09:40
Irapuato
247
La Alegría del Evangelio del 24 de enero de 2020 florycanto Evangelio según San Marcos 3,13-19. Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó …Más
La Alegría del Evangelio del 24 de enero de 2020

florycanto Evangelio según San Marcos 3,13-19.
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,
y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
con el poder de expulsar a los demonios.
Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro;
Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;
luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo,
y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Catecismo de la Iglesia Católica
§ 74 – 79

«A doce les hizo sus compañeros para que fueran con él y enviarlos a predicar»

«Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jesús (cf Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo... «Cristo nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a los apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que Él mismo cumplió y promulgó con su voz». La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras: oralmente: «los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó»; y por escrito: «los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo». «Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, 'dejándoles su cargo en el magisterio'». En efecto, «la predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin de los tiempos». Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo es llamada la Tradición en cuanto distinta de la Sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella «la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree». «Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora». Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismos por su Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia. Referencias: Concilio Vaticano II: Dei Verbum, § 7
Irapuato
Irapuato
✍️ Primer Libro de Samuel 24,3-21.
Entonces reunió a tres mil hombres seleccionados entre todo Israel y partió en busca de David y sus hombres, hacia las Peñas de las Cabras salvajes.
Al llegar a los corrales de ovejas que están junto al camino, donde había una cueva, Saúl entró a hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva, estaban sentados David y sus hombres.
Ellos le dijeron: "Este es …Más
✍️ Primer Libro de Samuel 24,3-21.
Entonces reunió a tres mil hombres seleccionados entre todo Israel y partió en busca de David y sus hombres, hacia las Peñas de las Cabras salvajes.
Al llegar a los corrales de ovejas que están junto al camino, donde había una cueva, Saúl entró a hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva, estaban sentados David y sus hombres.
Ellos le dijeron: "Este es el día en que el Señor te dice: 'Yo pongo a tu enemigo en tus manos; tú lo tratarás como mejor te parezca'". Entonces David se levantó y cortó sigilosamente el borde del manto de Saúl.
Pero después le remordió la conciencia, por haber cortado el borde del manto de Saúl,
y dijo a sus hombres: "¡Dios me libre de hacer semejante cosa a mi señor, el ungido del Señor! ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido del Señor!".
Con estas palabras, David retuvo a sus hombres y no dejó que se abalanzaran sobre Saúl. Así Saúl abandonó la cueva y siguió su camino.
Después de esto, David se levantó, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: "¡Mi señor, el rey!". Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose con el rostro en tierra, se postró
y le dijo: "¿Por qué haces caso a los rumores de la gente, cuando dicen que David busca tu ruina?
Hoy has visto con tus propios ojos que el Señor te puso en mis manos dentro de la cueva. Aquí se habló de matarte, pero yo tuve compasión de ti y dije: 'No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor'.
¡Mira, padre mío, sí, mira en mi mano el borde de tu manto! Si yo corté el borde de tu manto y no te maté, tienes que comprender que no hay en mí ni perfidia ni rebeldía, y que no he pecado contra ti. ¡Eres tú el que me acechas para quitarme la vida!
Que el Señor juzgue entre tú y yo, y que él me vengue de ti. Pero mi mano no se alzará contra ti.
'La maldad engendra maldad', dice el viejo refrán. Pero yo no alzaré mi mano contra ti.
¿Detrás de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!.
¡Que el Señor sea el árbitro y juzgue entre tú y yo; que él examine y defienda mi causa, y me haga justicia, librándome de tu mano!".
Cuando David terminó de dirigir estas palabras a Saúl, este exclamó: "¿No es esa tu voz, hijo mío, David?", y prorrumpió en sollozos.
Luego dijo a David: "La justicia está de tu parte, no de la mía. Porque tú me has tratado bien y yo te he tratado mal.
Hoy sí que has demostrado tu bondad para conmigo, porque el Señor me puso en tus manos y tú no me mataste.
Cuando alguien encuentra a su enemigo, ¿lo deja seguir su camino tranquilamente? ¡Que el Señor te recompense por el bien que me has hecho hoy!
Ahora sé muy bien que tú serás rey y que la realeza sobre Israel se mantendrá firme en tus manos.

Salmo 57(56),2.3-4.6.11.
Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad,
porque mi alma se refugia en ti;
yo me refugio a la sombra de tus alas
hasta que pase la desgracia.

Invocaré a Dios, el Altísimo,
al Dios que lo hace todo por mí:
él me enviará la salvación desde el cielo
y humillará a los que me atacan.

¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad!
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo

y tu fidelidad hasta las nubes.