Novus Ordo: Un fracaso
Las estadísticas de la Base de Datos de Religiones del Mundo (WRD por sus siglas en inglés) del Instituto de Cultura, Religión y Asuntos Mundiales de la Universidad de Boston, muestran que en los últimos cien años el porcentaje de cristianos en el mundo ha disminuido pasando del 34.8% de la población mundial en el año 1910, al 32.8% en el año 2010. Como ejemplo representativo de esto vale recordar que hace cincuenta años el 75% de los norteamericanos católicos asistían a misa cada domingo mientras que ahora menos del 25% lo hace. En Francia la situación es aún peor, del 80% de hace cincuenta años pasaron a menos del 6% en la actualidad. Tendencias semejantes se presentan en muchos otros países del mundo. Todo lo anterior contrasta con lo ocurrido en otras religiones, particularmente en el Islam, que en el mismo periodo pasó del 12.6% de la población mundial en 1910, al 22.5% en el año 2010.
Se han presentado muchas explicaciones a este complejo fenómeno demográfico religioso sin que ninguna sea totalmente aceptada. Una posible explicación argumenta el hecho de que en el Islam (como en muchas otras importantes religiones) las acciones de expresión de la fe no se han modificado desde hace siglos. Es decir que la acción de orar bajo la guía de un Imán en una mezquita en la actualidad no es fundamentalmente diferente de lo que era hace siglos. El papel de Imán ante la comunidad asistente, las oraciones y el idioma en que éstas se pronuncian (árabe) tampoco ha cambiado. Muchos musulmanes memorizan al menos parte de El Corán en su idioma original y aquellos que memorizan totalmente El Corán son conocidos como Hafiz. Quienes asisten a una mezquita para orar bajo la guía de un Imán leyendo y repitiendo El Corán en árabe, afirman que la profundidad, belleza, solemnidad, majestuosidad y finalmente; sublime espiritualidad del evento, es una experiencia extraordinaria. Esto independientemente de que se trate de un musulmán cuya lengua materna sea el farsi, hindú, inglés, español o cualquier otro, y esto sin importar si entiende o no el idioma en que se lee y se realiza el servicio religioso, el árabe.
En contraste con lo anterior, a partir del Concilio Vaticano II -que fuera inaugurado por el Papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI el 8 de diciembre de 1965- se permitió realizar misa católica en lengua vernácula y no en latín del modo Tridentino. El tremendo impacto de llegar a misas católicas en donde participaban lo mismo grupos de rock, que bandas, estudiantinas o mariachis, pretendiendo –inútilmente- sustituir el éxtasis espiritual de los coros, cantatas y cantos gregorianos fue mayúsculo para muchas personas.
Muchos consideran que la insuficiente espiritualidad de nuestra sociedad es en gran parte debida a la escasa o inadecuada presencia de instituciones que promuevan esta espiritualidad -como la Iglesia- a través de acciones adecuadas. La Misa Tridentina constituía –igual que la oración en una mezquita sigue siendo- para los asistentes, un auténtico ejercicio de introspección y espiritualidad, que la misa actual (llamada “novus ordo” establecida para sustituir al orden Tridentino) nunca alcanzó. El novus ordo no fue simplemente la traducción vernacular del texto tradicional sino que fue una auténtica revolución que transformó el rol del sacerdote, de los fieles y aun el de Dios en la liturgia, haciendo con esto algo que ninguna religión importante del mundo había hecho. Quien ora en árabe leyendo El Corán en una mezquita goza de la espiritualidad de acercarse a Dios, así como de la satisfacción de participar en un evento que tiene siglos de realizarse del mismo modo. Es allí donde los fieles encuentran la estabilidad que el mundo moderno no puede proporcionarles en su vida cotidiana. Una consecuencia trágica del Concilio Vaticano II fue haber privado a sus fieles de la sólida e inamovible estabilidad que muchas personas buscan en la religión. Como ejemplo comparativo; no podríamos imaginar en una mezquita a los fieles orando no en árabe sino en inglés o español bajo el acompañamiento de guitarras eléctricas y otras modernidades absurdas.
El Concilio Vaticano II fue un evento que recogió y reflejó las preocupaciones de una época y analizó la relación de la Iglesia católica romana con el mundo moderno, un mundo que estaba (y continuará estando) en una profunda transformación política, social, económica y tecnológica ante la cual se dieron importantes cambios en todos los niveles, incluido el religioso. Seguramente es momento de reconocer que el novus ordo fue un fracaso y que sería preferible que la Iglesia regresara a sus orígenes ofreciendo a sus fieles la paz y espiritualidad que necesitan y no tratando de competir con una modernidad que es inalcanzable para cualquier movimiento religioso.
