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Cortometraje San Juan de la Cruz Poeta del Amor // Llenos a rebosar del Amor de Dios. Llenos a rebosar del Amor de Dios // Plens a vessar de l'amor de Déu 1r Domingo de Adviento - C. 29 de noviembre …Más
Cortometraje San Juan de la Cruz Poeta del Amor // Llenos a rebosar del Amor de Dios.

Llenos a rebosar del Amor de Dios // Plens a vessar de l'amor de Déu

1r Domingo de Adviento - C. 29 de noviembre de 2015

(La Beata y mártir Josefina Sauleda, dominica de clausura)

Palabra de Dios

Lectura del libro de Jeremías (33,14-16):


Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: Señor-nuestra-Justicia.

Salmo 24

R/. A ti, Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres
mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da conocer su alianza. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,12–4,2)


Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos (o también: Hermanos, que el Señor haga crecer hasta rebosar el amor que os tenéis los unos a los otros y a todo el mundo...) , lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente; para que, cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro padre. Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros como proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

» Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

» Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneos en pie ante el Hijo del hombre.»

Pensamientos para la homilía:

El primer pensamiento quizás os sorprenda.

Escribo esta homilía en medio de una gran turbación de espíritu y ansiedad. Sin ninguna consolación de Dios. En medio de una gran desolación en mi alma.

Esto me hace pensar que el Diablo está especialmente interesado en que me desanime pensado en que, como me ha dicho alguien esta semana, al fin y al cabo, seguramente NADIE lee mis homilías.

Pues lo que tengo pensado como comentario a las lecturas de este primer Domingo de Adviento, es ciertamente algo que debe tener al Infierno muy preocupado. Pues se trata de ayudar a realizar lo que nos ha dicho la segunda lectura: QUE NUESTRO AMOR, A DIOS Y A LOS HERMANOS CREZCA HASTA REBOSAR.

Y así descansemos tranquilos, como Jerusalén en la primera lectura, en el Amor Infinito y Eterno que Dios nos tiene.

Al final del Evangelio hemos escuchado: “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneos en pie ante el Hijo del hombre.”

Dice un autor cristiano antiguo: “El Hijo de Dios se ha hecho Hijo del hombre para que el hombre llegue a ser hijo de Dios”: partícipe de la mismísima Vida de Dios.”

Esta es la vida a la que están llamados todos los cristianos, sumergidos en el Amor de Dios, desde el día del bautismo. “Baptitzein”, en griego, significa “sumergir”.

Pero, de hecho, conscientemente sumergidos en el Amor de Dios sólo viven los místicos. Por ello, sólo ellos, están llenos a rebosar de Amor a Dios y a los hermanos.

¿Puedo yo aspirar a una vida de místico?

Escucha lo que se cuenta de San Juan de la Cruz, que junto con Santa Teresa de Ávila, son los grandes maestros de la mística:

Predicaba el Santo Doctor de la Iglesia, un retiro a unas monjas carmelitas. Una de ellas le hace una pregunta un tanto banal:

“Padre Juan, he observado que cuando salgo al jardín, las ranas saltan al agua. ¿Por qué hacen esto las ranas, padre?”

Responde San Juan de la Cruz:

“Cuando sales al jardín, las ranas se asustan, y por ello saltan al agua, y se van al fondo del estanque, porqué allí se encuentran tranquilas y seguras.”

“Pues tú tienes que hacer lo mismo en tu relación personal con Dios.”

Está claro, hermanos y hermanas, lo que nos quiere decir San Juan de la Cruz. Y lo pueden comprender todas las personas, más o menos ilustradas. De manera que la vida de los místicos está al alcance de todos y de todas (no tenemos excusa alguna para no serlo):

La vida nos asusta, la muerte nos asusta, nos asusta el pecado y nuestra debilidad, nos asustan tantas cosas en este valle de lágrimas... Pues ¿qué hay que hacer?

“Saltar al agua” e ir a fondo en nuestra relación personal con Dios.

Y ¿qué significa “ir a fondo en nuestra relación personal con Dios”?

Pues, por ejemplo, nada más despertarse por la mañana, cuando abrimos los ojos y nos enfrentamos a un nuevo día, con todos sus temores e incertezas, hacemos la señal de la cruz (en Nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo), hacemos una crucecita con los dedos, y le damos un besito de corazón a la cruz.

Y con la imaginación (que Albert Einstein decía que es más importante que el conocimiento), nos trasladamos a la eternidad de Dios, antes de la creación del mundo; antes del Big Bang, para entendernos.

Y ¿qué es lo que hay? Un misterio infinito y eterno de Amor y de Vida Interpersonal: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y en el corazón de ese Horno de Amor Infinito y Eterno, ya estoy yo personalmente.

