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LA VIDA DE JESUCRISTO Y DE SU MADRE SANTSIMA

(Desde el nacimiento de Mara Santsima hasta la muerte de San Jos)


Segn las visiones de la Ven. Ana Catalina Emmerick
- Editado por Revista Cristiandad.org y Editorial Surgite! -

INDICE Nmero y ttulo del Captulo Introduccin I Los Esenios II Ascendientes de Santa Ana III San Joaqun y Santa Ana IV La Santa e Inmaculada Concepcin de Mara V La visin de Joaqun VI Joaqun recibe el misterio del Arca de la Alianza VII Encuentro de Joaqun y Ana VIII Figuras del misterio de la Inmaculada Concepcin IX Se anuncia a los paganos el futuro Mesas X Cuadros de la Inmaculada Concepcin XI Misterios de la vida de Mara XII - Vspera del nacimiento de Mara XIII - Oraciones para la fiesta de la Natividad de Mara XIV - Nacimiento de Mara Santsima XV - El nacimiento de Mara en el Cielo, en el Limbo y en la naturaleza XVI - En Caldea, Egipto y otros lugares se anuncia el nacimiento de Mara XVII - La Nia recibe el nombre de Mara XVIII - Preparativos para la presentacin en el templo XIX - La partida hacia el templo de Jerusaln XX - La ciudad de Jerusaln XXI - Presentacin de Mara en el Templo XXII - Mara en el Templo XXIII - El nacimiento de Juan es anunciado a Zacaras XXIV - Noticias acerca de San Jos XXV - Desposorio de la Virgen Mara con San Jos XXVI - El anillo nupcial de Mara XXVII - La casa de Nazaret XXVIII - La santa casa en Loreto XXIX - La anunciacin del ngel XXX - Visitacin de Mara a Isabel XXXI - En casa de Zacaras e Isabel XXXII - Misterios del "Magnficat" XXXIII - Regreso de Jos a Nazaret Pgina 6 7 9 12 16 19 22 23 25 27 30 32 33 35 36 39 41 42 43 47 51 55 59 63 65 68 72 73 75 76 80 84 88 91

XXXIV - Nacimiento de Juan. Mara regresa a Nazaret XXXV - Preparativos para el nacimiento de Jess XXXVI - Partida de Mara y de Jos hacia Beln XXXVII - La festividad del Sbado XXXVIII - Los viajeros son rechazados en varias casas XXXIX - Ultimas etapas del camino XL - Llegada a Beln XLI - La Sagrada Familia se refugia en la gruta XLII - Descripcin de la gruta de Beln XLIII - Jos y Mara se refugian en la gruta de Beln XLIV - Nacimiento de Jess XLV - Seales en la naturaleza. Anuncio a los pastores XLVI - Seales en Jerusaln, en Roma y en otros pueblos XLVII - Antecedentes de los Reyes Magos XLVIII - Fecha del nacimiento del Redentor XLIX - Los pastores acuden con sus presentes L - Celebra la Sagrada Familia la fiesta del Sbado LI - La circuncisin de Jess LII - Isabel acude a la gruta de Beln LIII - Los pases de los Reyes Magos LIV - La comitiva de Teokeno LV - Nombres de los Reyes Magos LVI - Llegan, al pas del rey de Causur LVII - La Virgen Santsima presiente la llegada de los Reyes LVIII - El viaje de los Reyes Magos LIX - Llegada de Santa Ana a Beln LX - Llegada de los Reyes Magos a Jerusaln LXI - Los Reyes Magos conducidos al palacio de Herodes LXII - Viaje de los Reyes de Jerusaln a Beln LXIII - La adoracin de los Reyes Magos LXIV - La adoracin de los servidores de los Reyes LXV - Nueva visita de los Reyes Magos LXVI - El ngel avisa a los Reyes los designios de Herodes LXVII - Visita de Zacaras. La Sagrada Familia se traslada a la tumba de Mahara LXVIII - Preparativos para la partida de la Sagrada Familia LXIX - Presentacin de Jess en el Templo LXX - Presentacin de Mara en el Templo LXXI - Muerte de Simen LXXII - Visin de la Purificacin de Mara LXXIII - La Sagrada Familia llega a casa de Santa Ana

93 94 96 99 101 103 105 107 109 113 115 117 119 122 123 124 127 129 131 133 137 139 144 147 149 152 154 158 161 163 167 170 172 174 177 179 181 185 187 189

LXXIV - Agitacin de Herodes en Jerusaln LXXV - La Sagrada Familia en Nazaret LXXVI - El ngel se aparece a Jos y le manda huir a Egipto LXXVII - Descanso bajo el terebinto de Abraham LXXVIII - Santa Isabel huye al desierto con el nio Juan LXXIX - La Sagrada Familia se detiene en una gruta y ve al nio Juan LXXX - En la morada de los ladrones LXXXI - La primera ciudad egipcia. - La fuente milagrosa LXXXII - El dolo de Helipolis LXXXIII - La Sagrada Familia en Helipolis LXXXIV - La matanza de los inocentes LXXXV - Santa Isabel vuelve a huir con el nio Juan LXXXVI - La Sagrada Familia se dirige a Matarea LXXXVII - Santa Isabel vuelve por tercera vez al desierto con el nio Juan LXXXVIII - Muerte de Zacaras e Isabel LXXXIX - Vida de la Sagrada Familia en Matarea XC - Origen de la fuente de Matarea. Historia de Job XCI - Abrahn y Sara en Egipto. La fuente abandonada XCII - Un ngel avisa a la Sagrada Familia que abandone Egipto XCIII - Regreso de Egipto XCIV - La Sagrada Familia en Nazaret XCV - Fiesta en casa de Ana XCVI - Muerte de San Jos Notas

191 192 193 195 196 197 200 203 205 206 208 210 211 214 216 218 220 223 225 227 228 232 233 235

INTRODUCCIN Toda ponderacin, toda alabanza resulta msera voz al lado de la solemne grandeza que emana de las contemplaciones de la vida de Mara, la excepcional doncella predestinada desde la eternidad a ser la Madre de la Segunda Persona de la Santsima Trinidad. Es tal la riqueza de pormenores de sus antepasados, de su natividad, de su mstica relacin con el Altsimo, que el nimo se suspende. La vida de Nuestro Seor Jesucristo supera, sin embargo, esta maravilla que Dios se ha dignado revelarnos a travs del espritu de Ana Catalina. Los preludios y la conmocin universal que rode el nacimiento de Jess, su infancia, su juventud; los actos, los milagros y las enseanzas del Redentor; su adorable Pasin y los hechos que antecedieron y sucedieron a su Resurreccin, inclusive numerosos viajes y prodigios no consignados en los Evangelios, no pueden ser imaginados ni por espritus anglicos: slo Dios pudo revelarlos a los hombres. El abad de Solesmes, Dom Prspero Gueranguer, al aparecer la versin francesa de estas visiones, public un artculo en Le Monde, en 1860, donde expresaba: He dicho que la vida de Jess me ha parecido an ms extraordinaria que la amarga Pasin y la vida de la Virgen, y no dudo que esta idea sea compartida por todos aquellos que piensan en la imposibilidad en que se encontrara cualquier escritor, si tuviera que narrar, da por da, con igual inters y con la ms grande verosimilitud, la vida de una persona, an concedido que le fuera sumamente amada y grandemente estimada. Y qu fuera si al mismo tiempo cuidara de ese escrito la ms exacta topografa de todos los pueblos y lugares que su Hroe recorre, si descubre todas las costumbres, usos y la vestimenta en todos sus detalles, narrando los episodios pequeos y los grandes de tantos caracteres, ricos y variados, de las personas en escena, durante tres aos completos y sin notarse en todo ello ni un rastro, no digo de invencin, pero ni siquiera de esfuerzo en la narracin de los hechos?... Y qu diremos si el ordenador de semejante drama es una sencilla campesina del corazn de Europa, sin ninguna idea de las costumbres del Oriente, las cuales, sin apartarse un pice, describe y pinta, superando el pincel de un artista y la ciencia de un arquelogo?... Y qu pensar, finalmente, si el Hroe de esta admirable odisea no es otro que el mismo Hijo de Dios, del cual son conocidos los hechos principales por los Evangelios, quien, sin embargo, nos es mostrado aqu en los menores detalles de su vida escondida, sin que se pueda descubrir ni una sola discordancia que pudiera provenir de una dbil, humilde y mortal narradora.

I Los Esenios os antepasados de Santa Ana fueron Esenios1. Estos piadossimos hombres descendan de aquellos sacerdotes que en tiempos de Moiss y Aarn tenan el encargo de llevar el Arca de la Alianza, los cuales recibieron, en tiempos de Isaas y Jeremas, ciertas reglas de vida. Al principio no eran numerosos. Ms tarde vivieron en Tierra Santa reunidos en una extensin como de 48 millas de largo y 38 de ancho, y slo ms tarde se acercaron a las regiones del Jordn. Vivan principalmente en el monte Horeb y en el Carmelo. En los primeros tiempos, antes que Isaas los reuniese, vivan desparramados, entregados a la penitencia. Llevaban siempre los mismos vestidos y no los remendaban, no cambindolos hasta que se les caan de puro viejos. Vivan en estado de matrimonio, pero con mucha pureza de costumbres. A veces, de comn acuerdo, se separaban hombre y mujer, y vivan cierto tiempo entregados a la oracin. Cuando coman estaban separados los hombres de las mujeres; coman primero aqullos y cuando se alejaban los hombres, lo hacan las mujeres. Ya desde entonces haba, entre estos judos, antepasados de Ana y de la Sagrada Familia. De ellos tambin derivan los llamados hijos de profetas. Vivan en el desierto y en los alrededores del monte Horeb. En Egipto tambin he visto a muchos de ellos. Por causa de las guerras estuvieron un tiempo alejados del monte Horeb; pero fueron nuevamente recogidos por sus jefes. Los Macabeos pertenecieron tambin a ellos. Eran grandes veneradores de Moiss: tenan un trozo de vestido de l, que ste haba dado a Aarn y que les haba llegado en posesin. Era para ellos cosa sagrada, y he visto que en cierta ocasin unos quince murieron en lucha por defender este sagrado tesoro. Los jefes de los Esenios tenan conocimiento del misterio encerrado en el Arca de la Alianza. Los que permanecan clibes formaban una agrupacin aparte, una orden espiritual, y eran probados largamente durante varios aos antes de ser admitidos. Los jefes de la orden los reciban por mayor o menor tiempo, segn la inspiracin que reciban de lo alto. Los Esenios que vivan en matrimonio observaban mucho rigor entre ellos y sus mujeres e hijos, y guardaban la misma relacin, con los verdaderos Esenios, que los Terciarios Franciscanos respecto a la Orden Franciscana. Solan consultar todos sus asuntos al anciano jefe del monte Horeb. Los Esenios clibes eran de una indescriptible pureza y piedad. Llevaban blancas y largas vestiduras, que conservaban perfectamente limpias. Se ocupaban de educar a los nios. Para ser admitidos en la orden deban contar, por lo menos, catorce aos de edad. Las personas de mucha piedad eran probadas por slo un ao; los dems por

dos. Vivan en perfecta pureza y no ejercan el comercio; lo que necesitaban para el sustento lo obtenan cambiando sus productos agrcolas. Si un Esenio faltaba gravemente, era arrojado de la orden, y esta excomunin era seguida generalmente de castigo, como en el caso de Pedro con Ananas, es decir, mora. El jefe saba por revelacin divina quin haba faltado gravemente. He visto que algunos deban slo hacer penitencias: se ponan un saco muy tieso, con los brazos extendidos, que no podan doblar y el interior lleno de puntas agudas. Tenan sus cuevas en el monte Horeb. En una cueva mayor se haba acomodado una sala de mimbre donde a las once reuninse todos para la comida en comn. Cada uno tena delante un pequeo pan y un vaso. El jefe iba de uno a otro, bendiciendo los panes. Despus de la refeccin cada uno volva a su celda. En esa sala vi un pequeo altar, y sobre l panes bendecidos cubiertos, que luego se distribuan a los pobres. Posean muchas palomas tan mansas que picoteaban en las manos. Coman de estas palomas, y supe que tenan algn culto religioso por medio de ellas, porque decan algo sobre las aves y las dejaban volar. De la misma manera he visto que decan algo sobre corderos, que luego dejaban vagar por el desierto. Tres veces al ao iban al templo de Jerusaln. Tenan sacerdotes entre ellos, que cuidaban de las vestiduras sagradas, a las cuales purificaban, hacan de nuevo y costeaban su hechura. Se ocupaban de agricultura, de ganadera y especialmente de cultivar huertas. El monte Horeb estaba lleno de jardines y rboles frutales, en medio de sus chozas y viviendas. Otros tejan con mimbres o paos, o bordaban y adornaban vestiduras sacerdotales. La seda no la usaban para s: la llevaban atada al mercado y la cambiaban por productos. En Jerusaln tenan un barrio especial para ellos y an en el templo un lugar reservado. Los judos comunes no congeniaban con ellos. Vi llevar al templo ofrendas como uvas de gran tamao, que cargaban dos hombres, atravesadas en un palo. Llevaban corderos, que no eran sacrificados, sino que se dejaban correr libremente. No los he visto ofrecer sacrificio cruento. Antes de partir para el templo se preparaban con la oracin, riguroso ayuno, disciplinas y otras penitencias. Quien se acercaba al templo con pecados no satisfechos penitencialmente tema ser castigado con muerte repentina, cosa que a veces suceda. Si en el camino a Jerusaln encontraban a un enfermo o necesitado, no proseguan su camino hasta no haber ayudado al desvalido. Los he visto juntar yerbas medicinales, preparar bebidas y curar enfermos con estos medios: les imponan las manos o se tendan con los brazos extendidos sobre los mismos enfermos. Los he visto sanar a veces a la distancia. Los enfermos que no podan acudir, mandaban algn mensajero, en el cual hacan todo lo que el enfermo verdadero necesitaba, y ste sanaba en el mismo instante.

II Ascendientes de Santa Ana

n tiempo de los abuelos de Ana era jefe de los Esenios el anciano Arcos. Este hombre tena visiones en la cueva de Elas, en el monte Horeb, referentes a la venida del Mesas. Saba de qu familia deba nacer el Mesas. Cuando Arcos tena que profetizar sobre los antepasados de Ana, vea que el tiempo se iba acercando. Ignoraba, empero, que a veces se retardaba e interrumpa el orden por el pecado, y por cunto tiempo era la tardanza. Sin embargo, exhortaba a la penitencia y al sacrificio. El abuelo de Ana era un Esenio que se llamaba Estolano antes de su matrimonio. Por su mujer y por las posesiones de sta se llam despus Garesha o Sarziri. La abuela de Ana era de Mara, en el desierto, y se llamaba Moruni o Emorn, esto es, madre excelsa. Se uni con Estolano por consejo del profeta Arcos, que fue jefe de los Esenios por noventa aos, y era un santo varn con quien siempre se aconsejaban antes de contraer matrimonio, para or su palabra y acertar en la eleccin. Me extraaba ver que estos santos hombres y profetas siempre profetizaban sobre descendencia de mujeres y que los antepasados de Ana y la misma Ana tenan siempre hijas mujeres. Pareca que fuera su intento religioso preparar recipientes puros, que deban dar hijos santos, como el Precursor, el Salvador, los apstoles y los discpulos. He visto que Emorn, antes de su casamiento, fue a consultar a Arcos. Tuvo que entrar en la sala de reunin, en el monte Horeb, en un lugar sealado y hablar, a travs de una reja, con el jefe supremo, como se usa en el confesionario. Despus se encamin Arcos por muchos escalones a lo alto del monte Horeb, donde estaba la cueva de Elas. La entrada era pequea y unas gradas llevaban hacia abajo. La cueva estaba limpia y aseada y la luz entraba en el interior por una abertura superior. He visto, contra la pared, un pequeo altar de piedra, y sobre l, la vara de Aarn y un cliz brillante como hecho de piedra preciosa. En este cliz estaba depositada una parte del sacramento o misterio del Arca de la Alianza. Los Esenios haban adquirido este tesoro en ocasin en que el Arca haba cado en manos de los enemigos. La vara de Aarn estaba guardada en una vaina en forma de arbolito con hojas amarillas alrededor. No podra decir si el arbolito era verdadero o slo un trabajo artstico, como una raz de Jess. Cuando rezaba el superior de los Esenios, por causa de un casamiento, tomaba la vara de Aarn en sus manos. Si la unin se refera a la genealoga de Mara Virgen, la vara daba un brote y ste varias floraciones con la seal de la eleccin. Los antepasados de Ana fueron elegidos brotes de esta genealoga, y sus hijas lo fueron por medio de estas seales, las cuales daban otros brotes cuando estaban por contraer matrimonio. Este arbolito con sus retorcidas ramas, era como el

rbol genealgico, como la raz de Jess, mediante el cual se poda conocer, segn lo que hubiera crecido, la proximidad del nacimiento de Mara. Haba all otros pequeos arbustos en tarros, sobre el altar, los cuales tenan significacin cuando reverdecan o se agostaban. En torno de las paredes haban espacios guardados por rejillas, donde se conservaban, envueltos en seda y lana, huesos de antiguos santos varones israelitas que haban vivido y muerto en el monte y en los alrededores. Tambin en las mismas cuevas de los Esenios vi semejantes huesos delante de los cuales rezaban, ponan flores o encendan lmparas. Arcos se revesta al modo de los sacerdotes del templo, cuando oraba en la cueva de Elas. Su vestidura se compona de ocho partes. Primero se pona sobre el pecho un vestido que haba llevado Moiss: una especie de escapulario, que tena una abertura para el cuello y caa en igual largo sobre el pecho y las espaldas. Sobre esto se pona un alba blanca de seda, ceida con un cngulo ancho y una estola cruzada sobre el pecho que le llegaba hasta las rodillas. Luego se pona una especie de casulla de seda blanca, que por detrs llegaba hasta el suelo, con dos campanillas en la parte inferior. Sobre el cuello llevaba una especie de corbata tiesa, cerrada por delante con botones. Su larga barba descansaba sobre esta corbata. Por ltimo se pona un pequeo manto brillante de seda blanca, que se cerraba por delante con tres garfios con piedras, sobre los cuales haba letras o signos grabados. De ambos hombros colgaba una especie de piedras preciosas en nmero de seis, algunas tambin grabadas. En medio de la espalda haba un escudo con signos y letras. En el manto se vean flecos, borlas y frutos. En el brazo llevaba un manpulo. La mitra era de seda blanca arrollada a modo de turbante y terminada en un adorno de seda que tena en la frente una plancha de oro con piedras preciosas. Arcos rezaba postrado o echado sobre el suelo delante del altar. Vi que tuvo una visin en la cual vio que sala de Emorn un rosal de tres ramas. En cada rama haba una rosa y la rosa de la segunda rama estaba sealada con una letra. Tambin vio a un ngel que escriba una letra en la pared. A raz de esto declar Arcos a Emorn que deba casarse con el sexto pretendiente que tendra una hija, con una seal, que sera un vaso de eleccin de la cercana promesa. Este sexto pretendiente era Estolano. No vivieron mucho tiempo en Mara, sino que pasaron a Efrn. He visto tambin a sus hijas Emerencia e Ismeria consultar al anciano Arcos, el cual les aconsej el casamiento porque eran ellas tambin vasos elegidos para la prxima promesa. La mayor, Emerencia, casse con un Levita de nombre Afras y fue madre de Isabel2, madre, a su vez, de Juan el Bautista. Otra hija de Estolano se llam Enu. Ismeria fue la segunda hija de Estolano y Emorn. Esta tuvo en su nacimiento la seal que dijo Arcos haber

visto en la segunda rosa en su visin de Emorn. Ismeria cas con Eliud, de la tribu de Lev. Eran de condicin noble y ricos de bienes. Lo he visto esto en la vasta economa de la casa. Tenan mucho ganado, pero todo pareca que lo destinaban para los pobres y no para s mismos. Vivan en Sforis, a seis hojas lejos de Nazaret, donde posean una heredad. Tenan una posesin en el valle de Zabuln, adonde iban en los tiempos buenos del ao y donde Eliud fij su residencia despus de la muerte de su mujer Ismeria. En el mismo valle se haba establecido el padre de Joaqun con su familia. La piadosa educacin que haba tenido Estolano y Emorn pas a su hija Ismeria y a Eliud. La primera hija de Ismeria se llam Sobe. sta se cas ms tarde con Salomn, y fue la madre de Mara Salom, que se cas con Zebedeo, padre de los apstoles Santiago el Mayor y Juan. Como no llevase Sobe la seal dicha por Arcos se contristaron mucho los padres y fueron al monte Horeb, a ver al profeta, quien les impuso oracin y sacrificio, y los consol. Por espacio de dieciocho aos no tuvieron hijos, hasta el nacimiento de Ana. Tuvieron entonces ambos una visin nocturna. Ismeria vio a un ngel que escriba una letra en la pared, junto a su lecho. Cont esto a su marido, que haba visto lo mismo, y ambos vieron la letra al despertar. Era la letra M, que Ana haba trado al mundo al nacer, grabado en el bajo vientre. Los padres amaban a Ana de una manera particular. He visto a la nia Ana: no era hermosa en grado notable, pero s ms que otras nias de su edad. No fue de ningn modo tan hermosa como lo fue Mara; pero era muy sencilla, inocente y piadosa. As la he visto en todo tiempo, como joven, como madre, como anciana, de manera que cuando veo a una campesina realmente sencilla, pienso siempre: Esta es como Ana. Ana fue llevada a la edad de cinco aos al templo, como ms tarde Mara. Vivi doce aos all y a los diecisiete volvi a su casa. Entre tanto tuvo su madre una tercera hija, llamada Maraha, y Ana encontr a su vuelta a un hijo de su hermana mayor Sobe, llamado Eliud. Maraha consigui ms tarde la posesin de la casa paterna, en Sforis, y fue madre de los discpulos Arastaria y Cocharia. El joven Eliud fue ms tarde marido segundo de la viuda de Naam, Maroni. Un ao despus enferm Ismeria y muri. Desde el lecho de dolor hizo venir a su presencia a todos los de la casa, los exhort y aconsej y design a Ana como ama de casa despus de su muerte. Luego habl con Ana y le dijo que deba casarse, pues era un vaso de eleccin y de promesa.

III San Joaqun y Santa Ana n ao y medio ms tarde se cas Ana con Hel o Joaqun, tambin por un aviso proftico del anciano Arcos. Hubiera debido casar con un levita de la tribu de Aarn, como las dems de su tribu; pero por la razn dicha fue unida con Joaqun, de la tribu de David, pues Mara deba ser de la tribu de David. Haba tenido varios pretendientes y no conoca a Joaqun; pero lo prefiri a los dems por aviso de lo alto. Joaqun era pobre de bienes y era pariente de San Jos. Era pequeo de estatura y delgado, era hombre de buena ndole y de atrayentes maneras. Tena, como Ana, algo de inexplicable en s. Ambos eran perfectos israelitas y haba en ellos algo que ellos mismos no conocan: un ansia y un anhelo del Mesas y una notable seriedad en su porte. Pocas veces los he visto rer, aunque no eran melanclicos ni tristes. Tenan un carcter sosegado y callado, siempre igual y an en edad temprana llevaban la madurez de los ancianos. Fueron unidos en matrimonio en un pequeo lugar donde haba une pequea escuela. Slo un sacerdote asisti al acto. Los casamiento eran entonces muy sencillos; los pretendientes se mostraban en general apocados; se hablaban y no pensaban en otra cosa sino que as deba ser. Deca la novia "s", y quedaban los padres conformes; deca, en cambio, "no", teniendo sus razones, y tambin quedaban los padres de acuerdo. Primeramente eran los padres quienes arreglaban el asunto; a esto seguase la conversacin en la sinagoga. Los sacerdotes rezaban en el lugar sagrado con los rollos de la ley y los parientes en el lugar acostumbrado. Los novios se hablaban en un lugar aparte sobre las condiciones y sus intenciones; luego se presentaban a los padres. stos hablaban con el sacerdote que sala a escucharlos, y a los pocos das se efectuaba el casamiento. Joaqun y Ana vivan junto a Eliud, el padre de Ana. Reinaba en su casa la estricta vida y costumbre de los Esenios. La casa estaba en Sforis, aunque un tanto apartada, entre un grupo de casas, de las cuales era la ms grande y notable. All vivieron unos siete aos. Los padres de Ana eran ms bien ricos; tenan mucho ganado, hermosos tapices, notable menaje y siervos y siervas. No he visto que cultivasen campos, pero s que llevaban el ganado al pastoreo. Eran muy piadosos, reservados, caritativos, sencillos y rectos. A menudo partan sus ganados en tres partes: daban una parte al templo, adonde lo llevaban ellos mismos y que eran recibidos por los encargados del templo. La otra parte la daban a los pobres o a los parientes necesitados, de los cuales he visto que haba algunos all que los arreaban a sus casas. La tercera parte la guardaban para sus necesidades. Vivan muy modestamente y daban con facilidad lo que se les peda. Por eso yo pensaba en mi niez:

"El dar produce riqueza; recibe el doble de lo que da". He visto que esta tercera parte siempre se aumentaba y que muy luego estaban de nuevo con lo que haban regalado, y podan partir de nuevo su hacienda entre los dems. Tenan muchos parientes que solan juntarse en las solemnidades del ao. No he visto en estas fiestas derroche ni exceso. Daban una parte de la comida a los pobres. No he visto verdaderos banquetes entre ellos. Cuando se encontraban juntos se sentaban en el suelo entre tapetes, en rueda, y hablaban mucho de Dios con grandes esperanzas. A veces haba entre los parientes gente no tan buena que miraba mal estas conversaciones y cmo dirigan los ojos a lo alto y al cielo. Sin embargo, con estos malos, ellos se mostraban buenos y les daban el doble. He visto que estos mal criados exigan con tumulto y pretensiones lo que Joaqun y Ana daban de buena voluntad. Si haba pobres entre su familia les daban una oveja o a veces varias. En este lugar tuvo Ana su primera hija, que llam tambin Mara. He visto a Ana llena de alegra por el nacimiento de esta nia. Era una nia muy amable; la he visto crecer robusta y fuerte, pero muy piadosa y mansa. Los padres la queran mucho. Tenan, sin embargo, una inquietud que yo no entenda bien: les pareca que ella no era la nia prometida (de la visin del profeta) que deban esperar de su unin. Tenan pena y turbacin como si hubiesen faltado en algo contra Dios. Hicieron larga penitencia, vivieron separados uno de otro y aumentaron sus obras de caridad. As permanecieron en la casa de Eliud unos siete aos, lo que pude calcular en la edad de la primera nia, cuando terminaron de separarse de sus padres y vivir en el retiro para empezar de nuevo su vida matrimonial y aumentar su piedad para conseguir la bendicin de Dios. Tomaron esta resolucin en casa de sus padres y Eliud les prepar las cosas necesarias para el viaje. Los ganados eran divididos, separando los bueyes, asnos y ovejas; estos animales me parecan ms grandes que los de nuestro pas. Sobre los asnos y bueyes fueron cargados utensilios, recipientes y vestidos. Estas gentes eran tan diestras en cargarlos, como los animales en recibir la carga que les ponan. Nosotros no somos tan capaces de cargar mercaderas sobre carros como eran diestros stos en cargar sus animales. Tenan hermoso menaje: todos sus utensilios eran mejores y ms artsticos que los nuestros. Delicados jarrones de formas elegantes, sobre los cuales haba lindos grabados, eran empaquetados, llenndolos con musgo y envueltos diestramente; luego eran sujetados con una correa y colgados del lomo de los animales. Sobre las espaldas de los animales colocaban toda clase de paquetes con vestimentas de multicolores envoltorios, mantas y frazadas bordadas de oro. Eliud les dio a los que partan una bolsita con una masa pequea y pesada, como si fuera un pedazo de metal precioso. Cuando todo estuvo en orden acudieron siervos y siervas a reforzar la comitiva y arreaba los anima-

les cargados delante de s hacia la nueva vivienda, la cual se encontraba a cinco o seis horas de camino. La casa estaba situada en una colina entre el valle de Nazaret y el de Zabuln. Una avenida de terebintos bordeaba el camino hasta el lugar. Delante de la casa haba un patio cerrado cuyo suelo estaba formado por una roca desnuda, rodeado por un muro de poca altura, hecho de pea viva; detrs de este muro por encima de l haba un seto vivo. En uno de los costados del patio haba habitaciones de poca monta para hospedar pasajeros y guardar enseres. Haba un cobertizo para encerrar el ganado y las dems bestias de carga. Todo estaba rodeado de jardines, y en medio de ellos, cerca de la casa, se levantaba un gran rbol de una especie rara; sus ramas bajaban hasta la tierra, echaban races y as brotaban nuevos rboles formando una tupida vegetacin. Cuando llegaron los viajeros a la vivienda encontraron todo arreglado y cada cosa en su lugar, pues haban los padres enviado a algunos antes con el encargo de preparar todo lo necesario. Los siervos y siervas haban desatado los paquetes y colocado cada cosa en su lugar. Pronto qued todo ordenado y habiendo dejado instalados a sus hijos en la nueva casa, se despidieron de Ana y Joaqun, con besos y bendiciones, y regresaron llevndose a la pequea Mara, que deba permanecer con los abuelos. En todas estas visitas y en otras ocasiones nunca los he visto comer con exceso o despilfarro. Se colocaban en rueda, teniendo cada uno, sobre la alfombra, dos platitos y dos recipientes. No hablaban generalmente en todo el tiempo sino de las cosas de Dios y de sus esperanzas en el Mesas. La puerta de la gran casa estaba en medio. Se entraba por ella a una especie de antesala, que corra por todo lo ancho de la casa. A derecha e izquierda de la sala haba pequeas piezas separadas por biombos de juncos entretejidos, que se podan quitar o poner a voluntad. En la sala se hacan las comidas ms solemnes, como se hizo cuando Mara fue enviada al templo. Desde entonces comenzaron una vida completamente nueva. Queriendo sacrificar a Dios todo su pasado y haciendo como si por primera vez estuviesen reunidos, se empearon, desde ese instante, por medio de una vida agradable a Dios, en hacer descender sobre ellos la bendicin, que era el nico objeto de sus ardientes deseos. Los vi visitando sus rebaos y dividindolos en tres partes, siguiendo la costumbre de sus padres: una para el templo, otra para los pobres y la tercera para ellos mismos. Al templo enviaban la mejor parte; los pobres reciban un buen tercio, y la parte menos buena la reservaban para s. Como la casa era amplia, vivan y dorman en pequeas habitaciones separadas, donde era posible verlos a menudo en oracin, cada uno por su lado, con gran devocin y fervor. Los vi vivir as durante largo tiempo. Daban muchas limosnas y cada vez que repartan sus bienes y sus rebaos, stos se multiplicaban de nuevo rpidamente. Vivan con modestia en medio de sacrificios y renunciamientos. Los he visto vestir ropas de peni-

tencia cuando rezaban y varias veces vi a Joaqun, mientras visitaba sus rebaos en lugares apartados, orar a Dios en la pradera. En esta vida penitente perseveraron diecinueve aos despus del nacimiento de su primera hija Mara, anhelando ardientemente la bendicin prometida y su tristeza era cada da mayor. Pude ver tambin a algunos hombres perversos acercarse a ellos y ofenderlos, dicindoles que deban ser muy malos para no poder tener hijos; que la nia devuelta a los padres de Ana no era suya; que Ana era estril y que aquella nia era un engao forjado por ella; que si as no fuera la tendran a su lado y otras muchas cosas ms. Estas detracciones aumentaban el abatimiento de Joaqun y de Ana. Tena sta la firme conviccin interior de que se acercaba el advenimiento del Mesas y que ella perteneca a la familia dentro de la cual deba encarnarse el Redentor. Oraba pidiendo con ansia el cumplimiento de la promesa, y segua aspirando, como Joaqun, hacia una pureza de vida cada vez ms perfecta. La vergenza de su esterilidad la afliga profundamente, no pudiendo mostrarse en la sinagoga sin recibir ofensas. Joaqun, a pesar se ser pequeo y delgado, era de constitucin robusta. Ana tampoco era grande y su complexin, delicada: la pena la consuma de tal manera que sus mejillas estaban descarnadas, aunque bastante subidas de color. De tanto en tanto conducan sus rebaos al templo o las casas de los pobres, para darles la parte que les corresponda en el reparto, disminuyendo cada vez ms la parte que solan reservarse para s mismos.

IV La Santa e Inmaculada Concepcin de Mara

uando Joaqun, que se encontraba de nuevo entre su ganado, quiso ir de nuevo al templo para ofrecer sacrificios, le envi Ana palomas y otras aves en canastos y jaulas por medio de los siervos para que fuesen a llevrselas a la pradera. Joaqun tom dos asnos y los carg con tres animalitos pequeos, blancos y muy despiertos, de cuellos largos, corderos o cabritos, encerrados en cestas. Llevaba l mismo una linterna sobre su cayado: era una luz en una calabaza vaca. Subieron al templo, guardando sus asnos en una posada, que estaba cerca del mercado. Llevaron sus ofrendas hasta los escalones ms altos y pasaron por las habitaciones de los servidores del templo. All se reunieron los siervos de Joaqun despus que les fueron tomadas las ofrendas. Entr Joaqun en la sala donde se hallaba la fuente llena de agua en la cual eran lavadas las vctimas; se dirigi por un largo corredor a otra sala a la izquierda del sitio donde estaba el altar de los perfumes, la mesa de los panes de la proposicin y el candelabro de los cinco brazos. Se hallaban reunidas en aquel lugar varias personas que haban acudido para sacrificar. Joaqun tuvo que sufrir aqu una pena muy cruel. Vi a un sacerdote, de nombre Rubn, que despreci sus ofrendas, puesto que en lugar de colocarlas junto a las otras, en lugar aparente, detrs de las rejas, a la derecha de la sala, las puso completamente de lado. Ofendi pblicamente al pobre Joaqun a causa de la esterilidad de su mujer y sin dejarlo acercarse, para mayor injuria, lo releg a un rincn. Vi entonces a Joaqun lleno de tristeza abandonar el templo y, pasando por Betania, llegar a los alrededores de Maquero. Permaneci tan triste y avergonzado que, por algn tiempo, no dio aviso del sitio donde se encontraba. La afliccin de Ana fue extraordinaria cuando le refirieron lo que le haba acontecido en el templo y al ver que no volva. Cinco meses permaneci Joaqun oculto en el monte Hermn. He visto su oracin y sus angustias. Cuando iba donde estaban sus rebaos y vea a sus corderitos, se pona muy triste y se echaba en tierra cubrindose el rostro. Los siervos le preguntaban por qu se mostraba tan afligido; pero l no les deca que estaba siempre pensando en la causa de su pena: la esterilidad de su mujer. Tambin aqu divida su ganado en tres partes: lo mejor lo enviaba al templo; la otra parte la reciban los esenios, y el se quedaba con la ms inferior. Tambin Ana tuvo que sufrir mucho por la desvergenza de una criada, que le reprochaba su esterilidad. Mucho tiempo la estuvo sufriendo hasta que la despach de su casa. Haba pedido sta ir a una fiesta a la cual, segn la rigidez de los esenios, no se poda acudir. Cuando Ana le neg el permiso ella

le reproch duramente esta negativa, diciendo que mereca ser estril y verse abandonada de su marido por ser tan mala y tan dura. Entonces despach Ana a la criada, y por medio de dos servidores la envi a la casa de sus padres, llenndola antes con regalos y dones, rogndoles la recibiesen de nuevo ya que no poda retenerla ms consigo. Despus de esto se retir a su pieza y llor amargamente. En la tarde del mismo da se cubri la cabeza con un pao amplio, se envolvi toda con l y fue a ponerse bajo un gran rbol, en el patio de la casa. Encendi una lmpara y se entreg a la oracin. Permaneci aqu mucho tiempo Ana clamando a Dios y diciendo: "Si quieres, Seor, que yo quede estril, haz que, al menos, mi piadoso esposo vuelva a mi lado". Entonces se le apareci un ngel. Vena de lo alto y se puso delante, dicindole que pusiera en paz su corazn porque el Seor haba odo su oracin; que deba a la maana siguiente ir con dos criadas a Jerusaln y que entrando en el templo, bajo la puerta dorada del lado del valle de Josafat, encontrara a Joaqun. Aadi que l estaba en camino a ese lugar, que su ofrenda sera bien recibida, y que all sera escuchada su oracin. Le dijo que tambin ya haba estado con Joaqun, y mandle que llevase palomas para el sacrificio, y anuncile que el nombre de la criatura que tendra, luego lo vera escrito. Ana dio gracias a Dios y volvi a su casa contenta. Cuando despus de mucho rezar en su lecho, se qued dormida, he visto aparecer sobre ella un resplandor que la penetraba. La he visto avisada por una inspiracin interior, despertar e incorporarse en su lecho. En ese momento vi un rostro luminoso junto a ella, que escriba con grandes letras hebreas a la derecha de su cama. He conocido el contenido de la frase, palabra por palabra. Expresaba en resumen, que ella deba concebir; que su fruto sera nico, y que la fuente de esa concepcin era la bendicin que haba recibido Abraham. La he visto indecisa pensando como le comunicara esto a Joaqun; pero se consol cuando el ngel le revel la visin de Joaqun. Tuve entonces la explicacin de la Inmaculada Concepcin de Mara y supe que en el Arca de la Alianza haba estado oculto un sacramento de la Encarnacin, de la Inmaculada Concepcin, un misterio de la Redencin de la humanidad cada. He visto a Ana leer con admiracin y temor las letras de oro y rojas brillantes de la escritura, y su gozo fue tan grande que pareci rejuvenecer cuando se levant para dirigirse a Jerusaln. He visto, en el momento en que el ngel se acerc a ella, un resplandor bajo el corazn de Ana, y all, un vaso iluminado. No puedo explicarlo de otro modo sino diciendo: haba all como una cuna, un tabernculo cerrado que ahora se abra para recibir algo santsimo. No puedo expresar cmo he visto esto maravillosamente. Lo vi como si fuera la cuna de toda la humanidad renacida y redimida; lo vi como un vaso sagrado abierto, al cual se le quita el velo. Re-

conoc esto con toda naturalidad. Este conocimiento era a la vez natural y celestial. Ana tena entonces, segn creo, cuarenta y tres aos.

V La visin de Joaqun

e visto tambin la aparicin del ngel a Joaqun. El ngel le mand llevar las ofrendas al templo y le prometi que sera escuchada su oracin. A pesar de que le dijo que fuera despus a la puerta dorada del templo, Joaqun sentase temeroso de ir. Pero el ngel le dijo que los sacerdotes ya tenan aviso de su visita. Esto suceda en tiempo e la fiesta de los tabernculos. Joaqun haba levantado su choza con ayuda de sus pastores. Al cuarto da de fiesta dirigise a Jerusaln con numeroso ganado para el sacrificio, y se aloj en el templo. Ana, que tambin lleg el mismo da a Jerusaln, fue a hospedarse con la familia de Zacaras, en el mercado de los peces, y se encontr con Joaqun al finalizar las fiestas. Cuando Joaqun lleg a la entrada del templo, le salieron al encuentro dos sacerdotes, que haban recibido un aviso sobrenatural. Joaqun llevaba dos corderos y tres cabritos. Su oferta fue recibida en el lugar acostumbrado: all mismo degolladas y quemadas las vctimas. Una parte de este sacrificio, sin embargo, fue llevaba a la derecha de la antesala y all consumida3. En el centro del lugar estaba el gran silln desde donde se enseaba. Mientras suba el humo de la vctima, descenda un rayo de luz sobre el sacerdote y sobre Joaqun. Hubo entonces un silencio general y gran admiracin. Luego vi que dos sacerdotes llevaron a Joaqun a travs de las cmaras laterales, hasta el Sancta Sanctorum, ante el altar del incienso. Aqu ech el sacerdote incienso, no en granos, como era costumbre, sino una masa compacta sobre el altar4 (era una mezcla de incienso, mirra, casia, nardo, azafrn, canela, sal fina y otros productos y perteneca al sacrificio diario), que se encendi. Joaqun qued solo delante del altar del incienso, porque los sacerdotes se alejaron. Vi a Joaqun hincado de rodillas, con los brazos levantados, mientras se consuma el incienso. Permaneci encerrado en el templo toda la noche, rezando con gran devocin. Estaba en xtasis cuando se le acerc un rostro resplandeciente y le entreg un rollo que contena letras luminosas. Eran los tres nombres: Melia, Anna y Miryam5 (Diversas formas de los nombres Joaqun, Ana y Mara). Junto a ellos vease la figura del Arca de la Alianza o un tabernculo pequeo. Joaqun coloc este rollo escrito bajo sus vestidos, junto al corazn. El ngel habl entonces: "Ana tendr una Nia inmaculada y de ella saldr la salud del mundo. No debe lamentar Ana su esterilidad, que no es para su deshonra sino para su gloria. Lo que tendr Ana no ser de l (Joaqun) sino que por medio de l, ser un fruto de Dios y la culminacin de la bendicin dada a Abraham". Joaqun no poda comprender esto, y el ngel lo llev detrs del cortinado que estaba separado lo bastante para poder permanecer all. Vi que el ngel pona delante de los ojos

de Joaqun una bola brillante como un espejo: l deba soplar sobre ella y mirar. Yo pens que el ngel le presentaba la bola, segn costumbre de nuestro pas donde, en los casamientos, se presenta al sacristn. Cuando Joaqun ech su aliento sobre la bola, aparecieron diversas figuras en ella, sin empaarse en lo ms mnimo. Joaqun observaba. Entend que el ngel le deca que de esa manera Ana dara a luz, por medio de l, sin ser empaada. El ngel tom la bola y la levant en alto, quedando suspendida. Dentro de ella pude ver, como por una abertura, una serie de cuadros conexos que se extendan desde la cada del hombre hasta su redencin. Haba all todo un mundo, donde las cosas nacan unas de otras. Tuve conocimiento de todo, pero ya no puedo dar los detalles. En lo ms alto hallbase la Santsima Trinidad; ms abajo, a un lado, el Paraso, Adn y Eva, el pecado original, la promesa a de la redencin, todas las figuras que la anunciaban de antemano, No, el diluvio, el Arca, la bendicin de Abraham, la transmisin de la bendicin a su hijo Isaac, y de ste a Jacob; luego, cuando le fue retirada a Jacob por el ngel con quien luch; cmo pas a Jos en el Egipto; cmo se mostr en l y en su mujer en un grado de ms alta dignidad; y cmo el don sagrado, donde reposaba la bendicin, era sacado de Egipto por Moiss con las reliquias de Jos y se transformaba en el Santo de los Santos del Arca de la Alianza, la residencia de Dios vivo en medio de su pueblo. Vi el culto y la vida del pueblo de Dios en sus relaciones con este misterio, las disposiciones y las combinaciones para el desarrollo de la raza santa, del linaje de la Santsima Virgen, as como las figuras y los smbolos de mara y del Salvador en la historia y en los profetas. Vi esto en cuadros simblicos dentro de la esfera luminosa. Vi grandes ciudades, torres, palacios, tronos, puertas, jardines, flores, todas estas imgenes maravillosamente unidas entre s por puentes de luz. Todo esto era embestido por fieras y otras temibles apariciones. Estos cuadros mostraban como la raza de la Santsima Virgen, al igual que todo lo santo, haba sido conducida por la gracia de Dios, a travs de combates y asaltos. Recuerdo haber visto, en esta serie de cuadros, un jardn rodeado por densa valla espinosa, a travs de la cual se esforzaban por pasar, en vano, una cantidad de serpientes y bestias repulsivas semejantes. Vi tambin una torre muy firme, asaltada por todas partes por guerreros, que luego eran precipitados desde lo alto de las murallas. Observ muchas imgenes anlogas que se referan a la historia de la Virgen en sus antepasados. Los pasajes y puentes que unan el conjunto significaban la victoria obtenida sobre obstculos e interrupciones que se oponan a la obra de la salvacin. Era como si una carne inmaculada, una sangre pursima hubiesen sido puestas por Dios en medio de la humanidad, como en un ro de agua turbia, y debiesen, a travs de muchas penas y esfuerzos, reunir sus elementos dispersos, mientras el ro trataba de atraerlas

hacia s y empaarlas; pero al final, con la gracia de Dios, de los innumerables favores y de la fiel cooperacin de parte de los hombres, esto deba, despus de oscurecimientos y purificaciones, subsistir en un ro que renovaba sus aguas sin cesar, y elevarse fuera del ro bajo la forma de la Santsima Virgen, de la cual naci el Verbo, hecho carne, que habit entre nosotros. Entre las imgenes que contempl en la esfera luminosa haba muchas que estn mencionadas en las letanas de la Virgen: las veo, las comparo, las comprendo y las voy considerando con profunda veneracin cuando recito las letanas. Ms tarde se desarrollaban en estos cuadros hasta el perfecto cumplimiento de la obra de la divina Misericordia con la humanidad, cada en una divisin y en un desgarramiento infinitos. Por el costado del globo luminoso opuesto al Paraso, llegaban los cuadros hasta la Jerusaln celestial6, a los pies del trono de Dios. Cuando hube visto todo, desvanecindose el globo resplandeciente, que no era sino la misma sucesin de cuadros que partiendo de un punto volvan todos a l luego de haber formado un crculo de luz. Creo que fue una revelacin hecha a Joaqun por los ngeles, bajo la forma de una visin, de la cual tuve yo tambin conocimiento. Cuando recibo una comunicacin de esta clase se me aparece siempre dentro de una esfera luminosa.

VI Joaqun recibe el misterio del Arca de la Alianza

om el ngel, sin abrir la puerta del Arca, algo de dentro. Era el misterio del Arca de la Alianza, el sacramento de la Encarnacin, de la Inmaculada Concepcin, el cumplimiento y la culminacin de la bendicin de Abraham. He visto como un cuerpo luminoso este misterio del Arca. El ngel ungi o bendijo con la punta del pulgar y del ndice la frente de Joaqun; luego pas el cuerpo luminoso bajo el vestido de Joaqun, desde donde, no s decir cmo, penetr dentro de l mismo. Tambin le dio a beber algo de un vaso o cliz brillante que sostena por debajo con sus dos dedos. Este cliz tena la forma del cliz de la ltima Cena, pero sin pie, y Joaqun debi conservarlo para s y llevarlo a su casa. Entend que el ngel le mand a Joaqun que conservase el misterio, y entend, entonces, por qu Zacaras, padre del Bautista, qued mudo despus de haber recibido la bendicin y la promesa de tener hijo de Isabel, bendicin y promesa que venan del misterio del Arca de la Alianza. Slo ms tarde fue echado en menos el misterio del Arca por los sacerdotes del templo. Desde entonces se extraviaron del todo y se volvieron farisaicos. El ngel sac a Joaqun del Sancta Sanctorum y desapareci. Joaqun permaneci tendido en el suelo rgido y fuera de s. Vi que luego llegaron los sacerdotes y sacaron de all reverentemente a Joaqun y lo sentaron en un silln, sobre unas gradas, que slo usaban los sacerdotes. El silln era cmodo y forrado en el asiento, semejante a las sillas que usaba Magdalena en sus tiempos de lujo. Los sacerdotes le echaron agua en la cara y le pusieron delante de la nariz algo o le dieron alguna cosa para tomar; en una palabra, lo trataron como a uno que se ha desmayado. Con todo, he visto que Joaqun qued, despus de lo recibido por el ngel, todo luminoso, ms joven y rozagante.

VII Encuentro de Joaqun y Ana

oaqun fue guiado por los sacerdotes hasta la puerta del pasillo subterrneo, que corra debajo del templo y de la puerta derecha. Era ste un camino que se usaba en algunos casos para limpieza, reconciliacin o perdn. Los sacerdotes dejaron a Joaqun en la puerta, delante de un corredor angosto al comienzo, que luego se ensanchaba y bajaba insensiblemente. Haba all columnas forradas con hojas de rboles y vides y brillaban los adornos de oro en las paredes iluminadas por una luz que vena de lo alto. Joaqun haba andado una tercera parte del camino, cuando vino a su encuentro Ana, en el lugar del corredor, debajo de la puerta dorada donde haba una columna en forma de palmera con hojas cadas y frutos. Ana haba sido conducida por los sacerdotes a travs de una entrada que haba del otro lado del subterrneo. Ella les haba dado con su criada las palomas para el sacrificio, en unos cestos que haba abierto y presentado a los sacerdotes, conforme le haba mandado el ngel. Haba sido conducida hasta all en compaa de otras mujeres, entre ellas, la profetisa Ana. He visto que cuando se abrazaban Joaqun y Ana, estaban en xtasis. Estaban rodeados de numerosos ngeles que flotaban sobre ellos, sosteniendo una torre luminosa y recordando la torre de marfil, la torre de David y otros ttulos de las letanas lauretanas. Desapareci la torre entre Joaqun y Ana: ambos estaban llenos de gloria y resplandor. Al mismo tiempo, el cielo se abri sobre ellos y vi la alegra de los ngeles y de la Santsima Trinidad y la relacin de todo esto con la concepcin de Mara Santsima. Cuando se abrazaron, rodeados por el resplandor, entend que era la concepcin de Mara en ese instante, y que Mara fue concebida como hubiera sido la concepcin de todos sin el pecado original. Joaqun y Ana caminaban as, alabando a Dios, hasta la salida. Llegaron a una arcada grande, como una capilla donde ardan lmparas, y salieron afuera. Aqu fueron recibidos por los sacerdotes, que los despidieron. El templo estaba abierto y adornado con hojas y frutos. El culto se realizaba bajo el cielo, al aire libre. En cierto lugar haba ocho columnas aisladas adornadas con ramajes. Joaqun y ana llegaron a una salida abierta al borde extremo de la montaa del templo, frente al valle de Josafat. No era posible ir ms lejos en esa direccin, pues el camino doblaba a derecha e izquierda. Hicieron todava una visita a un sacerdote y luego los vi con su gente dirigirse a su casa. Una vez llegado a Nazaret, Joaqun dio un banquete de regocijo, sirvi a muchos pobres y reparti grandes limosnas. Vi el jbilo y el fervor de los esposos y su agradecimiento a Dios, pensando en su misericordia hacia ellos; observlos a menudo orando juntos, con los ojos baados en lgrimas.

Se me explic en esta ocasin que los padres de la Santsima Virgen la engendraron en una pureza perfecta, por el efecto de la obediencia. Si no hubiera sido con el fin de obedecer a Dios, habran guardado perpetua continencia. Comprend, al mismo tiempo, cmo la pureza, la castidad, la reserva de los padres y su lucha contra el vicio impuro tiene incalculable influencia sobre la santidad de los hijos engendrados. En general, siempre vi en la incontinencia y en el exceso, la raz del desorden y del pecado. Vi tambin que mucha gente se congratulaba con Joaqun por haber sido recibida su ofrenda en el templo. Despus de cuatro meses y medio, menos tres das, de haber concebido Ana bajo la puerta dorada, vi que Mara era hecha tan hermosa por voluntad de Dios. Vi cmo Dios mostraba a los ngeles la belleza de esa alma y cmo ellos sintieron por ello inexplicable alegra. He visto tambin, en ese momento, cmo Mara se movi sensiblemente por primera vez dentro del seno materno. Ana se levant al punto y se lo comunic a Joaqun; luego sali a rezar bajo aquel rbol debajo del cual le haba sino anunciada la Concepcin Inmaculada.

VIII Figuras del misterio de la Inmaculada Concepcin i la tierra de Palestina reseca por falta de lluvia y a Elas subiendo con dos servidores al monte Carmelo; al principio, a lo largo de la ladera; luego sobre escalones, hasta una terraza, y despus de nuevo sobre escalones en una planicie con una colina que tena una cueva hasta la cual lleg. Dej a sus servidores sobre la ladera de la planicie para que mirasen al mar de Galilea, que apareca casi seco, con honduras, pantanos y hoyos llenos de peces y animales muertos. Elas se inclin sobre s hasta poner su cabeza sobre las rodillas, se cubri y clam con fuerza a Dios. Por siete veces llam a sus siervos, preguntndoles si no vean alguna nube levantarse sobre el mar. Finalmente vi que en medio del mar se levantaba una nubecilla blanca, de la cual sali otra nube negra, dentro de la cual haba una figura blanca; se agrand y en lo alto se abri ampliamente. Mientras la nube se levantaba, vio Elas dentro de ella la figura de una Virgen luminosa. Su cabeza estaba coronada de rayos, los brazos levantados en forma de cruz, en una mano una corona de victoria y el largo vestido estaba como sujeto bajo los pies. Pareca que flotaba y se extenda sobre la tierra de Palestina. Elas reconoci cuatro misterios de la Virgen Inmaculada que deba venir en la sptima poca del mundo y de qu estirpe deba venir; vio tambin a un lado del mar un rbol pequeo y ancho, y al otro, uno muy grande, el cual echaba sus ramas superiores en el rbol pequeo. Observ que la nube se divida. En ciertos lugares santificados, donde habitaban hombres justos que aspiraban a la salvacin, dejaba la nube como blancos torbellinos de roco, que tenan en los bordes todos los colores del arco iris, y vi concentrarse en ellos la bendicin, como para formar una perla entro de su concha. Fume explicado que era sta una figura proftica y que en los lugares bendecidos donde la nube haba dejado caer los torbellinos hubo cooperacin real en la manifestacin de la Santsima Virgen7. Vi en seguida un sueo proftico, en el cual, durante la ascensin de la nube, conoci Elas muchos misterios relativos a la Santsima Virgen. Desgraciadamente, en medio de tantas cosas que me perturban y me distraen, he olvidado los detalles, como tambin otras muchas cosas. Supo Elas que Mara deba nacer en la sptima edad del mundo; por esto llam siete veces a su servidor. Otra vez pude ver a Elas que ensanchaba la gruta sobre la cual haba orado y establecer una organizacin ms perfecta entre los hijos de los profetas. Algunos de ellos rezaban habitualmente en esta gruta para pedir la venida de la Santsima Virgen, honrndola desde antes de su nacimiento. Esta devocin se perpetu sin interrupcin, subsisti gracias a los esenios, cuando estaba ya sobre la tierra, y fue observada ms tarde por algunos ermitaos, de los cuales salieron fi-

nalmente los religiosos del Carmelo. Elas, por medio de su oracin, haba dirigido las nubes de agua segn internas inspiraciones: de otro modo se hubiera originado un torrente devastador en lugar de lluvia benfica. Observ como las nubes enviaron primero el roco; caan en blancas lneas, formaban torbellinos con los colores del arco iris en los bordes, y finalmente caan en gotas de lluvia. Reconoc en esto una relacin con el man del desierto, que por la maana apareca rojizo y denso cubriendo el suelo como una piel que se poda extender. Estos torbellinos corran a lo largo del Jordn, y no caan en todas partes, sino en ciertos lugares, como en Saln, donde Juan deba ms tarde bautizar. Pregunt qu significaban los bordes rojizos, y se me dio la explicacin de la concha del mar, que tiene tambin estos multicolores bordes, que expuesta al sol absorbe los colores y purificada de colores se va formando en su centro la madreperla blanca y pura. No puedo explicar mejor todo esto; pero se me dio a entender que ese roco y esa lluvia significaba mucho ms de lo que poda ser considerndolo slo un refrescamiento de la tierra sedienta. Entend que sin ese roco la venida de Mara se hubiese retardado cien aos, mientras las descendencias que se nutren de los frutos de la tierra, y se ennoblecen por el aplacamiento y la bendicin del suelo, realzasen de nuevo esas descendencias recibiendo la carne la bendicin de la pura propagacin. La figura de la madreperla se refera a Mara y a Jess. Adems de la aridez de la tierra por falta de lluvia, observ la esterilidad de los hombres, y cmo los rayos del roco caan de descendencia en descendencia, hasta la substancia de Mara. No puedo decirlo mejor. A veces presentbanse sobre los bordes multicolores una o varias perlas en forma de rostro humano que pareca derramar un espritu que volva luego a brotar con los dems.

IX Se anuncia a los paganos el futuro Mesas e visto que por la gran misericordia de Dios se anunci a los paganos piadosos de esa poca que el Mesas deba nacer de una Virgen en Judea. Esto sucedi en Caldea, donde haba astrlogos, que tenan visiones de una figura en los astros o en mitad del cielo; estos astrlogos profetizaban luego todo lo que vean. Tambin en Egipto he visto anuncios de la futura salud. Le fue mandado a Elas que reuniera a varias piadosas familias dispersar en el Norte, Oriente y Medioda y las llevase a Judea. Elas envi a tres discpulos de los profetas, que reconoci aptos para dicho objeto, por una seal que le dio el mismo Dios a Elas. Necesitaba gente muy segura, porque era una empresa ardua y arriesgada. Uno de ellos fue al Norte, otro al Oriente y el tercero al Medioda. Este camino lo llevaba a Egipto por un camino peligroso para los israelitas. Lo he visto en el mismo camino cuando huy a Egipto la Sagrada Familia, y luego en la ciudad de Helipolis. En un valle haba un gran templo, rodeado de muchos edificios, y l lleg all a tiempo que se prestaba adoracin a un buey vivo. De estos animales haba varias figuras en el templo, junto a otros dolos. Se sacrificaban al dolo nios que haban nacido deformes. Como el profeta pasara por all, lo detuvieron y lo llevaron delante de los sacerdotes. Por suerte stos eran, en general, muy curiosos de novedades: de otro modo lo habran matado. Le preguntaron de dnde era, y l les contest claramente que nacera una Virgen de la cual vendra la salud el mundo; que entonces todos sus dolos caeran por tierra deshechos8. Se maravillaron de lo que les deca, se conmovieron y lo dejaron marchar. Despus se reunieron en consejo e hicieron la figura de una Virgen, que pendieron en medio de su templo, extendida en el aire como si planeara. La imagen tena un peinado semejante al de sus dolos, de los cuales gran nmero haban sido puestos en fila. Tena busto de mujer y el resto era semejante al len9. La imagen de la Virgen que hicieron los egipcios llevaba en la cabeza un pequeo vaso, bastante hondo, parecido al que usaban para medir las frutas; los brazos hasta el codo estaban pegados a lo largo del cuerpo, separndose de l y extendindose al alzarse. La imagen tena algunas espigas de trigo en las manos; tena tres senos, uno mayor en el centro y otros pequeos ms abajo a cada lado. La parte inferior del cuerpo estaba envuelto en largo ropaje; de los pies, pequeos y muy finos, colgaban algo as como borlas. De los dos hombros se alzaban hermosas plumas en forma de rayos, que parecan alas y que eran como dos peines estrechamente unidos entre s. Tena otras plumas cruzadas a lo ancho de las caderas, replegadas

hacia arriba por la mitad del cuerpo. El vestido no tena pliegues. Honraron a esta imagen y le ofrecieron sacrificios, rogndole que no destruyera a su buey Apis ni a las dems deidades. Por otra pare, perseveraron en todas las abominaciones de su culto idoltrico, empezando, sin embargo, desde ese momento a invocar a la Virgen de la cual haban hecho la imagen, segn creo, de acuerdo con diversas indicaciones tomadas del relato del profeta y tratando de reproducir la figura vista por Elas. He visto cuadros de la historia de Tobas y del casamiento del joven Tobas, por intermedio del ngel, y supe que haba all una figura de Santa Ana y de su historia. El viejo Tobas representaba a la raza piadosa de los judos que esperaban al Mesas. El haberse puesto ciego significaba que no deba tener ms hijos y que deba entregarse ms a la meditacin y a la oracin. Las molestias que le ocasionaba su mujer con sus quejas significaban las formas vacas de los fariseos y doctores de la ley. La paloma era una indicacin de la primavera cercana y de la salud venidera. La ceguera indicaba la espera ansiosa de la redencin y la ignorancia del lugar de su advenimiento. El ngel dijo verdad al afirmar que era Azaras, hijo de Ananas, pues estas palabras significaban ms o menos: la ayuda de Dios que viene de la nube de Dios. El ngel era la conduccin de las descendencias y la conservacin y direccin de la bendicin misteriosa, hasta su cumplimiento en la Concepcin Inmaculada de Mara. Las oraciones del viejo Tobas y de Sara, llevadas ante el trono de Dios por los ngeles, por haber sido escuchadas, significaban los clamores y deseos de los piadosos israelitas y de las hijas de Sin, pidiendo la venida de la redencin, y tambin el clamor de Joaqun y de Ana para conseguir la hija de la promesa. La ceguera de Tobas y la murmuracin de su mujer indicaban tambin el desprecio que se hizo a Joaqun al rechazarle su sacrificio. Los siete pretendientes de Sara muertos, significaban aqullos antepasados de Mara y la salud, como asimismo los pretendientes que Ana tuvo que rechazar antes de Joaqun. El desprecio de la criada de Sara indicaba el desprecio de los paganos y de los incrdulos judos, ante la venida del Mesas, que llevaba a los buenos a rezar. Tambin expresaba el desprecio de la criada de Ana, que movi a sta a rezar con ms fervor hasta que fue oda su peticin. El pez que pretenda devorar a Tobas significaba la larga esterilidad de Ana; el corte del hgado, la bilis y el corazn del pez expresaban la mortificacin y las buenas obras. El cabrito que la mujer de Tobas haba trado a casa en pago de su trabajo, era realmente hurtado, que los hombres le dieron por bueno y pagado barato. Tobas conoca a esta gente y lo saba, y fue por esto reprochado. Tena tambin la significacin de los desprecios que sufran los buenos judos y esenios de parte de los fariseos y judos formulistas y otras que no recuerdo. La hiel con la cual el ciego Tobas recobr la vista indicaba la mortificacin y la peniten-

cia, por las cuales los judos elegidos llegaban al conocimiento de la salud y redencin. Indicaba adems la entrada de la luz en la oscuridad, por medio de la amarga pasin de Jesucristo, desde su niez.

X Cuadros de la Inmaculada Concepcin

i salir de la tierra una hermosa columna como el tallo de una flor. A semejanza del cliz de una flor o la cabeza de la amapola que surgen de un pednculo, as sala de la columna una iglesia octogonal, resplandeciente, que permaneci firme sobre la columna. Esta suba hasta el centro de la iglesia como un pequeo rbol, cuyas ramas, divididas con regularidad, llevaban las figuras de la familia de la Santsima Virgen, las cuales, en esta representacin de la fiesta, eran objeto de veneracin particular. Estaban como sobre los estambres de una flor. Santa Ana estaba colocada entre Joaqun y otro, quizs su padre. Debajo del pecho de Santa Ana vi una cavidad luminosa, como un cliz y en ella la figura de un nio resplandeciente que se desarrollaba y creca. Sus manecitas estaban cruzadas sobre el pecho; de su cabecita inclinada partan infinidad de rayos que se dirigan hacia una parte del mundo. Me parece que no era en todas direcciones. Sobre otras ramas circundantes haba varias figuras vueltas hacia el centro en actitud respetuosa. En la iglesia vi un nmero infinito de santos en fila, rodendola o formando coros, que se inclinaban, a rezar, hacia la Santa Madre. Se exteriorizaba el fervor ms dulce y notbase una ntima unin en esta fiesta, que slo podra compararse a la de un cantero de flores muy variadas, que agitadas por el aura suave girasen hacia el sol, como para ofrecer sus fragancias y sus colores al astro del cual reciban sus propios dones y su propia vida. Por encima de este cuadro simblico de la festividad de la Inmaculada Concepcin, se alz el pequeo rbol luminoso con un nuevo vstago en la extremidad, y en esta segunda corona de ramas pude contemplar la celebracin de una segunda etapa de la fiesta. Aqu Mara y Jos estaban hincados de rodillas y algo ms abajo, delante de ellos, Santa Ana. Todos adoraban al Nio Jess, sentado, con el globo del reino en la mano, en lo ms alto del tallo, rodeado de un resplandor maravilloso. En torno de este cuadro veanse a corta distancia varios coros: los de los Reyes Magos, de los pastores, de los apstoles y discpulos, mientras otros santos formaban crculos algo ms alejados del centro. Observ en las alturas algunas formas ms difusas: los coros celestiales. Ms alto an, el brillo como de un medio sol penetraba atravesando la cpula de la iglesia. Pareca indicar este segundo cuadro la proximidad de la fiesta de la Natividad que sigue a la Inmaculada Concepcin. Cuando apareci el primer cuadro me pareci hallarme fuera de la iglesia, bajo la columna, en un pas circundante; despus me encontr dentro de ella. Vi a la pequea Mara creciendo en el espacio luminoso, debajo del corazn de Santa Ana. Me senta penetrada de la ntima conviccin de la ausencia

absoluta de toda mancha original en la concepcin de Mara. Le esto con toda claridad como se lee un libro y lo comprend entonces perfectamente. Me fue dicho que en otros tiempos hubo en este lugar una iglesia levantada en memoria de esta gracia inestimable otorgada por Dios; pero que fue entregada a la destruccin a causa precisamente de las muchas disputas y escndalos que se suscitaron a raz de las controversias acerca de la Inmaculada Concepcin de Mara. Entend tambin estas palabras: En cada visin permanece un misterio hasta que se haya realizado. La Iglesia triunfante sigue celebrando all mismo la fiesta de la Inmaculada Concepcin.