Finalmente, si lo que los fieles buscaran fuera sólo modernidad, no requerirían de ninguna iglesia para encontrarla. Posiblemente esto es parte de lo que las estadísticas religiosas muestran y sea una explicación del incremento porcentual de algunas religiones como el Islam, el Hinduismo o el Taoísmo, sobre el Cristianismo.
Fuente
Se han presentado muchas explicaciones a este complejo fenómeno demográfico religioso sin que ninguna sea totalmente aceptada. Una posible explicación argumenta el hecho de que en el Islam (como en muchas otras importantes religiones) las acciones de expresión de la fe no se han modificado desde hace siglos. Es decir que la acción de orar bajo la guía de un Imán en una mezquita en la actualidad no es fundamentalmente diferente de lo que era hace siglos. El papel de Imán ante la comunidad asistente, las oraciones y el idioma en que éstas se pronuncian (árabe) tampoco ha cambiado. Muchos musulmanes memorizan al menos parte de El Corán en su idioma original y aquellos que memorizan totalmente El Corán son conocidos como Hafiz. Quienes asisten a una mezquita para orar bajo la guía de un Imán leyendo y repitiendo El Corán en árabe, afirman que la profundidad, belleza, solemnidad, majestuosidad y finalmente; sublime espiritualidad del evento, es una experiencia extraordinaria. Esto independientemente de que se trate de un musulmán cuya lengua materna sea el farsi, hindú, inglés, español o cualquier otro, y esto sin importar si entiende o no el idioma en que se lee y se realiza el servicio religioso, el árabe.
En contraste con lo anterior, a partir del Concilio Vaticano II -que fuera inaugurado por el Papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI el 8 de diciembre de 1965- se permitió realizar misa católica en lengua vernácula y no en latín del modo Tridentino. El tremendo impacto de llegar a misas católicas en donde participaban lo mismo grupos de rock, que bandas, estudiantinas o mariachis, pretendiendo –inútilmente- sustituir el éxtasis espiritual de los coros, cantatas y cantos gregorianos fue mayúsculo para muchas personas.
Muchos consideran que la insuficiente espiritualidad de nuestra sociedad es en gran parte debida a la escasa o inadecuada presencia de instituciones que promuevan esta espiritualidad -como la Iglesia- a través de acciones adecuadas. La Misa Tridentina constituía –igual que la oración en una mezquita sigue siendo- para los asistentes, un auténtico ejercicio de introspección y espiritualidad, que la misa actual (llamada “novus ordo” establecida para sustituir al orden Tridentino) nunca alcanzó. El novus ordo no fue simplemente la traducción vernacular del texto tradicional sino que fue una auténtica revolución que transformó el rol del sacerdote, de los fieles y aun el de Dios en la liturgia, haciendo con esto algo que ninguna religión importante del mundo había hecho. Quien ora en árabe leyendo El Corán en una mezquita goza de la espiritualidad de acercarse a Dios, así como de la satisfacción de participar en un evento que tiene siglos de realizarse del mismo modo. Es allí donde los fieles encuentran la estabilidad que el mundo moderno no puede proporcionarles en su vida cotidiana. Una consecuencia trágica del Concilio Vaticano II fue haber privado a sus fieles de la sólida e inamovible estabilidad que muchas personas buscan en la religión. Como ejemplo comparativo; no podríamos imaginar en una mezquita a los fieles orando no en árabe sino en inglés o español bajo el acompañamiento de guitarras eléctricas y otras modernidades absurdas.
El Concilio Vaticano II fue un evento que recogió y reflejó las preocupaciones de una época y analizó la relación de la Iglesia católica romana con el mundo moderno, un mundo que estaba (y continuará estando) en una profunda transformación política, social, económica y tecnológica ante la cual se dieron importantes cambios en todos los niveles, incluido el religioso. Seguramente es momento de reconocer que el novus ordo fue un fracaso y que sería preferible que la Iglesia regresara a sus orígenes ofreciendo a sus fieles la paz y espiritualidad que necesitan y no tratando de competir con una modernidad que es inalcanzable para cualquier movimiento religioso.
Finalmente, si lo que los fieles buscaran fuera sólo modernidad, no requerirían de ninguna iglesia para encontrarla. Posiblemente esto es parte de lo que las estadísticas religiosas muestran y sea una explicación del incremento porcentual de algunas religiones como el Islam, el Hinduismo o el Taoísmo, sobre el Cristianismo.
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