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Espiritualidad cristiana para seglares. Del prólogo: "Hemos tratado de ofrecer en esta obra una auténtica espiritualidad cristiana que pueda ser vivida íntegramente por los cristianos que viven en el …Más
Espiritualidad cristiana para seglares.

Del prólogo: "Hemos tratado de ofrecer en esta obra una auténtica espiritualidad cristiana que pueda ser vivida íntegramente por los cristianos que viven en el mundo y enteramente inmersos en sus estructuras terrenas. Nada hay en ella—nos parece—que no pueda ser practicado íntegramente por un seglar. Hemos tenido muy presente a todo lo largo de nuestro trabajo la objeción, tan corriente en nuestros días, de que la mayor parte de los grandes maestros de la espiritualidad cristiana enfocaron el problema de la santidad con una mentalidad estrictamente monacal de huida del mundo, que la hacía, por lo mismo, del todo inaccesible a los seglares, que se ven forzados por su propia condición y estado a desenvolver su vida precisamente en medio del mundo y de sus estructuras terrenas. Hay mucho de verdad en esta objeción, y por esto hemos tratado cuidadosamente de no escribir en este libro una sola línea que no pueda servir de orientación o no pueda ser vivida íntegramente por los seglares que viven en el mundo.

Sin embargo, nos apresuramos a añadir que no hemos escrito esta obra para los cristianos de «programa mínimo». Los que aspiren únicamente a saber «cuánto pueden acercarse al pecado sin pecar»—como lamenta un insigne moralista contemporáneo—nada encontrarán en nuestro libro. Hemos escrito únicamente para los cristianos seglares que aspiren seriamente a santificarse en su propio estado y en medio de las estructuras del mundo. Y que nadie se forje ilusiones: la perfección cristiana no puede ser otra que la del Evangelio; lo que equivale a decir que ha de tener como base fundamental la que el mismo Cristo estableció para todo el que quiera ser simplemente su discípulo: negarse a sí mismo, tomar la propia cruz de cada día y seguirle a El hasta la cumbre ensangrentada del Calvario (cf. Le 9,23). Una espiritualidad cómoda y fácil, que no imponga ningún sacrificio ni abnegación del propio yo, que prescinda de la vida de oración y de unión intima con Dios ,será todo lo que se quiera menos espiritualidad cristiana, sea cual fuere el estado o condición social del que trate de practicarla."