Nadie discute el interés del cardenal Ratzinger y posterior papa Benedicto XVI por la cuestión litúrgica. Máxime teniendo presente que su maestro de liturgia era Gamber y algunas contribuciones válidas que ha hecho el cardenal Ratzinger sobre el tema, como por ejemplo la insistencia en celebrar "cara a Dios" y no "cara al pueblo". Pero llama mucho la atención que justo cuando está hablando de las diferencias con la herejía protestante se omita sistemáticamente la palabra "sacrificio" y la condición de "expiatorio" de ese sacrificio. Justo en el momento en que hubiera sido una palabra de clarificación para entender la enorme diferencia entre la Cena del Señor protestante y el Santo Sacrificio de la Misa, el "papa emérito" elude esa cuestión para centrarse en otros aspectos como si el problema con los protestantes se centrara en la cuestión "eucarística" (que precisamente los herejes no cuestionan en realidad), como si el problema fuera el domingo de Resurrección, en vez del Viernes de Pasión. En vez de reafirmar los cánones de Trento, Benedicto parece reafirmar más el confuso y equívoco último documento de Francisco Desiderio desideravi.