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El catolicismo tuneado (Una parábola sobre Hans Küng)

miércoles, 14 de abril de 2021

El catolicismo tuneado (Una parábola sobre Hans Küng)

Entre los socios de un Club de Fumadores de Puros emerge un joven miembro con un portentoso conocimiento de la materia. Lo sabe todo del liado y secado, de la adecuada humedad, del arte de los torcedores... Además posee un paladar único, que le permite distinguir con una sola calada un Montecristo Nº 4 de un Partagas DH, o de un Cohíba Siglo V. La incorporación de este experto superdotado es una maravilla para el Club de Fumadores de Puros. Pero empiezan a ocurrir cosas raras. El nuevo socio pide que se pulverice con ambientador de lavanda el salón de fumadores, pues el penetrante olor a puro le desagrada. Poco después sorprende fumándose los habanos con una nueva boquilla que ha diseñado, porque considera que es hora de suavizar el sabor, a su juicio anticuado y car-gante. Por último, comienza a presentarse a las reuniones con camisetas con fotografías de los tumores que provoca fumar. Lógicamente, el presidente del club acaba echándolo. Indignado, el expulsado replica que la sociedad está secuestrada por unos carcas y se pasa el resto de su vida manifestando que él sigue formando parte del club, aunque pone a parir sus principios fundacionales.

Si me admiten la parábola, tal viene a ser la historia del muy dotado teólogo suizo Hans Küng, que se acaba de morir a los 93 años, bajo un aplauso fervorosísimo de los medios más laicistas y anti-católicos. El sacerdote, filósofo y teólogo Küng fue una de las cimas de la teología del siglo XX (aunque hay más, ahí están Barth o Ratzinger). Un formidable erudito, un pensador original y valiente, dotado de un estilo esplendoroso. Tan es así que su cerebro deslumbró a Juan XXIII y Pablo VI. Pero Küng acabó poniendo en cuestión un pilar sin el que la Iglesia Católica ya no es tal: no creía que realmente Jesucristo fuese Dios, sino un destacadísimo profeta. También negó la infalibilidad papal y acabó defendiendo la eutanasia y, en cierto modo, el aborto.
Por supuesto Küng tenía todo el derecho a pensar como le diese la gana y habrá muchos que concuerden con él. Pero sus conclusiones lo sitúan ‘de facto’ fuera de lo que es la Iglesia Católica. Lo que postulaba era ya otra cosa: un catolicismo tuneado a su antojo, que desvirtuaba la fe. El credo católico es formidable, pero de enorme exigencia personal. Predica el perdón a nuestros enemigos, el amor total al prójimo, la caridad constante y discreta, la vida sexual ordenada, la humildad, el respeto absoluto por la vida, empezando por la de los más débiles. La Iglesia también sostiene desde su fundación que Jesús es Dios y que resucitó de entre los muertos. Si todo eso se te atraganta, lo que debes hacer es buscar tu sendero moral en otros pagos. Pero a veces mentes muy brillantes, como Küng, aspiran a voltear la milenaria fe de Roma desde su narcisismo intelectual. De ahí el aplauso entusiasta con que los celebra el orfeón progresista anticatólico.

*Escrito firmado por Luis Ventoso en el Diario ABC el 12 de abril de 2021

Publicado por Germinans Germinabit en 23:00

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Etiquetas: Escritos interesantes