"Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado", Artículo 4 del Credo, explicado por San Tomás de Aquino.
Jesucristo, el Verbo Encarnado de Dios, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado.
Había una necesidad muy grande que Jesucristo, el Cordero de Dios, padeciera por la humanidad de todos los tiempos. Desde la eternidad Dios veía que todos los que morían descendían al infierno, se compadeció y envió a su único Hijo para encarnarse en la Virgen María y con su sacrificio en la Cruz nos redimiera y nos reconciliara con Él. Jesucristo aceptó el sacrificio que le pedía el Padre Celestial como remedio de nuestros pecados y como modelo de nuestros actos.
Los judíos mataron a Jesucristo en su humanidad, pero no pudieron matar la divinidad. La divinidad de Jesús no abandonó nunca su sagrado Cuerpo, pues cuando el Verbo Eterno o Hijo de Dios bajó del cielo y se encarnó en la Virgen, la unión o hipóstasis de la divinidad con el alma …
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