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el 18 de Sept. Bs. Jacinto de los Ángeles & Juan Bautista, mártires de Cajonos. by Arquidiócesis de Antequera Oaxaca on Sep 18, 2011Más
el 18 de Sept. Bs. Jacinto de los Ángeles & Juan Bautista, mártires de Cajonos.

by Arquidiócesis de Antequera Oaxaca on Sep 18, 2011
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Los primeros pobladores de San Francisco Cajonos fueron idólatras. Tenían una casa o templo donde se reunían para las prácticas o rendimiento de cultos a su Dios.
En el cerro de "LA MESA" celebraban sus fiestas, donde llegaban peregrinos de pueblos lejanos, según dice el Señor Arzobispo Don Eulogio Gregorio Guillow en su historia "LOS MARTIRES DE CAJONOS".
Siendo el pueblo de San Francisco un …Más
Los primeros pobladores de San Francisco Cajonos fueron idólatras. Tenían una casa o templo donde se reunían para las prácticas o rendimiento de cultos a su Dios.
En el cerro de "LA MESA" celebraban sus fiestas, donde llegaban peregrinos de pueblos lejanos, según dice el Señor Arzobispo Don Eulogio Gregorio Guillow en su historia "LOS MARTIRES DE CAJONOS".
Siendo el pueblo de San Francisco un pueblo idólatra, la Superioridad Eclesiástica, se supone que para evangelizar a los habitantes de este pueblo y de los pueblos circunvecinos mandó construir un convento donde estuvieron unos frailes DOMINICOS, quienes en cumplimiento de su noble misión, estuvieron en esta población convirtiendo a los nativos a la verdadera Religión.
Como sucede en estos casos, no todos aceptaron las prédicas de los frailes, muchos siguieron asistiendo a su templo para practicar su acostumbrado culto; estos fueron denunciados por los fiscales Juan Bautista y Jacinto de los Angeles, ante el superior del Convento, quien ordenó que frailes y artesanos españoles que había en el pueblo fueran a la casa donde celebraban sus prácticas idolátricas los que no querían aceptar la religión que venían a implantar los frailes franciscanos.
Los frailes y los artesanos, encabezados por el Superior del Convento, se fueron a la casa o templo de los idólatras donde los sorprendieron en sus prácticas idólatras. Después de amonestarlos por su mal comportamiento, mandó recoger los útiles que usaban para su culto.
Enterados los idólatras que los fiscales Juan Bautista y Jacinto de los Angeles los habían denunciado, se amotinaron; llamaron a los idólatras de otros pueblos, principalmente a los de San Pedro, quienes vinieron y sitiaron el Convento.
Pidieron a los frailes que les entregaran a los fiscales que los habían denunciado por seguir practicando su religión. No consiguieron su deseo, porque los frailes no se los entregaron, pues ya preveían las consecuencias; pero en vista de que ya estaban destechando uno de los cuartos del Convento los enardecidos idólatras, tuvieron que entregar a los fiscales, quienes una vez en poder de sus enemigos, fueron objeto de azotes y de un sin fin de vejaciones, poniéndolos después en la cárcel. Al día siguiente se los llevaron a la cárcel de San Pedro y de este pueblo los condujeron para el monte de Santo Domingo Xagacía, donde los sacrificaron y los enterraron.
Los frailes se quejaron ante las autoridades de la Cabecera del Distrito de Villa-Alta, quienes de inmediato enviaron la queja ante el Virrey. Esta máxima Autoridad ordenó que se practicaran las diligencias respectivas de tan horrendo crimen.
De las diligencias practicadas, resultaron once culpables, los cuales fueron sentenciados a muerte. Sus cuerpos fueron despedazados y puestos en esrtacas a los lados de los caminos reales que llegan a San Francisco.
A raíz de estos acontecimientos, la mayoría de los habitantes del poblado, que de seguro se había internado en el monte, regresó para pedirles perdón a los frailes, quienes en nombre del Señor, los recibieron en el seno de la Santa Madre Iglesia.
Después de algunos años fueron encontrados en el monte de Xagacía, donde estaban enterrados los cuerpos de los fiscales de San Francisco, por delación de un pretendiente de la viudad de Jacinto de los Angeles. Por acuerdo a la Superioridad fueron exhumados los restos de los fiscales y llevados a la Cabecera del Distrito, donde permanecieron algunos años, hasta que el sacerdote Juan Bautista Robles fue a traer dichos restos, por orden del Ilustrísimo Arzobispo de Oaxaca Monseñor Eulogio Gregorio Guillow. Este gran Prelado de la Iglesia se llevó los restos de los fiscales y los depositó en la Santa Iglesia de la Catedral de Oaxaca, Su Señoría Ilustrísima empezó a hacer las gestiones ante el Santo Padre reinante en esa época, para la canonización de los fiscales de San Francisco, cuyo proceso ya fué aprobado por el Santo Papa Juan Pablo Segundo, en un decreto que emitio en la Sala Clementina del departamento del Santo Padre, ahi tuvo lugar el proceso denominado "Lectura de Decretos", en donde finalmente fue reconocido jurídicamente la autenticidad del martirio de los fiscales Juan Bautista y Jacinto de los Angeles, por lo que en breve se dará paso a la solemnidad de la beatificación.

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