XI Misterios de la vida de Mara

menudo o a Mara contar a algunas mujeres de su confianza, Juana Chusa y Susana de Jerusaln, diferentes misterios relativos a Nuestro Seor y a ella misma, que saba por iluminacin interior del cielo o por lo que le haba narrado Santa Ana. Le o decir a Susana y a Marta que durante el tiempo que llevaba a Jess en su seno jams haba sentido el ms pequeo sufrimiento, sino un continuo regocijo y felicidad indecible. Contaba que Joaqun y Ana se haban encontrado bajo la Puerta Dorada en una hora tambin dorada; que en aquel sitio haban recibido la plenitud de la gracia divina en virtud de la cual ella sola haba recibido la existencia en el seno de su madre por efecto de la santa obediencia y del puro amor de Dios, sin mezcla de impureza alguna. Les haca comprender tambin que, sin el pecado original, la concepcin de todos los hombres hubiera sido igualmente pura. Vi en seguida de nuevo todo lo relacionado con la gracia acordada a los padres de Mara, desde la aparicin del ngel hasta su encuentro bajo la Puerta Dorada. Bajo ella he visto a Joaqun y a Ana rodeados de una multitud de ngeles que resplandecan con luz celestial. Tambin ellos eran luminosos y puros, casi como espritus. Hallbanse en el estado sobrenatural en que ninguna pareja humana se hubo hallado antes. Creo que era bajo la Puerta Dorada donde tenan lugar las pruebas y ceremonias de la absolucin para las mujeres acusadas de adulterio, as como otras expiaciones. Debajo del templo haba cinco pasajes subterrneos de esa clase y exista adems otro bajo el lugar donde habitaban las vrgenes. Estos pasajes servan para ciertas expiaciones. Ignoro si otras personas pasaron por este camino antes que Joaqun y Ana; pero fue este un caso muy raro. No recuerdo si lo usaban para los sacrificios que se ofrecan por las personas estriles; pero s que en esta circunstancia les fue ordenado a los sacerdotes disponer las cosas en la forma sucedida.

XII Vspera del nacimiento de Mara tan Oigo los Q u alegraveo agrande hay en toda la naturaleza!...alegra,cantarlasa papajaritos, los corderitos y cabritos saltar de ya lomas rondar en bandadas de un lado a otro con inusitado alborozo, all donde estuvo antes la casa de Ana. Ahora no existe nada: el lugar es todo desierto. Tuve una visin de peregrinos de muy antiguos tiempos que, recogidos sus vestidos, con turbantes en las cabezas y largos bastones de viaje, atravesaban esta comarca para dirigirse al monte Carmelo. Ellos tambin notaron esta alegra extraordinaria de la naturaleza. Cuando manifestaron su extraeza y preguntaron a las personas con las cuales se hospedaron, la razn de tal suceso, les respondieron que tales contentos y manifestaciones de alegra se notan todas las vsperas, desde el nacimiento de Mara y que all haba estado la casa de Ana. Hablaron entonces de un varn santo, de tiempos antiguos, que haba observado esta renovacin de la naturaleza, que fue la causa de que se celebrase entonces la fiesta del nacimiento de Mara en la Iglesia Catlica. Doscientos cincuenta aos despus del trnsito de Mara al cielo vi a un piadoso peregrino atravesar la Tierra Santa y visitar y anotar todos los lugares por donde haba estado Jess en su peregrinacin sobre la tierra, para venerarlos y recordarlos. Este hombre goz de una inspiracin sobrenatural que le guiaba. En algunos lugares se detena varios das, probando especial dulzura y contento, y reciba revelaciones mientras estaba en oracin y meditacin piadosas. Haba tenido siempre la impresin de que del 7 al 8 de septiembre haba una grande alegra en la naturaleza en Tierra Santa y oa en ese tiempo armoniosos cantos de pjaros. Finalmente obtuvo, despus de mucho pedir en oracin, la revelacin de que esa era la fecha del nacimiento de Mara. Tuvo esta revelacin en el camino al monte Sina y el aviso de que all haba una capilla murada dedicada a Mara, en una gruta del profeta Elas. Se le dijo que deba decir estas cosas a los solitarios que habitaban en las faldas del monte Sina, adonde le he visto llegar. Donde ahora estn los monjes, haba ya ermitaos que vivan aislados: el lugar era entonces tan agreste del lado del valle, como ahora, necesitndose un aparato para poder subir. Observ que, segn sus indicaciones, se celebr all la festividad del nacimiento de Mara el 8 de septiembre del ao 250 y que luego pas esta fiesta a la Iglesia universal. Vi tambin que los ermitaos, juntos con el peregrino, escudriaron la gruta de Elas buscando la capilla murada de Mara. No era cosa fcil encontrarla, pues haba muchas grutas de antiguos ermitaos y de los esenios, entre jardines y huertas agrestes, donde an crecan hermosas frutas. El vidente dijo que trajeran a un judo, y la gruta de la cual

el judo fuera arrojado afuera, sera la seal de que sa era la de Elas. Le fue dicho esto en una revelacin. Tuvo luego la visin de cmo buscaron a un viejo judo y lo llevaron a la gruta del monte, y como ste era siempre arrojado afuera de una gruta, que tena una puerta angosta amurallada, a pesar de que l se esforzaba por entrar. Por este prodigio reconocieron la gruta de Elas, dentro de la cual encontraron una segunda cueva amurallada, que haba sido la capilla donde el profeta haba orado a la futura Madre del Salvador. All dentro hallaron huesos sagrados de profetas y de antiguos padres, como tambin biombos tejidos y utensilios que haban servido antiguamente para el servicio divino. El lugar donde estuvo la zarza se llama, segn el lenguaje de la regin, Sombra de Dios, y es visitado por los peregrinos, que se descansan antes. La capilla de Elas estaba hecha con hermosas piedras de colores y floreadas. Hay en las cercanas una montaa de arena rojiza, en la falda de la cual se cosechan hermosas frutas.

XIII Oraciones para la fiesta de la Natividad de Mara i muchas cosas relacionadas con Santa Brgida y tuve conocimiento de varias comunicaciones hechas a esta santa sobre la Concepcin Inmaculada y la Natividad de Mara. Recuerdo que la Virgen Santsima le dijo que cuando las mujeres embarazadas santifican la vspera del da de su Nacimiento, ayunando y recitando con devocin nueve veces el Ave Mara, en honor de los nueve meses que ella haba pasado en el seno de su madre, y cuando renuevan con frecuencia este ejercicio de piedad en el curso de su preez y la vspera de su alumbramiento, acercndose con piedad a los sacramentos, lleva ella esas oraciones ante Dios y les obtiene un parto feliz, aunque las condiciones se presenten difciles. En cuanto a m, se me acerc la Virgen y me dijo, entre otras cosas, que quien en el da de hoy, por la tarde, recite con devocin nueve veces el Ave Mara en honor de su permanencia de nueve meses en el seno de su madre y de su nacimiento, y contine durante nueve das este ejercicio de piedad, da a los ngeles cada da nueve flores destinadas a formar un ramillete que ella recibe en el cielo y presenta a la Santsima Trinidad, con el fin de obtener una gracia para la persona que ha dicho esas mismas oraciones. Ms tarde me sent transportada a la altura, entre el cielo y la tierra. Debajo estaba la tierra, oscura y esfumada. En el cielo, entre los coros de los ngeles y santos, vi a la Santsima Virgen ante el trono de Dios. Pude ver construir, para ella, con las oraciones y las devociones de los fieles del mundo dos puertas o tronos de honor que crecan hasta formar iglesias, palacios y ciudades enteras. Me admir que estos edificios estuvieran hechos totalmente de plantas, flores y guirnaldas, expresando, las diversas especies, la naturaleza y el mrito de las oraciones, dichas por los individuos o por las comunidades. Vi que para conducirlo hasta el cielo los ngeles y santos tomaban todo esto de entre las manos de quienes decan tales oraciones.

XIV Nacimiento de Mara Santsima on varios das de anticipacin haba anunciado Ana a Joaqun que se acercaba su alumbramiento. Con este motivo envi ella mensajeros a Sforis, a su hermana menor Marha; al valle de de Zabuln, a la viuda Enue, hermana de Isabel; y a Betsaida, a su sobrina Mara Salom, llamndolas a su lado. Vi a Joaqun, la vspera del alumbramiento de Ana, que enviaba numerosos siervos a los prados donde estaban sus rebaos, yendo l mismo al ms cercano. Entre las nuevas criadas de Ana, slo guard en su casa a aqullas cuyo servicio era necesario. Vi a Mara Hel, la hija mayor de Ana, ocupndose en los quehaceres domsticos. Tena entonces unos diez y nueve aos, y habindose casado con Cleofs, jefe de los pastores de Joaqun, era madre de una niita llamada Mara de Cleofs, de ms o menos cuatro aos en aquel momento. Joaqun or, eligi sus ms hermosos corderos, cabritos y bueyes y los envi al templo como sacrificio de accin de gracias. No volvi a casa hasta el anochecer. Por la noche vi llegar a casa de Ana a sus tres parientas. La visitaron en su habitacin situada detrs del hogar, y la besaron. Despus de haberles anunciado la proximidad de su alumbramiento, Ana, ponindose de pie, enton con ellas un cntico concebido ms o menos en estos trminos: Alabad a Dios, el Seor, que ha tenido piedad de su pueblo, que ha cumplido la promesa hecha a Adn en el paraso, cuando le dijo que la simiente de la mujer aplastara la cabeza de la serpiente. No me es posible repetir todo con exactitud. Se encontraba Ana en xtasis, enumerando en su cntico todas las imgenes que figuraban a Mara. Deca: El germen dado por Dios a Abraham ha llegado a su madurez en mi misma. Hablaba luego de Isaac, prometido de Sara, y agregaba: El florecimiento de la vara de Aarn se ha cumplido en mi. La he visto penetrada de luz en medio de su aposento, lleno de resplandores, donde apareca tambin, en lo alto, la escala de Jacob. Las mujeres, llenas de asombro y de jbilo, estaban como arrobadas, y creo que vieron la aparicin. Despus de la oracin de bienvenida se sirvi a las mujeres una pequea comida de frutas y agua mezclada con blsamo. Comieron y bebieron de pie, y fueron a dormir algunas horas para reposar del viaje. Ana permaneci levantada, y or. Hacia la media noche, despert a sus parientas para orar juntas, siguindola stas detrs de una cortina cerca del lecho. Ana abri las puertas de una alacena embutida en el muro, donde se hallaban varias reliquias dentro de una caja. Vi luces encendidas a cada lado; pero no s si eran lmparas. Al pie de este pequeo altar haba un escabel tapizado. El relicario contena algunos cabellos de Sara, a quien Ana profesaba veneracin; huesos de Jos, que Moiss haba trado de Egipto;

algo de Tobas, quizs un trozo de vestido, y el pequeo vaso brillante en forma de pera donde haba bebido Abraham al recibir la bendicin del ngel y que Joaqun haba recibido junto con la bendicin. Ahora s que esta bendicin constaba de pan y vino y era como un alimento sacramental. Ana se arrodill delante de la alacena. A cada lado de ella estaba una de las dos mujeres, y la tercera, detrs. Recit un cntico: creo que se trataba de la zarza ardiente de Moiss. Vi entonces un resplandor celestial que llen la habitacin, y que, movindose, condensbase en torno de Ana. Las mujeres cayeron como desvanecidas con el rostro pegado al suelo. La luz en torno de Ana tom la forma de zarza que arda junto a Moiss, sobre el monte Horeb, y ya no me fue posible contemplarla. La llama se proyectaba hacia el interior: de pronto vi que Ana reciba en sus brazos a la pequea Mara, luminosa, que envolvi en su manto, apret contra su pecho y coloc sobre el escabel delante del relicario. Prosigui luego sus oraciones. O entonces que la nia lloraba. Vi que Ana sacaba unos lienzos debajo del gran velo que la cubra, y fajndola, dejaba la cabeza, el pecho y los brazos descubiertos. La aparicin de la zarza ardiendo desapareci. Levantronse entonces las mujeres y en medio de la mayor admiracin recibieron en brazos a la criatura recin nacida, derramando lgrimas de alegra. Entonaron todas juntas un cntico de accin de gracias, y Ana alz a la nia en el aire como para ofrecerla. Vi entonces que la habitacin se volvi a llenar de luces y o a los ngeles que cantaban Gloria y Aleluya. Pude escuchar todo lo que decan: supe que, segn lo anunciaban, veinte das ms tarde la nia recibira el nombre de Mara. Entr Ana en su alcoba y se acost. Las mujeres tomaron a la nia, la despojaron de la faja, la lavaron y, fajndola de nuevo, la llevaron en seguida junto a su madre, cuyo lecho estaba dispuesto de tal manera que se poda fijar contra l una pequea canasta calada, donde tena la nia un sitio separado al lado de su madre. Las mujeres llamaron entonces a Joaqun, el cual se acerc al lecho de Ana, y arrodillndose, derram abundantes lgrimas de alegra sobre la nia. La alz en sus brazos y enton un cntico de alabanzas, como Zacaras en el nacimiento del Bautista. Habl en el cntico del santo germen, que colocado por Dios en Abraham se haba perpetuado en el pueblo de Dios y en la Alianza, cuyo sello era la circuncisin y que con esta nia llegaba a su ms alto florecimiento. O decir en el cntico que aquellas palabras del profeta: Un vstago brotar de la raz de Jess, cumplase en este momento perfectamente. Dijo tambin, con mucho fervor y humildad, que despus de esto morira contento. Not que Mara Hel, la hija mayor de Ana, lleg bastante tarde para ver a la nia. A pesar de ser madre ella misma, desde varios aos atrs, no haba asistido al nacimiento de Mara quizs porque, segn las leyes judas, una hija no deba hallarse el lado de su madre en tales circunstancias. Al da si-

guiente vi a los servidores, a las criadas y a mucha gente del pas reunidos en torno de la casa. Se les haca entrar sucesivamente, y la nia Mara fue mostrada a todos por las mujeres que la atendan. Otros vecinos acudan porque durante la noche haba aparecido una luz encima de la casa, y porque el alumbramiento de Ana, despus de tantos aos de esterilidad, era considerado como una especial gracia del cielo.

XV El nacimiento de Mara en el Cielo, en el Limbo y en la naturaleza n el instante en que la pequea Mara se hallaba en los brazos de Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santsima Trinidad y saludada con jbilo por todos los coros celestiales. Entend que le fueron manifestados de modo sobrenatural todas sus alegras, sus dolores y su futuro destino. Mara recibi el conocimiento de los ms profundos misterios, guardando, sin embargo, su inocencia y candor de nia. Nosotros no podemos comprender la ciencia que le fue dada, porque la nuestra tiene su origen en el rbol fatal del Paraso terrenal. Ella conoci todo esto como el nio conoce el seno de la madre donde debe buscar su alimento. Cuando termin la contemplacin en la cual vi a la nia Mara en el cielo, instruida por la gracia divina, por primera vez pude verla llorar. Vi anunciado el nacimiento de Mara en el Limbo a los santos Patriarcas en el mismo momento penetrados de alegra inexplicable, porque se haba cumplido la promesa hecha en el Paraso. Supe tambin que hubo un progreso en el estado de gracia de los Patriarcas: su morada se haca ms clara, ms amplia y adquiran mayor influencia sobre las cosas que acontecan en el mundo. Era como si todos sus trabajos, todas sus penitencias de su vida, todos sus combates, sus oraciones y sus ansias hubiesen llegado, por decirlo as, a su completa madurez produciendo frutos de paz y de gracia. Observ un gran movimiento de alegra en toda la naturaleza al nacimiento de Mara; en los animales, y en el corazn de los hombres de bien; y o armoniosos cantos por doquiera. Los pecadores se sintieron como angustiados y experimentaron pena y afliccin. Vi que en Nazaret y en las regiones de la Tierra Prometida varios posedos del demonio se agitaban en medio de convulsiones violentas. Corran de un lado a otro con grandes clamores; los demonios bramaban por boca de ellos clamando: Hay que salir!... Hay que salir!.... He visto en Jerusaln al piadoso sacerdote Simen, que habitaba cerca del templo, en el momento del nacimiento de Mara, sobresaltado por los clamores desaforados de locos y posesos, encerrados en un edificio contiguo a la montaa del templo, sobre el cual tena Simen derechos de vigilancia. Lo vi dirigirse a media noche a la plaza, delante de la casa de los posesos. Un hombre que all habitaba le pregunt la causa de aquellos gritos, que interrumpan el sueo de todo el mundo. Uno de los posesos clam con ms fuerza para que lo dejaran salir. Abri Simen la puerta y el poseso grit, precipitndose afuera, por boca de Satans: Hay que salir Debemos salir Ha nacido una Virgen Son tantos los ngeles que nos atormentan sobre la tierra, que debemos partir, pues ya no podemos poseer un solo

hombre ms!. Vi a Simen orando con mucho fervor. El desgraciado poseso fue arrojado violentamente sobre la plaza, de un lado a otro; y vi que el demonio sala por fin de su boca. Qued muy contenta de haber visto al anciano Simen. Vi tambin a la profetisa Ana y a Noem, hermana de la madre de Lzaro, que habitaba en el templo y fue ms tarde la maestra de la nia Mara. Fueron despertadas y se enteraron, por medio de visiones, de que haba nacido una criatura de predileccin. Se reunieron y se comunicaron unas a otras las cosas que acababan de saber. Creo que ellas conocan ya a Santa Ana.

XVI En Caldea, Egipto y otros lugares se anuncia el nacimiento de Mara n el pas de los Reyes Magos mujeres videntes tuvieron visiones del nacimiento de la Santsima Virgen. Ellas decan a los sacerdotes que haba nacido una Virgen, para saludar a la cual haban bajado muchos espritus del cielo; que otros espritus malignos se lamentaban de ello. Tambin los Reyes Magos, que observaban los astros, vieron figuras y representaciones del acontecimiento. En Egipto, la misma noche del nacimiento de Mara, fue arrojado del templo un dolo y echado a las aguas del mar. Otro dolo cay de su pedestal y se deshizo en pedazos. Llegaron ms tarde a casa de Ana varios parientes de Joaqun que acudan desde el valle de Zabuln y algunos siervos que haban estado lejos. A todos les fue mostrada la nia Mara. En casa se prepar una comida para los visitantes. Ms tarde concurrieron muchas gentes para ver a la nia Mara, de modo que fue sacada de su cuna y puesta en sitio elevado, como sobre un caballete, en la parte anterior de la casa. Estaba sobre lienzos colorados y blancos por encima, fajada con lienzos colorados y blancos transparentes hasta debajo de los bracitos. Sus cabellos eran rubios y rizados. He visto despus a Mara Cleofs, la hija de Mara Hel y de Cleofs, nieta de Ana, de algunos aos de edad, jugar con Mara y besarla. Era Mara Cleofs una nia fuerte y robusta, tena un vestidito sin mangas, con bordes colorados y adornos de rojas manzanas bordadas. En los brazos descubiertos llevaba coronitas blancas que parecan de seda, lana o plumas. La nia Mara tena tambin un velo transparente alrededor del cuello.

XVII La Nia recibe el nombre de Mara oy vi una gran fiesta en casa de Ana. Los muebles haban sido cambiados de lugar y puestos a un lado en las habitaciones del frente. Los tabiques de juncos, que formaban habitaciones separadas, haban sido quitados para poder disponer una gran mesa. En torno de la sala vi una mesa amplia, baja, llena de platos y fuentes para la comida. En el centro se haba levantado un altar cubierto con un pao rojo y blanco, sobre el cual haba una cunita tambin de rojo y blanco y una colcha celeste. Al lado del altar haba un atril cubierto, con rollos de pergamino conteniendo oraciones. Delante del altar haba cinco sacerdotes de Nazaret con vestimentas de ceremonias. Joaqun estaba con ellos. En el fondo, en torno del altar, haba mujeres y hombres, parientes de Joaqun, todos con trajes de fiesta. Recuerdo a la hermana de Ana, Maraha de Sforis y a su hija mayor. Santa Ana haba dejado el lecho; pero no asisti a la ceremonia, quedndose en la habitacin, detrs del hogar. Enue, la hermana de Isabel, trajo a la pequea Mara, ponindola en brazos de Joaqun. Los sacerdotes se colocaron delante del altar, cerca de los rollos y recitaron en alta voz las oraciones. Joaqun entreg a la nia al principal de ellos, el cual alzndola en el aire, mientras rezaba, como para ofrecerla a Dios, la dej luego en su cuna, sobre el altar. Tom despus unas tijeras de forma particular, con las cuales cort tres pequeas guedejas de cabello a ambos lados de la cabeza y la frente de la criatura, quemndolas en el brasero. Tom luego una caja que contena aceite y ungi los cinco sentidos de la nia, tocndole con el pulgar las orejas, los ojos, la nariz, la boca y el hueco del estmago. Sobre el pecho de la criatura coloc un pergamino donde estaba escrito el nombre de Mara. Luego se cantaron salmos y se sirvi la comida, la cual no pude ver. Varias semanas despus del nacimiento de Mara, vi a Joaqun y a Ana que iban con la Nia al templo para ofrecer un sacrificio. La presentaron al templo con vivos sentimientos de piedad y agradeciendo a Dios de un modo parecido a lo que ms tarde hizo la Virgen Santsima cuando present al Nio Jess y lo rescat del templo, segn las prescripciones de la ley. Al da siguiente entregaron su ofrenda, prometiendo consagrar la nia a Dios en el templo dentro de algunos aos. Despus volvieron a Jerusaln.

XVIII Preparativos para la presentacin en el templo ara era de tres aos de edad y tres meses cuando hizo el voto de presentarse en el templo entre las vrgenes que all moraban. Era de complexin delicada, cabellera clara un tanto rizada hacia abajo; tena ya la estatura que hoy en nuestro pas tiene un nio de cinco a seis aos. La hija de Mara Hel era mayor en algunos aos y ms robusta. He visto en casa de Ana los preparativos de Mara para ser conducida al templo. Era una fiesta muy grande. Estaban presentes cinco sacerdotes de Nazaret, de Sforis y de otras regiones, entre ellos Zacaras y un hijo del hermano del padre de Ana. Ensayaban una ceremonia con la nia Mara. Era una especie de examen para ver si estaba madura para ser recibida en el templo. Adems de los sacerdotes estaban presentes la hermana de Ana de Sforis y su hija, Mara Hel y su hijita y algunas pequeas nias y parientes. Los vestidos, en parte cortados por los sacerdotes y arreglados por las mujeres, le fueron puestos en esta ocasin a la nia en diversos momentos, mientras le dirigan preguntas. Esta ceremonia tena un aire de gravedad y de seriedad, aun cuando algunas preguntas estaban hechas por el anciano sacerdote con infantil sonrisa, las cuales eran contestadas siempre por la nia, con admiracin de los sacerdotes y lgrimas de sus padres. Haba para Mara tres clases de vestidos, que se pusieron en tres momentos. Esto tena lugar en un gran espacio junto a la sala del comedor, que reciba la luz por una abertura cuadrangular abierta en el techo, a menudo cerrada con una cortina. En el suelo haba un tapete rojo y en medio de la sala un altar cubierto de pao rojo y encima blanco transparente. Sobre el altar haba una caja con rollos escritos y una cortina que tena dibujada o bordada la imagen de Moiss, envuelto en su gran manto de oracin y sosteniendo en sus brazos las tablas de la ley. He visto a Moiss siempre de anchas espaldas, cabeza alta, nariz grande y curva, y en su gran frente dos elevaciones vueltas un tanto una hacia otra, todo lo cual le daba un aspecto muy particular. Estas especies de cuernos los tuvo ya Moiss desde nio, como dos verrugas. El color de su rostro oscuro de fuego y los cabellos rubios. He visto a menudo semejante especie de cuernos en la frente de antiguos profetas y ermitaos y a veces una sola de estas excrecencias en medio de la frente. Sobre el altar estaban los tres vestidos de Mara; haba tambin paos y lienzos obsequiados por los parientes para el arreglo de la nia. Frente al altar vease, sobre gradas, una especie de trono. Joaqun, Ana y los miembros de la familia se encontraban reunidos. Las mujeres estaban detrs y las nias al lado de Mara. Los sacerdotes entraron con los pies descalzos. Haba cinco, pero slo tres de ellos llevaban vestiduras sacerdotales e inter-

venan en la ceremonia. Un sacerdote tom del altar las diversas prendas de la vestimenta, explic su significado y presentlas a la hermana de Ana, Maraha de Sforis, la cual visti con ellas a la nia Mara. Le pusieron primero un vestidito amarillo y encima, sobre el pecho, otra ropa bordada con cintas, que se pona por el cuello y se sujetaba al cuerpo. Despus, un mantito oscuro con aberturas en los brazos; por arriba colgaban algunos retazos de gnero. Este manto estaba abierto por arriba y cerrado por debajo del pecho. Calzronle sandalias oscuras con suelas gruesas de color amarillo. Tena los cabellos rubios peinados y una corona de seda blanca con variadas plumas. Colocrosle sobre la cabeza un velo cuadrado de color ceniza, que se poda recoger bajo los brazos para que stos descansaran como sobre dos nudos. Este velo pareca de penitencia o de oracin. Los sacerdotes le dirigieron toda clase de preguntas relacionadas con la manera de vivir las jvenes en el templo. Le dijeron, entre otras cosas: Tus padres, al consagrarte al templo, han hecho voto de que no bebers vino ni vinagre, ni comers uvas ni higos. Qu quieres agregar a este voto?... Pinsalo durante la comida. A los judos, especialmente a las jvenes judas, les gusta mucho el vinagre, y Mara tambin tena gusto en beberlo. Le hicieron otras preguntas y le pusieron un segundo gnero de vestido. Constaba ste de uno azul celeste, con mantito blanco azulado, y un adorno sobre el pecho y un velo transparente de seda blanca con pliegues detrs, como usan las monjas. Sobre la cabeza la pusieron una corona de cera adornada con flores y capullos de hojas verdes. Los sacerdotes le pusieron otro velo para la cara: por arriba pareca una gorra, con tres broches a diversa distancia, de modo que se poda levantar un tercio, una mitad o todo el velo sobre la cabeza. Se le indic el uso del velo: cmo tena que recogerlo para comer y bajarlo cuando fuese preguntada. Con este vestido presentse Mara con los dems a la mesa: la colocaron entre los dos sacerdotes y uno enfrente. Las mujeres con otros nios se sentaron en un extremo de la mesa, separadas de los hombres. Durante la comida probaron los sacerdotes a la nia Mara en el uso del velo. Hubo preguntas y respuestas. Tambin se le instruy acerca de otras costumbres que deba observar. Le dijeron que poda comer de todo por ahora dndole diversas comidas para tentarla. Mara los dej a todos maravillados con su forma de proceder y con las respuestas que les daba. Tom muy poco alimento y responda con sabidura infantil que admiraba a todos. He visto durante todo el tiempo a los ngeles en torno a ella, que le sugeran y guiaban en todos los casos. Despus de la comida fue llevada a la otra sala, delante del altar, donde le quitaron los vestidos de la segunda clase para ponerle los de la tercera. La hermana de Santa Ana y un sacerdote la revistieron de los nuevos vestidos de fiesta. Era un vestido color violeta con adorno de pao bordado sobre el

pecho. Se ataba de costado con el pao de atrs, formaba rizos y terminaba en punta por debajo. Pusironle un mantito violeta ms amplio y ms festivo, redondeado por detrs, que pareca una casulla de misa. Tena mangas anchas para los brazos y cinco lneas de adornos de oro. La del medio estaba partida y se recoga y cerraba con botones. El manto estaba tambin bordado en las extremidades. Luego se le puso un velo grande: de una parte caa en blanco y de otra en blanco violeta sobre los ojos. Sobre esto colocrosle una corona cerrada, con cinco broches, que constaba de un crculo de oro, ms ancho arriba, con picos y botones. Esta corona estaba revestida de seda por fuera, con rositas y cinco perlas de adorno; los cinco arcos terminales eran de seda y tenan un botn. El escapulario del pecho estaba unido por detrs; por delante, tena cintas. El manto estaba sujeto por delante sobre el pecho. Revestida en esta forma fue la nia Mara llevada sobre las gradas del altar. Las
nias rodeaban el altar de uno y otro lado. Mara dijo que no pensaba comer carne ni pescado ni tomar leche; que slo tomara una bebida hecha de agua y de mdula de junco, que usaban los pobres y que pondra a veces en el agua un poco de zumo de terebinto. Esta bebida es como un aceite blanco, se expande, y es muy refrescante aunque no tan fina como el blsamo. Prometi no gustar especias y no comer en frutas ms que unas bayas amarillas que crecen como uvas. Conozco estas bayas: las comen los nios y la gente pobre. Tambin dijo que quera descansar sobre el suelo y levantarse tres veces durante la noche para rezar. Las personas piadosas, Ana y Joaqun lloraban al or estas cosas. El anciano Joaqun, abrazando a su hija, le deca: "Ah, hija! Esto es muy duro de observar. Si quieres vivir en tanta penitencia creo que no te podr ver ms, a causa de mi avanzada edad". Era una escena muy conmovedora. Los sacerdotes le dijeron que se levantara slo una vez, como las dems, y le hicieron otras propuestas para mitigar sus abstinencias. Le impusieron comer otros alimentos, como el pescado, en las grandes festividades. Haba en Jerusaln, en la parte baja de la ciudad, un gran mercado de pescados, que reciba el agua de la piscina de Bethseda. Un da qu falt el agua, Herodes el Grande quiso construir all un acueducto, vendiendo, para lograr dinero, vestiduras sacerdotales y vasos sagrados del templo. Por este motivo hubo un intento de sublevacin, pues los esenios, encargados de la inspeccin de las vestiduras sacerdotales, acudieron a Jerusaln de todas partes del pas y se opusieron firmemente. Record en este momento estas cosas. Por ltimo dijeron los sacerdotes: "Muchas de las otras nias que van al templo sin pagar su manutencin y sus vestidos, se comprometen, con el consentimiento de sus padres, a lavar los vestidos de los sacerdotes manchados con la sangre de las vctimas, y otros paos burdos, trabajo muy pesado que lastima las manos. T no necesitas hacer esto, porque tus padres te costean tu manutencin". Mara respondi prontamente que quera hacer tambin eso, si era tenida por digna de hacerlo. Joaqun se emocion grandemente al orla. Mientras se hacan estas ceremonias vi que Mara, en varias ocasiones, haba crecido de tal modo ante ellos, que los superaba

en altura. Era una seal de la gracia y de su sabidura. Los sacerdotes se mostraron serios, con grata admiracin. Por ltimo fue bendecida la nia Mara por el sacerdote. La he visto de pie sobre el tronito resplandeciente. Dos sacerdotes estaban a su lado; otro, delante. Los sacerdotes tenan rollos en las manos y rezaban preces sobre ella con las manos extendidas. Tuve una admirable visin de Mara. Me pareca que por la bendicin se haca transparente. Vi una gloria de indescriptible esplendor y dentro de ella el misterio del Arca de la Alianza como si estuviese en un brillante vaso de cristal, Luego vi el corazn de Mara que se abra en dos como una puertecita del templete, y el misterio sacramental del Arca de la Alianza penetr en su corazn. En torno de este misterio haba formado un tabernculo de variadas y muy significativas piedras preciosas. Entr en el corazn, como el Arca en el Santsimo, como el Ostensorio en el tabernculo. Vi a la nia Mara como transformada, flotando en el aire. Con la entrada del sacramento en el corazn de Mara, que se cerr luego, lo que era figura pas a ser realidad y posesin, y vi que la nia estuvo desde entonces como penetrada de una ardorosa concentracin interior. Vi tambin, durante esta visin, que Zacaras recibi una interna persuasin o una celestial revelacin de que Mara era el vaso elegido del misterio o sacramento. Haba recibido l un rayo de luz que yo vi salir de Mara. Despus de esto condujeron los sacerdotes a la nia adonde estaban sus padres. Ana levant a su hija en alto y estrechndola contra su pecho la bes con interna dulzura y afecto, mezclada de veneracin. Joaqun, muy conmovido, le dio la mano, lleno de admiracin y veneracin. La hermana mayor de Mara Santsima, Mara de Hel, abraz a la nia con ms vivacidad que Santa Ana, que era una mujer muy reservada, moderada y muy medida en todos sus actos. La sobrinita, Mara Cleofs, le ech los brazos al cuello, como hacen las criaturas. Despus los sacerdotes tomaron a la nia de nuevo, le quitaron los vestidos simblicos y le pusieron sus acostumbrados vestidos. Todava los he visto de pie, tomando algn lquido de un recipiente, y luego partir.

XIX La partida hacia el templo de Jerusaln

e visto a Joaqun, a Ana y a su hija mayor, Mara de Hel, ocupados toda la noche preparando paquetes y utensilios. Arda una lmpara con varias mechas. A Mara Hel la vea con una luz ir de un lado a otro. Unos das antes Joaqun haba mandado a sus siervos que eligieran cinco de cada especie de los animales de sacrificio, entre los mejores y los haba despachado para el templo: formaban estos animales una hermosa majada. Despus tom dos animales de carga y los fue cargando con toda clase de paquetes: vestidos para la nia y regalos para el templo. Sobre el lomo del animal acomod un ancho asiento para que se pudiera sentar cmodamente. Los objetos que se cargaron estaban acondicionados en bultos y atados, fciles de llevar. Vi cestas de diversas formas sujetas a los flancos del animal. En una de ellas haba pjaros del tamao de las perdices; otros cestos, semejantes a cuvanos de uvas, contenan frutas de toda clase. Cuando el asno estuvo cargado completamente, tendieron encima una gran manta de la que colgaban gruesas borlas. Todava quedaban dos sacerdotes. Uno de ellos era muy anciano, que llevaba un capuz terminado en punta sobre la frente y dos vestiduras, la de arriba ms corta que la de abajo. Este sacerdote es el que se haba ocupado el da anterior en el examen de Mara, y le he visto dar otras instrucciones ms a la nia. Tena una especie de estola colgante. El otro sacerdote era ms joven. Mara tena en aquel momento algo ms de tres aos de edad: era bella y delicada y estaba tan adelantada como un nio de cinco aos de nuestro pas. Sus cabellos lisos, rizados en sus extremos, eran de un rubio dorado y ms largos que los de Mara Cleofs, de siete aos, cuya rubia cabellera era corta y crespa. Casi todas las personas mayores llevaban largas ropas de lana sin teir. Yo no notaba la presencia de dos nios que no eran de este mundo: estaban all en una forma espiritual y figurativa, como profetas; no pertenecan a la familia y no conversaban con nadie. Pareca que nadie notaba su presencia. Eran hermosos y amables; tenan largos cabellos rubios y rizados. Mirando a uno y otro lado me dirigieron la palabra. Llevaban libros, probablemente para su instruccin. La pequea Mara no posea libro alguno a pesar de que saba leer. Los libros no eran como los nuestros, sino largas tiras de ms o menos media vara de ancho, enrolladas en un bastn, cuyas extremidades asomaban por cada lado. El ms alto de los dos nios se me acerc con uno de los rollos desplegados en la mano y ley algo, explicndomelo luego. Eran letras de oro, totalmente desconocidas para m, escritas al revs y cada una de ellas pareca representar una palabra entera. La lengua me era completamente desconocida tambin y, sin embargo, la entenda perfectamente. Lstima que haya olvidado la explicacin. Tratbase de un texto de Moiss sobre la zarza ardiente. Me declar: "Como la zarza arda y no se quemaba, as arde el fuego del Espritu Santo en la nia Mara, y en su humildad es como si nada supiera de ello. Sig-

nifica tambin la divinidad y humanidad de Jess y como el fuego de Dios se une con la nia Mara". El descalzarse expliclo como que la ley se cumpla, la corteza caa y llegaba ahora la sustancia. La pequea bandera que traa la extremidad del bastoncito significaba que Mara empezaba su camino, su misin para ser Madre del Redentor. El otro nio jugaba con su rollo inocentemente, representando con esto el candor infantil de Mara, sobre la cual reposaba una promesa muy grande, la cual, no obstante tan alto destino, jugaba ahora como una criatura. Explicronme aquellos nios siete pasajes de sus rollos; pero a causa del estado en que me encuentro, se me ha ido de la memoria. Oh Dios mo! Cuando se me aparece todo esto qu bello y profundo es y, al mismo tiempo, qu simple y claro!... Al rayar el alba vi que se ponan en camino para Jerusaln. La pequea Mara deseaba vivamente llegar al templo y sali apresuradamente de la casa acercndose a la bestia de carga. Los nios profetas me mostraron todava algunos textos de sus rollos. Uno de stos deca que el templo era magnfico, pero que la nia Mara encerraba en s algo ms admirable an. Haba dos bestias de carga. Uno de los asnos, el ms cargado, iba conducido por un servidor y deba ir siempre delante de los viajeros. El otro, que estaba delante de la casa, cargado con ms bultos, tena preparado un asiento, y Mara fue colocada sobre l. Joaqun conduca el asno. Llevaba un bastn largo con un grueso pomo redondo en la extremidad: pareca un cayado de peregrino. Un poco ms adelante iba Ana con la pequea Mara Cleofs y una criada que deba acompaarla en todo el camino. Al empezar el viaje se juntaron con ellas unas mujeres y nias: se trataba de parientas que en los diversos cruces del camino se separaban de la comitiva para volverse a sus casas. Uno de los sacerdotes acompa a la comitiva durante algn tiempo. He visto unas seis mujeres parientas, con sus hijos y algunos hombres. Llevaban una linterna, y vi que la luz desapareca totalmente ante aquella otra claridad que derramaban las santas personas sobre el camino en su viaje nocturno, sin que, al parecer, lo notaran los dems. Al principio me pareci que el sacerdote iba detrs de la pequea Mara con los nios profetas. Ms tarde, cuando ella baj del asno para seguir a pie, yo estuve a su lado. Ms de una vez o a mis jvenes compaeros cantando el salmo 44: Eructavit cor meum, y el 49: Deus deorum Dominus locutus est. Supe por ellos que estos salmos seran cantados a doble coro cuando la Nia fuera admitida en el templo. Lo escuchar cuando lleguen al templo. Al principio vi que el camino descenda en pendiente de una colina, para volver a subir despus. Siendo temprano, y habiendo buen tiempo, el cortejo se detuvo cerca de un manantial del que naca un arroyo. Haba all una pradera y los caminantes descansaron sentndose junto a un cerco de plantas de blsamo. Debajo de estos frgiles arbustos solan poner vasos y recipientes de piedra para recoger el blsamo que iba cayendo gota a gota. Los viajeros bebieron blsamo y echaron un poco en el agua, llenando pequeos recipientes. Comieron bayas de ciertas plantas que all haba, con panecillos que traan en las alforjas. En ese momento desaparecieron los dos nios profetas. Uno de ellos era Elas;

el otro me pareci que era Moiss. La pequea Mara los haba visto; pero no habl de ello con nadie. As sucede que a veces vemos en nuestra infancia a santos nios y en edad ms madura a santas jvenes o muchachos, y callamos estas visiones sin comunicarlas a los dems por ser tal momento un instante de gozo celestial y de recogimiento. Ms tarde vi a los viajeros entrar en una casa aislada, en la que fueron bien recibidos y tomaron provisiones, pues los moradores parecan ser de la familia. En aquel sitio se despidieron de la nia Cleofs, que deba volver a su casa. Durante el da, vi el curso del camino que suele ser bastante penoso, pues hay muchas subidas y bajadas. En los valles hay a menudo neblina y roco; con todo, veo algunos lugares mejor situados, donde brotan flores. Antes de llegar al sitio donde deban pasar la noche, hallaron un pequeo arroyo. Se - hospedaron en una posada al pie de una montaa en la cual se vea una ciudad. Por desgracia, no recuerdo el nombre de esa ciudad, pues la he visto durante otros viajes de la Sagrada Familia, por lo cual confundo los nombres. Lo que puedo decir es que ellos siguieron el camino que tom Jess en el mes de septiembre, cuando tena treinta aos e iba de Nazaret a Betania y luego al bautismo de Juan y aun esto lo digo sin certidumbre completa. La Sagrada Familia hizo ms tarde este camino en la poca de la huida a Egipto. La primera etapa fue Nazara, pequeo lugar entre Massaloth y otra ciudad ubicada en la altura, ms cercana a esta ltima. Veo por todas partes tantas poblaciones, cuyos nombres oigo pronunciar, que luego confundo unos con otros. La ciudad cubre la ladera de una montaa y se divide en varias partes, si es que realmente todas forman una misma ciudad. All falta agua y tienen que hacerla subir desde el llano con la ayuda de cuerdas. Veo all torres antiguas en ruinas. Sobre la cumbre de la montaa hay una torre que parece un observatorio con un aparato de mampostera que tiene vigas y cuerdas como para hacer subir algo desde la ciudad. Hay una cantidad tan grande de estas cuerdas que el conjunto aparenta mstiles de buques. Debe haber como una hora de camino desde abajo a la cumbre de la montaa, desde donde se disfruta de una esplndida vista muy extensa. Los caminantes entraron en una posada situada en la llanura. En una parte de la ciudad haba paganos, considerados como esclavos por los judos, debiendo someterse a rudos trabajos en el templo y en otras construcciones. Esta noche he visto a la pequea Mara llegando con sus padres a una ciudad situada a seis leguas ms o menos de Jerusaln en direccin noroeste. Esta ciudad, se llama Bet-Horon y se encuentra al pie de una montaa. Durante el viaje atravesaron un pequeo ro que desemboca en el mar en los alrededores de Jop, donde ense San Pedro despus de la venida del Espritu Santo. Cerca de BetHoron tuvieron lugar grandes batallas que he visto y olvidado. Faltaban aun dos leguas para llegar a un punto del camino desde donde se poda divisar a Jerusaln; he odo el nombre de este lugar, que ahora no puedo precisarlo. Bet-Horon es una ciudad de Levitas de cierta importancia: produce hermosas uvas y gran cantidad de frutas. La santa comitiva entr en la casa de unos amigos, que estaba muy bien situada. Su dueo era maestro en una escuela de Levitas y haba all algunos nios. Me admira ver all a varias parientas de Ana, con sus hijas

pequeas, que yo crea que haban regresado a sus casas al principio del viaje: ahora advierto que llegaron antes, tomando algn atajo, quizs para anunciar la llegada de la santa comitiva. Los parientes de Nazaret, de Sforis y de Zabuln, que haban asistido al examen de Mara, se hallaban all con sus hijas: vi, por ejemplo, a la hermana mayor de Mara con su hija Mara de Cleofs, y a la hermana de Ana venida de Sforis con sus hijas. Con motivo de la llegada de la pequea Mara hubo grandes fiestas. Mara fue llevada en compaa de otras nias a una gran sala, y puesta en un asiento alto, a semejanza de un trono, dispuesto para ella. El maestro de escuela y otras personas hicieron toda clase de preguntas a Mara y le pusieron guirnaldas en la cabeza. Todos estaban asombrados por la sabidura que manifestaba en sus respuestas. O hablar en esta ocasin del juicio y prudencia de otra nia que haba pasado por all poco antes, volviendo de la escuela del templo a la casa de sus padres. Esta nia se llamaba Susana y ms tarde figur entre las santas mujeres que seguan a Jess. (En otra ocasin Ana Catalina dijo que esta nia era parienta de Mara). Mara ocup su puesto vacante en el templo, pues haba un nmero fijo de plazas para estas jvenes. Susana tena quince aos cuando dej el templo, es decir, cerca de once ms que la nia Mara. Tambin Santa Ana haba sido educada all a la edad de cinco aos. La pequea Mara estaba llena de jbilo por hallarse tan cerca del templo. He visto a Joaqun que la estrechaba entre sus brazos, llorando y dicindole: "Hija ma, ya no volver a verte". Haban preparado comida y mientras estaban en la mesa, vi a Mara ir de un lado a otro, apretarse contra su madre, llena de gracia, o, detenindose detrs de ella, echarle los bracitos al cuello. Esta maana- muy temprano vi a los viajeros salir de Bet-Horon para dirigirse a Jerusaln. Todos los parientes con sus criaturas se haban juntado a ellos y lo mismo los dueos de la casa. Llevaban regalos para la nia, consistentes en ropas y frutas. Me parece ver una fiesta en Jerusaln. Supe que Mara tena en ese momento tres aos y tres meses. En su viaje no fueron a Ussen Sheera ni a Gofna, a pesar de tener all amistades; pasaron slo por los alrededores. Vi que el maestro de los Levitas con su familia los acompa a Jerusaln. Cuanto ms se acercaban a la ciudad tanto ms se mostraba Mara contenta y ansiosa. Sola correr delante de sus padres.

XX La ciudad de Jerusaln

oy al medioda he visto llegar la comitiva que acompaaba a Mara al templo de Jerusaln. Jerusaln es una ciudad extraa. No hay que pensar que sea como una de nuestras ciudades, con tanta gente en las calles. Muchas calles bajas y altas corren alrededor de los muros de la ciudad y no tienen salida ni puertas. Las casas de las alturas, detrs de las murallas, estn orientadas hacia el otro lado, pues se han edificado barrios distintos y se han formado nuevas crestas de colinas y los antiguos muros quedaron all. Muchas veces se ven las calles de los valles sobreedificadas con slidas bvedas. Las casas tienen sus patios y piezas orientadas hacia el interior; hacia la calle slo hay puertas y terrazas sobre los muros. Generalmente las casas son cerradas. Cuando la gente no va a las plazas o mercados o al templo est generalmente entretenida en el interior de sus casas. Hay silencio en las calles, fuera de los lugares de mercado o de ciertos palacios, donde se ve ir y venir a soldados y viajeros. En ciertos das en que estn casi todos en el templo, las calles parecen como muertas. A causa de las calles solitarias, de los profundos valles y de la costumbre de permanecer las gentes en sus casas, es que Jess poda ir y venir con sus discpulos sin ser molestado. Por lo general falta agua en la ciudad: frecuentemente se ven edificios altos adonde es llevada y torres hacia las cuales es bombeada el agua. En el templo se tiene mucho cuidado con el agua porque hay que purificar muchos vasos y lavar las ropas sacerdotales. Se ven grandes maquinarias y artefactos para bombear el agua a los lugares elevados. Hay muchos mercaderes y vendedores en la ciudad: estn casi siempre en los mercados o en lugares abiertos, bajo tiendas de campaa. Veo, por ejemplo, no lejos de la Puerta de las Ovejas, a mucha gente que negocia con alhajas, oro, objetos brillantes y piedras preciosas. Las casitas que habitan son muy livianas, pero slidas, de color pardo, como si estuviesen cubiertas con pez o betn. Adentro hacen sus negocios; entre una tienda y otra estn extendidas lonas, debajo de las cuales muestran sus mercaderas. Hay, sin embargo, otras partes de la ciudad donde hay mayor movimiento y se ven gentes que van y vienen cerca de ciertos palacios. Comparada Jerusaln con la Roma antigua, que he visto, esta ciudad era mucho ms bulliciosa en las calles; tena aspecto ms agradable y no era tan desigual ni empinada. La montaa sobre la cual se halla el templo est rodeada, por el lado en que la pendiente es ms suave, de casas que forman varias calles detrs de espesos muros. Estas casas estn construidas sobre terrazas colocadas unas sobre otras. All viven los sacerdotes y los servidores subalternos del templo, que hacen trabajos ms rudos, como la limpieza de los fosos, donde se echan los desperdicios provenientes de los sacrificios de animales. Hay un costado norte, creo, donde la montaa del templo es muy escarpada. En todo lo alto, alrededor de la cumbre, se halla una zona verde formada por pequeos jardines pertenecientes a los sacerdotes. Aun en tiempos de Jesucristo se trabajaba siempre en alguna parte del templo. Este trabajo no cesaba nunca. En la montaa del templo haba mu-

cho mineral, que se fue sacando y empleando en la construccin del mismo edificio. Debajo del templo hay fosos y lugares donde -funden el metal. No pude encontrar en este gran templo un lugar donde poder rezar a gusto. Todo el edificio es admirablemente macizo, alto y slido. Los numerosos patios son estrechos y sombros, llenos de andamios y de asientos. Cuando hay mucha gente causa miedo encontrarse apretado entre los espesos muros y las gruesas columnas. Tampoco me gustan los continuos sacrificios y la sangre derramada en abundancia, a pesar de que esto se hace con orden e increble limpieza. Haca mucho tiempo que no haba visto con tanta claridad, como hoy, los edificios, los caminos y los pasajes. Pero son tantas las cosas que hay aqu que me es imposible describirlas con detalles. Los viajeros llegaron con la pequea Mara, por el norte, a Jerusaln: con todo, no entraron por ese lado, sino que dieron vuelta alrededor de la ciudad hasta el muro oriental, siguiendo una parte del valle de Josafat. Dejando a la izquierda el Monte de los Olivos y el camino de Betania, entraron en la ciudad por la Puerta de las Ovejas, que conduca al mercado de las bestias. No lejos de esta puerta hay un estanque donde se lava por primera vez a las ovejas destinadas al sacrificio. No es sta la piscina de Bethseda. La comitiva, despus de haber entrado en la ciudad, torci de nuevo a la derecha y entr en otra barriada siguiendo un largo valle interno dominado de un lado por las altas murallas de una zona ms elevada de la ciudad, llegando a la parte occidental en los alrededores del mercado de los peces, donde se halla la casa paterna de Zacaras de Hebrn. Se encontraba all un hombre de avanzada edad: creo que el hermano de su padre. Zacaras sola volver a la casa despus de haber cumplido su servicio en el templo. En esos das se encontraba en la ciudad y habiendo acabado su tiempo de servicio, quera quedarse slo unos das en Jerusaln para asistir a la, entrada de Mara al templo. Al llegar la comitiva, Zacaras no se encontraba all. En la casa se hallaban presentes otros parientes de los contornos de Beln y de Hebrn, entre ellos, dos hijas de la hermana de Isabel. Isabel tampoco se encontraba all en ese momento. Estas personas se haban adelantado para recibir a los caminantes hasta un cuarto de legua por el camino del valle. Varias jvenes los acompaaban llevando guirnaldas y ramas de rboles. Los caminantes fueron recibidos con demostraciones de contento y conducidos hasta la casa de Zacaras, donde se festej la llegada. Se les ofreci refrescos y todos se prepararon para llevarlos a una posada contigua al templo, donde los forasteros se hospedan los das de fiesta. Los animales que Joaqun haba destinado para el sacrificio haban sido conducidos ya desde los alrededores de la plaza del ganado a los establos situados cerca 'de esta casa. Zacaras acudi tambin para guiar a la comitiva desde la casa paterna hasta la posada. Pusieron a la pequea Mara su segundo vestidito de ceremonias con el peplo celeste. Todos se pusieron en marcha formando una ordenada procesin. Zacaras iba adelante con Joaqun y Ana; luego la nia Mara rodeada de cuatro nias vestidas de blanco, y las otras chicas con sus padres cerraban la marcha. Anduvieron

por varias calles y pasaron delante del palacio de Herodes y de la casa donde ms tarde habit Pilatos. Se dirigieron hacia el ngulo Noreste del templo, dejando atrs la fortaleza Antonia, edificio muy alto, situado al Noroeste. Subieron por unos escalones abiertos en una muralla alta. La pequea Mara subi sola, con alegre prisa, sin permitir que nadie la ayudara. Todos la miraban con asombro. La casa donde se alojaron era una posada para das de fiesta situada a corta distancia del mercado del ganado. Haba varias posadas de este gnero alrededor del templo, y Zacaras haba alquilado una. Era un gran edificio con cuatro galeras en torno de un patio extenso. En las galeras se hallaban los dormitorios, as como largas mesas muy bajas. Haba una sala espaciosa y un hogar para la cocina. El patio para los animales enviados por Zacaras estaba muy cerca. A ambos lados del edificio habitaban los servidores del templo que se ocupaban de los sacrificios. Al entrar los forasteros se les lavaron los pies, como se haca con ' los caminantes; los de los hombres fueron lavados por hombres; y las mujeres hicieron este servicio con las mujeres. Entraron luego en una sala en medio de la cual se hallaba suspendida una gran lmpara de varios brazos sobre un depsito de bronce lleno de agua, donde se lavaron la cara y las manos. Cuando hubieron quitado la carga al asno de Joaqun, un sirviente lo llev a la cuadra. Joaqun haba dicho que sacrificara y sigui a los servidores del templo hasta el sitio donde se hallaban los animales, a los cuales examinaron. Joaqun y Ana se dirigieron luego con Mara a la habitacin de los sacerdotes, situada ms arriba. Aqu la nia Mara, como elevada por el espritu interior, subi ligersimamente los escalones con un impulso extraordinario. Los dos sacerdotes que se hallaban en la casa los recibieron con grandes muestras de amistad: uno era anciano y el otro ms joven. Los dos haban asistido al examen de la nia en Nazaret y esperaban su llegada. Despus de haber conversado del viaje y de la prxima ceremonia de la presentacin, hicieron llamar a una de las mujeres del Templo. Era sta una viuda anciana que deba encargarse de velar por la nia. Habitaba en la vecindad con otras personas de su misma condicin, haciendo toda clase de labores femeniles y educando a las nias. Su habitacin se encontraba ms apartada del templo que las salas adyacentes, donde haban sido dispuestos, para las mujeres y las jvenes consagradas al servicio del Templo, pequeos oratorios desde los cuales podan ver el santuario sin ser vistas por los dems. La matrona que acababa de llegar estaba tan bien envuelta en su ropaje que apenas poda vrsele la cara. Los sacerdotes y los padres de Mara se la presentaron, confindola a sus cuidados. Ella estuvo dignamente afectuosa, sin perder su gravedad. La nia Mara se mostr humilde y respetuosa. La instruyeron en todo lo que se relacionaba con la nia y su entrada solemne en el templo. Aquella mujer baj con ellos a la posada, tom el ajuar que perteneca a la nia y se lo llev a fin de prepararlo todo en la habitacin que le estaba destinada. La gente que haba acompaado a la comitiva desde la casa de Zacaras, regres a su domicilio, quedando en la posada solamente los parientes. Las mujeres se instalaron all y prepararon la fiesta que deba tener lugar al da siguiente. Joaqun y algunos hombres condujeron las vctimas al Templo al despuntar el

nuevo da y los sacerdotes las revisaron nuevamente. Algunos animales fueron desechados y llevados en seguida a la plaza del ganado. Los aceptados fueron conducidos al patio donde habran de ser inmolados. Vi all muchas cosas que ya no es posible decirlas en orden. Recuerdo que antes de inmolar, Joaqun colocaba su mano sobre la cabeza de la vctima, debiendo recibir la sangre en un vaso y tambin algunas partes del animal. Haba varias columnas, mesas y vasos. Se cortaba, se reparta y ordenaba todo. Se quitaba la espuma de la sangre y se pona aparte la grasa, el hgado, el bazo, salndose todo esto. Se limpiaban los intestinos de los corderos, rellenndolos con algo y volvindolos a poner dentro del cuerpo, de modo que el animal pareca entero, y se ataban las patas en forma de cruz. Luego, una gran parte de la carne era llevada al patio donde las jvenes del Templo deban hacer algo con ella: quizs prepararla para alimento de los sacerdotes o ellas mismas. Todo esto se haca con un orden increble. Los sacerdotes y levitas iban y venan, siempre de dos en dos. Este trabajo complicado y penoso se haca fcilmente, como si se efectuase por s solo. Los trozos destinados al sacrificio quedaban impregnados en sal hasta l da siguiente, en que deban ser ofrecidos sobre el altar. Hubo hoy una gran fiesta en la posada, seguida de una comida solemne. Habra unas cien personas, contados los nios. Estaban presentes unas veinticuatro nias de diversas edades, entre ellas Serapia, que fue llamada Vernica despus de la muerte de Jess: era bastante crecida, como de unos diez o doce aos. Se tejieron coronas y guirnaldas de flores para Mara y sus compaeras, adornndose tambin siete candelabros en forma de cetro sin pedestal. En cuanto a la llama que brillaba en su extremidad no s si estaba alimentada con aceite, cera u otra materia. Durante la fiesta entraron y salieron numerosos sacerdotes y levitas. Tomaron parte en el banquete, y al expresar su asombro por la gran cantidad de vctimas ofrecidas para el sacrificio, Joaqun les dijo que en recuerdo de la afrenta recibida en el templo, al ser rechazado su sacrificio, y a causa de la misericordia de Dios que haba escuchado su oracin, haba querido demostrar su gratitud de acuerdo con sus medios. Hoy pude ver a la pequea Mara paseando con las otras jvenes en torno de su casa. Otros detalles los he olvidado completamente.

XXI Presentacin de Mara en el Templo

sta maana fueron al Templo: Zacaras, Joaqun y otros hombres. Ms tarde fue llevada Mara por su madre en medio de un acompaamiento solemne. Ana y su hija Mara Hel, con la pequea Mara Cleofs, marchaban delante; iba luego la santa nia Mara con su vestidito y su manto azul celeste, los brazos y el cuello adornados con guirnaldas: llevaba en la mano un cirio ceido de flores. A su lado caminaban tres niitas con cirios semejantes. Tenan vestidos blancos, bordados de oro y peplos celestes, como Mara, y estaban rodeadas de guirnaldas de flores; llevaban otras pequeas guirnaldas alrededor del cuello y de los brazos. Iban en seguida las otras jvenes y nias vestidas de fiesta, aunque no uniformemente. Todas llevaban pequeos mantos. Cerraban el cortejo las dems mujeres. Como no se poda ir en lnea recta desde la posada al Templo, tuvieron que dar una vuelta pasando por varias calles. Todo el mundo se admiraba de ver el hermoso cortejo y en las puertas de varias casas rendan honores. En Mara se notaba algo de santo y de conmovedor. A la llegada de la comitiva he visto a varios servidores del Templo empeados en abrir con grande esfuerzo una puerta muy alta y muy pesada, que brillaba como oro y que tena grabadas varias figuras: cabezas, racimos de uvas y gavillas de trigo. Era la Puerta Dorada. La comitiva entr por esa puerta. Para llegar a ella era preciso subir cincuenta escalones; creo que haba entre ellos algunos descansos. Quisieron llevar a Mara de la mano; pero ella no lo permiti: subi los escalones rpidamente, sin tropiezos, llena de alegre entusiasmo. Todos se hallaban profundamente conmovidos. Bajo la Puerta Dorada fue recibida Mara por Zacaras, Joaqun y algunos sacerdotes que la llevaron hacia la derecha, bajo la amplia arcada de la puerta, a las altas salas donde se haba preparado una comida en honor de alguien. Aqu se separaron las personas de la comitiva. La mayora de las mujeres y de las nias se dirigieron al sitio del Templo que les estaba reservado para orar. Joaqun y Zacaras fueron al lugar del sacrificio. Los sacerdotes hicieron todava algunas preguntas a Mara en una sala y cuando se hubieron retirado, asombrados de la sabidura de la nia, Ana visti a su hija con el tercer traje de fiesta, que era de color azul violceo y le puso el manto, el velo y la corona ya descritos por m al relatar la ceremonia que tuvo lugar en la casa de Ana. Entre tanto Joaqun haba ido al sacrificio con los sacerdotes. Luego de recibir un poco de fuego tomado de un lugar determinado, se coloc entre dos sacerdotes cerca del altar. Estoy demasiada enferma y distrada para dar la explicacin del sacrificio en el orden necesario. Recuerdo lo siguiente: no se poda llegar al altar ms que por tres lados. Los trozos preparados para el holocausto no estaban todos en el mismo lugar, sino puestos alrededor, en distintos sitios. En los cuatro extremos del altar haba cuatro columnas de metal, huecas, sobre las cuales descansaban cosas que parecan caos de chimenea. Eran anchos embudos de cobre terminados en tubos en forma de cuernos, de modo que el

humo poda salir pasando por sobre la cabeza de los sacerdotes que ofrecan el sacrificio. Mientras se consuma sobre el altar la ofrenda de Joaqun, Ana fue, con Mara y las jvenes que la acompaaban, al vestbulo reservado a las mujeres. Este lugar estaba separado del altar del sacrificio por un muro que terminaba en lo alto en una reja. En medio de este muro haba una puerta. El atrio de las mujeres, a partir del muro de separacin, iba subiendo de manera que por lo menos las que se hallaban ms alejadas podan ver hasta cierto punto el altar del sacrificio. Cuando la puerta del muro estaba abierta, algunas mujeres podan ver el altar. Mara y las otras jvenes se hallaban de pie, delante de Ana, y las dems parientas estaban a poca distancia de la puerta. En sitio aparte haba un grupo de nios del Templo, vestidos de blanco, que taan flautas y arpas. Despus del sacrificio se prepar bajo la puerta de separacin un altar porttil cubierto, con algunos escalones para subir. Zacaras y Joaqun fueron con un sacerdote desde el patio hasta este altar, delante del cual estaba otro sacerdote y dos levitas con rollos y todo lo necesario para escribir. Un poco atrs se hallaban las doncellas que haban acompaado a Mara. Mara se arrodill sobre los escalones; Joaqun y Ana extendieron las manos sobre su cabeza. El sacerdote cort un poco de sus cabellos, quemndolos luego sobre un bracero. Los padres pronunciaron algunas palabras, ofreciendo a su hija, y los levitas las escribieron. Entretanto las nias cantaban el salmo 44: Eructavit cor meum verbum bonum, y los sacerdotes el salmo 49: Deus deorum Dominus locutus est, mientras los nios tocaban sus instrumentos. Observ entonces que dos sacerdotes tomaron a Mara de la mano y la llevaron por unos escalones hacia un lugar elevado del muro, que separaba el vestbulo del Santuario. Colocaron a la nia en una especie de nicho en el centro de aquel muro, de manera que ella pudiera ver el sitio donde se hallaban, puestos en fila, varios hombres que me parecieron consagrados al Templo. Dos sacerdotes estaban a su lado; haba otros dos en los escalones, recitando en alta voz oraciones escritas en rollos. Del otro lado del muro se hallaba de pie un anciano prncipe de los sacerdotes, cerca del altar, en un sitio bastante elevado que permita vrsele el busto. Yo lo vi presentando el incienso, cuyo humo se esparci alrededor de Mara. Durante esta ceremonia vi en torno de Mara un cuadro simblico que pronto llen el Templo y lo oscureci. Vi una gloria luminosa debajo del corazn de Mara y comprend que ella encerraba la promesa de la sacrosanta bendicin de Dios. Esta gloria apareca rodeada por el arca de No, de manera que la cabeza de Mara se alzaba por encima y el arca tomaba a su vez la forma del Arca de la Alianza, viendo luego a sta corno encerrada en el Templo. Luego vi que todas estas formas desaparecan mientras el cliz de la santa Cena se mostraba fuera de la gloria, delante del pecho' de Mara, y ms arriba, ante la boca de la Virgen, apareca un pan marcado con una cruz. A los lados brillaban rayos de cuyas extremidades surgan figuras con smbolos msticos de la Santsima Virgen, como

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todos los nombres de las Letanas que le dirige la Iglesia. Suban, cruzndose desde sus hombros, dos ramas de olivo y de ciprs, o de cedro y de ciprs, por encima de una hermosa palmera junto con un pequeo ramo que vi aparecer detrs de ella. En los espacios de las ramas pude ver todos los instrumentos de la pasin de Jesucristo. El Espritu Santo, representado por una figura alada que pareca ms forma humana que paloma, se hallaba suspendido sobre el cuadro, por encima del cual vi el cielo abierto, el centro de la celestial Jerusaln, la ciudad de Dios, con todos sus palacios, jardines y lugares de los futuros santos. Todo estaba lleno de ngeles, y la gloria, que ahora rodeaba a la Virgen Santsima, lo estaba con cabezas de estos espritus. Ah, quin pudiera describir estas cosas con palabras humanas!... Se vea todo bajo formas tan diversas y tan multiformes, derivando unas de las otras en tan continuada transformacin, que he olvidado la mayor parte de ellas. Todo lo que se relaciona con la Santsima Virgen en la antigua y en la nueva Alianza y hasta en la eternidad, se hallaba all representado. Slo puedo comparar esta visin a otra menor que tuve hace poco, en la cual vi en toda su magnificencia el significado del santo Rosario. Muchas personas, que se creen sabias, comprenden esto menos que los pobres y humildes que lo recitan con simplicidad, pues stos acrecientan el esplendor con su obediencia, su piedad y su sencilla confianza en la Iglesia, que recomienda esta oracin. Cuando vi todo esto, las bellezas y magnificencias del Templo, con los muros elegantemente adornados, me parecan opacos y ennegrecidos detrs de la Virgen Santsima, El Templo mismo pareca esfumarse y desaparecer: slo Mara y la gloria que la rodeaba lo llenaba todo. Mientras estas visiones pasaban delante de mis ojos, dej de ver a la Virgen Santsima bajo forma de nia: me pareci entonces grande y como suspendida en el aire. Con todo vea tambin, a travs de Mara, a los sacerdotes, al sacrificio del incienso y a todo lo dems de la ceremonia. Pareca que el sacerdote estaba detrs de ella, anunciando el porvenir e invitando al pueblo a agradecer y a orar a Dios, porque de esta nia habra de salir algo muy grandioso. Todos los que estaban en el Templo, aunque no vean lo que yo vea, estaban recogidos y profundamente conmovidos. Este cuadro se desvaneci gradualmente de la misma manera que lo haba visto aparecer. Al fin slo qued la gloria bajo el corazn de Mara y la bendicin de la promesa brillando en su interior. Luego desapareci tambin y slo vi a la nia Mara adornada entre los sacerdotes. Los sacerdotes tomaron las guirnaldas que estaban alrededor de sus brazos y la antorcha que llevaba en la mano, y se las dieron a las compaeras. Le pusieron en la cabeza un velo pardo y la hicieron descender las gradas, llevndola a una sala vecina, donde seis vrgenes del Templo, de mayor edad, salieron a su encuentro arrojando flores ante ella. Detrs iban sus maestras, Noem, hermana de la madre de Lzaro, la profetisa Ana y otra mujer. Los sacerdotes recibieron a la pequea Mara, retirndose luego. Los padres de la Nia, as como sus parientes ms cercanos, se encontraban all. Una vez terminados los cantos sagrados, des-

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pidise Mara de sus padres. Joaqun, que estaba profundamente conmovido, tom a Mara entre sus brazos y apretndola contra su corazn, dijo en medio de las lgrimas: "Acurdate de mi alma ante Dios". Mara se dirigi luego con las maestras y varias otras jvenes a las habitaciones de las mujeres, al Norte del Templo. Estas habitaban salas abiertas en los espesos muros del Templo y podan, a travs de pasajes y escaleras, subir a los pequeos oratorios colocados cerca del Santuario y del Santo de los Santos. Los deudos de Mara volvieron a la sala contigua a la Puerta Dorada, donde antes se haban detenido quedndose a comer en compaa de los sacerdotes. Las mujeres coman en sala aparte. He olvidado, entre otras muchas cosas, por qu la fiesta haba sido tan brillante y solemne. Sin embargo, s que fue a consecuencia de una revelacin de la voluntad de Dios. Los padres de Mara eran personas de condicin acomodada y si vivan pobremente era por espritu de mortificacin y para poder dar ms limosnas a los pobres. As es cmo Ana, no s por cunto tiempo, slo comi alimentos fros. A pesar de esto trataban a la servidumbre con generosidad y la dotaban. He visto a muchas personas orando en el Templo. Otras haban seguido a la comitiva hasta la puerta misma. Algunos de los presentes debieron tener cierto presentimiento de los destinos de la Nia, pues recuerdo unas palabras que Santa Ana en un momento de entusiasmo jubiloso dirigi a las mujeres, cuyo sentido era: "He aqu el Arca de la Alianza, el vaso de la Promesa, que entra ahora en el Templo". Los padres de Mara y dems parientes regresaron hoy a Bet-Horon.

