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Efraín
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25- Del juicio final, Meditación de San Alfonso María de Ligorio. San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 25: "Del juicio universal", acerca del día terrible del Señor, el día en …Más
25- Del juicio final, Meditación de San Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 25: "Del juicio universal", acerca del día terrible del Señor, el día en que Nuestro Señor Jesucristo juzgará a todas las naciones, a infinidad de pueblos que han existido en todas las eras, a todo hombre de toda raza o nación e hijo de Adán y Eva que ha vivido sobre la tierra. En ese día final, nuestro Señor Jesucristo ya no será más ofendido por los pecadores cometiendo pecados, faltando ellos a los Mandamientos de Dios. En el juicio universal ya no habrá más misericordia para el pecador, en lugar de encontrar a un Dios misericordioso, que siempre perdona al pecador que se arrepiente sinceramente y muda de vida, tendrá frente a él a un juez justo y a un Dios airado; ofendido con el pecador que nunca buscó el tiempo adecuado para acogerse a su misericordia; agraviado con todos aquellos que despreciaron su sacrificio en la cruz y rechazaron su santo evangelio; escarnecido por los que se atrevieron a rechazar a todo un Dios y su amorosa doctrina.

Los pecadores impíos abusan de la misericordia divina, piensan que siempre serán perdonados y tendrán tiempo para arrepentirse antes de morir; no saben que a mayor número de pecados llegan a ser abandonados por Dios y acosados fuertemente por el demonio, sin clamar perdón a Dios a tiempo serán arrojados al infierno.

Un poco de tiempo antes de que llegue el día terrible del Señor, todas las razas que pueblan la tierra serán destruidas, todos tendrán que morir. Los grandes palacios, casas, edificios, ciudades y pueblos serán derrumbados, solo cenizas quedarán. Todo será destruido por el fuego, ocurrirán grandes cataclismos y no quedará una sola alma viviente sobre la tierra. Los buenos serán conducidos por sus ángeles al purgatorio para ser purificados de sus pecados y después serán conducidos al cielo; son pocos los que han ofrecido a Dios la preciosa sangre derramada por nuestro Señor Jesucristo en satisfacción de sus pecados y que van directamente al cielo. Los malos serán arrojados al infierno por haber realizado el mal, ahí tendrán suplicios eternos por haber despreciado a Dios y su justicia. Muertos todos los hombres, los ángeles del juicio final resonarán sus trompetas y todos resucitarán.

En el día del juicio final, todos serán resucitados por el poder de Cristo: las almas de los buenos descenderán del cielo para unirse a sus cuerpos y resplandecerán, las almas de los réprobos serán vomitadas por el infierno para unirse a sus malditos cuerpos y se verán oscuros, deformes y hediondos. Los ángeles de Dios reunirán a todos los resucitados en el valle de Josafat y separarán a los buenos de los malos. ¡Qué angustia tendrán los impíos cuando sean apartados de los justos! los hijos serán separados de sus padres, el esposo de la esposa, el amo de sus sirvientes. Bienaventurado el que sufre persecuciones, hambre y pobreza en este mundo por causa de Jesucristo. Desgraciado el que hizo uso de sus riquezas para enfangarse en los vicios y despreció a los pobres sin darles ayuda cuando los veía en necesidad.

En el juicio final los pecados de los réprobos serán vistos por todos, aún los más ocultos. Estarán los demonios testimoniando los pecados que cometieron. La conciencia de los hombres estará clamando venganza de los lugares en que ofendieron a Dios. Por último estará el Justo juez que fue testigo de cuantas ofensas le hicieron. Los pecados de los bienaventurados no serán mostrados.

Jesucristo dirá la sentencia a los que estén a su derecha: "Venid benditos de mi Padre, al reino celestial que fue preparado para ustedes". A los de su izquierda dirá: "Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno hecho para Satanás y sus ángeles". Jesucristo ascenderá con sus ángeles, la corte celestial que le acompañan y todos los bienaventurados al cielo. Después de eso se abrirá un enorme hoyo en la tierra que tragará a los réprobos y demonios, así como caigan será el mismo destino para todos ellos: sin poder hacer el más mínimo movimiento y sepultados en el lago de fuego por toda la eternidad, mientras Dios sea Dios.

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