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Un obispo habla: Entrevista a Mons Schneider, Obispo auxiliar de Astaná(Kazajstán) Aprovechando la visita que Mons. Athanasius Schneider hiciera a la Argentina, tuvimos la oportunidad de entrevistarlo. …Más
Un obispo habla: Entrevista a Mons Schneider, Obispo auxiliar de Astaná(Kazajstán)

Aprovechando la visita que Mons. Athanasius Schneider hiciera a la Argentina, tuvimos la oportunidad de entrevistarlo. Ofrecemos aquí, el video y la transcripción.

Vale le pena detenerse un rato a oírlo para,

Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi

* * *

Un obispo habla: Entrevista a Mons. Schneider

Buenos Aires, 1º de Octubre de 2017

(por el P. Javier Olivera Ravasi)


Humilde, sereno y alegre, Mons. Schneider nos recibe durante una visita de apenas tres o cuatro días por Buenos Aires. Regala su tiempo y, como las almas grandes, no tiene prisa.

P. Javier Olivera Ravasi: ¿Algún tema que desee obviar? –le digo antes de comenzar la entrevista.

Mons. Schneider:Nada hay oculto que no sea develado”; pregunte lo que quiera –responde en un correcto italiano.

P. Javier Olivera Ravasi: Bueno –le digo– pero antes una pregunta medio incómoda: ud. es obispo auxiliar de Astaná, Kazajistán… “pero se la pasa viajando” –dicen por ahí…

Mons. Schneider: Es verdad: es que eso mismo me ha pedido mi arzobispo, Mons. Tomasz Peta, de quien dependo. Sucede que, especialmente en estos tiempos de confusión, es importante que los obispos hablemos, máxime cuando la grey de la cual soy auxiliar es tan pequeña y está bien cuidada (apenas el 0.5 % de su diócesis se declara católico).

P. Javier Olivera Ravasi: Pues comencemos entonces.Ud. proviene de un país donde hay gran cantidad de población musulmana ¿cuáles cree que deberían ser, en un continente como Europa, los criterios de aceptación de inmigrantes no cristianos?

Mons. Schneider: Lo primero que debemos tener en cuenta es el fenómeno acerca de esta denominada “inmigración” (que no es una inmigración, sino una supuesta inmigración), porque los hechos demuestran que estos denominados inmigrantes son fruto de una política de los poderes globales, una inmigración artificial hecha para transportar a una gran cantidad de musulmanes, especialmente musulmanes, a los países cristianos de Europa.

Es evidente, para aquellos que aún usan su inteligencia y ven con realismo este fenómeno, que se trata de una acción política regional y global hecha por los grandes poderes mundiales para, en una ulterior etapa, descristianizar Europa. Se trata de mezclar los pueblos para que Europa pierda su identidad, que no es otra que la identidad cristiana. Esta guerra en Medio Oriente, por ejemplo, ha sido hecha por el denominado Estado Islámico, que ha sido financiado y apoyado por EE.UU y la Unión Europa, por medio de algunos países árabes. Se ha realizado este fenómeno migratorio y la cosa más natural era que estos inmigrantes deberían haber sido recibidos por los países musulmanes vecinos, que son ricos –Arabia Saudita y otros, por ejemplo. Esto sería lo más lógico y lo más humano, porque desde el punto de vista moral, en toda inmigración, se debe evitar sacar a las personas de sus ambientes naturales, de su mentalidad, de su historia, etc., y este es un gran error en que los políticos están incurriendo, evidentemente en base a un programa.

Ciertamente, entre estos inmigrantes hay también personas inocentes que deben sufrir y están siendo usadas como instrumentos, pero la mayoría son hombres jóvenes, que han dejado sus familias. ¿Qué refugiado huye de su país dejando a su mujer y a sus hijos? Ningún hombre haría esto. El hombre debe permanecer allí donde está su familia para defenderla. Esta es una nueva demostración de que este fenómeno de la denominada “inmigración” es una acción política programada.

P. Javier Olivera Ravasi
: Nos encontramos ante el centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima. Nuestra Señora dijo entonces que, si Rusia, con todos sus errores doctrinales, ideológicos, etc., no se convertía, los dispersaría por todo el mundo: ¿cree Ud. que la ideología de género, avalada por el marxismo cultural y hasta el progresismo en la Iglesia, podrían ser consecuencias de lo que la Virgen profetizó en 1917?

Mons. Schneider: Como sabemos, la Virgen ha dicho que Rusia difundiría sus errores por todo el mundo y, de entre los primeros errores, se encontraba el de intentar convertir en atea a la sociedad. Es una cosa única en la historia de la humanidad. Jamás hubo en la historia, un pueblo o una cultura atea; incluso entre las más primitivas.

El segundo, aparte del grandísimo error el de querer fundar una sociedad sin religión, atea es el materialismo, es decir, que toda la vida de la sociedad consista en la cosa temporal. Se trata de una radical exclusión de la trascendencia, de la sobrenaturalidad.

El tercer error que la Unión Soviética implantó fue el aborto. Como sabemos, la URSS fue el primer país del mundo que impuso, en 1920, el aborto: la destrucción de la vida.

Estos errores se difundieron también en los países de tradición cristiana: el aborto, el materialismo radical, la exclusión de la trascendencia, de lo sobrenatural, la inmersión en el mundo meramente material y, como Ud. ha dicho, el marxismo cultural, que ha sido creado en Europa, en el tiempo de la Guerra Fría; incluso aquí en América Latina, la teología de la liberación fue una creación y un error de la URSS, que se dio aquí, con consecuencias desastrosas de la destrucción de la vida espiritual verdaderamente católica en los países latinoamericanos.