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XXII Mara en el Templo

e visto una fiesta en las habitaciones de las vrgenes del Templo. Mara pidi a las maestras y a cada doncella en particular si queran admitirla entre ellas, pues esta era la costumbre que se practicaba. Hubo una comida y una pequea fiesta en la que algunas nias tocaron instrumentos de msica. Por la noche vi a Noem, una de las maestras, que conduca a la nia Mara hasta la pequea habitacin que le estaba reservada y desde la cual poda ver el interior del Templo. Haba en ella una mesa pequea, un escabel y algunos estantes en los ngulos. Delante de esta habitacin haba lugar para la alcoba, el guardarropa y el aposento de Noem. Mara habl a Noem de su deseo de levantarse varias veces durante la noche, pero sta no se lo permiti. Las mujeres del Templo llevaban largas y amplias vestiduras blancas, ceidas con fajas y mangas muy anchas, que recogan para trabajar. Iban veladas. No recuerdo haber visto nunca a Herodes que haya hecho reconstruir de nuevo la totalidad del Templo. Slo vi que durante su reinado se hicieron diversos cambios. Cuando Mara entr en el Templo, once aos antes del nacimiento del Salvador, no se hacan trabajos propiamente dichos; pero, como siempre, se trabajaba en las construcciones exteriores: esto no dej de hacerse nunca. He visto hoy la habitacin de Mara en el Templo. En el costado Norte, frente al Santuario, se hallaban en la parte alta varias salas que comunicaban con las habitaciones de las mujeres. El dormitorio de Mara era uno de los ms retirados, frente al Santo de los Santos. Desde el corredor, levantando una cortina, se pasaba a una sala anterior separada del dormitorio por un tabique de forma convexa o terminada en ngulo. En los ngulos de la derecha e izquierda estaban las divisiones para guardar la ropa y los objetos de uso; frente a la puerta abierta de este tabique, algunos escalones llevaban arriba hasta una abertura, delante de la cual haba un tapiz, pudindose ver desde all el interior del Templo. A izquierda, contra el muro de la habitacin, haba una alfombra arrollada, que cuando estaba extendida formaba el lecho sobre el cual reposaba la nia Mara. En un nicho de la muralla estaba colocada una lmpara, cerca de la cual vi a la nia de pie, sobre un escabel, leyendo oraciones en un rollo de pergamino. Llevaba un vestido de listas blancas y azules, sembrado de flores amarillas. Haba en la habitacin una mesa baja y redonda. Vi entrar en la habitacin a la profetisa Ana, que coloc sobre la mesa una fuente con frutas del grosor de un haba y una anforita. Mara tena una destreza superior a su edad: desde entonces la vi trabajar en pequeos pedazos de tela blanca para el servicio del Templo. Las paredes de su pieza estaban sobrepuestas con piedras triangulares de varios colores. A menudo oa yo a la nia decir a Ana: "Ah, pronto el Nio prometido nacer! Oh, si yo pudiera ver al nio Redentor!"... Ana le responda; "Yo soy ya anciana y deb esperar mucho a ese Nio. T,

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en cambio, eres tan pequea!"... Mara lloraba a menudo por el ansia de ver al nio Redentor. Las nias que se educaban en el Templo se ocupaban de bordar, adornar, lavar y ordenar las vestiduras sacerdotales y limpiar los utensilios sagrados del Templo. En sus habitaciones, desde donde podan ver el Templo, oraban y meditaban. Estaban consagradas al Seor por medio de la entrega que hacan sus padres en el Templo. Cuando llegaban a la edad conveniente, eran casadas, pues haba entre los israelitas piadosos la silenciosa esperanza de que de una de estas vrgenes consagradas al Seor deba nacer el Mesas. Cuan ciegos y duros de corazn eran los fariseos y los sacerdotes del Templo se puede conocer por el poco inters y desconocimiento que manifestaron con las santas personas con las cuales trataron. Primeramente desecharon sin motivo el sacrificio de Joaqun. Slo despus de algunos meses, por orden de Dios, fue aceptado el sacrificio de Joaqun y de Ana. Joaqun llega a las cercanas del Santuario y se encuentra con Ana, sin saberlo de antemano, conducidos por los pasajes debajo del Templo por los mismos sacerdotes. Aqu se encuentran ambos esposos y Mara es concebida. Otros sacerdotes los esperan en la salida del Templo. Todo esto suceda por orden e inspiracin de Dios. He visto algunas veces que las estriles eran llevadas all por orden de Dios. Mara llega al Templo teniendo algo menos de cuatro aos: en toda su presentacin hay signos extraordinarios y desusados. La hermana de la madre de Lzaro viene a ser la maestra de Mara, la cual aparece en el Templo con tales seales no comunes que algunos sacerdotes ancianos escriban en grandes libros acerca de esta nia extraordinaria. Creo que estos escritos existen an entre otros escritos, ocultos por ahora. Ms tarde suceden otros prodigios, como el florecimiento de la vara en el casamiento con Jos. Luego la extraa historia de la venida de los tres Reyes Magos, de los pastores, por medio del llamado de los ngeles. Despus, en la presentacin de Jess en el Templo, el testimonio de Simen y de Ana; y el hecho admirable de Jess entre los doctores del Templo a los doce aos. Todo este conjunto de cosas extraordinarias las despreciaron los fariseos y las desatendieron. Tenan las cabezas llenas de otras ideas y asuntos profanos y de gobierno. Porque la Santa Familia vivi en pobreza voluntaria fue relegada al olvido, como el comn del pueblo. Los pocos iluminados, como Simen, Ana y otros, tuvieron que callar y reservarse delante de ellos. Cuando Jess comenz su vida pblica y Juan dio testimonio de El, lo contradijeron con tanta obstinacin en sus enseanzas, que los hechos extraordinarios de su juventud, si es que no los haban olvidado, no tenan inters ninguno en darlos a conocer a los dems. El gobierno de Herodes y el yugo de los romanos, bajo el cual cayeron, los enred de tal manera en las intrigas palaciegas y en los negocios humanos, que todo espritu huy de ellos. Despreciaron el testimonio de Juan y olvidaron al decapitado. Despreciaron los milagros y la predicacin de Jess. Tenan ideas errneas sobre el Mesas y los profetas: as pudieron

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maltratarlo tan brbaramente, darle muerte y negar luego su resurreccin y las seales milagrosas sucedidas, como tambin el cumplimiento de las profecas en la destruccin de "Jerusaln. Pero si su ceguera fue grande al no reconocer las seales de la venida del Mesas, mayor es su obstinacin despus que obr milagros y escucharon su predicacin. Si su obstinacin no fuese tan grandemente extraordinaria, cmo podra esta ceguera continuar hasta nuestros das? Cuando voy por las calles de la presente Jerusaln para hacer el Via Crucis veo a menudo, debajo de un ruinoso edificio, una gran arcada en parte derruida y en, parte con agua que entr. El agua llega, al presente hasta la tabla de la mesa, del medio de la cual se levanta una columna, en torno de la que cuelgan cajas llenas de rollos escritos. Debajo de la mesa hay tambin rollos dentro del agua. Estos subterrneos deben ser sepulcros: se extienden hasta el monte Calvario. Creo que es la casa que habit Pilatos. Ese tesoro de escritos ser a su tiempo descubierto. He visto a la Santsima Virgen en el Templo, unas veces en la habitacin de las mujeres con las dems nias, otras veces en su pequeo dormitorio, creciendo en medio del estudio, de la oracin y del trabajo, mientras hilaba y teja para el servicio del Templo. Mara lavaba la ropa y limpiaba los vasos sagrados. Como todos los santos, slo coma para el propio sustento, sin probar jams otros alimentos que aqullos a los que haba prometido limitarse. Pude verla a menudo entregada a la oracin y a la meditacin. Adems de las oraciones vocales prescriptas en el Templo, la vida de Mara era una aspiracin incesante hacia la redencin, una plegaria interior continua. Haca todo esto con gran serenidad y en secreto, levantndose de su lecho e invocando al Seor cuando todos dorman. A veces la vi llorando, resplandeciente, durante la oracin. Mara rezaba con el rostro velado. Tambin se cubra cuando hablaba con los sacerdotes o bajaba a una habitacin vecina para recibir su trabajo o entregar el que haba terminado. En tres lados del Templo estaban estas habitaciones, que parecan semejantes a nuestras sacristas. Se guardaban en ellas

los objetos que las mujeres encargadas deban cuidar o confeccionar. He visto a Mara en estado de xtasis continuo y de oracin interior. Su alma no pareca hallarse en la tierra y reciba a menudo consuelos celestiales. Suspiraba continuamente por el cumplimiento de la promesa y en su humildad apenas poda formular el deseo de ser la ltima entre las criadas de la Madre del Redentor. La maestra que la cuidaba era Noem, hermana de la madre de Lzaro. Tena cincuenta aos y perteneca a la sociedad de los esenios, as como las mujeres agregadas al servicio del Templo. Mara aprendi a trabajar a su lado, acompandola cuando limpiaba las ropas y los vasos manchados con la sangre de los, sacrificios; reparta y preparaba porciones de carne de las - 61 -

vctimas reservadas para los sacerdotes y las mujeres. Ms tarde se ocup con mayor actividad de los quehaceres domsticos. Cuando Zacaras se hallaba en el Templo, de turno, la visitaba a menudo; Simen tambin la conoca. Los destinos para los cuales estaba llamada Mara no podan ser completamente desconocidos por los sacerdotes. Su manera de ser, su porte, su gracia infinita, su sabidura extraordinaria, eran tan notables que ni an su extrema humildad lograba ocultar.

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XXIII El nacimiento de Juan es anunciado a Zacaras e visto a Zacaras hablando con Isabel, confindole la pena que le causaba tener que ir a cumplir su servicio en el Templo de Jerusaln, debido al desprecio con que se le trataba por la esterilidad de su matrimonio. Zacaras estaba de servicio dos veces por ao: No vivan en Hebrn mismo, sino a una legua de all, en Juta. Entre Juta y Hebrn subsistan muchos antiguos muros; quizs en otros tiempos aquellos dos lugares haban estado unidos. Al otro lado de Hebrn se vean muchos edificios diseminados, como restos de la antigua ciudad que fue en otros tiempos tan grande como Jerusaln. Los sacerdotes que habitaban en Hebrn eran menos elevados en dignidad que los que vivan en Juta. Zacaras era as como jefe de estos ltimos y gozaba, lo mismo que Isabel, del mayor respeto a causa de su virtud y de la pureza de su linaje de Aarn, su antepasado. He visto a Zacaras visitar, con varios sacerdotes del pas, una pequea propiedad suya en las cercanas de Juta. Era un huerto con rboles frutales y una casita. Zacaras or all con sus compaeros, dndoles luego instrucciones y preparndolos para el servicio del Templo que les iba a tocar. Tambin le o hablar de su afliccin y del presentimiento de algo que habra de su-cederle. March Zacaras con aquellos sacerdotes a Jerusaln, donde esper cuatro das hasta que le lleg el turno de ofrecer sacrificio. Durante este tiempo oraba continuamente en el Templo. Cuando le toc presentar el incienso, lo vi entrar en el Santuario, donde se hallaba el altar de los perfumes delante de la entrada del Santo de los Santos. Encima de l el techo estaba abierto, de modo que poda verse el cielo. El sacerdote no era visible desde el exterior. En el momento de entrar, otro sacerdote le dijo algo, retirndose de inmediato. Cuando Zacaras estuvo solo, vi que levantaba una cortina y entraba en un lugar oscuro. Tom algo que coloc sobre el altar, encendiendo el incienso. En aquel momento pude ver, a la derecha del altar, una luz que bajaba hacia l y una forma brillante que se acercaba. Asustado, arrebatado en xtasis, le vi caer hacia el altar. El ngel lo levant, le habl durante largo tiempo, y Zacaras responda. Por encima de su cabeza el cielo estaba abierto y dos ngeles suban y bajaban como por una escala. El cinturn de Zacaras estaba desprendido, quedando sus ropas entreabiertas; vi que uno de los ngeles pareca retirar algo de su cuerpo mientras el otro le colocaba en el flanco un objeto luminoso. Todo esto se asemejaba a lo que haba sucedido cuando Joaqun recibi la bendicin del ngel para la concepcin de la Virgen Santsima. - 63 -

Los sacerdotes tenan por costumbre salir del Santuario inmediatamente despus de haber encendido el incienso. Como Zacaras tardara mucho en salir, el pueblo, que oraba afuera, esperando, empez a inquietarse; pero Zacaras, al salir, estaba mudo y vi que escribi algo sobre una tablilla. Cuando sali al vestbulo muchas personas se agruparon a su alrededor preguntndole la razn de su tardanza; mas l no poda hablar, y haciendo signos con la mano, mostraba su boca. La tablilla escrita, que mand a Juta en seguida a casa de Isabel, anunciaba que Dios le haba hecho una promesa y al mismo tiempo le deca que haba perdido el uso de la palabra. Al cabo del tiempo se volvi a su casa. Tambin Isabel haba recibido una revelacin, que ahora no recuerdo cmo. Zacaras era un hombre de estatura elevada, grande y de porte majestuoso.

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XXIV Noticias acerca de San Jos os, cuyo padre se llamaba Jacob, era el tercero entre seis hermanos. Sus padres habitaban un gran edificio situado poco antes de llegar a Beln, que haba sido en otro tiempo la casa paterna de David, cuyo padre, Jess, era el dueo. En la poca de Jos casi no quedaban ms que los anchos muros de aquella antigua construccin. Creo que conozco mejor esta casa que nuestra aldea de Flamske. Delante de la casa haba un patio anterior rodeado de galeras abiertas como al frente de las casas de la Roma antigua. En sus galeras pude ver figuras semejantes a cabezas de antiguos personajes. Hacia un lado del patio, haba una fuente debajo de un pequeo edificio de piedra, donde el agua sala de la boca de animales. La casa no tena ventanas en el piso bajo, pero s aberturas redondas arriba. He visto una puerta de entrada. Alrededor de la casa corra una amplia galera, en cuyos rincones haba cuatro torrecillas parecidas a gruesas columnas terminadas cada una en una especie de cpula, donde sobresalan pequeos banderines. Por las aberturas de esas cupulitas, a las que se llegaba mediante escaleras abiertas en las torrecillas, poda verse a lo lejos, sin ser visto. Torrecillas, semejantes a stas haba en el palacio de David, en Jerusaln; fue -desde la cpula de una de ellas desde donde pudo mirar a Bersab mientras tomaba el bao. En lo alto de la casa, la galera corra alrededor de un piso poco elevado, cuyo techo plano soportaba una construccin terminada en otra torre pequea, Jos y sus hermanos habitaban en la parte alta con un viejo judo, su preceptor. Dorman alrededor de una habitacin colocada en el centro, que dominaba la galera. Sus lechos consistan en colchas arrolladas contra el muro durante el da, separadas entre s por esteras movibles. Los he visto jugando en su pieza. Tambin vi a los padres, los cuales se relacionaban poco con sus hijos. Me parecieron ni buenos ni malos. Jos tendra ocho aos ms o menos. De natural muy distinto a sus hermanos, era muy inteligente, y aprenda todo muy fcilmente, a pesar de ser sencillo, apacible, piadoso y sin ambiciones. Sus hermanos lo hacan vctima de toda clase de travesuras y a veces lo maltrataban. Aquellos muchachos posean pequeos jardines divididos en compartimentos: vi en ellos muchas plantas y arbustos. He visto que a menudo iban los hermanos de Jos a escondidas y le causaban destrozos en sus parcelas, hacindole sufrir mucho. Lo he, visto con frecuencia bajo la galera del patio, de rodillas, rezando con los brazos extendidos. Suceda entonces que sus hermanos se deslizaban detrs de l y le golpeaban. Estando de rodillas una - 65 -

vez uno de ellos le golpe por detrs, y como Jos pareca no advertirlo, volvi aqul a golpearlo con tal insistencia, que el pobre Jos cay hacia delante sobre las losas del piso. Comprend por esto que Jos deba estar arrebatado en xtasis durante la oracin. Cuando volvi en s, no dio muestras de alterarse, ni pens en vengarse: busc otro rincn aislado para continuar su plegaria. Los padres no le mostraban tampoco mayor cario. Hubieran deseado que empleara su talento en conquistarse una posicin en el mundo; pero Jos no aspiraba a nada de esto. Los padres encontraban a Jos demasiado simple y rutinario; les pareca mal que amara tanto la oracin y el trabajo manual. En otra poca en que podra tener doce aos lo vi a menudo huir de las molestias de sus hermanos, yendo al otro lado de Beln, no muy lejos de lo que fue ms tarde la gruta del pesebre, y detenerse all algn tiempo al lado de unas piadosas mujeres pertenecientes a la comunidad de los esenios. Habitaban estas mujeres cerca de una cantera abierta en la colina, encima de la cual se hallaba Beln, en cuevas cavadas en la misma roca. Cultivaban pequeas huertas contiguas e instruan a otros nios de los esenios. Frecuentemente vea al pequeo Jos, mientras recitaban oraciones escritas en un rollo a la luz de la lmpara suspendida en la pared de la roca, buscar refugio cerca de ellas para librarse de las persecuciones de sus hermanos. Tambin lo vi detenerse en las grutas, una de las cuales habra de ser ms tarde el lugar de nacimiento del Redentor. Oraba solo all o se ocupaba en fabricar pequeos objetos de madera. Un viejo carpintero tena su taller en la vecindad de los esenios. Jos iba all a menudo y aprenda poco a poco ese oficio, en el cual progresaba fcilmente por haber estudiado algo de geometra y dibujo bajo su preceptor. Finalmente las molestias de sus hermanos le hicieron imposible la convivencia en la casa paterna. Un amigo que habitaba cerca de Beln, en una casa separada de la de sus padres por un pequeo arroyo, le dio ropa con la cual pudo disfrazarse y abandonar la casa paterna, por la noche, para ir a ganarse la vida en otra parte con su oficio de carpintero. Tendra entonces de diez y ocho a veinte aos de edad. Primero lo vi trabajando en casa de un carpintero de Libona, donde puede decirse que aprendi el oficio. La casa de su patrn estaba construida contra unos muros que conducan hasta un castillo en ruinas, a todo lo largo de una cresta montaosa. En aquella muralla haban hecho sus viviendas muchos pobres del lugar. All he visto a Jos trabajando largos trozos de madera, encerrado entre grandes muros, donde la luz penetraba por las aberturas superiores. Aquellos trozos formaban marcos en los cuales deban entrar tabiques de zarzos. Su patrn era un hombre pobre que no haca sino trabajos rsticos, de poco valor. Jos - 66 -

era piadoso, sencillo y bueno; todos lo queran. Lo he visto siempre, con perfecta humildad, prestar toda clase de servicios a su patrn, recoger las virutas, juntar trozos de madera y llevarlos sobre sus hombros. Ms tarde pas una vez por estos lugares en compaa de liara y creo que visit con ella su antiguo taller. Mientras tanto sus padres crean que Jos hubiese sido robado por bandidos. Luego vi que sus hermanos descubrieron donde se hallaba y le hicieron vivos reproches, pues tenan mucha vergenza de la baja condicin en que se haba colocado. Jos quiso quedarse en esa condicin, por humildad; pero dej aquel sitio y se fue a trabajar a Taanac, cerca de Megido, al borde de un pequeo ro, el Kisn, que desemboca en el mar. Este lugar no est lejos de Afek, ciudad natal del apstol Santo Toms. All vivi en casa de un patrn bastante rico, donde se hacan trabajos ms delicados. Despus lo vi trabajando en Tiberades para otro patrn, viviendo solo en una casa al borde del lago. Tendra entonces unos treinta aos. Sus padres haban muerto en Beln, donde an habitaban dos de sus hermanos. Los otros se haban dispersado. La casa paterna ya no era propiedad de la familia, totalmente arruinada. Jos era muy piadoso y oraba por la pronta venida del Mesas. Estando un da ocupado en arreglar un oratorio, cerca de su habitacin, para poder rezar en completa soledad, se le apareci un ngel, dndole orden de suspender el trabajo: que as como en otro tiempo Dios haba confiado al patriarca Jos la administracin de los graneros de Egipto, ahora el granero que encerraba la cosecha de la Salvacin habra de ser confiado a su guardia paternal. Jos, en su humildad, no comprendi estas palabras y continu rezando con mucho fervor hasta que se le orden ir al Templo de Jerusaln para convertirse, en virtud de una orden venida de lo alto, en el esposo de la Virgen Santsima. Antes de esto nunca lo he visto casado, pues viva muy retrado y evitaba la compaa de las mujeres.

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XXV Desposorio de la Virgen Mara con San Jos ara viva entre tanto en el Templo con otras muchas jvenes bajo la custodia de las piadosas matronas, ocupadas en bordar, en tejer y en labores para las colgaduras del Templo y las vestiduras sacerdotales. Tambin limpiaban las vestiduras y otros objetos destinados al culto divino. Cuando llegaban a la, mayora de edad se las casaba. Sus padres las haban entregado totalmente a Dios y entre los israelitas ms piadosos exista el presentimiento de que de uno de esos matrimonios se producira el advenimiento del Mesas. Cuando Mara tena catorce aos y deba salir pronto del Templo para casarse, junto con otras siete jvenes, vi a Santa Ana visitarla en el Templo. Al anunciar a Mara que deba abandonar el Templo para casarse, la vi profundamente conmovida, declarando al sacerdote que no deseaba abandonar el Templo, pues se haba consagrado slo a Dios y no tena inclinacin por el matrimonio. A todo esto le fue respondido que deba aceptar algn esposo10. La vi luego en su oratorio, rezando a Dios con mucho fervor. Recuerdo que, teniendo mucha sed, baj con su pequeo cntaro para recoger agua de una fuente o depsito, y que all, sin aparicin visible, escuch una voz que la consol, hacindole saber al mismo tiempo que era necesario aceptar ese casamiento. Aquello no era la Anunciacin, que me fue dado ver ms tarde en Nazaret. Cre, sin embargo, haber visto esta vez la aparicin de un ngel. En mi juventud confund a veces este hecho con la Anunciacin, creyendo que haba tenido lugar en el Templo. Vi a un sacerdote muy anciano, que no poda caminar: deba ser el Sumo Pontfice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el Santo de los Santos y mientras encenda un sacrificio de incienso lea las oraciones en un rollo de pergamino colocado sobre una especie de atril. Hallndose arrebatado en xtasis tuvo una aparicin y su dedo fue llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaas: "Un retoo saldr de la raz de Jess y una flor ascender de esa raz". Cuando el anciano volvi en s, ley este pasaje y tuvo conocimiento de algo al respecto. Luego se enviaron mensajeros a todas las regiones del pas convocando al Templo a todos los hombres de la raza de David que no estaban casados. Cuando varios de ellos se encontraron reunidos en el Templo, en traje de fiesta, les fue presentada Mara. Entre ellos vi a un joven muy piadoso de Beln, que haba pedido a Dios, con gran fervor, el cumplimiento de la promesa: en su corazn vi un gran deseo de ser elegido por esposo de Mara. En cuanto a sta, volvi a su celda y derram muchas lgrimas, sin poder - 68 -

imaginar siquiera que habra de permanecer siempre virgen. Despus de esto vi al Sumo Sacerdote, obedeciendo a un impulso interior, presentar unas ramas a los asistentes, ordenando que cada uno de ellos marcara una con su nombre y la tuviera en la mano durante la oracin y el sacrificio. Cuando hubieron hecho esto, las ramas fueron tomadas nuevamente de sus manos y colocadas en un altar delante del Santo de los Santos, sindoles anunciado que aqul de entre ellos cuya rama floreciere sera el designado por el Seor para ser el esposo de Mara de Nazaret. Mientras las ramas se hallaban delante del Santo de los Santos sigui celebrndose el sacrificio y continu la oracin. Durante este tiempo vi al joven11, cuyo nombre quizs recuerde, invocar a Dios en una sala del Templo, con los brazos extendidos, y derramar ardientes lgrimas, cuando despus del tiempo marcado les fueron devueltas las ramas "anuncindoles que ninguno de ellos haba sido designado por Dios para ser esposo de aquella Virgen. Volvieron los hombres a sus casas y el joven se retir al monte Carmelo, junto con los sacerdotes que vivan all desde el tiempo de Elas, quedndose con ellos y orando continuamente por el cumplimiento de la Promesa. Luego vi a los sacerdotes del Templo buscando nuevamente en los registros de las familias si quedaba algn descendiente de la familia de David que no hubiese sido llamado12. Hallaron la indicacin de seis hermanos que habitaban en Beln, uno de los cuales era desconocido y andaba ausente desde haca tiempo. Buscaron el domicilio de Jos, descubrindolo a poca distancia de Samaria, en un lugar situado cerca de un riachuelo. Habitaba a la orilla del ro y trabajaba bajo las rdenes de un carpintero. Obedeciendo a las rdenes del Sumo Sacerdote, acudi Jos a Jerusaln y se present en el Templo. Mientras oraban y ofrecan sacrificio pusironle tambin en las manos una vara, y en el momento en que l se dispona a dejarla sobre el altar, delante del Santo de los Santos, brot de la vara una flor blanca, semejante a una azucena; y pude ver una aparicin luminosa bajar sobre l: era como si en ese momento Jos hubiese recibido al Espritu Santo. As se supo que ste era el hombre designado por Dios para ser prometido de Mara Santsima, y los sacerdotes lo presentaron a Mara, en presencia de su madre. Mara, resignada a la voluntad de Dios, lo acept humildemente, sabiendo que Dios todo lo poda, puesto que l haba recibido su voto de pertenecer slo a l. Las bodas de Mara y Jos, que duraron de seis a siete das, fueron celebradas en Jerusaln en una casa situada cerca de la montaa de Sin que se alquilaba a menudo para ocasiones semejantes. Adems de las maestras y compaeras de Mara de la escuela del Templo, asistieron muchos parientes - 69 -

de Joaqun y de Ana, entre otros un matrimonio de Gofna con dos hijas. Las bodas fueron solemnes y suntuosas, y se ofrecieron e inmolaron muchos corderos como sacrificio en el Templo. He podido ver muy bien a Mara con su vestido nupcial. Llevaba una tnica muy amplia abierta por delante, con anchas mangas. Era de fondo azul, con grandes rosas coloradas, blancas y amarillas, mezcladas de hojas verdes, a modo de las ricas casullas de los tiempos antiguos. El borde inferior estaba adornado con flecos y borlas. Encima del traje llevaba un peplo celeste parecido a un gran pao. Adems de este manto, las mujeres judas solan llevar en ciertas ocasiones algo as como un abrigo de duelo con mangas. El manto de Mara caale sobre los hombros volviendo hacia adelante por ambos lados y terminando en una cola. Llevaba en la mano izquierda una pequea corona de rosas blancas y rojas de seda; en la derecha tena, a modo de cetro, un hermoso candelero de oro sin pie, con una pequea bandeja sobrepuesta, en el que arda algo que produca una llama blanquecina. Las jvenes del Templo arreglaron el cabello de Mara, terminando el tocado en muy breve tiempo. Ana haba trado el vestido de boda, y Mara, en su humildad, no quera ponrselo despus de los esponsales. Sus cabellos fueron ajustados en torno a la cabeza, de la cual colgaba un velo blanco que caa por debajo de los hombros. Sobre est velo le fue puesta una corona. La cabellera de Mara era abundante, de color rubio de oro, cejas negras y altas, grandes ojos de prpados habitual-mente entornados con largas pestaas negras, nariz de bella forma un poco alargada, boca noble y graciosa, y fino mentn. Su estatura era mediana. Vestida con su hermoso traje, era su andar lleno de gracia, de decencia y de gravedad. Vistise luego para la boda con otro atavo menos adornado, del cual poseo un pequeo trozo que guardo entre mis reliquias. Llev este traje listado en Cana y en otras ocasiones solemnes. A veces volva a ponerse su vestido de bodas cuando iba al Templo. Personas acomodadas mudaban tres o cuatro veces sus vestidos en las bodas. En ese traje de gala Mara me recordaba a ciertas mujeres ilustres de otras pocas, por ejemplo a Santa Elena y a Santa Cunegunda, aunque distinguindose de ellas por el manto con que se envolvan las mujeres judas, ms parecido al de las damas romanas. Haba en Sin, en la vecindad del Cenculo, algunas mujeres que preparaban hermosas telas de todas clases, segn pude ver a propsito de sus vestidos. Jos llevaba un traje largo, muy amplio, de color azul con mangas anchas y sujetas al costado por cordones. En torno al cuello tena una esclavina parda o ms bien una ancha estola, y en el pecho colgbanle dos tiras blancas. He visto todos los pormenores de los esponsales de Mara y Jos: la comida - 70 -

de boda y las dems solemnidades; pero he visto al mismo tiempo otras tantas cosas. Me encuentro tan enferma, tan molesta de mil diversas formas, que no me atrevo a decir ms para no introducir confusin en estos relatos.

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XXVI El anillo nupcial de Mara e visto que el anillo nupcial de Mara no es de oro ni de plata ni de otro metal. Tiene un color sombro con reflejos cambiantes. No es tampoco un pequeo crculo delgado, sino bastante grueso como un dedo de ancho. Lo vi todo liso, aunque llevaba incrustados pequeos tringulos regulares en los cuales haba letras. Vi que estaba bien guardado bajo muchas cerraduras en una hermosa iglesia. Hay personas piadosas que antes de celebrar sus bodas tocan esta reliquia preciosa con sus alianzas matrimoniales. En estos ltimos das he sabido muchos detalles relativos a la historia del anillo nupcial de Mara; pero no puedo relatarlo en el orden debido. He visto una fiesta en una ciudad de Italia donde se conserva este anillo. Estaba expuesto en una especie de viril, encima del tabernculo. Haba all un gran altar embellecido con adornos de plata. Mucha gente llevaba sus anillos para hacerlos tocar en la custodia. Durante esta fiesta he visto aparecer de ambos lados del altar del anillo, a Mara y a Jos con sus trajes de bodas. Me pareci que Jos colocaba el anillo en el dedo de Mara. En aquel momento vi el anillo todo luminoso, como en movimiento. A la izquierda y a la derecha del altar, vi otros dos altares, los cuales probablemente no se hallaban en la misma iglesia; pero me fueron mostrados all en esta visin13. Sobre el altar de la derecha se hallaba una imagen del Ecce Homo, que un piadoso magistrado romano, amigo de San Pedro, haba recibido milagrosamente. Sobre el altar de la izquierda estaba una de las mortajas de Nuestro Seor. Terminadas las bodas, se volvi Ana a Nazaret, y Mara parti tambin en compaa de varias vrgenes que haban dejado el Templo al mismo tiempo que ella. No s hasta dnde acompaaron a Mara: slo recuerdo que el primer sitio donde se detuvieron para pasar la noche fue la escuela de Levitas de Bet-Horon. Mara haca el viaje a pie. Despus de las bodas,. Jos haba ido a Beln para ordenar algunos asuntos de familia. Ms tarde se traslad a Nazaret.

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XXVII La casa de Nazaret e visto una fiesta en la casa de Santa Ana. Vi all a seis huspedes sin contar a los familiares de la casa y a algunos nios reunidos con Jos y Mara en torno de una mesa, sobre la cual haba vasos. La Virgen tena un manto con flores coloradas, azules y blancas, como se ve en las antiguas casullas. Llevaba un velo transparente y por encima otro negro. Esta pareca una continuacin de la fiesta de bodas. Mi gua me llev a la casa de Santa Ana, que reconoc en seguida con todos sus detalles. No encontr all a Jos ni a Mara. Vi que Santa Ana se dispona a ir a Nazaret, donde habitaba ahora la Sagrada Familia. Llevaba bajo el brazo un envoltorio para Mara. Para ir a Nazaret tuvo que atravesar una llanura y luego un bosquecillo, delante de una altura. Yo segu el mismo camino. La casa de Jos no estaba muy lejos de la puerta de la ciudad y no era tan grande como la de Santa Ana. Haba en la vecindad un pozo cuadrangular al cual se bajaba por algunas gradas; delante de la casa haba un pequeo patio cuadrado. He visto a Ana visitando a Mara y entregarle lo que haba trado para ella, volvindose luego a su casa. Mara llor mucho y acompa a su santa madre un trozo de camino. Vi a San Jos frente a la casa en un sitio algo apartado. La casita de Nazaret, que Ana haba preparado para Mara y Jos, perteneca a Santa Ana. Ella poda desde su casa llegar all sin ser observada, por caminos extraviados, en media hora de camino. La casita no estaba lejos de la puerta de la ciudad. Tena delante un patiecito. Estaba sobre una colinita, no edificada ni cavada, sino que estaba separada de la colina por la parte de atrs, y a la cual conduca un sendero angosto abierto en la misma roca. En la parte posterior tena una abertura por arriba, en forma de ventana, que miraba a lo alto de la colina. Haba bastante oscuridad detrs de la casa. La parte posterior de la casita era triangular y era ms elevada que la anterior. La parte baja estaba cavada en la piedra; la parte alta era de materiales livianos. En la parte posterior estaba el dormitorio de Mara: all tuvo lugar la Anunciacin del ngel. Esta pieza tena forma semicircular debido a los tabiques de juncos entretejidos groseramente, que cubran las paredes posteriores en lugar de los biombos livianos que se usaban. Los tabiques que cubran las paredes tenan dibujos de varias formas y colores. El lecho de Mara estaba en el lado derecho; detrs de un tabique entretejido. En la parte izquierda estaba el armario y la pequea mesa con el escabel: era ste el lugar de oracin de Mara. La parte posterior de la casa estaba separada del resto por el hogar, que era una pared en medio de la cual se levantaba una - 73 -

chimenea hasta el techo. Por la abertura del techo sala la chimenea, terminada en un pequeo techito. Ms tarde he visto al final de esta chimenea dos pequeas campanas colgadas. A derecha e izquierda haba dos puertas con tres escalones que iban a la pieza de Mara. En las paredes del hogar haba varios huecos abiertos con el menaje y otros objetos que an veo en la casa de Loreto, Detrs de la chimenea haba un tirante de cedro, al cual estaba adherida la pared del hogar con la chimenea. Desde este tirante 'plantado verticalmente sala otro a travs a la mitad de la pared posterior, donde estaban metidos otros por ambos lados. El color de estos maderos era azulado con adornos amarillos. A travs de ellos se vea el techo, revestido interiormente de hojas y de esteras; en los ngulos haba adornos de estrellas. La estrella del ngulo del medio era grande y pareca representar el lucero de la maana. Ms tarde he visto all ms nmero de estrellas. Sobre el tirante horizontal que sala de la chimenea e iba a la pared posterior por una abertura exterior, colgaba la lmpara. Debajo de la chimenea se vea otro tirante. El techo exterior no era en punta, sino plano, de modo que se poda caminar sobre l, pues estaba resguardado por un parapeto en torno de esa azotea. Cuando la Virgen Santsima, despus de la muerte de San Jos, dej la casita de Nazaret y fue a vivir en las cercanas de Cafarnam, se empez a adornar la casa, conservndola como un lugar sagrado de oracin. Mara peregrinaba a menudo desde Cafarnam hasta all, para visitar el lugar de la Encarnacin y entregarse a la oracin. Pedro y Juan, cuando iban a Palestina, solan visitar la casita para consagrar en ella, pues se haba instalado un altar en el lugar donde haba estado el hogar. El armarito que Mara haba usado lo pusieron sobre la mesa del altar como a manera de tabernculo.

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XXVIII La santa casa en Loreto e tenido a menudo la visin del traslado de la santa casa a Loreto. Yo no lo poda creer, a pesar de haberlo visto repetidas veces en visin. La he visto llevada por siete ngeles, que flotaban sobre el mar con ella. No tena piso, pero haba en lugar del piso un fundamento de luz y de claridad. De ambos lados tena como agarraderas. Tres ngeles la sostenan de un lado; otros tres del otro, llevndola por los aires. Uno de los ngeles volaba delante arrojando una gran estela de luz y de resplandor. Recuerdo haber visto que se llevaba a Europa la parte posterior de la casa, con el hogar y la chimenea, con el altar del apstol y con la pequea ventana. Me parece, cuando pienso en ello, que las dems partes de la casa estaban pegadas a esta parte y que quedaron as casi en estado de caerse por s solas. Veo en Loreto tambin la cruz que Mara us en Efeso: est hecha de varias clases de madera. Ms tarde la poseyeron los apstoles. Muchos prodigios se obran por medio de esta cruz. Las paredes de la santa casa de Loreto son absolutamente las mismas de Nazaret. Los tirantes que estaban debajo de la chimenea son los mismos. La imagen milagrosa de Mara est ahora sobre el altar de los apstoles.

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XXIX La anunciacin del ngel uve una visin de la Anunciacin de Mara el da de esa fiesta. He visto a la Virgen Santsima poco despus de su desposorio, en la casa de San Jos, en Nazaret. Jos haba salido con dos asnos para traer algo que haba heredado o para buscar las herramientas de su oficio. Me pareci que se hallaba an en camino. Adems de la Virgen y de dos jovencitas de su edad que haban sido, segn creo, sus compaeras en el Templo, vi en la casa a Santa Ana con aquella parienta viuda que se hallaba a su servicio y que ms tarde la acompa a Beln, despus del nacimiento de Jess. Santa Ana haba renovado todo en la casa. Vi a las cuatro mujeres yendo y viniendo por el interior paseando juntas en el patio. Al atardecer las he visto entrar y rezar de pie en torno de una pequea mesa redonda; despus comieron verduras y se separaron. Santa Ana anduvo an en la casa de un lado a otro, como una madre de familia ocupada en quehaceres domsticos. Mara y las dos jvenes se retiraron a sus dormitorios, separados. El frente de la alcoba, hacia la puerta, era redondo, y en esta parte circular, separada por un tabique de la altura de un hombre, se encontraba arrollado el lecho de Mara. Fui conducida hasta aquella habitacin por el joven resplandeciente que siempre me acompaa, y vi all lo que voy a relatar en la forma que puede hacerlo una persona tan miserable como yo. Cuando hubo entrado la Santsima Virgen se puso, detrs de la mampara de su lecho, un largo vestido de lana blanca con ancho ceidor y se cubri la cabeza con un velo blanco amarillento. La sirvienta entr con una luz, encendi una lmpara de varios brazos que colgaba del techo, y se retir. La Virgen tom una mesita baja arrimada contra el muro y la puso en el centro de la habitacin. La mesa estaba cubierta con una carpeta roja y azul, en medio de la cual haba una figura bordada: no s si era una letra o un adorno simplemente. Sobre la mesa haba un rollo de pergamino escrito.^ Habindola colocado la Virgen entre su lecho y la puerta, en un lugar donde el suelo estaba cubierto con una alfombra, puso delante de s un pequeo cojn redondo, sobre el cual se arrodill, afirmndose con las dos manos sobre la mesa. Mara vel su rostro y junt las manos delante del pecho, sin cruzar los dedos. Durante largo tiempo la vi as orando ardientemente, con la faz vuelta al cielo, invocando la Redencin, la venida del Rey prometido a Israel, y pidiendo con fervor le fuera permitido tomar parte en aquella misin. Permaneci mucho tiempo arrodillada, transportada en xtasis; luego inclin la cabeza sobre el pecho. - 76 -

Entonces del techo de la habitacin baj, a su lado derecho, en lnea algn tanto oblicua, un golpe tan grande de luz, que me vi obligada a volver los ojos hacia la puerta del patio. Vi, en medio de aquella masa de luz, a un joven resplandeciente, de cabellos rubios flotantes, que haba descendido ante Mara, a travs de los aires. Era el Arcngel Gabriel. Cuando habl vi que salan las palabras de su boca como si fuesen letras de fuego: las le y las comprend. Mara inclin un tanto su cabeza velada a la derecha. Sin embargo, en su modestia, no mir al ngel. El Arcngel sigui hablando. Mara volvi entonces el rostro hacia l, como si obedeciera una orden, levant un poco el velo y respondi. El ngel dijo todava algunas palabras. Mara alz el velo totalmente, mir al ngel y pronunci las sagradas palabras: "He aqu la sierva del Seor; hgase en m segn tu palabra" Mara se hallaba en un profundo arrobamiento. La habitacin resplandeca y ya no vea yo la lmpara del techo ni el techo mismo. El cielo apareca abierto y mis miradas siguieron por encima del ngel una ruta luminosa. En el punto extremo de aquel ro de luz se alzaba una figura de la Santsima Trinidad: era como un fulgor triangular, cuyos rayos se penetraban recprocamente. Reconoc all Aquello que slo se puede adorar sin comprenderlo jams: el Padre, el Hijo y el Espritu Santo, y, sin embargo, un solo Dios Todopoderoso. Cuando la Santsima Virgen hubo dicho: "Hgase en m segn tu palabra", vi una aparicin alada del Espritu Santo, que no se pareca a la representacin habitual bajo la forma de paloma: la cabeza se asemejaba a un rostro humano; la luz se derramaba a los costados en forma de alas. Vi partir de all como tres efluvios luminosos hacia el costado derecho de la Virgen, donde volvieron a reunirse. Cuando esta luz penetr en su costado derecho, la Santsima Virgen volvise luminosa ella misma y como transparente: pareca que todo lo que haba de opaco en ella desapareca bajo esa luz, como la noche ante el esplndido da. Se hallaba tan penetrada de luz que no haba en ella nada de opaco o de oscuro. Resplandeca como enteramente iluminada. Despus de esto vi que el ngel desapareca y que la faja luminosa, de donde haba salido, se desvaneca. Pareca que el cielo aspirase y volviese hacia s la luz que haba dejado caer. Mientras vea todas estas cosas en la habitacin de Mara tuve una impresin personal de naturaleza singular. Me hallaba en angustia continua, como si me acechasen peligrosas emboscadas, y vi una horrible serpiente que se arrastraba a travs de la casa y por los escalones hasta la puerta, donde me haba detenido cuando la luz penetr en la Santsima Virgen. El monstruo haba llegado ya al tercer escaln. Aquella ser- 77 -

piente era del tamao de un nio, con la cabezota ancha y chata, y a la altura del pecho tena dos patas cortas membranosas, armadas con garras, sobre las cuales se arrastraba, que parecan alas de murcilago. Tena manchas de diferentes colores, de aspecto repugnante; se pareca a la serpiente del Paraso terrenal, pero de aspecto ms deforme y espantoso. Cuando el ngel desapareci de la presencia de la Virgen, sta pisa la cabeza del monstruo que estaba delante de, la puerta, el cual lanz un grito tan espantoso que me hizo estremecer. Despus he visto aparecer tres espritus, que golpearon al odioso reptil echndolo fuera de la casa. Desaparecido el ngel he visto a Mara arrobada en xtasis profundo, en absoluto recogimiento. Pude ver que ya conoca y adoraba la Encarnacin del Redentor en s misma, donde se hallaba como un pequeo cuerpo humano luminoso, completamente formado y provisto de todos sus miembros. Aqu, en Nazaret, no es lo mismo que en Jerusaln, donde las mujeres deben quedarse en el atrio, sin poder entrar en el Templo, porque solamente los sacerdotes tienen acceso al Santuario. En Nazaret la misma Virgen es el Templo: el Santo de los Santos est en Ella, como tambin el Sumo Sacerdote y se halla Ella sola con l. Qu conmovedor es todo esto y qu natural y sencillo al mismo tiempo! Quedaban cumplidas las palabras del salmo 45: "El Altsimo ha santificado su tabernculo; Dios est en medio de El, y no ser conmovido". Era ms o menos la medianoche cuando contempl todo este espectculo. Al cabo de algn tiempo Ana entr en la habitacin de Mara con las dems mujeres. Un movimiento admirable en la naturaleza las haba despertado: una luz maravillosa haba aparecido por encima de la casa. Cuando vieron a Mara de rodillas, bajo la lmpara, arrebatada en el xtasis de su plegaria, se alejaron respetuosamente. Despus de algn tiempo vi a la Virgen levantarse y acercarse al altarcito de la pared; encendi la lmpara y or de pie. Delante de ella, sobre un alto atril, haba rollos escritos. Slo al amanecer la vi descansando. El gua me llev fuera de la habitacin; pero cuando estuve en el pequeo vestbulo de la casa me vi presa de gran temor. Aquella horrible serpiente, que estaba all en acecho, se precipit sobre m y quiso ocultarse entre los pliegues de mi vestido. Me encontr en medio de una angustia horrible; pero mi gua me alej de all y pude ver que reaparecan los tres espritus, que golpearon nuevamente al monstruo. Aun resuena en m su grito horroroso y me espanta su recuerdo. Contemplando esta noche el misterio, de la Encarnacin comprenda todava muchas otras cosas. Ana recibi un conocimiento interior de lo que estaba - 78 -

realizndose. Supe tambin por qu el Redentor deba quedar nueve meses en el seno de su Madre y nacer bajo la forma de nio; el por qu no quiso aparecer en forma de hombre perfecto como nuestro primer padre Adn saliendo de las manos de Dios: todo esto se me explic, pero ya no lo puedo explicar con claridad. Lo que puedo decir es que El quiso santificar nuevamente el acto de la concepcin y la natividad de los hombres, degradados por el pecado original. Si Mara se convirti en Madre y si El no vino ms temprano al mundo fue porque ella era lo que ninguna criatura fue antes ni ser despus: el puro vaso de gracia que Dios haba prometido a los hombres y en el cual El deba hacerse hombre, para pagar las deudas de la humanidad, mediante los abundantes mritos de su pasin. La Santsima Virgen era la flor perfectamente pura de la raza humana abierta en la plenitud de los tiempos. Todos los hijos de Dios entre los hombres, todos, hasta los que desde el principio haban trabajado en la obra de la santificacin, han contribuido a su venida. Ella era el nico oro puro de la tierra; solamente ella era la porcin inmaculada de la carne y de la sangre de la humanidad entera, que preparada, depurada, recogida y consagrada a travs de todas las generaciones de sus antepasados; conducida, protegida y fortalecida bajo el rgimen de la ley de Moiss, se realizaba finalmente como plenitud de la gracia. Predestinada en la eternidad, surgi en el tiempo como Madre del Verbo eterno. La Virgen Mara contaba poco ms de catorce aos cuando tuvo lugar la Encarnacin de Jesucristo. Jess lleg a la edad de treinta y tres aos y tres veces seis semanas. Digo tres veces seis, porque en este mismo instante estoy viendo la cifra seis repetida tres veces.

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XXX Visitacin de Mara a Isabel lgunos das despus de la Anunciacin del ngel a Mara, Jos volvise a Nazaret e hizo ciertos arreglos en la casa para poder ejercer su oficio y quedarse, pues hasta entonces slo haba permanecido dos das all. Nada saba del misterio de la Encarnacin del Verbo en Mara. Ella era la Madre de Dios y era la sierva del Seor, y guardaba humildemente el secreto. Cuando la Virgen sinti que el Verbo se haba hecho carne en ella, tuvo un gran deseo de ir a Juta, cerca de Hebrn, para visitar a su prima Isabel, que segn, las palabras del ngel hallbase encinta desde haca seis meses. Acercndose el tiempo en que Jos deba ir a Jerusaln, para la fiesta de Pascua, quiso acompaarle con el fin de asistir a Isabel durante su embarazo. Jos, en compaa de la Virgen Santsima, se puso en camino para Juta. El camino se diriga al Medioda. Llevaban un asno sobre el cual montaba Mara de vez en cuando. Este asno tena atada al cuello una bolsa perteneciente a Jos, dentro de la cual haba un largo vestido pardo con una especie de capuz. Mara se pona este traje para ir al Templo o a la sinagoga. Durante el viaje usaba una tnica parda de lana, un vestido gris con una faja por encima, y cubra su cabeza una cofia amarilla. Viajaban con bastante rapidez. Despus de haber atravesado la llanura de Esdreln, los vi trepar una altura y entrar en la ciudad, de Dotan, en casa de un amigo del padre de Jos. Este era un hombre bastante acomodado, oriundo de Beln. El padre de Jos lo llamaba hermano a pesar de no serlo: descenda de David por un antepasado que tambin fue rey, segn creo, llamado Ela, o Eldoa o Eldad14, pues no recuerdo bien su nombre. Dotan era una ciudad de activo comercio. Luego los vi pernoctar bajo un cobertizo. Estando an a doce leguas de la casa de Zacaras pude verlos otra noche en medio de un bosque, bajo una cabaa de ramas toda cubierta de hojas verdes con hermosas flores blancas. Frecuentemente se ven en este pas al borde de los caminos esas glorietas hechas de ramas y de hojas y algunas construcciones ms slidas en las cuales los viajeros pueden pernoctar o refrescarse, y aderezar y cocer los alimentos que llevan consigo. Una familia de la vecindad se encarga de la vigilancia de varios de estos lugares y proporciona las cosas necesarias mediante una pequea retribucin. No fueron directamente de Jerusaln a Juta. Con el fin de viajar en la mayor soledad dieron una vuelta por tierras del Este, pasando al lado de una pequea ciudad, a dos leguas de Emas y tomando los caminos por donde Jess anduvo durante sus aos de predicacin. Ms tarde tuvieron que pasar dos - 80 -

montes, entre los cuales los vi descansar una vez comiendo pan, mezclando con el agua parte del blsamo que haban recogido durante el viaje. En esta regin el pas es muy montaoso. Pasaron junto a algunas rocas, ms anchas en su parte superior que en la base; haba en aquellos lugares grandes cavernas, dentro de las cuales se vean toda clase de piedras curiosas. Los valles eran muy frtiles. Aquel camino los condujo a travs de bosques y de pramos, de prados y de campos. En un lugar bastante cerca del final del viaje not particularmente una planta que tena pequeas y hermosas hojas verdes y racimos de flores formados por nueve campanillas cerradas de color de rosa. Tena all algo en qu deba ocuparme; pero he olvidado de qu se trataba15. La casa de Zacaras estaba situada sobre una colina, en torno de la cual haba un grupo de casas. Un arroyo torrentoso baja de la colina. Me pareci que era el momento en que Zacaras volva a su casa desde Jerusaln, pasadas las fiestas de Pascua. He visto a Isabel caminando, bastante alejada de su casa, sobre el camino de Jerusaln, llevada por un ansia inquieta e indefinible. All la encontr Zacaras, que se espant de verla tan lejos de la casa en el estado en que se encontraba. Ella dijo que estaba muy agitada, pues la persegua el pensamiento de que su prima Mara de Nazaret estaba en camino para visitarla. Zacaras trat de hacerle comprender que desechase tal idea, y, por signos y escribiendo en una tablilla, le deca cuan poco verosmil era que una recin casada emprendiera viaje tan largo en aquel momento. Juntos volvieron a su casa. Isabel no poda desechar esa idea fija, habiendo sabido en sueos que una mujer de su misma sangre se haba convertido en Madre del Verbo eterno, del Mesas prometido. Pensando en Mara concibi un deseo muy grande de verla, y la vio, en efecto, en espritu que vena hacia ella. Prepar en su casa, a la derecha de la entrada, una pequea habitacin con asientos y aguard all al da siguiente, a la expectativa, mirando hacia el camino por si llegaba Mara. Pronto se levant y sali a su encuentro por el camino. Isabel era una mujer alta, de cierta edad: tena el rostro pequeo y rasgos bellos; la cabeza la llevaba velada. Slo conoca a Mara por las voces y la fama. Mara, vindola a cierta distancia, conoci que era ella Isabel y se apresur a ir a su encuentro, adelantndose a Jos que se qued discretamente a la distancia. Pronto estuvo Mara entre las primeras casas de la vecindad, cuyos habitantes, impresionados por su extraordinaria belleza y conmovidos por cierta dignidad sobrenatural que irradiaba toda su persona, se retiraron respetuosamente en el momento de su encuentro con Isabel. Se saludaron amistosamente dndose la mano. En aquel momento vi un punto - 81 -

luminoso en la Virgen Santsima y como un rayo de luz que parta de all hacia Isabel, la cual recibi una impresin maravillosa. No se detuvieron en presencia de los hombres, sino que, tomndose del brazo, se dirigieron a la casa por el patio interior. En el umbral de la puerta Isabel dio nuevamente la bienvenida a Mara y luego entraron en la casa. Jos lleg al patio conduciendo al asno, que entreg a un servidor y fue a buscar a Zacaras en una sala abierta sobre el costado de la casa. Salud con mucha humildad al anciano sacerdote, el cual lo abraz cordialmente y convers con l por medio de la tablilla sobre la que escriba, pues haba quedado mudo desde que el ngel se le haba aparecido en el Templo. Mara e Isabel, una vez que hubieron entrado, se hallaron en un cuarto que me pareci servir de cocina. All se tomaron de los brazos. Mara salud a Isabel muy cordialmente y las dos juntaron sus mejillas. Vi entonces que algo luminoso irradiaba desde Mara hasta el interior de Isabel, quedando sta toda iluminada y profundamente conmovida, con el corazn agitado por santo regocijo. Se retir Isabel un poco hacia atrs, levantando la mano y, llena de humildad, de jbilo y entusiasmo, exclam: "Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Pero de dnde a m tanto favor que la Madre de mi Seor venga a visitarme?... Porque he aqu que como lleg la voz de tu salutacin a mis odos, la criatura que llevo se estremeci de alegra en mi interior. Oh, dichosa t, que has credo; lo que te ha dicho el Seor se cumplir!" Despus de estas palabras condujo a Mara a la pequea habitacin preparada, para que pudiera sentarse y reposar de las fatigas del viaje. Slo haba que dar unos pasos para llegar hasta all. Mara dej el brazo de Isabel, cruz las manos sobre el pecho y empez el cntico del Magnficat: "Mi alma glorifica al Seor; y mi espritu se alegr en Dios mi Salvador. Porque mir a la bajeza de su sierva; porque he aqu que desde ahora me llamarn bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho grandes cosas conmigo el Todopoderoso; y santo es; su nombre. Y su misericordia es de generacin en generacin a los que le temen. Hizo valentas con su brazo; esparci a los soberbios en el pensamiento de su corazn. Quit a los poderosos de los tronos y levant a los humildes, A los hambrientos hinch de bienes y a los ricos envi vacos. Socorri a Israel, su siervo, acordndose de su misericordia. Como habl a nuestros padres, a Abrahn y a su simiente, para siempre". Isabel repeta en voz baja el Magnficat con el mismo impulso de inspiracin de Mara. Luego se sentaron en asientos muy bajos, ante una mesita de poca altura. Sobre sta haba un vaso pequeo. - 82 -

Qu dichosa me senta yo, porque repeta con ellas todas las oraciones, sentada muy cerca de Mara! Qu grande era entonces mi felicidad!

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XXXI En casa de Zacaras e Isabel os y Zacaras estn juntos conversando acerca del Mesas, de su prxima venida y de la realizacin de las profecas. Zacaras era un anciano de alta estatura y hermoso cuando estaba vestido de sacerdote. Ahora responde siempre por signos o escribiendo en su tablilla. Los veo al lado de la casa en una sala abierta al jardn. Mara e Isabel estn sentadas sobre una alfombra en el huerto, bajo un rbol grande, detrs del cual hay una fuente por donde se escapa el agua cuando se retira la compuerta. En todo el contorno veo un prado cubierto de csped, de flores y de rboles con pequeas ciruelas amarillas. Estn juntas comiendo frutas y panecillos sacados de la alforja de Jos. Qu simplicidad y qu conmovedora frugalidad! En la casa hay dos criados y dos mozos de servicio: los veo ir y venir preparando alimentos en una mesa, debajo d un rbol. Zacaras y Jos se acercan y comen tambin algo. Jos quera volverse de inmediato a Nazaret; pero tendr que quedarse ocho das all. No sabe nada an del estado de embarazo de Mara. Isabel y Mara haban guardado silencio sobre esto, manteniendo entre ellas una armona secreta y profunda, que las una ntimamente. Varias veces al da, especialmente antes de las comidas, cuando todos se hallaban reunidos, las santas mujeres decan una especie de Letanas. Jos oraba con ellas. Pude ver una cruz que apareca entre las dos mujeres, a pesar de no existir an la cruz: aquello era como si dos cruces se hubiesen visitado. Ayer, por la tarde, se juntaron todos para comer, quedndose hasta la medianoche sentados a la luz de una lmpara, bajo el rbol del jardn. Vi luego a Jos y a Zacaras solos en su oratorio, y a Mara y a Isabel en su pequea habitacin, una frente a la otra, de pie, absortas y extticas, diciendo juntas el cntico del Magnficat. Adems del vestuario mencionado, la Virgen usaba algo parecido a un velo negro transparente, que bajaba sobre el rostro cuando deba hablar con los hombres. Hoy Zacaras condujo a Jos a otro jardn retirado de su casa. Zacaras era un hombre muy ordenado en todas sus cosas. En este huerto abundan rboles con frutas hermosas de todas clases: est muy bien cuidado, atravesado por una larga enramada, bajo la cual hay sombra; en su extremidad hay una glorieta escondida cuya puerta se abre por un costado. En lo alto de esta casa se ven aberturas cerradas con bastidores; dentro hay un lecho de reposo, hecho de esteras, de musgos o de otras hierbas. Vi all dos estatuas blancas del tamao de un nio: no s cmo se encuentran all ni qu - 84 -

representan. Yo las hallaba parecidas a Zacaras y a Isabel, de cuando seran ms jvenes. Hoy por la tarde vi a Mara y a Isabel ocupadas en la casa. La Virgen tomaba parte en los quehaceres domsticos y preparaba toda clase de prendas para el esperado nio. Las he visto trabajando juntas: tejan una colcha grande destinada al lecho de Isabel, para cuando hubiera dado a luz. Las mujeres judas usaban colchas de esta clase, las cuales tenan en el centro una especie de bolsillo dispuesto de tal manera que la madre poda envolverse completamente en l con su nio. Encerrada all dentro y sostenida mediante almohadas poda sentarse o tenderse segn su voluntad. En el borde de la colcha haba flores bordadas y algunas sentencias. Isabel y Mara preparaban tambin toda clase de objetos para regalarlos a los pobres cuando naciera la criatura. Vi a santa Ana durante la ausencia de Mara y de Jos, enviar a menudo su criada a la casa de Nazaret para ver si todo segua en orden all. Una vez la vi ir all sola. Zacaras fue con Jos a pasear al campo. La casa se hallaba sobre una colina y es la mejor de toda esa regin; otras casitas veo dispersas alrededor. Mara se encuentra sola, un tanto fatigada, en la casa con Isabel. He visto a Zacaras y a Jos pasar la noche en el jardn situado a alguna distancia de la casa. Unas veces los vi durmiendo en la glorieta, otras, orando a la intemperie. Volvieron al amanecer. He visto a Isabel y a Mara dentro de la casa. Todas las maanas y las noches repiten el Magnficat, inspirado a Mara por el Espritu Santo, despus de la salutacin de Isabel. La salutacin del ngel fue como una consagracin que haca el templo de Mara Santsima a Dios. Cuando pronunci aquellas palabras: "He aqu la sierva del Seor; hgase en m segn tu palabra", el Verbo divino, saludado por la Iglesia y saludado por su sierva, entr en ella. Desde entonces, Dios estuvo en su templo y Mara fue el templo y el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento. La salutacin de Isabel y el alborozo de Juan en el seno de su madre, fueron el primer culto rendido ante aquel Santuario. Cuando la Virgen enton el Magnficat, la Iglesia de la Nueva Alianza, del nuevo matrimonio, celebr por primera vez el cumplimiento de las promesas divinas de la Antigua Alianza, del antiguo matrimonio, recitando, en accin de gracias, un Te Deum laudamus. Quin pudiera expresar dignamente la emocin de este homenaje rendido por la Iglesia a su Salvador, an antes de su nacimiento! Esta noche, mientras vea orar a las santas mujeres, tuve varias intuiciones y explicaciones relativas al Magnficat y al acercamiento del Santo Sacramento en la actual situacin de la Santsima Virgen. Mi estado de sufrimiento y mis numerosas molestias me han hecho olvidar casi todo lo que he podido - 85 -

ver. En el momento del pasaje del cntico:,"Hizo valentas con su brazo", vi diferentes cuadros figurativos del Santsimo Sacramento del Altar en el Antiguo Testamento. Haba all, entre otros, un cuadro de Abrahn sacrificando a Isaac, y de Isaas anunciando a un rey perverso algo de que ste se burlaba, y que he olvidado. Vi muchas cosas desde Abrahn hasta Isaas, y desde ste hasta Mara Santsima. Siempre vea el Santsimo Sacramento acercndose a la Iglesia de Jesucristo, quien reposaba todava en el seno de su Madre. Hace mucho calor all donde est Mara en la tierra prometida. Todos se van al jardn donde est la casita. Primero Zacaras y Jos, luego Isabel y Mara. Han tendido un toldo bajo un rbol como para hacer una tienda de campaa. Hacia un lado veo asientos muy-bajos con respaldos. Anoche vi a Isabel y a Mara que iban al jardn un tanto alejado de la casa de Zacaras. Llevaban frutas y panecillos dentro de unas cestas y pareca que queran pasar la noche en ese lugar. Cuando Jos y Zacaras volvieron ms tarde, vi a Mara que les sala al encuentro. Zacaras tena su tablilla, pero la luz era insuficiente para que pudiera escribir y vi que Mara impulsada por el Espritu Santo le anunci que esa misma noche habra de hablar y que poda dejar su tablilla, ya que pronto podra conversar con Jos y rezar junto a l. Tanto me sorprendi esto que yo, sacudiendo la cabeza, no quise admitirlo; pero mi ngel de la Guarda, o mi gua espiritual, que siempre me acompaa, djome, hacindome una seal para que mirase a otra parte: "No, quieres creer esto? Pues mira lo que sucede all". Mirando hacia el lado que me indicaba vi un cuadro totalmente distinto, de poca muy posterior. Vi al santo ermitao Goar en un lugar donde el trigo haba sido cortado. Hablaba con los mensajeros de un obispo mal dispuesto con l y an aquellos hombres no le tenan afecto. Cuando los hubo acompaado hasta su casa lo vi buscando un gancho cualquiera para poder colgar su capa. Como viera un rayo de sol que entraba por la abertura del muro, en la simplicidad de su fe colg su capa de aquel rayo y ella qued suspendida all en el aire. Me admir tanto este prodigio que ya no me asombr de or hablar a Zacaras, puesto que aquella gracia le llegaba por intermedio de Mara Santsima, dentro de la cual habitaba el mismo Dios. Mi gua me habl entonces de aquello a que se da el nombre de milagro. Entre otras cosas recuerdo que me dijo: "Una confianza total en Dios, con la simplicidad de un nio, da a todas las cosas el ser y la substancia". Estas palabras me aclararon acerca de todos los milagros, aunque no puedo explicarme esto con claridad. Vi a los cuatro santos personajes pasar la noche en el jardn: se sentaron y comieron algunas cosas. Luego los vi caminar de dos en dos, orar juntos y entrar alternativamente en la glorieta para descansar en ella. Supe tambin - 86 -

que despus del sbado, Jos se volvera a Nazaret y que Zacaras lo acompaara un trecho de camino. Haba un hermoso claro de luna y el cielo estaba muy puro.