Lo dice la Palabra de Dios: “Nos escogió en Cristo, desde antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él, por el Amor (o: en el amor)” (Cf. Efesios 1). También en Jeremías 31, o Isaías 54: “Te amo con un Amor eterno”.

¿Desde cuándo me ama Dios?

Desde siempre.

¿Cuándo ha empezado Dios a amarme?

¡Nunca ha empezado, siempre me ha amado!

Esto es ir a fondo en el Amor eterno e infinito que Dios me tiene.

Pero no me quedo en la creación. Voy rápidamente al pie de la Cruz del Redentor, junto con María, la Co-Redentora de la humanidad, y junto al discípulo amado, que soy yo.

¿Yo soy el discípulo amado? Sí, tú eres el discípulo amado de Dios. Y tan amado de Dios, que el Padre Eterno entrega a la muerte, al escarnio, a la tortura, a Aquel el Él más quiere, a su propio Hijo.

Y al pie de la Cruz te quedas extasiado del Amor Eterno e Infinito que Dios te tiene.

Y piensas esto:

El Padre Eterno ama infinitamente a su Hijo, y ese Amor Infinito y Eterno es el Espíritu Santo. Pues a mí me ama más que a su propio Hijo, pues a su propio Hijo lo entrega a la muerte por mí. Dios, Padre Eterno, me ama, pues, más que infinitamente: ahora sí que mi corazón está lleno a rebosar.

El amor infinito y eterno de Dios, a mi corazón lo llena del todo. Pero el Amor que Dios me tiene es más que infinito y eterno, y por ello lo llena a rebosar.

Pero ¿por qué me ama tanto Dios? Si no soy más que “la nada más el pecado”, en palabras de Santa Teresa de Ávila.

Pues será precisamente por eso, porque somos tan dignos de lástima, porque somos tan poca cosa.

Aunque, con mucho acierto, un predicador de ejercicios, Legionario de Cristo, dijo una vez que la nada no existe: lo que existe es el Amor de Dios. Es la “materia prima” de todo lo creado.

Pero, cuidado, porque ya hemos advertido que el Demonio está especialmente preocupado con esto de que los cristianos seamos unos místicos, unos enamorados llenos a rebosar del Amor Infinito y Eterno que Dios nos tiene.

Vendrá y va a perturbar tu espíritu para que no descanses tranquilo en el fondo de este Océano de Amor Infinito y Eterno.

El demonio vendrá y te dirá que realmente Dios no es amor de ninguna manera. Que la Cruz de Cristo realmente presenta a un Dios impresentable.

I ciertamente, hermanos y hermanas, tenemos que poder dar una explicación al misterio de la Cruz de Cristo que no entre en conflicto con la gran síntesis que hace el Cristianismo sobre Dios: DIOS ES AMOR.

Cristo, en la Cruz, paga el precio de nuestro rescate, con su sangre derramada (Cf. Marcos 10).

Pero ¿a quién le paga Jesús el precio de nuestro rescate?

No siempre se ha respondido correctamente a esta pregunta.

Se ha dicho:

“Al demonio”. Mala respuesta, pues el demonio no tiene ningún derecho sobre mí. Es un ser creado por Dios, un ángel caído.

También se ha dicho lo siguiente, y ha sido una respuesta especialmente desafortunada que ha perturbado y ha confundido a muchos:

“Dios, Padre Eterno, está enojadísimo con el pecado del hombre. Jesús es ‘el Justo que paga por los pecadores’. El Padre Eterno descarga sobre el Hijo toda su ira. El sufrimiento del Hijo ‘satisface’ la gran ira de Dios, provocada por el pecado el hombre.”

No es una buena respuesta pues introduce un conflicto entre el Padre y el Hijo, que no puede existir de ninguna manera. Lo que hay entre el Padre y el Hijo, es un Amor Infinito y Eterno; tan Infinito y Eterno, que tiene personalidad: es la persona del Espíritu Santo.

¿A quién paga, pues, el precio de nuestro rescate, Jesús en la cruz?

Aquí Benedicto XVI nos da una respuesta genial, en su primera encíclica, Dios es Amor: “El pecado del hombre, enfrenta a Dios consigo mismo, su Amor con su Justicia.”

