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EL EVANGELIO DE LA VIDA- CONTRA LA CULTURA DE LA MUERTE- JUAN PABLO II. EL EVANGELIO DE LA VIDA- JUAN PABLO II EVANGELIUM VITAE: EL EVANGELIO DE LA VIDA CONTRA LA CULTURA DE LA MUERTE Autor Padre Mikel …Más
EL EVANGELIO DE LA VIDA- CONTRA LA CULTURA DE LA MUERTE- JUAN PABLO II.

EL EVANGELIO DE LA VIDA- JUAN PABLO II

EVANGELIUM VITAE:
EL EVANGELIO DE LA VIDA
CONTRA LA CULTURA DE LA MUERTE

Autor
Padre Mikel de Viana, S.J.
Tomado de la Revista SIC
Publicada por la Fundación Centro Gumilla
Comunidad Jesuita
Caracas, Venezuela


Evangelium vitæ, fechada el 25 de marzo de 1995, es la undécima carta encíclica de Juan Pablo II. Responde a la solicitud del Consistorio Extraordinario de cardenales celebrado en Roma del 4 al 7 de abril de 1991, dedicado al problema de las amenazas contra la vida en nuestro tiempo, que pedía al papa «ratificar, con la autoridad del Sucesor de Pedro, el valor de la vida humana y su carácter inviolable, con relación a las circunstancias actuales y a los atentados que hoy la amenazan» (EV, 5). La encíclica ha sido escrita a partir de numerosas respuestas de los obispos de todo el mundo a una consulta promovida por Juan Pablo II en la fiesta de Pentecostés de 1991.

La estructura de la encíclica contempla una introducción, cuatro capítulos y una conclusión. En la introducción se expone su propósito, se justifica su mensaje ante la emergente «cultura de la muerte» y se describe su proceso de elaboración. En el primer capítulo, se perfilan los rasgos de la nueva situación en la que la vida humana se ve amenazada por la perversión del sentido moral de la libertad. El segundo capítulo presenta el mensaje cristiano acerca de la vida a partir de una meditación bíblica sobre la misma. El tercer capítulo, expone las consecuencias morales del mensaje cristiano acerca de la vida, que se traduce en el mandato «no matarás», juzgando éticamente los diversos comportamientos que, en el mundo contemporáneo, constituyen las amenazas más dramáticas contra la dignidad de la vida humana. El cuarto capítulo, diseña los ejes fundamentales de una nueva cultura humana a la que convoca la conciencia cristiana. Finalmente, la conclusión, como ya es habitual en las encíclicas de Juan Pablo II, es una contemplación de la figura de María, prototipo de la nueva humanidad.

EL PROPÓSITO

El propósito de Evangelium vitæ es ser «una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!» (EV, 5).

La afirmación central de la encíclica es que «el Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio» (EV, 2). En efecto, el amor de Dios al hombre se revela en la redención obrada por Jesucristo: «El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre» (GS, 22), elevando a todo hombre a una dignidad inquebrantable en la que se manifiesta el valor incomparable de cada persona humana, que se prolonga a su vida en toda su extensión, desde su inicio hasta su término.

Semejante afirmación se enfrenta a la realidad de la universalización de una cultura, que debe ser calificada «de la muerte», en la que la vida humana, sobre todo la de los más débiles y silenciados, es frecuentemente infravalorada y relativizada. Comportamientos claramente inmorales por atentar contra la dignidad de la vida humana, que tradicionalmente han sido rechazados sin contemplaciones por el sentido moral de la humanidad, en nuestros días cuentan con una blanda complacencia, que llega a admitirlos como derechos social y legalmente consagrados por el Estado en muchos países.

LOS DESTINATARIOS:
COMUNICABILIDAD UNIVERSAL DE LA VERDAD MORAL


La encíclica está dirigida «a los obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas, a los fieles laicos y a todas las personas de buena voluntad» (EV, título). Importa mucho tomar conciencia de que el magisterio moral de la Iglesia encuentra su destinatario no sólo en el ámbito intraeclesial, sino fuera de la Iglesia, en todo hombre y mujer animados por la buena voluntad. Este hecho presupone lo que técnicamente se llama «la comunicabilidad universal», es decir, la posibilidad de que la verdad moral sea comunicada, comprendida y compartida por toda persona mediante la atenta y honesta aplicación de sus capacidades racionales. Toda persona humana, independientemente de la conciencia que tenga de ello, por el hecho se ser creación de Dios y estar incluida en su designio de salvación, está real y misteriosamente asistida por la gracia. «Todo hombre, abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun
entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo» (EV, 2).

