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San Juan Casiano, patriarca de la vida monástica - 23 de julio. diócesistv. San Juan Casiano, abad En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio …Más
San Juan Casiano, patriarca de la vida monástica - 23 de julio.

diócesistv. San Juan Casiano, abad
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y como fruto de su larga experiencia en la vida monástica escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres.

El patriarca de la vida monástica, a quien se llama simplemente Casiano, nació hacia el año 360, probablemente en Dobruja, ciudad de Rumania. No es imposible que haya luchado contra los godos en la batalla de Andrinópolis. Alrededor del año 380, partió con un amigo suyo llamado Germán, a visitar los Santos Lugares. Ambos se hicieron monjes en Belén. Pero en aquella época, el centro de la vida contemplativa era Egipto. Así pues, los dos amigos se trasladaron allá y visitaron uno a uno en la soledad a los famosos santos varones «que estaban llamados a desempeñar una alta misión en el mundo: no sólo la de orar por él, sino la de edificar e instruir a las generaciones futuras» (Ullathorne). Durante algún tiempo, Casiano y Germán llevaron vida eremítica bajo la dirección de Arquebio. Después, Casiano se trasladó al desierto de Esquela para hablar con los anacoretas que habitaban en cuevas excavadas en la ardiente roca y para vivir en los «cenobios» o monasterios de los monjes. No sabemos por qué razón, Casiano emigró a Constantinopla hacia el año 400. Ahí fue discípulo de san Juan Crisóstomo, quien le confirió el diaconado. Cuando se depuso al gran santo, contra todas las leyes canónicas y contra toda justicia, Casiano fue uno de los legados enviados a Roma para defender la causa del arzobispo ante el papa san Inocencio I. Tal vez en Roma recibió la ordenación sacerdotal, pero no volvemos a saber nada de él hasta que le encontramos en Marsella, varios años después.

Ahí fundó Casiano dos monasterios: uno para monjes, en el sitio en que había sido sepultado el mártir san Víctor, y otro para religiosas. Casiano y sus monasterios habían de irradiar en el sur de la Galia el espíritu y el ideal ascético de Egipto. Para guía e instrucción de sus discípulos, Casiano compuso sus «Conferencias» o «Colaciones» y las »Reglas de la vida monástica». Ambas obras estaban destinadas a ejercer una influencia inmensamente mayor de lo que su autor pudo sospechar. En efecto, san Benito las recomendó, junto con las «Vitae Patrum» y la Regla de San Basilio, como la mejor lectura que sus monjes podían hacer después de la Biblia. También es sensible la influencia de Casiano en la Regla de San Benito y en su espiritualidad, de suerte que puede decirse que Casiano influenció a la cristiandad entera a través de San Benito. En los cuatro primeros libros de las «Reglas de la vida monástica» describe la forma de vida que deben llevar los monjes; el resto de la obra está consagrado a las virtudes que deben tratar de adquirir y a los pecados mortales en los que más peligro tienen de caer. Casiano dice en el prefacio de dicha obra: «No voy a describir milagros y prodigios ni a contar anécdotas. Porque, aunque mis mayores me contaron muchas cosas increíbles y aunque me ha sido dado presenciar algunas con mis propios ojos, el repetirlas produce simplemente asombro en el lector, pero no contribuye a instruirle en el camino de la perfección». Tal sobriedad es característica de Casiano.

Nunca hubo un acto formal de aprobación del culto de Casiano, pero en la tradición monástica siempre fue tenido como santo, e incluso el papa san Gregorio Magno habla de él como santo. No estaba incluido en el Martirologio Romano anterior posiblemente porque en época del Card. Baronio se le consideraba como el iniciador y el principal exponente de las enseñanzas que ahora se conocen con el nombre de «semipelagianismo». Casiano expuso su teoría en su tratado «Acerca de la Reprobación y de la Gracia», en el curso de una controversia acerca de san Agustín; basándose en dicho tratado, se puede tachar a Casiano de «anti-agustinista», pero no de semipelagiano. El santo pasó todo el resto de su vida en Marsella, donde murió hacia el año 433. Los bizantinos celebran su fiesta el 29 de febrero. El Martirologio Romano actual reivindica su figura inscribiéndolo en el catálogo, lo que equivale informalmente a una aprobación del culto.

No existe ninguna biografía contemporánea de Casiano; pero en Acta Sanctorum, julio, vol. V, se encontrarán muchos documentos referentes a él. Véase también la introducción a la edición de sus obras, hecha por Petschening, en el Corpus script. eccl lat. de Viena. Muchos de los autores que escriben sobre los orígenes del monaquismo aluden frecuentemente a Casiano; por ejemplo, Herwegen, Albers y C. Butler. En los últimos años, se ha escrito mucho sobre el santo: cf. L. Cristiani, Cassien (2 vols., 1946), y la obra de O. Chadwick, John Cassian (1950), que es todavía mejor que la anterior desde el punto de vista biográfico y contiene una bibliografía muy completa.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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✍️ Decimosexto Domingo del tiempo ordinario
Libro de la Sabiduría 12,13.16-19.

Fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todos,
a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos;
Porque tu fuerza es el principio de tu justicia,
y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos.
Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree
en la plenitud de tu poder,
y confundes la temeridad …Más
✍️ Decimosexto Domingo del tiempo ordinario

Libro de la Sabiduría 12,13.16-19.

Fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todos,
a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos;
Porque tu fuerza es el principio de tu justicia,
y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos.
Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree
en la plenitud de tu poder,
y confundes la temeridad de aquellos que la conocen.
Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza,
juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder.
Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser amigo de los hombres
y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza,
porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.

Salmo 86(85),5-6.9-10.15-16a.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica!

Todas las naciones que has creado
vendrán a postrarse delante de ti,
y glorificarán tu Nombre, Señor,
porque tú eres grande, Dios mío,
y eres el único que hace maravillas.

Pero tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso,
lento para enojarte, rico en amor y fidelidad,
vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí.

Carta de San Pablo a los Romanos 8,26-27.
Hermanos:
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.

Evangelio según San Mateo 13,24-43.

Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.
'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por : Homilía atribuida a San Macario de Egipto
«Un enemigo lo ha hecho»