Papa locuto - Roma finita: Francisco declara la guerra a la Iglesia

Repetida y rígidamente, Francisco declara en la carta adjunta que “suspende” y “revoca la facultad concedida por mis predecesores” para celebrar la Misa Romana.
Él, que sigue fomentando las divisiones que hieren a la Iglesia, culpa a los católicos de la Misa en latín de tratar de “ampliar las brechas, reforzar las divergencias y fomentar los desacuerdos que hieren a la Iglesia, bloquean su camino y la exponen al peligro de la división”.
Sarcásticamente, Francisco alega que quien quiera la Misa Romana puede encontrarla en el Novus Ordo. Afirma que “quien quiera celebrar con devoción según las formas anteriores de la liturgia puede encontrar en el Misal Romano reformado según el Concilio Vaticano II todos los elementos del Rito Romano, en particular el Canon Romano, que constituye uno de sus elementos más distintivos”.
En realidad, el Novus Ordo, tal como figura en el Misal de 1970, nunca existió. Desde el principio, fue sustituido por una mezcolanza de experimentos litúrgicos, según el principio de “todo vale”.
Francisco compara su intento de abrogar la Misa Romana que tiene su origen en los tiempos apostólicos con San Pío V (+1572), quien en el siglo XVI abrogó ritos que “no podían reclamar una antigüedad probada”, que es precisamente el caso del Novus Ordo de Pablo VI.
Francisco difunde la falsedad de que los obispos pidieron durante el Vaticano II reformar la Misa, aunque los estudios (por ejemplo, del padre Brian Harrison) han demostrado lo contrario. Cambiar la liturgia no fue una petición de los obispos.
Francisco pide a los obispos que a su debido tiempo hagan volver a los católicos al Novus Ordo y que suspendan la erección de nuevas parroquias personales, las cuales, según Francisco, no corresponden a “la necesidad real del 'santo Pueblo de Dios'”. En realidad, esas parroquias atraen a familias jóvenes, mientras que las ceremonias del Novus Ordo son reuniones de pares de Francisco, que tiene 84 años.
La Traditionis Custodes es una declaración de guerra que Francisco perderá, porque sólo tiene en su sitio a católicos tibios y de edad avanzada, a quienes -según el Apocalipsis de San Juan- “estoy a punto de vomitar de mi boca” (Ap 3, 16).
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