puede sea perdonado y este otro no”. Este pasado de la Iglesia ha sido, en sus palabras, “terrible”, pero “gracias a Dios, el papa Francisco nos ha liberado de este esquema”.
Dos herejías en una sola homilía, con aire de sabelotodo, como alguien que sabe mucho: no está mal. Porque a la herejía ya pronunciada por McElroy, Fernández agrega el rechazo de la necesidad del arrepentimiento para recibir la absolución sacramental, negando así abiertamente la enseñanza del Concilio de Trento (cf. Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum, n. 1676) y terminando precisamente dentro del anatema del cuarto canon sobre el sacramento de la Penitencia: “Si alguno negare que para la entera y perfecta remisión de los pecados se requieren tres actos en el penitente,: contrición, confesión y satisfacción... sea anatema” (Denzinger-Schönmetzer, Enchiridium… n. 1704).
El Papa había estado cerca de esta herejía formal en noviembre del año pasado, cuando al hablar a los participantes de un curso para rectores y formadores de seminarios latinoamericanos, había definido como “criminales” a los sacerdotes que no absuelven a un penitente (ver aquí). No está claro quién de los dos argentinos es el maestro y quién el alumno.
El hecho es que tanto a McElroy como a Fernández se les debe notificar la excomunión; los dos prelados, además, según el canon 194 § 1, deben ser removidos de su cargo eclesiástico, por cuanto han “abandonado públicamente la fe católica”. Y tememos que no están solos. Es cierto que actualmente la cabeza del Dicasterio para la Doctrina de la Fe está “vacante”; pero mientras tanto no estaría mal planear hacer cumplir de vez en cuando la ley de la Iglesia. Aunque sea también para ver levantada la excomunión unos días después, dado que los abusos sexuales y la herejía ya no parecen constituir delitos tan graves.
Publicado originalmente en italiano el 18 de marzo de 2023, en McElroy e Fernández: oggi l'eresia gode di impunità
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
El arzobispo de Springfield (Illinois), monseñor Thomas Paprocki, ya no acepta que haya cardenales que puedan sostener públicamente herejías y quedar impunes, como lo hizo su ilustre hermano en el episcopado, el cardenal Robert McElroy, obispo de la diócesis de San Diego. En un magistral artículo publicado el 28 de febrero en First Things, Paprocki, doctore en Jurisprudencia y en Derecho Canónico, explica que sucede cuando un obispo católico cae en la herejía, aunque sin hacer ninguna referencia explícita.
Ante los tiempos actuales, en los que parece que lo único vinculante para los católicos es “no juzgar”, remitiéndose al canon 750 § 1 del Código de Derecho Canónico, monseñor Paprocki recuerda que es deber de pastores y fieles creer firmemente, con “fe divina y católica, [...] todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, [...] y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria”. También se les exige “aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia” (canon 750 § 2).
Todo aquél que comete apostasía, herejía o cisma incurre, según la norma del canon 1364, en la excomunión latae sententiae; así como debe ser castigado con censura y la privación del cargo quien “enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por el Concilio Ecuménico o rechaza obstinadamente la doctrina” a lo que se refiere el canon 750, antes citado, y en el canon 752, relativo al asentimiento religioso del intelecto y de la voluntad al Magisterio auténtico.
Lo que interesa aquí es la excomunión del hereje, que no requiere un proceso canónico, ya que, explica monseñor Paprocki, con su acto “se ha separado ontológicamente de hecho -es decir, en realidad- de la comunión de la Iglesia”. En consecuencia, la excomunión es provocada por el hecho mismo de pronunciar una herejía, y debe ser simplemente notificada por la autoridad competente. Ahora bien el obispo de Springfield hace notar que McElroy pronunció efectivamente una herejía, cuando el 24 de enero pasado había exhortado, en la revista de los jesuitas America Magazine, a “aceptar una teología eucarística que invite concretamente a todos los bautizados a la mesa del Señor, más que una teología de la coherencia eucarística que multiplica los obstáculos a la gracia y al don de la Eucaristía”. Los nuevos invitados a la mesa eran sobre todo los LGBTQ “activos”, quienes, en contra de la enseñanza constante de la Iglesia, deberían ser admitidos a la Santa Comunión, independientemente del arrepentimiento y la absolución sacramental.
Si nos alejamos un poco más allá de Estados Unidos y cambiamos de hemisferio, encontramos que monseñor Víctor Fernández, arzobispo de la diócesis de La Plata y notoriamente gran amigo del papa Francisco, afirma lo mismo. En una homilía pronunciada el 5 de marzo de 2023, Fernández se distancia de la Iglesia que, “durante muchos siglos, ha tomado otro rumbo”, diferente al de acoger a las personas tal como son. «Sin darse cuenta ha tejido toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, de clasificar a las personas, de ponerles etiquetas: esto es así y aquello es así, éste puede comulgar y este otro no, éste puede sea perdonado y este otro no”. Este pasado de la Iglesia ha sido, en sus palabras, “terrible”, pero “gracias a Dios, el papa Francisco nos ha liberado de este esquema”.
Dos herejías en una sola homilía, con aire de sabelotodo, como alguien que sabe mucho: no está mal. Porque a la herejía ya pronunciada por McElroy, Fernández agrega el rechazo de la necesidad del arrepentimiento para recibir la absolución sacramental, negando así abiertamente la enseñanza del Concilio de Trento (cf. Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum, n. 1676) y terminando precisamente dentro del anatema del cuarto canon sobre el sacramento de la Penitencia: “Si alguno negare que para la entera y perfecta remisión de los pecados se requieren tres actos en el penitente,: contrición, confesión y satisfacción... sea anatema” (Denzinger-Schönmetzer, Enchiridium… n. 1704).
El Papa había estado cerca de esta herejía formal en noviembre del año pasado, cuando al hablar a los participantes de un curso para rectores y formadores de seminarios latinoamericanos, había definido como “criminales” a los sacerdotes que no absuelven a un penitente (ver aquí). No está claro quién de los dos argentinos es el maestro y quién el alumno.
El hecho es que tanto a McElroy como a Fernández se les debe notificar la excomunión; los dos prelados, además, según el canon 194 § 1, deben ser removidos de su cargo eclesiástico, por cuanto han “abandonado públicamente la fe católica”. Y tememos que no están solos. Es cierto que actualmente la cabeza del Dicasterio para la Doctrina de la Fe está “vacante”; pero mientras tanto no estaría mal planear hacer cumplir de vez en cuando la ley de la Iglesia. Aunque sea también para ver levantada la excomunión unos días después, dado que los abusos sexuales y la herejía ya no parecen constituir delitos tan graves.
Publicado originalmente en italiano el 18 de marzo de 2023, en McElroy e Fernández: oggi l'eresia gode di impunità
Traducción al español por: José Arturo Quarracino