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XXXII Misterios del "Magnficat urante la oracin de las dos santas mujeres vi una parte del misterio relacionado con el Magnficat. Debo volver a ver todo esto el sbado, vspera de la octava de la fiesta y entonces podr decir algo ms. Ahora slo puedo comunicar lo siguiente: el Magnficat es el cntico de accin de gracias por el cumplimiento de la bendicin misteriosa de la Antigua Alianza. Durante la oracin de Mara vi sucesivamente a todos sus antepasados. Haba en el transcurso de los siglos tres veces catorce parejas de esposos que se sucedan, en los cuales el padre era siempre el vstago del matrimonio anterior. De cada una de estas parejas vi salir un rayo de luz dirigido hacia Mara mientras se hallaba en oracin. Todo el cuadro creci ante mis ojos como un rbol con ramas luminosas, las cuales iban embellecindose cada vez ms, y por fin, en un sitio determinado de este rbol de luz, vi la carne y la sangre pursimas e inmaculadas d Mara, con las cuales Dios deba formar su Humanidad, mostrndose en medio de un resplandor cada vez ms vivo. Or entonces, llena de jbilo y de esperanza, como un nio que viera crecer delante de s el rbol de Navidad. Todo esto era una imagen de la proximidad de Jesucristo en la carne y de su Santsimo Sacramento. Era como si hubiese visto madurar el trigo para formar el pan de vida del que me hallara hambrienta. Todo esto es inefable. No puedo decir cmo se form la, carne en la cual se encarn el mismo Verbo. Cmo es posible esto a una criatura humana que todava se encuentra dentro de esa carne, de la cual el Hijo de Dios y de Mara ha dicho que no sirve para nada y que slo el espritu vivifica?... Tambin dijo El que aqullos que se nutren de su carne y de su sangre gozarn de la vida eterna y sern resucitados por El en el ltimo da. nicamente su carne y su sangre son el alimento verdadero y tan slo aqullos que toman este alimento viven en El, y El en ellos. No puedo expresar cmo vi, desde el comienzo, el acercamiento sucesivo de la Encarnacin de Dios y con ella la proximidad del Santo Sacramento del Altar, manifestndose de generacin en generacin; luego una nueva serie de patriarcas representantes del Dios vivo que reside entre los hombres en calidad de vctima y de alimento hasta su segundo advenimiento en el ltimo da, en la institucin del sacerdocio que el Hombre-Dios, el nuevo Adn, encargado de expiar el pecado del primero, ha trasmitido a sus apstoles y stos a los nuevos sacerdotes, mediante la imposicin de las manos, para formar as una sucesin semejante de sacerdotes no interrumpida de generacin en generacin. Todo esto me ense que la recitacin de la genealoga - 88 -

de Nuestro Seor ante el Santsimo Sacramento en la fiesta del Corpus Christi, encierra un misterio muy grande y muy profundo. Tambin aprend por l que as como entre los antepasados carnales de Jesucristo hubo algunos que no fueron santos y otros que fueron pecadores, sin dejar de constituir por eso gradas de la escala de Jacob, mediante las cuales Dios baj hasta la Humanidad, tambin los obispos indignos quedan capacitados para consagrar el Santsimo Sacramento y para otorgar el sacerdocio a otros con todos los poderes que le son inherentes. Cuando se ven estas cosas se comprende por qu los viejos libros alemanes llaman al Antiguo Testamento la Antigua Alianza o antiguo matrimonio, y al Nuevo Testamento la Nueva Alianza o nuevo matrimonio. La flor suprema del antiguo matrimonio fue la Virgen de las vrgenes, la prometida del Espritu Santo, la muy casta Madre del Salvador; el vaso espiritual, el vaso honorable, el vaso insigne de devocin donde el Verbo se hizo carne. Con este misterio comienza el nuevo matrimonio, la Nueva Alianza. Esta Alianza es virginal en el sacerdocio y en todos aqullos que siguen al Cordero, y en ella el Matrimonio es un gran sacramento: la unin de Jesucristo con su prometida la Iglesia. Para poder expresar, en cuanto me sea posible, cmo me fue explicada la proximidad de la Encarnacin del Verbo y al mismo tiempo el acercamiento del Santsimo Sacramento del Altar, slo puedo repetir, una vez ms, que todo esto apareci ante mis ojos en una serie de cuadros simblicos, sin que, a causa del estado en que me encuentro, me sea posible dar cuenta de los detalles en forma inteligible. Slo puedo hablar en forma general. He visto primero la bendicin de la promesa que Dios diera a nuestros primeros padres en el Paraso y un rayo que iba de esta bendicin a la Santsima Virgen, que se hallaba recitando el Magnficat con Isabel. Vi a Abrahn, que haba recibido de Dios aquella bendicin, y un rayo que partiendo de l llegaba a la Santsima Virgen. Vi a los otros patriarcas que haban llevado y posedo aquella cosa santa y siempre aquel rayo yendo de cada uno de ellos hasta Mara. Vi despus la transmisin de aquella bendicin hasta Joaqun, el cual, gratificado con la ms alta bendicin venida del Santo de los Santos del Templo, pudo convertirse por ello en el padre de la Santsima Virgen concebida sin pecado. Y por ltimo es en ella donde, por la intervencin del Espritu Santo, el Verbo, se hizo carne. En ella, como en el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento, el Verbo habit nueve meses entre nosotros, oculto a todas las miradas, hasta que habiendo nacido de Mara en la plenitud de los tiempos, pudimos ver su gloria, como gloria del Hijo nico del Padre, lleno de gracia y de verdad. Esta noche vi a la Santsima Virgen dormir en su pequea habitacin, te- 89 -

niendo su cuerpo de costado, la cabeza reclinada sobre el brazo. Se hallaba envuelta en un trozo de tela blanca, de la cabeza a los pies. Bajo su corazn vi brillar una gloria luminosa en forma de pera rodeada de una pequea llama de fulgor indescriptible. En Isabel brillaba tambin una gloria, menos brillante, aunque ms grande, de forma circular; la luz que despeda era menos viva. Ayer, viernes, por la noche, empezando ya el nuevo da, pude ver en una habitacin de la casa de Zacaras, que aun no conoca, una lmpara encendida para festejar el Sbado. Zacaras, Jos y otros seis hombres, probablemente vecinos de la localidad, oraban de pie bajo la lmpara, en torno de un cofre sobre el cual se hallaban rollos escritos. Llevaban paos sobre la cabeza; pero al orar no hacan las contorsiones que hacen los judos actuales. A menudo bajaban la cabeza y alzaban los brazos al aire. Mara, Isabel y otras dos mujeres se hallaban apartadas, detrs de un tabique de rejas, en un sitio desde donde podan ver el oratorio: llevaban mantos de oracin y estaban veladas desde la cabeza a los pies. Luego de la cena del sbado vi a la Virgen Santsima en su pequea habitacin recitando con Isabel el Magnficat. Estaban de pie contra el muro, una frente a la otra, con las manos juntas sobre el pecho y los velos negros sobre el rostro, orando, una despus de la otra, como las religiosas en el coro. Yo recit el Magnficat con ellas, y durante la segunda parte del cntico pude ver, unos lejos y otros cerca, a algunos de los antepasados de Mara, de los cuales partan como lneas luminosas que se dirigan hacia ella. Vi aquellos rayos de luz saliendo de la boca de sus antepasados masculinos y del corazn del otro sexo, para concluir en la gloria que estaba en Mara. Creo que Abrahn, al recibir la bendicin que preparaba el advenimiento de la Virgen, habitaba cerca del lugar donde Mara recit el Magnficat., pues el rayo que parta de l llegaba hasta Mara desde un punto muy cercano, mientras que los que partan de personajes mucho ms cercanos en el tiempo, parecan venir de muy lejos, de puntos ms distantes. Cuando terminaron el Magnficat, que recitaban todos los das por la maana y por la noche, desde la Visitacin, se retir Isabel, y vi a la Virgen entregarse al reposo. Habiendo terminado la fiesta del sbado los vi comer de nuevo el domingo por la noche. Tomaron su alimento todos juntos en el jardn cercano a la casa. Comieron hojas verdes que remojaban en salsa. Sobre la mesa haba fuentes con frutas pequeas y otros recipientes que contenan, creo, miel, que tomaban con unas esptulas de asta.

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XXXIII Regreso de Jos a Nazaret s tarde, con claro de luna, estando la noche estrellada y limpia, se puso en viaje Jos acompaado de Zacaras. Llevaba un pequeo paquete con panes, un cntaro y un bastn de empuadura curva. Los dos tenan abrigos de viaje con capuz. Las mujeres los acompaaron corto trecho, volviendo solas en medio de una noche hermossima. Ambas entraron directamente en la habitacin de Mara, donde haba una lmpara encendida, como era habitual cuando ella oraba y se preparaba para el descanso. Las dos se quedaron de pie, una en frente a la otra, y recitaron el Magnficat. Esta noche he visto a Mara e Isabel. Lo nico que recuerdo es que pasaron toda la noche en oracin, aunque no s la causa de ello. Durante el da he visto a Mara ocupada en diversos trabajos, como ser trenzado de colchas. Vi a Zacaras y a Jos, que se hallaban an en camino: pasaron la noche en un cobertizo. Haban dado grandes rodeos y visitado, me parece, a diversas familias. Creo que les faltaban tres das para el trmino del viaje. No recuerdo otros detalles. Ayer vi a Jos en su casa de Nazaret. Creo que ha ido a ella directamente, sin detenerse en Jerusaln. La criada de Ana se encarga del cuidado domstico, yendo de una casa a otra. Fuera de ella no hay nadie ms en la casa de Jos, que est completamente solo. Tambin vi a Zacaras de vuelta en su casa. Vi a Mara e Isabel recitando el Magnficat y ocupndose de diversos trabajos. Al caer la tarde pasearon por el huerto, donde haba una fuente, cosa no comn en el pas. Por la noche, pasadas las horas de calor, iban a pasear por los alrededores, pues la casa de Zacaras se halla aislada y rodeada de campias. Habitualmente se acostaban ms o menos a las nueve, levantndose siempre antes de la salida del sol. He visto un cuadr indescriptible de la Iglesia. Se me apareci la Iglesia en forma de una fruta octogonal muy delicada que naca de un tallo cuyas races tocaban en una fuente ondulante de la tierra. El tallo no era ms alto de lo necesario como para poder ver entre la iglesia y la tierra. Delante de la iglesia haba una puerta, sobre la fuente misma, la cual ondeaba arrojando de s algo blanco como arena hacia ambos lados, y en derredor todo reverdeca y fructificaba. En la parte delantera de la Iglesia no se vea raz alguna de las que iban a la tierra. Dentro de la iglesia y en medio de ella haba, a semejanza de la cpsula de la semilla de la manzana, un recipiente formado de filamentos blancos, muy tiernos, en cuyos intersticios veanse como las semillas de una manzana. En el piso interno de la iglesia haba una abertura - 91 -

por la cual se poda mirar la fuente ondeante de abajo. Mientras miraba esto vi que caan algunos granos resecos y marchitos en la fuente. Esa especie de flor se iba transformando cada vez ms en una iglesia y la cpsula del medio se iba convirtiendo en un artstico armazn parecido a un hermoso ramo. Dentro de este artificio he visto a la Santsima Virgen y a Santa Isabel, que parecan a su vez como dos santuarios o Sancta Sanctorum. Vi que ambas se saludaban volvindose una hacia la otra. En ese momento aparecan dos rostros de ellas: Jess y Juan. A Juan lo he visto encorvado dentro del seno materno. A Jess lo vi como lo suelo ver en el Santsimo Sacramento: a semejanza de un pequeo Nio luminoso que iba hacia donde estaba Juan. Estaba de pie, como flotando, y llegndose a Juan le quitaba como una neblina. El pequeo Juan estaba ahora con el rostro echado sobre el suelo. La neblina caa al pozo por la mencionada abertura y era absorbida y desapareca en la fuente que estaba debajo. Luego Jess levant al pequeo Juan en el aire, y lo abraz. Despus de esto he visto volver a ambos al seno materno, mientras Mara e Isabel cantaban el Magnficat. Bajo este cntico he visto a ambos lados de la Iglesia a Jos y a Zacaras adelantarse, y detrs de ellos otros muchos hasta llenarse la iglesia, que concluy en una gran festividad realizada adentro. En derredor de la iglesia creca una via con tanta pujanza que fue necesario podarla por varias partes. La iglesia asentse, por fin, en el suelo; apareci un altar en ella y en la abertura que daba al pozo se form un baptisterio. Muchsima gente entraba por la puerta a la iglesia. Todas estas transformaciones se produjeron lentamente, como brotando y creciendo. Me es difcil explicar todo esto tal como lo he visto. Ms tarde, en la fiesta de San Juan, tuve otra visin. La iglesia octogonal era ahora transparente como cristal o, mejor i dicho, como si fueran rayos de agua cristalina. En medio de ella haba una fuente de agua, bajo una torrecita, donde vi a Juan bautizando. De pronto se cambi el cuadro y de la fuente del medio brot un tallo como una flor. En derredor haba ocho columnas con una corona piramidal sobre la cual estaban los antepasados de Ana, de Isabel y de Joaqun, con Mara y Jos y los antepasados de Zacaras y de Jos algo apartados de la rama principal. Juan estaba arriba en una rama del medio. Pareci que sala una voz de l, y he visto entonces a muchos pueblos, a reyes y prncipes entrar en la iglesia y a un obispo que distribua el Santsimo Sacramento. O a Juan que hablaba de la gran dicha de la gente que haba entrado en la iglesia.

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XXXIV Nacimiento de Juan. Mara regresa a Nazaret i a la Virgen Santsima despus de su vuelta de Juta a Nazaret, pasando algunos das en casa de los padres del discpulo Parmenas, el cual en aquella poca no haba nacido an. Creo haber visto esto en el mismo momento del ao en que sucedi. Tengo la sensacin de que fue as. Segn esto, el nacimiento de Juan habra tenido lugar a fines de Mayo o principios de Junio. Mara se qued tres meses en casa de Santa Isabel, hasta el nacimiento de Juan. En el tiempo de la circuncisin del nio ya no se hallaba all. Cuando Mara parti para Nazaret, Jos acudi a su encuentro a la mitad del camino. Cuando Jos volvi a Nazaret con la Santsima Virgen, not que se hallaba encinta, y le asaltaron toda clase de dudas y de inquietudes, pues ignoraba la aparicin del ngel y su revelacin a Mara. Despus de su desposorio, Jos haba ido a Beln por asuntos de familia, y Mara, entre tanto, a Nazaret, con sus padres o algunas compaeras. La salutacin anglica haba tenido lugar antes del retorno de Jos, y Mara, en su tmida humildad, haba guardado silencio sobre el secreto de Dios. Jos, turbado e inquieto, no demostraba nada exteriormente; pero luchaba en silencio contra sus dudas. La Virgen, que haba previsto esto, permaneca grave y pensativa, lo cual aumentaba las angustias de Jos. Cuando llegaron a Nazaret la Virgen no se dirigi en seguida a su casa con San Jos, sino que se qued dos das en casa de una familia emparentada con la suya, donde habitaban los padres del discpulo Parmenas, no nacido an, que fue ms tarde uno de los siete diconos en la primera comunidad de los cristianos de Jerusaln. Aquellas gentes se hallaban vinculadas a la Sagrada Familia, siendo la madre, hermana del tercer esposo de Mara de Cleofs, el cual fue padre ce Simen, obispo de Jerusaln. Tenan una casa y jardn en Nazaret. Tambin tenan parentesco con Mara Santsima por Isabel. Vi a la Virgen permanecer algn tiempo en esa casa, antes de volver a la de Jos. Entre tanto la inquietud de Jos aument de tal manera, que cuando Mara volvi a su lado, Jos se haba formado el propsito de dejarla, huyendo secretamente de la casa y de su lado. Mientras iba pensando estas cosas se le apareci un ngel, que le dijo palabras que tranquilizaron su nimo.

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XXXV Preparativos para el nacimiento de Jess esde hace varios das veo a Mara en casa de Ana, su madre, cuya casa se halla ms o menos a una legua de Nazaret, en el valle de Zabuln. La criada de Ana permanece en Nazaret cuando Mara est ausente y sirve a Jos. Veo que mientras vivi Ana casi no tenan hogar independiente del todo, pues reciban siempre de ella todo lo que necesitaban para su manutencin. Veo desde hace quince das a Mara ocupada en preparativos para el nacimiento de Jess: cose colchas, tiras y paales. Su padre Joaqun ya no vive. En la casa hay una nia de unos siete aos de edad que est a menudo junto a la Virgen y recibe lecciones de Mara. Creo que es la hija de Mara de Cleofs y que tambin se llama Mara. Jos no est en Nazaret, pero debe llegar muy pronto. Vuelve de Jerusaln donde ha llevado los animales para el sacrificio. Vi a la Virgen Santsima en la casa, trabajando, sentada en una habitacin con otras mujeres. Preparaban prendas y colchas para el nacimiento del Nio. Ana posea considerables bienes en rebaos y campos y proporcionaba con abundancia todo lo que necesitaba Mara, en avanzado estado de embarazo. Como crea que Mara dara a luz en su casa y que todos sus parientes vendran a verla, haca all toda clase de preparativos para el nacimiento del Nio de la Promesa, disponiendo, entre otras cosas, hermosas colchas y preciosas alfombras. Cuando naci Juan pude ver una de estas colchas en casa de Isabel. Tena figuras simblicas y sentencias hechas con trabajos de aguja. Hasta he visto algunos hilos de oro y plata entremezclados en el trabajo de aguja. Todas estas prendas no eran nicamente para uso de la futura madre: haba muchas destinadas a los pobres, en los que siempre se pensaba en tales ocasiones solemnes. Vi a la Virgen y a otras mujeres sentadas en el suelo alrededor de un cofre, trabajando en una colcha de gran tamao colocada sobre el cofre. Se servan de unos palillos con hilos arrollados de diversos colores. Ana estaba muy ocupada, e iba de un lado a otro tomando lana, repartindola y dando trabajo a cada una de ellas. Jos debe volver hoy a Nazaret. Se hallaba en Jerusaln donde haba ido a llevar animales para el sacrificio, dejndolos en una pequea posada dirigida por una pareja sin hijos situada a un cuarto de legua de la ciudad, del lado de Beln. Eran personas piadosas, en cuya casa se poda habitar confiadamente. Desde all se fue Jos a Beln; pero no visit a sus parientes, queriendo tan solo tomar informes relativos a un empadronamiento o una percepcin de impuestos que exiga la presencia de cada ciudadano en su pueblo natal. - 94 -

Con todo, no se hizo inscribir an, pues tena la intencin, una vez realizada la purificacin de Mara, de ir con ella de Nazaret al Templo de Jerusaln, y desde all a Beln, donde pensaba establecerse. No s bien qu ventajas encontraba en esto, pero no gustndole la estada en Nazaret, aprovech esta oportunidad para ir a Beln. Tom informes sobre piedras y maderas de construccin, pues tena la idea de edificar una casa. Volvi luego a la posada vecina a Jerusaln, condujo las vctimas al Templo y retorn a su hogar. Atravesando hoy la llanura de Kimki, a seis leguas de Nazaret, se le apareci un ngel, indicndole 'que partiera con Mara para Beln, pues era all donde deba nacer el Nio. Le dijo que deba llevar pocas cosas y ninguna colcha bordada. Adems del asno sobre el cual deba ir Mara montada, era necesario que llevase consigo una pollina de un ao, que an no hubiese tenido cra. Deba dejarla correr en libertad, siguiendo siempre el camino que el animal tomara. Esta noche Ana se fue a Nazaret con la Virgen Mara, pues saban que Jos deba llegar. No pareca, sin embargo, que tuvieran conocimiento del viaje que deba hacer Mara con Jos a Beln. Crean que Mara dara a luz en su casa de Nazaret, pues vi que fueron llevados all muchos objetos preparados, envueltos en grandes esteras. Por la noche lleg Jos a Nazaret. Hoy he visto a la Virgen con su madre Ana en la casa de Nazaret, donde Jos les hizo conocer lo que el ngel le haba ordenado la noche anterior. Ellas volvieron a la casa de Ana, donde las vi hacer preparativos para un viaje prximo. Ana estaba muy triste. La Virgen saba de antemano que el Nio deba nacer en Beln; pero por humildad no haba hablado. Estaba enterada de todo por las profecas sobre el nacimiento del Mesas que ella conservaba consigo en Nazaret. Estos escritos le haban sido entregados y explicados por sus maestras en el Templo. Lea a menudo estas profecas y rogaba por su realizacin, invocando siempre, con ardiente deseo, la venida de ese Mesas. Llamaba bienaventurada a aqulla que deba dar a luz y deseaba ser tan slo la ltima de sus servidoras. En su humildad no pensaba que ese honor deba tocarle a ella. Sabiendo por los textos que el Mesas deba nacer en Beln, acept con jbilo la voluntad de Dios, preparndose para un viaje que habra de ser muy penoso para ella, en su actual estado y en aquella estacin, pues el fro suele ser muy intenso en los valles entre cadenas montaosas.

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XXXVI Partida de Mara y de Jos hacia Beln sta noche vi a Jos y a Mara, acompaados de Ana, Mara de Cleofs y algunos servidores, salir de la casa de Ana para su viaje. Mara iba sentada sobre la albarda del asno, cargado adems con el equipaje, Jos lo conduca. Haba otro asno sobre el cual deba regresar Ana. Esta maana he visto a los santos viajeros a unas seis leguas de Nazaret, llegando a la llanura de Kimki, que era el lugar donde el ngel se le haba aparecido a Jos dos das antes. Ana posea un campo en aquel lugar y los servidores deban tomar all la burra de un ao que Jos quera llevar, la cual corra y saltaba delante o al lado de los viajeros. Ana y Mara de Cleofs se despidieron y regresaron con sus servidores. Vi a la Sagrada Familia caminando por un sendero que suba a la cima de Gelbo. No pasaban por los poblados, y seguan a la pollina, que tomaba caminos de atajo. Pude verlos en una propiedad de Lzaro, a poca distancia de la ciudad de Ginim16, por el lado de Samara. El cuidador los recibi amistosamente, pues los haba conocido en un viaje anterior. Su familia estaba relacionada con la de Lzaro. Veo all muchos hermosos jardines y avenidas. La casa est sobre una altura; desde la terraza se alcanza a contemplar una gran extensin de la comarca. , Lzaro hered de su padre esta propiedad. He visto que Nuestro Seor se detuvo con frecuencia durante su vida pblica en este lugar y ense en los alrededores. El cuidador y su mujer trataron muy amistosamente a Mara. Se admiraron que hubiese emprendido semejante viaje en el estado en que se encontraba, dado que hubiera podido quedarse tranquilamente en casa de Ana. He visto a la Sagrada Familia a varias leguas del sitio anterior, caminando en medio de la noche hacia una montaa a lo largo de un valle muy fro, donde haba cado escarcha. La Virgen Mara, que sufra mucho el fro, dijo a Jos: "Es necesario detenernos aqu, pues no puedo seguir". No bien dijo estas palabras se detuvo la borriquilla debajo de un gran rbol de terebinto, junto al cual haba una fuente. Se detuvieron y Jos prepar con las colchas un asiento para la Virgen, a la cual ayud a desmontar del asno. Mara sentse debajo del rbol y Jos colg del rbol su linterna. A menudo he visto hacer lo mismo a las personas que viajan por estos lugares. La Virgen pidi a Dios ayuda contra el fro. Sinti entonces un alivio tan grande y una corriente de calor tal que tendi sus manos a Jos para que l pudiera calentar un tanto sus manos ateridas. Comieron algunos panecillos y frutas, y bebieron agua de la fuente vecina, mezclndola con gotas del blsamo que Jos - 96 -

llevaba en su cntaro. Jos consol y alegr a Mara. Era muy bueno y sufra mucho en ese viaje tan penoso para ella. Habl del buen alojamiento que pensaba conseguir en Beln. Conoca una casa cuyos dueos eran gente buena y pensaba hospedarse all con ciertas comodidades. Mientras iban de camino haca el elogio de Beln, recordando a Mara todas las cosas que podan consolarla y alegrarla. Esto me causaba lstima, pues yo saba todo lo que sufrira: todo iba a acontecer de diferente manera. A esta altura haban pasado ya dos pequeos arroyos, uno a travs de un alto puente, mientras los dos asnos lo cruzaban a nado. La borriquilla que iba en libertad, tena curiosas actitudes. Cuando el camino era recto y bien trazado, sin peligros para perderse, como entre dos montaas, corra delante o detrs de los viajeros. Cuando el camino se divida, aguardaba y tomaba el sendero recto. Cuando deban detenerse, se paraba como lo hizo bajo el terebinto. No s si pasaron la noche bajo este rbol o buscaron otro hospedaje. Este viejo terebinto era un rbol sagrado, que haba formado parte del bosque de Mor, cerca de Siquem. Abrahn, viniendo de Canan, haba visto aparecer all al Seor, el cual le haba prometido aquella tierra para su posteridad, y el Patriarca alz un altar debajo del terebinto. Jacob, antes de ir a Betel para ofrecer sacrificio al Seor, haba enterrado bajo el rbol los dolos de Labn y las joyas de su familia. Josu haba levantado all el tabernculo donde se hallaba el Arca de la Alianza, y, reunida la poblacin, le haba exigido renunciar a los dolos. En este mismo sitio Abimelec, hijo de Geden, fue proclamado rey por los siquemitas. Hoy vi a la Sagrada Familia llegar a una granja, a dos leguas al Sur del terebinto. La duea de la finca estaba ausente y el hombre no quiso recibir a Jos, dicindole que bien poda ir ms lejos. Un poco ms adelante vieron que la borriquilla entraba en una cabaa de pastores, y entraron ellos tambin. Los pastores que se hallaban all, vaciando la cabaa, los recibieron con benevolencia: les dieron paja y haces de junco y ramas para que encendieran fuego. Fueron despus a la finca donde haba sido rechazada la Sagrada Familia, e hicieron el elogio de Jos y de la belleza y santidad de Mara, ante la seora de la casa, la cual reproch a su marido por haber rechazado a personas tan buenas. Luego vi a esta mujer ir adonde estaba Mara; pero no se atrevi a entrar por timidez y volvi a su casa a buscar alimentos. La cabaa estaba en el flanco Oeste de una montaa, ms o menos entre Samara y Tebez. Al Este, ms all del Jordn, est Sucot. Ainn se encuentra un poco ms al Medioda, al otro lado del ro. Salim est ms cerca. Desde all habra unas doce leguas hasta Nazaret. La mujer volvi en compaa de dos nios a visitar a la Sagrada Familia, trayendo provisiones. Disculpse afablemente y - 97 -

se mostr muy conmovida por la difcil situacin de los caminantes. Despus que stos hubieron comido y descansado, presentse el marido de aquella mujer y pidi perdn a San Jos por haberlo rechazado. Le aconsej que subiera una legua ms por la cima de la montaa, que all encontrara un buen refugio antes de comenzar las fiestas del sbado, donde podra pasar el da del reposo festivo. Se pusieron en camino y despus de haber andado una legua llegaron a una posada de varios edificios, rodeados de rboles y jardines. Vi algunos arbustos que dan el blsamo, plantados a espaldera. La posada estaba en la parte Norte de la montaa. La Virgen Santsima haba desmontado y Jos llevaba el asno. Se acercaron a la casa y Jos pidi alojamiento; pero el dueo se disculp, diciendo que estaba lleno de viajeros. Lleg en esto la mujer, y al pedirle la Virgen alojamiento con la ms conmovedora humildad, aqulla sinti una profunda emocin. El dueo no pudo resistir y les arregl' un refugio cmodo en el granero cercano y llev el asno a la cuadra. La borriquilla corra libre por los alrededores. Siempre estaba lejos de ellos cuando no tena que sealar camino.

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XXXVII La festividad del Sbado os prepar su lmpara y se puso a orar en compaa de la Virgen Santsima, guardando la observancia del sbado con piedad conmovedora. Comieron alguna cosa y descansaron sobre esteras extendidas en el suelo. Vi a la Sagrada Familia permanecer all todo el da. Mara y Jos oraban juntos. He visto a la mujer del dueo de la posada pasar el da al lado de Mara con sus tres hijos. Allegse tambin aquella mujer que los haba hospedado la vspera, con dos de sus hijos. Se sentaron al lado de Mara amigablemente, quedando muy impresionados por la modestia y la sabidura de la Virgen, que convers tambin con los nios, dndoles algunas tiles instrucciones. Los nios tenan pequeos rollos de pergamino. Mara les hizo leer y les habl de modo tan amable que las criaturas no apartaban la vista ni un instante de ella. Era algo muy conmovedor ver esta atencin de los nios y escuchar las enseanzas de Mara. Al caer la tarde vi a Jos paseando con el dueo de la posada por los alrededores, mirando los campos y los jardines y tratndose familiarmente. As veo a las personas piadosas del pas en el da festivo del sbado. Los santos viajeros quedaron en ese lugar la noche siguiente. Los buenos esposos de la posada se encariaron sumamente con Mara y le pidieron que se quedara con ellos hasta el nacimiento del Nio. Le mostraron una habitacin muy cmoda, y la mujer se ofreci a servirles de todo corazn y con amable insistencia; pero los viajeros reanudaron su viaje por la maana muy temprano y descendieron por el Suroeste de la montaa, hacia un hermoso valle. Se alejaron an ms de Samaria. Mientras iban descendiendo se poda ver el templo del monte Garizim, pues se lo ve desde muy lejos. Sobre el techo hay figuras de leones o de otros animales semejantes, que brillan a los rayos del sol. Hoy los he visto hacer unas seis leguas de camino. Al atardecer se encontraban en una llanura a una legua al Sureste de Siquem. Entraron en una casa de pastores bastante grande donde fueron recibidos bien. El dueo de casa estaba encargado de cuidar los campos y jardines, propiedad de una vecina ciudad. La casa no estaba en la llanura sino sobre una pendiente. Todo era frtil en esta comarca y en mejores condiciones que el pas recorrido anteriormente; pues aqu se estaba de cara al sol, lo que en la Tierra Prometida es causa de una diferencia notable en -esta poca del ao. Desde este lugar hasta Beln se encuentran muchas de estas viviendas pastoriles diseminadas en los valles. Algunas hijas de pastores, que vivan en estos lugares, se casaron ms tarde con servidores que haban venido con los Reyes Magos, y se - 99 -

quedaron en la comarca. De uno de estos matrimonios era un nio curado por Nuestro Seor, en esta misma casa, a instancias de Mara, el 31 de Julio de su segundo ao de predicacin, despus de su dilogo con la Samaritana. Jess eligi luego a este joven y a otros dos para acompaarlo durante el viaje que hizo por Arabia despus de la muerte de Lzaro. Este joven fue ms tarde discpulo del Seor. He visto que Jess se detuvo aqu con frecuencia para predicar y ensear. Ahora Jos bendice a algunos nios que encontr en la casa.

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XXXVIII Los viajeros son rechazados en varias casas oy los he visto seguir un sendero ms uniforme. La Virgen desmontaba a ratos, siguiendo a pie algunos trechos. A menudo se detenan en lugares apropiados para tomar alimento. Llevaban panecillos y una bebida que refresca y fortalece, en recipientes muy elegantes, con dos asas que parecan de bronce por el brillo. Esta bebida era el blsamo que tomaban mezclado con agua. Recogan bayas y frutas de los rboles y arbustos en los lugares ms expuestos al sol. La montura de Mara tena a derecha e izquierda unos rebordes sobre los cuales apoyaba los pies: de esa manera no quedaban en el aire, como veo a la gente de nuestro pas. Los movimientos de Mara eran siempre sosegados, singularmente modestos. Se sentaba alternativamente a derecha e izquierda. La primera diligencia de Jos, cuando llegaban a un lugar, era buscar un sitio donde Mara pudiese sentarse y descansar cmodamente. Ambos se lavaban con frecuencia los pies. Era de noche cuando llegaron a una casa aislada. Jos llam y pidi hospitalidad; pero el dueo de casa no quiso abrir. Jos le explic la situacin de Mara, diciendo que no estaba en condicin de seguir su camino y agregando que no peda hospedaje gratis. Todo fue intil: aquel hombre duro y grosero respondi que su casa no era una posada, que lo dejaran tranquilo, que no golpeasen a la puerta. Ni siquiera abri la puerta para hablar, sino que dio su respuesta desde el interior. Los viajeros continuaron su camino, y al poco tiempo entraron en un cobertizo cerca del cual haban visto detenerse a la borriquilla. Jos encendi luz y prepar un lecho para Mara, que lo ayudaba en todo esto. Meti al asno y le dio forraje. Rezaron, comieron y durmieron algunas horas. Desde la ltima posada hasta aqu habra unas seis leguas. Se hallaban ahora a unas veintisis de Nazaret y a unas diez de Jerusaln. Hasta aquel camino no haban seguido el sendero principal, sino atravesando otros de comunicacin que iban del Jordn a Samaria, tocando las grandes rutas que llevan de Siria a Egipto. Los atajos eran muy angostos y en las montaas se hallaban a menudo tan apretados que les era necesario tomar muchas precauciones para poder andar sin tropezar ni dar cadas. Los asnos avanzaban con paso muy seguro. El refugio estaba sobre un terreno llano. Antes de aclarar el da partieron y tomaron un camino que volva a subir. Me parece que llegaron a la ruta que lleva de Gbara hasta Jerusaln, que en este lugar era el lmite entre Samaria y Judea. En otra casa donde pidieron hospitalidad fueron igualmente rechazados groseramente. A varias leguas al - 101 -

Noreste de Betania, Mara se sinti muy fatigada, y dese descansar y tomar alimento. Jos se desvi una legua de camino en busca de una higuera grande que sola estar cargada de higos, en torno de la cual haba asientos para descansar a su sombra. Jos conoci el lugar en uno de sus anteriores viajes. Al llegar a la higuera no encontr en ella ni una fruta, lo cual lo entristeci mucho. Recuerdo, vagamente que Jess hall ms tarde esta higuera cubierta de hojas verdes, pero sin frutos. Creo que el Seor la maldijo en ocasin que haba salido de Jerusaln, y el rbol se sec por completo. Ms tarde se acercaron a una casa cuyo dueo trat speramente a Jos, que le haba pedido humildemente hospitalidad. Mir luego a la Santsima Virgen, a la luz de una linterna, y se burl de Jos porque llevaba una mujer tan joven. En cambio la duea de casa se acerc y se compadeci de Mara: le ofreci una habitacin en un edificio vecino y les llev panecillos para su alimento. El marido se arrepinti de haber sido descomedido y se mostr luego ms servicial con los santos viajeros. Ms tarde llegaron a otra casa habitada por una pareja joven. Aunque fueron recibidos, no lo hicieron con cortesa y casi ni se ocuparon de ellos. Estas personas no eran pastores sencillos, sino como campesinos ricos, gente ocupada en negocios. Ms tarde Jess visit una de estas casas, despus de su bautismo. La habitacin donde la Sagrada Familia haba pasado la noche, la haban convertido en oratorio. No recuerdo si era propiamente la casa aqulla cuyo dueo se burl de Jos. Recuerdo vagamente que el arregl lo hicieron despus de los milagros que sucedieron al nacimiento de Jess.

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XXXIX Ultimas etapas del camino

n las ltimas etapas Jos se detuvo varias veces, pues Mara estaba cada vez ms fatigada. Siguiendo el camino indicado por la borriquilla, hicieron un rodeo de un da y medio al Este de Jerusaln. El padre de Jos haba posedo algunos pastizales en aquella comarca, y l conoca bien la regin. Si hubieran seguido atravesando directamente el desierto que se halla al Medioda, detrs de Betania, hubieran podido llegar a Beln en seis horas; pero el camino era montaoso y muy incmodo en esta estacin. Siguieron a la borriquilla a lo largo de los valles y se acercaron c algo al Jordn. Hoy vi a los santos caminantes que entraban en pleno da en una casa grande de pastores. Est a tres leguas de un lugar donde Juan bautizaba ms tarde en el Jordn y a siete de Beln. Es la misma casa donde Jess, treinta aos ms tarde, estuvo la noche del 11 de Octubre, vspera del da en que por primera vez, despus de su bautismo, pas delante de Juan Bautista. Junto a la casa, y un tanto apartada de ella, haba una granja donde guardaban los instrumentos de labranza y los que usaban los pastores. El patio tena una fuente rodeada de baos que reciban las aguas de aqulla mediante conductos especiales. El dueo pareca tener extensas propiedades y all mismo tena un trfico considerable. He visto que iban y venan varios servidores que coman en aquella finca. El dueo recibi a los viajeros muy amigablemente, se mostr muy servicial y los condujo a una cmoda habitacin, mientras algunos servidores se ocuparon del asno. Un criado lav en una fuente los pies de Jos y le dio otras ropas mientras limpiaba las suyas cubiertas de polvo. Una mujer rindi los mismos servicios a Mara. En esta casa tomaron alimento y durmieron. La duea de casa tena un carcter bastante raro: se haba encerrado en su casa y a hurtadillas observaba a Mara, y como era joven y vanidosa, la belleza admirable de la Virgen la haba llenado de disgusto. Tema tambin que Mara se dirigiera a ella para pedirle que le permitiese quedarse hasta dar a luz a su Nio. Tuvo la descortesa de no presentarse siquiera y busc medios para que los viajeros partieran al da siguiente. Esta es la mujer que encontr Jess all, treinta aos ms tarde, ciega y encorvada, y que san y cur despus de hacerle advertencias sobre su poca caridad y su vanidad de un tiempo. He visto algunos nios. La santa Familia pas la noche en este lugar. Hoy al medio da vi a la Sagrada Familia abandonar la finca donde se haban alojado. Algunos de la casa los acompaaron cierta distancia. Despus de - 103 -

unas, dos leguas de camino, llegaron al anochecer a un lugar atravesado por un gran sendero, a cuyos lados se levantaba una fila de casas con patios y jardines. Jos tena all parientes. Me parece que eran los hijos del segundo matrimonio de su padrastro o madrastra. La casa era de muy buena apariencia; sin embargo, atravesaron este lugar sin detenerse. A media legua dieron vuelta a la derecha, en direccin de Jerusaln, y arribaron a una posada grande en cuyo patio haba una fuente con caeras de agua. Encontraron reunidas a muchas gentes que celebraban un funeral. El interior de la casa, en cuyo centro estaba el hogar con una abertura para el humo, haba sido transformado en una amplia habitacin, suprimiendo los tabiques movibles que separaban ordinariamente las diversas piezas. Detrs del hogar haba colgaduras negras y frente a l algo as como un atad cubierto de pao negro. Varios hombres rezaban. Tenan largas vestimentas de color negro y encima otros vestidos blancos ms cortos. Algunos llevaban una especie de manpulo negro, con flecos, colgado del brazo. En otra habitacin estaban las mujeres completamente envueltas en sus vestiduras, llorando, sentadas sobre cofres muy bajos. Los dueos de casa, ocupados en la ceremonia fnebre, se contentaron con hacerles seas de que entrasen; pero los servidores los recibieron muy cortsmente y se ocuparon de ellos. Les prepararon un alojamiento aparte con esteras suspendidas, que le daba aspecto de carpa. Ms tarde he visto a los dueos de casa visitando a la Sagrada Familia, en amigable conversacin con ellos. Ya no llevaban las vestiduras blancas. Jos y Mara tomaron alimento, rezaron juntos y se entregaron al descanso. Hoy a medioda Mara y Jos se pusieron en camino hacia Beln de donde se hallaban slo a unas tres leguas. La duea de casa insista en que se quedaran, parecindole que Mara dara a luz de un momento a otro. Mara, bajndose el velo, respondi que deba esperar treinta y seis horas an. Hasta me parece que haya dicho treinta y ocho. Aquella mujer los hubiera hospedado con gusto, no en su casa, sino en otro edificio cercano. En el momento de la partida vi que Jos, hablando de sus asnos con el dueo de la casa, elogiaba los animales de ste, y dijo que llevaba la borriquilla para empearla en caso de necesidad. Los huspedes hablaron de lo difcil que sera para ellos encontrar alojamiento en Beln, y Jos dijo que tena varios amigos all y que estaba seguro de ser bien recibido. A m me apenaba orle hablar con tanta conviccin de la buena acogida que le haran. An habl de esto mismo con Mara en el camino. Vemos, pues, que hasta los santos pueden estar en error. - 104 -

XL Llegada a Beln esde el ltimo alojamiento, Beln distaba unas tres leguas. Dieron un rodeo hacia el Norte de la ciudad acercndose por el Occidente. Se detuvieron debajo de un rbol, fuera del camino, y Mara baj del asno, ordenndose los vestidos. Jos se dirigi con Mara hacia un gran edificio rodeado de construcciones pequeas y de patios a pocos minutos de Beln. Haba all muchos rboles. Numerosas personas haban levantado sus carpas en ese lugar. sta era la antigua casa paterna de la familia de David, que fue propiedad del padre de San Jos. Habitaban en ella parientes o gente relacionada con Jos; pero stos no lo quisieron reconocer y lo trataron como a extrao. En esta casa se cobraban entonces los impuestos para el gobierno romano. Jos entr acompaado de Mara, llevando el asno del cabestro, pues todos deban darse a conocer cuando llegaban, y all reciban el permiso para entrar en Beln. La borriquilla no est junto a ellos: va corriendo alrededor de la ciudad, hacia el Medioda, donde hay un vallecito. Jos ha entrado en el gran edificio. Mara se encuentra en compaa de varias mujeres en una casa pequea que da al patio. Estas mujeres son bastante benvolas y le dan de comer, pues cocinan para los soldados de la guarnicin. Son soldados romanos; tienen correas que cuelgan de la cintura. La temperatura no es fra: es agradable; el sol se muestra por encima de la montaa, entre Jerusaln y Betania. Desde este lugar se contempla un paisaje muy hermoso. Jos se halla en una habitacin espaciosa, que no est en el piso bajo. Le preguntan quin es yconsultan grandes rollos escritos, algunos suspendidos de los muros; los despliegan y leen su genealoga, como tambin la de Mara. Jos pareca no saber que tambin Mara, por Joaqun, descenda en lnea directa de David. El hombre pregunta dnde se halla su mujer. Haca unos siete aos que no haban regularizado el impuesto para la gente del pas, a causa de cierta confusin y desorden. Este impuesto se halla en vigor desde hace dos meses: se pagaba en los siete aos precedentes, pero sin regularidad. Ahora es necesario pagarlo dos veces. Jos ha llegado un poco retrasado para pagarlo, pero a pesar de ello lo tratan con cortesa. An no ha pagado. Le preguntan cules son sus medios de vida; l responde que no posee bienes races, que viva de su oficio y que adems reciba ayuda de su suegra. Hay en la casa gran cantidad de escribientes y empleados. Arriba estn los romanos y los soldados. Veo fariseos, saduceos, sacerdotes, ancianos, cierto nmero de escribas y otros funcionarios romanos y judos. No hay ningn - 105 -

otro comit semejante en Jerusaln; pero los hay en otros lugares del pas, como Mgdala, cerca del lago de Genesaret, adonde acuden a pagar las gentes de Galilea y de Sidn, segn creo. Slo aqullos que no tienen bienes races, sobre los cuales recae el impuesto correspondiente, tienen que presentarse en el lugar de su nacimiento. Este impuesto ser dividido dentro de tres meses en tres partes, cada uno con destino diferente. Una parte es para el emperador Augusto, para Herodes y para otro prncipe que habita cerca de Egipto. Habiendo participado en una guerra y teniendo derechos sobre una parte del pas, es preciso darle algo. La segunda parte est destinada a la construccin del Templo: me parece que debe servir para abonar una deuda contrada. La tercera debiera ser para las viudas y los pobres, que desde tiempo no reciben nada; pero como casi siempre sucede, an en nuestra poca, este dinero no llega casi nunca adonde debe llegar. Se dan estos buenos motivos para exigir el impuesto, pero casi todo queda en manos de los poderosos. Cuando estuvo arreglado lo de Jos, hicieron venir a Mara ante los escribas, pero no pidieron papeles. Dijeron a Jos que no era necesario haber trado a su mujer consigo. Aadieron algunas bromas a causa de la juventud de Mara, dejando al pobre Jos lleno de confusin.

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XLI La Sagrada Familia se refugia en la gruta ntraron en Beln. Las casas aparecen muy separadas unas de otras. Entraron por entre escombros, como si hubiese sido una puerta derruida. Mara se qued tranquila, junto al asno, al comienzo de una calle, mientras Jos buscaba intilmente alojamiento entre las primeras casas. Haba muchos extranjeros y se vean numerosas personas yendo de un lado a otro. Jos volvi junto a Mara, dicindole que no era posible encontrar alojamiento; que deban penetrar ms dentro de la ciudad. Caminaban llevando Jos al asno del cabestro y Mara iba a su lado. Cuando llegaron a la entrada de otro calle, Mara permaneci junto al asno, mientras Jos iba de casa en casa; pero no encontr ninguna donde quisieran recibirlos. Volvi lleno de tristeza al lado de Mara. Esto se repiti varias veces, y as tuvo Mara que esperar largo rato. En todas partes decan que el sitio estaba ya tomado, y habindolo rechazado en todas partes, Jos dijo a Mara que era necesario ir a otro lado en donde, sin duda, encontraran lugar. Retomaron la direccin contraria a la que haban tomado al entrar y se dirigieron hacia el Medioda. Siguieron una calleja que ms pareca un camino entre la campia, pues las casas estaban aisladas, sobre pequeas colinas. Las tentativas fueron tambin all infructuosas. Llegados al otro lado de Beln, donde las casas se hallaban an ms dispersas, encontraron un gran espacio vaco, como un campo desierto en el poblado. En l haba una especie de cobertizo y a poca distancia un rbol grande, parecido al tilo, de tronco liso, con ramas extendidas, formando techumbre alrededor. Jos condujo a Mara bajo este rbol, y le arregl un asiento con los bultos al pie, para que pudiera descansar, mientras l volva en busca de mejor asilo en las casas vecinas. El asno qued all con la cabeza pegada al rbol. Mara, al principio, permaneca de pie, apoyada al tronco del rbol. Su vestido de lana blanca, sin cinturn, caale en pliegues alrededor. Tena la cabeza cubierta por un velo blanco. Las personas que pasaban por all la miraban, sin saber que su Salvador, su Mesas, estaba tan cerca de ellos, Qu paciente, qu humilde y qu resignada estaba Mara! Tuvo que esperar mucho tiempo. Por fin sentse sobre las colchas, ponindose las manos juntas en el pecho, con la cabeza baja. Jos regres lleno de tristeza, pues no haba podido encontrar posada ni refugio. Los amigos de quienes haba hablado a Mara apenas si lo reconocan. Jos llor y Mara lo consol con dulces palabras. Fue una vez ms, de casa en casa, representando el estado de su mujer, para hacer ms eficaz la peticin; pero era rechazado pre- 107 -

cisamente tambin a causa de eso mismo. El paraje era solitario. No obstante, algunas personas se haban detenido mirndola de lejos con curiosidad, como sucede cuando se ve a alguien que permanece mucho tiempo en el mismo sitio a la cada de la tarde. Creo que algunos dirigieron la palabra a Mara, preguntndole quin era. Al fin volvi Jos, tan conturbado, que apenas se atreva a acercarse a Mara. Le dijo que haba buscado intilmente; pero que conoca un lugar, fuera de la ciudad, donde los pastores solan reunirse cuando iban a Beln con sus rebaos: que all podran encontrar siquiera un abrigo. Jos conoca aquel lugar desde su juventud. Cuando sus hermanos lo molestaban, se retiraba con frecuencia all para rezar fuera del alcance de sus perseguidores. Deca Jos que si los pastores volvan, se arreglara fcilmente con ellos; que venan raramente en esa poca del ao. Aadi que cuando ella estuviera tranquila en aquel lugar, l volvera a salir en busca de alojamiento ms apropiado. Salieron, pues, de Beln por el Este siguiendo un sendero desierto que torca a la izquierda. Era un camino semejante al que anduvieran a lo largo de los muros desmoronados de los fosos de las fortificaciones derruidas de una pequea ciudad: se suba un tanto al principio, luego descenda por la ladera de un montecillo. y los condujo en algunos minutos al Este de Beln, delante del sitio que buscaban, cerca de una colina o antigua muralla que tena delante algunos rboles: terebintos o cedros de hojas verdes; otros tenan hojas pequeas como las del boj.

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XLII Descripcin de la gruta de Beln n la extremidad Sur de la colina, alrededor de la cual torca el camino que lleva al valle de los pastores, estaba la gruta en la cual Jos busc refugio para Mara. Haba all otras grutas abiertas en la misma roca. La entrada estaba al Oeste y un estrecho pasadizo conduca a una habitacin redondeada por un lado, triangular por otro, en la parte Este de la colina. La gruta era natural; pero por el lado del Medioda, frente al camino que llevaba al valle de los pastores, se haban hecho algunos arreglos consistentes en trabajos toscos de mampostera. Por el lado que miraba al Medioda haba otra entrada, que generalmente estaba tapiada. Jos volvi a abrirla para mayor comodidad. Saliendo por all hacia la izquierda, haba otra abertura ms amplia, que llevaba a una cueva estrecha e incmoda a mayor profundidad, que terminaba debajo de la gruta del pesebre. La entrada comn a la gruta del pesebre miraba hacia el Oeste. Desde el lugar se podan ver los techos de algunas casitas de Beln. Saliendo de all y torciendo a la derecha, se llegaba a una gruta ms profunda y oscura, en la cual hubo de ocultarse Mara alguna vez. Delante de la entrada, al Oeste, haba un techito de juncos apoyado sobre estacas, que se extenda al Medioda y cubra la entrada de ese lado, de modo que se poda estar a la sombra delante de la gruta. En la parte Meridional tena la gruta tres aberturas, con rejas por arriba, por donde entraba aire y luz. Una abertura semejante haba en la bveda de la misma roca: estaba cubierta de csped y era la extremidad de la altura sobre la cual estaba edificada la ciudad de Beln. Pasando del corredor, que era ms alto, a la gruta, formada por la misma naturaleza, haba que descender ms. El suelo en torno de la gruta se alzaba, de modo que la gruta misma estaba rodeada de un banco de piedra de variable anchura. Las paredes de la gruta, aunque no completamente lisas, eran bastantes uniformes y limpias, hasta agradables a la vista. Al Norte del corredor haba una entrada a otra gruta lateral ms pequea. Pasando delante de esta entrada, se hallaba el sitio donde Jos sola encender fuego; luego la pared daba vuelta al Noreste en la otra gruta, ms amplia, situada a mayor altura. All he visto ms tarde el asno de Jos. Detrs de este sitio haba un rincn "bastante grande, donde caba el asno con suficiente forraje. En la parte Este de esta gruta, frente a la entrada, fue donde se encontraba la Virgen Santsima cuando naci de ella la Luz del mundo. En la parte que se extiende al Medioda estaba colocado el pesebre donde fue adorado el Nio Jess. El pesebre no era sino una gamella excavada en la piedra misma, destinada a dar de - 109 -

beber a los animales. Encima tena un comedero, con ancha abertura, hecho de enrejado de maderas y alzado sobre cuatro patas, de modo que los animales podan alcanzar cmodamente el heno o el pasto colocado all. Para beber no tenan ms que agachar la cabeza al bebedero de piedra que estaba debajo. Delante del pesebre, hacia el Este de esta parte de la gruta, estaba sentada la Virgen con el Nio Jess cuando vinieron los tres Reyes a ofrecerle sus dones. Saliendo del pesebre, y dando vuelta al Oeste en el corredor delante de la gruta, se pasaba por frente a la entrada Meridional antedicha y se llegaba a un sitio donde hizo Jos ms tarde su habitacin, separndola del resto mediante tabiques de zarzos. En ese lado haba una cavidad donde l depositaba varios objetos. Afuera, en la parte Meridional de la gruta, pasaba el camino que conduca al valle de los pastores. Diseminadas por las colinas, veanse casitas, y en el llano cobertizos con techos de caas, sostenidos por estacas. Delante de la gruta la colina bajaba a un valle sin salida, cerrado por el Norte, ancho de ms o menos medio cuarto de legua. Haba all zarzales, rboles y jardines. Atravesando una hermosa pradera, donde haba una fuente, y pasando bajo los rboles alineados con simetra, se llegaba al Este del valle, en el cual se encontraba una colina prominente y en ella la gruta de la tumba de Maraha, la nodriza de Abrahn. Se llama tambin la Gruta de la leche. La Virgen Santsima se refugi all con el Nio Jess repetidas veces. Sobre esta gruta haba un gran rbol, alrededor del cual veanse algunos asientos. Desde aqu se poda contemplar a Beln mejor que desde la entrada de la gruta del pesebre. He sabido muchas cosas de la gruta del pesebre, sucedidas en los antiguos tiempos. Recuerdo, entre otras, que Set, el nio de la promesa, fue concebido y dado a luz en esta gruta por Eva, despus de un perodo de penitencia de siete aos. Fue all donde un ngel le dijo que le daba Dios a Set en lugar de Abel. Aqu fue escondido y alimentado Set, y en la gruta de Maraha, pues sus hermanos queran quitarle la vida, como los hijos de Jacob lo intentaron con Jos. En una poca muy lejana, donde he visto que los hombres vivan en grutas, pude verlos a menudo haciendo excavaciones en la piedra para poder habitar y dormir cmodamente en ellas con sus hijos, sobre pieles de animales o sobre colchones de hierbas. La excavacin hecha debajo de la gruta del pesebre, puede haber servido de lecho a Set y a los habitantes posteriores. No tengo ya certeza de estas cosas. Recuerdo tambin haber visto en mis visiones de la predicacin de Jess que el 6 de Octubre el Seor, despus de su bautismo, celebr la festividad del sbado en la gruta del pesebre, que los - 110 -

pastores haban transformado en oratorio. Abrahn tena una nodriza llamada Maraha, muy honrada por l y que lleg a edad muy avanzada. Esta nodriza segua a Abrahn en todas partes montada en un camello, y viv a su lado, en Sucot17, mucho tiempo. En sus ltimos tiempos lo sigui tambin al valle de los pastores, donde Abrahn haba alzado sus carpas en los alrededores de la gruta. Habiendo pasado los cien aos y viendo llegar su ltima hora pidi a Abrahn que la enterrara en esa gruta, acerca de la cual hizo algunas predicciones, y a la que llam Gruta de la leche o Gruta de la nodriza. Aconteci en ella un hecho milagroso, que he olvidado, y brot all una fuente del suelo. La gruta era entonces un corredor estrecho y alto, abierto en una piedra blanca, no muy dura. De un lado haba una capa de esta materia que no alcanzaba hasta la bveda. Trepando sobre esta capa de materia se poda llegar hasta la entrada de otra gruta ms alta. La gruta fue ensanchada ms tarde, puesto que Abrahn hizo excavar su parte lateral para la tumba de Maraha. Sobre un gran bloque de piedra haba una especie de gamella, tambin de piedra, sostenida por patas cortas y gruesas. Qued muy asombrada al no ver nada de esto en tiempos de Jesucristo. Esta gruta de la tumba de la nodriza tena una relacin proftica con la Madre del Salvador, al alimentar all oculto a su Hijo, al cual perseguan; pues en la historia de la juventud de Abrahn se halla tambin una persecucin figurativa de sta, y su nodriza le salv la vida ocultndolo en la gruta. Esta gruta era desde tiempos de Abrahn lugar de devocin, sobre todo para las madres y nodrizas: en esto haba 'algo de proftico, pues en la nodriza de Abrahn se veneraba, en figura, a la Santsima Virgen, lo mismo como Elas la haba visto en aquella nube que traa la lluvia y le haba dedicado un oratorio en el monte Carmelo. Maraha haba cooperado en cierta manera al advenimiento del Mesas, habiendo alimentado con su leche a un antepasado de Mara. No puedo expresar esto bien; pero todo era como un pozo profundo que iba hasta la fuente de la vida universal y del que siempre se sirvieron, hasta que Mara surgi como nica fuente de agua limpia e inmaculada. El rbol que extenda su sombra sobre la gruta, desde lejos pareca un gran tilo; era ancho por abajo y terminaba en punta: era un terebinto. Abrahn se encontr con Melquisedec debajo de este rbol, no recuerdo ahora en qu ocasin. Este coposo rbol tena algo de sagrado para los pastores y las gentes de los alrededores: les gustaba descansar bajo su sombra y orar. No recuerdo bien su historia, pero creo que el mismo Abrahn lo plant. Junto a l haba una fuente donde los pastores iban por agua en ciertas ocasiones y le atribuan virtudes singulares. A ambos liados del rbol haban levantado cabaas abiertas, para descansar, y todo esto estaba rodeado de un cerco - 111 -

protector. Ms tarde he visto que Santa Elena hizo construir all una iglesia, donde se celebr la santa Misa.

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XLIII Jos y Mara se refugian en la gruta de Beln ra bastante tarde cuando Jos y Mara llegaron hasta la boca de la gruta. La borriquilla, que desde la entrada de la Sagrada Familia en la casa paterna de Jos haba desaparecido corriendo en torno de la ciudad, corri entonces a su encuentro y se puso a brincar alegremente cerca de ellos. Viendo esto la Virgen, dijo a Jos: "Ves, seguramente es la voluntad de Dios que entremos aqu". Jos condujo el asno bajo el alero, delante de la gruta; prepar un asiento para Mara, la cual se sent mientras l haca un poco de luz y penetraba en la gruta. La entrada estaba un tanto obstruida por atados de paja y esteras apoyadas contra las paredes. Tambin dentro de la gruta haba diversos objetos que dificultaban el paso. Jos la despej, preparando un sitio cmodo para Mara, por el lado del Oriente. Colg de la pared una lmpara encendida e hizo entrar a Mara, la cual se acost sobre el lecho que Jos le haba preparado con colchas y envoltorios. Jos le pidi humildemente perdn por no haber podido encontrar algo mejor que este refugio tan impropio; pero Mara, en su interior, se senta feliz, llena de santa alegra. Cuando estuvo instalada Mara, Jos sali con una bota de cuero y fue detrs de la colina, a la pradera, donde corra una fuente, y llenndola de agua volvi a la gruta. Ms tarde fue a la ciudad, donde consigui pequeos recipientes y un poco de carbn. Como se aproximaba la fiesta del sbado y eran numerosos los forasteros que haban entrado en la ciudad, se instalaron mesas en las esquinas de algunas calles con los alimentos ms indispensables para la venta. Creo que haba personas que no eran judas. Jos volvi trayendo carbones encendidos en una caja enrejada; los puso a la entrada de la gruta y encendi fuego con un manojito de astillas; prepar la comida, que consisti en panecillos y frutas cocidas. Despus de haber comido y rezado, Jos prepar un lecho para Mara Santsima. Sobre una capa de juncos tendi una colcha semejante a las que yo haba visto en la casa de Ana y puso otra arrollada por cabecera. Luego meti al asno y lo at en un sitio donde no poda incomodar; tap las aberturas de la bveda por donde entraba aire, y dispuso en la entrada un lugarcito para su propio descanso. Cuando empez el sbado, Jos se acerc a Mara, bajo la lmpara, y recit con ella las oraciones correspondientes; despus sali a la ciudad. Mara se envolvi en sus ropas para el descanso. Durante la ausencia de Jos la vi rezando de rodillas. Luego se tendi a dormir, echndose de lado. Su cabeza descansaba sobre un brazo, encima de la almohada. Jos regres tarde. Rez - 113 -

una vez ms y se tendi humildemente en su lecho a la entrada de la gruta. Mara pas la fiesta del sbado rezando en la gruta, meditando- con gran concentracin. Jos sali varias veces: probablemente fue a la sinagoga de Beln. Los vi comiendo alimentos preparados das antes y rezando juntos. Por la tarde, cuando los judos suelen hacer su paseo del sbado, Jos condujo a Mara a la gruta de Maraha, nodriza de Abrahn. All se qued algn tiempo. Esta gruta era ms espaciosa que la del pesebre y Jos dispuso all otro asiento. Tambin estuvo bajo el rbol cercano, orando y meditando, hasta que termin el sbado. Jos la volvi a llevar, porque Mara le dijo que el nacimiento tendra lugar aquel mismo da a medianoche, cuando se cumplan los nueve meses transcurridos desde la salutacin del ngel del Seor. Mara le haba pedido que lo tuviera dispuesto todo, de modo que pudiesen honrar en la mejor forma posible la entrada al mundo del Nio prometido por Dios y concebido en forma sobrenatural. Pidi tambin a Jos que rezara con ella por las gentes que, a causa de la dureza de sus corazones, no haban querido darles hospitalidad. Jos le ofreci traer de Beln a dos piadosas mujeres, que conoca; pero Mara le dijo que no tena necesidad del socorro de nadie. En cuanto se puso el sol, antes de terminar el sbado, Jos volvi a Beln, donde compr los objetos ms necesarios: una escudilla, una mesita baja, frutas secas y pasas de uva, volviendo con todo esto a la gruta. Fue a la gruta de Maraha y llev a Mara a la del pesebre, donde Mara se sent sobre sus colchas, mientras Jos preparaba la comida. Comieron y rezaron juntos. Hizo Jos una separacin entre el lugar para dormir y el resto de la gruta, ayudndose de unas prtigas de las cuales suspendi algunas esteras que se encontraban all. Dio de comer al asno que estaba a la izquierda de la entrada, atado a la pared. Llen el comedero del pesebre de caas y de pasto y musgo y por encima tendi una colcha. Cuando la Virgen le indic que se acercaba la hora, instndole a ponerse en oracin, Jos colg del techo varias lmparas encendidas y sali de la gruta, porque haba escuchado un ruido a la entrada. Encontr a la pollina que hasta entonces haba estado vagando en libertad por el valle de los pastores y volva ahora, saltando y brincando, llena de alegra, alrededor de Jos. Este la at bajo el alero, delante de la gruta y le dio su forraje. Cuando, volvi a la gruta vio, antes de entrar en ella, a la Virgen rezando de rodillas sobre su lecho, vuelta de espaldas y mirando al Oriente. Le pareci que toda la gruta estaba en llamas y que Mara estaba rodeada de luz sobrenatural. Jos mir todo esto como Moiss la zarza ardiendo. Luego, lleno de santo temor, entr en su celda y se prostern hasta el suelo en oracin. - 114 -

XLIV Nacimiento de Jess

e visto que la luz que envolva a la Virgen se haca cada vez ms deslumbrante, de modo que la luz de las lmparas encendidas por Jos no eran ya visibles. Mara, con su amplio vestido desceido, estaba arrodillada en su lecho, con la cara vuelta hacia el Oriente. Llegada la medianoche la vi arrebatada en xtasis, suspendida en el aire, a cierta altura de la tierra. Tena las manos cruzadas sobre el pecho. El resplandor en torno de ella creca por momentos. Toda la naturaleza pareca sentir una emocin de jbilo, hasta los seres inanimados. La roca de que estaban formados el suelo y el atrio pareca palpitar bajo la luz intensa que los envolva. Luego ya no vi ms la bveda. Una estela luminosa, que aumentaba sin cesar en claridad, iba desde Mara hasta lo ms alto de los cielos. All arriba haba un movimiento maravilloso de glorias celestiales, que se acercaban a la tierra, y aparecieron con toda claridad seis coros de ngeles celestiales. La Virgen Santsima, levantada de la tierra en medio del xtasis, oraba y bajaba las miradas sobre su Dios, de quien se haba convertido en Madre. El Verbo eterno, dbil Nio, estaba acostado en el suelo delante de Mara. Vi a nuestro Seor bajo la forma de un pequeo Nio todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado sobre una alfombrita ante las rodillas de Mara. Me pareca muy pequeito y que iba creciendo ante mis miradas; pero todo esto era la irradiacin de una luz tan potente y deslumbradora que no puedo explicar cmo pude mirarla. La Virgen permaneci algn tiempo en xtasis; luego cubri al Nio con un pao, sin tocarlo y sin tomarlo an en sus brazos. Poco tiempo despus vi al Nio que se mova, y lo o llorar. En ese momento fue cuando Mara pareci volver en s misma, y, tomando al Nio, lo envolvi en el pao con que lo haba cubierto, y lo tuvo en sus brazos, estrechndolo contra su pecho. Se sent, ocultndose toda ella con el Nio bajo su amplio velo, y creo que le dio el pecho. Vi entonces en torno a los ngeles, en forma humana, hincndose delante del Nio recin nacido, para adorarlo. Cuando habra transcurrido una hora desde el nacimiento del Nio Jess, Mara llam a Jos, que estaba an orando con el rostro pegado a la tierra. Se acerc, prosternndose, lleno de jbilo, de humildad y de fervor. Slo cuando Mara le pidi que apretara contra su corazn el Don sagrado del Altsimo, se levant Jos, recibi al Nio entre sus brazos, y derramando lgrimas de pura alegra, dio gracias a Dios por el Don recibido del cielo. Mara faj al Nio: tena slo cuatro paales. Ms tarde vi al, Mara y a Jos - 115 -

sentados en el suelo, uno junto al otro: no hablaban, parecan absortos en muda contemplacin. Ante Mara, fajado como un nio comn, estaba recostado Jess recin nacido, bello y brillante como un relmpago. "Ah, deca yo, este lugar encierra la salvacin del mundo entero y nadie lo sospecha!" He visto que pusieron al Nio en el pesebre, arreglado por Jos con pajas, lindas plantas y una colcha encima. El pesebre estaba sobre la gamella cavada en la roca, a la derecha de la entrada de la gruta, que se ensanchaba all hacia el Medioda. Cuando hubieron colocado al Nio en el pesebre, permanecieron los dos a ambos lados, derramando lgrimas de alegra y entonando cnticos de alabanza. Jos llev el asiento y el lecho de reposo de Mara junto al pesebre. Yo vea a la Virgen, antes y despus del nacimiento de Jess, arropada en un vestido blanco, que la envolva por entero. Pude verla all durante los primeros das sentada, arrodillada, de pie, recostada o durmiendo; pero nunca la vi enferma ni fatigada.

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XLV Seales en la naturaleza. Anuncio a los pastores

e visto en muchos lugares, hasta en los ms lejanos, una inslita alegra, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto los corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por un ansia, plena de alegra, y, en cambio, los corazones de los perversos llenos de temores. Hasta en los animales he visto manifestarse alegra en sus movimientos y brincos. Las flores levantaban sus corolas, las plantas y los rboles tomaban nuevo vigor y verdor, y esparcan sus fragancias y perfumes. He visto brotar fuentes de agua de la 'tierra. En el momento mismo del nacimiento de Jess, brot una fuente abundante en la gruta de la colina del Norte. Cuando al da siguiente lo not Jos, le prepar en seguida un desage. El cielo tena un color rojo oscuro sobre Beln, mientras se vea un vapor tenue y brillante sobre la gruta del pesebre, el valle de la gruta de Maraa y el valle de los pastores. A legua y media ms o menos de la gruta de Beln, en el valle de los pastores, haba una colina donde empezaba una serie de viedos que se extenda hasta Gaza. En las faldas de la colina estaban las chozas de tres pastores, jefes de las familias de los dems pastores de las inmediaciones. A distancia doble de la gruta del pesebre se encontraba lo que llamaban la torre de los pastores. Era un gran andamiaje piramidal, hecho de madera, que tena por base enormes bloques de la misma roca: estaba rodeado de rboles verdes y se alzaba sobre una colina aislada en medio de una llanura. Estaba rodeado de escaleras; tena galeras y torrecillas, todo cubierto de esteras. Guardaba cierto parecido con las torres de madera que he visto en el pas de los Reyes Magos, desde donde observaban las estrellas. Desde lejos produca la impresin de un gran barco con muchos mstiles y velas. Desde esta torre se gozaba de una esplndida vista de toda la comarca. Se vea a Jerusaln y la montaa de la tentacin en el desierto de Jeric. Los pastores tenan all a los hombres que vigilaban la marcha de los rebaos y avisaban a los dems tocando cuernos de caza, si acaso haba alguna incursin de ladrones o gente de guerra. Las familias de los pastores habitaban esos lugares en un radio de unas dos leguas. Tenan granjas aisladas, con jardines y praderas. Se reunan junto a la torre, donde guardaban los utensilios que tenan en comn. A lo largo de la colina de la torre, estaban las cabaas, y algo apartado de stas haba un gran cobertizo con divisiones donde habitaban las mujeres de los pastores guardianes: all preparaban la comida. He visto que en esta noche parte de los rebaos estaban cerca de la torre, parte en el campo y el resto - 117 -

bajo un cobertizo cerca de la colina de los pastores. Al nacimiento de Jesucristo vi a estos tres pastores muy impresionados ante el aspecto de aquella noche tan maravillosa; por eso se quedaron alrededor de sus cabaas mirando a todos lados. Entonces vieron maravillados la luz extraordinaria sobre la gruta del pesebre. He visto que se pusieron en agitado movimiento los pastores que estaban junto a la torre, los cuales subieron a su mirador dirigiendo la vista hacia la gruta. Mientras los tres pastores estaban mirando hacia aquel lado del cielo, he visto descender sobre ellos una nube luminosa, dentro de la cual not un movimiento a medida que se acercaba. Primero vi que se dibujaban formas vagas, luego rostros, finalmente o cnticos muy armoniosos, muy alegres, cada vez ms claros. Como al principio se asustaran los pastores, apareci un ngel ante ellos, que les dijo: "No temis, pues vengo a anunciaros una gran alegra para todo el pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo, el Seor. Por seal os doy sta: encontraris al Nio envuelto en paales, echado en un pesebre". Mientras el ngel deca estas palabras, el resplandor se haca cada vez ms intenso a su alrededor. Vi a cinco o siete grandes figuras de ngeles muy bellos y luminosos. Llevaban en las manos una especie de banderola larga, donde se vean letras del tamao de un palmo y o que alababan a Dios cantando: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra para los hombres de buena voluntad". Ms tarde tuvieron la misma aparicin los pastores que estaban junto a la torre. Unos ngeles tambin aparecieron a otro grupo de pastores, cerca de una fuente, al Este de la torre, a unas tres leguas de Beln. No he visto que los pastores fueran en seguida a la gruta del pesebre, porque unos se encontraban a legua y media de distancia y otros a tres: los he visto, en cambio, consultndose unos a otros acerca de lo que llevaran al recin nacido y preparando los regalos con toda premura. Llegaron a la gruta del pesebre al rayar el alba.

