Cardenal Brandmüller, de los Dubia: “Hoy puede ser oportuno lo que ayer estaba prohibido”
Brandmüller crea una confusión total al decir que el Vaticano II no definió cuestiones dogmáticas y que incluso tuvo miedo de hacerlo, aunque Lumen Gentium y Dei Verbum tienen “indudablemente la naturaleza y el carácter vinculante de las auténticas enseñanzas doctrinales” - “si bien aquí nada fue definido en modo vinculante en sentido estricto”.
Él insiste en una “conexión orgánica íntima” entre el Vaticano II y el magisterio anterior, porque para él es “imposible si fuese únicamente por razones teológicas” una ruptura en la liturgia y en la enseñanza de la fe. Esto no cambia que hoy tampoco Juan XXIIII no reconocería más a su Iglesia. En consecuencia, la negación de la ruptura por parte de Brandmüller es meramente académica.
Él admite que Nostra aetate (NA) y Dignitatis humanae (DH) son erróneas, pero cuando la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X dice que el Vaticano II se ha equivoca, entonces “hay que rechazar decididamente esto” .¿Por qué? Porque Brandmüller explica que es “perfectamente obvio” que un texto conciliar podría haber tenido razón en 1965 y ser erróneo en el 2020, ya que las circunstancias han cambiado. Incluso insiste en la “historicidad de cada texto”.
Estos son argumentos auto-contradictorios del relativismo radical. El Vaticano II nunca entendió sus textos como meras instantáneas de los años sesenta.
Para Brandmüller todos los temas posibles referidos a NA y a DH han sido resueltos por Dominus Jesus (2000), un documento publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe que nunca fue aplicado y rápidamente olvidado. Pero incluso si no lo fuera: ¿El relativismo de Brandmüller no debe ser aplicado también a Dominus Jesus, más todavía cuando él insiste en “tomar en cuenta todo el magisterio post-conciliar” – incluido Francisco?
Brandmüller extiende su relativismo al punto que él afirma que hay casos en el ámbito de la moral “donde hoy puede ser oportuno lo que ayer estaba prohibido”.
Los últimos enemigos que él menciona varias veces son los “llamados círculos tradicionalistas”, que no son capaces de darle un sentido a sus contradicciones.
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