Se ha dicho de San Agustín que es el más honrado entre los hombres. En verdad, se distingue de casi todos los santos por una señal especial. Sin duda, los santos son simplemente hombres; sin embargo, el elemento sobrenatural en el que están inmersos los separa tanto de las personas comunes, que estas, alarmadas por la distancia que los separa, consideran a los santos más como estrellas que como semejantes. Los hombres los contemplan de manera similar a como miran algún espectáculo nunca antes visto, ofrecido por criaturas de una raza y naturaleza distintas, seres maravillosos y lejanos, que pueden ser estudiados pero con los que nunca se establece una relación de familiaridad. La gran mayoría de las personas se aparta de un santo y le dice al extraño: “¿Qué hay en común entre tú y yo?” San Agustín constituye una brillante excepción a esta regla general. Cada uno de nosotros reconoce en él a un amigo y a un hermano. Lo deseamos como confidente; estaríamos dispuestos a confesarle …More