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XLVI Seales en Jerusaln, en Roma y en otros pueblos sta noche vi en el Templo a Noem, la maestra de Mara, a la profetisa Ana y al anciano Simen. Vi, en Nazaret, a Ana, y en Juta, a Santa Isabel. Todos tenan visiones y revelaciones del nacimiento del Salvador. He visto al pequeo Juan Bautista, cerca de su madre, manifestando una alegra muy grande. Vieron y reconocieron a Mara en medio de aquellas visiones, aunque no saban donde haba tenido lugar el acontecimiento. Isabel tampoco lo saba. Slo Ana saba que tena lugar en Beln. Esta noche vi en el Templo un acontecimiento admirable y extrao: todos los rollos de escrituras de los saduceos saltaban fuera de los armarios donde estaban encerrados, dispersndose18. Este suceso caus mucho espanto en todos, pero los saduceos lo atribuyeron a efectos de brujera, y repartieron dinero a los que lo saban para que mantuvieran el secreto. He visto muchas cosas en Roma esta noche. Cuando Jess naci vi un barrio de la ciudad, donde vivan muchos judos: all brot una fuente de aceite que caus maravilla a todos los que la vieron. Una estatua magnfica de Jpiter cay de su pedestal en aicos, porque se desplom la bveda del templo. Los paganos se llenaron de terror, hicieron sacrificios y preguntaron a otro dolo, el de Venus, creo, qu significaba aquello. El demonio respondi, por medio de la estatua: "Esto ha sucedido porque una Virgen ha concebido un Hijo sin dejar de ser virgen; y este Nio acaba de nacer". Este dolo habl tambin desde la fuente de aceite. En el sitio donde brot la fuente se alz una iglesia dedicada a la Virgen Mara, Madre de Dios. Los sacerdotes paganos estaban consternados y hacan averiguaciones19. Setenta aos antes de estos hechos viva en Roma una buena y piadosa mujer. No recuerdo ahora si era juda. Se llamaba algo as como Serena o Cyrena y posea algunos bienes de fortuna. Por ese tiempo se haba recubierto de oro y piedras preciosas el dolo de Jpiter y se le ofrecan sacrificios solemnes. La mujer tuvo visiones, y a consecuencia de ellas hizo varias profecas, diciendo pblicamente a los paganos que no deban rendir honores al dolo de Jpiter ni hacerle sacrificios, pues vendra un da en que lo veran caer hecho pedazos. Los sacerdotes la hicieron comparecer y le preguntaron cundo haban de suceder estas cosas. Como no pudo determinar el tiempo, fue encerrada en prisin y maltratada, hasta que Dios le hizo conocer que ello sucedera cuando una Virgen pursima diera a luz un Nio. Cuando dio esta respuesta, se burlaron de ella y la dejaron en libertad, reputndola por - 119 -

loca. Slo cuando se derrumb el templo, haciendo pedazos al dolo, reconocieron que haba dicho la verdad, maravillndose de la poca fijada y del acontecimiento, aunque no saban que la Santsima Virgen haba sido la Madre e ignorando el nacimiento del Salvador. He visto que los magistrados de Roma se informaron de estos hechos, como de la fuente que haba brotado. Uno de ellos fue un tal Lntulo, abuelo de Moiss, sacerdote y mrtir, y de aquel otro Lntulo, que fue amigo de San Pedro en Roma. Relacionado con el emperador Augusto he visto algo que ahora no recuerdo bien. Vi al emperador con otras personas sobre una colina de Roma, en uno de cuyos lados se encontraba el templo, cuya techumbre se haba derrumbado. Por unas gradas se llegaba hasta la cumbre de la colina donde haba una puerta dorada. Era un lugar donde se ventilaban asuntos de inters. Cuando el emperador baj de la colina, vio a la derecha, encima de ella, una aparicin en el cielo. Era una Virgen sobre un arco iris, con un Nio en el aire, que pareca salir de ella. Creo que, el emperador fue el nico que vio esta aparicin. Para conocer su significado hizo consultar a un orculo que haba enmudecido, el cual en esa ocasin habl de un Nio recin nacido, a quien todos deban adorar y rendir homenaje. El emperador hizo erigir un altar en el sitio de la colina donde haba visto la aparicin, y despus de haber ofrecido sacrificios, lo dedic al Primognito de Dios. He olvidado otros detalles de este hecho. He visto en Egipto un hecho que anunci el nacimiento de Jesucristo. Mucho ms all de Matarea, de Helipolis y de Menfis haba un gran dolo que pronunciaba habitualmente toda clase de orculos, y que de pronto enmudeci. El Faran mand hacer sacrificios en todo el pas a fin de saber por qu causa haba callado. El dolo fue obligado por Dios a responder que guardaba silencio y deba desaparecer, porque haba nacido el Hijo de la Virgen y que en aquel mismo sitio se levantara un templo en honor de la Virgen. El Faran hizo levantar un templo all mismo cerca del que haba antes en honor del dolo. No recuerdo todo lo sucedido; slo s que el dolo fue retirado y que se levant un templo a la anunciada Virgen y a su Nio, siendo honrados a la manera de ellos. Al tiempo del nacimiento de Jesucristo vi una maravillosa aparicin que se present a los Reyes Magos en su pas. Estos Magos eran observadores de los astros y tenan sobre una montaa una torre en forma de pirmide, donde siempre se encontraba uno de ellos con los sacerdotes observando el curso de los astros y las estrellas. Escriban sus observaciones y se las comunicaban unos a otros. Esta noche creo haber visto a dos de los Reyes Magos sobre la torre piramidal. El tercero, que habitaba al Este del Mar Caspio, no - 120 -

estaba all. Observaban una determinada constelacin en la cual vean de cuando en cuando variantes, con diversas apariciones. Esta noche vi la imagen que se les presentaba. No la vieron en una estrella, sino en una figura compuesta de varias de ellas, entre las cuales pareca efectuarse un movimiento. Vieron un hermoso arco iris sobre la media luna y sobre el arco iris sentada a la Virgen. Tena la rodilla izquierda ligeramente levantada y la pierna derecha ms alargada, descansando el pie sobre la media luna. A la izquierda de la Virgen, encima del arco iris, apareci una cepa de vid,, y a la derecha, un haz de espigas de trigo. Delante de la Virgen vi elevarse como un cliz semejante al de la ltima Cena. Del cliz vi salir al Nio, y por encima de l, un disco luminoso parecido a una custodia vaca, de la que partan rayos semejantes a espigas. Por eso pens en el Santsimo Sacramento. Del costado derecho del Nio sali una rama, en cuya extremidad apareci, a semejanza de una flor, una iglesia octogonal con una gran puerta dorada y dos pequeas laterales. La Virgen hizo entrar al cliz, al Nio y a la hostia en la iglesia, cuyo interior pude ver, y que en aquel momento me pareci muy grande. En el fondo haba una manifestacin de la Santsima Trinidad. La iglesia se transform luego en una ciudad brillante, que me pareci la Jerusaln celestial. En este cuadro vi muchas cosas que se sucedan y parecan nacer unas de otras, mientras yo miraba el interior de la iglesia. Ya no puedo recordar en qu forma se fueron sucediendo. Tampoco recuerdo de qu manera supieron los Reyes Magos que Jess haba nacido en Judea. El tercero de los Reyes, que viva muy distante, vio la aparicin al mismo tiempo que los otros. Los Reyes sintieron una alegra muy grande, juntaron sus dones y regalos y se dispusieron para el viaje. Se encontraron al cabo de varios das de camino. Los das que precedieron al nacimiento de Jess, los vea sobre su observatorio} donde tuvieron varias visiones.

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XLVII Antecedentes de los Reyes Magos nacimiento los Q uinientos aos antes del poderosos ydel Mesas, los antepasados dedestres Reyes Magos eran tenan ms riquezas que sus cendientes, ya que sus posesiones eran extensas y su herencia menos dividida. Vivan entonces en tiendas de campaa, con excepcin del antepasado del rey que viva al Este del Mar Caspio, cuya ciudad veo en este momento. Esta ciudad tiene construcciones subterrneas de piedra, en lo alto de las cuales se alzan pabellones, pues se halla cerca del mar, que se desborda con frecuencia. Veo all montaas muy altas y dos mares, uno a mi derecha y otro a mi izquierda. Aquellos jefes de raza eran, segn sus tradiciones, observadores y adoradores de los astros, y exista en el pas un culto abominable que consista en sacrificar a los viejos, a los hombres deformes y a veces tambin a los nios. Lo ms horrible era que estos nios eran vestidos de blanco y luego arrojados en calderas donde moran hervidos. Toda esta abominacin fue abolida. A estos ciegos paganos Dios les anunci con mucha anticipacin el nacimiento del Salvador. Aquellos prncipes tenan tres hijas versadas en el conocimiento de los astros. Las tres recibieron el espritu de profeca y supieron, por medio de una visin, que una estrella saldra de Jacob y que una Virgen dara a luz al Salvador del mundo. Vestidas de largos mantos recorran el pas predicando la reforma de las costumbres y anunciando que los enviados del Salvador vendran un da al pas trayendo el culto del Dios verdadero. Predecan muchas cosas ms relativas a nuestra poca y a pocas ms lejanas an. A raz de estas predicciones los padres de estas jvenes elevaron un templo ala futura Madre de Dios hacia el Medioda del mar, en el mismo sitio de los lmites de sus pases y all ofrecieron sacrificios. La prediccin de las tres vrgenes se refera especialmente a una constelacin y a diversos cambios que habran de producirse. Desde entonces empezaron a observar aquella constelacin desde lo alto de una colina cercana al templo de la futura Madre de Dios, y de acuerdo con esas observaciones, cambiaban algunas cosas en los templos, en el culto religioso y en los ornamentos. As he visto que el pabelln del templo era unas veces azul,-otras rojo, otras amarillo, y dems colores. Me impresion que pasaran su da de fiesta al sbado, mientras antes celebraban el viernes. Todava recuerdo el nombre que daban a este da: Tanna o Tanneda. - 122 -

XLVIII Fecha del nacimiento del Redentor

esucristo naci antes de cumplirse el ao 3997 del mundo. Ms tarde fueron olvidados los cuatro aos, menos algo, transcurridos desde su nacimiento hasta el fin del 4000. Despus se hizo comenzar nuestra era cuatro aos ms tarde. Uno de los cnsules de Roma, llamado Lntulo, fue antepasado del sacerdote y mrtir Moiss, del cual tengo una reliquia. Haba vivido en tiempos de San Cipriano. De l desciende aquel otro Lntulo que fue amigo de San Pedro en Roma. Herodes rein cuarenta aos. Durante siete aos no fue independiente; pero ya desde aquel tiempo oprima al pas y cometa actos de crueldad. Muri, creo, en el ao sexto de la vida de Jess; su muerte se guard en secreto por algn tiempo. Herodes fue siempre sanguinario y hasta en sus ltimos das hizo mucho dao. Lo vi arrastrndose en medio de una amplia habitacin acolchada, con una lanza a su lado, queriendo herir a las personas que se le acercaban. Jess naci ms o menos en el ao treinta y cuatro de su reinado. Unos dos aos antes de la entrada de Mara en el templo, Herodes mand hacer algunas construcciones all. No hizo de nuevo el templo, sino algunas reformas y mejoras. La huida a Egipto se produjo cuando Jess tena nueve meses, y la matanza de los inocentes ocurri durante el segundo ao de la edad de Jess. El nacimiento de Jess tuvo lugar en un ao judo de trece meses, que era un arreglo semejante a nuestros aos bisiestos. Creo tambin que los judos tenan meses de veinte das dos veces al ao y uno de veintids das. Pude or algo de esto a propsito de los das de fiesta; pero ahora no me queda ms que un recuerdo confuso. He visto que se hicieron varias veces cambios en el calendario. Sucedi esto al salir de un cautiverio, mientras se trabajaba en la reconstruccin del Templo. He visto al hombre que cambi el calendario y supe tambin su nombre.

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XLIX Los pastores acuden con sus presentes

la cada de la tarde los tres pastores jefes se dirigieron a la gruta del pesebre con los regalos, consistentes en animalitos parecidos a los corzos. Si eran cabritos, eran muy distintos de los de nuestro pas, pues tenan cuellos largos, ojos hermosos muy brillantes, eran muy graciosos y ligeros al correr, tos pastores los llevaban atados con delgados cordeles. Traan sobre los hombros aves que haban matado, y bajo el brazo otras vivas de mayor tamao. Al llegar, llamaron tmidamente a la puerta de la gruta y San Jos les sali al encuentro. Ellos repitieron lo que les haban anunciado los ngeles y dijeron que deseaban rendir homenaje al Nio de la Promesa y a ofrecerle sus pobres obsequios. Jos acept sus regalos con humilde gratitud y los llev junto a la Virgen, que se hallaba sentada cerca del pesebre, con el Nio Jess sobre sus rodillas. Los tres pastores se hincaron con toda humildad, permaneciendo mucho rato en silencio, como absortos en una alegra indecible. Cantaron luego el cntico que haban odo a los ngeles y un salmo que no recuerdo. Cuando estaban por irse, Mara les dio al Nio, que ellos tomaron en sus brazos, uno despus de otro, y llorando de emocin lo devolvieron a Mara, y se retiraron. Por la noche vinieron de la torre de los pastores, a cuatro leguas del pesebre, otros pastores con sus mujeres y sus nios. Traan pjaros, huevos, miel, madejas de hilo de diversos colores, pequeos atados que parecan de seda cruda y ramas de una planta parecida al junco. Esta planta tiene unas espigas llenas de semillas gruesas. Despus que entregaron estos regalos a San Jos, se acercaron humildemente al pesebre, al lado del cual se hallaba Mara sentada. Saludaron a la Madre y al Nio; despus, de rodillas, cantaron hermosos salmos, el Gloria in excelsis de los ngeles y algunos otros muy breves. Yo cantaba con ellos. Cantaban a varias voces y yo hice una vez la voz alta. Recuerdo ms o menos lo siguiente: "Oh Niito, bermejo como la rosa, pareces semejante a un mensajero de paz!" Cuando se despidieron, se inclinaban ante el pesebre como si besaran al Nio. Hoy he vuelto a ver a los tres pastores, ayudando a San Jos, uno despus de otro, a disponer todo con mayor comodidad en la gruta del pesebre y en las cavernas laterales. He visto tambin junto a la Virgen varias piadosas mujeres que la ayudaban en diversos servicios. Eran esenias que habitaban no lejos de la gruta en una angostura situada al Oriente. Estas mujeres vivan en unas especies de casas abiertas en la roca a considerable altura de la colina. Tenan jardincitos cerca de sus casas y se ocupaban en instruir a los nios de - 124 -

los esenios. San Jos las haba hecho venir porque desde su niez conoca a esta asociacin. Cuando hua de sus hermanos habase refugiado varias veces con esas piadosas mujeres en la gruta del pesebre. Estas acercbanse una tras otra a Mara, trayendo provisiones, y atendan los quehaceres de la Sagrada Familia. Hoy he visto una escena muy conmovedora: Jos y Mara s hallaban junto al pesebre, contemplando con profunda ternura al Nio Jess. De pronto el asno se ech tambin de rodillas y agach la cabeza hasta la tierra en acto de adoracin. Mara y Jos lloraban emocionados. Por la noche lleg un mensaje de Santa Ana. Un anciano lleg de Nazaret con una viuda parienta de Ana, a la cual serva. Traan diversos objetos para Mara. Al ver al Nio se conmovieron extraordinariamente: el viejo derramaba lgrimas de alegra. Volvi a ponerse en camino llevando noticias de lo visto a Ana, mientras la viuda se qued para servir a Mara. Hoy he visto que la Virgen con el Nio Jess, acompaada de la criada de Ana, salieron de la gruta del pesebre durante algunas horas. Mara se refugi en la gruta lateral, donde haba brotado la fuente despus del nacimiento de Jesucristo. Pas unas cuatro horas en esa gruta, en la cual habra de estar ms tarde, dos das enteros. Jos haba estado arreglndola desde la maana para que pudiera estar all con ms comodidad. Se refugiaron en esa gruta, por inspiracin interior, pues haban venido personas de Beln a ver la gruta del pesebre, y parceme que eran emisarios de Herodes. A consecuencias de las conversaciones de los pastores haba corrido la voz de que algo milagroso haba sucedido all al tener lugar el nacimiento del Nio. Vi a esos hombres hablando un rato con Jos, a quien hallaron con los pastores delante de la gruta del pesebre, y luego se fueron, rindose y burlndose, cuando vieron la pobreza del lugar y la simplicidad de las personas. Mara, despus de haberse quedado cuatro horas oculta en la gruta lateral, volvi a la del pesebre con el Nio Jess. En la gruta del pesebre reina una amable tranquilidad, pues nadie viene hasta este lugar y slo los pastores estn en comunicacin con ella. En la ciudad de Beln nadie se ocupa de lo que pasa en la gruta, pues hay mucha gente, agitacin y movimiento por razn de los forasteros. Se venden y matan muchos animales porque algunos forasteros pagan sus impuestos con ganado. Veo que hay tambin paganos como criados y servidores. Por la maana el dueo de la ltima posada adonde se haban alojado Jos y Mara a pasar la noche, envi un criado a la gruta del pesebre con varios regalos. l mismo lleg ms tarde para rendir homenaje al Nio Jess. La noticia de la aparicin del ngel a los pastores del valle en el momento - 125 -

del nacimiento de Jess, fue causa de que todos los pastores y gentes del valle oyeran hablar del maravilloso Nio de la Promesa. Todos ellos acuden para honrarlo. Hoy mismo varios pastores y otras buenas personas llegaron a la gruta del Pesebre y honraron al Nio con mucha devocin. Llevaban trajes de fiesta porque iban a Beln para la solemnidad del sbado. Entre estos visitantes vi a aquella mujer que el 20 de Noviembre haba compensado la grosera de su marido con la santa Familia, ofrecindole hospitalidad. Hubiera podido ir ms fcilmente a Jerusaln, porque est ms cerca, para la fiesta del sbado, pero quiso hacer un rodeo ms largo para ir a Beln y ver al Nio santo y a sus padres. Sintise despus muy feliz por haberles ofrecido esta prueba de su afecto. Por la tarde vi a un pariente de Jos, al lado de cuya casa la Sagrada Familia haba pasado la noche del 22 de Noviembre: ahora vena al Pesebre para ver y saludar al Nio. Este hombre era el padre de Jonadab, el cual, en la hora de la crucifixin, llev a Jess un lienzo para que se cubriera con l. Supo que Jos haba pasado cerca de su casa y haba odo hablar de los hechos maravillosos que acontecieron en el nacimiento del Nio, y teniendo que ir a Beln para el sbado, lleg hasta la gruta trayendo algunos regalos. Salud a Mara y rindi homenaje al Nio. Jos lo recibi amistosamente; pero no quiso aceptar de l nada, y slo le pidi prestado algn dinero dndole en garanta la borriquilla a condicin de recuperarla al devolverle el dinero. Jos necesitaba ese dinero para emplearlo en los regalos que deba hacer en la ceremonia de la circuncisin y en la comida que habra de ofrecer.

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L Celebra la Sagrada Familia la fiesta del Sbado ientras me hallaba meditando en la historia de la borriquilla empeada ahora para cubrir los gastos de la circuncisin, y pensando que el prximo Domingo, da en que tendr lugar la ceremonia, se leera el Evangelio del Domingo de Ramos, que relata la entrada de Jess montado sobre un asno, vi un cuadro del cual no puedo explicar bien el sentido ni s donde se realizaba. Bajo una palmera haba dos carteles sostenidos por ngeles. Sobre uno de ellos estaban representados diversos instrumentos de martirio; en el centro haba una columna y sobre ella un mortero con dos asas. En el otro cartel haba unas letras: creo que eran cifras indicando aos y pocas de la historia de la Iglesia. Por encima de la palmera estaba arrodillada una Virgen que pareca salir del tallo y cuyo traje flotaba en el aire. Tena en sus manos, debajo del pecho, un vaso de igual forma que el cliz de la ltima Cena, del cual sala la figura de un Nio luminoso. Vi al Padre Eterno, en la forma que siempre lo veo, acercarse a la palmera por encima de unas nubes, quitar una gruesa rama que tena la forma de una cruz y colocarla sobre el Nio. Despus vi al Nio atado a esa cruz de palma y a la Virgen Santsima presentando a Dios Padre la rama con el Nio crucificado, mientras ella llevaba en la otra mano el cliz vaco, que pareca tambin su propio corazn. Cuando me dispona a leer las letras del cartel, bajo la palmera, la llegada de una visita me sac de esta visin. No sabra decir si este cuadro lo vi en la gruta del pesebre o en otra parte. Cuando la gente se haba ido a la sinagoga de Beln, Jos prepar en la gruta la lmpara del sbado con las siete mechas; la encendi y coloc debajo de ella una pequea mesa con los rollos que contenan las oraciones. Bajo esta lmpara celebr el sbado con la Virgen Santsima y la criada de Ana. Se hallaban all dos pastores un poco hacia atrs en la gruta y algunas mujeres esenias. Hoy, antes de la fiesta del sbado, estas mujeres y la sirvienta prepararon los alimentos. Vi que asaron pjaros en un asador puesto encima del fuego. Los envolvan en una especie de harina hecha de semillas de espigas de unas plantas semejantes a caas, que se encuentran en estado silvestre en lugares pantanosos de la comarca. Las he visto cultivadas en diversos sitios; en Beln y en Hebrn crecen sin ser cultivadas. No las he visto cerca de Nazaret. Los pastores de la torre haban trado algunas para Jos. He visto que las mujeres con esas semillas hacan una especie de crema blanca bastante espesa y amasaban tortas con la harina. La Sagrada Familia guard para su uso una cantidad muy pequea de las abundantes provisiones - 127 -

que los pastores haban trado en sus visitas; lo sobrante lo regalaban a los pobres. Hoy he visto varias personas que acudieron a la gruta del pesebre, y por la noche, despus de la terminacin de las fiestas del Sbado, vi que las mujeres esenias y la criada de Ana preparaban comida en una choza construida de ramas verdes, que Jos, con la ayuda de los pastores, haba levantado a la entrada de la gruta. Haba desocupado la habitacin a la entrada de la gruta, tendido colchas en el suelo y arreglado todo como para una fiesta, segn le permita su pobreza. Dispuso as todas las cosas antes del comienzo del sbado, pues el da siguiente era el octavo despus del nacimiento de Jess, cuando deba ser circuncidado de conformidad con el precepto divino. Al caer la tarde Jos fue a Beln y trajo consigo a tres sacerdotes, un anciano, una mujer y una cuidadora para esta ceremonia. Tena sta un asiento, del que se serva en ocasiones parecidas y una piedra octogonal chata y muy gruesa, que contena los objetos necesarios. Todo esto fue colocado sobre esteras donde deba tener lugar la circuncisin, es decir en la entrada de la gruta, entre el rincn que ocupaba Jos y el hogar. El asiento era una especie de cofre con cajones, los cuales, puestos a continuacin de los otros, formaban como un lecho de reposo con un apoyo a un lado; se estaba uno all recostado ms que sentado. La piedra octogonal tena ms de dos pies de dimetro. En el centro haba una cavidad octogonal tambin cubierta por una placa de metal, donde se hallaban tres cajas y un cuchillo de piedra en compartimentos separados. Esta piedra fue colocada al lado del asiento, sobre un pequeo escabel de tres patas que hasta aquel momento haba quedado bajo una cobertura, en el sitio donde haba nacido el Salvador. Terminados estos arreglos los sacerdotes saludaron a Mara y al Nio Jess, y conversando amistosamente con la Virgen Santsima tomaron al Nio entre sus brazos, y quedaron conmovidos. Despus tuvo lugar la comida en la glorieta. Muchos pobres que haban seguido a los sacerdotes, como solan hacer en tales ocasiones, rodeaban la mesa y durante la comida reciban los regalos de Jos y de los sacerdotes, de modo que pronto qued todo distribuido. Al ponerse el sol me pareca que su disco era ms grande que en nuestro pas. Lo vi descender en el horizonte; sus rayos penetraban por la puerta abierta al interior de la gruta.

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LI La circuncisin de Jess rdan varias lmparas en la gruta. Durante la noche se rez largo tiempo y se entonaron cnticos. La ceremonia de la circuncisin tuvo lugar al amanecer. Mara estaba preocupada e inquieta. Haba dispuesto por si misma los paos destinados a recibir la sangre y a vendar la herida, y los tena delante, en un pliegue de su manto. La piedra octogonal fue cubierta por los sacerdotes con dos paos, rojo y blanco, ste encima, con oraciones y varias ceremonias. Luego uno de los sacerdotes se apoy sobre el asiento y la Virgen que se haba quedado envuelta en el fondo de la gruta con el Nio Jess en brazos, se lo entreg a la criada con los paos preparados. Jos lo recibi de manos de la mujer y lo dio a la que haba venido con los sacerdotes. Esta mujer coloc al Nio, cubierto con un velo, sobre la cobertura de la piedra octogonal. Recitaron nuevas oraciones. La mujer quit al Nio sus paales y lo puso sobre las rodillas del sacerdote que se hallaba sentado. Jos inclinse por encima de los hombros del sacerdote y sostuvo al Nio por la parte superior del cuerpo. Dos sacerdotes se arrodillaron a derecha e izquierda, teniendo cada uno de ellos uno de sus piececitos, mientras el que realizaba la operacin se arrodill delante del Nio. Descubrieron la piedra octogonal y levantaron la placa metlica para tener a mano las tres cajas de ungento; haba all aguas para las heridas. Tanto el mango como la hoja del cuchillo eran de piedra. El mango era pardo y pulido; tena una ranura por la que se haca entrar la hoja, de color amarillento, que no me pareci muy filosa. La incisin fue hecha con la punta curva del cuchillo. El sacerdote hizo uso tambin de la ua cortante de su dedo. Exprimi la sangre de la herida y puso encima el ungento y otros ingredientes que sac de las cajas. La cuidadora tom al Nio y despus de haber vendado la herida lo envolvi de nuevo en sus paales. Esta vez le fueron fajados los brazos que antes llevaba libres y le pusieron en torno de la cabeza el velo que lo cubra anteriormente. Despus de esto el Nio fue puesto de nuevo sobre la piedra octogonal y recitaron otras oraciones. El ngel haba dicho a Jos que el Nio deba llamarse Jess; pero el sacerdote no acept al principio ese nombre y por eso se puso a rezar. Vi entonces a un ngel que se le apareca y le mostraba el nombre de Jess sobre un cartel parecido al que ms tarde estuvo sobre la cruz del Calvario. No s en realidad si el ngel fue visto por l o por otro sacerdote: lo cierto es que lo vi muy emocionado escribiendo ese nombre en un pergamino, como impulsa- 129 -

do por una inspiracin de lo alto. El Nio Jess llor mucho despus de la ceremonia de la circuncisin. He visto que Jos lo tomaba y lo pona en brazos de Mara, que se haba quedado en el fondo de la gruta con dos mujeres ms. Mara tom al Nio, llorando, se retir al fondo donde se hallaba el pesebre, se sent cubierta con el velo y calm al Nio dndole el pecho. Jos le entreg los paales teidos en sangre. Se recitaron nuevamente oraciones y se cantaron salmos. La lmpara arda, aunque haba amanecido completamente. Poco despus la Virgen se aproxim con el Nio y lo puso en la piedra octogonal. Los sacerdotes inclinaron hacia ella sus manos cruzadas sobre la cabeza del Nio, y luego se retir Mara con el Nio Jess. Antes de marcharse los sacerdotes comieron algo en compaa de Jos y de dos pastores bajo la enramada. Supe despus que todos los que haban asistido a la ceremonia eran personas buenas y que los sacerdotes se convirtieron y abrazaron la doctrina del Salvador. Entre tanto, durante toda la maana se distribuyeron regalos a los pobres que acudan a la puerta de la gruta. Mientras dur la ceremonia el asno estuvo atado en sitio aparte. Hoy pasaron por la puerta unos mendigos sucios y harapientos, llevando envoltorios, procedentes del valle de los pastores: pareca que iban a Jerusaln para alguna fiesta. Pidieron limosna con mucha insolencia, profiriendo maldiciones e injurias cerca del pesebre, diciendo que Jos no les daba bastante. No supe quienes eran, pero me disgust grandemente su proceder. Durante la noche siguiente he visto al Nio a menudo desvelado a causa de sus dolores, y que lloraba mucho. Mara y Jos lo tomaban en brazos uno despus de otro y lo paseaban alrededor de la gruta tratando de calmarlo.

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LII Isabel acude a la gruta de Beln sta noche vi a Isabel montada en un asno, conducido por un viejo criado en camino de Juta a la gruta de Beln. Jos la recibi afectuosamente y Mara la abraz con un sentimiento de indecible alegra. Isabel estrech al Nio contra su pecho, derramando lgrimas de jbilo. Le prepararon un lecho cerca del sitio donde haba nacido Jess. Delante de l haba un banquillo alto como el de aserrador, sobre el cual haba un cofre pequeo donde solan colocar al Nio Jess. Deba ser una costumbre que usaban con los nios, pues ya haba visto en casa de Ana a Mara en su primera infancia reposando en un banquillo parecido. Anoche y durante el da de hoy vi a Mara e Isabel sentadas juntas en afectuosa conversacin. Yo me hallaba tan cerca de ellas que escuchaba sus palabras con sentimiento de viva alegra. La Virgen cont a su prima todo lo que haba sucedido hasta entonces y cuando habl de lo que haba sufrido buscando un albergue en Beln, Isabel llor muy conmovida. Le dijo muchas cosas referentes al nacimiento de Jess. Le explic que en el momento de la anunciacin, su espritu se haba sentido arrebatado durante diez minutos, teniendo la sensacin de que su corazn se duplicaba y que un bienestar indecible entraba en ella llenndola por completo. En el momento del nacimiento, se haba sentido tambin arrebatada con la sensacin que los ngeles la llevaban arrodillada por los aires y le haba parecido que su corazn se divida en dos partes y que una mitad se separaba de la otra. Durante diez minutos haba perdido el uso de los sentidos. Luego sinti un vaco interior y un inmenso deseo de la felicidad infinita que hasta aquel momento haba habitado en ella y que ya no estaba ms. Haba visto delante de s una luz deslumbradora, en medio de la cual su Nio haba parecido crecer ante sus ojos. En ese momento lo vio moverse y lo oy llorar. Volviendo en s lo levant de la colcha y lo estrech contra su pecho, pues al principio haba credo estar soando y no se haba atrevido a tocar al Nio rodeado de tanta luz. Dijo no haberse dado cuenta del momento en que el Nio se haba separado de ella. Isabel le contest: "En vuestro alumbramiento habis gozado favores que no tienen las dems mujeres. El nacimiento de mi Juan fue tambin lleno de dulzura, pero todo se realiz en forma muy diversa". Esto es lo que recuerdo de sus plticas. Al caer la tarde Mara se ocult nuevamente con el Nio, acompaada de Isabel, en la caverna lateral, vecina a la gruta del pesebre; me parece que permanecieron all toda la noche. Mara procedi as porque muchas perso- 131 -

nas de distincin acudan de Beln al pesebre por pura curiosidad, y no quiso mostrarse a ellas. Hoy vi a Mara saliendo con el Nio de la gruta del pesebre, yendo a otra que est a la derecha. La entrada es estrecha y unos catorce escalones inclinados llevan primero a una pequea cueva y despus a una habitacin subterrnea ms amplia que la gruta del pesebre. Jos la separ en dos partes por medio de una colcha que suspendi de la techumbre. La parte contigua a la entrada era semicircular y la otra cuadrada. La luz no vena de arriba, sino de aberturas laterales que atravesaban una roca muy ancha. Unos das antes haba visto a un hombre sacar de aquella gruta haces de lea y de paja y paquetes de caas como los que usaba Jos para hacer fuego. Fue un pastor el que hizo este servicio. Esta gruta era ms amplia y clara que la del pesebre. El asno no estaba en ella. Vi al Nio Jess acostado en una gamella abierta en la roca. En los das precedentes vi a Mara a menudo junto a algunos visitantes mostrndoles al Nio cubierto con un velo y teniendo slo un pao alrededor del cuerpo. Otras veces lo vea del todo fajado. He visto que la cuidadora que haba asistido a la circuncisin vena a menudo a visitar al Nio. Mara le daba casi todo lo que traan los visitantes para que ella lo distribuyera entre los pobres del lugar y de Beln.

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LIII Los pases de los Reyes Magos i el nacimiento de Jesucristo anunciado a los Reyes Magos. He visto a Mensor y a Sair: estaban en el pas del primero y observaban los astros, despus de haber hecho los preparativos del viaje. Observaban la estrella de Jacob desde lo alto de una torre piramidal. Esta estrella tena una cola que se dilat ante sus ojos, y vieron a una Virgen brillante, delante de la cual, en medio del aire, se vea un Nio luminoso. Al lado derecho del Nio brot una rama, en cuya extremidad apareci, como una flor, una pequea torre con varias entradas que acab por transformarse en ciudad. Inmediatamente despus de esta aparicin los dos Reyes se pusieron en marcha. Teokeno, el tercero de los Reyes, que viva ms hacia el oriente, a dos das de viaje, tuvo igual aparicin, a la misma hora, y parti en seguida aceleradamente para reunirse con sus dos amigos, a los que encontr en el camino. Me dorm con gran deseo de encontrarme en la gruta del pesebre, cerca de la Madre de Dios, con el ansia de que ella me diera al Nio Jess para tenerlo en mis brazos algn tiempo y estrecharlo contra mi corazn. Me acerqu a la gruta del pesebre. Era de noche. Jos dorma apoyado en el brazo derecho, en su aposento, cerca de la entrada. Mara estaba despierta, sentada en su sitio de costumbre, cerca del pesebre, teniendo al pequeo Jess a su pecho, cubierta con un velo. Me arrodill all y le ador, sintiendo un, gran deseo de ver al Nio. Ah, Mara bien lo saba! Ella lo sabe todo y acoge todo lo que se le pide con bondad muy conmovedora, siempre que se rece con fe sincera! Pero ahora estaba silenciosa, en recogimiento; adoraba respetuosamente a Aqul de quien era Madre. No me dio al Nio, porque creo lo estaba amamantando. En su lugar, yo hubiera hecho lo mismo. Mi ansia creca ms y se confunda con el de todas las almas que suspiraban por el Nio Jess. Pero esta ansia ma no era tan pura, tan inocente ni tan sincera como la del corazn de los buenos Reyes Magos del Oriente, que lo haban aguardado desde siglos en las personas de sus antepasados, creyendo, esperando y amando. As fue que mi deseo se volvi hacia ellos. Cuando acab de rezar, me deslic respetuosamente fuera de la gruta y fui llevada por un largo camino hasta el cortejo de los Reyes Magos. A travs del camino he visto muchos pases, moradas y gentes con sus trajes, sus costumbres y su culto; pero casi todo se me ha ido de la memoria. Fui llevada al Oriente a una regin donde nunca haba estado, casi toda estril y arenosa. Cerca de unas colinas habitaban en cabaas, bajo enramadas, pequeos grupos de hombres. Eran familias aisladas de cinco a ocho perso- 133 -

nas. El techo de ramas se apoyaba en la colina donde haban cavado las habitaciones. Esta regin no produca casi nada; slo brotaban zarzales y algn arbolillo con capullos de algodn blanco. En otros rboles ms grandes colocaban a sus dolos. Aquellos hombres vivan an en estado salvaje. Me pareci que se alimentaban de carne cruda, especialmente de pjaros y se dedicaban al latrocinio. Eran de color cobrizo y tenan los cabellos rojos como el pelo de zorro. Eran bajos, macizos, ms bien gordos que flacos; eran muy hbiles, activos y giles. En sus habitaciones no haba animales domsticos ni tenan rebaos. Confeccionaban una especie de colchas con algodn que recogan de sus pequeos rboles. Hilaban largas cuerdas del espesor de un dedo que luego trenzaban para hacer anchas tiras de tejidos. Cuando haban preparado cierta cantidad ponan sobre sus cabezas grandes atados de colchas e iban a venderlas a la ciudad. Tambin he visto sus dolos en varios lugares, bajo frondosos rboles: tenan cabeza de toro con cuernos y boca grande; en el cuerpo agujeros redondos y ms abajo una abertura ancha donde encendan fuego para quemar las ofrendas colocadas en otras aberturas ms pequeas. Alrededor de cada rbol, bajo los cuales haba dolos, veanse otras figuras de animales sobre columnitas de piedra. Eran pjaros, dragones y una figura que tena tres cabezas de perro y una cola de Serpiente arrollada sobre si misma. Al comenzar el viaje tuve la idea de que haba gran cantidad de agua a mi derecha y que me alejaba cada vez roas de ella. Pasada esta regin, el sendero suba siempre. Atraves la cresta de una montaa de arena blanca donde haba gran cantidad de piedrecillas negras quebradas semejantes a fragmentos de jarrones y escudillas. Del otro lado baj a una regin cubierta de rboles que parecan alineados en orden perfecto. Algunos de estos rboles tenan el tronco cubierto de escamas; las hojas eran extraordinariamente grandes. Otros eran de forma piramidal, con grandes y hermosas flores. Estos ltimos tenan hojas de un verde amarillento y ramas con capullos. He visto otros rboles con hojas muy lisas, en forma de corazn. Llegu despus a un pas de praderas que se extenda hasta donde alcanzaba la vista en medio de alturas. Haba all innumerables rebaos. Los viedos crecan alrededor de las colinas. Haba filas de cepas sobre terrazas con pequeos vallados de ramas para protegerlas. Los dueos de los rebaos habitaban en carpas, cuya entrada estaba cerrada por medio de zarzos livianos. Aquellas carpas estaban hechas con tejido de lana blanca fabricado por los pueblos ms salvajes que haba visto antes. En el centro haba una gran carpa rodeada de muchas otras pequeas. Los rebaos, separados en clases, vagaban por extensos prados divididos por setos de zarzales. Haba diferentes - 134 -

tipos de rebaos: carneros cuya lana colgaba en largas trenzas, con grandes colas lanudas; otros animales muy giles, con cuernos, como los de los chivos, grandes como terneros; otros tenan el tamao de los caballos que corren en libertad en nuestras praderas. Haba tambin manadas de camellos y animales de la misma especie pero con dos jorobas. En un recinto cerrado vi elefantes blancos y algunos manchados: estaban domesticados y servan para los trabajos ordinarios. Esta visin fue interrumpida tres veces por diversas circunstancias, pero volv siempre a ella. Aquellos rebaos y pastizales pertenecan, segn creo, a uno de los Reyes Magos que se hallaba entonces de viaje; me parece que eran del Rey Mensor y sus parientes. Haban sido puestos al cuidado de otros pastores subalternos que vestan chaquetas largas hasta las rodillas, ms o menos de la forma de las de nuestros campesinos, pero ms estrechas. Creo que por haber partido el jefe para un largo viaje todos los rebaos fueron revisados por inspectores, y los pastores subalternos tuvieron que decir la cantidad exacta, pues he podido ver a cierta gente, cubierta de grandes abrigos, venir de cuando en cuando para tomar nota de todo. Se instalaban en la gran carpa principal y central y hacan desfilar a todos los rebaos entre esta carpa y las ms pequeas. As se examinaba y contaba todo. Los que nacan las cuentas tenan en las manos una especie de tablilla, no s de qu materia, sobre la cual escriban. Viendo esto, me deca: "Ojal pudieran nuestros obispos examinar con el mismo cuidado los rebaos confiados a los pastores subalternos!" Cuando despus de la ltima interrupcin de esta visin volv a estas praderas, era ya de noche. La mayor parte de los pastores descansaban bajo carpas pequeas. Slo algunos velaban caminando de un lado a otro en torno a las reses, encerradas, segn su especie, en grandes recintos separados. Yo miraba con afecto estos rebaos que dorman en paz pensando que pertenecan a hombres, los cuales haban abandonado la contemplacin de los azules prados del cielo, sembrados de estrellas, y haban partido siguiendo el llamado de su Creador Todopoderoso, como fieles rebaos, para seguirlo con ms obediencia que los corderos de esta tierra siguen a sus pastores terrenales. Vea a los pastores que miraban ms a menudo las estrellas del cielo que sus rebaos de la tierra. Yo pensaba: "Tienen razn en levantar los ojos asombrados y agradecidos hasta el cielo mirando hacia donde sus antepasados, desde hace siglos, perseverando en la espera y en la oracin, no han cesado de levantar sus miradas". El buen pastor que busca la oveja perdida, no descansa hasta haberla encontrado y trado de nuevo. Lo mismo acaba de hacer el Padre que est en los cielos, el verdadero pastor de los innumerables rebaos de estrellas extendi- 135 -

dos en la inmensidad. Al pecar el hombre, a quien Dios haba sometido toda la tierra, Dios maldijo a sta en castigo de su crimen; fue a buscar al hombre cado en la tierra, su residencia, como a una oveja perdida; envi desde lo alto del cielo a su Hijo nico para que se hiciera hombre, guiara a aquella oveja descaminada, tomara sobre l todos sus pecados en calidad de Cordero de Dios, y, muriendo, diera satisfaccin a la justicia divina. Y este advenimiento del Redentor haba tenido lugar. Los reyes de aquel pas, guiados por una estrella, haban partido la noche anterior para rendir homenaje al Salvador recin nacido. Por causa de esto, los que velaban sobre los rebaos, miraban con emocin los prados celestiales y oraban; pues el Pastor de los pastores acababa de bajar de los cielos, y fue a los pastores, antes que a nadie, a quienes haba anunciado su venida.

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LIV La comitiva de Teokeno

ientras yo contemplaba la inmensa llanura, el silencio de la noche fue interrumpido por el ruido que produca un grupo de hombres que llegaban apresuradamente montados en camellos. El cortejo, pasando a lo largo de los rebaos que descansaban, se dirigi rpidamente hacia la carpa central. Algunos camellos se despertaban aqu y all e inclinaban sus largos cuellos hacia la comitiva que pasaba. Se oa el balar de los corderos, interrumpidos en su sueo. Algunos de los recin llegados bajaron de sus monturas y despertaban a los pastores que dorman. Los vigas ms prximos se juntaron al cortejo. Pronto todos estuvieron en pie y en movimiento en torno de los viajeros. La gente conversaba mirando al cielo e indicando las estrellas. Se referan a un astro o a una aparicin celeste que ya no se perciba ms, pues yo misma ya no pude verla. Era el cortejo de Teokeno, el tercero de los Reyes Magos que habitaba ms lejos. Haba visto en su patria la misma aparicin en el cielo que vieron sus compaeros y de inmediato se puso en camino. Ahora preguntaba cunta ventaja le llevaban de camino Mensor y Sair, y si an se vea la estrella que haba tomado como gua. Cuando hubo recibido los informes necesarios, continu su viaje sin detenerse mayormente. Este era el lugar donde los tres Reyes, que vivan muy lejos uno de otro, solan reunirse para observar los astros y en su cercana se hallaba la torre piramidal en cuya cumbre hacan observaciones. Teokeno era entre los tres el que habitaba ms lejos. Viva ms all del pas donde residi Abrahn al principio, y se haba establecido alrededor de esa comarca. En los intervalos entre las visiones que tuve tres veces, durante este da, relativas a lo que suceda en la gran llanura de los rebaos, me fueron mostradas diversas cosas sobre los pases donde haba vivido Abrahn: he olvidado la mayor parte. Vi una vez, a gran distancia, la altura donde Abrahn deba sacrificar a su hijo Isaac. La primera morada de Abrahn se hallaba situada sobre una gran elevacin, y los pases de los tres Reyes Magos eran ms bajos y estaban alrededor de aquel lugar de Abrahn. Otra vez vi, muy claramente, a pesar de ocurrir muy lejos, el hecho de Agar y de Ismael en el desierto. Relato lo que pude ver de esto. A un lado de la montaa de Abraham, hacia el fondo del valle, he visto a Agar con su hijo errando en medio de los matorrales. Pareca estar fuera de si. El nio era todava muy pequeo y tena un vestido largo. Ella andaba envuelta en un largo manto que le cubra la cabeza y debajo llevaba un vestido corto con un corpio ajustado. Puso al - 137 -

nio bajo un rbol cerca de una colina y le hizo unas marcas en la frente, en la parte superior del brazo derecho, en el pecho y en la parte alta del brazo izquierdo. No vi la marca de la frente; pero las otras, hechas sobre el vestido, permanecieron visibles y parecan trazadas en rojo. Tenan la forma de una cruz, no comn, sino parecida a una de Malta que llevara en el centro un crculo, del que partan los cuatro tringulos que formaban la cruz. En cada uno de los tringulos Agar escribi unos signos o letras en forma de gancho, cuyo significado no pude comprender. En el crculo del centro traz dos o tres letras. Hizo todo el dibujo muy rpidamente con un color rojo que pareca tener en la mano y que quizs era sangre. Se apart de all, levantando sus ojos al cielo, sin mirar el lugar donde dejaba a su hijo, y fue a sentarse a la sombra de un rbol como a la distancia de un tiro de fusil. Estando all oy una voz en lo alto; se apart ms an del lugar primero, y habiendo escuchado la voz por segunda vez dio con una fuente de agua oculta entre el follaje. Llen de agua su odre, y volviendo de nuevo al lado de su hijo, le dio de beber; luego lo llev consigo junto a la fuente, y encima del vestido que tena las marcas hechas, le puso otra vestimenta. Me parece haber visto otra vez a Agar en el desierto antes del nacimiento de Ismael. Al amanecer, el acompaamiento de Teokeno alcanz a unirse al de Mensor y de Sair cerca de una poblacin en ruinas. Se vean all largas filas de columnas, aisladas unas de otras, y puertas coronadas por torrecitas cuadradas, todo medio derruido. An se vean algunas grandes y hermosas estatuas, no tan rgidas como las de Egipto, sino en graciosas actitudes, cual si fueran vivientes. En general el pas era arenoso y lleno de rocas. He visto que en las ruinas de la ciudad se haban establecido gentes que ms bien parecan bandoleros y vagabundos; como nico vestido llevaban pieles de animales echadas sobre el cuerpo y tenan armas de flechas y venablos. Aunque eran de estatura baja y gruesos, eran giles en gran manera; tenan la piel tostada. Crea reconocer este lugar por haber estado antes, en ocasin de mis viajes a la montaa de los profetas y al pas del Ganges. Cuando se encontraron reunidos los tres Reyes, dejaron el lugar por la maana muy temprano, con nimo de continuar viaje con apuro. He visto que muchos habitantes pobres siguieron a los Reyes, por la liberalidad con que los trataban. Despus de otro medio da de viaje se detuvieron. Despus de la muerte de Jesucristo, el apstol San Juan envi a dos de sus discpulos, Saturnino y Jonadab (medio hermano de San Pedro) para anunciar el Evangelio a los habitantes de la ciudad en ruinas20. - 138 -

LV Nombres de los Reyes Magos uando estuvieron juntos los tres Reyes Magos, he visto que el ltimo, Teokeno, tena la piel amarillenta: lo reconoc porque era el mismo que unos treinta y dos aos ms tarde se encontraba en su tienda enfermo al visitar Jess a estos Reyes en su residencia, cerca de la Tierra prometida. Cada uno de los Reyes Magos llevaba consigo a cuatro parientes cercanos o amigos ms ntimos, de modo que en el cortejo haba como uas quince personas de alto rango sin contar la muchedumbre de camelleros y de otros criados. Reconoc a Eleazar, que ms tarde fue mrtir, entre los jvenes que acompaaban a los Reyes. Estaban sin ropa hasta la cintura y as podan correr y saltar con mayor agilidad. Tengo una reliquia de este santo. Mensor, el de los cabellos negros, fue bautizado ms tarde por Santo Toms y recibi el nombre de Leandro. Teokeno, el de tez amarilla, que se encontraba enfermo cuando pas Jess por Arabia, fue tambin bautizado por Santo Toms con el nombre de Len. El ms moreno de los tres, que ya haba muerto cuando Jess visit sus tierras, se llamaba Sair o Seir. Muri con el bautismo de deseo. Estos nombres tienen relacin con los, de Gaspar, Melchor y Baltasar, y estn en relacin con el carcter personal de ellos, pues estas palabras significan: el primero, Va con amor; el segundo, Vaga en torno acariciando, se acerca dulcemente; el tercero, Recibe velozmente con la voluntad, une rpidamente su querer a la voluntad de Dios21. Me parece haber encontrado reunido por primera vez el cortejo de los tres Reyes a una distancia como de medio da de viaje, ms all de la poblacin en ruinas donde haba visto tantas columnas y estatuas de piedra. El punto de reunin era una comarca frtil. Se vean casas de pastores diseminadas, construidas con piedras blancas y negras. Llegaron a una llanura, en medio de la cual haba un pozo y amplios cobertizos: tres en el centro y varios alrededor. Pareca un sitio preparado para descanso de los caminantes. Cada acompaamiento estaba compuesto de tres grupos de hombres. Cada uno comprenda cinco personajes de distincin, entre ellos el rey, o jefe, que ordenaba, arreglaba y distribua todo como un padre de familia. Los hombres de cada grupo tenan tez de diferente color. Los hombres de la tribu de Mensor eran de un color moreno agradable; los de Sair eran mucho ms morenos, y los de Teokeno eran de tez ms clara y amarillenta. A excepcin de algunos esclavos, no haba all ninguno de piel totalmente negra. Las personas de distincin iban sentadas en sus cabalgaduras, sobre envoltorios cubiertos de alfombras, y en la mano llevaban bastones. A stos seguan otros - 139 -

animales del tamao de nuestros caballos, montados por criados y esclavos que cargaban los equipajes. Cuando llegaron, desmontaron, descargaron a los animales, les daban de beber del agua del pozo, rodeado de un pequeo terrapln, sobre el cual haba un muro con tres entradas abiertas. En ese recinto se encontraba el pozo de agua en sitio ms bajo. El agua sala por tres conductos que se cerraban por medio de clavijas, y el depsito, a su vez, estaba cerrado con una tapa que fue abierta por uno de los hombres de aquella ciudad en ruinas, agregado al cortejo. Llevaban odres de cuero divididos en cuatro compartimentos, de modo que cuando estaban llenos podan beber cuatro camellos a la vez. Eran tan cuidadosos del agua, que no dejaban perder ni una gota. Despus de haber bebido fueron instalados los animales en recintos sin techo, cerca del pozo, donde cada uno tena su compartimiento. Pusieron a las bestias delante de los comederos de piedra donde se les dio el forraje que haban trado. Les daban de comer unas semillas del tamao de bellotas, quizs habas. Traan como equipaje jaulones colgando de ambos lados de las bestias, en los cuales tenan pjaros como palomas o pollos, de los cuales se alimentaban durante el viaje. En unos recipientes de hierro traan panes como tablitas apretadas unas contra otras del mismo tamao. Llevaban vasos valiosos de metal amarillo, con adornos y piedras preciosas. Tenan la forma de nuestros vasos sagrados, clices y patenas. En ellos presentaban los alimentos o beban. Los bordes de estos vasos estaban adornados con piedras de color rojo. Los vestidos de estos hombres no eran iguales. Los hombres de Teokeno y los de Mensor llevaban sobre la cabeza una especie de gorro alto, con tira de, gnero blanco enrollado; sus tnicas bajaban a la altura de las pantorrillas y eran simples con ligeros adornos sobre el pecho. Tenan abrigos livianos, muy largos y amplios, que arrastraban al caminar. Sair y los suyos llevaban bonetes con cofias redondas bordadas de diferentes colores y pequeo rodete blanco. Sus abrigos eran ms cortos y sus tnicas, llenas de lazos, con botones y adornos brillantes, descendan hasta las rodillas. A un lado del pecho llevaban por adorno una placa estrellada y brillante. Todos calzaban suelas sujetas por cordones que les rodeaban los tobillos. Los principales personajes tenan en la cintura sables cortos o grandes cuchillos; llevaban tambin bolsas y cajitas. Haba entre ellos hombres de cincuenta aos, de cuarenta, de veinte; unos usaban la barba larga, otros corta. Los servidores y camelleros vestan con tanta escasez, que muchos de ellos slo llevaban un pedazo de gnero o algn viejo manto. Cuando hubieron dado de beber a los animales y los encerraron, bebieron los hombres e hicieron un gran fuego en el centro del cobertizo donde se haban refugiado. Utilizaron para el fuego pedazos de madera de ms o me- 140 -

nos dos pies y medio de largo que los pobres del pas traen en haces preparados de antemano para los viajeros. Hicieron una hoguera de forma triangular, dejando una abertura para el aire. Hicieron todo esto con mucha habilidad. No s cmo consiguieron hacer fuego; pero vi que pusieron un pedazo de madera dentro de otro perforado y le dieron vueltas algn tiempo, retirndolo luego encendido. De este modo hicieron fuego. Asaron algunos pjaros que haban matado. Los Reyes y los ms ancianos hacan cada uno en su tribu lo que hace un padre de familia: repartan las raciones y daban a cada uno la suya; colocaban los pjaros asados, cortados en pedazos, sobre pequeos platos, y los hacan circular. Llenaban las copas y daban de beber a cada uno. Los criados subalternos, entre ellos algunos negros, estaban sentados sobre tapetes en el suelo. Esperaban con paciencia su turno y reciban su porcin. Me parecieron esclavos. Qu admirables son la bondad y la simplicidad inocente de estos excelentes Reyes!... A la gente que va con ellos le dan de todo lo que tienen y hasta le hacen beber en sus vasos de oro, llevndolos a sus labios como si fueran nios. Hoy he sabido muchas cosas acerca de los Reyes Magos, especialmente el nombre de sus pases y ciudades; pero lo he olvidado casi todo. An recuerdo lo siguiente: Mensor, el moreno, era de Caldea y su ciudad tena un nombre como Acaiaia22: estaba levantada sobre una colina rodeada de un ro. Mensor habitaba generalmente en la llanura cerca de sus rebaos. Sair, el ms moreno, el de la tez cetrina, estaba ya con l preparado para partir en la noche del Nacimiento. Recuerdo que su patria tena un nombre como de Parthermo. Al Norte del pas haba un lago. Sair y su tribu eran de color ms oscuro y tenan los labios rojos. Los otros eran ms blancos. Slo haba una ciudad ms o menos del tamao de Mnster. Teokeno, el blanco, vena de la Media, comarca situada en un lugar alto, entre dos mares. Habitaba en una ciudad hecha de carpas, alzadas sobre bases de piedras: he olvidado el nombre. Me parece que Teokeno, que era el ms poderoso de los tres y el ms rico, habra podido ir a Beln por un camino ms directo y que slo por reunirse con los dems haba hecho un largo rodeo. Me parece que tuvo que atravesar a Babilonia para alcanzarlos. Sair viva a tres das de viaje del lugar de Mensor, calculando el da de doce leguas de camino. Teokeno se hallaba a cinco das de viaje. Mensor y Sair estaban ya reunidos en casa del primero cuando vieron la estrella del nacimiento de Jess y se pusieron en camino al da siguiente. Teokeno vio la misma aparicin desde su residencia y parti rpidamente para reunirse a los dos Reyes, encontrndose en la poblacin en ruinas. La estrella que los guiaba era como un globo redondo y la luz sala como de una bo- 141 -

ca. Pareca que el globo estuviera suspendido de un rayo luminoso dirigido por una mano. Durante el da yo vea delante de ellos un cuerpo luminoso cuya claridad sobrepasaba la luz del sol. Me asombra la rapidez con que hicieron el viaje, considerando la gran distancia que los separaba de Beln. Los animales tenan un paso tan rpido y uniforme que su marcha pareca tan ordenada, veloz e igual como el vuelo de una bandada de aves de paso. Las comarcas donde habitaban los tres Reyes Magos formaban en conjunto un tringulo. La caravana permaneci hasta la noche en el lugar donde los haba visto detenerse. Las personas que se les agregaron ayudaron a cargar de nuevo las bestias y se llevaron luego las cosas que dejaron abandonadas all los viajeros. Cuando se pusieron en camino, ya era de noche, y se vea la estrella, con una luz algo rojiza como la luna cuando hay mucho viento. Durante un tiempo marcharon junto a sus animales, con la cabeza descubierta, recitando sus plegarias. El camino estaba muy quebrado y no se poda ir de prisa; slo ms tarde, cuando el camino se hizo llano, subieron a sus cabalgaduras. Por momentos hacan la marcha ms lenta y entonces entonaban unos cantos muy expresivos y conmovedores en medio de la soledad de la noche. En la noche del 29 al 30 me encontr nuevamente muy prximo al cortejo de los Reyes. Estos avanzaban siempre en medio de la noche en pos de la estrella, que a veces pareca tocar la tierra con su larga cola luminosa. Los Reyes, miran la estrella con tranquila alegra. A veces descienden de sus cabalgaduras para conversar entre ellos. Otras veces, con meloda lenta, sencilla y expresiva, cantan alternativamente frases cortas, sentencias breves, con notas muy altas o muy bajas. Hay algo de extraordinariamente conmovedor en estos cantos, que interrumpe el silencio nocturno, y yo siento profundamente su significado. Observan un orden muy hermoso mientras avanzan en su camino. Adelante marcha un gran camello que lleva de cada lado cofres, sobre los cuales hay amplias alfombras y encima est sentado un jefe con su venablo en la mano y una bolsa a su lado. Le siguen algunos animales ms pequeos, como caballos o asnos, y encima del equipaje, los hombres que dependen de este jefe. Viene despus otro jefe sobre otro camello y as sucesivamente. Los animales andan con rapidez, a grandes trancos, aunque ponen las patas en tierra con precaucin; sus cuerpos parecen inmviles mientras sus patas estn en movimiento. Los hombres se muestran muy tranquilos, como si no tuvieran, preocupaciones. Todo procede con tanta calma y dulzura que parece un sueo. Estas buenas gentes no conocen an al Seor y van hacia l con tanto orden, con tanta paz y buena voluntad, mientras nosotros, a quienes l ha salvado y colmado de beneficios con sus - 142 -

bondades, somos muy desordenados y poco reverentes en nuestras santas procesiones. Se detuvieron nuevamente en una llanura cerca de un pozo. Un hombre que sali de una cabaa de la vecindad abri el pozo y dieron de beber a los animales, detenindose slo un rato sin descargarlas. Estamos ya en, el da 30. He vuelto a ver al cortejo ascendiendo una alta meseta. A la derecha se vean montaas, y me pareci que se acercaban a una regin con poblaciones, fuentes y rboles. Me pareci el pas que haba visto el ao pasado, y an recientemente, hilando y tejiendo algodn, donde adoraban dolos en forma de toros. Volvieron a dar con mucha generosidad alimento a los numerosos viajeros que seguan a la comitiva; pero no utilizaron los platos y bandejas; lo que me caus alguna sorpresa. Era un sbado, primer da del mes.

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LVI Llegan, al pas del rey de Causur

e vuelto a ver a los Reyes en las inmediaciones de una ciudad, cuyo nombre me suena cmo Causur. Esta poblacin se compona de carpas levantadas sobre bases de piedra. Se detuvieron en casa del jefe o rey del pas, cuya habitacin se encontraba a alguna distancia. Desde que se haban reunido en la poblacin en ruinas hasta aqu, haban andado cincuenta y tres o sesenta y tres horas de camino. Contaron al rey del lugar todo lo que haban observado en las estrellas y este rey se asombr mucho del relato. Mir hacia el astro que les serva de gua y vio, en efecto, a un Niito-en l con una cruz. Pidi a los Reyes volvieran a contarle lo que vieren, porque l tambin deseaba levantar altares al Nio y ofrecerle sacrificios. Tengo curiosidad de ver si cumplir su palabra. Era Domingo, da 2. O que hablaban al rey de sus observaciones astrales, y de esa conversacin recuerdo lo siguiente: Los antepasados de los Reyes eran de la estirpe de Job, que antiguamente haba habitado cerca del Cucaso, aunque tena posesiones en comarcas muy lejanas. Ms o menos 1500 aos antes de Cristo aquella raza no se compona ms que de una tribu.' El profeta Balaam era de su pas y uno de sus discpulos haba dado a conocer all su profeca: "Una estrella ha de nacer de Jacob;" dando las instrucciones al respecto. Su doctrina se haba extendido mucho entre ellos. Levantaron una torre alta en una montaa y varios astrlogos se turnaban en ella alternativamente. He visto esa torre, parecida a una montaa, muy ancha en su base y terminada en punta. Todo lo que observaban era anotado y pasaba luego de boca en boca. Estas observaciones sufrieron repetidas interrupciones debido a diversas causas. Ms tarde se introdujeron prcticas execrables, como el sacrificio de nios, aunque conservaban la creencia de que el Nio prometido llegara pronto. Alrededor de cinco siglos antes de Cristo cesaron estas observaciones y aquellos hombres se dividieron en tres ramas diferentes, formadas por tres hermanos que vivieron separados con sus familias. Tenan tres hijas a las que Dios haba concedido el don de profeca, las cuales recorrieron el pas vestidas de largos mantos, haciendo conocer las predicciones relativas a la estrella y al Nio que deba salir de Jacob. Se dedicaron desde entonces nuevamente a observar los astros y la expectacin se hizo muy intensa en las tres tribus. Estos tres Reyes descendan de aquellos tres hermanos a travs de quince generaciones que se haban sucedido en lnea recta durante quinientos aos. Con la mezcla de unas razas con otras haba variado tambin la tez de estos tres Reyes, y en el color se dife- 144 -

renciaban unos de otros. Desde esos cinco siglos no haban dejado de reunirse los reyes de vez en cuando para observar los astros. Todos los hechos notables relacionados con el nacimiento de Jess y el advenimiento del Mesas les haban sido indicados mediante las seales maravillosas de los astros. He visto algunas de estas seales, aunque no las puedo describir con claridad. Desde la concepcin de Mara Santsima, es decir, desde quince aos atrs, estas seales indicaban con ms claridad que la venida del Nio estaba prxima. Los Reyes haban observado cosas que tenan relacin con la pasin del Seor. Pudieron calcular con exactitud la poca en que saldra la estrella de Jacob, anunciada por Balaam, porque haban visto la escala de Jacob, y, segn el nmero de escalones y la sucesin de los cuadros que all se encontraban, era posible calcular el advenimiento del Mesas, como sobre un calendario, porque la extremidad de la escala llegaba hasta la estrella o bien la estrella misma era la ltima imagen aparecida. En el momento de la concepcin de Mara haban visto a la Virgen con un cetro y una balanza, sobre cuyos platillos haba espigas de trigo y uvas. Algo ms tarde vieron a la Virgen con el Nio. Beln se les apareci como un hermoso palacio, una casa (llena de abundantes bendiciones. Vieron tambin all dentro a la Jerusaln celestial, y entre las dos moradas se extenda una ruta llena de sombras, de espinas, de combate y de sangre. Ellos creyeron que esto deba tomarse al pie de la letra: pensaron que el Rey esperado deba haber nacido en medio de gran pompa y que todos los pueblos le rendiran homenaje, y por esto iban con gran acompaamiento a honrarle y a ofrecerle sus dones. La visin de la Jerusaln celestial la tomaron por su reino en la tierra y pensaban encaminarse a esa ciudad. En cuanto al sendero lleno de sombras y espinas, pensaron que significaba el viaje que hacan lleno de dificultades o alguna guerra que amenazaba al nuevo Rey. Ignoraban que esto era el smbolo de la va dolorosa de su Pasin. Ms abajo, en la escala de Jacob, vieron, y yo tambin la vi, una torre artsticamente construida, muy semejante a las torres que veo sobre el monte de los Profetas, y donde la Virgen se refugi una vez durante una tormenta. Ya no recuerdo lo que esto significaba; pero podra ser la huida a Egipto. Sobre la escala de Jacob haba una serie de cuadros, smbolos figurativos de la Virgen, algunos de los cuales se encuentran en las Letanas, y adems "la fuente sellada", el jardn cerrado, como asimismo unas figuras de reyes entre los cuales uno tena un cetro y los otros ramas de rboles. Estos cuadros los vean en las estrellas continuamente durante las tres ltimas noches. Fue entonces que el principal envi mensajes a los otros; y viendo a unos reyes que presentaban ofrendas al Nio recin nacido, se pusieron en camino para no ser los ltimos en rendir- 145 -

le homenaje. Todas las tribus de los adoradores de astros haban visto la estrella; pero slo estos Reyes Magos se decidieron a seguirla. La estrella que los guiaba no era un cometa, sino un meteoro brillante, conducido por un ngel. Estas visiones fueron causa de que partieran con la esperanza de hallar grandes cosas, quedando despus muy sorprendidos al no encontrar nada de lo que pensaban. Se admiraron de la recepcin de Herodes y de que todo el mundo ignorase el acontecimiento. Al llegar a Beln y al ver una pobre gruta en lugar del palacio que haban contemplado en la estrella, estuvieron tentados por muchas dudas; no obstante, conservaron su fe, y ya ante el Nio Jess, reconocieron que lo que haban visto en la estrella se estaba realizando. Mientras observaban las estrellas hacan ayuno, oraciones, ceremonias y toda clase de abstinencias y purificaciones. El culto de los astros ejerca en la gente mala toda clase de influencias perniciosas por su relacin con los espritus malignos. En los momentos de sus visiones eran presas de convulsiones violentas, y como consecuencia de stas agitaciones tenan lugar los sacrificios sangrientos de nios. Otras personas buenas, como los Reyes Magos, vean todas estas cosas con claridad serena y con agradable emocin, y se volvan mejores y ms creyentes. Cuando los Reyes dejaron a Causur, he visto que se uni a ellos una caravana de viajeros distinguidos que segua el mismo derrotero. El 3 y el 4 del mes vi que atravesaban una llanura extensa, y el 5 se detuvieron cerca de un pozo de agua. All dieron de beber a sus bestias, sin descargarlas, y prepararon algunos alimentos. Canto con estos Reyes. Ellos lo hacen agradablemente, con palabras como stas: "Queremos pasar las montaas y arrodillarnos ante el nuevo Rey". Improvisan y cantan versos alternativamente. Uno de ellos empieza y los otros repiten; luego otro dice una nueva estrofa, y as prosiguen, mientras cabalgan, cantando sus melodas dulces y conmovedoras. En el centro de la estrella o, mejor, dentro del globo luminoso, que les indicaba el camino, vi aparecer un Nio con la cruz. Cuando los Reyes vieron la aparicin de la Virgen en las estrellas, el globo luminoso se puso encima de esta imagen, ponindose prontamente en movimiento.