También la denominada “teoría del género” que es la última consecuencia del marxismo cultural.

En el ámbito de la Iglesia, también los errores de Rusia, del comunismo, del marxismo, han entrado de un modo siempre más evidente y con más fuerza en la vida de la Iglesia. Comenzando con el Concilio Vaticano II, y especialmente después del Concilio, se han dado en el ámbito de la disminución del aspecto sobrenatural de la vida de la Iglesia, del acercamiento, de la pastoral, en el fondo una concentración en los aspectos puramente temporales y materiales. Hoy constatamos casi el culmen de esta actitud naturalista, materialista en la pastoral y en la actividad de la Iglesia, con gran difusión, comprobando que estos errores han entrado también en la vida de la Iglesia.

P. Javier Olivera Ravasi: Hace unas semanas ha sido publicado el Motu proprio “Magnum Principium”, que otorga a las Conferencias episcopales nacionales la facultad de realizar las traducciones de los libros litúrgicos a las lenguas vernáculas. ¿Esta posibilidad no podría llegar a atentar, si las traducciones no estuviesen bien hechas, contra la unidad de la Iglesia? En el mismo sentido ¿cuál cree Ud. que sería la solución frente al caos desatado luego de la última reforma litúrgica?

Mons. Schneider: Ud. ha hablado justamente del caos litúrgico. Vivimos hace ya más de cincuenta años en una anarquía litúrgica de la Iglesia. Esto contradice, justamente, la nota de la unidad de la Iglesia porque no solamente tenemos la unidad en la Fe, que es la lex credendi, sino que la Iglesia debe también una unidad en la lex orandi, en la liturgia. Ciertamente existen, como ha existido siempre en la Iglesia, varios ritos litúrgicos; esto es hermoso y es la riqueza de la Iglesia, pero el peligro que tenemos hoy y que ya hemos experimentado, es que las traducciones a las lenguas vernáculas, en algunas regiones lingüísticas, han producido un daño que han tocado incluso la Fe. Las traducciones, por ejemplo, eran tan defectuosas en algunos países que el Papa Juan Pablo II debió intervenir publicando el documento Liturgiam authenticam donde la Santa Sede precisaba con mucha claridad cómo se deben traducir ciertos conceptos teológico-dogmáticos en la liturgia. Porque en la liturgia proclamamos nuestra Fe con fórmulas dogmáticas. Un gran trabajo, en este sentido, es la traducción anglófona del Misal romano, según las indicaciones del Papa Juan Pablo II, a la lengua inglesa, que, desde hace unos años, demuestra ser un óptimo ejemplo de fidelidad en la traducción. Pero ahora, en mi opinión, este nuevo documento parecería ser un paso hacia atrás, de nuevo, dentro de la confusión, viendo un peligro real contra la unidad en las cosas esenciales que tenemos en la liturgia, al momento en que cada Conferencia episcopal decida cómo traducir sus propios libros, especialmente en las expresiones dogmáticas.

Pienso que la Iglesia, la Santa Sede, debería, al contrario, ser más vigilante, y dar a las Conferencias episcopales, normas concretas, como sucedió con Liturgiam authenticam de Juan Pablo II. Según mi convicción, entonces, no veo la necesidad de realizar este nuevo documento, porque bastaba con el de Juan Pablo II.

P. Javier Olivera Ravasi: El Sínodo de las familias trajo algunas dificultades y divisiones dentro de los mismos obispos intervinientes. Por otra parte la exhortación post-sinodal Amoris laetitia, con la interpretación del mismo Papa Francisco (según la Carta enviada a los obispos de Buenos Aires) parecería ser un cambio en la doctrina de la Iglesia, respecto a la recepción de la comunión por parte de aquellas personas que se encuentran en una situación objetiva de pecado. Algunos cardenales han planteado algunas dudas (dubbia) al Papa sobre el tema; incluso varios teólogos, obispos y distinguidos académicos, realizaron una corrección filial (Correctio filialis). A muchos laicos les cuesta entender que la Iglesia esté dando estos cambios tan abruptos, y, al mismo tiempo, se preguntan si es lícito y legítimo para un obispo, para un cardenal o para un simple laico, preguntar o hasta corregir al Santo Padre sobre estos temas. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Mons. Schneider: La primera cosa que debemos decir es que es evidente e innegable que el documento Amoris laetitia ha causado una gran confusión. Hay Conferencias episcopales que, de hecho, permiten el acceso a la comunión a los divorciados no arrepentidos, es decir, que quieren continuar viviendo en adulterio. ¡Porque esto es adulterio! Debemos llamar a las cosas por su nombre. Otras Conferencias episcopales lo niegan. Unos obispos diocesanos lo hacen y otros no. Y así tenemos una situación evidente, una contradicción diametral, frontal, …
Padre, perdónalos porque no saben lo que dicen
Pues bien por el señor Obispo ante estas perentorias preguntas que necesitan de atención en contestación clara, con respuestas concisas como lo demandan algunos. Es este y no otro, el modo correcto de reflexionar antes de hablar acerca de determinadas cuestiones, de expresar desacuerdos y diferencias en medio de las observaciones, pero dentro de ese marco de respeto y consideraciones.
Libreverdad
Dios bendiga a este valiente y fiel servidor del Señor.