La compasión del Padre James Martin no alcanza a Donald Trump

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El ‘apostol de los LGTBI’, redactor jefe de la revista America y asesor del Vaticano, padre James Martin, se ha tomado una pausa en sus loas a la misericordia para pedir la cabeza de Donald Trump.

“Los redactores jesuitas y laicos de America Media @americamag sumamos nuestras voces al coro: “Destituir. Llevar a los tribunales. Ya”, reza el comentario aparecido en la cuenta de Twitter del mediático jesuita James Martin.

Sumarse al coro es, en realidad, una buena definición de lo que los progresistas eclesiales llevan haciendo, en movimiento uniformemente acelerado, en las última décadas. Concretamente, al coro del pensamiento dominante, el mismo que abanderan las mayores empresas multinacionales, los grandes bancos, la mayoría de los gobiernos y partidos de Occidente, las universidades y el mundo de la cultura. Un buen coro, realmente.

También es un buen recordatorio de lo que hemos dado en llamar en ocasiones la ‘misericordia selectiva’ del estamento clerical dominante, aquella que perdona los pecados que no considera realmente pecados, los pecados a la moda, los que el mundo presenta como inocuos cuando no como verdaderas virtudes.

Pero ay del que disienta, ay del que saque los pies del plato, cada vez más estrecho, que nos venden como nueva ortodoxia: ahí no solo no cabe misericordia alguna, sino que la sentencia se vuelve tan tajante como las últimas palabras del tuit de Martin, separadas por puntos y aparte para mayor efecto.

Naturalmente, Trump cae fuera de la jurisdicción eclesial, de modo que esta actitud es solo parcialmente comparable a lo que se ha hecho, no sé, a los franciscanos de la Inmaculada o a la Hermandad de los Apóstoles y a tantos otros, particulares o congregaciones, que han osado entender que lo que la Iglesia ha practicado y creído hasta hace unos años era todavía lícito.

De Trump se pueden pensar pestes, naturalmente. Pero ha sido el representante de una opción elegida por decenas de millones de norteamericanos y aún es el presidente legítimo de Estados Unidos. Ha sido el presidente más provida de la historia desde que el aborto libre es la ley de la tierra y, lo que debería complacer a los amantes de la paz, el primero en muchos mandatos en no iniciar guerra alguna y poner fin a enquistadas enemistades internacionales.

Le quedan seis días, seis, de mandato. ¿A qué viene esta feroz inquina? ¿Qué crimen imperdonable ha cometido para que los que perdonan a cualquiera no quieran perdonarle a él? Es difícil decirlo. Le quieren hacer responsable de una asalto al Capitolio que no solo no organizó, sino que condenó inmediatamente. No sé, si se ha dejado pasar con una sonrisa los bombardeos masivos sobre siete países de Barak Obama, con incontables vidas inocentes segadas, parece que a estos debería bastarles deshacerse de su rival político.

Pero, ya ven, la misericordia es como todo.

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