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LVII La Virgen Santsima presiente la llegada de los Reyes ara haba tenido una visin de la prxima llegada de los Reyes, cuando stos se detuvieron con el rey de Causur, y vio tambin que este rey quera levantar un altar para honrar al Nio. Comuniclo a Jos y a Isabel, dicindoles que sera preciso vaciar cuanto se pudiera la gruta del Pesebre y preparar la recepcin de los Reyes. Mara se retir ayer de la gruta por causa de unos visitantes curiosos, que acudieron muchos ms en estos ltimos das. Hoy Isabel se volvi a Juta en compaa de un criado. En estos dos ltimos das hubo ms tranquilidad en la gruta del Pesebre y la Sagrada Familia permaneci sola la mayor parte del tiempo. Una criada de Mara, mujer de unos treinta aos, grave y humilde, era la nica persona que los acompaaba. Esta mujer, viuda, sin hijos, era parienta de Ana, que le haba dado asilo en su casa. Haba sufrido mucho con su esposo, hombre duro, porque siendo ella piadosa y buena, iba a menudo a ver a los esenios con la esperanza del Salvador de Israel. El hombre se irritaba por esto, como hacen los hombres perversos de nuestros das, a quienes les parece que sus mujeres van demasiado a la iglesia. Despus de haber abandonado a su mujer, muri al poco tiempo. Aquellos vagabundos que, mendigando, haban proferido injurias y maldiciones cerca de la gruta de Beln, e iban a Jerusaln para la fiesta de la Dedicacin del Templo, instituida por los Macabeos, no volvieron por estos contornos. Jos celebr el sbado bajo la lmpara del Pesebre con Mara y la criada. Esta noche empez la fiesta de la Dedicacin del Templo y reina gran tranquilidad. Los visitantes, bastante numerosos, son gentes que van a la fiesta. Ana enva a menudo mensajeros para traer presentes e inquirir noticias. Como las madres judas no amamantan mucho tiempo a sus criaturas sino que les dan otros1 alimentos, as el Nio Jess tomaba tambin, despus de los primeros das, una papilla hecha con la mdula de una especie de caa. Es un alimento dulce, liviano y nutritivo. Jos enciende su lmpara por la noche y por la maana para celebrar la fiesta de la Dedicacin. Desde que ha empezado la fiesta en Jerusaln, aqu estn muy tranquilos. Lleg hoy un criado mandado por Santa Ana trayendo, adems de varios objetos, todo lo necesario para trabajar en un ceidor y un cesto lleno de hermosas frutas cubiertas de rosas. Las flores puestas sobre las frutas conservaban toda su frescura. El cesto era alto y fino, y las rosas no eran del mismo color que las nuestras, sino de un tinte plido y color de carne, entre otras amarillas y blancas y algunos capullos. Me pareci que le agrad a - 147 -

Mara este cesto y lo coloc a su lado. Mientras tanto yo vea varias veces a los Reyes en su viaje. Iban por un camino montaoso, franqueando aquellas montaas donde haba piedras parecidas a fragmentos de cermica. Me agradara tener algunas de ellas, pues son bonitas y pulidas. Hay algunas montaas con piedras transparentes, semejantes a huevos de pjaros, y mucha arena blanquizca. Ms tarde vi a los Reyes en la comarca donde se establecieron posteriormente y donde Jess los visit en el tercer ao de su predicacin. Me pareci que Jos, deseando permanecer en Beln, pensaba habitar all despus de la Purificacin de Mara y que haba tomado ya informes al respecto. Hace tres das vinieron algunas personas pudientes de Beln a la gruta. Ahora aceptaran de muy buena gana a la Sagrada Familia en sus casas; pero Mara se ocult en la gruta lateral y Jos rehus modestamente sus ofrecimientos. Santa Ana est por visitar a Mara. La he visto muy preocupada en estos ltimos das revisando sus rebaos y haciendo la separacin de la parte de los pobres y la del Templo. De la misma manera la Sagrada Familia reparte todo lo que recibe en regalos. La festividad de la Dedicacin segua an por la maana y por la noche y deben de haber agregado otra fiesta el da 13, pues pude ver que en Jerusaln hacan cambios en las ceremonias. Vi tambin a un sacerdote junto a Jos, con un rollo, orando al lado de una mesa pequea cubierta con una carpeta roja y blanca. Me pareci que el sacerdote vena a ver si Jos celebraba la fiesta o para anunciar otra festividad. En estos ltimos das la gruta estuvo muy tranquila porque no tena visitantes. La fiesta de la Dedicacin termin con el sbado, y Jos dej de encender las lmparas. El domingo 16 y el lunes 17 muchos de los alrededores acudieron a la gruta del Pesebre, y aquellos mendigos descarados se mostraron en la entrada. Todos volvan de las fiestas de la Dedicacin. El 17 llegaron dos mensajeros de parte de Ana, con alimentos y diversos objetos, y Mara, que es ms generosa que yo, pronto distribuy todo lo que tena. Vi a Jos haciendo diversos arreglos en la gruta del pesebre, en las grutas laterales y en la tumba de Maraha. Segn la visin que haba tenido Mara, esperaban prximamente a Ana y a los Reyes Magos.

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LVIII El viaje de los Reyes Magos e visto llegar hoy la caravana de los Reyes, por la noche, a una poblacin pequea con casas dispersas, algunas rodeadas de grandes vallas. Me parece que es ste el primer lugar donde se entra en la Judea. Aunque aquella era la direccin de Beln, los Reyes torcieron hacia la derecha, quizs por no hallar otro camino ms directo. Al llegar all su canto era ms expresivo y animado; estaban ms contentos porque la estrella tena un brillo extraordinario: era como la claridad de la luna llena, y las sombras se vean con mucha nitidez. A pesar de todo, los habitantes parecan no reparar en ella. Por otra parte eran buenos y serviciales. Algunos viajeros haban desmontado y los habitantes ayudaban a dar de beber a las bestias. Pens en los tiempos de Abrahn, cuando todos los hombres eran serviciales y benvolos. Muchas personas acompaaron a la comitiva de los Reyes Magos llevando palmas y ramas de rboles cuando pasaron por la ciudad. La estrella no tena siempre el mismo brillo: a veces se oscureca un tanto; pareca que daba ms claridad segn fueran mejores los lugares que cruzaban. Cuando vieron los Reyes resplandecer ms a la estrella, se alegraron mucho pensando que sera all donde encontraran al Mesas, Esta maana pasaron al lado de una ciudad sombra, cubierta de tinieblas, sin detenerse en ella, y poco despus atravesaron un arroyo que se echa en el Mar Muerto. Algunas de las personas que los acompaaban se quedaron en estos sitios. He sabido que una de aquellas ciudades haba servido de refugio a alguien en ocasin de un combate, antes que Salomn subiera al trono. Atravesando el torrente, encontraron un buen camino. Esta noche volv a ver el acompaamiento de los Reyes que haba aumentado a unas doscientas personas porque la generosidad de ellos haba hecho que muchos se agregaran al cortejo. Ahora se acercaban por el Oriente a una ciudad cerca de la cual pas Jess, sin entrar, el 31 de Julio del segundo ao de su predicacin. El nombre de esa ciudad me pareci Manatea, Metanea, Medana o Madin23, Haba all judos y paganos; en general eran malos. A pesar de atravesarla una gran ruta, no quisieron entrar por ella los Reyes y pasaron frente al lado oriental para llegar a un lugar amurallado donde haba cobertizos y caballerizas. En este lugar levantaron sus carpas, dieron de beber y comer a sus animales y tomaron tambin ellos su alimento. Los Reyes se detuvieron all el jueves 20 y el viernes 21 y se pusieron muy pesarosos al comprobar que all tampoco nadie saba nada del Rey recin nacido. Les o relatar a los habitantes las causas porque haban venido, lo largo del viaje y - 149 -

varias circunstancias del camino. Recuerdo algo de lo que dijeron. El Rey recin nacido les haba sido anunciado mucho tiempo antes. Me parece que fue poco despus de Job, antes que Abrahn pasara a Egipto, pues unos trescientos hombres de la Media, del pas de Job (con otros de diferentes lugares) haban viajado hasta Egipto llegando hasta la regin de Helipolis. No recuerdo por qu haban ido tan lejos; pero era una expedicin militar y me parece que haban venido en auxilio de otros. Su expedicin era digna de reprobacin, porque entend que haban ido contra algo santo, no recuerdo si contra hombres buenos o contra algn misterio religioso relacionado con la realizacin de la Promesa divina. En los alrededores de Helipolis varios jefes tuvieron una revelacin con la aparicin de un ngel que no les permiti ir ms lejos. Este ngel les anunci que nacera un Salvador de una Virgen, que deba ser honrado por sus descendientes. Ya no s cmo sucedi todo esto; pero volvieron a su pas y comenzaron a observar los astros. Los he visto en Egipto organizando fiestas regocijantes, alzando all arcos de triunfo y altares, que adornaban con flores, y despus regresaron a sus tierras. Eran gentes de la Media, que tenan el culto de los astros. Eran de alta estatura, casi gigantes, de una hermosa piel morena amarillenta. Iban como nmades con sus rebaos y dominaban en todas partes por su fuerza superior. No recuerdo el nombre de un profeta principal que se encontraba entre ellos. Tenan conocimiento de muchas predicciones y observaban ciertas seales trasmitidas por los animales. Si stos se cruzaban en su camino y se dejaban matar, sin huir, era un signo para ellos y se apartaban de aquellos caminos. Los Medos, al volver de la tierra de Egipto, segn contaban los Reyes, haban sido los primeros en hablar de la profeca y desde entonces se haban puesto a observar los astros. Estas observaciones cayeron algn tiempo en desuso; pero fueron renovadas por un discpulo de Balaam y mil aos despus las tres profetisas, hijas de los antepasados de los tres Reyes, las volvieron a poner en prctica. Cincuenta aos ms tarde, es decir, en la poca a que haban llegado, apareci la estrella que ahora seguan para adorar al nuevo Rey recin nacido. Estas cosas relataban los Reyes a sus oyentes con mucha sencillez y sinceridad, entristecindose mucho al ver que aqullos no parecan querer prestar fe a lo que desde dos mil aos atrs haba sido el objeto de la esperanza y deseos de sus antepasados. A la cada de la tarde se oscureci un poco la estrella a causa de algunos vapores, pero por la noche se mostr muy brillante entre las nubes que corran, y pareca ms cerca de la tierra. Se levantaron entonces rpidamente, despertaron a los habitantes del pas y les mostraron el esplndido astro. Aquella gente mir con extraeza, asombro y alguna conmocin el cielo; pero - 150 -

muchos se irritaron aun contra los santos Reyes, y la mayora slo trat de sacar provecho de la generosidad con que trataban a todos. Les o tambin decir cosas referentes a su jornada hasta all. Contaban el camino por jornadas a pie, calculando en doce leguas cada jornada. Montando en sus dromedarios, que eran ms rpidos que los caballos, hacan treinta y seis leguas diarias, contando la noche y los descansos. De este modo, el Rey que viva ms lejos pudo hacer, en dos das, cinco veces las doce leguas que los separaban del sitio donde se haban reunido, y los que vivan ms cerca podan hacer en un da y una noche tres veces doce leguas. Desde el lugar donde se haban reunido hasta aqu haban completado 672 leguas de camino, y para hacerlo, calculando desde el nacimiento de Jesucristo, haban empleado ms o menos veinticinco das con sus noches, contando tambin los dos das de reposo. La noche del viernes 21, habiendo comenzado el sbado para los judos que habitaban all, los Reyes prepararon su partida. Los habitantes del lugar haban ido a la sinagoga de un lugar vecino pasando sobre un puente hacia el Oeste. He visto que estos judos miraban con gran asombro la estrella que guiaba a los Magos; pero no por eso se mostraron ms respetuosos. Aquellos hombres desvergonzados estuvieron muy importunos, apretndose como enjambres de avispas alrededor de los Reyes, demostrando ser viles y pedigeos, mientras los Reyes, llenos d paciencia, les daban sin cesar pequeas piezas amarillas, triangulares, muy delgadas, y granos de metal oscuro. Creo por eso que deban ser muy ricos estos Reyes. Acompaados por los habitantes del lugar dieron vueltas a los muros de la ciudad, donde vi algunos templos con dolos; ms tarde atravesaron el torrente sobre un puente, y costearon la aldea juda. Desde aqu tenan un camino de veinticuatro leguas para llegar a Jerusaln.

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LIX Llegada de Santa Ana a Beln

e visto a Santa Ana con Mara de Hel, una criada, un servidor y dos asnos pasando la noche a poca distancia de Betania, de camino para Beln. Jos haba completado los arreglos tanto en la gruta del Pesebre como en las grutas laterales, para recibir a los Reyes Magos, cuya llegada haba anunciado Mara, mientras se hallaban en Causur, y tambin para hospedar a los venidos de Nazaret. Jos y Mara se haban retirado a otra gruta con el Nio, de modo que la del Pesebre se encontraba libre, no quedando en ella ms que el asno. Si mal no recuerdo Jos haba pagado ya el segundo de los impuestos haca algn tiempo, y nuevas personas venidas de Beln para ver al Nio tuvieron la dicha de tomarlo en sus brazos. En cambio, cuando otras lo queran alzar, lloraba y volva la cabeza. He visto a la Virgen tranquila en su nueva habitacin discretamente arreglada: el lecho estaba contra la pared y el Nio Jess se encontraba a su lado, en una cesta larga, hecha de cortezas, acomodada sobre una horqueta. Un tabique hecho de zarzos separaba el lecho de Mara y la cuna del Nio del resto de la gruta. Durante el da, para no estar sola, se sentaba delante del tabique con el Nio a su lado. Jos descansaba en otra parte retirada de la gruta. Lo he visto llevando alimentos a Mara, servidos en una fuente, como tambin ofrecerle un cantarillo con agua. Esta noche comenzaba un da de ayuno: todos los alimentos deban estar preparados para el da siguiente; el fuego estaba cubierto y las aberturas veladas24. Entre tanto haba llegado Santa Ana con la hermana mayor de Mara y una criada. Estas personas deban pasar la noche en la gruta de Beln: por eso la Sagrada Familia se haba retirado a la gruta lateral. Hoy he visto a Mara que pona el Nio en los brazos de Santa Ana. Esta se hallaba profundamente conmovida. Haba trado consigo colchas, paales y varios alimentos, y dorma en el mismo sitio donde haba reposado Isabel. Mara le relat todo lo sucedido. Ana lloraba en compaa de Mara. El relato fue alegrado por las caricias del Nio Jess. Hoy vi a la Virgen volver a la gruta del Pesebre y al pequeo Jess acostado all de nuevo. Cuando Jos y Mara se encuentran solos cerca del Nio, los veo a menudo ponerse en adoracin ante l. Hoy vi a Ana cerca del Pesebre con Mara en una actitud reverente, contemplando al Nio Jess con sentimiento de gran fervor. No s si las personas venidas con Ana haban pasado la noche en la gruta lateral o haban ido a otro lugar; creo que estaban en otro sitio. Ana trajo diversos objetos para el Nio y la Madre. Mara ha reci- 152 -

bido ya muchas cosas desde que se encuentra aqu; pero todo sigue pareciendo muy pobre porque Mara reparte lo que no es absolutamente necesario. Le dijo a Ana que los Reyes llegaran muy pronto y que su llegada causara gran impresin. Me parece que durante la estada de los Reyes, Ana se retirar a tres leguas de aqu, a casa de su hermana, para volver despus. Esta misma noche, despus de terminado el Sbado, vi que Ana con sus acompaantes se retir de la compaa de Mara, yendo a tres leguas de aqu, a la casa de su hermana casada. Ya no recuerdo el nombre de la poblacin, de la tribu de Benjamn, que se compone de algunas casas, en una llanura y se encuentra a media legua del ltimo lugar del alojamiento de la Santa Familia en su viaje a Beln.

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LX Llegada de los Reyes Magos a Jerusaln a comitiva de los Reyes parti de noche de Metanea y tom un camino muy transitable, y aunque los viajeros no entraron ni atravesaron ninguna otra ciudad, pasaron a lo largo de las aldeas donde Jess ms tarde ense, cur a enfermos y bendijo a los nios al finalizar el mes de Junio del tercer ao de su predicacin. Betabara era uno de esos sitios adonde llegaron una maana temprano para pasar el Jordn. Como era sbado encontraron pocas personas en el camino. Esta maana vi la caravana de los Reyes que pasaba el Jordn a las siete. Comnmente se cruzaba el ro sirvindose de un aparato fabricado con vigas; pero para los grandes pasajes, con cargas pesadas, se haca por una especie de puente. Los boteros que vivan cerca del puente hacan este trabajo mediante una paga; pero como era sbado y no podan trabajar, tuvieron que ocuparse los mismos viajeros, cooperando algunos hombres paganos ayudantes de los boteros judos. La anchura del Jordn no era mucha en este lugar y adems estaba lleno de bancos de arena. Sobre las vigas, por donde se cruzaba de ordinario, fueron colocadas algunas planchas, haciendo pasar a los camellos por encima. Demor mucho antes que todos hubieron pasado a la orilla opuesta del ro. Dejando a Jeric a la derecha van en direccin de Beln; pero se desvan hacia la derecha para ir a Jerusaln. Hay como un centenar de hombres con ellos. Veo de lejos una ciudad conocida: es pequea y se halla cerca de un arroyuelo que corre de Oeste a Este a partir de Jerusaln, y me parece que han de pasar por esta ciudad. Por algn tiempo el arroyo corre a la izquierda de ellos y segn sube o baja el camino. Unas veces se ve a Jerusaln, otras veces no se la puede ver. Al fin se desviaron en direccin a Jerusaln y no pasaron por la pequea ciudad. El Sbado 22, despus de la terminacin de la fiesta, la caravana de los Reyes lleg a las puertas de Jerusaln. He visto la ciudad con sus altas torres levantadas hacia el cielo. La estrella que los haba guiado casi haba desaparecido y slo daba una dbil luz detrs de la ciudad. A medida que entraban en la Judea y se acercaban a Jerusaln, los Reyes iban perdiendo confianza, porque la estrella no tena ya el brillo de antes y an la vean con menos frecuencia en esta comarca. Haban pensado encontrar en todas partes festejos y regocijo por el nacimiento del Salvador, a causa de quien haban venido desde tan lejos y no vean en todas partes ms que indiferencia y desdn. Esto les entristeca y les inquietaba, y pensaban haberse equivocado en su idea de encontrar al Salvador. - 154 -

La caravana poda ser ahora de unas doscientas personas y, ocupaba ms o menos el trayecto de un cuarto de legua. Ya desde Causur se les haba agregado cierto nmero de personas distinguidas y otras se unieron a ellos ms tarde. Los tres Reyes iban sentados sobre tres dromedarios y otros tres de estos animales llevaban el equipaje. Cada Rey tena cuatro hombres de su tribu; la mayor parte de los acompaantes montaban sobre cabalgaduras muy rpidas, de airosas cabezas. No sabra decir si eran asnos o caballos de otra raza, pero se parecan mucho a nuestros caballos. Los animales que utilizaban las personas, ms distinguidas tenan bellos arneses y riendas, adornados de cadenas y estrellas de oro. Algunos del squito de los Reyes se desprendieron del cortejo y entraron en la ciudad, regresando con soldados y guardianes. La llegada de una caravana tan numerosa en una poca en que no se celebraba fiesta alguna, y no siendo por razones de comercio, y llegando por el camino que llegaban, era algo muy extraordinario. A todas las preguntas que se les haca respondan hablando de la estrella que los haba guiado y del Nio recin nacido. Nadie comprenda nada de este lenguaje, y los Reyes se turbaron mucho, pensando que tal vez se haban equivocado, puesto que no encontraban a uno siquiera que supiese algo relacionado con el Nio Salvador del mundo, nacido all, en sus tierras. Todos miraban con sorpresa a los Reyes, sin comprender el por qu de su venida ni lo que buscaban. Cuando estos guardianes de la puerta vieron la generosidad con que trataban los Reyes a los mendigos que se acercaban, y cuando oyeron decir que deseaban alojamiento, que pagaran bien, y que entretanto deseaban hablar al rey Heredes, algunos entraron en la ciudad y se sucedi una serie de idas y venidas, de mensajeros y de explicaciones, mientras los Reyes se entretenan con toda la suerte de gentes que se les haba acercado. Algunos de estos hombres haban odo hablar de un Nio nacido en Beln; pero no podan siquiera pensar que pudiera tener relacin con la venida de los "Reyes, sabiendo que se trataba de padres pobres y sin importancia. Otros se burlaban de la credulidad de los Reyes. Conforme a los mensajes que traan los hombres de la ciudad, comprendieron que Herodes nada saba del Nio. Como tampoco haban contado con encontrarse con el rey Herodes, se afligieron mucho ms y se inquietaron sumamente, no sabiendo qu actitud tomar en presencia del rey ni qu iban a decirle. Con todo, a pesar de su tristeza, no perdieron el nimo y se pusieron a rezar. Volvi el nimo a su atribulado espritu y se dijeron unos a otros: "Aqul que nos ha trado hasta aqu con tanta celeridad, por medio de la luz de la estrella, se mismo podr guiarnos de nuevo hasta nuestras casas". Al fin regresaron los mensajeros, y la caravana fue conducida a lo largo de - 155 -

los muros de la ciudad, hacindola entrar por una puerta situada no lejos del Calvario. Los llevaron a un gran patio redondo rodeado de caballerizas, con alojamientos no lejos de la plaza del pescado, en cuya entrada encontraron algunos guardianes. Los animales fueron llevados a las caballerizas y los hombres se retiraron bajo cobertizos, junto a una fuente que haba en medio del gran patio. Este patio, por uno de sus costados tocaba con una altura; por los otros estaba abierto, con rboles delante. Llegaron despus unos empleados, quizs aduaneros, que de dos en dos inspeccionaron los equipajes de los viajeros con sus linternas. El palacio de Heredes estaba ms arriba, no lejos de este edificio, y pude ver el camino que llevaba hasta l iluminado con linternas y faroles colocados sobre perchas. Heredes envi a un mensajero encargado de conducirle en secreto a su palacio al rey Teokeno. Eran las diez de la noche. Teokeno fue recibido en una sala del piso bajo por un cortesano de Herodes, que le interrog sobre el objeto de su viaje. Teokeno dijo con simplicidad todo lo que se le preguntaba y rog al hombre que preguntara al rey Herodes dnde haba nacido el Nio, Rey de los Judos, y dnde se hallaba, ya que haban visto su estrella y haban venido tras de ella. El cortesano llev su informe a Herodes, que se turb mucho al principio; pero disimulando su malcontento hizo responder que deseaba tener ms datos relativos sobre ese suceso y que entre tanto instaba a los reyes a que descansasen, aadiendo que al da siguiente hablara con ellos y les dara a conocer todo lo que lograse saber sobre el asunto. Volvi Teokeno y no pudo dar a sus compaeros noticias consoladoras; por otra parte, no se les haba preparado nada para que pudiesen reposar y mandaron rehacer muchos fardos que haban sido abiertos. Durante aquella noche no pudieron descansar y algunos de ellos andaban de un lado a otro como buscando la estrella que los haba guiado. Dentro de la ciudad de Jerusaln haba gran quietud y silencio; pero en torno de los Reyes haba agitacin, y en el patio se tomaban y daban toda clase de informes. Los Reyes pensaban que Herodes lo saba todo perfectamente, pero que trataba de ocultarles la verdad. Se celebraba una gran fiesta esa noche en el palacio de Herodes al tiempo de la visita de Teokeno, porque vea las salas iluminadas. Iban y venan toda clase de hombres y mujeres ataviadas sin decencia alguna. Las preguntas de Teokeno sobre el rey recin nacido turbaron el nimo de Herodes, el cual llam en seguida a su palacio a los prncipes,- a los sacerdotes y a los escribas de la Ley. Los he visto acudir al palacio antes de la media noche con rollos escritos. Traan sus vestiduras sacerdotales, llevaban condecoraciones sobre el pecho y cinturones con letras bordadas. Haba unos veinte de estos personajes en torno de Herodes, que pregunt dnde deba ser el lugar del - 156 -

nacimiento del Mesas. Los vi cmo abran sus rollos y mostraban con el dedo pasajes de la Escritura: "Debe nacer en Beln de Jud, porque as est escrito en el profeta Miqueas. Y t Beln, no eres la ms mnima entre los prncipes de Jud, pues de ti ha de nacer el jefe que gobernar mi pueblo en Israel". Despus vi a Heredes con algunos de ellos paseando por la terraza del palacio, buscando intilmente la estrella/de la que haba hablado Teokeno. Se mostraba muy inquieto. Los sacerdotes y escribas le hicieron largos razonamientos diciendo que no deba hacer caso ni dar importancia a las palabras de los Reyes Magos, aadiendo que aquellas gentes son amigas de lo maravilloso y se imaginan siempre 'grandes fantasas con sus observaciones estelares. Decan que si algo hubiera habido en realidad se hubiera sabido en el Templo y en la ciudad santa, y que ellos no podran haberlo ignorado.

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LXI Los Reyes Magos conducidos al palacio de Herodes n esta maana muy temprano Herodes hizo llevar al palacio, en secreto, a los Reyes. Fueron recibidos bajo una arcada y conducidos luego a una sala, donde he visto ramas verdes con flores en vasos y refrescos para beber. Despus de algn tiempo apareci Herodes. Los Magos se inclinaron ante l y pasaron a interrogarle sobre el Rey de los Judos recin nacido. Herodes ocult su gran turbacin y se mostr contento de la noticia. Vi que estaban con l algunos de los escribas. Herodes pregunt algunos detalles sobre lo que haban visto, y el Rey Mensor describi la ltima aparicin que haban tenido antes de partir. Era, dijo, una Virgen y delante de ella un Nio, de cuyo costado derecho haba brotado una rama luminosa; luego, sobre sta haba aparecido una torre con varias puertas. La torre se transform en una gran ciudad, sobre la cual se manifest el Nio con una corona, una espada y un cetro, como si fuese Rey. Despus de esto se vieron ellos mismos, como tambin todos los reyes del mundo, postrados delante de ese Nio en acto de adoracin; pues posea un imperio delante del cual todos los dems imperios deban someterse; y as en esta forma describi lo que haban visto. Herodes les habl de una profeca que hablaba de algo parecido sobre Beln de Efrata; les dijo que fueran secretamente all y cuando hubiesen encontrado al Nio volvieran a decirle el resultado, para que l tambin pudiera ir a adorarle. Los Reyes no tocaron los alimentos que se les haba preparado y volvieron a su alojamiento. Era muy temprano, casi al amanecer, pues he visto todava las linternas encendidas delante del palacio de Heredes. Heredes conferenci con ellos en secreto para que no se hiciera pblico el acontecimiento. Al aclarar del todo prepararon la partida. La gente que los haba acompaado hasta Jerusaln se hallaba ya dispersa por la ciudad desde la vspera. El nimo de Herodes estaba en aquellos das lleno de descontento e irritacin. Al tiempo del nacimiento de Jesucristo se encontraba en su castillo, cerca de Jeric, y haba ordenado haca poco un cobarde asesinato. Haba colocado en puestos altos del Templo a gente que le referan todo lo que all se hablaba, para que denunciasen a los que se oponan a sus designios. Un hombre justo y honrado, alto empleado en el Templo, era el principal de los que consideraba l como su adversario. Herodes con fingimiento lo invit a que fuera a verlo a Jeric y lo hizo atacar y asesinar en el camino, achacando ese crimen a algunos asaltantes. Algunos das despus de esto fue a Jerusaln para tomar parte en la fiesta de la Dedicacin del Templo, que tena - 158 -

lugar el 25 del mes de Casleu y all se encontr enredado en un asunto muy desagradable. Queriendo congraciarse con los judos haba mandado hacer una estatua o figura de cordero o ms bien de cabrito, porque tena cuernos, para que fuera colocada en la-puerta que llevaba del patio de las mujeres al de las inmolaciones. Hizo esto de su propia iniciativa, pensando que los judos se lo agradeceran; pero los sacerdotes se opusieron tenazmente a ello, aunque los amenaz con hacerles pagar una multa por su resistencia. Ellos replicaron que pagaran, pero que no toleraban esa imagen contraria a las prescripciones de la Ley. Herodes se irrit mucho y pretendi colocarla ocultamente; pero al llevarla un israelita muy celoso tom la imagen y la arroj al suelo, quebrndola en dos pedazos. Se promovi un gran tumulto y Herodes hizo encarcelar al hombre. Todo esto lo haba irritado mucho y estaba arrepentido de haber ido a la fiesta; sus cortesanos trataban de distraerlo y divertirlo. En este estado de nimo lo encontr la noticia del nacimiento de Cristo. En Judea haca tiempo que hombres piadosos vivan, en la esperanza de que pronto haba de llegar el Mesas y los sucesos acontecidos en el nacimiento del Nio se haban divulgado por medio de los pastores. Con todo, muchas personas importantes oan estas cosas como fbulas y vanas palabras y el mismo Herodes haba odo hablar y enviado secretamente algunos hombres a tomar informes de lo que se deca. Estos emisarios estuvieron, en efecto, tres das despus de haber nacido Jess y luego de haber conversado con Jos, declararon, como hombres orgullosos, que todo era cosa sin importancia: que en la gruta no haba ms que una pobre familia de la cual no vala la pena que nadie se ocupara. El orgullo que los dominaba les haba impedido interrogar seriamente a Jos desde un principio, tanto ms que llevaban orden de proceder en el mayor secreto, sin llamar la atencin. Cuando de pronto llegaron los Reyes Magos con su numeroso squito, Herodes se llen de nuevas inquietudes, ya que estos hombres venan de lejos y todo esto era ms que rumores sin importancia. Como hablaran los Reyes con tanta conviccin del Rey recin nacido, fingi Herodes deseos de ir a ofrecerle sus homenajes, lo cual alegr mucho a los Reyes, creyndolo bien dispuesto. La ceguera del orgullo de los escribas no acab de tranquilizarlo y el inters de conservar en secreto este asunto fue causa de la conducta que observ. No hizo objeciones a lo que decan los Reyes, no hizo perseguir en seguida al Nio para no exponerse a las crticas de un pueblo difcil de gobernar, y resolvi recabar por medio de ellos noticias ms exactas para tomar luego las medidas del caso. Como los Reyes, advertidos por Dios, no volvieron a dar noticias, hizo ex- 159 -

plicar que la huida de los Reyes era consecuencia de la ilusin mentirosa que haban sufrido y que no se haban atrevido a comparecer de nuevo, porque estaban avergonzados del engao en que haban cado y al que haban querido arrastrar a los dems. Mandaba a decir: "Qu razones podan tener para salir clandestinamente despus de haber sido recibidos aqu en forma tan amistosa?..." De este modo Herodes trat de adormecer este asunto disponiendo que en Beln nadie se pusiese en relacin con esa Familia, de la que se haba hablado tanto, ni recoger los rumores e invenciones que se propalaban para extraviar los espritus. Habiendo vuelto quince das ms tarde la Sagrada Familia a Nazaret, se dej pronto de hablar de cosas de las cuales la multitud no haba tenido ms que conocimientos vagos, y las gentes piadosas, por otro lado, llenas de esperanza, guardaban un discreto silencio. Cuando pareci que todo quedaba olvidado pens entonces Herodes en deshacerse del Nio y supo que la Familia haba dejado a Nazaret, llevndose al Nio. Lo hizo buscar durante bastante tiempo; pero habiendo perdido toda esperanza de encontrarlo, creci mayormente su inquietud y determin ejecutar la medida extrema de la matanza de los nios. Tom en esta ocasin todas sus medidas y envi tropas de antemano a los lugares donde poda temerse una sublevacin. Creo que la matanza se hizo en siete lugares diferentes.

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LXII Viaje de los Reyes de Jerusaln a Beln eo la caravana de los Reyes junto a una puerta situada al Medioda. Un grupo de hombres los acompaaba hasta un arroyo delante de la ciudad, y luego volvieron. No bien haban pasado el arroyo se detuvieron buscando con los ojos la estrella en el firmamento. Habindola visto prorrumpieron en exclamaciones de alegra y continuaron su marcha cantando sus melodas. La estrella no los llevaba en lnea recta sino que se desviaba algo hacia el Oeste. Pasaron frente a una pequea ciudad, que conozco muy bien; se detuvieron detrs de ella, y oraron mirando hacia el Medioda, en un paraje ameno cerca de un casero. En este lugar, delante de ellos, surgi un manantial de agua, que los llen de contento. Bajando de sus cabalgaduras cavaron para esta fuente un piln, rodendolo de piedras, arena y csped. Durante varias horas se detuvieron all dando de beber y alimentando a sus bestias. Tambin tomaron su alimento, ya que en Jerusaln no haban podido descansar ni comer debido a las preocupaciones de la llegada. He visto ms tarde que Jesucristo se detuvo varias veces junto a esta fuente en compaa de sus discpulos. La estrella, que brillaba en la noche como un globo de fuego, se pareca ahora ms bien a la luna cuando se la ve de da; no era perfectamente redonda, sino que pareca recortada y a menudo estaba oculta entre las nubes. En el camino de Beln a Jerusaln haba mucho movimiento de caminantes con equipajes y animales de carga. Eran personas que volvan quizs de Beln despus de pagar los impuestos, o que iban a Jerusaln al mercado o para visitar el Templo. Esto suceda en el camino principal; pero el sendero de los Reyes estaba solitario, y Dios los guiaba por all sin duda para que pudieran llegar de noche a Beln y no llamar demasiado la atencin. Se pusieron en camino cuando el sol estaba muy bajo; marchaban en el orden con que haban venido. Mensor, el ms joven, iba delante; luego Sair, el cetrino, y por ltimo, Teokeno, el blanco, por ser de ms edad. Hoy, a la hora del crepsculo, he visto a la caravana de los Reyes llegando a Beln, cerca de aquel edificio donde Jos y Mara se haban hecho inscribir y que haba sido la casa solariega de la familia de David. Quedan slo algunos restos de los muros del edificio que haba pertenecido a los padres de Jos. Era una casa grande rodeada de otras menores, con un patio cerrado, delante del cual haba una plaza con rboles y una fuente. Vi soldados romanos en esta plaza, porque la casa se haba convertido en una oficina de impuestos. Al llegar la caravana cierto nmero de curiosos se agolp en torno de los viajeros. La estrella haba desaparecido de nuevo y esto inquietaba - 161 -

a los Reyes. Se acercaron algunos hombres dirigindoles preguntas. Ellos bajaron de sus cabalgaduras y desde la casa he visto que acudan empleados a su encuentro, llevando palmas en las manos y ofrecindoles refrescos: era la costumbre de recibir a los extranjeros distinguidos. Yo pensaba para m: "Son mucho ms amables de lo que lo fueron con el pobre Jos; slo porque stos distribuan monedas de oro". Les dijeron que el valle de los pastores era apropiado para levantar las carpas, y ellos quedaron algn tiempo indecisos. No les he odo preguntar nada del Rey y Nio recin nacido. An sabiendo que Beln era el lugar designado por las profecas, ellos, recordando lo que Herodes les haba encargado, teman llamar la atencin con sus preguntas. Poco despus vieron brillar en el cielo un meteoro, sobre Beln: era semejante a la luna cuando aparece. Montaron en sus cabalgaduras, y costeando un foso y unos muros en ruina dieron la vuelta a Beln por el Medioda y se dirigieron al Oriente, en direccin a la gruta del Pesebre, que abordaron por el costado de la llanura, donde los ngeles se haban aparecido a los pastores.

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LXIII La adoracin de los Reyes Magos

e apearon al llegar cerca de la gruta de la tumba de Maraa, en el valle, detrs de la gruta del Pesebre. Los criados desliaron muchos paquetes, levantaron una gran carpa e hicieron otros arreglos con la ayuda de algunos pastores que les sealaron los lugares ms apropiados. Se encontraba ya en parte arreglado el campamento cuando los Reyes vieron la estrella aparecer brillante y muy clara sobre la colina del Pesebre, dirigiendo hacia la gruta sus rayos en lnea recta. La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro. No se vea casa alguna por la densa oscuridad, y la colina apareca en forma de una muralla. De pronto vieron dentro de la luz la forma de un Nio resplandeciente y sintieron extraordinaria alegra. Todos procuraron manifestar su respeto y veneracin. Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta. Mensor la abri, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Nio tal como l y sus compaeros la haban contemplado en sus visiones/Volvi para contar a sus compaeros lo que haba visto. En esto Jos sali de la gruta acompaado de un pastor anciano y fue a su encuentro. Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que haban venido para adorar al Rey de los Judos recin nacido, cuya estrella haban observado, y queran ofrecerle sus presentes. Jos los recibi con mucho afecto. El pastor anciano los acompa hasta donde estaban los dems y les ayud en los preparativos, juntamente con otros pastores all presentes. Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo. Brillaban con reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas. En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubranlo todo con sus grandes mantos. Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas de su familia, adems, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequea mesa, una carpeta con flecos y otros objetos. Los Reyes siguieron a Jos, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta, cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos pona sobre ella las cajitas de oro y los recipientes que desprendan de su cintura. As ofrecieron los presentes comunes a los tres. Mensor y los dems se quitaron las sandalias y Jos abri la puerta de la gruta. Dos jvenes del squito de Mensor, que le precedan, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirndose des- 163 -

pus hacia atrs, siguindoles otros dos con la mesita donde estaban colocados los presentes. Cuando estuvo delante de la Santsima Virgen, el rey Mensor deposit estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra. Detrs de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se inclinaban con toda humildad y respeto. Mientras tanto Sair y Teokeno aguardaban atrs, cerca de la entrada de la gruta. Se adelantaron a su vez llenos de alegra y de emocin, envueltos en la gran luz que llenaba la gruta, a pesar de no haber all otra luz que el que es Luz del mundo. Mara se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un brazo, a la izquierda del Nio Jess, el cual estaba acostado dentro de la gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde haba nacido. Cuando entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tom al Nio en sus brazos, cubrindolo con un velo amplio. El rey Mensor se arrodill y ofreciendo los dones pronunci tiernas palabras, cruz las manos sobre el pecho, y con la cabeza descubierta e inclinada, rindi homenaje al Nio. Entre tanto Mara haba descubierto un poco la parte superior del Nio, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolva. Mara sostena su cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro. El Nio tena sus manecitas juntas sobre el pecho y las tenda graciosamente a su alrededor. Oh, qu felices se sentan aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Nio Rey! Viendo esto deca entre m: "Sus corazones son puros y sin mancha; estn llenos de ternura y de inocencia como los corazones de los nios inocentes y piadosos. No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del amor". Yo pensaba: "Estoy muerta; no soy ms que un espritu: de otro modo no podra ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen en este momento. Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay tiempo: en Dios todo es presente. Yo debo estar muerta; no debo ser ms que un espritu". Mientras pensaba estas cosas, o una voz que me dijo: "Qu puede importarte todo esto que piensas?... Contempla y alaba a Dios, que es Eterno, y en Quien todo es eterno". Vi que el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puado de barritas compactas del tamao de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que brillaban como oro. Era su obsequio. Lo coloc humildemente sobre las rodillas de Mara, al lado del Nio Jess. Mara tom el regalo con un agradecimiento lleno de sencillez y de gracia, y lo cubri con el extremo de su manto. Mensor ofreca las pequeas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo, buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable. Despus se retir, retrocediendo, con sus cuatro acompaantes; mien- 164 -

tras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad, ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras. Era un recipiente de incienso, lleno de pequeos granos resinosos, de color verde, que puso sobre la mesa, delante del Nio Jess. Sair ofreci incienso porque era un hombre que se conformaba respetuosamente con la voluntad de Dios, de todo corazn y segua esta voluntad con amor. Se qued largo rato arrodillado, con gran fervor. Se retir y se adelant Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad. Sus miembros algo endurecidos no le permitan arrodillarse: permaneci de pie, profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tena una hermosa planta verde. Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeas ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra. Ofreci la mirra por ser el smbolo de la mortificacin y de la victoria sobre las pasiones, pues este excelente hombre haba sostenido lucha constante contra la idolatra, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas. Lleno de emocin estuvo largo tiempo con sus cuatro acompaantes ante el Nio Jess. Yo tena lstima por los dems que estaban fuera de la gruta esperando turno para ver al Nio. Las frases que decan los Reyes y sus acompaantes estaban llenas de simplicidad y fervor. En el momento de hincarse y ofrecer sus dones decan ms o menos lo siguiente: "Hemos visto su estrella; sabemos que l es el Rey de los Reyes; venimos a adorarle, a ofrecerle nuestros homenajes y nuestros regalos". Estaban como fuera de s, y en sus simples e inocentes plegarias encomendaban al Nio Jess sus propias personas, sus familias, el pas, los bienes y todo lo que tena para ellos algn valor sobre la tierra. Le ofrecan sus corazones, sus almas, sus pensamientos y todas sus acciones. Pedan inteligencia clara, virtud, felicidad, paz y amor. Se mostraban llenos de amor y derramaban lgrimas de alegra, que caan sobre sus mejillas y sus barbas. Se sentan plenamente felices. Haban llegado hasta aquella estrella, hacia la cual desde miles de aos sus antepasados haban dirigido sus miradas y sus ansias con un deseo tan constante. Haba en ellos toda la alegra de la Promesa realizada despus de tan largos siglos de espera. Mara acept los presentes con actitud de humilde accin de gracias. Al principio no deca nada: slo expresaba su reconocimiento con un simple movimiento de cabeza, bajo el velo. El cuerpecito del Nio brillaba bajo los pliegues del manto de Mara. Despus la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a cada uno de los Reyes, y ech su velo un tanto hacia atrs. Aqu recib una leccin muy til. Yo pensaba: "Con qu dulce y amable gratitud recibe Mara cada regalo! Ella, que no tiene necesidad de nada, que - 165 -

tiene a Jess, recibe los dones con humildad. Yo tambin recibir con gratitud todos los regalos que me hagan en lo futuro". Cunta bondad hay en Mara y en Jos! No guardaban casi nada para ellos, todo lo distribuan entre los pobres.

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LXIV La adoracin de los servidores de los Reyes

erminada la adoracin del Nio, los Reyes se volvieron a sus carpas con sus acompaantes. Los criados y servidores se dispusieron a entrar en la gruta. Haban descargado los animales, levantado las tiendas, ordenado todo; esperaban ahora pacientemente delante de la puerta con mucha humildad. Eran ms de treinta; haba algunos nios que llevaban apenas unos paos en la cintura -y un manto. Los servidores entraban de cinco en cinco en compaa de un personaje principal, al cual servan; se arrodillaban delante del Nio y lo adoraban en silencio, Al final entraron todos los nios, que adoraron al Nio Jess con su alegra inocente. Los criados no permanecieron mucho tiempo en la gruta, porque los Reyes volvieron a hacer otra entrada ms solemne. Se haban revestido con mantos largos y flotantes, llevando en las manos incensarios. Con gran respeto incensaron al Nio, a la Madre, a Jos y a toda la gruta del Pesebre. Despus de haberse inclinado profundamente, se retiraron. Esta era la forma de adoracin que tena la gente de ese pas. Durante todo este tiempo Mara y Jos se hallaban llenos de dulce alegra. Nunca los haba visto as: derramaban a menudo lgrimas de contento, pues los consolaba inmensamente al ver los honores que rendan los Reyes al Nio Jess, a quien ellos tenan tan pobremente alojado, y cuya suprema dignidad conocan en sus corazones. Se alegraban de que la divina Providencia, no obstante la ceguera de los hombres, haba dispuesto y preparado para el Nio de la Promesa lo que ellos no podan darle, enviando desde lejanas tierras a los que le rendan la adoracin debida a su dignidad, cumplida por los poderosos de la tierra con tan santa munificencia. Adoraban al Nio Jess juntamente con los santos Reyes y se alegraban de los homenajes ofrecidos al Nio Dios. - Las tiendas de los visitantes estaban levantadas en el valle, situado detrs de la gruta del Pesebre hasta la gruta de Maraha. Los animales estaban atados a estacas enfiladas, separados por medio de cuerdas. Cerca de la carpa ms grande, al lado de la colina del Pesebre, haba un espacio cubierto con esteras. All haban dejado algo de los equipajes, porque la mayor parte fue guardada en la gruta de la tumba de Maraa. Las estrellas lucan cuando "terminaron todos de pasar a la gruta de la adoracin. Los Reyes se reunieron en crculo junto al terebinto que se alzaba sobre la tumba de Maraa, y all, en presencia de las estrellas, entonaron algunos de sus cantos solemnes. Es imposible decir la impresin que causaban estos cantos tan hermosos en - 167 -

el silencio del valle, aquella noche! Durante tantos siglos los antepasados de estos Reyes haban mirado las estrellas, rezado, cantado, y ahora las ansias de tantos corazones haba tenido su cumplimiento. Cantaban llenos de exaltacin y de santa alegra. Mientras tanto Jos, con la ayuda de dos ancianos pastores, haba preparado una frugal comida en la tienda de los Reyes. Trajeron pan, fruta, panales de miel, algunas hierbas y vasos de blsamo; pusieron todo sobre una mesita baja cubierta con un mantel. Jos habase procurado todas estas cosas desde la maana, para recibir a los Reyes, cuya venida ya esperaba, porque la haba anunciado de antemano la Virgen Santsima. Cuando los Reyes volvieron a su carpa, vi que Jos los reciba muy cordialmente y les rogaba que, siendo ellos los huspedes, se dignaran aceptar la sencilla comida que les ofreca. Se coloc junto a ellos y dieron principio a la comida. Jos no mostraba timidez alguna; pero estaba tan contento que derramaba lgrimas de pura alegra. Cuando vi esto pens en mi difunto padre, que era un pobre campesino, el cual en ocasin de mi toma de hbito se vio en la ocasin de sentarse a la mesa con muchas personas distinguidas. En su sencillez y humildad haba sentido al principio mucho temor; luego se puso tan contento que llor de alegra: sin pretenderlo, ocup el primer lugar en la fiesta. Despus de aquella pequea comida Jos se retir. Algunas personas ms importantes se fueron a una posada de Beln, y los dems se echaron sobre sus lechos tendidos formando crculo bajo la tienda grande, y all descansaron de sus fatigas. Jos, vuelto a la gruta, puso todos los regalos a la derecha del Pesebre, en un rincn, donde haba levantado un tabique que ocultaba lo que haba detrs. La criada de Ana que habase quedado despus de la partida de su ama, se mantuvo oculta en la gruta lateral durante todo el tiempo de la ceremonia, y no volvi a aparecer hasta que no se hubieron marchado todos. Era una mujer inteligente, de espritu muy reposado. No he visto ni a la Santa Familia ni a esta mujer mirar con satisfaccin mundana los regalos de los Reyes: todo fue aceptado con reconocimiento humilde, y casi en seguida repartido caritativamente entre los necesitados. Esta noche hubo bastante agitacin con motivo de la llegada de la caravana a la casa donde se pagaba el impuesto. Hubo ms tarde muchas idas y venidas a la ciudad, porque los pastores, que haban seguido el cortejo, regresaban a sus lugares. Tambin he visto que mientras los Reyes, llenos de jbilo, adoraban al Nio y ofrecan sus presentes en la gruta del Pesebre, algunos judos rondaban por los alrededores, espiando desde cierta distancia, murmurando y conferenciando en voz baja. Ms tarde volv a verlos yendo y viniendo en Beln y dando informes. He llorado por estos desgraciados. Su- 168 -

fro viendo la maldad de estas personas que entonces como tambin ahora se ponen a observar y a murmurar, cuando Dios se acerca a los hombres, y luego propalan mentiras, fruto de malicia y perversidad. Oh, cmo me parecan aquellos hombres dignos de compasin! Tenan la salvacin entre ellos y la rechazaban, en tanto que estos Reyes, guiados por su fe sincera en la Promesa, haban venido desde tan lejos para buscar la salvacin. En Jerusaln he visto hoy a Herodes en compaa de algunos escribas leyendo rollos y hablando de lo que haban contado los Reyes. Despus, todo entr de nuevo en calma como si hubiese inters en hacer silencio en torno de este asunto.

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LXV Nueva visita de los Reyes Magos

oy, de maana, he visto a los Reyes Magos y a otras personas de su squito que visitaban sucesivamente a la Sagrada Familia. Los vi tambin durante el da junto a sus campamentos y bestias de carga, ocupados en diversas distribuciones. Como estaban llenos de alegra y se sentan felices, repartan muchos regalos. He entendido que era costumbre entonces hacerlos en ocasin de acontecimientos felices. Los pastores que haban ayudado a. los Reyes recibieron valiosos regalos, como tambin muchos pobres. Vi que ponan chales y paos sobre los hombros de algunas viejecitas que haban llegado hasta el lugar. Algunas personas del squito de los Reyes deseaban quedarse en el valle de los pastores para vivir con ellos. Hicieron conocer su deseo a los Reyes, los cuales no slo les dieron permiso sino que los colmaron de regalos, proveyndoles de colchas, vestidos, oro en grano, y dejndoles los asnos en que haban venido montados. Cuando vi que los Reyes distribuan tantos trozos de pan, yo me preguntaba de dnde podan haberlo sacado, y record que los haba visto, en los lugares donde hacan campamento, preparar, con la provisin de harina que traan, panecillos chatos como galletas, en moldes y amontonarlos dentro de cajas de cuero muy livianas, que cargaban sobre sus bestias. Han llegado muchas personas de Beln que, bajo diversos pretextos, rodeaban a los Reyes para obtener obsequios. Por la noche volvieron los Reyes para despedirse. Apareci primero Mensor. Mara le puso al Nio en los brazos, que el rey recibi llorando de alegra. Luego acercronse los otros dos reyes, derramando lgrimas. Trajeron muchos regalos a la Sagrada Familia: piezas de telas diversas, entre las cuales algunas parecan de seda sin teir, y otras de color rojo o con diversas flores. Dejaron muy hermosas colchas. Dejaron sus grandes y amplios mantos de color amarillo plido, tan livianos que al menor viento eran agitados: parecan hechos de lana extremadamente fina. Traan varias copas, unas dentro de otras; cajas llenas de granos, y en un canasto, tiestos donde haba hermosos ramos de una planta verde, con hermosas flores blancas: eran plantas de mirra. Los tiestos estaban colocados unos encima de otros dentro del canasto. Dejaron a Jos unos jaulones llenos de pjaros, que haban trado en cantidad sobre sus dromedarios, para su alimento durante el viaje. Al momento de despedirse de Mara y del Nio, derramaron abundantes lgrimas. Mara estaba de pie junto a ellos en el momento de la despedida. Llevaba en brazos al Nio envuelto en su velo, y dio algunos pasos para acom- 170 -

paar a los Reyes hasta la puerta de la gruta. Se detuvo en silencio, y para dejar un recuerdo a aquellos hombres tan buenos quitse el gran velo que tena sobre la cabeza, que era de tejido amarillo y con el cual envolva a Jess, y lo puso en manos de Mensor. Los Reyes recibieron el regalo inclinndose profundamente. Una alegra llena de respeto los embarg cuando vieron a Mara sin velo, teniendo al Nio en brazos. Cuan dulces lgrimas derramaron al dejar la gruta! El velo fue para ellos desde entonces la reliquia ms preciada que poseyeran. La Santsima Virgen reciba los dones, pero no pareca darles importancia alguna, aunque en su humildad encantadora mostraba un profundo agradecimiento a la persona que haca el regalo. En todos estos homenajes no he visto en Mara ningn acto o sentimiento de complacencia para consigo misma. Slo por amor al Nio Jess y por compasin a San Jos se dej llevar de la natural esperanza de que en adelante el Nio Jess y Jos encontraran en Beln ms simpata que antes y que ya no seran tratados con tanto desprecio como lo fueron a su llegada. La tristeza y la inquietud de Jos la haban afligido en extremo. Cuando volvieron los Reyes a despedirse ya estaba la lmpara encendida en la gruta. Todo estaba oscuro afuera. Los Reyes se fueron en seguida con sus acompaantes y se reunieron debajo del terebinto, sobre la tumba de Maraa, para celebrar all, como en la vspera, algunas ceremonias de su culto. Debajo del rbol haban encendido una lmpara, y al aparecer las estrellas comenzaron a rezar sus preces y a entonar melodiosos cantos, produciendo un efecto muy agradable en ese coro las voces de los nios. Despus se dirigieron a la carpa donde Jos haba preparado una modesta comida. Concluida sta, algunos se volvieron a la posada de Beln y otros descansaron bajo sus carpas.

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LXVI El ngel avisa a los Reyes los designios de Herodes

medianoche tuve una visin. Vi a los Reyes descansando bajo su carpa sobre colchas tendidas en el suelo, y junto a ellos vi a un joven resplandeciente: un ngel los despertaba dicindoles que deban partir de inmediato, sin pasar por Jerusaln, sino a travs del desierto, costeando las orillas del Mar Muerto. Los Reyes se levantaron de sus lechos y todo el squito estuvo de pie en poco tiempo. Uno de ellos fue al Pesebre a despertar a Jos, quien corri a Beln para avisar a los que all se hospedaban; pero los encontr por el camino, porque haban tenido la misma aparicin. Plegaron la carpa, cargaron los animales con el equipaje, y todo fue enfardado y preparado con asombrosa rapidez. Mientras los Reyes se despedan en forma sumamente conmovedora de San Jos, delante de la gruta del Pesebre, una parte del squito ya parta en grupos separados para tomar la delantera en direccin al Medioda, para costear el Mar Muerto a travs del desierto de Engaddi. Mucho instaron los Reyes a la Sagrada Familia de que partiesen con ellos, diciendo que un gran peligro los amenazaba, y rogaron a Mara que por lo menos se ocultase con el pequeo Jess para que no sufriesen molestias por causa de ellos mismos. Lloraban como nios: abrazando a Jos decan palabras muy conmovedoras. Montando sobre sus cabalgaduras, ligeramente cargadas, se alejaron por el desierto, he visto al ngel a su lado indicndoles el camino, y pronto desaparecieron de la vista. Siguieron separados, unos de otros, como un cuarto de legua; luego en direccin al Oriente, por espacio de una legua, y finalmente torcieron hacia el Medioda. He visto que pasaron por una regin que Jess atraves ms tarde al volver de Egipto en el tercer ao de su predicacin. El aviso del ngel a los Reyes haba llegado a tiempo, pues las autoridades de Beln abrigaban la determinacin de prenderlos hoy mismo, con el pretexto de que perturbaban el orden pblico, de encerrarlos en las profundas mazmorras que existan debajo de la sinagoga y acusarlos despus ante el rey Heredes. No s si obraban as por una orden secreta de Herodes o si lo hacan por exceso de celo ellos mismos. Cuando se conoci esta maana la huida de los Reyes, en el valle tranquilo y solitario donde haban acampado, los viajeros se encontraban ya cerca del desierto de Engaddi. En el valle no quedaban ms que los rastros de las pisadas de los animales y algunas estacas que haban servido para levantar las tiendas. La aparicin de los Reyes haba causado gran impresin en Beln y muchos se arrepentan de no haber hospedado a Jos. Otros hablaban de los Reyes - 172 -

como de aventureros que se dejaban llevar por imaginaciones extraas. Haba quienes crean, en cambio, encontrarles alguna relacin con los relatos de los pastores acerca de la aparicin de los ngeles. Todas estas cosas determinaron a las autoridades de Beln, quizs por instigacin de Herodes, a tomar medidas. He visto reunidos a todos los habitantes de la ciudad por una convocatoria en el centro de una plaza de la ciudad, donde haba un pozo rodeado de rboles delante de una casa grande, a la cual se suba por escalones. Precisamente desde esos escalones fue leda una especie de proclama, donde se declamaba contra las cosas supersticiosas y se prohiba ir a la morada de la gente que propalaba semejantes-rumores. Cuando la muchedumbre se hubo retirado, vi a Jos acudir a esa casa, donde haba sido llamado, y vi que fue interrogado por unos ancianos judos. Lo he visto volver al Pesebre y retornar ante el tribunal de ancianos. La segunda vez llevaba un poco, del oro que le haban dado los Reyes, y lo entreg a esos hombres, que luego lo dejaron en paz. Por eso me pareci que todo este interrogatorio no tuvo otro objeto que el de arrancarle un puado de or. Las autoridades haban hecho poner un tronco de rbol atravesado para obstruir el camino que llevaba a los alrededores del Pesebre. Este camino no sala de la ciudad sino que comenzaba en la plaza donde la Virgen se haba detenido bajo el rbol gran-,de, salvando una muralla. Dejaron un centinela en una choza junto al rbol y pusieron unos hilos sobre el camino, que hacan tocar una campanilla que estaba en la cabaa de aqul, que les permitira detener a quien intentase pasar. Por la tarde vi un grupo de diecisis soldados de Heredes hablando con Jos. Haban sido enviados all por causa de los tres Reyes corno si fuesen perturbadores de la tranquilidad pblica. No hallaron ms que silencio y paz en todas partes, y en la gruta no vieron ms que una pobre familia. Como por otra parte tenan orden de no hacer nada que llamara la atencin, regresaron como haban venido, informando de lo que haban podido ver. Jos haba llevado ya los regalos de los Reyes y dems cosas que haban dejado antes de su partida, guardndolos en la gruta de Maraa y en otras cavernas escondidas en la colina del Pesebre. Las cuevas existan desde los tiempos del patriarca Jacob. En aquella poca en que slo haba all algunas cabaas en la que es hoy plaza de Beln, Jacob haba levantado su tienda sobre la colina del Pesebre.

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LXVII Visita de Zacaras. La Sagrada Familia se traslada a la tumba de Mahara

sta noche he visto a Zacaras de Hebrn que iba por primera vez: a visitar a la Sagrada Familia. Mara estaba en la gruta, y Zacaras, llorando lgrimas de alegra, tom en sus brazos al Nio, y repiti, cambiando algunas frases, el cntico de alabanza que haba dicho en el momento de la circuncisin de Juan Bautista. Ms tarde Zacaras volvi a su casa, y Ana acudi al lado de la Santa Familia con su hija mayor. Mara de Hel era ms alta que su madre y pareca de ms edad que ella. Reina gran alegra entre los parientes de la Sagrada Familia, y Ana se siente muy feliz. Mara pone con frecuencia al Nio en sus brazos y lo deja a su cuidado. Con ninguna otra persona he visto que hiciera esto. Una cosa me conmovi mucho: los cabellos del Nio Jess, rubios y formando bucles, tenan en su extremidad hermosos rayos de luz. Creo que le rizan el cabello, pues veo que le frotan la cabecita al lavarlo, ponindole un pequeo abrigo sobre el cuerpo. Veo en la Sagrada Familia una piadosa y tierna veneracin en el trato con el Nio; pero todo lo hacen sencilla y naturalmente, como pasa entre los santos y elegidos de Dios. El Nio muestra un cario y una ternura tal con su madre como nunca he visto en otros nios de corta edad. Mara contaba a su madre Ana todo lo sucedido con la visita de los Reyes, alegrndose mucho Ana de ver cmo haban sido llamados desde tan lejos esos hombres para conocer al Nio de la Promesa. Observ los regalos de los Reyes, ocultos en una excavacin abierta en la pared, y ayud en la distribucin de una gran parte de ellos y a poner en orden los dems. Todo estaba tranquilo en los alrededores de Beln, porque los caminos que llevaban a la gruta y que no pasaban por la puerta de la ciudad estaban obstruidos por las autoridades, y Jos no iba ya a Beln a hacer sus compras porque los pastores le traan cuanto necesitaba. La parienta a cuya casa iba Ana y que estaba en la tribu de Benjamn, se llamaba Mar, hija de Rhod, hermana de Santa Isabel. Era pobre y tuvo varios hijos, que luego fueron discpulos de Jess. Uno de ellos fue Natanael25, el novio de las bodas de Cana. Esta Mar se hall presente en Efeso en los momentos de la muerte de Mara. Ana est en este momento sola con Mara en la gruta lateral. Estn trabajando juntas tejiendo una colcha ordinaria. La gruta del Pesebre estaba completamente vaca. El asno de Jos estaba oculto detrs de unas zarzas. Hoy volvieron algunos agentes de Herodes y pidieron en Beln noticias acerca de un - 174 -

Nio recin nacido. Llenaron especialmente de preguntas a una mujer juda que poco tiempo antes haba dado a luz a un nio. No fueron a la gruta porque antes no haban encontrado all nada ms que a una pobre familia: estuvieron lejos de pensar que podra tratarse del Nio de esa familia. Dos hombres de edad, de los pastores que haban adorado al Nio Jess, relataron a Jos la historia de esas investigaciones. La Sagrada Familia y Ana se refugiaron en la gruta de la tumba de Maraha. En la gruta del Pesebre no quedaba nada que pudiera dar a entender que hubiera estado habitada: pareca un lugar abandonado. Los vi durante la noche caminando por el valle con una luz velada: Ana llevaba el Nio y Mara y Jos caminaban a su lado. Los pastores los guiaban llevando las colchas y todo lo que necesitaban las mujeres y el Nio. Tuve una visin, que no s si la tuvo tambin la Sagrada Familia. Vi una gloria formada por siete rostros de ngeles colocados uno sobre otro alrededor del Nio Jess. Aparecieron otras caras y otras formas luminosas, junto a Ana y a Jos, que parecan llevarlos por el brazo. Al entrar en el vestbulo cerraron la puerta, y al llegar a la gruta de la tumba hicieron los preparativos para el descanso. He visto a dos pastores que avisaban a Mara de la llegada de gente enviada por las autoridades para tomar informes sobre su Nio. Mara sinti gran inquietud. De pronto vi a Jos que entraba, tomaba al Nio en brazos y lo envolva en un manto para llevarlo. No recuerdo ya dnde fue con l. Entonces vi a Mara, sola, durante todo un medio da, en la gruta, llena de inquietud materna, sin el Nio en su presencia. Cuando lleg la hora en que la llamaron para dar el pecho al Nio, hizo lo que hacen las madres cuidadosas que han sufrido alguna agitacin violenta o tenido una conmocin de terror. Antes de amamantar al Nio, exprimi de su seno la leche que se habra podido alterar, en una pequea cavidad de la piedra blanca de la gruta. Mara habl de esta preocupacin con uno de los pastores, hombre piadoso y grave que haba ido a buscarla para llevarla junto al Nio. Este hombre, profundamente convencido de la santidad de la Madre del Redentor, sac cuidadosamente aquella leche de la cavidad de la piedra, y lleno de fe sencilla y simple, la llev a su mujer, que tena un nio de pecho al que no poda calmar ni acallar. Aquella buena mujer tom ese alimento con confianza y respeto, y su fe se vio recompensada, pues se encontr desde entonces con leche buena y abundante para su hijo. Despus de esto, la piedra blanca de la gruta recibi una virtud semejante: he visto que aun hoy en da tambin infieles y mahometanos usan de ella como un remedio en ste y otros casos anlogos26. Desde entonces aquella tierra mezclada con agua y comprimida - 175 -

en pequeos moldes es distribuida a toda la cristiandad como objeto de devocin y a esta especie de reliquias llaman "Leche de la Virgen Santsima".

