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El obispo de Covington condena a los estudiantes acosados en la Marcha por la Vida

El obispo de Covington condena a los estudiantes acosados en la Marcha por la Vida

Por Carlos Esteban | 22 enero, 2019

Pese a que la ‘fake news’ se desveló completamente a las pocas horas de darla los medios habituales, los estudiantes de una escuela católica de Covington, Kentuky, que fueron acosados por un grupo de nativos americanos han sido acusados por su propio obispo.

Si uno quiere encontrar un buen ejemplo de cómo la jerarquía católica americana se ha rendido con armas y bagajes al pensamiento único jaleado por los medios seculares y prefiere condenar a los suyos antes de sonar insuficientemente progresistas, el caso de los estudiantes de Covington es perfecto.

Hace dos días saltó la noticia y la indignación entre los sospechosos habituales corrió como la pólvora: un nutrido grupo de estudiantes de un colegio católico de Covington que había participado en la Marcha por la Vida en Washington, algunos con gorras ‘trumpistas’, acosaban y hacían burla a un anciano veterano, nativo americano.

En cuestión de horas, desde el Washington Post a prestigiosos portales informativos, conservadores y progresistas, publicaron resmas de artículos condenando a los gamberros. Periodistas de prestigiosos diarios y televisiones pidieron en redes sociales que se identificara a los chicos -lo que se hizo, naturalmente- en un escalofriante linchamiento virtual. Hasta la Sexta en España se apuntó al ‘fake news’.

Al episcopado de Covington le faltó tiempo para publicar una dura nota condenando la actitud de los estudiantes en los términos más tajantes. “Condenamos las acciones de los estudiantes de la Covington Catholic High School hacia Nathan Phillips en particular y hacia los nativos americanos en general, tras la Marcha por la Vida en Washington, D.C.”, se lee en la nota. “Extendemos nuestras más sentidas disculpas a Mr. Phillips. Este comportamiento se opone a las enseñanzas de la Iglesia sobre la dignidad y el respeto de la persona humana”.

Naturalmente, todo era falso. O, mejor, todo era exactamente al revés. Los alumnos en cuestión no solo no se comportaron como los gamberros abusadores que pintaba la prensa, sino que desplegaron una sangre fría y una afabilidad poco común para su edad y para las circunstancias, como puede verse claramente en los vídeos que se publicaron en las redes inmediatamente después.

La cosa fue como sigue, y como pueden leer en el sucinto ‘hilo’ que hace en Twitter @alonsodm. El mismo día en que se celebra desde hace décadas la Marcha por la Vida, se celebraba también en la capital norteamericana una manifestación reivindicando los derechos de los pueblos indígenas, y junto al Monumento a Lincoln coincidieron, al finalizar ambas, un grupo de muchachos de un colegio católico de Covington, en Kentuky, que habían participado en la primera y esperaban allí el autobús que habría de llevarles de vuelta a casa.

Alonso@alonso_dm

Los enemigos del pueblo lo han vuelto a hacer. Esta vez contra un grupo de estudiantes católicos a los que acusan falsamente de burlarse de un nativo americano en Washington.

HILO
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También había un grupo de afroamericanos, los Israelitas Negros, que a menudo acosan e insultan a blancos en la calle, cosa que hicieron con el grupo de Covington. Pero los estudiantes, lejos de reaccionar con violencia, se lo toman con humor y paciencia. Y entonces llegan los nativos americanos, mezclados con los habituales alborotadores de izquierdas, y empiezan a imprecar a los jóvenes.

Uno de ellos, un anciano veterano indio, Nathan Philips, se dirige solo al grupo de chicos con un tambor artesanal que hace sonar constantemente, hasta situarse a un palmo de la cara de uno de los chicos, Nick Sandman, que le aguanta la mirada al provocador y le sonríe, impasible. Mientras, sus compañeros siguen con el jolgorio, sin entrar en ninguna de las provocaciones que obviamente buscan una respuesta y una foto.

Y no hay más, salvo que la gorra MAGA de Sandman y su sonrisa tranquila sacó de quicio a los progresistas, que presentaron los hechos al revés.

Tras publicarse los vídeos completos que desmontan absolutamente la versión dada por los medios, un número inusual de periodistas y opinadores se apresuraron a hacer públicas sus disculpas y rectificaciones. No así el obispo que, como empieza a hacerse habitual en la jerarquía, prefiere condenar a sus feligreses que poner en duda la narrativa progresista.

Cómo sugiere que deberían haber reaccionado los estudiantes es algo que no aclara el prelado, Roger Joseph Foys. Imaginamos que deberían haber bajado la cabeza y haber pedido perdón por existir. De algún modo, se diría que nuestra jerarquía está para darles la razón a todos salvo a los católicos confesos, siempre culpables de algo. También es curioso que quienes han callado ante los más atroces encubrimientos de sus colegas “porque no hay que precipitarse en el juicio” se apresuren a condenar la acción de unos muchachos sin conocer la historia completa ni, por supuesto, la versión de los protagonistas, fiados solo de la narrativa de quienes odian a los cristianos con verdadera pasión.

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