El magisterio de la Iglesia, al exponer el fundamento racional de la obligación moral, hace de toda persona humana su interlocutora, sin que esto impida la proposición del marco de motivaciones e intenciones, que desprendiéndose de la fe, revisten a la verdad moral del carácter de «verdad de salvación» que tiene para el creyente. La Iglesia está íntimamente convencida de que ninguna verdad
humana deja de alcanzar en Jesucristo su plena expresión, al tiempo de que toda verdad que proclama en nombre de Jesucristo corresponde a la esencia misma del hombre.

EL FUTURO DE EVANGELIUM VITÆ

El lenguaje de las reafirmaciones doctrinales contenidas en la encíclica impresiona a los entendidos porque se coloca en la frontera de las definiciones del magisterio papal extraordinario (cf. EV, 57, 62, 65). En mi caso -me cuesta mucho desentenderme de la mirada sociológica-, la impresión tiene algo de perplejidad y de dolor. Evangelium vitæ, que es una preciosa exposición de la doctrina católica sobre la vida, que sin reservas acude a los solemnes acentos en que resuena el eco de la ley divina... no deja de ser, sin embargo, palabra de hombre, sujeta a los condicionamientos de la comunicación interhumana.

En la sociedad de la indigestión informativa, donde las verdades son arrastradas por el torbellino comunicacional, junto con las noticias y las opiniones más peregrinas, parece que no hay espacios para lo sagrado. No olvido la sensación de inconoclastia que me produjo en la Navidad pasada tropezarme con el libro del papa, Cruzando el umbral de la esperanza, compitiendo con el best seller de un corredor de formula-uno, junto a las estanterías del cloro y los platos de cartón, en el supermercado TIA cerca de casa. Ya estoy oyendo a los observadores más optimistas y superficiales que ven en el mismo hecho «que la Iglesia se está modernizando» y «usando los medios de comunicación». El problema es otro; digámoslo brutalmente: Evangelium vitæ será olvidada en poco tiempo. ¿Quién se acuerda de Veritatis splendor, más allá del círculo de los especialistas de oficio?

En primer lugar está el homogeneizador torbellino del mercado comunicacional, en el que la multiplicación exponencial de los mensajes resta a todos incisividad. Pero en segundo lugar está el peligro de la inflación magisterial anunciado por K. Rahner hace casi medio siglo: hace falta tiempo, reflexión y ejercicio para que el mensaje magisterial se pose y sea asimilado por la Iglesia. La
multiplicación de documentos, que casi se atropellan unos a otros, puede ser un indicador de la gravedad de los problemas que atenazan al creyente de fin de siglo, pero no creo que ayuda mucho a la nutrición y serena afirmación de la experiencia de fe. Hay peligro de redundancia y de indiferencia en la recepción, cuando hasta los teólogos sienten que no alcanzan a seguir el paso de la producción documental.

Otro problema es el del lenguaje, que irremisiblemente sigue siendo dominio de iniciados. ¿Qué duda cabe de que Evangelium vitæ es, más que una carta encíclica, un tratado doctrinal monumental? Y, sin embargo, queda la sospecha de que su lenguaje sea tangencial y apenas toque epidérmicamente a una generación que busca en la irracionalidad una salida para la depresión y la angustia.

Evangelium vitæ es pertinente y relevante. La cuestión es si somos capaces de convertirla realmente, no sólo retóricamente, en puntal de la nueva cultura de la vida humana.

20 de octubre de 1996 - Jorge L. Beléndez - belendez@caribe.net
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EL EVANGELIO DE LA VIDA.
SAN JUAN PABLO IIMás
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SAN JUAN PABLO II
Ana García
Gracias
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