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LXVIII Preparativos para la partida de la Sagrada Familia

n estos ltimos das y hoy mismo he visto a Jos haciendo preparativos para la prxima partida de la Sagrada Familia. Cada da iba disminuyendo los muebles y utensilios. A los pastores les daba los tabiques movibles, los zarzos y otros objetos con los cuales haba hecho ms habitable la gruta. Por la tarde, muchas personas que iban a Beln para la fiesta del sbado, pasaban por la gruta del Pesebre, pero la hallaron abandonada y prosiguieron su camino. Ana debe volver a Nazaret despus del sbado. He visto que estn ordenando, envolviendo paquetes y que cargan sobre dos asnos los objetos recibidos de los Reyes, especialmente las alfombras, colchas y diversas piezas de gnero. Esta noche celebraron la fiesta del sbado en la gruta de Maraa continundola durante el da 29, mientras en los alrededores reinaba gran tranquilidad. Terminada la fiesta del sbado se prepar la partida de Ana. Esta noche vi por segunda vez que Mara sala de la gruta de Maraa y llevaba al Nio a la gruta del Pesebre en medio de las tinieblas de la noche. Lo coloc sobre una alfombra en el lugar donde haba nacido y rez de rodillas junto al Nio. Se llen toda la gruta de luz celestial, como en el da del Nacimiento. Creo que Mara debi ver toda esa luz. El Domingo 30, por la maana, Ana se despeda con ternura de la Sagrada Familia, y de los tres pastores, y se encaminaba con su gente a Nazaret. Llevaban sobre sus bestias de carga todo lo que quedaba aun de los regalos de los Reyes y me admir mucho de que se llevasen un atadito que me perteneca a m. Tuve la impresin de que se hallaba dentro de su equipaje y no poda comprender cmo Ana se llevase algo que era mo. Ana se llev muchos regalos de los tres Reyes, especialmente ciertos tejidos. Una parte de ellos sirvi en la Iglesia primitiva y algunas de estas cosas han llegado hasta nosotros. Entre mis reliquias hay un trocito de colcha que cubra la mesita donde se pusieron los regalos de los Reyes, y otro es de uno de sus mantos. Yo mismo debo tener un pedazo de gnero que procede de los Reyes Magos. Posean varios mantos: uno grueso y de tela tupida para el mal tiempo; otro de color amarillo, y un tercero, rojo, de una hermosa lana muy fina. En las grandes ceremonias llevaban mantos de seda sin teir: los bordes estaban bordados de oro y la larga cola era llevada por los hombres del squito. Creo que hay cerca de mi un trozo de aquellos mantos, y por esta razn he podido ver junto a los Reyes, antes y esta noche, de nuevo, algunas escenas relativas a la produccin y al tejido de la seda. En una regin del Oriente, entre - 177 -

el pas de Teokeno y el de Sair, haba rboles cubiertos de gusanos de seda. Alrededor de cada rbol haban cavado un pequeo foso, para que estos gusanos no pudieran irse de all, y vi que colocaban con frecuencia unas hojas debajo de esos rboles. En las ramas estaban suspendidas cajitas, de donde sacaban objetos redondeados ms largos que un dedo. Pens que se tratase de huevos de pjaros de alguna especie rara; pero luego entend que eran capullos hilados por estos gusanos al ver cmo las gentes los devanaban y sacaban hilos muy delgados. Sujetaban una gran cantidad de ellos contra su pecho e hilaban con un hermoso hilo que enrollaban sobre algo que tenan en la mano. Tejan entre los, rboles y su telar era muy sencillo. La pieza del gnero era del ancho de la sbana que tengo en mi lecho.

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LXIX Presentacin de Jess en el Templo

cercndose el da en que la Virgen deba presentar su Primognito en el Templo y rescatarlo segn lo prescriba la Ley, se hicieron los preparativos para que la Sagrada Familia pudiese ir al Templo y de all volver a Nazaret. Ya el domingo 30 los pastores haban llevado lo que Ana haba dejado. La gruta del Pesebre, la lateral y la de Maraha se hallaban completamente vacas y limpias. Jos las haba dejado en las condiciones en que las encontr. He visto a Mara y a Jos con el Nio visitando por ltima vez la gruta y despedirse del paraje. Tendieron la carpeta de los Reyes en el lugar donde Jess haba nacido, pusieron all al Nio y rezaron. De all pasaron al sitio de la circuncisin y tambin all se detuvieron rezando. Al amanecer he visto a la Virgen sentarse sobre el asno que los pastores dejaron ensillado delante de la gruta. Jos tuvo al Nio mientras Mara se acomodaba, y luego se lo dio. La Virgen iba sentada de modo que sus pies, un tanto levantados, descansaban sobre una tablilla. Llevaba al Nio contra su pecho, envuelto en su gran manto, mientras lo contemplaba llena de felicidad. Sobre el asno slo haba dos colchas y dos pequeos fardos, entre los cuales estaba Mara. Los pastores se despidieron con mucha emocin acompandolos un trecho. No hicieron el mismo camino por donde haban venido, sino que cruzaron entre la gruta del Pesebre y la de la tumba de Maraa, costeando a Beln por el Oriente, de modo que nadie los observ. Hoy los vi seguir el camino con lentitud, recorriendo la distancia bastante corta de Beln a Jerusaln. Emplearon mucho tiempo porque se detenan con frecuencia. A medioda los vi hacer alto sobre unos asientos alrededor de un pozo techado, mientras dos mujeres se acercaron a Mara y trajeron dos cantaritos con agua mezclada con blsamo, y panecillos. La ofrenda que Mara ofrecera en el templo estaba en un cestillo colgado de un lado del asno. Este cesto tena tres compartimentos: dos de ellos, cubiertos, contenan frutas; el tercero era una jaula calada con dos palomas. Al amanecer los vi entrando en la casa pequea de dos esposos ancianos que los recibi con todo afecto: estaban a un cuarto de legua de Jerusaln. Eran esenios, parientes de Juana Chusa. El marido se ocupaba, en trabajos del jardn, podando cercos, y tena a su cargo la parte del camino. Pasaron todo el da en casa de esos ancianos. Mara estuvo casi todo el da sola con el Nio en una habitacin; lo tena junto a ella sobre una alfombra. Mara estaba siempre en, oracin y pareca disponerse para la ceremonia que tendra lugar muy pronto. En aquella ocasin tuve una advertencia interior - 179 -

acerca de la manera que deba prepararme para la Comunin. Vi aparecer en la habitacin a varios ngeles que adoraban al Nio Jess. No podra decir si Mara los vio, aunque creo que s, porque estaba muy emocionada; por otra parte, los dueos de la casa prestaron toda clase de atenciones a Mara presintiendo algo extraordinario en el Nio Jess. A las siete de esta tarde vi al anciano Simen. Era un hombre delgado, de mucha edad y barba corta. Este sacerdote tena mujer y tres hijos, de los cuales el ms joven contara veinte aos. Viva junto al templo, y vi que se diriga por un corredor estrecho y oscuro hacia una celdilla abovedada, abierta en los gruesos muros. No vi ms que una abertura por la cual se miraba al interior. El anciano estaba arrodillado en su oracin como en xtasis. Se le apareci un ngel y le dijo que prestase atencin al primer nio que se presentara a la maana siguiente en el templo, pues ese Nio era el suspirado Mesas que l tanto haba deseado contemplar. Le avis que habra de morir despus de ver al Mesas. El espectculo era admirable. La celda estaba inundada de luz y el anciano Simen lleno de contento. Al volver a su casa cont a su mujer lo que le haba pasado, y cuando sta fue a descansar, vi al anciano de nuevo en oracin. Cuando vea a los piadosos israelitas de entonces rezando y a los sacerdotes, nunca los vi hacer las contorsiones ridculas que hacen hoy los judos; en cambio, los he visto darse a veces a la disciplina. He visto que la profetisa Ana tuvo tambin una visin mientras rezaba en su celda del templo, referente a la presentacin del Nio Jess. Esta maana, antes de amanecer, he visto a la Sagrada Familia en compaa de los dueos de casa, que dejaban el albergue para dirigirse al templo de Jerusaln con el cesto donde estaban las ofrendas que deba presentar. Entraron primero en un patio cercano al templo, rodeado de muros, y mientras Jos y el dueo de casa colocaban el asno bajo un cobertizo, la Virgen fue recibida muy fraternalmente por una anciana que la llev ms lejos pos un corredor cubierto. Llevaban una linterna, pues no haba aclarado an. Desde la entrada, en aquel pasaje, el anciano Simen sali al encuentro de Mara. Dijo algunas palabras de alegra, tom al Nio en sus brazos, lo estrech contra su corazn y se dirigi por otro camino apresuradamente al templo. Tena un deseo tan vivo de ver al Nio, por lo que l ngel le haba dicho, que quiso esperar la llegada de las mujeres para ver ms pronto lo que tanto tiempo haba suspirado. Llevaba Simen largas vestiduras, como acostumbraban los sacerdotes cuando no estaban en funcin. Lo he visto con frecuencia en el templo y siempre en calidad de sacerdote, pero sin ocupar un cargo muy elevado en jerarqua. Sobresala por su piedad, sencillez y sabidura. - 180 -

LXX Presentacin de Mara en el Templo

a Virgen fue llevada por la mujer que le serva de gua hasta el vestbulo del templo, donde se haca la purificacin. Fue recibida all por Ana y Noem, su antigua maestra, las cuales habitaban en esa parte del templo. Simen acudi nuevamente al encuentro de Mara y la condujo al lugar donde se haca el rescate de los hijos primognitos. Ana, a quien Jos entreg el cesto con las ofrendas, la sigui con Noem. Jos se dirigi a otra puerta, donde deban entrar los hombres. El cesto contena frutas en la parte de arriba y palomas en la de abajo. Ya se saba en el templo que varias mujeres tenan que presentarse con sus'; primognitos y todo estaba preparado para la ceremonia, que se celebr en un lugar tan amplio como la catedral de Dlmen. Haba una serie de lmparas encendidas; contra los muros, que formaban como una pirmide de luces. La llama sala por la extremidad de una caa curva terminada en un pico de oro, que brillaba tanto como la llama y que llevaba sujeta por un resorte un pequeo apagador. Cuando ste era alzado por detrs, se apagaba la llama sin despedir humo ni olor, y para prenderlo bastaba bajarlo. Delante de una especie de altar, en una de cuyas extremidades haba algo parecido a unos cuernos, varios sacerdotes haban llevado un cofre cuadrangular, algo alargado, que formaba el soporte de una mesa bastante amplia sobre la cual haba una gran placa. En esta mesa colocaron una colcha roja y otra blanca, transparente, que colgaba hasta el suelo alrededor de la mesa. En los cuatro extremos de la mesa haba lmparas encendidas de varios brazos y en el centro dos fuentes ovaladas y dos cestillas en torno a una larga cuna. Todos estos objetos se haban extrado de los compartimentos del cofre. De ah tambin sacaron ropas sacerdotales, depositndolas sobre el altar fijo. La mesa para recibir las ofrendas estaba rodeada de una reja. A ambos lados de esta sala del templo haba hileras de asientos, unas ms altas que otras, donde se encontraban varios sacerdotes orando. Simen se acerc a Mara que tena al Nio envuelto en una tela azul celeste; y la condujo por/ia reja hasta la mesa de las ofrendas, donde Mara puso al Nio en la cuna. Desde ese momento vi el templo lleno de luz de un resplandor indescriptible. Vi que Dios estaba all, y encima del Nio Jess, vi los cielos abiertos hasta el trono de la Santsima Trinidad. Simen volvi a llevar a Mara al sitio donde se encontraban las mujeres detrs de la reja. Mara tena vestido azul celeste y velo blanco, y estaba envuelta en larg manto amarillento. Simen se acerc entonces al altar fijo, donde se hallaban las vestiduras sacerdotales y se revisti con otros tres sa- 181 -

cerdotes para la ceremonia. En los brazos llevaban algo as como una rodela pequea y sobre la cabeza una especie de mitra. Uno de estos sacerdotes se coloc detrs de la mesa de las ofrendas, el otro delante y los restantes se hallaban a los costados recitando plegarias frente al Nio. La profetisa Ana acercse entonces a Mara, le present el cesto de las ofrendas y la llev hasta la reja, delante de la mesa del sacrificio. Ella qued all de pie, y Simen, que estaba junto a la mesa, abri la reja, acerc a Mara a la mesa y coloc all sus ofrendas. En una de las fuentes ovaladas pusieron las frutas y en la otra, monedas, mientras las palomas permanecieron en el cesto. En tanto Simen quedaba con Mara ante el altar de las ofrendas, el sacerdote, detrs del altar, tom al Nio Jess, lo alz en el aire presentndolo hacia diversos lados del templo y or largo tiempo. Despus entreg el Nio al anciano Simen, el cual lo puso en brazos de Mara, leyendo ciertas oraciones en un rollo puesto a su lado sobre un atril. Simen volvi a conducir a Mara delante de la balaustrada, de donde fue llevada por Ana, que la esperaba, al sitio donde estaban comnmente las mujeres. Haba all una veintena de ellas, que haba concurrido para presentar a sus primognitos. Jos y los dems hombres estaban ms lejos, en el sitio designado. Los sacerdotes que estaban delante del altar comenzaron un servicio con incensarios y oraciones, y los que se encontraban sentados tomaron parte en l haciendo ademanes, aunque no exagerados, como hacen los judos de hoy. Terminada esta ceremonia Simen acercse a Mara, recibi al Nio en sus brazos y, lleno de entusiasmo, habl de l durante largo tiempo en trminos sumamente expresivos. Agradeci a Dios el haber cumplido su promesa y entre otras cosas dijo: "Ahora, Seor, puedes dejar morir a tu siervo en paz, segn tu promesa, porque mis ojos han visto tu Salud, que has preparado a la faz de todos los pueblos como luz que iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel". Jos se haba acercado despus de la Presentacin, y escuch, igual que Mara, con sumo respeto las inspiradas palabras de Simen, el cual, bendiciendo a ambos, dijo a Mara: "He aqu que ste est puesto para cada y para levantamiento de muchos en Israel, y en seal de contradiccin. Una espada traspasar tu alma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones". Al terminar su discurso Simen, la profetisa Ana se sinti inspirada y habl largo tiempo del Nio Jess, dando a su Madre el nombre de Bienaventurada. He visto que todos los presentes escucharon esto con devocin, sin que resultara desorden alguno. Me parece que los sacerdotes tambin oyeron estas cosas. Pareca que aquella manera de rezar, en alta voz, no fuera cosa inslita; que sucedan con frecuencia estas cosas y que era natural que as sucedieran en el templo. Todos los presentes - 182 -

manifestaban grandes muestras de respeto al Nio y a su Madre. Mara brillaba como una rosa del Paraso. En apariencia, la Sagrada Familia haba presentado de las ofrendas la ms pobre, pero Jos dio al anciano Simen y a la profetisa Ana, secretamente, muchas pequeas monedas amarillas triangulares, con intencin de favorecer especialmente a las vrgenes pobres que se educaban en el templo y que no tenan medios para costearse el mantenimiento. He visto luego que la Virgen era llevada con su Nio por Ana y Noem al atrio desde donde la haban trado, y all se despidieron. Jos ya se encontraba all con los dueos de la casa donde se alojaban. Como haban trado el asno, Mara mont en l, con el Nio en brazos, y saliendo del templo se dirigieron a Nazaret, atravesando Jerusaln. No pude ver la ceremonia de la presentacin de los dems nios en el da de hoy; pero tengo la impresin de que todos ellos recibieron gracias particulares, y que muchos fueron de aquellos nios inocentes degollados por orden de Herodes. Toda la ceremonia de la Presentacin debi terminar a eso de las nueve de la maana, pues a esa hora he visto que parta la Sagrada Familia de Jerusaln. Llegaron ese da hasta Bet-Horn y pasaron la noche en la casa que haba sido el ltimo albergue de Mara, cuando fue llevada al templo trece aos antes. Me pareci que la casa estaba habitada por un maestro de escuela. Algunas personas, enviadas por Ana, los estaban esperando para acompaarlos. Al volver a Nazaret siguieron un camino ms directo del que haban tomado para ir a Beln, porque entonces evitaban las aldeas y entraban slo en las casas aisladas que encontraban. La borriquilla, que les haba indicado el camino cuando fueron a Beln, haba quedado en casa de un pariente de Jos, porque pensaba ste volver a Beln y construirse all una vivienda en el valle de los pastores. De esto haba tratado con ellos y les deca que volva a Nazaret slo para que Mara pudiera pasar algn tiempo en casa de su madre a reponerse de las incomodidades sufridas en el mal alojamiento de Beln. Haba dejado por esto muchas cosas en poder de los pastores, por la intencin que tena de volver. Jos llevaba unas monedas muy raras que haba recibido de los Reyes Magos: en una especie de bolsillo interior de su ropa, tena ciertas cantidades de hojitas de metal amarillo, muy delgadas, brillantes y dobladas unas sobre otras, de forma cuadrada, con las puntas redondeadas que tenan un grabado encima. En cambio, he visto que las monedas recibidas por Judas en pago de su traicin, eran de forma de lengua. En estos das pude ver de nuevo a los Reyes reunidos ms all de un ro donde se detuvieron el da entero consagrado a la celebracin de una de sus - 183 -

fiestas. Haba all un casern grande, rodeado de casas ms pequeas. Al principio viajaron muy rpidamente, pero desde que se detuvieron en aquel sitio su marcha era ms lenta. Yo vea a un joven resplandeciente que iba delante del cortejo y que a veces hablaba con ellos.

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LXXI Muerte de Simen

l anciano Simen tena tres hijos, el mayor de unos cuarenta aos y el ms joven de unos veinte, y los tres estaban empleados en el templo. Ms tarde se hicieron amigos fieles, aunque secretos, de Jess y de sus discpulos y despus lo fueron tambin ellos, no recuerdo si antes de la muerte de Cristo o despus de su Ascensin al cielo. Fue uno de ellos el que en la ltima Cena prepar el cordero pascual para Jess y los apstoles. En los primeros tiempos de la persecucin, despus de la Ascensin, hicieron grandes servicios a los amigos de Jess. No recuerdo ahora si todos esos hombres fueron hijos o nietos de Simen. Simen era pariente de Serafia (ms tarde Vernica) t como tambin de Zacaras, por medio del padre de Vernica. Este anciano, luego de haber profetizado en la Presentacin de Jess en el templo, al volver a su casa cay enfermo casi de inmediato, y a pesar de su enfermedad, manifestaba gran alegra en las conversaciones con su mujer y sus hijos. Esta noche vi que era hoy cuando deba morir, y slo recuerdo lo siguiente. Desde su lecho de muerte Simen dirigi palabras conmovedoras a su mujer y a sus hijos habindoles de la salvacin que haba llegado para Israel, de lo que haba anunciado el ngel, todo esto en trminos entusiastas, elocuentes y jubilosos. Despus de esto lo vi morir plcidamente. La familia lo llor en silencio, y alrededor de l he visto muchos sacerdotes y judos orando. Su cadver fue llevado en seguida a otra sala. All lo pusieron sobre una tabla agujereada y lo lavaron bajo una colcha con esponjas, de modo que no lo vean desnudo. El agua corra a travs de los orificios de la tabla hasta una fuente de cobre que estaba debajo. Despus pusieron sobre el cuerpo grandes hojas verdes, alrededor hermosos ramos de hierbas y lo amortajaron en un lienzo grande, envolvindolo luego con una tela en forma de tira larga, como se fajara a un nio. Su cuerpo estaba tan rgido e inflexible que pareca atado a la tabla. La misma noche lo enterraron. Lo transportaron seis hombres, llevando luces. El cuerpo estaba colocado sobre una tabla con la forma del cuerpo y un borde algo levantado en los cuatro costados. As envuelto y descubierto pusieron el cuerpo sobre la tabla. He visto que los que lo llevaban y los que acompaaban iban ms de prisa de lo que suele hacerse en nuestros das. Lo sepultaron en la tumba de una colina no distante del templo. La bveda tena en su parte exterior la forma de un montculo, donde se haba colocado, desde afuera, una puerta oblicua, con trabajo de albailera en la parte interior, hecha de un modo particular que me record el tipo de obra que haca San Benito cuando edifi- 185 -

c su primer monasterio. Las paredes estaban adornadas de flores y estrellas con piedras de diferentes colores, tal como era la celda de la Virgen en el templo. La pequea bveda donde pusieron a Simen tena apenas el espacio para circular alrededor del cadver. Tenan otras costumbres en los entierros, tales como dejar monedas, piedrecillas y creo que tambin alimentos, aunque ya no recuerdo bien estas cosas.

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LXXII Visin de la Purificacin de Mara a fiesta de la Candelaria o Purificacin se me mostr en un gran cuadro que ahora me es difcil explicar. Vi esta fiesta en una iglesia difana suspendida sobre la tierra, que representa la Iglesia Catlica en general, y que veo cuando debo contemplar no una iglesia en particular, sino la Iglesia como tal. Estaba llena de ngeles, que rodeaban a la Santsima Trinidad. As como yo deba ver a la Segunda Persona de la Trinidad en el Nio Jess presentado y rescatado en el templo, a pesar de hallarse presente en la Trinidad Santsima, as me pareca que el Nio Jess se hallaba junto a m y me consolaba en mis dolores mientras yo vea a la augusta Trinidad. Estaba, pues, cerca de m el Verbo encarnado, y pareca que el Nio Jess estaba unido a la Santsima Trinidad mediante una va luminosa. No dejaba de estar all, aunque estuviera a mi lado, y no dejaba de estar junto a m, aunque estuviera en la Trinidad. En el momento en que sent fuertemente la presencia del Nio Jess junto a m, vi la figura de la Santsima Trinidad en otra forma que cuando Ella me es presentada solamente como imagen de la Divinidad. En esto apareci un altar en medio de la iglesia: no era un altar determinado de una de nuestras iglesias, sino un altar en general y simblico. Sobre l haba un rbol pequeo con grandes hojas colgantes, como haba visto que era el rbol de la ciencia del bien y del mal en el Paraso terrenal. Despus vi a la Virgen Santsima con el Nio Jess en brazos como si emergiese de la tierra, delante del altar, mientras el rbol que estaba sobre, l se inclinaba ante Ella y se secaba de inmediato. Despus vi que un ngel de vestiduras sacerdotales, con un aro luminoso en la cabeza, se acercaba a Mara. Ella le dio el Nio y el ngel lo puso sobre el altar, y en el mismo momento vi al Nio en el cuadro de la Santsima Trinidad, la cual contempl esta vez en su forma comn. Vi que el ngel daba a Mara un pequeo globo, sobre el cual haba una figura como de un Nio fajado y Mara, despus de haberlo recibido, qued suspendida en el aire sobre el altar. De todos lados salan brazos llevando antorchas que se dirigan hacia ella, y Mara las presentaba al Nio, sobre el globo, en el que entraron de inmediato. Las antorchas formaron, por encima del Nio y de Mara, un resplandor de luz que iluminaba todo el cuadro. Mara desplegaba un amplio manto sobre toda la tierra. Luego todo cambi y se transform en otra escena, que pareca la celebracin de una fiesta. Creo que la muerte del rbol de la ciencia del bien y del mal en el momento - 187 -

de aparecer Mara y la absorcin del Nio ofrecido sobre el altar dentro del cuadro de la Santsima Trinidad, deban ser imgenes de la reconciliacin de los hombres con Dios. Por esto mismo he visto que las luces dispersas presentadas a la Madre de Dios y remitidas por ella al Nio Jess se convertan en una sola luz en Jess, que es la Luz del mundo que ilumina a todo hombre y al mundo entero, representado por aquel globo como por un globo imperial. Las luces presentadas indicaban la bendicin de las candelas, que se celebra en la fiesta de la Candelaria.

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LXXIII La Sagrada Familia llega a casa de Santa Ana

sta noche vi que la Sagrada Familia haba llegado a la casa de Ana, a media legua de Nazaret, hacia el valle de Zabuln. Tuvo lugar all una fiestecita familiar, como aquella celebrada cuando parti Mara para el templo. Estaba Mara de Hel, la hija mayor de Ana. Haban quitado la carga al asno porque pensaban quedarse algn tiempo. Todos recibieron al Nio Jess con alegra, con una alegra tranquila, interior: no haba nada de apasionado en todas estas personas. Estuvieron presentes algunos sacerdotes de edad y hubo una fiestecita con una comida. Las mujeres coman separadas de los hombres. En otra ocasin veo de nuevo a la Sagrada Familia en casa de Ana. Estn presentes algunas mujeres, entre ellas Mara Hel, hija mayor de Ana, con su hija Mara de Cleofs; veo, adems, a otra mujer del pas de Santa Isabel, y aquella sirvienta que haba estado con Mara en Beln. Esta sirvienta, despus de perder a su marido, que la haba tratado mal, no quiso volver a casarse y se fue a Juta, a casa de Isabel, donde Mara la conoci cuando fue a visitar a su prima. De all la viuda fue a casa de Ana. Hoy he visto a Jos atareado, cargando muchos bultos en casa de Ana, e ir luego con la criada de Ana a Nazaret, seguido de dos o tres asnos cargados. En los casos desesperados invoco a Santa Ana, Madre de Mara, y hoy, estando en visin en su casa, vi en el jardn muchas peras, ciruelas y otras frutas pendientes de los rboles, a pesar de no ser estacin de frutas, y los rboles estuviesen sin hojas. Recog algunas antes de salir de la casa y llev las peras a personas enfermas, que se curaron de inmediato. Di tambin frutas a otras personas conocidas y desconocidas, que sintieron gran alivio en sus penas y enfermedades. Creo que estas frutas indican favores obtenidos por intercesin de Santa Ana, y que significan para m nuevos sufrimientos de expiacin. Por experiencia s que sucede esto al tomar frutas de los jardines de los santos: pago el favor que recibo con nuevos dolores en favor de las almas. En Palestina veo ahora a menudo brumas y lluvias; a veces un poco de nieve que se derrite en seguida. Veo tambin rboles sin hojas, pero con algunas frutas. Veo varias cosechas en el ao y una que corresponde a nuestra estacin de primavera. En el invierno veo a la gente completamente cubierta, con mantos sobre la cabeza. Hoy, por la tarde, he visto a Mara con el Nio, acompaada de su madre, - 189 -

que iban a la casa de Jos en Nazaret. El camino es agradable. Habr una media legua de distancia, entre colinas, jardines y huertas. Ana enva alimentos a Jos y a Mara a su casa de Nazaret. Qu conmovedor es todo lo que veo en la Sagrada Familia! Mara es como una Madre y al mismo tiempo como la servidora del Nio Jess y la servidora de San Jos, y Jos es para Mara como el amigo ms devoto y el servidor ms humilde. Cunto me conmueve ver a Mara mover y dar vueltas al Nio Jess como a un nio que no puede valerse por si mismo! El Nio Jess puede tener un ao de edad. Lo vi jugando en torno de un balsamero, en un momento en que sus padres se detuvieron durante el viaje; algunas veces lo hacan andar un rato. Vi a la Virgen tejiendo vestiditos a punta de aguja o ganchillo. Tena tena madeja de lana sujeta a la cadera derecha y n las manos dos palillos de hueso, si no me equivoco, con unos ganchillos en la extremidad. Uno de ellos poda medir media vara de largo, el otro era ms corto. La Virgen trabajaba de pie o sentada, junto al Nio, que se hallaba acostado en una pequea cesta. A Jos lo he visto trabajar trenzando diferentes objetos y hacer tabiques y entarimados para las habitaciones con largas tiras de cortezas amarillas, pardas y verdes. Tena una provisin de objetos semejantes superpuestos en un cobertizo contiguo a la casa. Me inspiraba compasin pensando que pronto tendra que dejar todo y huir a Egipto. Santa Ana vena con frecuencia, casi todos los das, desde su casa que est a solo media legua.

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LXXIV Agitacin de Herodes en Jerusaln e visto lo que suceda en Jerusaln, y cmo Herodes mand llamar a mucha gente como cuando recluan soldados en nuestra tierra. Los soldados recibieron trajes y armas en un amplio patio donde se haban reunido. En el brazo tenan una media luna (una rodela). Tenan venablos y sables cortos y anchos, como cuchillas, y sobre la cabeza cascos; muchos de ellos se cean las piernas con cintas. Todo esto tena relacin con la matanza de los nios inocentes, porque Herodes andaba sumamente agitado. Hoy lo he visto de nuevo en gran agitacin, como cuando llegaron los Reyes Magos a preguntarle acerca del Rey de los judos recin nacido. Estuvo consultando a viejos escribas y doctores, que portaban largos rollos de pergamino fijos sobre dos pedazos de madera, y estuvieron leyendo all algo. He visto que los soldados vestidos y equipados la vspera fueron enviados a diversas direcciones, a los alrededores de Jerusaln y de Beln. Creo que fue para ocupar aquellos lugares donde ms tarde las madres deban acudir con sus hijos a Jerusaln, sin sospechar que habran de ser degolladas all las criaturas. Quera impedir Herodes que su crueldad fuera causa de algn levantamiento. Hoy he visto a los soldados llegar a tres sitios diversos cuando salieron de Jerusaln: fueron a Hebrn, a Beln y a un tercer lugar que est entre los dos en direccin al Mar Muerto, cuyo nombre no recuerdo. Los habitantes de estos lugares, no sabiendo la causa de la llegada de los soldados, estaban intranquilos y sobresaltados. Como Herodes era astuto, no se traslucan sus malas ideas y buscaba a Jess secretamente. Los soldados apostados en esos lugares permanecieron all algn tiempo con el propsito de no dejar escapar al Nio recin nacido en Beln. Herodes hizo degollar a todas las criaturas menores de dos aos.

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LXXV La Sagrada Familia en Nazaret oy he visto a Ana yendo con su criada desde su casa a Nazaret. La criada llevaba un paquete colgado a su costado, una cesta sobre la cabeza y otra en la mano. Estas cestas eran redondas y una de ellas calada, porque dentro tena aves. Llevaban alimentos para Mara, que no tena instalada la cocina, porque -reciba todo de la casa de Ana. Hoy por la tarde volv a ver a Ana y a su hija mayor, Mara de Hel, la cual tena junto a s a un niito muy robusto de cuatro a cinco aos: era ya un nieto, hijo de su hija Mara de Cleofs. Jos estaba ausente, en casa de Ana. Yo pens entre mis adentros: las mujeres son siempre del mismo modo. Las vea sentadas juntas, hablando familiarmente, jugando con el Nio Jess, con besos y caricias y ponindolo en los brazos del niito de Mara Cleofs; todo pasaba como pasa en nuestros das en iguales casos. Mara de Hel viva en una aldea a unas tres leguas de Nazaret, hacia el Oriente, y su casa estaba tambin arreglada casi como la de Ana, con un patio rodeado de muros y un pozo de bomba, del cual sala un chorro de agua cuando se pona el pie sobre un sitio determinado, cayendo el agua sobre una fuente de piedra. Su marido se llama Cleofs y su hija, casada con Alfeo, viva en otro extremo de la aldea. Por la noche he visto a las mujeres en oracin. Estaban delante de una mesa pequea arrimada al muro y cubierta con un tapete rojo y blanco. Mara estaba delante de Ana y su hermana cerca de ella. A veces cruzaban las manos sobre el pecho, las juntaban y luego las extendan y Mara ley en un rollo que tena delante. Sus oraciones me recordaban la salmodia de un coro conventual, por el tono y el ritmo con que procedan.

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LXXVI El ngel se aparece a Jos y le manda huir a Egipto os veo partir de Nazaret. Ayer Jos haba vuelto temprano de Nazaret y Ana y su hija estaban an en Nazaret con Mara, Ya haban ido a descansar cuando el ngel apareci a Jos. Mara y el Nio descansaban a la, derecha del hogar; Ana a la izquierda; Mara de Hel entre la habitacin de su madre y la de Jos. Estas diversas habitaciones estaban separadas por tabiques de ramas de rboles trenzadas y cubiertos en lo alto con zarzos de la misma clase. El lecho de Mara estaba separado de los dems de la pieza por medio de una mampara. El Nio Jess dorma a los pies de Mara sobre unas alfombras en el suelo. Al levantarse, lo poda fcilmente tomar en brazos. Vi a Jos descansando en su habitacin, acostado de lado, con la cabeza sobre el brazo, cuando un joven resplandeciente se acerc a su lecho y le habl. Jos se incorpor; pero como estaba abrumado de sueo, volvi a caer. El ngel lo tom de la mano y lo levant hasta que Jos volvi completamente en s y se levant. El ngel desapareci. Jos encendi su propia lmpara en otra que estaba colgada delante del hogar en medio de la casa; luego golpe a la entrada donde estaba Mara y pregunt si poda recibirlo. Lo vi entrar y hablar con Mara, la cual no descorri la cortina que tena delante. Luego Jos entr en una cuadra donde tena el asno y pas a una habitacin donde haba diversos objetos y arregl todo para la pronta partida. Cuando: Jos dej a Mara, sta se levant y se visti para el viaje. Fue a ver a su santa madre y le dio cuenta de la orden del ngel de partir. Ana se levant, como tambin Mara de Hel con su nieto. Al Nio Jess lo dejaron an descansando. Para aquellas santas personas la voluntad de Dios era lo primero. Estaban muy afectados y afligidos, pero no se dejaron llevar por la tristeza y dispusieron lo necesario para el viaje. Mara no tom casi nada de lo que haban trado de Beln. Hicieron un envoltorio de regular tamao con las cosas que Jos haba dispuesto y aadieron algunas colchas. Todo esto se hizo con calma y muy rpidamente, como cuando se despierta uno para huir en secreto. Mara tom al Nio y su prisa fue tanta que no la vi cambiarle paales. El momento de partir haba llegado y no es posible decir cunta era la afliccin de Ana y de su hija mayor: estrechaban contra su pecho al Nio Jess, llorando, y el niito bes tambin a Jess. Ana bes varias veces a Mara, llorando, como si no la hubiera de ver ms, mientras Mara de Hel se ech al suelo derramando abundantes lgrimas. An no era media noche cuando - 193 -

dejaron la casa, y Ana y Mara Hel acompaaron a los viajeros un trecho de camino. Jos marchaba detrs con el asno y aunque iban en direccin de la casa de Ana, la dejaron a un lado hacia la derecha. Mara llevaba al Nio Jess sujeto con una faja que descansaba sobre sus hombros. Tena un largo manto que la envolva toda con el Nio y un gran velo cuadrado que no cubra ms que la parte posterior de la cabeza y caa a ambos lados de la cara. Haban avanzado algo en el camino cuando Jos los alcanz con el asno, cargado con un odre lleno de agua y un cesto lleno de objetos, como panecillos, aves vivas y un cantarito. El pobre equipaje de los viajeros, junto con algunas colchas, iba empaquetado alrededor del asiento, puesto de travs con una tablilla para descansar los pies. Otra vez volvieron a besarse, llorando, y Ana bendijo a Mara, que mont sobre el asno, que conduca Jos, y prosiguieron su camino. Por la maana temprano he visto a Mara de Hel que iba con su muchachito a la casa de Ana; despus envi a su suegro con un servidor a Nazaret, y regres a su propia casa. Ana estaba empaquetando y ordenando todo lo que haba quedado en la casa de Jos. Por la maana acudieron dos hombres de la casa de Ana: uno de ellos no llevaba encima mas que una piel de carnero, con toscas sandalias sujetas por correas en torno de las piernas; el otro llevaba ropas largas. Ayudaron a poner orden en la casa de Jos, empaquetando las cosas que deban llevar a casa de Ana. Mientras tanto vi a la Sagrada Familia, la noche de su partida, descansar en varios lugares y por la maana en un cobertizo. Por la tarde, no pudiendo llegar ms lejos, entraron en un lugar llamado Nazara, en una casa separada de las dems, porque eran tratados con cierto desprecio los dueos de ella. No eran judos: en su religin haba algo de paganismo, porque iban a adorar al monte Garizm, cerca de Samaria, por un camino montaoso y abrupto. Estaban obligados a pesadas tareas y trabajaban como esclavos en el templo y en otras obras pblicas. Esta gente recibi a la Sagrada Familia con mucha amabilidad. Se quedaron all el da siguiente. Al volver de Egipto la Sagrada Familia visit a esa buena gente, y tambin ms tarde, cuando Jess tena doce aos, y fueron al templo, y cuando volvi a Nazaret toda esa familia se hizo bautizar por San Juan y se uni a los discpulos de Jess. El pueblo de Nazara no est lejos de otra ciudad puesta sobre una altura, cuyo nombre no recuerdo, pues he odo nombrar varias ciudades en los alrededores, como Legio, Massoloth, y entre ellas est Nazara, si mal no recuerdo. - 194 -

LXXVII Descanso bajo el terebinto de Abrahn yer, sbado, despus de la fiesta, la Sagrada Familia dej a Nazara durante la noche. La he visto todo el domingo y la noche siguiente ocultndose cerca de aquel rbol grande bajo el cual haban estado cuando fueron a Beln y donde Mara haba sufrido tanto el fro. Este rbol era el terebinto de Abrahn, cerca del bosque de Mor, no muy distante de Siquem, de Yhenat, de Silch y de Anima. Las intenciones de Herodes se conocan en aquel pas y por eso no se sentan seguros. Cerca de este rbol fue donde Jacob enterr los dolos robados a Labn, y junto a este terebinto Josu reuni al pueblo y estuvo levantado el tabernculo donde se hallaba el Arca de la Alianza y exigi al pueblo renuncia de los dolos. All fue saludado como rey por lo siquemitas, Abimelec, hijo de Geden. Esta maana he visto a la Sagrada Familia descansando, muy temprano, junto a una fuente, bajo unos arbustos de blsamo, en una regin frtil. El Nio Jess estaba con los pies desnudos sobre las rodillas de Mara. Los arbustos estaban cubiertos de bayas rojas: en algunas ramas haba incisiones, de las que sala el lquido que era recogido en pequeos recipientes. Yo me maravillaba de que no los robaran. Jos llen su cantarito con el licor que manaba y comieron lo que haban trado, pan y bayas recogidas en los arbustos vecinos, mientras el asno pastaba y abrevaba junto a ellos. Hacia la izquierda se vea, en lontananza, la altura donde estaba asentada Jerusaln. Era un cuadro conmovedor mirarla desde este lugar.

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LXXVIII Santa Isabel huye al desierto con el nio Juan

acaras e Isabel conocan el peligro qu amenazaba a los nios, porque creo que la Sagrada Familia les envi un mensaje de confianza. He visto a Isabel llevndose al nio Juan a un sitio muy retirado del desierto, a unas dos leguas de Hebrn. Zacaras los acompa hasta un lugar donde atravesaron un arroyuelo, pasando sobre una viga tendida. All se separ de ellos y se encamin a Nazaret por el camino que Mara haba tomado cuando fue a visitar a su prima Isabel. Creo que iba a pedir mejores informes a Santa Ana. All, en Nazaret, varios amigos de la Sagrada Familia estaban muy tristes por la partida. He visto que Juan, en el desierto, no llevaba sobre el cuerpo ms que una piel de cordero, y a los dieciocho meses ya poda correr y saltar. Tena en la mano un bastoncito blanco, con el que jugaba como juegan los nios. El desierto no era una inmensa extensin arenosa y estril, sino una soledad con muchas rocas, barrancos y grutas, donde crecan arbustos diversos con bayas y frutos silvestres. Isabel llev al nio Juan a una gruta donde ms tarde vivi Mara Magdalena despus de la muerte del Salvador. No s cunto tiempo estuvo oculta all Isabel con el nio: probablemente qued todo el tiempo hasta que no poda ya temerse la persecucin de Herodes. Regres con su hijo a Juta, pero volvi a huir cuando Herodes convoc a las madres que tenan hijos menores de dos aos, lo cual tuvo lugar un ao ms tarde. No puedo decir los das, pero contar las escenas de la huida conforme recuerdo haberlas visto.

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LXXIX La Sagrada Familia se detiene en una gruta y ve al nio Juan uando hubo pasado la Sagrada Familia algunas alturas del Monte de los Olivos, la vi huyendo hacia Beln, en direccin de Hebrn. A unas dos leguas del bosque de Mambr los vi refugiarse en una gruta amplia, abierta en un desfiladero agreste, encima del cual se hallaba un lugar parecido al nombre de Efran, Me parece que era la sexta vez que se detenan en el camino. Llegaron llenos de fatiga y de tristeza. Mara estaba muy afligida y lloraba. Sufran toda clase de privaciones, pues tenan que tomar los senderos apartados y evitar los poblados y las posadas pblicas. Descansaron durante todo el da. Tuvieron lugar aqu algunos hechos milagrosos para aliviar su miseria. Brot una fuente en la gruta, por la oracin de Mara, y una cabra salvaje se acerc a ellos y se dej ordear. Finalmente se les apareci un ngel, que los consol y anim. En esta gruta haba rezado a menudo un profeta y Samuel se detuvo algunas veces. David guardaba en la vecindad los rebaos de su padre, y aqu mismo mientras oraba recibi de un ngel la orden y el mandato de combatir contra Goliat27. Despus de dejar la gruta caminaron siete leguas hacia el Medioda, dejando a su izquierda el Mar Muerto, y unas dos leguas ms all de Hebrn entraron en el desierto donde se encontraba por entonces el pequeo Juan, pasando a un tiro de flecha de la gruta donde estaban refugiados. Los he visto avanzar en medio de un desierto de arena, muy lnguidos y cansados. El recipiente de agua y el cantarillo de blsamo estaban vacos; Mara estaba sedienta y triste, y el Nio tambin tena sed. Se detuvieron fuera del camino en una hondonada donde haba zarzales y un poco de csped reseco. Mara baj del asno, sentse en el suelo y puso al Nio ante s. Estaba triste y rezaba. Mientras Mara, como Agar en el desierto, peda un poco de agua para el Nio, mis ojos vieron una escena conmovedora. La 'gruta donde Isabel tena escondido al nio Juan, estaba a poca distancia, en medio de unas rocas altas. Pude ver al nio Juan vagando entre malezas y piedras. Me pareci lleno de inquietud y como si esperara algo; no pude ver a su madre. La vista de aquel nio corriendo con paso seguro por ese lugar desierto produca una viva impresin. De la misma manera que se haba estremecido en el seno de su madre, como queriendo ir al encuentro de su Seor, esta vez se hallaba excitado por la vecindad de su Redentor, que estaba sediento. Tena sobre los hombros una piel de cordero, sujeta por la cintura, y en la mano un bastoncito, en cuya alta punta flotaba una banderola de corteza. Senta que Jess pasaba y que tena sed. Se puso de rodillas y clam a Dios con los - 197 -

bracitos tendidos. Luego se levant con rapidez corri impulsado por el espritu hasta un costado de la roca, y golpe el suelo con su vara, brotando de inmediato agua abundante. Juan corri hacia el sitio donde caa, y all se detuvo, y vio a lo lejos a la Sagrada Familia que pasaba. Mara alz al Nio en los brazos y sealando hacia el lugar, dijo: "Mira a Juan en el desierto". Vi a Juan estremecerse de alegra junto al agua que caa; hizo una seal con su banderola, y luego huy a su soledad. El arroyo, despus de algn tiempo, lleg hasta el camino que seguan los viajeros. Los he visto pasar y detenerse junto a unos zarzales en un lugar cmodo donde haba un poco de csped, aunque seco. Mara baj con el Nio de la cabalgadura y se sent sobre el csped. Todos estaban llenos de alegra. Jos cav una pequea hondura, que pronto se llen de agua, y cuando estuvo limpia todos bebieron. Mara ba al Nio y luego se lavaron las manos, la cara y los pies; Jos trajo el asno y le dio de beber, y finalmente llen de agua su recipiente. Estaban llenos de alegra y de agradecimiento. El csped seco reverdeci con el agua; el sol se mostr brillante, y todos se, encontraron reanimados, aunque silenciosos. Se detuvieron all dos o tres horas. A poca distancia de una ciudad sobre la frontera del desierto, a dos leguas ms o menos del Mar Muerto, fue donde se detuvo la Sagrada Familia por ltima vez en los dominios de Herodes. El nombre de la ciudad era as como Anam, Anem o Anim28. Pidieron entrada en una casa aislada, que era posada para gentes que atravesaban el desierto. Contra una altura haba algunas cabaas y cobertizos, y en los alrededores muchos frutales silvestres. Me pareci que los habitantes eran camelleros, porque he visto pastando varios camellos rodeados de vallas. Eran gentes d costumbres salvajes, dedicadas, me parece, al pillaje; con todo, recibieron bien a la Sagrada Familia y le dieron hospitalidad. En la vecina ciudad habitaban gentes de costumbres desordenadas, que haban huido despus de una guerra. Entre las personas de la posada haba un joven de unos veinte aos, llamado Rubn. En una noche estrellada he visto hoy a la Sagrada Familia atravesando un terreno arenoso, cubierto de maleza corta. Me pareca viajar con ellos por el desierto. El paraje era peligroso por la cantidad de serpientes ocultas en la maleza y enrolladas entre la hojarasca. Se acercaban silbando y levantando sus cabezas contra la Sagrada Familia, que pasaba tranquila, rodeada de luz. He visto otros animales dainos, de patas cortas, y una especie, con alas sin plumas, como grandes aletas, y el cuerpo largo y negruzco. Pasaban rpidamente como si volaran; la cabeza se pareca a la de los peces. (Quizs lagartos voladores). La Sagrada Familia lleg a un camino ahuecado, que era una excavacin profunda del terreno y quisieron descansar all entre los zar- 198 -

zales. Tuve miedo por ellos, porque el sitio era horrible y quise hacerles una muralla de zarzas entrelazadas; pero se me present una bestia horrible, parecida a un oso y me sent llena de ansiedad terrible. De pronto apareci un viejo amigo mo, sacerdote, que ha muerto hace poco, y se presentaba ahora como un hermoso joven. Tom a la bestia feroz por la nuca y la alej de all. Yo le pregunt por qu haba venido, pues seguramente se encontrara mejor all donde estaba, y me respondi: "Quera socorrerte; no me quedar mucho tiempo". Me dijo tambin que yo volvera a verlo.

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LXXX En la morada de los ladrones

a Santa Familia avanz unas dos leguas hacia el Oriente por el camino principal; el ltimo sitio donde llegaron, entre la Judea y el desierto, tena el nombre de Mar. Pens en el lugar donde haba nacido Ana, pero no es ste. Los habitantes eran brbaros e inhospitalarios, y la Sagrada Familia no recibi ayuda alguna. Entraron ms tarde en un gran desierto arenoso, donde no haba camino ni nada que indicara la direccin que deban tomar, y no saban qu hacer. Despus de haber andado un poco subieron por una cadena de montaas sombras. Estaban de nuevo tristes y se pusieron a rezar de rodillas, clamando al Seor que los ayudase. Varios animales salvajes grandes se agruparon a su alrededor. Me pareci al principio que eran peligrosos, pero aquellas bestias no eran malas; por el contrario, miraban a los viajeros amistosamente, como me mira el viejo perro de mi confesor cuando viene hacia m. Entend que aquellas bestias fueron mandadas para indicarles el camino. Miraban hacia la montaa; corran delante; luego volvan, como hace un perro cuando quiere guiar a su dueo. Vi a la Sagrada Familia seguir a las bestias y, atravesando esas montaas, llegar a una regin triste y agreste. Todo estaba oscuro y los viajeros caminaron a lo largo de un bosque, donde,-fuera del camino delante del bosque, haba una choza de mal aspecto. A poca distancia de ella vease colgada una lmpara de un rbol, que se distingua desde lejos, destinada a atraer a los caminantes. El camino era difcil, cortado a trechos por zanjas. Haba hoyos alrededor de la choza y por el camino hilos ocultos tendidos unidos a unas campanillas puestas en la cabaa. Los ladrones eran de este modo avisados de la presencia de viajeros, y salan a despojarlos. Esta cabaa no estaba siempre en el mismo lugar: como era movible sus habitantes la trasladaban de un lugar a otro, segn las necesidades. Cuando la Sagrada Familia lleg adonde estaba la linterna, se encontr rodeada por el jefe de los ladrones y cinco de sus compaeros. Tenan al principio malas intenciones; pero vi que parta del Nio Jess un rayo luminoso que como una flecha toc el corazn del jefe de la banda, el cual orden a su gente que no hicieran dao alguno a los viajeros. Mara vio este rayo luminoso llegar al corazn del jefe, porque a su vuelta cont el hecho a la profetisa Ana. El ladrn condujo a la Sagrada Familia a la cabaa, donde se encontraba su mujer y sus dos hijos. Ya era de noche. El hombre cont a su mujer la impresin extraordinaria que le produjo la vista del Nio y la mujer recibi a la Sagrada Familia con timidez, aunque con buena voluntad. Los viajeros se - 200 -

sentaron en el suelo, en un rincn de la casa y comieron algo de lo que llevaban. Los dueos de casa se mostraron a los principios tmidos y reservados, cosa no habitual en ellos; pero poco a poco se fueron acercando. Otros hombres albergaron el asno de Jos bajo un cobertizo. Aquellas gentes se animaron poco a poco y fueron colocndose en torno de la Sagrada Familia y conversaron. La mujer ofreci a Mara panecillos con miel y frutas y trajo agua para beber. El fuego estaba encendido en una excavacin hecha en un rincn de la casa. La mujer arregl un sitio separado para Mara y le llen, a su pedido, una gamella llena de agua para baar al Nio, lavando tambin sus paales que puso a secar junto al fuego. Mara ba al Nio Jess bajo una sbana. El ladrn estaba tan conmovido, que dijo a su mujer: "Este Nio judo no es un nio comn: es un nio santo. Pdele a la madre que nos deje baar a nuestro hijo leproso en el agua donde ha lavado a su hijo. Quizs esto lo cure de su enfermedad". Cuando la mujer se acerc, la Virgen le dijo, antes que ella hablara, que deba baar a su nio leproso en aquella agua, y la mujer trajo a un muchacho de tres aos ms o menos en sus brazos. Estaba muy comido por la lepra y su cara era toda una costra. El agua donde Jess haba sido baado apareca ms clara que antes y al ser puesto el nio dentro del agua las costras se desprendieron y el nio se encontr perfectamente curado. La madre estaba fuera de si de contenta, y quera besar a Mara y al Nio Jess; pero Mara no se dej tocar por ella ni tocar al Nio. Mara le dijo que cavara una pequea cisterna, echase el agua dentro, y que la virtud curativa del agua pasara a la cisterna. Convers un rato con ella, la cual prometi dejar ese lugar en la primera oportunidad que se le presentara. Los padres sentan gran alegra por la curacin del hijo, y habiendo acudido otros durante la noche, ellos les mostraban al nio, contndoles lo acontecido. Los recin llegados, entre los cuales haba algunos jvenes, rodeaban a la Sagrada Familia, mirndola con gran asombro. Me extra ms esta actitud de los bandidos al mostrarse tan respetuosos con la Sagrada Familia, porque los haba visto esa misma noche asaltar a varios viajeros atrados por la luz y conducirlos a una gran caverna que estaba ms abajo, en el bosque. Esta caverna, con la entrada oculta por malezas, pareca servirles de depsito, porque vi all a varios nios robados de siete a ocho aos y a una vieja que cuidaba de todo lo que haba almacenado. All adentro he visto vestidos, carpetas, carne, camellos, carneros, animales grandes y presas de toda clase. Durante la noche vi a Mara descansando un rato, la mayor parte del tiempo sentada en su lecho. Salieron por la maana temprano, provistos de alimentos que les haban dado los bandidos. Aquellas gentes los acompa un tre- 201 -

cho, los guiaron a travs de varias zanjas y se despidieron de ellos con gran emocin. El jefe dijo a los viajeros de modo muy expresivo: "Acordaos de nosotros dondequiera que vayis". Al or estas palabras vi de pronto la escena de la Crucifixin y escuch al buen ladrn diciendo a Jess: "Seor, acurdate de mi cuando hayas llegado a tu reino". Reconoc en el buen ladrn al nio curado de la lepra. La mujer del bandido dej, despus de algn tiempo, la mala vida y fue a vivir en un sitio donde haba descansado la Sagrada Familia. All haba brotado una fuente y crecido un jardn de arbustos de blsamos. Varias familias buenas fueron ms tarde a habitar en aquel lugar.

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LXXXI La primera ciudad egipcia. - La fuente milagrosa e visto a la Sagrada Familia entrar en un lugar desolado: se haban extraviado y vi que se acercaban reptiles de diversas clases, entre ellos unos lagartos con alas de murcilagos, que iban arrastrndose y muchas serpientes. No les hicieron dao alguno, ms bien pareca que queran indicarles el camino. Algn tiempo despus, no sabiendo ya qu direccin tomar, vi que les fue mostrado el camino por medio de un gracioso milagro. A ambos lados del camino brot la rosa llamada de Jeric con ramas de hojas rizadas que tenan florecitas en el centro. Avanzaron con alegra en medio de ellas, viendo que se alzaban las flores en toda la extensin que alcanzaba la vista. Este prodigio continu por todo el desierto. A la Virgen le fue revelado que ms tarde vendran gentes del pas a recoger estas flores, para venderlas a viajeros extranjeros y comprar pan con el producto de la venta. En efecto, he visto que as sucedi ms tarde. El nombre del lugar era Gaz o Gose. Los he visto arribar a un lugar llamado, si mal no recuerdo, Lep o Lap, donde haba agua, fosos, canales y diques. Para atravesar el arroyo lo hicieron en balsas de madera, en las cuales haba unas tinas donde metan a los asnos. Los que los pasaron en balsas fueron dos hombres de feo aspecto, cetrinos, con narices muy chatas y labios gruesos, que andaban medio desnudos. Ms tarde llegaron a unas casas apartadas de la poblacin, pero al ver a los habitantes tan altaneros y soeces, no pararon ni hablaron con ellos. Haban llegado a la primera poblacin pagana egipcia, habiendo viajado durante diez das en territorio de Judea y otros diez en el desierto. He visto a la Sagrada Familia en un pas llano, en territorio egipcio. Aparecan grandes praderas donde pastaban los rebaos. Vi rboles a los cuales haban sujetado algunos dolos semejantes a nios fajados. Las tiras que los sujetaban estaban cubiertas de figuras y caracteres. Algunos hombres gruesos, de corta estatura, vestidos al modo de los hilanderos que he visto en el pas de los tres Reyes, rendan homenajes a esos dolos. La Sagrada Familia se refugi en un corral, del cual salieron las bestias para dejarles lugar. No tenan en ese momento ni agua ni alimento y nadie les dio cosa alguna. Mara apenas poda alimentar a su Nio. Soportaron todos los sufrimientos humanos en esos das. Cuando finalmente llegaron algunos pastores a dar de beber a sus animales en un pozo cerrado, le dieron a Jos un poco de agua para satisfacer su pedido. Ms tarde vi a la Sagrada Familia, desprovista de todo socorro humano, atravesando un bosque, a la salida del cual haba un - 203 -

datilero muy alto con gran nmero de dtiles en su extremidad superior pendientes de un racimo. Mara se acerc al rbol, tom en sus brazos al Nio Jess, y alzndolo, rez una oracin. El rbol inclin su copa como arrodillndose ante ellos, y pudieron as recoger su abundante fruta. El rbol qued en la misma posicin. Toda clase de gente del lugar segua luego a la Sagrada Familia, mientras Mara reparta dtiles a muchos nios desnudos que corran detrs de ella. Como a un cuarto de legua llegaron cerca de un sicmoro de grandes dimensiones y se metieron dentro del hueco del rbol que estaba en gran parte vaco, ocultndose a la vista de la gente que los segua, de tal modo que pasaron de largo por' el lugar sin verlos y as pudieron pasar la noche ocultos. Los he visto al da siguiente seguir a travs de un arenal. Sin agua y cansados se detuvieron junto a un montculo del camino. Mara rez con fervor y vi entonces brotar un manantial, de agua abundante que regaba la tierra reseca del arenal. Jos le abri un cauce para apresar el agua en un hoyo que hizo y se detuvieron a descansar. Mara lav y refresc al Nio, y Jos llen su odre de agua y dio de beber al asno. He visto que se acercaban para refrescarse unos animales muy feos, como grandes lagartos, y tambin tortugas. No hicieron dao alguno a la Sagrada Familia, sino que, por el contrario, la miraban con expresin de cario amistoso. Vi que el agua brotada, despus de recorrer un camino bastante largo, volva a resumirse en la tierra a poca distancia de la primera fuente. La tierra regada por esta agua fue fecunda, de modo que pronto se cubri de abundante vegetacin y creci all el rbol del blsamo en abundancia. A la vuelta de Egipto, pudieron sacar blsamo de esos mismos rboles. Ms tarde este lugar fue conocido como "el monte del blsamo". Se establecieron all varias personas, entre ellas la madre del nio leproso curado en la choza de los ladrones. Volv despus a ver este lugar. Un hermoso cerco de rboles de blsamo rodeaba todo el monte, donde haban plantado otros frutales. Abrieron un pozo ancho y profundo del cual sacaban agua por medio de una noria tirada por bueyes y que, mezclada con la fuente de Mara, la utilizaban para regar jardines y huertas. Sin esa mezcla he entendido que el agua del pozo hubiera sido mala y daosa. Not tambin que los bueyes que tiraban de la noria dejaban de trabajar desde el sbado al medioda hasta el lunes por la maana.

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LXXXII El dolo de Helipolis espus de haber descansado y tomado alimentos se encaminaron a una gran ciudad, bien construida, aunque por entonces medio ruinosa; era Helipolis, llamada tambin On. Este era el lugar donde, en tiempos de los hijos de Jacob, habitaba el sacerdote egipcio Putifar, en cuya casa viva la joven Asenet, la hija que haba tenido. Dina despus que fue robada por los siquemitas, y que se cas ms tarde con Jos, virrey de Egipto. He visto que all viva, cuando muri Jess en la cruz, Dionisio el Areopagita. La ciudad haba sido devastada por la guerra; y fueron a establecerse toda clase de gentes en sus ruinosos edificios. Pasaron all por un puente muy ancho y muy largo, a travs de un ro con varios brazos. Llegaron a una plazoleta situada delante de la puerta de la ciudad, bordeada por una especie de paseo. Haba all sobre una columna tronchada, ms ancha en su base que en la altura, un dolo grande con cabeza de buey que tena en sus brazos algo as como un nio fajado. Alrededor del dolo haba unas mesas de piedras sobre los cuales ponan sus ofrendas las gentes que venan de todas partes de la ciudad. Cerca de all haba un rbol corpulento bajo el cual la Sagrada Familia se detuvo a descansar. Haca algunos momentos que estaban all descansando cuando tembl la tierra; el dolo tambale sobre su base y cay a tierra. Este hecho fue causa de gran tumulto: la gente comenz a dar voces y acudieron varios hombres que trabajaban en el canal. Un buen hombre, que haba acompaado a la Sagrada Familia por el camino, acudi tambin y la condujo rpidamente a la ciudad; creo que era uno de los trabajadores del canal. Se hallaban fuera de la plaza cuando el pueblo, atribuyendo a ellos la cada de su dolo, se enfureci contra ellos y los amenazaba e injuriaba. Mientras suceda esto la tierra tembl nuevamente, el rbol se desplom, cortndose sus races, y el suelo donde haban estado el rbol y el dolo se convirti en un lodazal de agua negra y fangosa, donde se hundi el dolo hasta los cuernos, que sobresalan. Tambin se hundieron en el pantano algunos perversos de aquella multitud furiosa. La Sagrada Familia continu tranquila su viaje, dirigindose a la ciudad. Fueron a albergarse en un edificio slido junto al templo grande de un dolo donde encontraron sitios desocupados.

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LXXXIII La Sagrada Familia en Helipolis

na vez que atraves el mar y fui a Egipto vi a la Sagrada Familia habitando an en la gran ciudad en ruinas. Esta ciudad se extiende a lo largo de un gran ro de varios brazos y se ve desde lejos debido a su elevada posicin. Hay algunas partes abovedadas, debajo de las cuales corre el ro. Para pasar a travs de los brazos del ro usan vigas colocadas sobre el agua. Vi all, con gran admiracin ma, restos de grandes edificios, torres en ruinas y templos en bastante buen estado. Haba columnas que parecan torres, a las cuales se poda subir por la parte exterior; otras muy altas terminadas en punta y cubiertas con imgenes extraas y figuras semejantes a perros acurrucados con cabeza humana. La Sagrada Familia habitaba las salas de un gran edificio, sostenido por un lado por gruesas columnas de poca altura, unas de canto recto y otras redondas. Bajo las columnas habitaban muchas personas. En la parte alta, encima del edificio, haba un camino por el que se poda transitar, y enfrente un gran templo de dolos con dos patios. Delante de un espacio cerrado por un lado y abierto por otro, bajo una hilera de gruesos pilares, haba hecho Jos una construccin liviana de madera, dividida en varias partes por medio de tabiques, donde habitaba la Sagrada Familia. Not, por primera vez, que detrs de aquellos tabiques tenan un altarcito ante el cual oraban: era una mesa pequea cubierta por un pao rojo y otro blanco transparente. Encima penda una lmpara. Ms tarde vi a Jos, ya bien instalado all y que a menudo sala afuera a trabajar. Haca bastones con pomos redondos en la extremidad, cestos y banquitos de tres pies y levantaba tabiques livianos con ramas entrelazadas y tejidas. Las gentes del pas las untaban con un bao especial y las utilizaban para dividir las viviendas en compartimentos, contra los muros y an dentro de los muros, que eran de mucho espesor. Con tablas delgadas y largas hacan torrecitas livianas de seis y ocho lados terminados en punta con adorno redondo por remate. Una parte quedaba abierta de modo que poda una persona refugiarse dentro como en una garita: tenan escalones por fuera para poder subir hasta la punta de la torre. Delante de los templos de los dolos y sobre las azoteas vi estas torrecitas, que parecan refugios para guardianes como defensa contra los ardores del sol. Vi a la Virgen Santsima ocupada en trenzar alfombras y en otros trabajos para los cuales se serva de un bastn con pomo: me pareca que hilaba o haca otra labor semejante. Vi a menudo gente que iba a visitarla y a ver al Nio Jess que estaba a su lado, en el suelo, en una cunita. Esta cunita la vi - 206 -

con frecuencia colocada sobre una tijera parecida a la d los aserradores. He visto al Nio graciosamente acostado y una vez lo vi sentado mientras Mara teja a su lado teniendo junto a s una cestilla con utensilios. Haba otras tres mujeres all. Los hombres que se haban refugiado en la ciudad ruinosa vestan como aqullos que hilaban algodn que vi cuando fui al encuentro de los Reyes Magos; pero stos llevaban unos vestidos cortos en torno del cuerpo. Vi muy pocos judos, rondando con precaucin, como si no tuvieran autorizacin para habitar la ciudad. Al norte de Helipolis, entre la ciudad y el ro Nilo, que se divida en varios brazos, estaba el pas de Gessen. All haba un lugar, entre dos canales, donde vivan muchos judos que haban degenerado en la prctica de la religin. Como varios conocan a la Sagrada Familia, Mara haca para ellos toda clase de labores femeninas con que ganarse el sustento. Estos judos de Gessen tenan un templo que comparaban con el de Salomn, pero que era muy distinto. Vi otras veces a la Sagrada Familia viviendo en Helipolis, cerca del templo de los dolos de que ya he hablado. Jos haba construido, no lejos de all, un oratorio para los judos, porque antes de llegar Jos no tenan lugar donde ejercer su culto religioso. El oratorio terminaba en una cpula liviana, que se poda abrir al aire libre. En el centro haba una mesa donde colocaban rollos escritos. El sacerdote o escriba de la ley era un anciano; los hombres se colocaban a un lado y las mujeres a otro, cuando se reunan para rezar. Vi a la Virgen Santsima la primera vez que fue con el Nio al oratorio: estaba sentada en el suelo, apoyada sobre un brazo. El Nio Jess, vestido de celeste, estaba delante de ella, con las manecitas juntas sobre el pecho. Jos parbase detrs de ella, cosa que haca siempre, a pesar de que los dems se sentaban. Me fue mostrado el Nio Jess cuando era ya grandecito y reciba la visita de otros nios. Ya poda hablar y corretear. Estaba casi siempre al lado de Jos y lo acompaaba cuando sala. Tena un vestidito semejante a una tnica hecha de una sola pieza. Como habitaban junto a un templo de dolos, algunos de ellos cayeron hechos pedazos. Haba quienes se acordaban de la cada de aquel gran dolo que estaba delante de la puerta cuando ellos llegaron y atribuan el hecho a la clera de los dioses contra ellos. A causa de esto tuvieron que sufrir muchas molestias y persecuciones.