En la Cruz de Cristo, es el Amor de Dios el que paga el precio de nuestros pecados …
Juan Manuel Serra Oller
EL CRISTIANO DEL SIGLO XX-XXI O SERÁ UN MÍSTICO O NO SERÁ
LLENOS A REBOSAR DEL AMOR DE DIOS

Sobre San Juan de la Cruz y las ranas...
y el misterio de la Cruz de Cristo (bien explicado por Benedicto XVI
No tengas miedo, tú ves a fondo en tu relación personal con Dios:
www.dropbox.com/…/141123_001.MP3
Porque Dios es Amor infinito y eterno..., realmente lo es!!:
www.dropbox.com/…/141123_002.MP3
Pasa …Más
Juan Manuel Serra Oller
En la Cruz de Cristo, es el Amor de Dios el que paga el precio de nuestros pecados a la Justicia Divina.
Cuando te sumerjas, en el Amor Infinito y Eterno de Dios, y tu corazón esté lleno a rebosar de ese Amor, descansa tranquilo, pues Dios es realmente Amor Infinito y Eterno. NO dejes que el demonio te quite la paz.
Nos disponemos a celebrar la Eucaristía, que es acción de Gracias a Dios, Padre …Más
En la Cruz de Cristo, es el Amor de Dios el que paga el precio de nuestros pecados a la Justicia Divina.

Cuando te sumerjas, en el Amor Infinito y Eterno de Dios, y tu corazón esté lleno a rebosar de ese Amor, descansa tranquilo, pues Dios es realmente Amor Infinito y Eterno. NO dejes que el demonio te quite la paz.

Nos disponemos a celebrar la Eucaristía, que es acción de Gracias a Dios, Padre Eterno, porque lo ha creado todo por Amor y porque tanto ha amado al mundo que le ha dado a su Único Hijo, para que sea nuestro Salvador.

María Santísima, la valiente y generosa co-redentora al pie de la Cruz, todos los santos y santas de Dios, y todos los ángeles del Cielo, nos ayudarán a hacer esta acción de gracias con todo el corazón y con toda el alma.

Que así sea / Que així sigui

Mn. Joan Manuel Serra i Oller jserrao@bisbatsantfeliu.cat

www.bisbatsantfeliu.cat / www.mossenjoan.com

Ver esta y otras homilías mías en: www.mossenjoan.com/index_JMSO.html

www.evangelizaciondigital.org / www.movimientosacerdotalmariano.es

www.camino-neocatecumenal.org / www.mistica.es / www.carmelcat.cat

El testimonio admirable de una mística, de una enamorada de Dios, la Beata y Mártir Josefina Sauleda Paulís:

El testimonio martirial es impresionante. Impresiona el paralelismo entre la pasión de la mártir y la pasión de Cristo, tal como lo describe la biógrafa:

(Foto: la última de la Beata y Mártir, pocos días antes del martirio. Sin el hábito, pues estaba escondida.)

1. Como Cristo, antes del martirio, expresó su profundo amor. Pasando por delante del convento incendiado, se fija en la imagen de la Virgen del Rosario, que estaba en la fachada, a la altura del coro donde había un impresionante Cristo crucificado, y exclama: "Señor, cuánto os he amado dentro de estas paredes".

2. Es sometida a un largo interrogatorio, y calla, no dice nada. Los violentos anarquistas quieren saber tres cosas: a. dónde están las monjas para matarlas a todas. b. dónde está el sacerdote del convento para matarlo. c. donde está el supuesto tesoro del convento, para robarlo.

3. Un fuerte dolor de cabeza suple la corona de espinas.

4. Dice "tengo sed".

5. Es brutalmente arrastrada. Lanza un gran grito (una sirvienta de un piso cercano lo escucha y dice: "otro que llevan a matar". Esta chica entrará en el convento después de la guerra).

6. Es sometida a una cruel tortura durante la cual implora la conversión de sus verdugos y la obtendrá. Su verdugo, un famoso anarquista confesará, antes de morir ejecutado, que no podía quitarse de la cabeza toda aquella noche de horror en la cual estuvieron torturando lentamente y cruelmente a sor Josefina Sauleda y como ella expiraba en la madrugada orando por España y por sus torturadores.

7. De tan desfigurada no tiene apariencia humana. Al día siguiente de desaparecer es encontrada muerta, bañada en su sangre. El tiro de gracia, o algún objeto contundente, le había destrozado el cráneo. El rostro era un "montón de carne viva", evidenciando una cruelísima tortura.

8. Muere fuera de la ciudad.

9. Es envuelta en una sábana blanca y enterrada en un sepulcro prestado. Un José (su sobrino) interviene en la sepultura. Es depositada en un sepulcro prestado y para ella sola (un privilegio poco corriente para los mártires de la guerra).

Todo esto se explica en una extensa biografía, obra de Sor Catalina Febrer, difunta recientemente, y que en el momento del martirio, en 1936 era novicia en el Monasterio de Montesión, de Barcelona.

Más detalles en: mossenjoan.com