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CONCIERTO DE MÚSICA SACRA, por “THE NATIONAL SHRINE OF THE IMMACULATE CONCEPTION” (1990)

CONCIERTO DE MÚSICA SACRA, interpretado por “THE NATIONAL SHRINE OF THE IMMACULATE CONCEPTION” (Coro Nacional de la Inmaculada Concepción), Washington, D.C.

Dirigido por el Reverendo Monseñor Michael Bransfield, acompañado por miembros de la orquesta sinfónica de la “Benjamin T. Rome School of Music”, The Catholic University of America.
Transmitido por “The Eternal Word Television Network” (EWTN), productora ejecutiva la Madre Angélica, 1990.

Obras Ejecutadas:

- “Be Known To Us” de Robert J. Powell.
- “Cantique de Jean Racine” de Gabriel Faure.
- “Pues Dios Te Da Sus Despojos” de Juán Bautista Gomes.
- “O Sacrum Convivium” (Three Eucharistic Motets) de Gerald Near.
- “The Best of Rooms” de Gerald Near.
- “Ave Verum Corpus” de Arthur Wills.
- “The Lord is my Shepherd” de John Rutter.

A continuación, reproduzco un artículo de VIS NEWS, acerca de las palabras de nuestro Papa Benedicto XVI, sobre la música sacra:

LA MÚSICA SACRA CONTRIBUYE A LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Ciudad del Vaticano, 10 noviembre 2012 (VIS).- “La música sacra puede favorecer la fe y contribuir a la nueva evangelización”, ha dicho el Papa a los miembros de la Asociación musical italiana “Santa Cecilia”, reunidos en congreso en Roma.

Benedicto XVI, tomando acto de que ese evento coincide con el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y de la proclamación del Año de la Fe, dedicó buena parte del discurso que dirigió a los miembros de la Asociación a las enseñanzas de la Constitución conciliar sobre la liturgia, en particular en la parte que trata de la música sacra .

“Hablando de la fe -dijo- nos acordamos siempre de San Agustín (...) en cuya conversión jugó un papel relevante el haber escuchado los salmos y los himnos de las liturgias presididas por San Ambrosio. Efectivamente, si la fe nace siempre de la escucha de la palabra de Dios -una escucha que atañe, naturalmente, no solo a los sentidos, sino que a través de los sentidos pasa a la mente y al corazón- es indudable que la música y sobre todo el canto puede otorgar al rezo de los salmos y de los cantos bíblicos más fuerza comunicativa. San Ambrosio, entre sus carismas, contaba con una sensibilidad y una capacidad musical muy agudas y, una vez ordenado obispo, puso estos dones al servicio de la fe y la evangelización”.

Benedicto XVI ha observado que la Constitución “Sacrosanctum Concilium “en línea con la tradición de la Iglesia, enseña que “el canto sacro, unido a las palabras, es parte necesaria e integrante de la liturgia solemne”. ¿Por qué es “necesaria e integrante”? Desde luego, no por motivos puramente estéticos, de forma superficial sino porque contribuye, en razón de su belleza, a alimentar la fe y a expresarla, y , por tanto, a la gloria de Dios y a la santificación de los fieles, que son el fin de la música sacra (...)La música (...) no es solamente un accesorio o un embellecimiento exterior de la liturgia, ella misma es liturgia”.

Refiriéndose después a la relación entre el canto sacro y la nueva evangelización, el Papa ha señalado que la constitución conciliar sobre la liturgia recuerda “la importancia de la música sacra en la misión “ad gentes” y exhorta a valorizar las tradiciones musicales de los pueblos. Pero, precisamente, también en los países de antigua evangelización (...) la música sacra, con su gran tradición propia, que es cultura nuestra, occidental, puede tener y ,de hecho, tiene una tarea relevante para favorecer el re-descubrimiento de Dios, una aproximación renovada al mensaje cristiano y a los misterios de la fe”.

A este propósito el pontífice ha recordado el caso del poeta Paul Claudel que se convirtió escuchando el Magnificat durante las vísperas de Navidad en la catedral parisina de Notre-Dame. “Pero, sin recurrir a personajes ilustres, pensemos en cuantas personas se conmueven profundamente escuchando música sacra y, todavía más, en cuantos se han sentido atraídos de nuevo hacia Dios gracias a la belleza de la música litúrgica (...) Por eso, empeñaos en recuperar y valorizar la gran tradición musical de la Iglesia que, en el gregoriano y la polifonía, tiene dos de sus expresiones más altas”.

“La participación activa de todo el Pueblo de Dios en la liturgia no consiste solamente en hablar, sino también en escuchar, en acoger con los sentidos y con el espíritu a la Palabra, y esto es válido también para la música sacra”.