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LXXXIV La matanza de los inocentes

e apareci un ngel a Mara y le hizo conocer la matanza de los nios inocentes por el rey Heredes. Mara y Jos se afligieron mucho y el Nio Jess, que tena entonces un ao y medio, llor todo el da. He sabido lo siguiente: Como no volvieron los Reyes Magos a Jerusaln, y estando Heredes ocupado en algunos asuntos de familia, sus temores se haban calmado un tanto; pero cuando regres la Sagrada Familia a Nazaret y oy las cosas que haban acontecido en el templo y las predicciones de Simen y de Ana en la ceremonia de la Presentacin en el templo, aumentaron sus temores y angustias. Mand soldados que con diversos pretextos deban guardar los lugares alrededor de Jerusaln, a Gilgal, a Beln hasta Hebrn, y orden hacer un censo de los nios. Los soldados ocuparon esos lugares durante nueve meses, v mientras Herodes se hallaba en Roma. Despus de su vuelta se produjo la degollacin de los inocentes. Juan tena entonces dos aos, y haba estado escondido en casa de sus padres antes que Herodes diera la orden para que las madres se presentaran con sus hijos de dos aos o menos ante las autoridades locales. Isabel, advertida por un ngel, volvi a huir al desierto con el nio Juan. Jess tena entonces ao y medio. La matanza tuvo lugar en siete sitios diferentes. Se haba engaado a las madres, prometindoles premios a su fecundidad; por eso ellas se presentaban a las autoridades vistiendo a sus criaturas con los mejores trajecitos. Los hombres eran previamente alejados de las madres. Los nios, separados de sus madres, fueron degollados en patios cerrados y luego amontonados y enterrados en fosos. Hoy, al medioda, vi a las madres con sus nios de dos aos o menos acudir a Jerusaln, desde Hebrn, Beln y otro lugar donde Herodes haba ordenado a sus soldados y funcionarios. Se dirigan a la ciudad en grupos diversos: algunas llevaban dos nios montados en asnos. Cuando llegaban eran conducidas a un gran edificio siendo despedidos los hombres que las haban acompaado. Las madres entraban alegremente, creyendo que iban a recibir regalos y gratificaciones en premio a su fecundidad. El edificio estaba un tanto aislado y bastante cerca del que fue ms tard el palacio de Pilatos. Como se hallaba rodeado de muros, no se poda saber desde afuera lo que pasaba adentro. Pareca aquello un tribunal, pues vi unos pilares en el patio y bloques de piedra con cadenas colgantes. Tambin vi rboles que se encorvaban y ataban juntos y luego, soltados rpidamente, despedazaban a los desgraciados a ellos atados. Todo el edificio era sombro, de construccin - 208 -

maciza. El patio era casi tan grande como el cementerio que hay al lado de la iglesia parroquial de Dlmen. Se abra una puerta entre dos muros y se llegaba al patio, rodeado de construcciones por tres lados. Los edificios de derecha e izquierda eran de un solo piso y el del centro pareca una antigua sinagoga abandonada. Varias puertas daban al patio interno. Las madres eran llevadas a travs del patio a edificios laterales, y all encerradas. Pareca aquello una especie de hospital o posada. Cuando se vieron encerradas, tuvieron miedo y empezaron a llorar y a lamentarse. Pasaron la noche all dentro. Hoy, despus de medioda, vi el cuadro horrible de la matanza de los nios. El gran edificio posterior que cerraba el patio tena dos pisos. El inferior era una sala grande, desprovista, parecida a una prisin, o a un cuerpo de guardia, y en el piso superior haba ventanas que daban al patio. All vi a algunas personas reunidas en un tribunal; delante de ellas haba rollos sobre una mesa. Creo que Herodes estara presente, pues vi a un hombre con manto rojo adornado de piel blanca, con pequeas colas negras. Estaba rodeado de los dems y miraba por la ventana de la sala que daba al patio. Las madres eran llamadas una a una para ser llevadas desde los edificios laterales hasta la sala inferior grande del cuerpo que estaba detrs. Al entrar, los soldados les quitaban los nios, llevndolos al patio, donde unos veinte hombres los mataban atravesndoles la garganta y el corazn con espadas y picas. Haba nios an fajados, a los cuales amamantaban sus madres, y otros que usaban ya vestiditos. No se ocuparon de desvestirlos, sino que tal como venan los tomaban del bracito o del pie y los arrojaban al montn. El espectculo era de lo ms horrible que puede imaginarse. Entre tanto las madres eran amontonadas en la sala grande, y cuando vieron lo que hacan con sus nios, lanzaban gritos desgarradores, mesndose los cabellos y echndose en brazos unas de otras. Al fin se encontraron tan apretadas que apenas podan moverse. Me parece que la matanza dur hasta la noche. Los nios fueron echados ms tarde en una fosa comn, abierta en el mismo patio. Me fue dicho el nmero de ellos, pero ya no me acuerdo. Creo que haba setecientos, ms una cifra donde haba un siete o diez y siete. Cuando vi este cuadro horrible no saba donde estaba ocurriendo eso, y me pareca que era aqu, donde estaba yo. A la noche siguiente vi a las madres sujetas con ligaduras y conducidas por los soldados a sus casas. El lugar de la matanza en Jerusaln fue el antiguo patio de las ejecuciones, a poca distancia del tribunal de Pilatos; pero en la poca de ste haba sufrido varios cambios. Cuando muri Jess, vi que se abri la fosa donde estaban los nios inocentes y que sus almas salieron de all aparecindose en diversos lugares. - 209 -

LXXXV Santa Isabel vuelve a huir con el nio Juan

anta Isabel, avisada por un ngel antes de la matanza de los inocentes, se refugi con el pequeo Juan nuevamente en el desierto. Vi que estaba buscando durante mucho tiempo una cueva que le pareciera segura y escondida: cuando la encontr permaneci all con el nio durante unos cuarenta das. Ms tarde volvi a su hogar, y un esenio del monte Horeb fue al desierto para llevar alimentos al nio y ayudarle en sus necesidades. Este hombre, cuyo nombre he olvidado, era pariente de la profetisa Ana. Al principio iba cada semana y despus cada quince das, mientras Juan necesit ayuda. No tard en llegar el momento en que al nio le gustaba ms estar en el desierto que entre los hombres. Estaba destinado por Dios para crecer all en toda inocencia, sin contacto con los hombres y sus maldades. Juan, como Jess, no fue a la escuela, y era instruido por el Espritu Santo. A menudo vi una luz a su lado o figuras luminosas como las de los ngeles. El desierto no era estril ni desolador, porque entre las rocas brotaban abundantes hierbas y arbustos con frutas y bayas de diversas clases. He visto all fresas silvestres que recoga el nio para comer. Tena extraordinaria familiaridad con los animales, especialmente con los pjaros que venan volando para posarse sobre sus hombros; y mientras l les hablaba, pareca que le comprendieran y le servan de mensajeros. A veces iba a lo largo de los arroyos: los peces le eran familiares, porque se acercaban cuando los llamaba y le seguan cuando caminaba al borde del agua. Vi que se alejaba mucho de los lugares habitados por el peligro que le amenazaba. Los animales lo queran tanto que le servan en muchas cosas. Lo llevaban a sus refugios o a sus nidos, y cuando los hombres se acercaban, l poda huir a los escondites sin peligro. Se alimentaba de frutas silvestres y de races; no le costaba mucho encontrarlas, pues los animales mismos lo conducan donde estaban y se las mostraban. Llevaba siempre su piel de cordero y su varita y se internaba cada vez ms en el desierto. A veces se acercaba a su pueblo y dos veces vio a sus padres que anhelaban vivamente su presencia. Ellos deban tener revelaciones, pues cuando Isabel o Zacaras deseaban ver a Juan, ste no dejaba de acudir a su encuentro desde muy lejos.

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LXXXVI La Sagrada Familia se dirige a Matarea

stuvieron diez y ocho meses en Helipolis, y teniendo ya Jess alrededor de dos aos, dejaron la ciudad por falta de trabajo y por las persecuciones de que eran objeto. Al medioda se encaminaron hacia Menfis. Mientras pasaban por una pequea ciudad, no lejos de Helipolis, descansaron en el vestbulo del templo de un dolo; ste cay por tierra y se rompi en pedazos. El dolo tena cabeza de buey, con tres cuernos; en su cuerpo haba varias aberturas donde ponan a quemar las ofrendas. La cada del dolo produjo un gran tumulto entre los sacerdotes paganos, que detuvieron a la Sagrada Familia con amenazas e injurias. Uno de ellos, sin embargo, dijo que quizs fuera mejor encomendarse al dios de esa gente, recordndoles las desgracias que haban sufrido sus antepasados que persiguieron a la raza a la cual pertenecan estos extranjeros, y les record la muerte de los primognitos de cada familia la noche anterior a la salida de Egipto. Despus de esto dejaron marchar a la Sagrada Familia sin hacerle dao. Caminaron hasta la ciudad de Troya, en la orilla oriental del Nilo, frente a Menfis. Haba en esa villa mucho barro. Pensaron quedarse; pero no los recibieron en ninguna parte y hasta les rehusaron el agua para beber y los pocos dtiles que pedan. La ciudad de Menfis se vea en la otra orilla. El ro era muy ancho en ese punto, haba algunas islas y una parte de la ciudad se extenda al otro lado. He visto el sitio donde fue descubierto Moiss, siendo nio, entre juncos y caaverales. En tiempos del Faran haba un gran palacio con jardines y una alta torre a la cual suba-a menudo la hija del Faran. Menfis formaba como tres ciudades en ambos lados del ro. La ciudad de Babilonia, en la orilla oriental del Nilo, un poco ms adelante, casi formaba parte del conjunto de edificacin de Menfis. En la poca del Faran, toda esa regin del Nilo entre Helipolis, Babilonia y Menfis, estaba llena de altos diques de piedra, de canales y de edificios, unos contra otros, de modo que el conjunto constitua como una sola ciudad. En la poca de la Sagrada Familia haba grandes separaciones y lugares desocupados. La Sagrada Familia se dirigi al Norte descendiendo el ro en direccin a Babilonia. Esta ciudad estaba despoblada y apareca mal construida y llena de fango. Costearon la ciudad, pasando entre el Nilo y la poblacin, y dirigieron sus pasos en direccin opuesta a la que llevaban. Recorrieron unas dos leguas por la ribera del Nilo. Al borde del camino se alzaban edificios en ruinas. Atravesaron un canal y un pequeo brazo de ro y llegaron a un paraje cuyo nombre primitivo no recuerdo, que ms tarde se llam Matarea. Estaba cerca de Helipolis, situado sobre - 211 -

una lengua de tierra, de modo que el agua lo rodeaba por ambos lados; bastante despoblado, con casas muy aisladas y mal trazadas, hechas de madera de datileros con limo del ro reseco, cubiertas de caas. Jos encontr all algn trabajo. Con ramas entrelazadas construy casas ms slidas, abriendo encima galeras para poder pasear por ellas. Se instalaron en un lugar solitario, bajo una bveda oscura, no lejos de la puerta por la que haban entrado. Jos construy una casita liviana delante de esta bveda. Tambin aqu cay un dolo, que estaba en un templo pequeo, y despus todos los dolos fueron derrumbndose uno tras otro. Un sacerdote tranquiliz al pueblo enfurecido recordndoles las plagas de Egipto. Ms tarde, cuando se hubo reunido all una pequea comunidad de judos y de paganos convertidos, los sacerdotes les dejaron el pequeo templo, cuyo dolo haba cado al llegar la Sagrada Familia. Jos lo transform en una sinagoga, convirtindose l mismo en el padre de la pequea comunidad; les enseaba a cantar los salmos con regularidad puesto que haban ya olvidado en gran parte el culto de sus antepasados. Haba algunos judos tan pobres que vivan en hoyos abiertos en el suelo. En cambio, en la aldea juda, entre On y el Nilo, vivan muchos israelitas que tenan un templo de propiedad; pero haban cado en el culto idoltrico, porque posean un becerro de oro, una figura con cabeza de buey y en torno animales pequeos parecidos a garduas, bajo doseles. Eran animales que defienden contra los cocodrilos. Tenan una imitacin del Arca de la Alianza, dentro de la cual conservaban cosas abominables. Practicaban cultos detestables con toda clase de impurezas que ejercan en un pasaje oscuro subterrneo, pensando de esta forma invocar y atraer la venida del Mesas. Eran impenitentes y no queran corregirse de sus vicios. Ms tarde varios de ellos se fueron adonde estaba Jos, con su pequea comunidad, a dos leguas de distancia. No podan ir directamente por causa de los canales y malecones, debiendo hacer un rodeo por Helipolis. Los judos del pas de Gessen haban ya conocido a la Sagrada Familia cuando se hallaba en On, y Mara haca para ellos toda clase de labores de tejidos y bordados. Mara no quiso nunca hacer cosas de puro lujo o intiles, sino slo objetos de uso habitual y las ropas que se ponan en las ceremonias del culto y cuando rezaban. He visto que a varias mujeres que haban ido a encargarle ropas y adornos de vanidad y de moda, Mara rehus hacerles esos trabajos, aunque tena mucha necesidad de recibirlos. Algunas de estas mujeres la insultaron, Desde un principio la estada de la Sagrada Familia en Matarea estuvo llena de dificultades; no haba all ni agua potable, ni -lea para el fuego. Los habitantes quemaban hierbas secas y caas. La Sagrada Familia no coma la - 212 -

mayora de las veces sino alimentos fros. Ms tarde Jos hall trabajo arreglando las cabaas del pas. La gente lo trataba como a un pobre esclavo, pagndole el trabajo con lo que les pareca; a veces un salario, otras veces nada. Los hombres eran muy inhbiles para construir viviendas. No haba maderas, y si bien es cierto que vi lugares con rboles, la gente no tena herramientas para trabajar. La mayora usaba cuchillos de piedra o de hueso, y escarbaba la tierra para extraer la turba. Jos llevaba consigo los instrumentos ms indispensables, y as pudo instalarse con regular comodidad. Dividi su habitacin en varios departamentos, con tabiques de zarzos; fabric un hogar, varias mesitas y banquitos, ya que la gente del lugar coma sentada en el suelo. Vivieron en este lugar varios aos, y pude ver escenas de las diversas pocas de la vida de Jess. Vi el lugar donde dorma. En el muro de la bveda donde descansaba Mara, Jos haba abierto una cavidad donde se puso el lecho del Nio Jess. Mara dorma a su lado y pude ver a Mara a menudo, durante la noche, rezando de rodillas ante el lecho de Jess. Jos se haba acomodado en otro sitio. Vi tambin un oratorio que Jos haba hecho bajo el mismo techo, en un pasillo apartado. Jos y Mara tenan sus sitios determinados y haba un lugarcito para el Nio, donde rezaba de pie, sentado o de rodillas. Mara tena un altarcito, delante del cual oraba: consista en una mesa cubierta de tela roja y blanca que se sacaba de un compartimiento abierto en el muro y despus poda cerrarse. En el hueco del muro haba una especie de relicario. All he visto la extremidad de la vara de Jos florecida, por la cual haba sido designado esposo de Mara en el templo de Jerusaln. Vi ramitos dentro de vasos en forma de clices. Adems, vi otro relicario, sin poder decir lo que fuera.

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LXXXVII Santa Isabel vuelve por tercera vez al desierto con el nio Juan

ientras estaba la Sagrada Familia en Egipto, el pequeo Juan haba vuelto secretamente a su casa de Juta, porque he visto que fue llevado nuevamente al desierto cuando tena cuatro o cinco aos. Zacaras no estaba presente cuando salieron de la casa; creo que haba partido para no presenciar la despedida, porque amaba mucho a su hijito; pero antes de salir le haba dado su bendicin, como bendeca siempre a Isabel y a Juan antes que saliesen de camino. El pequeo Juan usaba por vestido una piel de carnero, que salindole del hombro izquierdo caale sobre el pecho y los costados y volva unirse sobre el lado derecho. No usaba ms que esta piel. Sus cabellos eran castaos y ms oscuros que los de Jess. Llevaba el bastoncito blanco que haba tomado al dejar la casa. As lo vi mientras su madre lo llevaba de la mano. Isabel era una mujer de edad, alta, de giles movimientos, cabeza pequea y rostro agradable. El nio Juan corra a menudo, adelantndose a la madre. Tena toda la inocencia propia de su edad, pero no la irreflexin. Al principio se dirigieron hacia el Norte, teniendo a su derecha un pequeo arroyo; luego los vi atravesar la corriente sobre una pequea balsa de madera, porque no haba puente. Isabel era una mujer decidida y diriga la balsa con una rama de rbol. Ms all del arroyo siguieron camino hacia el Oriente, entrando en un desfiladero de rocas, desnudo y rido en su parte alta, el fondo lleno de zarzales, de frutas silvestres y d fresas, que el nio recoga y coma. Despus de hacer un trecho en aquel desfiladero, Santa Isabel se despidi del nio, lo bendijo, lo estrech contra su corazn, lo bes en ambas mejillas y en la frente, y regres, volvindose varias veces, llorando, para mirarlo. El nio no senta inquietud alguna: caminaba con pasos seguros por el desfiladero. Como durante estas visiones me senta muy enferma, el Seor me consol haciendo que asistiese a todo lo que suceda como si yo fuese una nia. Me pareca tener la misma edad que Juan, y por eso me afliga viendo que se alejaba tanto de su madre. Crea que no iba a poder encontrar la casa paterna; pero una voz me tranquiliz, diciendo: "No te inquietes; el nio sabe muy bien lo que hace". Me pareci entrar en el desierto con el nio, como compaera de juegos infantiles. De este modo pude ver varias veces lo que le suceda. El nio me cont varios episodios de su vida en el desierto: cmo se mortificaba y violentaba sus sentidos en toda forma y se volva cada vez ms clarividente, y cmo era instruido en todo lo que necesitaba saber. Nada de lo que me contaba me sorprenda, porque yo misma, cuando siendo pe- 214 -

quea cuidaba las vacas, haba vivido en el desierto con el nio Juan. Cuando deseaba verlo lo llamaba desde los matorrales: "Nio San Juan, ven a buscarme con tu bastn y la piel sobre tus hombros". Y Juan vena con su bastoncito y su piel de cordero; y jugbamos como nios; y l me enseaba toda clase de cosas tiles, No me asombraba que supiese tantas cosas de los animales y de las plantas del campo. Yo tambin, cuando andaba por el campo, por los bosques y las praderas, siendo nia, estudiaba, como en un libro, en cada hoja o en cada flor, al recoger las espigas y al arrancar el csped, y estas plantas, como los animales que vea pasar, eran para m motivos de enseanza y de reflexin. Las formas de las hojas, sus colores y la disposicin de las plantas me sugeran pensamientos profundos. Las personas a quienes los comunicaba me escuchaban con asombro, pero se rean de m en la mayora de los casos. Esto fue causa de que ms tarde guardase silencio sobre estas cosas, porque pensaba, y pienso todava, que a todos los hombres les pasa lo mismo, y que en ninguna parte aprende mejor que en este libro de la naturaleza escrito por el mismo Dios. Cuando en mis contemplaciones posteriores segu al nio Juan por el desierto, he visto sus gestos, sus actitudes y sus acciones; lo vi jugando con-los animales y las flores y entretenindose con las plantas. Los pjaros, especialmente, estaban familiarizados con l: se posaban sobre su cabeza o sus hombros cuando caminaba o rezaba. A veces pona su bastoncito atravesado sobre las ramas de los rboles y pjaros ce todas variedades acudan a su llamado y se posaban sobre su bastn unos tras otros. l les hablaba y los miraba con familiaridad, los trataba como si les estuviera enseando. Otras veces lo vi seguir a los animales hasta sus cuevas y darles all de comer, observndolos con toda atencin.

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LXXXVIII Muerte de Zacaras e Isabel

na vez que Zacaras fue al templo a llevar vctimas para el sacrificio, Isabel aprovech su ausencia y fue a visitar a su hijo en el desierto. Juan tendra unos seis aos entonces. Zacaras no haba ido a ver al nio nunca: de modo que si Heredes le preguntaba por el nio poda, sin mentir, responder que lo ignoraba. Pero para satisfacer el gran cario de sus padres y por el deseo de verlos, visit varias veces el nio secretamente, de noche, la casa de sus padres, permaneciendo all algn tiempo. Sin duda su ngel de la Guarda lo guiaba para que evitara los peligros que lo amenazaban. Siempre lo vi guiado y protegido por espritus celestiales y muchas veces vi figuras luminosas que lo rodeaban. Juan estaba predestinado a vivir as en la soledad, apartado de los hombres y privado de los socorros humanos ordinarios para ser mejor guiado por el espritu de Dios. La Providencia divina dispuso las cosas de tal manera que an por las circunstancias exteriores tuviera que retirarse al desierto. Tambin se hallaba como impulsado por un instinto irresistible, pues desde su niez lo vea siempre pensativo y solitario. Cuando fue llevado el Nio Jess a Egipto, Juan, su precursor, estaba escondido en el desierto por advertencia divina, ya que tambin l se hallaba en peligro. Se haba hablado mucho de l desde los primeros das de su vida: era conocido su nacimiento maravilloso y mucha gente afirmaba haberlo visto rodeado de resplandor. Por esta causa Herodes quera apoderarse de l para matarlo. Repetidas veces Herodes haba preguntado a Zacaras dnde se esconda el nio, sin atreverse entonces a prenderlo. Pero ahora, yendo Zacaras al templo, fue asaltado y maltratado por los soldados encargados de vigilarlo, delante de la puerta de Jerusaln, llamada de Beln, en un lugar del camino bajo desde donde no se divisaba la ciudad. Lo llevaron a una prisin, en el flanco de la montaa de Sin, donde pude ver ms tarde a los discpulos de Jess cuando iban al templo. El anciano fue torturado para que descubriese el lugar donde se ocultaba su hijo y como no pudieron obtener lo que deseaban, terminaron por matarlo por orden de Herodes. Sus amigos, ms tarde, lo enterraron no lejos del templo. Este Zacaras no era aqul, muerto entre el templo y el altar, que vi salir de los muros del templo cerca del oratorio del anciano Simen, cuando los difuntos aparecieron despus de la muerte de Jess. La tumba de este Zacaras, que se hallaba dentro del muro, se derrumb junto con otras ocultas en el templo. Este Zacaras fue muerto entre el templo y el altar con motivo de - 216 -

una lucha acerca del linaje del Mesas y de los derechos que pretendan tener ciertas familias en el templo y los lugares que ocupaban en l. Vi, por ejemplo, que no todas las familias tenan derecho de hacer educar a sus hijos en el templ. Recuerdo haber visto a un niito de familia real confiado a la educacin de la profetisa Ana. En la lucha muri slo Zacaras, hijo de Baraquas. He visto, ms tarde, que se hallaron sus huesos, pero ya no recuerdo los detalles del hecho. Santa Isabel volvi del desierto a la ciudad de Juta para esperar la llegada de su marido, acompaada en una parte del camino por el nio Juan. Isabel lo bes en la frente y lo bendijo, y el nio volvi al desierto. La madre al entrar en su casa conoci la triste noticia de la muerte de su esposo. Su dolor fue muy grande y pareca inconsolable. Retorn al desierto, quedndose all con el nio, hasta su muerte, que aconteci poco tiempo antes que la Sagrada Familia volviera de Egipto. Aquel esenio que cuidaba al nio Juan, sepult a Isabel en las arenas del desierto. Despus de esto, Juan se intern ms en el desierto: abandonando el desfiladero de rocas se fue a un lugar ms despejado y se estableci junto a un pequeo lago. En la playa haba mucha arena blanca. Lo he visto avanzar bastante aguas adentro, mientras los peces nadaban alrededor de l sin temor. All vivi mucho tiempo, porque lo vi fabricarse una cabaa o glorieta en medio de los arbustos, para pasar la noche: era pequea y baja de modo que apenas poda acostarse en ella para dormir. All como en otras partes vea formas luminosas que trataban con l sin temor e inocente piedad: pareca que lo instruan y le hacan notar diferentes cosas. Vi tambin que tena una varilla atravesada en su bastoncito, de modo que formaba una cruz. Haba una tira de corteza atada al cabo del bastoncito, como una banderilla que flotaba al viento mientras jugaba con ella. La casa de Isabel en Juta la ocup una hija de la hermana de Isabel. Era una casa muy bien cuidada, en perfecto orden y limpieza. Siendo ya grande, volvi Juan otra vez en secreto a ella, regresando inmediatamente al desierto hasta el momento de su aparicin entre los hombres.

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LXXXIX Vida de la Sagrada Familia en Matarea

n Matarea los habitantes no tenan ms agua que la turbia del Kilo. Mara, con sus oraciones, hall una fuente. Cuando se establecieron tuvieron mucho que sufrir, porque no tenan para comer ms que algunas frutas y beban el agua mala del Nilo. Como haca tiempo que no tenan agua buena, Jos pensaba ir con sus herramientas y su asno al desierto, hasta el manantial del jardn de los balsameros; pero estando Mara en oracin aparecisele un ngel, quien le indic que detrs de la casa encontrara una fuente de agua. Se encamin al otro lado del muro, donde estaba su habitacin, y vio un espacio libre, ms abajo, en medio de escombros donde se levantaba un rbol muy viejo y muy grueso. Llevaba en la mano un bastn con una palita en el extremo, semejante a la que usan las personas que viajan en tales lugares. Llena de alegra Mara llam a Jos, el cual despus de cavar descubri que haba habido all anteriormente una fuente revestida de mampostera, ahora tapada por los escombros. Jos limpi y restaur aquello. Encontr cerca de la fuente, por el lado donde haba venido Mara, una piedra de gran tamao que pareca un altar y creo que en realidad lo haba sido en otra poca; pero no recuerdo ms detalles sobre esto. En esa fuente Mara haca beber al Nio, lo baaba, lavaba su ropa; y as qued para uso exclusivo de la Sagrada Familia, siendo desconocida para los dems, hasta que el Nio Jess, ya crecido, pudo l mismo ir por agua y ayudar a Mara. Una vez lo vi con varios nios junto a la fuente para darles de beber en el hueco de una hoja grande. Estos nios contaron a sus padres lo del agua, y de este modo acudieron otros a usar de la fuente, aunque estaba para uso casi exclusivo de la comunidad juda del lugar. Cierta vez que Mara rezaba arrodillada en medio del camino de su casa, vi al Nio Jess que iba a la fuente con un recipiente para buscar agua. Era la primera vez que haca esto. Mara se emocion profundamente cuando lo vio, y, siempre de rodillas, le rog que no lo hiciera ms por el peligro de caer al agua. El Nio contest que tendra mucho cuidado, porque su deseo era sacar agua siempre que ella lo necesitase. El Nio Jess ayudaba a sus padres en todo lo que poda, siendo muy atento y cuidadoso con todas las cosas. Cuando Jos trabajaba cerca de la casa y se olvidaba alguna herramienta, yo vea al Nio llevrsela, poniendo mucha atencin en lo que haca. La alegra que daba a sus padres compensaba a stos de los muchos sacrificios que hacan en Egipto. Ms de una vez vi al Nio dirigirse hasta la aldea de los judos, a una milla de Matarea, para traer - 218 -

el pan que Mara reciba a cambio de los trabajos que haca. Los animales dainos, abundantes en aquel pas, no le hacan mal y se mostraban familiares con l: cierta vez lo vi jugando con unas serpientes. La primera vez que lo vi ir a esa aldea solo, tendra de cinco a siete aos y llevaba un trajecito color pardo con flores amarillas, que le haba hecho Mara. Lo vi arrodillarse en el camino para rezar, cuando aparecieron dos ngeles que le anunciaron la muerte de Herodes. Jess no dijo nada de esto a sus padres, no s si por humildad, o por indicacin de los ngeles, o porque no era an el momento de salir de Egipto. Otra vez lo vi yendo a la aldea con otros nios judos y al volver a casa lloraba por la degradacin en que vea sumidos a esos israelitas de Egipto.

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XC Origen de la fuente de Matarea. Historia de Job a fuente de Matarea no tuvo origen por la oracin de Mara: ella slo la hizo brotar de nuevo. La fuente ya exista, revestida de mampostera, aunque oculta bajo los escombros. Vi que Job haba estado en Egipto antes que Abraham y que haba vivido en este lugar, donde hall la fuente y ofreci sacrificios sobre la gran piedra que all estaba an. En esta ocasin supe que Job fue el menor de trece hermanos y que su padre era un gran jefe de tribu cuando fue levantada la torre de Babel.. De un hermano de este hombre descenda la familia de Abraham. Los descendientes de ambos hermanos se casaban entre s con frecuencia. La primera mujer de Job fue de la raza de Faleg. Cuando despus de varias aventuras fue Job a habitar en el tercer lugar, se haba casado sucesivamente con tres mujeres de la raza de Faleg. De una de ellas tuvo un hijo, ste una hija, la cual, casndose dentro de la misma familia, dio a luz a la que fue madre del patriarca Abraham. De modo que Job vena a ser bisabuelo de la madre de Abraham. El padre de Job se llam Joctn; era hijo de Heber y habitaba al norte del Mar Caspio, junto a una cadena de montaas en una de cuyas laderas haba bastante calor, mientras en la otra, cubierta de nieve, haca mucho fro. He visto muchos elefantes en este pas. La comarca donde haba estado al principio Job era pantanosa y no hubiera sido favorable para los elefantes. Ese pas est al norte de una cadena de montaas, entre dos mares. Uno de estos dos mares, el del Occidente, haba sido una alta montaa, segn he visto antes, donde habitaban los gigantes y hombres posedos por malos espritus antes del diluvio29. Haba all una regin estril y pantanosa, ahora habitada, creo, por una gente de ojos pequeos, nariz ancha y pmulos salientes. Al volver Job a este lugar tuvo su primera tribulacin y primera prueba. Despus de ella emigr hacia el Medioda, en el Cucaso, establecindose en esta regin. De aqu hizo un viaje a Egipto, dominado entonces por unos reyes extranjeros que procedan de pueblos pastoriles de su pas. Uno de estos reyes era de la misma regin de Job, mientras el otro provena del lugar ms lejano donde habitaban los Reyes Magos. Estos reyes pastores slo eran dueos de una parte de Egipto, y ms tarde fueron desalojados por un Faran egipcio. He visto gran cantidad de estos pastores reunidos delante de una ciudad donde se haban establecido. El rey de los pastores compatriota de Job quera para su hijo una mujer de la raza vecina del Cucaso, de donde provena l. Job, con numeroso squito, condujo a Egipto a aquella novia real, que era tam- 220 -

bin parienta suya. En el cortejo llevaba treinta camellos y gran cantidad de servidores con muchos regalos. Era entonces Job un hombre joven, alto, de tez morena amarillenta, muy agradable y de cabellos ms bien rojizos. Los habitantes de Egipto eran tambin morenos, pero de color desagradable. Egipto no estaba entonces muy habitado: slo se vean, de tanto en tanto, grandes aglomeraciones de gente. No se vean tampoco esos grandes edificios que comenzaron a construirse en la poca de los israelitas en Egipto. El rey rindi muchos homenajes a Job, y deseando que se estableciera all con toda su tribu, no quera dejarlo partir. Le dio por habitacin la ciudad donde ahora viva la Sagrada Familia, que entonces era muy diferente. All vivi Job cinco aos. Era el mismo lugar donde estaba ahora la Sagrada Familia y le haba sido mostrada la fuente del agua y la piedra donde ofreca sus sacrificios. Aunque Job era gentil, era justo y conoca al verdadero Dios, adorndole como a su Creador, mientras contemplaba los astros, la naturaleza y la luz. Le agradaba hablar de Dios y de sus obras de la naturaleza, y no adoraba imgenes de animales monstruosos como hacan los pueblos gentiles. Se haba imaginado una representacin del verdadero Dios. Era una figura humana pequea, con rayos en torno de la cabeza, y me parece que con alas. Tena las manos juntas sobre el pecho y llevaba un globo sobre el cual se vea un navo navegando sobre las olas. Quizs le recordaba el diluvio. Cuando ofreca sacrificios a Dios, el patriarca Job quemaba delante de su imagen diversas clases de semillas. He visto que ms tarde fueron introducidas en Egipto unas figuras pequeas, sentadas como en un pulpito coronado por dosel. Al llegar Job a Egipto encontr un culto detestable: provena de las supersticiones que haban presidido la construccin de la torre de Babel. Posean un dolo con cabeza de buey muy ancha que terminaba en punta y como levantada en el aire, la boca abierta y los cuernos inclinados hacia abajo. En el interior del dolo se encenda fuego y se colocaban nios vivos entre sus brazos ardientes, y vi que sacaban algo de las aberturas de aquel cuerpo. La gente de la comarca era muy cruel y la regin estaba llena de animales espantosos. Vi animales negros que parecan arrojar llamas de fuego y volaban en grandes bandadas envenenndolo todo, puesto que si se posaban en un rbol ste se secaba de inmediato. Vi animales que tenan las patas traseras muy largas y las delanteras muy cortas, como topos, que saltaban de un techo a otro. Haba unas bestias horribles que andaban entre las piedras y en los agujeros y se enlazaban a los hombres y los asfixiaban. En el Nilo vi un animal grande, con dientes espantosos y grandes patas negras: tena algo del - 221 -

cerdo y era del grosor de un caballo. He visto otros animales horribles; pero el pueblo era an ms abominable, y Job, a quien haba visto librar a su pas de origen de las malas bestias, por medio de oraciones, senta aversin por vivir entre aquellos hombres y a menudo manifestaba sus quejas a los que le rodeaban. Prefera vivir entre las malas bestias que entre tales hombres. Lo vi muchas veces mirar hacia el Oriente, con ojos llenos de ansia, hacia su patria, al Medioda del pas ms alejado an que habitaban los Reyes Magos. Tuvo visiones profticas de la llegada de los israelitas a Egipto, y tambin, en general, de la salvacin del gnero humano y de las grandes pruebas por las que deba pasar el hombre. No pudo dejarse persuadir para permanecer en Egipto, y al cabo de cinco aos sali del pas con todo su squito. Las pruebas de Job sucedieron por intervalos. Primero goz de tranquilidad por nueve aos, luego por siete y despus por doce aos. Las palabras del libro de Job: "Y hablando an el mensajero", equivalen a decir: se hablaba an en el pueblo de la desgracia que le haba acontecido, cuando sobrevena otra calamidad a afligirlo. Las tres pruebas las sobrellev en tres distintos pases. La ltima, que fue seguida de su prosperidad final, le alcanz cuando viva en un pas llano, al Oriente de Jeric. Aquel pas produca incienso y mirra, y tena una mina de oro y se trabajaban los metales. En otra ocasin tuve nuevas visiones relativas a Job. Recuerdo lo siguiente. Tena Job dos confidentes, que eran como intendentes, administradores y secretarios suyos, y se llamaban Ha y Uis u Ois. Estos recogieron de su boca toda su historia con las conversaciones que tuvo con Dios, la cual fue trasmitida por sus descendientes, de uno a otro, hasta los tiempos de Abrahn y sus hijos, y se servan de ella para instruir a sus hijos con la narracin. Por medio de los hijos de Israel lleg la historia a Egipto y Moiss hizo una sntesis de ella, para consuelo de los israelitas oprimidos por los egipcios y despus durante la estada en el desierto. En un principio era una historia mucho ms larga y con mayores cosas que los judos no hubieran comprendido. Ms tarde Salomn la arregl, haciendo un libro de piadosa lectura: de modo que el libro est lleno de la sabidura de Job, de Moiss y de Salomn. Es difcil encontrar ahora all la verdadera historia de Job, pues han variado los nombres de los pueblos, introducindose otros ms cercanos a la tierra de Canan. Se le crey idumeo porque el pas donde habit hacia el final de su historia, estuvo habitado mucho tiempo antes de su muerte por los descendientes de Esa o Edm. Creo que Job viva todava cuando naci Abrahn, - 222 -

XCI Abrahn y Sara en Egipto. La fuente abandonada

uando Abrahn fue a Egipto instal all su campamento y lo he visto instruyendo al pueblo. Residi all varios aos con Sara, su mujer, y muchos hijos e hijas, cuyas madres haban quedado en Caldea. Tambin Lot vivi en aquel pas con su familia, aunque ya no puedo precisar el lugar de su residencia. El patriarca Abrahn fue a Egipto una vez, por orden de Dios, a causa del hambre que se pasaba en el pas de Canan30, y volvi por segunda vez para recuperar el tesoro de familia que una sobrina de la madre de Sara haba trasladado a Egipto. Aquella mujer era de la tribu de pastores de la raza de Job, que haba reinado sobre una parte del Egipto. Habiendo llegado como criada, casse con un egipcio. De ellos proceda una tribu cuyo nombre he olvidado. Una de sus hijas fue Agar, madre de Ismael, que por esto era de la misma raza que Sara. Aquella mujer haba sustrado un tesoro familiar, a semejanza de Raquel, que rob los dolos de Labn; lo haba vendido en Egipto por una gran suma de dinero, yendo a parar as a las manos del Faran y de los sacerdotes egipcios. El tesoro era unA especie de rbol genealgico de los hijos de No, en particular de los descendientes de Sem hasta el tiempo de Abrahn, hecho con piezas triangulares de oro sujetas unas a otras formando una balanza con sus brazos. Las placas triangulares se hallaban enfiladas; otras indicaban las ramas laterales. Sobre esas placas estaban los nombres de los miembros de la familia y toda su serie: partiendo del centro de una tapa se reunan en el platillo de la balanza cuando se haca descender la tapa por encima. La balanza entera se poda encerrar de este modo en una caja. Las placas principales eran amarillas y grandes, mientras que las de los intervalos eran ms delgadas y blancas, como la plata. O decir cuanto pesaba todo esto en sidos, representando una suma respetable Aunque los sacerdotes de Egipto haban relacionado diversos - clculos con este rbol genealgico, ellos estaban muy lejos de la verdad. Mediante sus astrlogos y sus pitonisas supieron algo de la llegada de Abrahn a Egipto: supieron que era de origen noble, como su mujer, y que de ellos deba salir una descendencia muy elegida. En sus adivinaciones queran descubrir los linajes nobles para unirse a ellos por medio de casamientos. Satans introduca de este modo el libertinaje y la crueldad para degradar los linajes ms nobles que an subsistan. Abrahn tema que los egipcios lo mataran por causa de la belleza de Sara; por eso la haca pasar por hermana, y esto no era mentira, pues en realidad era su hermana sangunea por ser hija de su padre Thar, de otra madre. El Faran - 223 -

hizo llevar a Sara a su residencia para tomarla por mujer. Esto los afligi mucho y rogaron a Dios que los socorriese, y Dios castig al rey. Todas sus esposas y la mayora de las mujeres de la ciudad cayeron enfermas. Asustado el Faran, indag la causa y descubri que Sara era mujer de Abrahn. Se la devolvi y le rog que saliera de Egipto lo antes posible al reconocer que los dioses lo protegan. Los egipcios eran un pueblo muy singular, por un lado eran muy orgullosos y se crean los ms grandes y sabios del mundo, y por otro, increblemente serviles y cobardes, cediendo en seguida cuando crean encontrar una fuerza superior a la suya. Esto provena de que no estaban seguros de su ciencia y de que no conocan las cosas sino por medio de adivinaciones oscuras y equvocas, que les anunciaban toda clase de sucesos contradictorios y complejos. Cuando el acontecimiento no responda a sus clculos, se asustaban de inmediato, por ser muy supersticiosos e inclinados a ver lo maravilloso. Abrahn se dirigi al Faran muy humildemente pidindole trigo, como a padre de los pueblos, y le gan la voluntad, de modo que le hizo muchos regalos. Cuando le devolvi a Sara y le rog que abandonara el pas, Abrahn le respondi que no poda salir sin antes recobrar un tesoro que le perteneca, y le habl del rbol genealgico sustrado y llevado a Egipto. El rey reuni a los sacerdotes, y stos consintieron en devolverlo, siempre que se les permitiera sacar una copia, cosa que Abrahn concedi sin dificultad. Hecho esto, regres el patriarca al pas de Canan. Vi luego varias cosas referentes a la fuente de Matarea hasta nuestra poca. En tiempos de la Sagrada Familia los leprosos usaban del agua por parecer que tena una virtud particular, la que aument ms tarde cuando se levant una pequea capilla sobre la habitacin de Mara, con una entrada junto al altar mayor para descender a una cueva donde vivi la Sagrada Familia durante algn tiempo. Vi entonces a la fuente rodeada de habitaciones, y que el agua era empleada como remedio contra la lepra: se baaban en ella para curarse las enfermedades de la piel. Esto suceda cuando los mahometanos eran dueos del pas: los turcos tenan siempre una lmpara encendida en la iglesia, sobre la habitacin de Mara, temiendo que les sucediera alguna desgracia si abandonaban el cuidado de la lmpara. En la poca moderna vi a la fuente en pleno abandono y soledad, a gran distancia de los lugares habitados. La ciudad haba desaparecido del primitivo sitio y en los alrededores crecan plantas con frutas silvestres.

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XCII Un ngel avisa a la Sagrada Familia que abandone Egipto e visto que la Sagrada Familia abandonaba su residencia en Egipto. Aunque Herodes haba muerto haca mucho tiempo, no pudieron regresar antes porque subsista el peligro. La estada en Egipto se le haca a Jos insoportable porque sus habitantes practicaban la ms horrible idolatra. Sacrificaban a los nios deformes, y cuando sacrificaban a los mejores crean hacer una obra ms meritoria. Su culto estaba lleno de impurezas, y los mismos judos se contagiaban, pues tenan un templo que decan ser como el de Salomn, aunque era una ridcula vanidad. Posean una imitacin del Arca de la Alianza y en ella conservaban figuras obscenas, y se dedicaban a las prcticas abominables del culto idoltrico. No cantaban ya los Salmos, hasta que Jos estableci un orden perfecto en esta comunidad de Matarea. El sacerdote egipcio que habl en favor de la Sagrada Familia en la vecina ciudad de Helipolis, donde cayeron los dolos, se haba establecido all con varias personas, reunindose a la comunidad juda. Vea a San Jos ocupado en su carpintera, y cuando llegaba la hora de dejar el trabajo, estaba triste, pues no le daban el salario y no tena nada que llevar a su casa, donde se sufra grandes privaciones. Afligido por estas preocupaciones, Jos se hinc de rodillas en el campo y expuso a Dios su necesidad rogndole que acudiera en su ayuda. He visto que durante la noche se le apareci un ngel en sueos y le dijo que los que buscaban la muerte del Nio ya no existan; que se levantara y preparase lo necesario para volver a la patria por los caminos ms frecuentados. Le anim asegurndole su proteccin para que nada temiera. Jos hizo conocer esta orden a Mara y al Nio Jess. Ellos, obedeciendo en seguida, hicieron los preparativos con la misma rapidez con que lo hicieron cuando debieron partir para Egipto. Cuando conocieron al da siguiente su designio de partir, muchas gentes se entristecieron por su salida, y fueron a despedirse con regalos contenidos en pequeos vasos de corteza. Se vea que su afliccin era sincera. Entre ellos haba algunos judos, aunque la mayora eran paganos convertidos. La mayor parte de los judos que habitaban all haban cado de tal modo en la idolatra que era casi imposible reconocerlos por israelitas. Algunos hubo que se alegraban de la partida de la Sagrada Familia, porque los consideraban magos que tenan por protectores a espritus malficos muy poderosos. Entre las personas buenas vi algunas madres con sus hijos, que haban sido compaeros de juego del Nio Jess. Haba una mujer distinguida que llevaba un pequeuelo a quien llamaba "el hijo de Mara". - 225 -

Haba deseado mucho tiempo tener hijos, y por las oraciones de Mara haba conseguido tener esa criatura a quien llam Deodato. Ella se llamaba Mira. Vi que daba monedas al Nio Jess; eran pequeos trozos triangulares amarillos, blancos y pardos. El Nio Jess, al recibirlos, miraba a su madre. Cuando Jos hubo cargado el asno con las cosas necesarias se pusieron en camino acompaados por aquellos amigos. El asno era el mismo que haba montado Mara al ir a Beln. Haban tenido tambin una burrita en la huida a Egipto, pero Jos en sus apuros tuvo que venderla.

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XCIII Regreso de Egipto iguieron el camino que pasa por Helipolis, desvindose un tanto hacia el Medioda en direccin de la fuente que haba brotado mediante la oracin de Mara. Aquel lugar se encontraba ahora cubierto de tupida vegetacin, y el arroyo corra en torno a un jardn cuadrado, rodeado de balsameros. Este sitio tena una entrada y era tan grande como el picadero del Duque de Dlmen. Haba muchos frutales de pocos aos, datileros, sicmoros y otros ms, y los balsameros eran casi tan grandes como cepas de vid de mediano tamao. Jos haba hecho pequeos vasos con la corteza de los rboles, elegantes, bien pulidos y untados con pez. Con frecuencia haca recipientes para diversos usos. Arranc hojas parecidas a las del trbol de los ramajes rojizos de los balsameros y colg de ellos los pequeos vasos de corteza para almacenar el blsamo que destilaban los arbustos. Al llegar a este lugar se despidieron los acompaantes en forma tierna y la Sagrada Familia permaneci all varias horas. Vi a Mara lavando y secando ropa. Descansaron, llenaron sus recipientes y continuaron el viaje por las sendas ms frecuentadas. Los vi varias veces en este camino, donde no corrieron ningn peligro. El Nio Jess, Mara y Jos llevaban, para protegerse del sol, la corteza de una planta muy grande sobre la cabeza, sujeta bajo el mentn con un pao. Jess llevaba vestidito pardo y calzado de corteza, fabricado por Jos, que le cubra la mitad de los pies. Mara llevaba sandalias. Con frecuencia los vi inquietarse porque el Nio apenas poda andar mucho tiempo por la arena ardiente, y tenan que detenerse para sacarle la arenilla de sus zapatitos; otras veces lo hacan subir sobre el asnillo para que no se cansara demasiado. Los vi atravesando varias ciudades o pasando cerca de otras, cuyo nombre no me acuerdo, excepto Rameses. Cruzaron un arroyo que haban atravesado al ir: este arroyo iba del Mar Rojo al Nilo. Jos no quera volver a Nazaret, sino ms bien establecerse en Beln su patria; pero estaba inquieto porque supo que en Judea reinaba Arquelao, tambin cruel y malo. He visto que al llegar a Gaza permanecieron unos tres meses. Haba en Gaza muchos paganos. Finalmente un ngel orden a Jos que volviera a Nazaret, lo que hicieron de inmediato. Santa Ana viva an y saba donde habitaba la Sagrada Familia, como tambin lo saban algunos parientes, El regreso de Egipto tuvo lugar en el mes de Septiembre. La edad de Jess entonces era de ocho aos menos tres semanas. - 227 -

XCIV La Sagrada Familia en Nazaret n la casa de Nazaret haba tres divisiones. La mayor y ms arreglada era para Mara, adonde acudan Jos y Jess para el rezo en comn. Cuando rezaban lo hacan de pie con las manos cruzadas sobre el pecho, y oraban en voz alta. Los he visto a menudo rezar bajo la luz de una lmpara con varias mechas. En la pared haba un candelero donde brillaba una luz. Fuera de estos casos cada uno estaba en su propio compartimiento. Jos trabajaba en su taller: lo vi haciendo listones, tallando palos y cepillando maderas, o transportando tirantes. Jess le ayudaba en estos trabajos. Mara estaba de ordinario ocupada en coser y tejer con palillos, sentada, con las piernas cruzadas, y teniendo a su alcance un canastillo con los utensilios de labor. Cada uno dorma en lugar aparte. El lecho consista en mantas, que por la maana eran arrolladas. He visto a Jess haciendo toda clase de trabajos para sus padres, en la casa y en la calle, ayudando a todo el que se encontrase necesitado, con benevolencia y gracia. Cuando no ayudaba a Jos, se entregaba a la oracin y a la meditacin. Era un modelo para todos los nios de Nazaret, que lo queran bien y se guardaban mucho de disgustarle. Los padres solan decir cuando sus criaturas se portaban mal: "Qu dir el hijo de Jos cuando sepa tu comportamiento?... Querrs darle un disgusto?". A veces llevaban a sus hijos, delante de Jess, para reprenderlos, pidindoles que les dijera que no hicieran esto o aquello. Jess reciba estas quejas con simplicidad infantil, y lleno de benevolencia les deca lo que deban hacer. A veces rezaba con ellos, solicitando a Dios fuerza para corregirse, los persuada a que se mejorasen y pidiesen perdn a sus padres, reconociendo sus faltas. A una hora de distancia ms o menos de Nazaret, hacia Sforis, haba una aldea llamada Ofna, donde vivan en tiempos de Jesucristo los padres de Juan y de Santiago el Mayor. Estos nios se encontraban con frecuencia con Jess hasta que sus padres se trasladaron a Betsaida y ellos se entregaron al oficio de pescadores. En Nazaret viva una familia, parienta de Joaqun, esenia, con cuatro hijos: Cleofs, Jacobo, Judas y Jafet, unos mayores y otros menores que Jess. Estos tambin eran compaeros de infancia de Jess, y sus padres solan juntarse con la Sagrada Familia cuando marchaban a las fiestas del templo de Jerusaln. Estos cuatro hermanos fueron ms tarde discpulos de Juan Bautista, y despus de la muerte del Precursor pasaron a ser discpulos de Jesucristo. Cuando Andrs y Saturnino atravesaron el Jordn, permanecieron todo el da con Jess y ms tarde fueron, como discpu- 228 -

los de Juan, a las bodas de Cana. Cleofs es el mismo que, en compaa de Lucas, tuvo la aparicin de Jess en Emas. Estaba casado y viva en Emas. Su mujer se agreg ms tarde a las santas mujeres de la comunidad cristiana. Cuando Jess tuvo ocho aos fue por primera vez con sus padres a Jerusaln y desde entonces iba ao tras ao a las festividades del templo. Jess haba despertado curiosidad desde su primera aparicin en el templo, entre sus amigos y entre los escribas y fariseos del templo. Se hablaba, entre los parientes y amigos de Jerusaln, del nio tan prudente y piadoso, hijo de Jos, llamndole admirable, tal como aqu, entre nosotros, se habla en las anuales peregrinaciones o en los encuentros de personas conocidas, de ste o aquel nio piadoso o modesto de alguna familia de campesinos. De este modo tena Jess, cuando a los doce aos se qued en el templo, varios amigos y conocidos en Jerusaln, y no se extraaron sus padres de no verlo al salir de Jerusaln, porque ya desde la primera hasta esta quinta vez que iba al templo siempre sola juntarse con los nios de otras familias que viajaban camino de Nazaret. Esta vez se separ Jess de sus acompaantes al llegar al huerto de los Olivos y ellos pensaron que lo haca para juntarse con sus padres, que venan detrs. Jess se dirigi a la parte de la ciudad que mira hacia Beln y se fue a aquella posada donde se detuvo la Sagrada Familia cuando se diriga al templo para la Presentacin. Sus padres crean que estara con los que iban a Nazaret, y stos pensaron que se apartaba de ellos para juntarse con sus padres. Pero cuando llegaron a Gofna y advirtieron que Jess no estaba con los viajeros, el susto de Mara y de Jos fue muy grande. De inmediato volvieron a Jerusaln, preguntando en el camino a los parientes y amigos por el Nio; pero no pudieron encontrarlo por ningn lado, pues no se haba detenido donde ordinariamente sola hacerlo al ir al templo. Jess pas la noche en la posada cerca de la puerta betlemtica, donde eran conocidos l y sus padres. Se junt con otros jovencitos y se fue a dos escuelas que haba en la ciudad. El primer da fue a una escuela y el segundo a la otra. El tercer da estuvo por la maana en una escuela del templo y por la tarde en el templo mismo, donde lo encontraron finalmente sus padres. Estas escuelas eran de diversas clases y no slo para conocer la ley y la religin: se enseaban diversas ciencias, y la postrera de ellas estaba situada junto al templo, y era la de la cual salan los levitas y sacerdotes. Con sus preguntas y respuestas asombr tanto el Nio Jess a los maestros y rabinos de estas escuelas y tanto los estrech, que stos se propusieron a su vez humillar al Nio con los rabinos ms sabios en diferentes ramas del saber humano. Con este fin se haban confabulado los sacerdotes y escribas, que al principio se - 229 -

haban complacido con la preparacin del Nio Jess, pero luego quedaron mortificados y queran vengarse. Aconteci esto en el aula pblica, situada en el vestbulo del templo, delante del Santo de los Santos, en el mbito circular, desde donde Jess ms tarde ense al pueblo. Vi sentado al Nio Jess en una gran silla, que no llenaba, y alrededor de l haba una multitud de judos y ancianos con vestimentas sacerdotales. Escuchaban atentos, y pareca que estaba todos furiosos contra l y por momentos cre que lo iban a maltratar. En la parte alta de la ctedra haba unas cabezas pardas como si fueran perros y en los puntos superiores lucan y relumbraban. Tales figuras y cabezas veanse en varias mesas largas de cocina que haba en la parte lateral de este recinto del templo y que estaban llenas de ofrendas. Todo el espacio era tan grande y amplio y tan lleno de gente que no pareca estarse en un templo. Como Jess hubiese aducido en las otras escuelas toda clase de ejemplos de la naturaleza, de las artes y de las ciencias en sus respuestas y explicaciones, se haban reunido aqu maestros en todas esas diversas asignaturas. Cuando ellos comenzaron a preguntarle y a disputar en particular con Jess sobre estas materias, l dijo que no perteneca esto al lugar del templo; pero que tambin quera satisfacerlos en esto por ser tal la voluntad de su Padre. Como ellos no comprendan que hablaba de su Padre celestial, pensaron que Jos le haba dicho que hiciera alarde de toda su ciencia delante de los sacerdotes. Jess comenz a responder y a ensear sobre medicina describiendo el cuerpo humano y diciendo cosas que no conocan ni los ms entendidos en la materia. Habl asimismo de astronoma, de arquitectura, de agricultura, de geometra y de matemtica. Luego pas a la jurisprudencia. De este modo todo lo que iba ofreciendo lo aplicaba tan bellamente a la ley, a las promesas, a las profecas, al templo y a los misterios del culto y del sacrificio, que unos estaban admirados sobremanera, mientras otros estaban avergonzados y disgustados. As discurrieron, hasta que todos corridos se molestaron mucho especialmente al or cosas que jams haban sabido ni entendido o que interpretaban de muy diferente manera. Haca algunas horas que Jess estaba enseando cuando entraron en el templo Jos y Mara, y preguntaron por su Hijo a los levitas que los conocan. Estos dijeron que estaba en el atrio con los escribas y sacerdotes, y no siendo ste lugar accesible para ellos, enviaron a un levita en busca de Jess. Mas ste les hizo decir que primero quera terminar su trabajo. La circunstancia de no acudir afligi mucho a Mara: era la primera vez que les daba a entender que haba para l otros mandatos fuera de los de sus padres terrenales. Continu enseando an no menos de una hora, y cuando todos se - 230 -

vieron refutados, confundidos y corridos en sus preguntas capciosas, dej el aula y se lleg al vestbulo de Israel y de las mujeres. Jos, tmido, callaba, lleno de admiracin. Mara se acerc a l, dicindole: "Hijo, por qu nos has hecho esto?... He aqu que tu padre y yo te hemos buscado con tanto dolor". Jess estaba todava muy serio, y dijo: "Por qu me buscabais? No sabais que yo debo estar en las cosas de mi Padre?..." Esto no lo entendieron y regresaron con l de inmediato. Los que haban odo tales palabras estaban asombrados y quedaron mirndolo. Yo estaba llena de temor: me pareca que iban a echarle mano, porque estaban llenos de encono contra el Nio. Me admir que dejasen partir tranquilamente a la Sagrada Familia, porque le abrieron ancho camino en medio de la muchedumbre apiada en el lugar. La doctrina de Jess excit fuertemente la atencin de los escribas: algunos anotaron sus dichos como algo notable y se hacan toda clase de comentarios y murmuraciones acerca del particular. Pero todo lo acontecido en el templo se lo guardaron entre s, tergiversando las cosas y calificando al Nio de intruso y atrevido, a quien haban corregido: que sin duda tena mucho talento, pero que eran cosas que haba que pensarlas mejor. Vi a la Sagrada Familia salir de nuevo de Jerusaln y reunirse con dos mujeres y algunos nios que yo no conoca, pero que parecan ser de Nazaret. Fueron por diversos lugares alrededor de Jerusaln, por varios caminos, por el Monte de los Olivos, detenindose ac y all, en los hermosos y verdes lugares de recreo, y orando con las manos cruzadas sobre el pecho. Los vi cruzar un gran puente sobre un arroyo. El caminar y el orar del pequeo grupo me recordaban vivamente una peregrinacin.

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XCV Fiesta en casa de Ana

uando Jess estuvo de vuelta en Nazaret, vi en la casa de Ana una gran fiesta, a la cual asistieron todos los jvenes y nias de los parientes y amigos. No s si sera una fiesta por el hallazgo del Nio Jess u otra solemnidad acostumbrada al regreso de la Pascua o la conmemoracin del duodcimo aniversario de los hijos que sola celebrarse. Jess estaba all como el principal festejado. Encima de las mesas estaban tendidas bellas enramadas y colgaban sobre ellas guirnaldas de hojas de vid y espigas, y los nios llevaban uvas y panecillos. Estaban presentes treinta y tres nios, todos futuros discpulos de Jess, lo que guardaba referencia con los aos de vida de Jess. Ense Jess y cont a esos nios, durante la fiesta, una muy maravillosa y poco comprendida parbola de unas bodas donde el vino se convertira en sangre y el pan en carne, y que sta quedara con los convidados hasta el fin del mundo para consuelo, fortaleza y vnculo de unin. Dijo tambin a un joven llamado Natanael, pariente suyo: "En tus bodas estar presente". A partir de este ao duodcimo de su vida, Jess fue siempre como el maestro de sus compaeros de infancia. A menudo estaba sentado con ellos refirindoles algo y paseando al aire libre. Ms tarde comenz a ayudar a Jos en su oficio. Era el Salvador de figura delgada y delicada, de rostro largo, ovalado y reluciente, de color sano, aunque plido. El cabello, muy liso y rubio encendido, caale en crenchas por la alta y serena frente sobre los hombros. Vesta larga tnica gris pardusca, que le llegaba hasta los pies; las mangas eran un tanto abiertas cerca de las manos.

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XCVI Muerte de San Jos uando Jess se acercaba a los treinta aos, Jos se iba debilitando cada vez ms, y vi a Jess y a Mara muchas veces con l. Mara sentbase a menudo en el suelo, delante de su lecho, o en una tarima redonda baja, de tres pies, de la cual se serva en algunas ocasiones como de mesa. Los vi comer pocas veces: cuando traan una refeccin a Jos a su lecho era sta de tres rebanadas blancas como de dos dedos de largo, cuadradas, puestas en un plato o bien pequeas frutas en una taza. Le daban de beber en una especie de nfora. Cuando Jos muri, estaba Mara sentada a la cabecera de la cama y le tena en brazos, mientras Jess estaba junto a su pecho. Vi el aposento lleno de resplandor y de ngeles. Jos, cruzadas las manos en el pecho, fue envuelto en lienzos blancos, colocado en un cajn estrecho y depositado en la hermosa caverna sepulcral que un buen hombre le haba regalado. Fuera de Jess y Mara, unas pocas personas acompaaron el atad, que vi, en cambio, entre resplandores y ngeles. Hubo Jos de morir antes que Jess pues no hubiera podido sufrir la crucifixin del Seor: era demasiado dbil y amante. Padecimientos grandes fueron ya para l las persecuciones que entre los veinte y treinta aos tuvo que soportar el Salvador, por toda suerte de maquinaciones de parte de los judos, los cuales no lo podan sufrir: decan que el hijo del carpintero quera saberlo todo mejor y estaban llenos de envidia, porque impugnaba muchas veces la doctrina de los fariseos y tena siempre en torno de S a numerosos jvenes que le seguan. Mara sufri infinitamente con estas persecuciones. A m siempre me parecieron mayores estas penas que los martirios efectivos. Indescriptible es el amor con que Jess soport en su juventud las persecuciones y los ardides de los judos. Como iba con sus seguidores a la fiesta de Jerusaln, y sola pasear con ellos, los fariseos de Nazaret lo llamaban vagabundo. Muchos de estos seguidores de Cristo no perseveraban y le abandonaban. Despus de la muerte de Jos, se trasladaron Jess y Mara a un pueblito de pocas casas entre Cafarnam y Betsaida, donde un hombre de nombre Lev, de Cafarnam, que amaba a la Sagrada Familia, le dio a Jess una casita para habitar, situada en lugar apartado y rodeada de un estanque de agua. Vivan all mismo algunos servidores de Lev para atender los quehaceres domsticos; la comida la traan de la casa de Lev. A este pueblito se retir tambin el padre del apstol Pedro cuando entreg a ste su negocio de pesca en Betsaida. Jess tena entonces algunos adeptos de Nazaret, pero se - 233 -

apartaban con facilidad de l. Jess ya iba con ellos alrededor del lago y a Jerusaln a las fiestas del templo. La familia de Lzaro, de Betania, ya era conocida de la Sagrada Familia. Lev le haba entregado esa casa para que Jess pudiera refugiarse all con sus discpulos sin ser molestado. Haba entonces en torno del lago de Cafarnam una comarca muy frtil, con hermosos valles, y he visto que recogan all varias cosechas al ao: el aspecto era hermoso por el verdor, las flores y las frutas. Por eso muchos judos nobles tenan all sus casas de recreo, sus castillos y sus jardines; tambin Herodes tena una residencia. Los judos del tiempo del Seor no eran como los judos de otros tiempos; stos, a causa del comercio con los paganos, estaban muy pervertidos. A las mujeres no se las vea de ordinario en pblico ni en los campos, a no ser las muy pobres que recogan las espigas de trigo. Se las vea, en cambio, en peregrinaciones a Jerusaln, y en otros lugares de oracin. El comercio y la agricultura se hacan principalmente por medio de los esclavos y sirvientes. He visto todas las ciudades de Galilea, y all donde ahora veo apenas dos o tres Pueblitos entonces un centenar estaba lleno de gente en movimiento. Mara Cleofs, que con su tercer marido, padre de Simen de Jerusaln, viva hasta ahora en la casa de Ana, cerca de Nazaret, al dejar Mara y Jos su casa de Nazaret, se traslad a esa casa con su hijo Simen, mientras sus criados y parientes quedaban en la de Ana. Cuando en este tiempo Jess se dirigi desde Cafarnam, a travs de Nazaret, hacia Hebrn, fue acompaado por Mara hasta Nazaret, donde qued esperando su vuelta. Mara sola acompaar a su Hijo con mucho cario en estos cortos viajes. Acudieron all Jos Barsabas, hijo de Mara Cleofs, habido con su segundo marido Sabas, y otros tres hijos de su primer marido Alfeo: Simn, Santiago el Menor y Tadeo, los cuales ejercan oficios fuera de casa. Todos iban para consolarse con la vista de Mara y consolarla de la muerte de Jos, y para ver de nuevo a Jess, a quien no haban vuelto a ver desde su infancia. Haban odo comentar las palabras de Simen en el templo y la profeca de Ana en ocasin de la Presentacin de Jess en el templo; pero apenas si las crean y por esto se unieron a Juan el Bautista, que haba hecho su aparicin en esos lugares.

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NOTAS:
En otra parte dice la vidente que estos solitarios tuvieron tres nombres: Escarenios, Khasideos y Esenios. El primer nombre provena de askarah, conmemoracin, y era la parte del sacrificio sin sangre para recordar a Dios su misericordia. Khasideos significa compasin por los pobres. De Esenios no pudo recordar el origen. 2 La tradicin dice que Emerencia, mujer de Estolano, dio a luz a Ismeria, madre de Santa Isabel, y a Ana, madre de Mara. Pero segn la vidente, Ana no sera hija, sino nieta de Estolano. 3 Segn la tradicin juda varias partes, especialmente el nervio de la cadera, que en la lucha de Jacob con el ngel fue tocado y se sec, no eran quemados sobre el altar, sino cerca de all hacia el Oriente, sobre el montn de cenizas. 4 Era una mezcla de incienso, mirra, casia, nardo, azafrn, canela, sal fina y otros productos y perteneca al sacrificio diario. 5 Diversas formas de los nombres de Joaqun, Ana y Mara. 6 Sor Mara de Agreda dice, en sus visiones sobre la vida de la Virgen, que le fue explicado que la nueva y celestial Jerusaln de que habla el Apocalipsis 8XXII), no es otra cosa que la Virgen Santsima. 7 En un antiguo comentario hebraico sobre los salmos se leen las palabras siguientes: Yo he creado siete mares, dice Dios, mas entre todos he elegido solamente el de Genesaret. 8 San Epifanio, en un libro sobre la vida de los profetas, dice de Jeremas: Este profeta dio una seal a los sacerdotes de Egipto, anuncindoles que sus dolos caeran al suelo hecho pedazos cuando una Virgen Madre con su Divino Hijo entrare en Egipto. Este discpulo de Elas no fue Jeremas, que naci tres siglos despus. 9 Un arquelogo seala una estatua egipcia que representa a Isis con las mismas caractersticas. 10 Entre las numerosas clases de votos que enumera el Michnah usados por los judos, no se halla el de castidad. Esto explica por qu los sacerdotes no accedieron al deseo de Mara, a pesar de haber personas que, como los esenios, vivan en castidad. 11 La tradicin lo llama Agabus y en el cuadro de Rafael es el joven que rompe su vara sobre las rodillas. 12 Sbese por antiguos documentos que por lo menos desde la cautividad de Babilonia se guardaban en el Templo registros genealgicos exactos. 13 Esto fue narrado el 4 de agosto y Brentano comprob que el 3 de agosto se haba mostrado en Perusa el anillo de la Virgen, coincidiendo con el da que la vidente tuvo la visin. 14 Este vstago de David podra ser Elada, citado en el libro II de los Reyes. 15 Las nueve campanillas tenan relacin mstica con los nueve meses que permaneci Jess en el seno de Mara. 16 En este sitio se halla Ghimea, al pie del monte Gelbo. Los viajeros la llaman Ghinin o Djenim. 17 Plinio dice que Sucot o Schytpolis se llam antiguamente Nysa, porque Baco haba enterrado all a su nodriza Nysa. 18 Herodes haba colocado algunos de sus hijos bastardos en la secta de los saduceos, como empleados del templo, para disminuir la influencia de los fariseos. 19 La Iglesia de Santa Mara in Trastevere se llam tambin Santa Mara in fonte olei. 20 Segn la tradicin San Saturnino predic en el pas de los Medos. La vidente vio que los
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Reyes pasaban el da del santo, de quien conservaba una reliquia. 21 El clebre cristlogo Sepp acepta esta etimologa: dice que el primer nombre es ndico; el segundo, persa, y el tercero, rabe. 22 En el diccionario de Franke se lee: Acaiacula, fortaleza sobre las islas del Eufrates, en la Mesopotamia. 23 San Jernimo menciona el pueblo de Metn, cerca del Arnn. 24 Los das de ayuno de los judos son el 8 y el 16 del mes de Tebet. 25 Natanael, el de las bodas de Can, no es el Natanael que vio Jess bajo la higuera. 26 Castro, en la Vida de Mara, y Grotanus, en la Vida de San Jos, consignan esta tradicin tomada de un antiguo manuscrito armenio. 27 Arvieux, en el segundo tomo de sus Memorias (Leipzig, 1783), dice: Entre Hebrn y Beln pasamos por la aldea de la Santsima Virgen, donde se dice que descans cuando hua de Egipto. 28 San Jernimo y Eusebio hablan de un lugar llamado Anim o Anem, a nueve millas al Sur de Hebrn, en el distrito de Daroma. 29 En otra visin Ana Catalina dice que el Mar Muerto fue, antes del Diluvio, una cadena de montaas habitada por espritus malignos que tomaron posesin de los gigantes de aquel tiempo. 30 Flavio Josefa dice que Abraham ense a los egipcios aritmtica y astronoma.

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