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Parabola La higuera sin frutos 2016 Día 28 Domingo III de Cuaresma Nos ofrece san Lucas en este tercer domingo de Cuaresma, unas palabras del Señor que nos invitan como siempre a la reflexión y a la …Más
Parabola La higuera sin frutos 2016

Día 28 Domingo III de Cuaresma

Nos ofrece san Lucas en este tercer domingo de Cuaresma, unas palabras del Señor que nos invitan como siempre a la reflexión y a la exigencia. Se trata primero de la respuesta de Jesús ante el comentario de que varios han muerto –se deduce que injustamente– por orden de Pilato. Pero, contra lo que tal vez esperaban sus interlocutores, el Señor aprovecha la ocasión para recordar que los pecados que todos cometemos son dignos de castigo, aunque muchas veces no seamos catigados. El pecado es ofensa a Dios, de ahí la enormidad de la ofensa y la magnitud del castigo merecido. Pidamos al Señor que nos haga sensibles para valorar mejor nuestras faltas a Él: que notemos cuándo le olvidamos, para renovar pronto el propósito de tenerle presente; que acabemos por caer en la cuenta de que tal vez no nos ha importado lo que esperaba de nosotros en ese momento y en aquel otro... Entonces podremos rectificar y llevar a cabo esa actividad que nos interesa, pero como Dios manda, como Él espera de cada uno. Que valoremos, en fin –le pedimos–, las circunstancias de nuestra vida como ocasiones –continuas, a cada paso– que Dios nos concede de amarle, viviendo como Él espera cada momento. En todo caso, no podemos olvidar las palabras inequívocas del Señor –duras–: os lo aseguro; pero si no hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente. Es preciso rectificar si reconocemos que podemos honrar a Dios con más justicia, cuando en un examen sincero de conciencia, a la luz de Dios, contemplamos nuestras acciones tibias y la intención que nos mueve en cada una no siempre recta. La penitencia ha de ser el deseo espontáneo: reconociéndonos queridos por Dios, objeto de toda su bondad, es natural que queramos consolar arrepentidos a quien hemos podido amar más, a quien hemos tratado injustamente, siendo nuestro Creador y buen Padre. Fomentemos el deseo de que el arrepentimiento y la reparación lleguen donde no llegó nuestra correspondencia a los dones divinos.
Fiel A Cristo
Peregrina de la fe
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