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De párroco en Belén a obispo en Siria: «Entre las bombas siguen tañendo las campanas»

Abou Khazen, el obispo de Alepo habla de la fe en el dolor

Actualizado 3 octubre 2014

Giorgio Paolucci/Avvenire
«Me dan ganas de llorar si comparo lo que Alepo y Siria han representado durante siglos para la cultura, el arte y la religión con la destrucción a la que hemos estado sometidos estos meses. Pero estoy convencido de que aún estamos a tiempo de salvar este tesoro de la humanidad».

Brillan de conmoción los ojos de Georges Abou Khazen, franciscano, vicario apostólico latino de Alepo, que en los días pasados ha estado en Roma para el encuentro con los otros obispos nombrados recientemente, mientras cuenta los sufrimientos de la población en su ciudad y la sensación de impotencia frente a la violencia que sigue imperando.

Pero la esperanza es lo que prevalece en sus palabras, una esperanza alimentada por una fe sólida, forjada por las pequeñas flores que ve brotar en la devastación y por su larga experiencia: de origen libanés, fue durante treinta años párroco en Belén y en Jerusalén y, después, en la Iglesia de San Francisco en Damasco, donde los frailes residen ininterrumpidamente desde 1238.

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